miércoles, 6 de junio de 2012

Lifeforce: Sexo, alienígenas, y fin del mundo.

“Lifeforce” (1985), es una cinta de horror y ciencia ficción del director Tobe Hooper, la cual está protagonizada por Steve Railsback, Mathilda May, y Peter Firth.

La nave espacial angloamericana "Churchill" va en misión de estudio hacia el cometa Halley, que se está acercando a la Tierra. Al llegar a destino, encuentran una nave extraterrestre que viaja en la cola del famoso cometa. En su interior, sólo hallan tres ataúdes de cristal con lo que parecen ser dos hombres y una mujer. Cuando estos llegan a la Tierra, desatan un caos alucinante que comienza en Londres y que amenaza con ser solo el inicio del fin del mundo como lo conocemos.

 

Tras comprar los derechos de la novela “Space Vampires”, del escritor Colin Wilson, el productor Manahem Golan contactó al director Tobe Hooper con la intención de llevar el relato a la pantalla grande. Entusiasmado con la idea adaptar la historia, el realizador contactó a Dan O´Brannon y a Don Jakopy para que escribieran el guión. Fue así como se inició una labor que se extendió durante 22 semanas, en las que además Hopper y su equipo de filmación trabajaron en Londres en la construcción de los escenarios, y en el desarrollo de diversos efectos especiales que le permitieran a la cinta distinguirse de otras producciones de similares características. Pese a que el director contó con total libertad creativa y un presupuesto inicial de 15 millones de dólares, el cual eventualmente se elevó a 25 millones debido a que Manahem Golan decidió que era prudente invertir más dinero, el rodaje no estuvo exento de problemas. La inclinación por la experimentación de John Dykstra, quien estaba a cargo de los efectos especiales, no solo provocó una explosión que quemó por completo uno de los sets, sino que además le causó una serie de quemaduras de gravedad al actor Bill May, quien tuvo que ser rescatado de un destino peor por el equipo de filmación. Debido a estos lamentables acontecimientos, Dykstra fue forzado a terminar los efectos especiales en su estudio de Los Ángeles, los cuales posteriormente fueron incluidos por Hooper quien aún se encontraba trabajando en Inglaterra.

“Lifeforce” comienza a bordo del transbordador espacial Churchill, cuyos tripulantes, que forman parte de una aventura conjunta del gobierno americano y el británico, tienen por misión investigar los misterios que esconde el cometa Halley, el cual coincidentemente está pasando cerca de la superficie terrestre. Para su sorpresa, en la cola del cometa encuentran una extraña nave alienígena, que en su interior alberga tres ataúdes de cristal que contienen tres cuerpos humanoides. Tras recoger los ataúdes, se iniciará una serie de acontecimientos que darán como resultado el aterrizaje forzoso del transbordador en la superficie terrestre, y la supuesta muerte de la totalidad de sus tripulantes. Para sorpresa de los encargados de la Agencia Espacial Europea que estaba a cargo de monitorear la misión, lo único que logró mantenerse intacto tras la tragedia fueron los tres ataúdes de cristal, los cuales terminan siendo llevados a su centro de operaciones. Es durante la investigación de la naturaleza de las formas humanoides que se encuentran en su interior, que estas despiertan desatando el caos en el lugar, lo que luego se traslada a Londres y a sus alrededores. Es entonces cuando el único sobreviviente del Churchill, el Coronel Tom Carlsen (Steve Railsback), el Coronel Colin Caine (Peter Firth), y el Doctor Hans Fallada (Frank Finlay), deberán unir fuerzas para detener a estos alienígenas que amenazan con destruir el mundo.

 

El contexto social que se esconde tras la historia de “Lifeforce” es el auge de una enfermedad que a mediados de los ochenta sería identificada con el nombre de SIDA, y que sería reconocida como una epidemia que puede afectar a todo el mundo sin importar las inclinaciones sexuales de cada persona. El hecho de que el trío de alienígenas, encabezados por una atractiva mujer (Mathilda May), se apropien de la energía de las personas que tocan (como si de vampiros se tratase), y que estas a su vez tengan un tiempo determinado para apropiarse de la energía de otros individuos antes de convertirse en polvo, hace clara referencia a las enfermedades de transmisión sexual donde el portador de esta contagia a todos aquellos que tienen contacto con él. Pese al conocimiento del alcance del SIDA, de todas formas la cinta incluye un par de escenas que resultan ser un guiño a la idea de que esta enfermedad es más común en la comunidad homosexual. La primera ocurre durante una autopsia, en la que la supuesta víctima (un hombre), mesmeriza al patólogo y mediante un beso lo convierte en un portador más de la “enfermedad”. La segunda escena involucra un beso entre Carlsen y un psiquiatra interpretado por Patrick Stewart, cuyo objetivo es descubrir si este último está actuando como vehículo de la fuerza vital de la chica alienígena. Y es que con el fin de proteger su verdadero cuerpo, la mujer ha ido traspasando su fuerza vital de cuerpo en cuerpo, obligando a Carlsen y Caine a recorrer Inglaterra en búsqueda de la clave que les permita detener el horror que está por dominar al mundo.

Para reafirmar aún más la idea de que el rastro de muerte y destrucción que van dejando los extraterrestres, tiene relación con las enfermedades de transmisión sexual, la chica ejerce un control hipnótico sobre sus víctimas, que suelen ser varones, el cual está acompañado de algunas insinuaciones de carácter erótico (de hecho, ella deambula completamente desnuda por la Tierra seduciendo a todos quienes tienen la desgracia de encontrársela). La principal víctima de la hipersexualización que ejerce esta “mujer” es Tom Carlsen, quien en un momento del film admite que su mayor temor es no poder controlarse, y sucumbir al incontrolable deseo sexual que le provoca la chica, lo que inevitablemente lo llevará a cometer actos que van en contra de sus principios y de su naturaleza. En relación a esto mismo, el tramo final de la cinta contiene un marcado simbolismo de lo que aparentemente algunas personas pensaban con respecto al tema de la sexualidad en aquel entonces. Londres se encuentra en el más completo caos, dominado por miles de personas infectadas, y una catedral de la ciudad está siendo utilizada por los alienígenas como el punto de recolección de la fuerza vital de los humanos, la cual está subiendo directamente hacia el espacio con el objetivo de poner en funcionamiento su nave espacial. Si analizamos toda la situación, pareciera que se nos está entregando un mensaje propio del puritanismo cristiano, el cual dictamina que si tenemos sexo indiscriminado y eso no nos causa una enfermedad, el precio a pagar será nuestra alma, sentenciándonos a deambular por siempre en el infierno.

 

Más allá del tema de fondo y los simbolismos que presenta el film, este alcanzó cierta notoriedad debido a que toma variados elementos del cine de horror y ciencia ficción, y los combina para dar vida a una historia que no termina por decidir cuál es la amenaza a la que deben hacer frente los protagonista. Lo qué comienza como una cinta de ciencia ficción modélica, no tarda en convertirse en un relato de vampiros, que eventualmente se transforma en una película distópica en la que hordas de zombies se han apoderado de un mundo al borde de su extinción. Esta falta de definición narrativa provoca que el relato se complique más de la cuenta por momentos, llevando a la confusión al espectador a quien eventualmente no le queda más remedio que entregarse a la distorsionada lógica del film. Por otro lado, las actuaciones no son mucho mejores que el guión. Solo Peter Firth logra entregar una interpretación por lo menos correcta, a diferencia de Steve Railsback cuya labor es bastante deficiente. En lo referente al aspecto técnico de la producción, se destaca la banda sonora compuesta por Henry Mancini, el trabajo de maquillaje de Nick Maley, y los efectos especiales realizados por John Dykstra, los que logran ser efectivos aún cuando algunos dejan bastante que desear. 

Lamentablemente para Hooper y compañía, la cinta fue un fracaso de taquilla y además fue ampliamente criticada por Colin Wilson, quien no solo no estaba de acuerdo con las libertades creativas que se tomó el realizador, especialmente en el último tramo de la historia, sino que además denunció que se editaron una buena cantidad de minutos de metraje que terminaron por provocar que el relato a ratos se tornara confuso. Si bien es evidente que Tobe Hooper es un director mediocre, aún cuando dentro de su filmografía existan un par de films destacables que han soportado bien el paso del tiempo, en esta ocasión hay que reconocer que el realizador logra crear con éxito un par de escenas de verdadero terror, y otras que logran retratar de cuerpo completo un mundo que está girando fuera de control por acontecimientos que escapan a la comprensión humana. Aún cuando los problemas que presenta “Lifeforce” son evidentes, terminan siendo parte de su especial encanto. En el fondo, se trata de una película inclasificable pero sumamente entretenida, cuya historia esconde un mensaje social potencialmente incendiario para la época, y cuyo desarrollo es tan impredecible que inevitablemente termina capturando la atención del espectador.

           

por Fantomas.

1 comentario:

Nelson, un habitante del patio dijo...

Suena bizarra la película. La firme que no sé si algún día invierta hora y media en verla, pero de que suena interesante, pos eso sí. Saludos.

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