jueves, 30 de diciembre de 2010

Monkey Shines: Pensamientos que matan.

“Monkey Shines” (1988), es un film de terror del director George Romero, el cual está protagonizado por Jason Beghe, John Pankow y Kate McNeil.

Tras sufrir un accidente y quedar tetrapléjico, Allan Mann (Jason Beghe) consigue un mono amaestrado para que lo ayude en sus quehaceres domésticos. Sin embargo, eventualmente el mono comienza a comportarse de manera extraña, convirtiéndose en un peligro tanto para su dueño como para quienes lo rodean.

Tras terminar con la sociedad comercial que había mantenido por un largo tiempo con el productor Richard Rubinstein, con quien había fundado la productora Laurel Entertainment, George Romero comenzó a buscar nuevos proyectos que llamaran su atención. Fue así como en el año 1986 conoció al productor Charles Evans, quien le entregó una copia de la novela “Monkey Shines”, del escritor británico Michael Stewart, junto con el guión de una adaptación que jamás se llegó a rodar. Entusiasmado con el relato, el cual le otorgaba la posibilidad de adentrarse en ciertas temáticas que nunca antes había explorado, Romero escribió un borrador de diez páginas donde detallaba las ideas que a él le interesaba imprimirle al film. Una vez que el guión definitivo estuvo terminado, este sería comprado por la productora Orion Pictures, la cual le concedería un presupuesto de 6.7 millones de dólares al director, lo que de inmediato convirtió a “Monkey Shines” en el proyecto más costoso de Romero hasta aquel entonces. Al mismo tiempo, esta producción sería la primera que el director filmaría bajo el alero de una productora importante, hecho que eventualmente lamentaría ya que los ejecutivos de la compañía influirían en algunas de sus decisiones artísticas, específicamente en la elección del final del film.

“Monkey Shines” se centra en la figura de Allan Mann, un joven atleta que vive junto a su novia Linda Aikman (Janine Turner), y que tras sufrir un grave accidente queda tetrapléjico, lo que inevitablemente transformará su vida en un verdadero infierno. Ante la evidente depresión de Allan, su amigo Geoffrey (John Pankow), quien trabaja al interior de un laboratorio que realiza experimentos con animales, le facilita una chimpancé amaestrada llamada Ella para que le ayude a realizar parte de sus actividades domésticas. Lo que Allan no sabe, es que su amigo le ha estado inyectando al animal un suero que contiene células cerebrales humanas, con el objetivo de que este se vuelva más inteligente. Es debido al efecto de dicho suero, que Ella comienza a desarrollar un fuerte vínculo afectivo con su nuevo amo, el cual aparentemente va más allá del simple cariño. Cuando Allan comienza a tener diversos problemas con las personas que lo rodean, específicamente con su posesiva madre (Joyce Van Patten), su molesta enfermera (Christine Forrest), y su novia infiel, estas extrañamente son víctimas de curiosos accidentes fatales. Todo apunta que la culpable de dichos accidentes es Ella, quien parece haberse convertido en la homicida extensión del cada vez más frustrado y enojado Allan.

Durante gran parte de la historia, “Monkey Shines” no tiene la apariencia de un thriller, ya que básicamente se enfoca en la compleja situación de Allan y en su conexión con Ella, lo que provoca que los elementos más espeluznantes solo vayan siendo insertados de manera gradual en el relato. Una vez que el protagonista sufre el accidente, el espectador es testigo de cómo crecen sus frustraciones y sus resentimientos, los cuales solo serán atenuados temporalmente por la llegada de Ella a su vida. El primer indicio de que la conexión existente entre Allan y Ella va más allá de lo meramente físico y lo afectivo, ocurre durante una clase de derecho en la cual el chimpancé levanta la mano a sabiendas que su dueño conoce la respuesta a la pregunta que ha realizado el profesor. Desde ese punto en adelante, el lazo entre la mascota y Allan no hace más que profundizarse. No solo Ella parece anticiparse a las necesidades de su dueño, sino que además parece estar sincronizada telepáticamente con los deseos reprimidos y la ira que siente Allan, por lo que eventualmente decide expresarlos en contra de quienes de una u otra forma le han hecho daño a su querido amo. De manera inteligente, Romero materializa el peculiar nexo existente entre Allan y Ella mediante una serie de escenas en las que se da a entender que el protagonista está viendo el mundo a través de los ojos de su mascota, lo que no solo siembra la duda con respecto a quien es el verdadero culpable de los crímenes que suceden alrededor de él, sino que además le otorga un cariz siniestro a la amigable chimpancé.

Por otro lado, resulta curioso el hecho de que Ella sea la única mujer con la cual Allan no tiene una relación del todo disfuncional. Mientras que su madre parece estar ayudándolo solo por un tema de autocomplacencia, su enfermera detesta la presencia de la mascota en la casa, y su novia lo está engañando con el médico encargado de su tratamiento. Básicamente, “Monkey Shines” retrata a la discapacidad como un ente castrador, el cual obliga al protagonista a depender de las mujeres que están a su alrededor, incluyendo a Ella. La única relación normal que Allan logra tener con una mujer, es aquella que mantiene que Melanie Parker (Kate McNeil), quien es la especialista que supervisa el entrenamiento de Ella. Cuando eventualmente ellos se enamoran y comienzan una relación amorosa, indirectamente prueban que la discapacidad de Allan, su mujer, su madre y su enfermera, no han logrado castrarlo por completo. A raíz de todo esto, se puede inferir que la discapacidad física y emocional de Allan y su dependencia en las mujeres que lo rodean, son los verdaderos generadores del horror que presenta el film. La chimpancé a su vez, no resulta ser una figura aterradora solo por el hecho de que se convierte en una mascota homicida, sino porque ella representa las pulsiones más oscuras del protagonista, las cuales solo mediante su externalización pueden llevarlo a encontrar el camino hacia la propia aceptación que tanto le ha costado alcanzar.

Probablemente el gran villano de “Monkey Shines” es la siempre peligrosa ambición científica. Después de que Allan le cuenta que algo extraño está sucediendo con Ella, y tras presenciar su errático comportamiento, de todas formas Geoffrey continúa inyectándole el suero a la chimpancé para volverla más inteligente. El irresponsable y egoísta comportamiento de Geoffrey no solo se debe a que él cree que sus experimentos eventualmente le traerán fama y fortuna, sino que además está convencido de que lo ayudarán a terminar de una vez por todas con la rivalidad profesional que tiene con el Rector de la universidad donde trabaja (Stephen Root). Como suele suceder en gran parte de este tipo de films, la ira, los celos, la vanidad, la codicia y la falta de ética, suelen convertirse en los ingredientes necesarios para crear a un monstruo, el cual en esta ocasión se escapará por completo del control de quienes creen que tienen todo calculado. Cabe mencionar que si bien es interesante el tratamiento que se le da a la figura de Geoffrey, la inclusión de una subtrama que involucra los numerosos esfuerzos de uno de sus colegas por robarle los resultados de sus investigaciones, no solo se ve algo forzada, sino que además carece de toda importancia para el desarrollo de la trama.

En el ámbito de las actuaciones, en general el elenco realiza un trabajo correcto. Quien más se destaca obviamente es Jason Beghe, debido a que no solo logra que el espectador empatice con la situación y con las frustraciones que experimenta Allan, sino que además le inyecta una innegable cuota de credibilidad a su personaje. En cuanto al aspecto técnico de la producción, resulta destacable el estupendo trabajo de fotografía de James A. Conter, la atmosférica banda sonora del compositor David Shire, y los atractivos efectos especiales diseñados por el siempre confiable Tom Savini. Más allá de los asesinatos y su incongruente final, “Monkey Shines” es una cinta que básicamente explora el horror psicológico que debe enfrentar un hombre que se ve sometido a una situación invalidante, de la cual aparentemente no tiene escapatoria. En ese sentido, Romero realiza un trabajo encomiable materializando la maldad humana en la figura de Ella, quien no puede evitar verse influenciada por todo lo que está sucediendo en su alrededor. Es precisamente esta idea lo que convierte a “Monkey Shines” en un film de terror que posee un encanto especial, ya que como explicaría el mismo Romero: “Es la situación, los personajes, y como estos van evolucionado a lo largo de la historia, lo que realmente afecta al espectador”.



por Fantomas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi estimado Fantomas rescaté el otro día en el canal MGM un revisionado, porque la ví en su día en cine de la mano de Lauren Films en el extinto cine Fuencarral de Madrid. A mi me gustó en términos generales. Están todos muy bien. Coincido con usted que el final es muy edulcorado pero se le perodna y merece la pena un visionado, porque está muy bien planificada. Un ejército de monos al final hubiera sido toda una cagada, creo a mi corto parecer, a mí epronalmente me hubiera gustado que acabara con el el tetrapléjico los dos junticos, en plan de mal rollito después de haber matado a la rubia y la mamá, hubiera sido genial, pensar que se queda con Ella forever. Díos que mal rollo.

john mcclane dijo...

- videodromo: El cine de Romero fuera del mundo de los zombies suele ser duramente criticado. Esta es una película correcta, que resulta a lo menos entretenida. Creo que al igual que tu me hubiese gustado un final más enfermizo, y no uno tan romanticón.

Saludos.

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