“Funeral in Berlin” (1966), es un thriller del director Guy Hamilton, el cual está protagonizado por Michael Caine, Paul Hubschmid y Eva Renzi.Harry Palmer (Michael Caine) es un espía cuya última misión consiste en viajar al Berlín comunista para ayudar en la fuga de un militar desertor. Pero cuando el asunto se enreda, Palmer se ve atrapado en el centro de una conspiración que puede costarle la vida.
En esta ocasión, a Harry Palmer se le encarga la en apariencia sencilla misión de sacar al Coronel Stok (Oskar Homolka), un desertor soviético, de Berlín Oriental. Para esto, el protagonista se asociará con Johnny Vulkan (Paul Hubschmid), un agente británico residente en Berlín, quien es el único que puede contactarlo con un hombre llamado Kreutzman (Günter Meisner), el cual ha estado ayudando a varios presos políticos a cruzar el muro con la ayuda de vistosos e ingeniosos planes. Es precisamente uno de sus planes el que le da el nombre al film, aunque la verdad es que el título tiene numerosas capas y alusiones; será bajo la fachada de un funeral falso, que Palmer y compañía intentarán ayudar a Stok a pasar al otro lado del muro, sin imaginarse las numerosas dificultades que se interpondrán en su camino. Y es que como suele ocurrir en las historias de este tipo, la trama se complica por la aparición de espías de otras agencias, identidades falsas, e incluso por una disputa que involucra oro nazi. Inmerso en una ciudad donde no se puede confiar en nadie, Palmer tendrá que sacar a relucir su preciado ingenio para evitar perder la vida en un conflicto que tiene bastante más aristas de las que aparenta.
Lo que resulta sumamente curioso, es que todo el plan de escape del Coronel soviético no es más que la excusa para adentrarnos en lo que eventualmente se convertirá en la historia principal. Con el objetivo de no entregar demasiados detalles que puedan arruinar el visionado de la cinta, solo puedo mencionar que este giro dramático incluye el nombre de un militante nazi que supuestamente falleció hace varios años, y que al parecer tiene una gran suma de dinero guardada en un banco en Suiza. Más allá de la codicia, existe otro motivo que parece empujar a algunos de los personajes involucrados en este intrincado complot, y este es su supuesta homosexualidad. El tema, que en aquel entonces aún era un tabú en el cine, razón por la cual jamás se toca de forma abierta durante el metraje, parece ser el detonante de la serie de decisiones apresuradas que toma uno de los integrantes del MI5, cuya identidad solo será revelada en el último tramo del film. Una vez que se destapa esta cadena de intrigas y traiciones, Palmer tendrá que poner a prueba su intelecto para salir vivo de la engorrosa situación y descubrir quién es realmente la persona que está detrás de todo esto.
Como ya había mencionado antes, las locaciones juegan un papel importante en el film, convirtiéndose por momentos en un personaje más del mismo. Ese Berlín que aún exhibe algunas de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, y que está dividido por un muro que a ratos parece adquirir un carácter omnipresente, es un elemento clave dentro de una historia dotada de altas dosis de tensión y realismo. De forma complementaria, Guy Hamilton le imprime a la película un ritmo narrativo que logra atrapar al espectador, y construye un relato interesante que enriquece con conocimientos adquiridos en su época como miembro de la inteligencia militar durante la Segunda Guerra Mundial. En relación a esto, Michael Caine declararía en una entrevista: “Guy en ocasiones salía con una idea que sonaba bastante fantástica, la cual justificaba diciendo que ´era lo que normalmente se haría´”. En definitiva, son varios los elementos que han colaborado a que “Funeral in Berlin” no solo haya envejecido de buena manera, sino que además sea una de las mejores películas de espías de los sesenta, como por ejemplo el aspecto de documento histórico que tiene la producción, la maravillosa interpretación de Caine, y las múltiples vueltas de tuerca que presenta el relato, solo por nombrar algunos. Es precisamente por sus virtudes que esta cinta suele ser recordada como la mejor de la saga de Harry Palmer, quien volvería a la pantalla grande en tres ocasiones más, aunque de forma bastante más deslucida.
por Fantomas.
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