martes, 20 de octubre de 2009

The Omen: El Anticristo camina entre nosotros.

“The Omen” (1976), es un film de terror del director Richard Donner, el cual está protagonizado por Gregory Peck, Lee Remick, David Warner y Harvey Stephens.

Luego de que Kathryn Thorn (Lee Remick) da a luz a un niño muerto, su marido, el diplomático Robert Thorn (Gregory Peck), sin que ella se dé cuenta de nada, acepta la propuesta que le hace un sacerdote del hospital: hacerse cargo de otro recién nacido cuya madre acaba de fallecer y educarle como si fuera suyo. Poco a poco y sin previo aviso, comienzan a suceder cosas extrañas e inexplicables en torno al pequeño Damien (Harvey Stephens), lo que lleva a Robert a investigar ciertas teorías que señalan que su hijo bien podría ser el mismísimo Anticristo anunciado en las Profecías del Apocalipsis.


Tras el sorpresivo éxito de “The Exorcist” (1973), del director William Friedkin, la industria cinematográfica mundial se lanzó a la tarea de intentar repetir la fórmula utilizada por el realizador norteamericano, por lo que fueron muchas las producciones que durante la década del setenta se centraron en la figura del Diablo y sus seguidores. Una de esas producciones sería “The Omen”, cuya idea se le atribuye al productor Robert Munger, quien curiosamente terminaría oficiando de asesor religioso del film. En una comida con el productor Harvey Bernhard, Munger planteó la siguiente interrogante: ¿Qué ocurriría si el Anticristo naciera en la actualidad y fuese un pequeño niño? Entusiasmado por el tremendo potencial de la idea, Bernhard de inmediato se lanzó a la tarea de escribir un borrador de diez páginas, el cual posteriormente le entregó al guionista David Seltzer para que lo desarrollara en detalle. Tras estar tres meses documentándose sobre el tema, Seltzer redactó en cuatro semanas el guión definitivo de “The Omen”. Lamentablemente, dicho guión sería rechazado por todos los estudios importantes, hasta que cayó en las manos del director Richard Donner, quien rápidamente involucró en el proyecto a Alan Ladd Jr., quien en ese entonces se desempeñaba como el director del departamento creativo de los estudios 20th Century Fox. Gracias a la hábil gestión de Donner, el proceso de preproducción de la cinta comenzó una semana después de su reunión con Ladd.

Al igual que otros films de corte similar, “The Omen” se ha ganado la reputación de “cinta maldita” debido a una serie de incidentes que afectaron a varios de los profesionales involucrados en la producción. Por ejemplo, cuando Gregory Peck viajaba a Londres para rodar el film, su avión fue golpeado por un rayo. Al poco tiempo después, como si se tratara de una macabra coincidencia, el avión en el que viajaba David Seltzer también fue golpeado por un rayo. Por otra parte, algunos de los perros Rottweiler utilizados en ciertos pasajes de la cinta, inexplicablemente terminaron atacando a sus entrenadores; el hotel en el que se hospedaba Richard Donner fue objeto de un atentado terrorista; y un día después de terminadas las filmaciones en el zoológico de Londres, uno de los guardias del lugar fue asesinado brutalmente por un león. Sin embargo, probablemente la coincidencia más escalofriante tiene relación el personaje interpretado por David Warner, el cual muere decapitado por un trozo de vidrio en el film, y con el encargado de efectos especiales John Richardson. Algunos años después del estreno de la cinta, Richardson sufrió un serio accidente en el set del film “A Bridge Too Far” (1977), durante el cual su novia falleció decapitada. Independientemente de que estos curiosos accidentes tengan o no relación con la temática que trata el film, con el paso de los años han servido para alimentar al mito que rodea a “The Omen”, otorgándole una mayor credibilidad a una historia que juguetea con la idea de que el mal reside entre nosotros, escondido en la figura de un niño en apariencia inofensivo.

“El niño está muerto. Él respiró por un momento. Luego no respiró más. El niño está muerto. El niño está muerto”. Esas son las palabras que dan inicio a “The Omen”, cuyo protagonista es el diplomático Robert Thorn, quien tras enterarse de la muerte de su hijo recién nacido, a escondidas de su esposa Katherine y en un momento de crisis moral, adopta a un niño de procedencia desconocida para que su mujer jamás se entere de lo sucedido. Varios años después, Thorn es nombrado embajador y es enviado a Gran Bretaña, mientras que su hijo Damien ha crecido hasta convertirse en un niño saludable y feliz. Cuando la niñera de la familia Thorn inexplicablemente se suicida durante la fiesta de cumpleaños del niño, Robert contrata a una misteriosa niñera llamada Baylock (Billie Whitelaw), la cual comienza a influir negativamente en el comportamiento de Damien. Cuando empiezan a ocurrir extraños sucesos en torno al pequeño, Robert en compañía de un fotógrafo llamado Jennings (David Warner), quien ha sacado una serie de fotografías que al parecer presentan un carácter premonitorio, se lanzan a la tarea de descubrir la verdadera identidad de Damien, lo que los llevará a enfrentarse a una encrucijada en la que deberán aceptar su destino, o hacer todo lo posible para impedir que el niño eventualmente de inicio a su reinado de terror en la Tierra.

El film de manera gradual introduce a personas inocentes, siniestros conspiradores, aterradores demonios y víctimas desafortunadas, para luego desarrollar sus personalidades y explorar a fondo sus motivaciones. Al mismo tiempo, en un principio Donner le entrega diversas pistas al espectador sobre lo que le está sucediendo a la familia Thorn, para luego sumergirlo de plano en los terrenos del terror gráfico y psicológico, hasta llegar al sorpresivo y pesimista clímax. En gran medida, el encanto de “The Omen” reside en el hecho de que pone en marcha un sádico juego con la audiencia. Una de las reglas implícitas que existe en el cine es que jamás se debe asesinar a un niño, sin importar las circunstancias en las que este se vea involucrado. Sin embargo, Donner construye una historia que obliga tanto a Robert Thorn como al espectador, a pensar que la única forma de acabar con el mal que amenaza al mundo, es asesinando al en apariencia inocente Damien. El complejo dilema moral que supone acabar con la vida de un niño de cinco años se convierte en uno de los temas centrales del film, y en la razón por la cual Robert se tarda tanto en tomar una determinación con respecto al mal que acecha a su familia. A raíz de esto se puede asegurar que en el escenario que plantea Donner no existen las verdades absolutas, sino que más bien todo está regido por una moralidad situacional que indirectamente conspira con la ascensión al poder de Damien.

Por otro lado, resulta evidente que Donner decide relatar la historia con un cierto aire de inevitabilidad. El director utiliza al personaje interpretado por David Warner para plantear que todos los involucrados en la historia están sujetos a un destino preconcebido, el cual queda explicitado en las peculiares fotografías que toma Jennings. Prácticamente a la mitad del relato, el espectador se percata de que todos los protagonistas están destinados a morir, y que lamentablemente están enfrascados en una batalla que están perdiendo contra un oponente que no pueden vencer. Si bien esto resulta ser desilusionante, el film invita al espectador a ver qué tan lejos pueden llegar los protagonistas en su peculiar cruzada. Acorde con el tono del relato, cada una de las muertes resulta ser tan espectacular como violenta. Mientras que algunos personajes son empalados, otros son quemados, decapitados y ahorcados, entre otras cosas. En cierta forma, todas las muertes son tratadas con solemnidad, y son interpretadas como verdaderas tragedias e incomprensibles actos de fe. La desesperanza de los protagonistas y la atmósfera pesimista que domina al relato, se ve reflejada en la efectiva banda sonora del compositor Jerry Goldsmith, quien mediante el uso cantos en latín parece anunciar la llegada del fin de los tiempos, lo que le terminó valiendo un premio Oscar a la mejor banda sonora original.

En cuanto a las actuaciones, el elenco en general realiza un excelente trabajo. Mientras que Gregory Peck le otorga la seriedad necesaria a su personaje para evitar que el film caiga involuntariamente en la parodia, Billie Whitelaw interpreta de forma espectacular a la siniestra niñera de Damien, la cual también resulta ser una acólita del Diablo. El joven Harvey Stephens por su parte, logra capturar con éxito la esencia de la maldad, la cual se refleja constantemente en su rostro. En cuanto al aspecto técnico de la producción, resulta destacable el espléndido trabajo de fotografía de Gilbert Taylor, y la ya mencionada banda sonora del compositor Jerry Goldsmith. “The Omen” es la viva encarnación del horror cinematográfico, la cual saca partido de la inocencia infantil y de los peligros de la vida cotidiana, para enfrentar al espectador a una verdad difícil de digerir. Lo quizás resulta aún más escalofriante, es el hecho de que durante la última escena del film, el pequeño Damien mira directamente a la cámara y procede a sonreírle al espectador, dejándole en claro que su reinado del terror recién ha comenzado. En definitiva, “The Omen” tiene suficientes virtudes como para justificar su estatus de clásico del cine de terror, el cual dio pie a tres secuelas y a un mediocre remake que no lograron conseguir el mismo efecto que el inolvidable film de Richard Donner.



por Fantomas.

sábado, 17 de octubre de 2009

Kenneth Anger: Sexo, drogas y satanismo.

Kenneth Anger, cuyo verdadero nombre es Kenneth Wilbur Anglemeyer, nació el 3 de febrero de 1927, en Santa Mónica, California. La iniciación de Anger en el cine comenzó a muy temprana edad. Su abuela era vestuarista en Hollywood, lo que le dió la oportunidad de cambiar identidades años antes de entrar al colegio. Durante ese mismo periodo, supuestamente él sería seleccionado para actuar en la cinta “A Midsummer Night´s Dream” (1935), del director Max Reinhardt, lo que aumentaría aún más su interés por plasmar historias propias en la pantalla grande. Además su familia comenzaría a coleccionar objetos relacionados con la industria hollywoodense, lo que terminaría empujándolo a grabar sus propias cintas. Mientras estaba en el colegio, Anger comenzó a interesarse en el trabajo de Aleister Crowley, un novelista, pintor, y poeta, conocido por su interés en lo oculto. La relación entre Crowley y Anger pasaría a ser un elemento importante dentro del trabajo del director: Anger declararía ser un discípulo de Crowley, razón por la cual este terminaría insertando imágenes del ocultista en los momentos claves de muchas de sus cintas. Sin embargo, es pertinente mencionar que el trabajo del director no necesariamente gira en torno a la figura de Crowley, sino que era uno de los tantos elementos que constituyen su obra, como por ejemplo su relación de amor/odio con la industría hollywoodense.

Entre 1937 y 1946, Anger filmaría alrededor de 7 films, de los que en la actualidad no se tiene registro alguno (su primer corto sería “Ferdinand The Bull”, y lo filmaría a los 10 años de edad). “Fireworks” (1947), sería la primera de las cintas del director en ser distribuida, la cual sería realizada por este cuando tenía 17 años, filmándola en solo tres días. Inesperadamente poderoso y perturbardor, el film sería alabado por el actor y director Jean Cocteau, entre otros. Según Anger, su cinta era “una declaración de sus sentimientos acerca de la violencia y una cierta clase de masculinidad. Además es un ensayo acerca del mito que rodeaba a los marinos en norteamérica. En ese entonces, los marinos eran una especie de símbolo sexual en distintos niveles, existiendo una cierta ambivalencia y hostilidad hacia su figura”. “Fireworks” es conocida por una obra bizarra, repleta de violentas imágenes de mutilación, simbolismos, y otros elementos, ambientados en un escenario completamente onírico.


Tras realizar “Escape Episode” (1947) y “Puce Moment” (1949), Anger filmaría en Paris otra de sus obras más recordadas; “Rabbit´s Moon” (1950). La historia se centra en Pierrot (André Soubeyran), quien intenta atraer a Columbine (Nadice Valence) ofreciéndole la luna. Columbine rechaza el regalo, e intenta fugarse con Harlequín (Claude Revenant). Pierrot sería construido pensando en la carta del tonto, perteneciente al tarot de Crowley, la cual representa a un hombre con una inspiración divina en terminos artísticos, pero que se desenvuelve con torpeza en sus actividades cotidianas. Aunque la cinta fue filmada en 1950, durante los setenta se crearon dos versiones con distintas bandas sonoras, donde la de 1972 presenta una banda sonora compuesta por canciones pop de los cincuenta y sesenta, mientras que la de 1979 presenta la canción “It Came in the Night”, de la banda británica A Raincoat.

Su próxima cinta, “Eaux d´artifice” (1953), sería una suerte de continuación de “Fireworks”, donde nuevamente Anger exhibe su inclinación a escoger escenarios oníricos como vehículos para expresar sus ideas. En esta ocasión, vemos como una mujer se mueve a través de un jardín lleno de fuentes de agua, donde las imágenes se mueven sincronizadamente con la banda sonora compuesta por música de Vivaldi. Anger utilizó a una enana con el fin de que las fuentes de agua se vieran más grandes de lo que realmente eran. Al igual que el protagonista de “Fireworks”, la mujer de esta cinta se encuentra en una suerte de viaje iniciático que la llevará a descubrir su verdadera naturaleza (lo que queda simbolizado con su supuesta fusión con el agua). Luego de completar “Eaux d´artifice”, Anger comenzaría a trabajar en proyectos más extensos, donde cambiaría los escenarios oníricos por unos más místicos, el monocromo por el color, y donde contaría con elencos mucho más numerosos.

“Inauguration of the Pleasure Dome” (1954), describe una serie de rituales propios del ocultismo, realizados por diversas figuras mitológicas y ficticias, que van desde Diosa griega Isis, hasta Cesare del “Cabinet of Dr, Caligari” (1920). A medida que la historia progresa, los personajes comienzan a intoxicarse con las pociones mágicas que manejan, razón por la cual algunos años después, el film sería objeto de estudio debido al tema del uso de drogas como el LSD. Según Anger, la idea central de esta cinta se originó luego de que fuera invitado a una fiesta de Halloween cuya única regla era vestir disfraces que pudieran proyectar la “locura” de los cada uno de los asistentes. Muchos de los invitados a la fiesta, terminarían recreando algunos personajes en la cinta, como por ejemplo Anais Nin y Curtis Harrington, quienes interpretarían a Isis y Cesare respectivamente.

El estreno de “Scorpio Rising” (1964), consiguió que la obra de Anger comenzara a ser el centro de interés de un sinnúmero de espectadores, lo que sin duda resultaba curioso teniendo en consideración la clase de cintas filmadas por el director, y su calidad de realizador independiente. El film presenta a los motociclistas como una secta que presenta un estilo de vestimenta particular y sus propios rituales. Es así como Anger muestra lo que para él, son acciones propias de los rituales secretos de los motociclistas; su trabajo en los talleres mecánicos, el consumo de anfetaminas, y la celebración de fiestas con ciertos tintes homosexuales. Sobre esto último, Anger declaró en una ocasión: “Esa es la forma en como yo veo todo. Es mi punto de vista del mundo. Soy un artista. En esta cinta yo simplemente estoy entregando un version de un determinado fenómeno. Por esta razón no veo al film como un discurso acerca de la homosexualidad, sino que como un discurso acerca de la humanidad”. Tan importante como las imágenes y los múltiples simbolismos que hacen referencia a la muerte, el fascismo, y los ídolos de Hollywood, resulta ser la banda sonora compuesta por canciones de rock. Además de marcar una atmósfera específica, las letras de las canciones que componen la banda sonora pueden ser vistas como comentarios irónicos acerca de las imágenes que van apareciendo ante nosotros.

En 1959, Anger publicó en Francia el libro, “Hollywood Babylon”. Pasarían más de 15 años antes de que el libro fuese publicado en los Estados Unidos, el cual terminó desviando la atención hacia la ambivalente actitud que el controvertido director tenía hacia el ambiente hollywoodense. En su interior, el libro contenía detalles de los más sórdidos escándalos de muchos famosos y otros no tan famosos, que poblaron Hollywood entre 1900 y 1960. Además el libro contenía una serie de imágenes bastante gráficas, como la del accidente automovilístico que terminó con la vida de la actriz Jayne Mansfield. Para Anger, Hollywood no era más que la capital del paganismo, un lugar donde era común la adoración de falsos ídolos, desde el momento en el que aparecían en la pantalla grande. El libro es responsable de gran parte de los mitos urbanos que rodean a algunas de las figuras del cine mudo, como por ejemplo aquel que señala que la actriz Clara Bow se acostó con todo el equipo de fútbol americano USC Trojans, o aquel que señala que los actores Ramón Novarro y Rudolph Valentino mantenian una relación homosexual.

La próxima cinta de Anger sería, “Kustom Kar Kommandos” (1965), es una suerte de respuesta a “Scorpio Rising”. Mientras que esta última era una mirada al violento mundo de las bandas de motociclistas de Brooklyn, “Kustom Kar Kommandos” es un homenaje a los autos clásicos y a los hombres que los retocaban. Probablemente, este film presenta una mayor cantidad de erotismo que el anterior trabajo del director, donde nuevamente se evidencian algunos tintes homosexuales. Aparentemente, Anger se inspiró en los comerciales de la General Motors emitido durante los cincuenta y los sesenta. “Invocation of My Demon Brother” (1969) por otra parte, como muchos de los trabajos de Anger, es un fragmento de un proyecto más grande que el director nunca pudo completar. En este caso, la fuente de las escenas que componen esta cinta, corresponde a la filmación fallida de “Lucifer Rising”, la cual contaba con el músico y futuro miembro de la familia Manson, Bobby Beausoleil, como su protagonista. El film contiene una serie de elementos que lo convierten en algo realmente especial, como por ejemplo el uso de drogas, un albino, un ritual pagano, escenas de la Guerra de Vietnam, parte de un concierto de los Rolling Stones, y una serie de imágenes abstractas. Todo esto sería rodado a distintas velocidadaes, y estaría acompañado por una banda sonora repetitiva que se le acredita a Mick Jagger.


Algunos años después de que el proyecto titulado “Lucifer Rising” se fuera por la borda, Anger lograría completarlo en 1972, gracias a la ayuda de la cantante británica Marianne Faithfull y el director Donald Cammell, entre otros. Las dificultades que Anger tuvo para terminar este proyecto fueron diversas. Cuando el actor encargado de interpretar el papel protagónico falleció, quien lo reemplazaría, Bobby Beausoleil, se robó gran parte de las tomas que el director había filmado en San Francisco en el año 1966. Cuando finalmente pudo terminar la cinta en los setenta, Anger se encontró con más dificultades que incluyeron la confiscación del film por una buena cantidad de años. Además, sus problemas económicos lo obligaron a realizar un versión más corta de lo que el hubiese querido. Entre todas estas desgracias, lo único bueno para el director fue que Beausoleil, quien en ese entonces se encontraba en prisión de por vida, accedió a componer la banda sonora del film. Según el mismo Anger este film es “acerca de Satán, el ángel caído, y su esperanza de redención, de poder volver a subir la escalera hacia el cielo. Es casi una historia similar a la parábola del Hijo Pródigo quien se aleja para luego volver y ser aceptado en la familia”.

Aunque luego de “Lucifer Rising”, Anger filmaría otros tres cortos durante los setenta que hoy permanecen perdidos (“Senators in Bondage”, “Matelots en Menottes”, y “Denunciation of Stan Brakhage”). Pasarían alrededor de veinte años antes de que director lanzara otro corto títulado, “Don't Smoke That Cigarette!” (2000). Durante los último nueve años solo ha filmado un par de cortos entre los que se destacan, “The Man We Want to Hang” (2002), en el cual exhibe una serie de pinturas realizadas por Aleister Crowley; y “Mouse Heaven” (2004), cuya figura central es nada menos que Mickey Mouse. Como había mencionado anteriormente, Anger absorbió de la obra de Crowley la idea de Lucifer como el dador de luz, el uso de drogas y sexo para alcanzar un estado de conciencia superior, y la fascinación por las sociedades secretas, lo que terminó quedando plasmado en varios de sus trabajos. Amigo habitual de repartir maldiciones y reinventar su vida, el cineasta simularía su propia muerte con una necrólogica en 1967. Kenneth Anger, es un director polémico, original y extravagante, militante gay, el cual ha sido una clara influencia para cineastas tan dispares como John Waters, Vincent Gallo o Martin Scorsese, siendo sin duda uno de los directores independientes más interesantes de la vasta industría cinematográfica.






por Fantomas.

viernes, 16 de octubre de 2009

The Exorcist: Solo la fe nos salvará.

“The Exorcist” (1973), es una cinta de terror del director William Friedkin, la cual está protagonizada por Ellen Burstyn, Linda Blair, Jason Miller y Max von Sydow.

Mientras la actriz Chris MacNeil (Ellen Burstyn) se encuentra filmando una cinta en Georgetown, su hija Regan (Linda Blair), de tan solo doce años de edad, comienza a experimentar bruscos cambios de personalidad que no tienen ninguna explicación lógica. Desesperada, su madre recurre donde el sacerdote Damien Karras (Jason Miller), quien se encuentra en medio de una crisis vocacional, para que este acepte realizarle un exorcismo a la niña.


En el año 1971, el escritor William Peter Blatty publicó la novela “The Exorcist”, la cual estaba basada en un extraño incidente que tuvo lugar en Mt. Rainer, Maryland, en el año 1949. Aparentemente, durante sus días como estudiante en la Universidad de Georgetown, Blatty encontró unos periódicos que contenían un par de reportajes acerca de un supuesto exorcismo que se le había practicado a una adolescente. Gran parte de los hechos relacionados con ese caso, y con otro incidente de posesión demoniaca acontecido en Earling, Iowa, en el año 1928, formarían parte de la base temática que utilizaría Blatty al momento de escribir su exitosa novela, cuyos derechos no tardarían en ser comprados por los estudios Warner Bros. Una vez que Blatty se comprometió a escribir la adaptación de su propia novela, los ejecutivos del estudio intentaron obtener los servicios de directores tales como Stanley Kubrick, Peter Bogdanovich, John Boorman y Arthur Penn, antes de contratar a William Friedkin, quien fue sugerido por el mismo Blatty, ya que este había quedado gratamente impresionado con su trabajo en el film “The French Connection” (1971). Lamentablemente para Friedkin, el proceso de rodaje de la cinta no estaría exento de problemas ni de extrañas coincidencias, las cuales eventualmente le otorgarían a la producción el estatus de film maldito.

Mientras que Jack MacGowran, quien interpreta al jefe directo de la protagonista, murió una semana antes de completar sus escenas para la película, el hermano de Max von Sydow falleció la misma semana que el actor arribó a Nueva York para rodar sus primeras escenas. El hijo del actor Jason Miller por otro lado, durante el rodaje del film fue atropellado por una motocicleta, quedando gravemente herido. A todas estas tragedias se sumó el incendio que consumió gran parte de los sets que formaban la residencia de las protagonistas, y las lesiones que sufrieron las actrices Linda Blair y Ellen Burstyn mientras participaban en la producción. Todos estos problemas parecían indicar que una suerte de maldición había caído sobre el film, razón por la cual Friedkin terminó llamando a un sacerdote para bendecir el set y así evitar futuros inconvenientes. Más allá de estas funestas coincidencias, el director tendría una serie de problemas con parte del elenco y con algunos miembros del equipo de filmación. Por ejemplo, tras una serie de discordancias creativas con el compositor Lalo Schifrin, Friedkin terminó contratando al músico Steve Boeddeker, quien utilizaría algunos elementos del álbum de Mike Oldfield, “Tubular Bells”, para confeccionar la banda sonora de la cinta. Por otro lado, el director tendría una fuerte discusión con William Peter Blatty, quien eventualmente sería marginado del proceso de post-producción del film. Supuestamente, el escritor se había inspirado en Shirley MacLaine, quien era su vecina en aquel entonces, al momento de crear a Chris MacNeil. Cuando algunos críticos comenzaron a sugerir que la relación entre las protagonistas estaba basada en la relación de MacLaine y su hija Sachi, de inmediato la reconocida actriz acusó a Blatty de explotar su amistad.

Inicialmente, “The Exorcist” se centra en la figura del Padre Lankester Merrin (Max von Sydow), quien es un sacerdote y arqueólogo que se encuentra en Iraq examinando una serie de grabados y estatuas, cuando se encuentra con un enorme tótem de cara burlona que rápidamente llama su atención. De manera simultánea en Georgetown, una actriz llamada Chris MacNeil se ve enfrentada al extraño e inexplicable comportamiento de su hija Regan. Preocupada por las convulsiones, arrebatos y actitudes inhumanas que está exhibiendo la niña, Chris la lleva a diferentes médicos y psicólogos los cuales se muestran absolutamente desconcertados con el caso, no pudiendo entregarle a la madre un diagnóstico clínico. Cuando un amigo personal de la actriz es encontrado muerto fuera de su casa, Chris decide buscar ayuda en una Iglesia cercana. El sacerdote a cargo de dicha Iglesia, el Padre Damien Karras, acepta visitar el hogar de la familia MacNeil para observar a Regan, pese a no creer demasiado en la historia de Chris. Sin embargo, es entonces cuando descubre que la niña está siendo torturada por fuerzas misteriosas, las cuales claman ser el mismísimo Satanás, lo que sume a Karras en un complejo conflicto personal. Cuando eventualmente el Padre Merrin es designado para realizarle un exorcismo a la niña, Karras hace un esfuerzo por reconciliarse con su fragmentada fe y así poder hacerle frente a la amenaza que se cierne sobre ellos.

Según una serie de estudiosos, la razón por la cual “The Exorcist” se ha convertido en uno de los grandes clásicos del cine de terror, es debido a que Friedkin optó por utilizar un acercamiento metódico a la hora de explorar el manoseado tema del bien versus el mal. En gran medida, el guión de Blatty se centra en los aspectos mundanos de la vida diaria, al mismo tiempo que expone a una serie de personajes claramente imperfectos, a circunstancias absolutamente aterradoras que pondrán a prueba su carácter y su fe. Es a raíz de esto que “The Exorcist” no solo es la historia de una madre angustiada y su hija poseída, sino que además es el relato de un hombre que está pasando por una compleja crisis de fe, de la voluntad de un sabio de introducirse nuevamente en la guarida del león, y de la inexplicable victimización de una persona inocente. Friedkin por su parte, se toma el tiempo de examinar el amor incondicional y la desesperación de Chris, la lucha personal de Karras con sus propios demonios, y el cansancio de Merrin tras una larga y difícil carrera. Para el espectador, cada emoción resulta familiar y cada reacción parece genuina. Y es que durante todo el transcurso del film, Friedkin enfrenta a las protagonistas y a quienes las rodean contra una entidad tan malvada, tan inmoral, y tan increíblemente obscena que parece indestructible.

Algo que sin duda resulta importante, es que Friedkin evita caer en la explotación innecesaria de la visceralidad. Si bien las contorciones y las explosiones de vómito que sufre Regan de inmediato quedan grabadas en la mente del espectador, es innegable que gran parte del horror existente en el film está dado por las reacciones de Chris y el Padre Karras ante el tormento de la niña. De hecho, la cámara se detiene más en sus rostros que en el tormento físico de Regan, lo que de inmediato conecta a los personajes con el mundo real, otorgándole una mayor profundidad al relato. En cuanto a las actuaciones, la totalidad del elenco realiza un trabajo espectacular dejando al descubierto el alma de sus respectivos personajes, lo que permite que el espectador no solo empatice con su peculiar situación, sino que además logre apreciar la fragilidad propia del ser humano. En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con el maravilloso y efectivo trabajo de maquillaje de Dick Smith, los impresionantes efectos especiales de Marcel Vercoutere, la atmosférica banda sonora del ya mencionado Steve Boeddeker, y el espléndido trabajo de fotografía de Owen Roizman. Es a raíz de todo esto que no resulta extraño que “The Exorcist” haya recibido diez nominaciones al Oscar, ganando el galardón en dos categorías: mejor guión adaptado y mejores efectos de sonido.

El truco más grande del Diablo fue convencer a la humanidad de que no existía, mientras que el truco más grande de “The Exorcist” fue haber convencido a la audiencia de lo contrario. A través de una serie de imágenes potencialmente controversiales y un puñado de imágenes subliminales, Friedkin logra retratar al mal como algo dolorosamente tangible y real, al mismo tiempo que transforma lo cotidiano en algo aterrorizador e incierto. En esencia, “The Exorcist” es un particular estudio sociológico, un emotivo drama, un intenso thriller sobrenatural y un espeluznante film de terror. La peculiar mezcla de elementos narrativos, interpretativos y técnicos, es en gran medida responsable de que a cuarenta años de su estreno, el film de Friedkin siga siendo considerado como el modelo a seguir en lo que se refiere a las cintas de posesiones demoniacas. De hecho, aunque durante el transcurso de los años muchos directores han intentado acercarse a lo hecho por Friedkin y Blatty, muy pocos lo han conseguido, por lo que no resulta extraño que “The Exorcist” siga siendo considerada como una de las grandes obras maestras del cine de terror de los últimos sesenta años.



por Fantomas.

sábado, 10 de octubre de 2009

Leni Riefenstahl: La carrera de una directora marcada por el nazismo.

Helene Bertha Amalie “Leni” Riefenstahl, nació el 22 de agosto de 1902, en Berlín. Criada al interior de una familia acomodada, Leni sería impulsada por su padre a continuar con el negocio familiar (una compañia de calefacción). Sin embargo, su madre pensaba que el futuro de la joven estaba en el mundo artístico. En 1918, cuando tenía 16 años, Leni comenzó a tomar clases de ballet en la Grimm-Reiter Dance School de Berlín, donde terminaría convirtiéndose en la alumna estrella del lugar. De esta forma comenzó su carrera como bailarina, la que la llevó a presentarse en distintos lugares de Europa, y a trabajar con el director Max Reinhardt en un show fundado por el productor judío Harry Sokol. Luego de sufrir una lesión en su rodilla durante una presentación en Praga, ella vió una cinta de montaña (género centrado fundamentalmente en el montañismo, sobre todo en la batalla del hombre contra la naturaleza) titulada, “der Berg des Schiksals” (1924), quedando fascinada con las posibilidades que tenía esa clase de film. Por este motivo, Leni intentaría contactar al director de la cinta, Arnold Fanck, para asegurarse un papel en su próximo proyecto. Sin embargo, Riefenstahl terminaría contactando al director a través de Luis Trenker, un actor que había participado en el film de Fanck.

Riefenstahl protagonizaría varios films de Fanck, como por ejemplo, “The Holy Mountain” (1926) y “The Big Jump” (1927), en los cuales por lo general interpretaría a mujeres atléticas y aventureras con un atractivo especial. Gracias a su participación en estas cintas, Leni se volvería una experta montañista, y además aprendería algunas técnicas de filmación. Entre 1925 y 1933, ella actuaría en alrededor de diez cintas, siendo “S.O.S. Eisberg” (1933), el último film en el que participaría antes de convertirse en directora. Durante ese periodo, Leni ganaría bastantes seguidores, entre los que se encontraba nada menos que Adolf Hitler. Cuando en 1932 se le presentó la oportunidad de dirigir “The Blue Light” (1932), ella no dudaría en tomarla. Distanciándose del estilo realista presente en las cintas de Fanck, Riefenstahl filmó su primera cinta como si se tratara de un relato místico. Ella dirigiria, protagonizaría y co-escribiría dicho film, el cual sería producido por su propia compañia, Leni Riefenstahl Productions. Aunque “The Blue Light” ganó algunos galardones, no fue bien recibida por algunos críticos, en su mayoría judíos. Según dicen, por esta razón Riefenstahl mandó a retirar de los créditos los nombres del guionista Béla Balázs y el productor Harry Sokal, los cuales eran judios. Aunque a la directora le ofrecieron un trabajo en Hollywood, prefirió quedarse en Alemania, donde terminaría haciendo historia.


Cuando en 1932 Riefenstahl escuchó un discurso del entonces candidato presidencial Adolf Hitler, quedó impresionada por su talento como orador. De hecho, ella escribiría en sus memorias: “Yo tuve una visión casi apocalíptica que nunca pude olvidar. Me dió la impresión de que la tierra se estaba abriendo en frente de mi, como un hemisferio que de pronto se parte por la mitad expulsando un enorme chorro de agua, tan poderoso que toca y cielo y remece la tierra”. Tras este episodio, Leni le escribiría a Hitler solicitando reunirse con él. Tras reunirse con él, Riefenstahl recibió una oferta para dirigir “Victory of Faith” (1933), un documental acerca de la reunión del partido Nazi en Nuremberg en 1933. Tras filmar dicha cinta, impresionado por el trabajo de la directora, Hitler le pidió que filmara la reunión de 1934 del partido Nazi. Sin embargo, Riefenstahl pretendía filmar la ópera favorita de Hitler, “Tiefland” de Eugen d´Albert. Lamentablemente, la producción del film tendría algunos problemas, por lo que el proyecto tendría que ser suspendido.

Al saber esto, Hitler convenció a Leni para que filmara una nueva cinta para el partido, con la condición de que sería la última vez que le pediría realizar un film de este tipo. “Triumph of the Will” (1935), es reconocida como una verdadera obra maestra del cine documental. Dicha cinta sería todo un éxito Alemania, pero en paises como Estados Unidos sería censurada por su contenido (el Museo de Arte Moderno fue uno de los pocos lugares que consiguió una copia, a la cual tuvo acceso solo un selecto grupo de personas). De todas maneras, el film ganó numerosos premios internacionales, lo que situó a Riefenstahl como la primera mujer en ganar reconocimiento internacional como directora de cine. Pese a haber jurado que no volvería a dirigir más cintas acerca del partido Nazi, en 1935 ella realizaría un film de 18 minutos titulado, “Day of Freedom: Armed Forces”, el cual se centraría en el ejército alemán. Al igual que las dos cintas anteriores de la directora, esta se filmó durante la reunión anual del partido Nazi en Nuremberg. La reunión de 1935 alcanzó cierta notoriedad debido al pronunciamiento acerca del estatus de los judios en Alemania. Durante muchos años, Riefenstahl negó haber participado en esta cinta, lo que cambió en 1971 cuando fue encontrada una copia del film.

En 1936, Hitler invitó a Riefenstahl a filmar los Juegos Olímpicos de Berlín. La directora además viajaría a Grecia para obtener algunas tomas de Olimpia, el lugar donde se generaron las olimpiadas. El resultado de ambas experiencias se convertiría en “Olympia” (1938), un exitoso film el cual sigue siendo recordado por sus logros técnicos y estéticos. Riefenstahl sería una de las primeras realizadoras en situar cámaras en rieles, con el fin de seguir los movimientos de los atletas, además de incluir algunas tomas en cámara lenta. El trabajo de la directora en “Olympia” es usualmente citado como una de las más grandes influencias de la fotografía deportiva moderna. Aunque Joseph Goebbels le dijo a Riefenstahl que ignorara a todos los atletas no-arios de los Juegos, la directora de todas formas filmó a todos los competidores, incluyendo al atleta afroamericano Jesse Owens, quien protagoniza una de las escenas más recordadas de la cinta.

“Olympia” fue estrenada para el cumpleaños número 49 de Hitler en 1938, y embarcó a Riefenstahl en un tour internacional para promocionar su película. Sin embargo, un año antes de que esto sucediera, la directora había declarado en un periódico que para ella, Hitler era un hombre casi perfecto. Estas declaraciones terminarían empañando toda su gira por norteamérica, donde terminaría confirmando sus declaraciones. Esta no sería la única controversia en la que estaría involucrada la directora. Durante la invasión alemana a Polonia, Riefenstahl fue fotografiada en compañia de soldados alemanes vistiendo un uniforme militar y portando un arma en su cinturón. El 12 de septiembre de 1939, ella estaba en el poblado de Konskie cuando 30 civiles fueron ejecutados, debido a que supuestamente atacaron a un grupo de soldados alemanes. De acuerdo con sus memorias, Riefenstahl trató de intervenir pero uno de los soldados se lo impidió a punta de pistola. De todas formas, el 5 de octubre de 1939, Riefenstahl regresaría a la ahora ocupada Polonia para filmar el desfile organizado por Hitler en Varsovia. Luego de esto abandonaría Polonia, con la promesa de no volver a filmar ninguna cinta relacionada con los Nazis durante el resto de su carrera.

Riefenstahl fue amiga de Hitler durante 12 años, y existen algunos reportes que indican que ambos probablemente tuvieron una relación sentimental. Según el vocero de Hitler, Ernst Hanfstaengl, ella intentó iniciar una relación con Hitler, pero este la rechazó. De todas formas, la relación entre ambos se deterioró en 1944, luego de que el hermano de Riefenstahl falleciera en el frente ruso de la guerra. De hecho, tras casarse con Peter Jacon el 21 de marzo de 1944, nunca más volvió a ver a Hitler. Luego de “Olympia” y la trilogía de cintas dedicadas al partido Nazi, Riefenstahl comenzó a trabajar en la película que había intentando filmar sin éxito algunos años antes; “Tiefland” (1954). A fines de 1940, ella comenzaría a filmar dicha cinta, donde gran parte de los extras que aparecen en el metraje, eran prisioneros de los campos de concentración los cuales fueron obligados a trabajar con la directora. Por años Riefenstahl mantendría que todos los extras que habían participado en la cinta, posteriormente habían sido liberados por los alemanes. Sin embargo, existe evidencia de que gran parte de los extras serían enviados a otros campos de concentración una vez terminada la cinta. En octubre de 1944, la producción de “Tiefland” se movió a los Barrandov Studios en Praga, lugar donde sería terminada, aunque no podría ser editada hasta el año 1954.

Cuando el ejército alemán colapsó en la primavera de 1945, Riefenstahl abandonó Berlín. Mientras se encontraba pidiendo aventón junto a un grupo de hombres, ella fue detenida por tropas norteamericanas. Tras esta detención, se vería involucrada en una serie de arrestos y escapes a lo largo del territorio alemán. Cuando por fin logró llegar a la casa de su madre, se encontró con la sopresa que un grupo de soldados norteamericanos estaban rodeando la casa, por lo que no le quedó más remedio que entregarse. Una vez que fue puesta bajo custodia, Riefenstahl negó tener conocimiento de la existencia de campos de concentración. En numerosas oportunidades reconoció la fascinación que sentía por la política Nacional Socialista, pero negó tener conocimiento de cualquier tipo de crimen de guerra. Aunque desde 1945 a 1948, ella fue retenida en diversas prisiones, nunca fue condenada ni por su rol como propagandista, ni por el uso de prisioneros de los campos de concentración en sus cintas. Algunos años más tarde Riefenstahl declaró que lo que más lamentaba era haber conocido a Hitler: “Fue la mayor catástrofe de mi vida. Hasta el día de mi muerte la gente dirá, ´Leni es una Nazi´, y yo seguiré diciendo, ´¿Pero que fue lo que hice?´”.

La mayoría de los negativos de las cintas de Riefenstahl junto con el material de otros proyectos que no alcanzó a terminar, se perdieron al final de la guerra. El gobierno francés confiscó todo su equipo de edición, junto con los rollos de producción de “Tiefland”. Luego de años de conflictos legales, los rollos le fueron devueltos, aunque parte de los negativos se dañaron cuando el gobierno francés intentó revelar la película. Finalmente Riefenstahl pudo editar la cinta, y el 11 de febrero de 1954 por fin pudo estrenar “Tiefland”, la que terminaría siendo su último trabajo como directora. Ella intentaría en numerosas ocasiones (alrededor de 15 veces) realizar nuevas películas durante los cincuenta y sesenta, pero se encontraría con bastante resistencia por parte de la industria cinematográfica, con protestas públicas, y con críticas punzantes. Muchos de sus colegas que se encontraban en Hollywood, habían huído de la Alemanía Nazi por lo que no la miraban con buenos ojos.

Aunque existió gente interesada en apoyar su trabajo, la mayoría de sus proyectos tuvieron que ser suspendidos por algunas campañas que recordaban su colaboración con el Tercer Reich. En 1956, inspirada por la novela de Ernest Hemingway, “Green Hills of Africa”, Riefenstahl viajaría a África donde comenzaría a trabajar en un proyecto basado en la novela, “Black Freight”. Mientras se encontraba buscando locaciones para filmar la cinta, ella casi muere en un accidente automovilístico. Luego de despertar de un coma en un hospital de Nairobi, ella terminaría de escribir el guión del proyecto. Sin embargo, todo quedaría en nada luego de que algunos locales se mostraran algo reacios a la presencia de la directora en el lugar, a lo que se sumó el mal tiempo y la Crisis del Canal de Suez (solo alcanzaría a filmar diez tomas). Otro de los proyectos de la directora que terminaría yéndose al tacho de la basura sería una cinta cuyo título tentantivo era “Friedrich und Voltaire”, la cual iba a ser protagonizada por Jean Cocteau. Lamentablemente, la muerte de Cocteau en 1963 le pondría fin al proyecto.

Pese a su proyecto fallido en África, durante los sesenta Riefenstahl viajaría en numerosas ocasiones a dicho continente para fotografiar a la tribu Nuba residente en Sudán, donde ella vivió por algún tiempo con el fin de conocer más acerca de su cultura. En dicho país no tuvieron problemas para aceptarla, debido a que no conocían nada acerca de su pasado. Durante ese periodo, ella comenzaría una relación sentimental con el camarógrafo Horst Kettner, quien tenía veinte años menos que ella. Luego de un tiempo, a Riefenstahl le fue concedida la ciudadania sudanesa, debido a los servicios que ella había prestado a dicho país. Sus libros con las fotografía de la tribu fueron publicados en 1974 y 1976 como, “The Last of the Nuba” y “The People of Kau”, convirtiéndose de inmediato en bestsellers a nivel internacional. A los 72 años de edad, Riefenstahl comenzó a interesarse en la fotografía submarina. En 1978, ella publicaría un libro con algunas de sus fotografía submarinas llamado, “Coral Gardens”, y en 1990 publicaría otro llamado, “Wonder under Water”. El 22 de agosto del 2002, durante la celabración de su cumpleaños número cien, ella estrenaría la cinta, “Underwater Impressions” (2002), un documental que idealizaba la vida bajo los océanos.

Además de ser la buceadora más vieja del mundo cuando estrenó “Underwater Impressions”, Riefenstahl fue miembro de Greenpeace durante ocho años. El 2003, a los 101 años de edad, ella contraería matrimonio con su pareja de años, Horst Kettner. Al poco tiempo después, Leni Riefenstahl fallecería mientras dormía el 8 de septiembre del 2003, tras una larga batalla contra el cáncer. Independiente, enérgica, maniática del trabajo, ególatra y defensora a ultranza de la supremacía del arte, su obra está asociada a una época de horror, el imperio nazi, y a una figura que fue a la vez protector e ídolo: Adolf Hitler. El destino del Reich marcaría a Riefenstahl de forma decisiva, y ella, a su vez, fue la encargada de plasmar la imagen del régimen en películas de enorme fuerza visual, donde la belleza física enmascaraba manejos mucho más oscuros. Más allá de sus inclinaciones políticas o los errores que pudo haber cometido durante la guerra, Leni Riefenstahl marcó un antes y un después en la historia del cine en cuanto a la labor de las mujeres tras las cámaras; no solo ganó reconocimiento internacional por su obra más allá de su contenido, sino que también supo utilizar nuevas técnicas que siguen siendo utilizadas y admiradas en la actualidad.






por Fantomas.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Prince of Darkness: La ciencia y la religión se unen contra un enemigo en común.

“Prince of Darkness” (1987), es una cinta de terror del director John Carpenter, la cual está protagonizada por Donald Pleasence, Jameson Parker y Victor Wong.

En una iglesia abandonada ubicada en el centro de Los Ángeles, descansa un misterioso tubo de cristal cuyo contenido ha permanecido encerrado durante siglos. Cuando un sacerdote (Donald Pleasence) y un equipo de científicos encabezados por el Profesor Howard Birack (Victor Wong) ingresan al lugar, el líquido contenido en el tubo se despierta y comienza a luchar para salir al mundo exterior, amenazando con provocar el inexorable fin de la humanidad.

Luego del estrepitoso fracaso de “Big Trouble in Little China” (1986), y cansado del excesivo control ejercido por los ejecutivos de los grandes estudios, el director John Carpenter decidió formar una alianza comercial por cuatro largometrajes con la modesta productora Alive Films, ya que esta no solo le ofrecía un presupuesto de tres millones de dólares por film, sino que además le aseguraba la libertad creativa que tanto ansiaba. La primera de estas cintas sería “Prince of Darkness”, la cual no solo marcaría el regreso del director al género del horror, sino que además exhibiría el creciente interés de Carpenter por ciertas teorías físicas y atómicas. Según declararía el mismo realizador: “Pensé que sería interesante crear una suerte de poder maligno que pudiese ser conjugado con la noción de la materia y la anti-materia”. Esta no sería la única influencia que tendría Carpenter a la hora de escribir el guión, el cual firmó bajo el seudónimo de Martin Quatermass. Es necesario mencionar que dicho seudónimo funciona como una suerte de homenaje al guionista británico Nigel Kneale, creador del temerario científico Bernard Quatermass, cuyas aventuras fueron retratadas tanto en el cine como en la televisión.

Entre las numerosas aventuras de Quatermass, probablemente la que más influenció al film de Carpenter fue “Quatermass and the Pit" (1967), la cual centraba en la investigación de un extraño objeto encontrado en una estación de tren subterráneo de Londres, cuyo contenido encierra una serie de cuestionamientos filosóficos y religiosos que amenazan con cambiar la vida de todas las personas para siempre. Algo similar sucede en “Prince of Darkness”, donde un sacerdote perteneciente a una vieja secta católica conocida como la Hermandad del Sueño, se lanza a la tarea de investigar un extraño recipiente sellado que se encuentra escondido en el subterráneo de una vieja iglesia abandonada de la ciudad de Los Ángeles. Esperando descubrir que es en realidad el líquido que se encuentra almacenado en el recipiente, el sacerdote eventualmente acude a un renombrado profesor de física cuántica para resolver el misterio que tiene entre manos. Contrario a lo que se podría pensar, Kneale estaba lejos de sentirse halagado con el cuasi homenaje que estaba realizando Carpenter, principalmente porque no deseaba que la gente tuviera la impresión de que él había participado en la confección del guión. La molestia de Kneale además estaba influenciada por la mala experiencia que había tenido con Carpenter durante la realización de “Halloween 3: Season of the Witch” (1982), cinta que estuvo a cargo del director Tommy Lee Wallace. Y es que fueron tantos los cambios que Wallace le realizó al guión que originalmente había escrito Kneale, que finalmente el británico pidió que sacaran su nombre de los créditos, lo que de inmediato deterioró su relación con Carpenter, quien en esa ocasión oficiaba como productor del film.

Básicamente, “Prince of Darkness” intenta explicar la raíz del mal en términos de física cuántica. En palabras más simples, la trama se centra en un líquido maligno que supuestamente es la materialización del Anticristo, el cual debe solidificarse para permitir la llegada de Satanás al mundo terrenal. Lo que resulta curioso, es que la forma en como Carpenter intenta explicar todo esto no es para nada sencilla. Mientras algunos personajes discuten el significado de los conceptos de materia y anti-materia, otros intentan aplicar dichos conceptos a la teología cristiana, situando a Satán no como la encarnación del mal, sino que como un verdadero Anti-Dios. El film incluso se atreve a ir más lejos, y postula ideas tales como que Jesús en realidad era un alienígena que llegó de visita a la Tierra para desterrar al Diablo a otro plano dimensional. Aunque claramente estos postulados resultan ser lo suficientemente atractivos como para ser explorados más a fondo, finalmente Carpenter decide no profundizar demasiado en la mitología que la historia intenta construir, lo que de inmediato le resta seriedad a todo el asunto. Y es que si se decide utilizar un enfoque científico para explicar ciertas materias, es necesario desarrollar respuestas que gocen de cierta profundidad para no quedarse solo en la formulación de postulados carentes de todo sentido.

Por otro lado, varios estudiosos han asegurado que el film presenta un mensaje bastante más sutil que pocas veces es mencionado. “Prince of Darkness” fue estrenada en medio de la polémica generada por el auge del cada vez más alarmante virus del Sida. Es por este motivo que no resulta extraño que el film presente ciertos paralelismos con lo que hasta entonces se creía saber del temido virus. Para empezar, resulta curioso que el fluido maligno se traspase de persona en persona mediante el intercambio de fluidos corporales, casi siempre durante la realización de actos con una clara connotación sexual. Al mismo tiempo, cabe recordar que en la década del ochenta el Sida era visto principalmente como un virus que atacaba a la comunidad homosexual. Esta idea probablemente influenció a Carpenter, quien se preocupó de que el patrón de transmisión del fluido maligno fuese generalmente entre personas del mismo sexo. Es precisamente por estas curiosas coincidencias que se podría postular que a través de “Prince of Darkness”, Carpenter quiso reflejar la paranoia existente en la sociedad norteamericana con respecto al virus de Sida, la cual en gran medida fue provocada por el gigantesco desconocimiento que se tenía sobre la enfermedad.


Evidentemente, la frágil mitología que intenta construir Carpenter en el film, requiere que el espectador suspenda momentáneamente su incredulidad para que de esta forma la historia resulte ser más efectiva. Lamentablemente, el elenco no ayuda precisamente a facilitar dicha tarea. Mientras que Donald Pleasence y Victor Wong luchan por imprimirle cierto nivel de credibilidad a sus personajes, el resto de los actores parece tan confundido con el guión como los propios espectadores. Lo peor de todo, es que gran parte de los personajes no logran despertar la simpatía del espectador, por lo que en verdad poco importa lo que pase con ellos. Ni siquiera Alice Cooper, quien interpreta al líder de los mendigos que esperan pacientemente la llegada de Satán a las afueras de la Iglesia, resulta medianamente interesante. Donde “Prince of Darkness” definitivamente triunfa, es en aquellas escenas en las que el protagonista es el horror más tangible y visceral. Esto se debe en gran medida al correctísimo trabajo de fotografía de Gary B. Kibbe, a los efectivos efectos especiales de Kevin Quibell y Mark Shostrom, y a la atmosférica banda sonora compuesta por Alan Howart y John Carpenter, la cual logra sin mayores inconvenientes resaltar el poderío de ciertas imágenes claramente impactantes.

Probablemente el mayor problema que presenta “Prince of Darkness”, es su deliberadamente pausado ritmo narrativo. A través de una serie de incidentes aislados, Carpenter va insertando pequeñas dosis de horror en la trama hasta llegar a su dramático final. Es a raíz de esto que la mayor parte del tiempo es utilizada en graficar la constante lucha entre la religión y la ciencia, la cual luego de un rato resulta algo tediosa. Sin embargo, es necesario mencionar que una vez que evoluciona este conflicto clásico, resulta interesante como eventualmente ciencia y religión terminan asociándose para buscar un objetivo común: objetivar la existencia del mal, permitiendo paradojalmente que tanto los creyentes como los no creyentes terminen acercándose a la religión en busca de la tan anhelada salvación. En esencia, “Prince of Darkness” es el intento por parte de Carpenter de replicar el éxito obtenido con sus primeras incursiones dentro del género del horror. Lamentablemente, al intentar fusionar una gran cantidad de elementos y temáticas en una sola historia, el director no logra ninguno de sus objetivos iniciales. Y es que el film no resulta ser ni demasiado profundo ni demasiado aterrador, por lo que solo puede ser recordado como un traspié en la carrera de Carpenter, el cual de todas formas presenta ciertos elementos redentores que impiden que “Prince of Darkness” pase al más completo olvido.


por Fantomas.

Bette Davis: La arpía que conquistó Hollywood.

Ruth Elizabeth “Bette” Davis, nació el 5 de abril de 1908, en Lowell, Massachusetts. Hija de padres separados, tras ver la cinta “The Four Horsemen of the Apocalypse” (1921), protagonizada por Rudolph Valentino, Bette comenzó a pensar en convertirse en una actriz. A mediados de los veinte, Davis audicionó para ingresar a la compañia Manhattan Civic Repertory, dirigida por Eva LeGalliene. Sin embargo, sería rechazada por LeGalliene por considerar que la actitud de Davis era poco sincera y frívola. Más tarde sería aceptada en la John Murray Anderson School of Theatre, donde estudiaría danza con Martha Graham. Durante este periodo, ella también audicionaría para la compañia de teatro de George Cukor, y aunque él director no quedó muy impresionado, le cedió un pequeño papel como una de las mujeres del coro en la obra, “Broadway”. Algún tiempo después, sería seleccionada para participar en la obra, “The Wild Duck”. Luego de actuar en Philadelphia, Washington y Boston, ella debutaría en Broadway con la obra “Broken Dishes”, en el año 1929, tras lo cual participaría en “Solid South”. Esta última sería vista por un buscatalentos de los Estudios Universal, el cual la invitaría a Hollywood para participar en una prueba de cámara.

Acompañada por su madre, Davis llegaría a Hollywood el 13 de diciembre de 1930. Aunque ella no tendría éxito en su primera prueba de cámara, el estudio le pediría que colaborara en algunas pruebas de cámara para otros actores. Algún tiempo después, Davis participaría en una audición para la cinta, “A House Divided” (1931), donde nuevamente sería rechazada, esta vez por el director William Wyler. Luego de estos dos fracasos, Carl Leammle, la cabeza de la Universal, pensó en despedir a Davis. Sin embargo, el director de fotografía Karl Freund consideraba que la actriz tenía unos ojos adorables, razón por lo cual la contrató para participar en el que se convertiría en el debut cinematográfico de la actriz, la cinta “The Bad Sister” (1931). El film no tendría demasiado éxito, y el siguiente rol de Davis en el film “Seed” (1931), sería demasiado pequeño como para llamar la atención. Gracias a su participación en estas dos cintas, la Universal renovó el contrato de Davis por tres meses, durante los cuales participaría en “Waterloo Bridge” (1931), antes de filmar “The Menace” (1932) para la Columbia Pictures, y “Hell´s House” (1932) para la Capital Films.


Luego de nueve meses de trabajo, y seis films con poco éxito, Leammle decidió no renovar el contrato de Davis. Poco tiempo después, George Arliss escogería a la actriz para interpretar el rol protagónico de “The Man Who Played God” (1932), siendo el gran responsable del despegue de la carrera de Davis. De hecho, gracias a esta cinta la actriz firmaría un contrato de cinco años con la Warner Bros. Ese mismo año, ella contraería matrimonio con Harmon Nelson, con quien tendría algunas dificultades debido a la diferencia de sus sueldos mensuales. Mientras que Davis ganaba $1000 dólares al mes, Nelson solo ganaba $100 dólares mensuales. Aunque para Davis esto no tenía ninguna importancia, para Nelson era un tema que le incomodaba, razón por la cual insistió en comprar una casa solo cuando él tuviera el dinero suficiente para ello. Luego de filmar alrededor de veinte cintas, el rol de la despiadada Mildred Rogers en “Of Human Bondage” (1934), le valió a Davis el reconocimiento de la crítica. Esto sumado a que la cinta fue un éxito, llevó a la actriz a pensar que Jack Warner la consideraría para roles más importantes, cosa que finalmente no sucedería. De hecho, Davis se sentiría bastante decepcionada cuando Warner se rehusó a que la actriz participara en la cinta de la Columbia, “It Happened One Night” (1934), para que esta filmara el melodrama, “Housewife” (1934).

El próximo rol importante de Davis sería el de la aproblemada actriz Joyce Heath, en la cinta “Dangerous” (1935). Por ese papel, ella ganaría el Oscar a la mejor actriz, el cual sería considerado por muchos como una especie de premio de consuelo por no haber sido nominada por su participación en “Of Human Bondage”. Su próxima cinta sería el drama, “The Petrified Forest” (1936), en el cual participaría junto a Humphrey Bogart, quien se llevaría gran parte de los elogíos de la crítica. Tras esto, Davis aparecería en un buen número de films durante los siguientes dos años, los cuales en su mayoría fueron estrenados sin pena ni gloria. Convencida que su carrera estaba siendo dañada por las sucesión de films mediocres en los cuales participó, en 1936 Davis aceptó una oferta para filmar dos cintas en Inglaterra. Sabiendo que esto podría provocarle problemas con la Warner, huyó a Canadá para evitar cualquier tipo de enredo legal. Eventualmente, Davis terminó llevando su caso a las cortes inglesas, con la esperanza de poder anular su contrato con la Warner. Lamentablemente para la actriz, además de perder el juicio, cuya sentencia consistió en el retorno de Davis a Hollywood sin goze de sueldo, la prensa inglesa se encargó de retratarla como una persona desagradecida y sobrevalorada.

A su regreso, Davis comenzó a trabajar en “Marked Woman” (1937), un drama inspirado en el caso de Lucky Luciano, en el cual ella interpretaba a una prostituta. Su actuación fue bien recibida por la crítica, lo que terminó de consolidar su carrera en Hollywood. Durante las filmaciones de la cinta, “Jezebel” (1938), la actriz comenzó una relación con el director William Wyler, a quien algún tiempo después describiría como “el amor de su vida”. El film fue un éxito, y gracias a su participación en esta cinta, Davis obtuvo su segundo premio Oscar. Al mismo tiempo que la carrera de la actriz comenzaba su meteórico ascenso (incluso se especuló acerca de su participación como Scarlett O´Hara en “Gone With the Wind"), su vida personal comenzó a experimentar algunos problemas. Su marido, el actor Harmon Nelson, no puedo establecer una carrera en Hollywood, por lo su relación con la actriz terminó por desmoronarse. A esto se sumaron las infidelidades de Davis con Wyler, y con el magnate Howard Hughes, razones por las cuales Nelson pidió el divorcio en 1938, tildando a la actriz como cruel e inhumana.

Esto llevó a que Davis se sintiera emocionalmente inestable durante las filmaciones de “Dark Victory” (1939), al punto que intentó abandonar el proyecto. Afortunadamente, el productor Hal B. Wallis la persuadió de lo contrario, y la actriz terminó siendo nominada una vez más al Oscar. En 1939, Davis participaría en los éxitos de taquilla; “The Old Maid”, “Juarez”, y “The Private Lives of Elizabeth and Essex”. La última cinta, co-protagonizada por Errol Flynn, actor con quien tendría más de un problema, fue el primero y el único film a color en el que participaría Davis mientras se encontraba en la cima de su carrera. A estas alturas, la actriz era la estrella más importante de la Warner, por lo que por lo general conseguía gran parte de los roles protagónicos de las cintas más importantes del estudio. “All This and Heaven Too” (1940) y “The Letter” (1940), serían dos de los films más importantes de Davis durante este periodo. En 1940, tras terminar su relación con el actor George Brent, Davis conoció a Arthur Farnsworth, con quien contraería matrimonio en diciembre de ese mismo año.

En enero de 1941, Davis se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de presidenta de la Academy of Motion Picture Arts and Sciences, donde tuvo algunos problemas con el resto de los miembros del comité, debido a sus propuestas algo radicales. Esto la llevó a renunciar al poco tiempo, siendo reemplazada por Jean Hersholt, quien implementó gran parte de los cambios sugeridos por Davis. En “The Little Foxes” (1941), la actriz tendría algunos problemas con el director William Wyler con respecto a su interpretación de Regina Giddens. Pese a los problemas, Davis recibió una nueva nominación al Oscar, aunque nunca más volvió a trabajar con Wyler. Luego del ataque a Pearl Harbor, Davis pasaría los primeros meses de 1942 vendiendo bonos de guerra. Además, junto a otro actores, ella ayudó a transformar un antiguo nightclub en la Hollywood Canteen, lugar dedicado a entretener a las tropas norteamericanas durante la guerra. De hecho en 1980, el Departamento de Defensa le otorgó la Distinguished Civilian Service Medal, por su trabajo en el lugar.

A principios de los cuarenta, muchos de las elecciones realizadas por Davis estuvieron fuertemente influenciadas por la guerra. Por ejemplo, participó en “Now, Voyager” (1942), con el solo fin de realizar un drama romántico que pudiera distraer a las audiencias femeninas de la realidad de sus vidas. Algo similar sucedió con “Watch on the Rhine” (1943) y “Thank Your Lucky Stars” (1943), las cuales sirvieron para recaudar dinero para la Hollywood Canteen. En “Old Acquaintance” (1943), Davis nuevamente sacaría a relucir algunos celos profesionales (ya había tenido problemas con Errol Flynn por el mismo motivo en “The Private Lives of Elizabeth and Essex”) cuando según ella, su co-estrella Miriam Hopkins intentó opacarla durante las filmaciones. Según el director Vincent Sherman, existía una notoria tensión entre las actrices, lo que dificultó por momentos el proceso de filmación. En agosto de 1943, el esposo de Davis, Arthur Farnsworth, colapsó mientras caminaba por la calle, falleciendo a los dos días después. La autopsía revelaría que su caida se debió a una fractura craneal que había sido causada dos semanas antes. Luego de declararse que se trató de una muerte accidental, Davis, a quien durante un tiempo señalaron como la culpable de la muerte de su marido, intentó desligarse de su próximo film, “Mr Skeffington” (1944), pero Jack Warner la convenció de continuar.

El comportamiento de Davis durante las filmaciones de “Mr Skeffington”, sería sumamente errático. No solo se rehusaría a filmar algunas escenas, sino que también insistiría en que algunos sets fueran reconstruidos, y improvisaría algunos diálogos, causando la ira de sus compañeros y del guionista Julius Epstein. Pese a que la crítica estaba dividida con respecto a su actuación en esta cinta, Davis recibió una nueva nominación al Oscar. En 1945, la actriz de volvería a casar, esta vez con el artista William Grant Sherry. Tras rehusarse a participar en “Mildred Pierce” (1945), filmó “The Corn is Green” (1945), film que no tendría mucho éxito. Luego participaría en “A Stolen Life” (1946), el cual sería la única cinta que Davis realizaría con su compañia de producción, BD Productions. A esta película le seguiría, “Deception” (1946), la primera de sus cintas en perder dinero. Aunque Davis estaba considerada para participar en “Possessed” (1947), debido a su embarazó tuvo que abandonar el proyecto. En 1947, dió a luz a su primera hija, Barbara Davis Sherry. Aunque por un momento consideró abandonar su carrera como actriz, Davis continuó realizando películas, aún a sabiendas de que su popularidad estaba comenzando a descender.

A fines de la década de los cuarenta, Davis participó en tres cintas que pasaron casi desapercibidas. En “June Bride” (1948), la actriz nuevamente tendría problemas con la co-estrella de turno, que en este caso era Robert Montgomery, quien según Davis era “la versión masculina de Miriam Hopkins, un excelente actor, pero adicto a robar escenas”. Tras filmar “Beyond the Forest” (1949), Jack Warner liberó a la actriz de su contrato con el estudio. Para 1949, la relación entre Davis y su marido estaba cada vez más deteriorada, y la crítica comenzó a especular que la carrera de la actriz había llegado a su final. Ese mismo año filmó “The Story of a Divorce”, cinta que sería estrenada en 1951 bajo el nombre de “Payment on Demand”. Poco después de filmar dicha película, el productor Darryl F. Zanuck le ofreció el rol protagónico de la cinta, “All About Eve” (1950), luego de que la actriz Claudette Colbert tuviera que abandonar el proyecto debido a una lesión en su espalda. Durante las filmaciones, Davis comenzaría una relación amorosa con su co-estrella, Gary Merrill, con el que contraería matrimonio ese mismo año. Por dicho film, Davis sería nuevamente nominada al Oscar.

Luego de casarse con Merrill, la pareja adoptaría a una pequeña niña llamada Margot, tras lo cual viajarían a Inglaterra, lugar donde Davis y Merrill participarían en la cinta de misterio titulada, “Another Man´s Poison” (1951), la cual resultaría ser un completo fracaso. Luego de esto, ni siquiera la nominación al Oscar por “The Star” (1952), pudo persuadir a algunos críticos de que la carrera de la actriz no se encontraba en un franco declive. En 1952, Davis y Merrill adoptarían a un niño llamado Michael, y la actriz participaría en la obra de Broadway, “Two´s Company”, del director Jules Dassin. Durante este periodo, la vida personal de Davis nuevamente comenzaría a experimentar algunos problemas; a su hija Margot se le diagnosticó una severa lesión cerebral, por lo que eventualmente tuvo que ser enviada a una institución. Además, Davis y su marido comenzarían a discutir de manera frecuente, cayendo en algunas ocasiones en la violencia doméstica y el abuso de alcohol.

Para colmo, muy pocas de las cintas en las que trabajó Davis durante los cincuenta tuvieron éxito, y muchas de sus interpretaciones fueron condenadas por la crítica. Al mismo tiempo que su carrera se deterioraba, su matrimonio se caía a pedazos, y en 1960 se terminó divorciando de su cuarto marido. Al año siguiente, Davis participaría en la producción de Broadway, “The Night of the Iguana”, y en la cinta “A Pocketful of Miracles” (1961). Posteriormente, ella aceptaría el rol protagónico en “What Ever Happened to Baby Jane?” (1962), con la esperanza de que este film tuviera el mismo impacto en la audiencia que la cinta de Alfred Hitchcock, “Psycho” (1960). Afortunadamente ella tendría razón, aunque por otro lado la filmación de la cinta no fue sencilla debido a la pésima relación que Davis tenía con su co-estrella, Joan Crawford, lo que generó múltiples discusiones en el set.

En septiembre de 1962, Davis publicó un aviso en el semanario Variety, en el cual pedía empleo. Lo que según ella fue una humorada, le ayudó en parte a retomar su carrera en los años siguientes. Durante la década de los sesenta, las cintas más importantes en las que participaría la actriz serían el thriller “Dead Ringer” (1964); el drama romántico “Where Love Has Gone” (1964); el thriller “Hush... Hush, Sweet Charlotte” (1964), el cual era una suerte de secuela de “What Ever Happened to Baby Jane?”; y las cintas de la Hammer, “The Nanny” (1965), y “The Anniversary” (1968). Pese al éxito que tuvieron gran parte de estas cintas, a principios de los setenta, la carrera de la actriz nuevamente se estancaría. En 1972, Davis protagonizaría dos telefilmes que estaban pensados como pilotos de futuras series para la NBC; “Madame Sin” y “The Judge and Jake Wyler”. Lamentablemente, en ambos casos la NBC optaría por no producir las series.

Durante la segunda mitad de los setenta, Davis participaría en algunas cintas generalmente interpretando personajes secundarios, como por ejemplo en la cinta de terror, “Burnt Offerings” (1976), y en el film de misterio, “Death on the Nile” (1978). En 1977, tras recibir el Lifetime Achievement Award otorgado por el American Film Institute, la actriz comenzó a recibir nuevas ofertas laborales. Ella aceptaría trabajar en la miniserie, “The Dark Secret of Harvest Home” (1978); en el telefilme, “Strangers: The Story of a Mother and Daughter” (1979), por el cual recibiría un Emmy; y en las cintas de la Disney, “Return from Witch Mountain” (1978), y “The Watcher in the Woods” (1980). Durante la década de los ochenta ella continuaría participando en la telefilmes, apareciendo en “Family Reunion” (1981), “A Piano for Mrs. Cimino” (1982), y “Right of Way” (1983), donde en esta última participaría junto a James Stewart. En 1983, luego de filmar el episodio piloto de la serie de televisión “Hotel”, le diagnosticaron cáncer de mama, por lo que tuvo que someterse a una masectomía. Tras solo dos semanas de haber sido operada, sufrió cuatro infartos que le causaron una parálisis en el lado derecho de su cara, y en su brazo izquierdo.

Cuando su salud logró estabilizarse, Davis viajó a Inglaterra para filmar la adaptación de la novela de Agatha Christie, “Murder with Mirrors” (1985). A su regreso, se encontró con que su hija Barbara había publicado sus memorias bajo el título de, “My Mother´s Keeper”, en las cuales describía la difícil relación con su madre, la cual estuvo marcada por el consumo de alcohol por parte de la actriz. Luego de este triste episodio, Davis no volvió a hablar más con su hija, quien según el ex-marido de la actriz, Gary Merrill, solo estaba motivada por la crueldad y la avaricia. Ya a fines de los ochenta, la actriz participaría en el telefilme, “As Summers Die” (1986), y en la cinta de Lindsay Anderson, “The Whales of August” (1987), donde trabajaría junto a Vincent Price. Su última actuación sería en la cinta, “Wicked Stepmother” (1989), donde tendría un pequeño rol. Para ese entonces, su salud se encontraba en mal estado, por lo que tras discutir con el director Larry Cohen, terminó abandonando el film.

Luego de abandonar “Wicked Stepmother”, Davis no recibiría más ofertas laborales, pero si asistiría a un buen número de talk shows donde hablaría acerca de su carrera. Entre 1988 y 1989, Davis recibiría un buen número de galardones que premiaban los logros obtenidos durante su carrera. Durante la ceremonia de la American Cinema Awards de 1989, la actriz colapsaría y más tarde descubriría que su cáncer había regresado. Cuando se sintió un poco mejor, viajó a España donde sería honrada en el Festival Internacional de Cine de Donostia-San Sebastián, pero durante su visita su salud se deterioraría rápidamente. Demasiado débil como para regresar a los Estados Unidos, Davis viajó a Francia donde murió el 6 de octubre de 1989, a los 81 años de edad. Con una carrera marcada por su participación en más de cien cintas, Bette Davis logró cambiar la forma en como la industría hollywoodense miraba a las actrices. Pese a lo incombustible, despótica y altiva que parecía en sus películas, la verdadera Bette Davis era una mujer con mala suerte y corazón de víctima, cuyo gran amor fue el cine. "El cine me ha proporcionado muchas cosas, pero sobre todo amor", declararía al final de su vida, la que hoy es considerada como la mejor actriz dramática de todos los tiempos.




por Fantomas.

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