jueves, 6 de agosto de 2015

Flatliners: Hoy es un buen día para morir.

“Flatliners” (1990), es un thriller de horror del director Joel Schumacher, el cual está protagonizado por Kiefer Sutherland, Kevin Bacon y Julia Roberts.

Nelson (Kiefer Sutherland) es un ambicioso estudiante de medicina que convence a algunos de sus compañeros para que participen en un peligroso experimento, cuyo objetivo es descubrir si existe algo después de la muerte. Aunque todo en un principio sale acorde a lo planeado, las consecuencias de sus actos no tardarán en amenazar con terminar con su sanidad mental y con sus propias vidas.

 

El político, científico e inventor estadounidense Benjamín Franklin, en una ocasión mencionó: “Solo hay dos cosas seguras en esta vida: la muerte y los impuestos”. Mientras que de lo último nos quejamos continuamente, como todo cineasta ligado al género del horror sabe, lo primero es una de las fuentes principales de nuestros miedos. De hecho, el miedo a la muerte ha sido explorado en prácticamente todas las películas de terror de las que se tenga memoria. Aun cuando hoy en día principalmente por motivos comerciales, la mayoría de las cintas de terror intentan analizar el tópico de la muerte a través de una serie de clichés predecibles, de vez en cuando aparecen guionistas y cineastas con ideas ambiciosas o simplemente alocadas, capaces de convertir temas clichés en algo innovador o sencillamente fascinante. Eso fue precisamente lo que pasó con el entonces desconocido guionista Peter Filardi, quien se inspiró en el caso de un amigo cercano que tras tener una reacción alérgica a la anestesia durante una cirugía, vivió una experiencia cercana a la muerte, a la hora de escribir el guion de “Flatliners”. Cuando eventualmente el guion llamó la atención de los ejecutivos de la Columbia Pictures, estos convocaron al director Joel Schumacher, quien atraído por los tópicos incluidos en el escrito de Filardi, decidió abandonar otros proyectos para sumarse a la producción. La participación de Schumacher en el film sería de suma importancia, ya que no solo se encargó de darle algunos retoques al guion de Filardi, sino que además se preocupó de instruirse en temas ligados a la medicina y a experiencias cercanas a la muerte, para así otorgarle un mayor realismo a la producción.

“Flatliners” se ambienta en una escuela de medicina norteamericana de Chicago donde cinco inteligentes y ambiciosos estudiantes; Nelson, Rachel Mannus (Julia Roberts), David Labraccio (Kevin Bacon), Joe Hurley (William Baldwin), y Randy Steckle (Oliver Platt), están a punto de embarcarse en un riesgoso viaje que promete llevarlos a donde ningún hombre ha estado antes y ha vivido para contarlo. Será Nelson el encargado de convencer a sus compañeros de parar su corazón temporalmente mediante el uso de un desfibrilador y anestésicos, para luego resucitarlo a través técnicas médicas, todo esto con el fin de responder la mayor pregunta de todas: ¿Qué yace más allá de este mundo y de este estado consciente el cual ha sido denominado como “vida”? Después de un exitoso viaje al más allá, los colegas de Nelson se entusiasman con la experiencia y se ofrecen voluntariamente a morir en nombre de la ciencia médica, y en el caso de algunos de ellos, en nombre de su propia curiosidad. A medida que se someten por periodos más largos de tiempo a este estado de muerte temporal, arriesgando su bienestar con cada segundo que pasa y jugando a ser Dios con las vidas de sus amigos, estos jóvenes se verán enfrentados a sus propios demonios, los cuales no solo les harán cuestionar su sanidad mental, sino que además los llevarán a aprender más sobre la vida que sobre el tópico que tanto les atrae.

 

Si se considera a “Flatliners” como un film de terror, lo cual no sería algo tan alejado de la realidad considerando su temática, la época en la que suceden los hechos (Halloween), y la serie de postales que Schumacher incluye y que son propias de un relato de horror, la verdad es que su tema central es tanto su fortaleza como su debilidad. Esto se explica con bastante facilidad, ya que si el objetivo de un determinado cineasta es realizar una cinta acerca de la esencia de la vida y la muerte, es necesario que se asegure de tener una buena respuesta con respecto a lo que nos espera del otro lado, o de lo contrario se arriesga a que el espectador sienta que sus expectativas no han sido cumplidas. Desafortunadamente, esto último es precisamente lo que sucede con “Flatliners”, ya que a medida que se van revelando las consecuencias de los paseos por la muerte de los protagonistas, resulta difícil no sentir que la respuesta elaborada por Schumacher y Filardi es poco satisfactoria. Y es que en gran medida, la película sucumbe demasiado fácil al cliché temático expuesto ampliamente en las viejas historietas publicadas por la editorial EC: cada uno de los actos moralmente cuestionables que hayas cometido en tu vida, eventualmente regresarán a atormentarte a no ser de que repares el error de alguna manera antes de que sea demasiado tarde.

Más allá de los temas que son gradualmente explorados durante el transcurso de la historia, “Flatliners” se alza como un testimonio del particular estilo visual de Joel Schumacher, y de su tendencia a filmar relatos extraños. De hecho, el film incorpora prácticamente cada uno de los elementos característicos del sello de Schumacher; está dominado por oscuras sombras, contiene una gran cantidad de arquitectura y esculturas góticas, incorpora explosiones de imágenes en neón que se contrastan con la oscuridad general de los escenarios, incluye una innecesaria y colorida escena en la que aparece un montón de gente disfrazada celebrando Halloweeen, y por último el director hace uso de una serie de tomas aéreas para dejar patente que el peligro que acecha a los protagonistas es prácticamente omnipresente. El logrado apartado visual está acompañado de la música rock con sintetizadores tan típica de fines de los ochenta y principios de los noventa, la que en esta ocasión estuvo a cargo del compositor James Newton Howard, y la cual además trae a la memoria lo hecho por Schumacher en “The Lost Boys” (1987), uno de sus trabajos más recordados. De hecho, tanto “Flatliners” como “The Lost Boys” se alzan como dos buenos ejemplos de la capacidad del director de complementar de forma exitosa la estética con la narrativa, todo esto en beneficio de la historia, talento que lamentablemente con el paso de los años Schumacher fue incapaz de conservar.

 

El elenco, conformado por quienes en ese momento eran vistos como talentosos actores jóvenes, presenta la mezcla perfecta entre intensidad, temor, petulancia, y honestidad. Quienes obviamente se destacan son el trío conformado por Kiefer Sutherland, Julia Roberts, y Kevin Bacon, cuyos personajes no solo son los protagonistas centrales de la historia, que dicho sea de paso también conforman el tormentoso triángulo amoroso del film, sino que además los actores son capaces de comprender, aceptar, y acentuar sus conflictos durante la exploración de temas como la redención, la salvación, y el perdón influenciados por los diversos errores que Nelson, Rachel, David, y el resto cometieron en algún punto de sus vidas. En gran medida, “Flatliners” utiliza la muerte como un medio que le permite a los protagonistas, y por extensión también a la audiencia, ver la vida y el mundo que los rodea desde otra perspectiva. Es el personaje de Sutherland quien representa en mayor medida uno de los temas principales de la cinta, aquello que él mismo llama “salvación”, que no es otra cosa que la tarea de revertir los errores del pasado que eventualmente regresan a atormentar el alma del hombre, corrigiendo de esta forma las influencias nefastas que le dieron forma a su vida, aun cuando en el caso particular de Nelson, este fue incapaz de percatarse del dolor generado por el lento pero constante proceso de la culpa que yace en su interior.

“Flatliners” fue estrenada en una época en que Hollywood estaba fascinada con la muerte y el más allá, temas que también fueron tratados en cintas como “Ghost” (1990) y “Jacob´s Ladder” (1990). Podría decirse que “Flatliners” reside en algún lugar entre ambas producciones, ya que comparte algunas de las aspiraciones románticas y las nociones de perdón expuestas en “Ghost”, y también incluye algunos aspectos propios del thriller presentes en “Jacob´s Ladder”. Es indudable que Schumacher supo explotar las fortalezas de la historia, lo que afortunadamente deja en segundo plano el hecho de que por momentos la cinta cae en un patrón algo decepcionante, en el cual se supone que el espectador debe aguantar la respiración cuando los protagonistas se someten a una nueva experiencia que pone en riesgo sus vidas. Una resucitación provoca suspenso. Dos aún son capaces de generar una atmósfera efectiva. Más de dos terminan por completo con la novedad y con las esperanzas del director de generar algún grado de tensión. “Flatliners” es un thriller original, inteligente y bien dirigido por Joel Schumacher, el cual gozó de bastante éxito al momento de su estreno, y que hoy en día si bien no es considerado un clásico, básicamente porque el guion obliga al espectador a pasar por la misma crisis una y otra vez, de todas formas es recordado como uno de los mejores trabajos de un director con una carrera bastante irregular.

por Fantomas.

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