domingo, 26 de julio de 2015

The Hot Rock: Robar un diamante nunca fue tan difícil.

“The Hot Rock” (1972), es una comedia del director Peter Yates, la cual está protagonizada por Robert Redford y George Segal.

Cuando un ladrón llamado John Dortmunder (Robert Redford) se entera que un enorme y peculiar diamante está esperando ser robado en un museo de Manhattan, reúne a un grupo de colegas para intentar hacerse con la piedra. Sin embargo, aun cuando Dortmunder y compañía realizan una cuidadosa planificación del atraco, pronto se darán cuenta que cumplir con su objetivo se convertirá en una tarea mucho más difícil de lo que jamás hubiesen imaginado.

 
A fines de la década del sesenta y durante gran parte de la década del setenta, el director británico Peter Yates rodó una serie de cintas que gozaron de una gran popularidad, entre las que se encuentran “Bullit” (1968), “The Friends of Eddie Coyle” (1973), “Mother, Jugs & Speed” (1976), “Breaking Away” (1979) y “The Hot Rock” En el caso de esta última, la cual está basada en la novela del mismo nombre del escritor Donald E. Westlake, quien durante el transcurso de los años publicó una serie de trabajos que presentaban al desafortunado ladrón profesional John Archibald Dortmunder como protagonista, lo que le permitió demostrar su habilidad a la hora de crear personajes queribles ligados al mundo del crimen, los cuales habitualmente se veían sumergidos en tramas extravagantes. Con el fin de adaptar la novela de Westlake, Yates se asoció con el guionista William Goldman, responsable del guion de “Butch Cassidy and the Sundance Kid” (1969), film que en gran medida fue el responsable de catapultar a Robert Redford al estrellato. Cabe mencionar que el actor y el guionista mantendrían una lucrativa relación laboral y creativa hasta el conflictivo rodaje de “All the President´s Men” (1976), donde los problemas tras las cámaras terminarían por separarlos. Curiosamente, Redford en más de una ocasión ha declarado que accedió a participar en “The Hot Rock” básicamente porque en aquella época se encontraba en una difícil situación económica. Además de eso, a Redford le entusiasmaba trabajar con George Segal, quien inicialmente iba a protagonizar el film en compañía de George C. Scott, cuyo alto salario terminó sacándolo de la producción.

En “The Hot Rock”, John Dortmunder lleva solo dos minutos fuera del recinto penitenciario en el cual cumplió su más reciente condena, cuando comienza a ser perseguido por un vehículo manejado por su incompetente colega y cuñado Kelp (George Segal), quien desea incluirlo en un nuevo trabajo. El objetivo es un diamante que se encuentra en exhibición en un museo de Nueva York, el cual desea ser recuperado por un embajador africano conocido como el Dr. Amusa (Moses Gunn), ya que en su nación natal la gema es venerada como un artefacto religioso. Para llevar a cabo el robo, Dortmunder y Kelp reclutan a Stan Murch (Ron Leibman), un loco por los vehículos que en sus ratos libres escucha grabaciones de carreras de autos, y a Allan Greenberg (Paul Sand), quien es un experto fabricante de explosivos domésticos. Es así como Dortmunder idea un plan que consiste en desviar la atención de los guardias del museo provocando un accidente automovilístico falso, para que de esta forma él y Kelp puedan extraer el diamante que se encuentra en una bóveda de vidrio fortificado. Aunque en un principio el atraco sale según lo planeado, las complicaciones que sufre el grupo de ladrones alerta a los guardias del museo, los cuales eventualmente acorralan a Greenberg, quien opta por tragarse el diamante antes de ser arrestado. Es entonces cuando comienzan los verdaderos problemas para Dortmunder y compañía, quienes ahora tendrán que encontrar la forma de sacar a Greenberg de prisión si desean que este les diga que ha hecho con el cada vez más esquivo diamante.

 
William Goldman realiza un gran trabajo adaptando la novela al formato cinematográfico, ya que al mismo tiempo que plasma de manera fiel gran parte de la trama del libro de Westlake, se las arregla para agregar pasajes completamente originales que mantienen el espíritu de la novela. Mientras que algunos de los cambios que realiza el guionista son meramente cosméticos, como por ejemplo reemplazar la esmeralda que persigue el Dortmunder literario por un diamante, otros responden al proceso natural de síntesis propio de una adaptación literaria, entre los que se encuentra la reducción de los seis atracos originales a tan solo cuatro (lo que queda plasmado en el titulo con el cual la película fue distribuida en Inglaterra, “How To Steal A Diamond in Four Uneasy Lessons”), y la omisión del cerrajero experto Roger Chefwick, quien también formaba parte del grupo de ladrones en la novela. Junto con esto, el Dortmunder de Redford resulta ser un poco más inteligente que su contraparte literaria, y el personaje interpretado por Paul Sand pasa de ser un mujeriego empedernido, a un tipo tímido dominado por su poco confiable padre, el abogado Abe Greenberg (Zero Mostel). Por otro lado, uno de los toques cómicos más destacables de “The Hot Rock”, es el hecho de que Dortmunder sufra de gastritis, lo que según el doctor que se la diagnóstica, es provocada debido a que el ladrón es “del tipo silencioso”, lo que lo lleva a internalizar su estrés. Esto no solo es objeto de burla por parte de Kelp, quien siempre había admirado los supuestos nervios de acero de su colega, sino que además se presenta como una debilidad que convierte al protagonista en un personaje vulnerable y dañado, lo que eventualmente puede provocar que uno de sus complejos planes se termine desmoronando junto con su aparente tranquilidad.

Por otro lado, los actos delictuales posteriores al atraco inicial al museo, el que dicho sea de paso es rodado por Yates con un cuidado metódico por los detalles, y utilizando el silencio como herramienta para aumentar la tensión de la maniobra llevada a cabo por Dortmunder y compañía, son en gran medida los responsables de dotar al film de un encanto especial que lo distancia de otras producciones con temáticas similares. El hecho de que cada acto delictual sea más descabellado que el anterior, combinado con la curiosa mezcla de personalidades que ostentan los cuatro atolondrados criminales, contribuye a que se cree un efecto cómico bastante atractivo que rápidamente captura al espectador. Algo que si llama la atención con respecto a los crímenes cometidos por los protagonistas, es la “inocencia” que rodea la ejecución de sus descabellados planes. Por ejemplo, cuando Dortmunder y Kelp intentan sacar a Greenberg de prisión, resulta a lo menos curiosa la facilidad con la que se infiltran en el recinto penitenciario en el que se encuentra recluido su compañero, como también resulta curiosa la escasa resistencia que pone la totalidad de los agentes de la ley pertenecientes a un departamento de policía que eventualmente los protagonistas tienen que atacar en su loca búsqueda del diamante. Pese a esto, la verdad es que Yates maneja las secuencias con tanta elegancia, y hace tan buen uso de las personalidades de los protagonistas, explotando incluso la potencial úlcera de Dortmunder como una herramienta generadora de suspenso, que la “sencillez” con la que los criminales llevan a cabo sus planes termina siendo prácticamente un dato anecdótico que no afecta la experiencia.


Gran parte del éxito de la fórmula empleada por Yates y Goldman descansa en la gran actuación de la totalidad del elenco participante. Mientras que Redford dota a Dortmunder de un carisma innegable al interpretarlo como un ladrón con una seguridad y una frialdad increíble a la hora de planificar los crímenes, características que posteriormente pierde casi por completo cada vez que entra en acción, Segal actúa como el tipo positivo del grupo, quien no duda en expresar la admiración que siente por su amigo y cuñado. Ron Leibman por su parte, se destaca como Stan Murch, quien es retratado como un tipo energético, temerario y obsesionado con cualquier cosa que tenga motor, lo que se contrasta con el personaje interpretado por Paul Sand, cuya torpeza natural y su actitud reservada y algo neurótica, lo convierten en el eslabón más débil del grupo. Por último, es necesario mencionar la impecable actuación de Zero Mostel, quien durante su carrera se caracterizó por interpretar personajes cómicos con un profesionalismo envidiable. Por otro lado, en lo que respecta al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con el correcto trabajo de fotografía de Edward R. Brown, la jazzística y por sobre todo efectiva banda sonora del compositor Quincy Jones, y el maravilloso trabajo de edición de Fred W. Berger y Frank P. Keller, el cual le valió a la dupla una nominación al Oscar.

Según Donald E. Westlake, el guion original de Goldman incluía el climático final en el aeropuerto que aparecía en la novela, pero finalmente este tuvo que ser cambiado por las similitudes que tenía con el final otra de las cintas de Yates, el aclamado thriller policial “Bullit”. A raíz de esto, Goldman se inclinó por un final abierto, cuyos espacios en blanco pudiesen ser llenados por el espectador. “The Hot Rock” tiene una serie de momentos memorables, su elenco se complementa de manera espléndida, y Yates maneja con habilidad un guion inteligente y divertido, lo que pone sobre la mesa la interrogante de por qué el film no es considerado como uno de los grandes clásicos del cine centrado en espectaculares robos. Quizás esto se deba a que por un lado, nunca se logra establecer una motivación lo suficientemente convincente como para que Dortmunder continúe persiguiendo incansablemente su objetivo, más allá de argumentar que si no logra hacerse con el diamante, una maldición caerá sobre él. Al mismo tiempo, la tendencia de la película de repetirse a sí misma y dedicarle tiempo a escenas innecesarias que buscan profundizar en el desarrollo de los personajes, le impiden a la producción convertirse en un clásico del género ya que esto afecta su dinámica, ralentizando un relato de naturaleza frenética. Curiosamente, el mismo Redford en una ocasión se encargó de indicar lo que según su opinión, era uno de los grandes problemas del film, y que tenía que ver con la nacionalidad y la filmografía de Yates: “Su especialidad era la acción”, declararía el actor, “y esto era una comedia. El problema es que él no entendía nuestro humor”. Más allá de estos detalles y de la cuestionable afirmación de Redford, la reputación de “The Hot Rock” ha mejorado con el paso de los años, y hoy en día es reconocida como una película inteligente y divertida, que aporta con un toque de originalidad y locura a un género tan frecuentemente explotado.


por Fantomas.

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