martes, 24 de febrero de 2009

Suspiria: Un asalto a los sentidos.

“Suspiria” (1977), es un film de terror del director Dario Argento, el cual está protagonizado por Jessica Harper y Udo Kier.

Suzy Bannion (Jessica Harper) es una joven que ingresa a una exclusiva academia de baile, la misma noche que asesinan a una de las alumnas. La subdirectora del establecimiento es la amable Madame Blanc (Joan Bennett), quien le brinda a la nueva alumna todas las comodidades y facilidades para que pueda estudiar tranquilamente. Sin embargo, tras una serie de extraños acontecimientos, la estancia de Suzy en el lugar se termina convirtiendo en una verdadera pesadilla.


Luego del éxito obtenido por “Profondo Rosso” (1975), el director Dario Argento deseaba embarcarse en un proyecto que lo alejara momentáneamente del mundo del giallo, para así adentrarse de lleno en los terrenos del horror sobrenatural. Con la intención de crear una historia que presentara una mitología propia, Argento pensó adaptar varios relatos del escritor H. P. Lovecraft. Sin embargo, tras considerar que era prácticamente imposible hacerle justicia a los textos de Lovecraft en la pantalla grande, el director optó por buscar nuevas fuentes de inspiración. Una de estas fuentes fueron los textos vívidos de Thomas De Quincy, en especial uno titulado “Suspiria de Profundis”, el cual contenía oscuras descripciones de una diosa romana llamada Levana, quien se creía que presidía el reconocimiento de los recién nacidos, y sus subordinadas, Nuestras Señoras de la Tristeza. Esta figuras mitológicas sentarían las bases de lo que posteriormente serían las Tres Madres, que no eran otra cosa más que una suerte de trinidad impía que controlaría el mundo de la oscuridad existente en la trilogía fílmica de Argento que comenzaría con “Suspiria”. Lewis Carroll, los Hermanos Grimm y Edgar Allan Poe también parecen haber tenido una fuerte influencia en el guión escrito por Argento y Daria Nicolodi, en el cual esta última también plasmó ciertos elementos presentes en los relatos de su abuela, quien tuvo una relación cercana con la magia negra durante su adolescencia.

En “Suspiria”, una joven y tímida bailarina llamada Suzy Bannion ingresa a una exclusiva escuela de danza ubicada en Friburgo, sin imaginarse que dicho lugar encierra un oscuro secreto, el cual tiene relación con la enigmática fundadora de la escuela, una mujer llamada Helena Marcos. Como si se tratara de una suerte de cuento de hadas convencional, el film se mueve entre un mundo realista y moderno, y otro directamente gótico y fantástico. Es en este contexto que el director rápidamente establece que la protagonista acaba de ingresar a un mundo en que nada es lo que parece, y donde quienes lo habitan se encuentran en constante peligro. Desde el abrupto cierre de la puerta del aeropuerto a su llegada, hasta la indolencia del chofer de taxi que la deja esperando bajo la lluvia a la entrada de la escuela, se hace patente la idea de que las figuras heroicas o compasivas son incapaces de habitar en un lugar donde la gente parece tener problemas para comunicarse entre sí, donde se mantienen oscuros y terribles secretos, donde ronda la muerte en cada rincón, y donde las autoridades hacen caso omiso a las llamadas de auxilio por el temor que les provoca descubrir la verdad que se esconde en la escuela dirigida por la ya mencionada Helena Marcos.


La sensación de que la historia se desarrolla siguiendo ciertos parámetros existentes en los cuentos de hadas, se hace completamente patente una vez que Suzy llega a la siniestra y extravagante escuela. Cabe mencionar que en el guión original escrito por Dario Argento y Daria Nicolodi, las protagonistas del film eran menores de edad, lo cual eventualmente tuvo que ser cambiado por el director para así evitar tener problemas con los organismos de censura de la época. Pese a esto, de todas formas Argento retrata a la protagonista como si se tratara de una niña atrapada en un mundo de matices oníricos, lo que se complementa con el actuar infantil de sus compañeras de escuela, y con la actitud autoritaria de las profesoras que trabajan en el lugar. Con la intención de plasmar con mayor fuerza la idea de que Suzy y sus compañeras son una suerte de peculiares niñas, Argento ordenó colocar los pomos de las puertas a gran altura para que las chicas tuviesen que estirar los brazos para abrirlas. Al mismo tiempo, resulta evidente que gran parte de los personajes del film responden a ciertos arquetipos folklóricos; mientras que Suzy se presenta como una joven inmersa en una búsqueda que la hará perder su inocencia, otros personajes actúan como canalizadores de la cruzada de la muchacha, y otros como la Señorita Tanner (Alida Valli), Madame Blanc y la elusiva Helena Marcos, se presentan como un trio de malevolentes figuras maternales cuya función es corromper a la protagonista y a su entorno. De esta forma, sería justo mencionar que “Suspiria” esencialmente se desarrolla en un ambiente de inocencia quebrantado por hechos abiertamente violentos, que le otorgan un cariz claramente surrealista al film.

Complementando lo antes mencionado, es necesario recalcar que aún cuando la academia donde se desarrolla la historia es un famoso edificio histórico construido en el año 1516 llamado “Zum Walfisch”, en el cual vivió el filósofo humanista Erasmus von Roterdam desde 1529 a 1531, este posee un aspecto irreal que refuerza la naturaleza sobrenatural del relato. Es por este motivo que no resulta extraño que entre sus paredes sucedan cosas espantosas e inexplicables, como que de súbito un grupo de murciélagos invada las habitaciones, o que comiencen a caer miles de gusanos del techo de las estancias, lo que sugiere que algo putrefacto se esconde en el lugar. Sin lugar a dudas, los grandes responsables de que la escuela presente un aspecto claramente surreal, son el director de arte Giuseppe Bassan y el director de fotografía Luciano Tovoli. Especial mención merece este último, cuyo uso del color, en especial del rojo y el azul, no solo dota al film de una atmósfera onírica, claustrofóbica y escalofriante, sino que además refleja los estados de ánimo de la protagonista, y cumple con advertirle al espectador que el peligro se cierne de forma constante sobre la cabeza de la indefensa Suzy.

En cierta medida, el elemento que logra amalgamar el aspecto visual del film y la por momentos ilógica trama, es la banda sonora compuesta por la banda italiana de rock progresivo Goblin. Y es que la palpitante y disonante música escrita por Claudio Simonetti y sus colaboradores, es la que eventualmente logra plasmar la idea que tras los asesinatos y los extraños acontecimientos que rodean a la escuela de danza, se esconde una explicación estrictamente ligada a lo sobrenatural, a la brujería y a las artes ocultas. En relación al aspecto interpretativo del film, Jessica Harper realiza una labor encomiable personificando a una heroína que se ve enfrentada a sus más grandes temores, y que de un momento a otro se ve obligada a madurar para así poder salir airosa de la encrucijada en la que se encuentra. Por otro lado, contrario a lo que se podría pensar, “Suspiria” es una de las películas menos violentas de Argento. Aún cuando el film sí contiene un par de escenas de asesinatos que resultan ser tan impactantes como atractivas visualmente hablando, el director en esta ocasión prefiere apoyarse en la atmósfera y el tono de la historia, al momento de sorprender y aterrorizar a un espectador que no puede evitar sentirse absorbido por la extravagante propuesta que presenta “Suspiria”.

Hoy en día, “Suspiria” sigue siendo recordada como una de las cintas más memorables del género, y como uno de los mejores trabajos de Dario Argento, quien en los últimos años ha sido incapaz de repetir lo hecho durante sus primeros años de carrera como director. Es precisamente en esta cinta donde el realizador populariza varias de las constantes que habrían de repetirse en sus obras posteriores, como por ejemplo su marcada extravagancia estética, la figura de la mujer como centro del horror, y su inclinación por la utilización de bandas sonoras disonantes y a ratos desorientadoras, entre otras cosas. En gran medida, la razón por la que “Suspiria” funciona de buena manera es porque Argento supo conjugar a la perfección un cuidado aspecto estético, una banda sonora memorable y atmosférica, y un guión que no solo fusiona y moderniza ciertos elementos de los cuentos infantiles, el horror gótico y la mitología ligada al ocultismo, sino que además establece un mundo surreal donde todo es posible, lo que permite que la mente del espectador fluya sin ningún tipo de límites.



por Fantomas.

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