miércoles, 18 de febrero de 2015

The Gauntlet: La aventura más explosiva y extravagante de Clint Eastwood.

“The Gauntlet” (1977), es un film de acción del director Clint Eastwood, el cual está protagonizado por el mismo Eastwood y Sondra Locke.

El policía originario de Phoenix, Ben Shockley (Clint Eastwood), ha estado por años esperando que le sea asignado un caso importante para potenciar su mediocre carrera. Es por esto que cuando le ordenan escoltar desde Las Vegas a Phoenix a “un testigo común para que participe en un juicio sin importancia”, no puede evitar sentirse algo decepcionado. Sin embargo, una serie de explosivas y peligrosas situaciones pronto le demostrarán lo equivocado que estaba con respecto a su nueva misión.

 

Tras el exitoso estreno de “The Enforcer” (1976), los estudios Warner comenzaron a presionar a Clint Eastwood para que se involucrara lo antes posible en un nuevo proyecto que le permitiera sacar provecho de su revitalizada carrera. En aquel entonces, el director Sam Peckinpah se encontraba trabajando en el proceso de pre-producción de un guión desarrollado por Dennis Shryack y Michael Butler, el cual había sido escrito con la intención de que Marlon Brando y Barbra Streisand lo protagonizaran. Eventualmente, Brando abandonó el proyecto y fue reemplazado por Steve McQueen, quien lamentablemente tras una serie de discusiones con quien sería su coprotagonista, también abandonó la producción. Esta serie de problemas pavimentaron la llegada de Eastwood, quien también asumiría el rol de director del film ante la dimisión de Peckinpah. Para sorpresa de los ejecutivos de los estudios Warner, Eastwood se negó a trabajar con Streisand por considerarla demasiado vieja para ser su coprotagonista, e insistió en que fuese contratada Sondra Locke, con quien mantenía una relación extramarital en aquella época Demás está decir que los ejecutivos del estudio no podían ocultar su preocupación ante la nueva situación de la producción. Y es que se habían destinado cinco millones de dólares de presupuesto para la cinta, bajo la premisa que sería protagonizada por dos estrellas de la talla de Eastwood y Streisand, y no por el actor y una actriz de escasa trayectoria y popularidad. Pese a esto, apoyaron cada una de las decisiones del director, quien además incluyó una gran cantidad de violencia que no estaba concebida originalmente en el guión de Shryack y Butler.

En “The Gauntlet”, al oficial de policía Ben Shockley se le asigna la tarea de buscar y escoltar a una prostituta llamada Gus Mally (Sondra Locke) desde Las Vegas hasta Phoenix, para que participe como testigo en un juicio contra un jefe de la mafia. A raíz de la importancia de su testimonio y de las consecuencias que este puede tener para una serie de personajes influyentes y corruptos, la mafia se propone hacer todo lo posible para asegurarse que Shockley y Mally jamás lleguen a Phoenix con vida. De hecho, es tanta la atención que obtiene la chica y su protector designado, que incluso se han abierto apuestas en la llamada ciudad del pecado en relación a las probabilidades de supervivencia que tiene la improvisada dupla. Decidido a cambiar su mala fortuna, Shockley acepta el desafío de proteger a la chica, aun a sabiendas de las mortales consecuencias que puede tener su decisión. Una vez que ambos emprenden la ruta hacia su destino final, se ven enfrentados a la incesante amenaza de los miembros de la mafia, a una pandilla de motociclistas, e incluso a la misma fuerza policial de los estados de Nevada y Arizona. Es a raíz de todo esto que si desean llegar a Phoenix sanos y salvos, Shockley y Mally deberán formar un lazo de confianza y respeto que les permita trabajar como equipo, antes de que sus diferencias, los fantasmas de su pasado, y las miles de balas que son disparadas hacia su dirección terminen con sus ambiciones, sus anhelos y con su vida.

 

A diferencia de Harry Callahan, uno de los personajes más icónicos de Eastwood, quien suele ser recordado por su afición a la violencia, su escaso respeto por sus superiores, y por su indiscutible efectividad a la hora de acabar con cuanto criminal se cruce en su camino, el protagonista de “The Gauntlet” es un policía fracasado, con un marcado gusto por el alcohol, el cual resulta ser tan incompetente que sus jefes corruptos le asignan la tarea de recoger a una testigo clave a quien planean asesinar, antes de que ella logre atestiguar y los conecte con el crimen organizado. Por su parte, la testigo en cuestión también resulta ser un personaje marginal; Gus Mally es una prostituta cuya vida es un completo desastre, la cual paradójicamente posee educación universitaria, la que se refleja en múltiples oportunidades en las cuales demuestra ser intelectualmente más aguda que Shockley. Como gran parte de las películas en las que una dupla aparentemente incompatible se ve obligada a compartir un largo viaje en vehículo, durante su peligrosa travesía, Shockley y Gus discuten incesantemente hasta que no solo descubren las virtudes del otro, sino que además se ven expuestos a la promesa de una renovación personal si es que logran sobrevivir a los múltiples intentos de homicidio que constituyen la trama central.

“The Gauntlet” básicamente se constituye por un puñado de espectaculares escenas de acción, cada una de las cuales busca dramatizar los diversos intentos de asesinatos a los que se ven expuestos los protagonistas. Los ejemplos más importantes de esto son la escena en la cual Shockley y Gus están atrapados al interior de una cabaña debido al asedio de decenas de policías; la escena en la cual el auto en el que se trasladan los protagonistas es perseguido por un helicóptero a través de un camino montañoso; y la famosa escena final, en la que la dupla protagónica utiliza un autobús blindado para llegar a su ansiado destino, el cual está custodiado por cientos de policías fuertemente armados con ametralladoras y escopetas. La primera y la tercera escena antes mencionadas, están marcadas por una exageración deliberada de la violencia, que resulta ser tan espectacular como caricaturesca. De hecho, aun cuando la cabaña que es rodeada por la policía recibe una cantidad tal de municiones que eventualmente termina colapsando, Shockley logra escapar completamente ileso del lugar. Más increíble aún resulta ser la secuencia del autobús, ya que previo a su llegada a Phoenix, es el mismo Shockley el que se encarga de darle a los policías corruptos un mapa de la ruta que tomará una vez que entre a la ciudad en su intento por llegar al ayuntamiento. Si bien algunos estudiosos han planteado que tanto las características del protagonista, como las increíbles situaciones en las que este se ve envuelto y de las cuales termina alzándose victorioso, conjugan en un mismo personaje al arquetipo del héroe y del antihéroe, y el mito que rodea a la figura de Eastwood y la desconstrucción del mismo, la verdad parece ser mucho más sencilla y decepcionante. Al final del día, las secuencias antes mencionadas no hacen más que reflejar el sin sentido que por momentos domina al film, y una falta de verdadero interés por parte de Eastwood por un proyecto que no parece elevarse más allá de una mera obligación contractual.

 

Si bien resulta curioso e interesante que el film presente a Eastwood interpretando a un policía decididamente estúpido y abatido por su propia frustración, lamentablemente el personaje carece de múltiples capas que permitan un desarrollo satisfactorio de su personalidad. Y es que la dirección de Eastwood de sí mismo deja bastante que desear, ya que más allá del carisma innegable del actor, en diversas oportunidades pareciera que su actuación la está desarrollando en piloto automático. Afortunadamente esto no sucede con el resto del elenco participante, entre los que se destacan Pat Hingle, quien interpreta al colega y único amigo de Shockley; William Prince y Michael Cavanaugh, quienes personifican de manera bastante efectiva a los villanos de turno; y por último Sondra Locke, quien en esta oportunidad demuestra sus habilidades como actriz, interpretando a quien se convierte en el personaje más interesante de una cinta plagada de personajes genéricos y algo aburridos. Entre otras cosas, Locke logra otorgarle un grado palpable de profundidad a Gus Mally, y logra expresar con éxito su impotencia y su dolor cuando para salvar de una golpiza a Shockley, se ofrece como carnada a un trío de motociclistas que intentan abusar de ella. En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con el correcto trabajo de fotografía de Rexford L. Metz, y con la efectiva y vibrante banda sonora del compositor Jerry Fielding, la cual termina siendo uno de los puntos más altos de la película.

“The Gauntlet” es una película que por momentos no parece tener otro propósito más que reunir escenas de acción sin demasiada lógica. En ese sentido, Eastwood demuestra tener un domino envidiable a la hora de escenificar piezas de acción que en esta oportunidad, no solo son espectaculares, sino que además son extravagantes y poseedoras de un particular humor negro. Aun cuando el concepto que le da vida al film presenta algunos puntos de interés, la ejecución del mismo es deficiente ya que no logra generar la tensión suficiente como para que el espectador se vea realmente envuelto en la trama. Al mismo tiempo, la historia resulta ser demasiado predecible ya que no solo los villanos son identificados por el espectador a los pocos minutos de comenzada la película, sino porque además el resultado final de la peligrosa aventura de los protagonistas nunca es puesto en duda. Pese a todas sus falencias, “The Gauntlet” logró recaudar más de 100 millones de dólares a nivel mundial, convirtiéndose en un nuevo triunfo para Eastwood quien más allá de las cámaras y de Hollywood, comenzaría a experimentar ciertos problemas en su vida privada, específicamente con su mujer de aquel entonces, Margaret Neville Johnson, por la tortuosa relación que el actor mantenía con Sondra Locke, quien dicho sea de paso también estaba casada. “The Gauntlet” bien podría considerarse como un traspié en la carrera de Eastwood, cuyo concepto básico sería replicado en diversas ocasiones durante el transcurso de los años, siendo “16 Blocks” (2006) del director Richard Donner probablemente el mejor ejemplo del mismo.


por Fantomas.

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