Lamentablemente en las últimas semanas, gracias a los amigos del sitio Cinemaldito.com, me he enterado que el
administrador de otro blog de cine cuyo seudónimo es Pepe Derteano, ha plagiado
un buen número de los artículos que he subido a mi blog durante todos estos
años. Independientemente que todo esto haya nacido como un hobbie para mí,
implica bastante trabajo y dedicación, por lo que no puedo dejar de expresar mi
indignación al respecto contra una persona que no tiene inconveniente alguno en
adjudicarse la labor del resto, algo que penosamente parece ser cada vez más común. Escribo esto con la esperanza que esta denuncia
traspase los límites de mi blog, y que el responsable al menos quede expuesto
ante otros internautas amantes del cine, y ante aquellas personas que durante
un buen tiempo han seguido este humilde blog.
viernes, 3 de febrero de 2017
martes, 17 de enero de 2017
Blaxploitation: Un subgénero lleno de contradicciones nacido en el seno de la sociedad afroamericana norteamericana.
Si bien la historia del subgénero cinematográfico conocido
como Blaxploitation se remonta a la década del setenta, durante los años
previos a su aparición se conglomeraron una serie de circunstancias y elementos
que tuvieron una importancia vital para su nacimiento. En 1965, un joven actor
llamado Sidney Poitier protagonizaría junto a Anne Bancroft, un thriller
titulado “The Slender Thread”, lo que le abrió las puertas de la industria
hollywoodense. En un corto periodo de tiempo, el actor se convertiría en una
verdadera estrella de Hollywood, primero gracias al drama racial “Guess who´s Coming
to Dinner?” (1967), en el cual personificaba al novio de una muchacha blanca de
clase media interpretada por Katherine Houghton, cuya relación generaba
diversas reacciones entre sus amigos y familiares, y luego gracias al thriller
“In the Heat of the Night” (1967), donde le daba vida a un policía que debía
lidiar con un sheriff racista interpretado por Rod Steiger. Aunque el simple
hecho que Hollywood estuviera produciendo cintas con estas temáticas podía ser
interpretado como un acto de inclusión racial, la verdad es que se trataba de
un mero espejismo. Y es que estos filmes mostraban a los personajes de Poitier
como hombres afroamericanos de clase media, que eran más tolerados que
aceptados por la sociedad blanca en la que se veían inmersos. De hecho, esta
noción de inclusión racial no podía distar más de la realidad. Los conflictos
raciales estaban escalando en varias ciudades de los Estados Unidos, lo que provocó
el surgimiento de algunas organizaciones afroamericanas que incitaban al
levantamiento armado con el fin de hacer valer sus derechos civiles.
De manera paralela a la aparición de Poitier, en el mundo de
la música una serie de reconocidos artistas afroamericanos como Funkadelic, The
Impressions, Sly´s Multiracial Family Stone, e incluso James Brown, comenzaron
a producir álbumes con un discurso marcadamente político. Pese a que la
necesidad de otorgarle un espacio a la audiencia afroamericana en el mundo del
cine era evidente, los grandes estudios miraban con cierto recelo este
estallido racial y cultural, debido a lo conflictivo que era el tema. Por este
motivo, Melvin Van Peebles, un talentoso director afroamericano que había debutado
con cierto éxito gracias al drama cómico, “Watermelon Man” (1970), vio como los
grandes estudios le cerraron las puertas cuando quiso filmar una cinta dirigida
exclusivamente al público afroamericano. Determinado a filmar la película a
cualquier costo, Van Peebles consiguió la ayuda financiera de Bill Cosby, y
rodó el ambicioso proyecto que se traía entre manos; “Sweet Sweetback`s
Baadasssss Song” (1971). La cinta, protagonizada y dirigida por Van Peebles, contaba
la historia de un afroamericano que tras ser acusado de un crimen que no
cometió, se convierte en un fugitivo de la ley que busca escapar a México. Dicho
filme causó un fuerte impacto en la audiencia de la época, en gran medida
porque Van Peebles había logrado fusionar elementos del modernismo europeo y
del avant garde, con las demandas crecientes del llamado “poder negro”, que
desde hace ya un tiempo buscaba crear un documento cinematográfico que evocara
sentimientos similares a los que habían sido articulados en el circuito urbano
de la Norteamérica de fines del sesenta. Pese a que la cinta solo se estrenó en
dos salas de cine, esta logró reunir una suma de dinero muy superior a la que
había costado la producción. El inesperado éxito de “Sweet Sweetback”, permitió
que Hollywood finalmente prestara atención a la existencia de un público que no
estaba siendo representado por las producciones de la industria. De esta forma
se dio inicio al proceso que daría vida al subgénero que eventualmente sería conocido
como blaxploitation.
Aun cuando “Sweet Sweetback” había sido bien acogida por el
público, la reacción de los críticos fue diversa. Lerone Bennett, editor
ejecutivo de la revista Ebony, escribió un artículo titulado “Emancipation
Orgasm: Sweetback in Wonderland”, donde crítico fuertemente a la producción por
representar de forma romántica la vida del gueto, por incluir una escena que
perfectamente podría ser descrita como “la violación de un niño por una
prostituta de 40 años”, y por establecer que la habilidad sexual era sinónimo
del accionar revolucionario. Huey P. Newton por su parte, quien era el líder
del Partido Pantera Negra de Autodefensa, una organización nacionalista, negra,
socialista y revolucionaria, que estuvo activa en los Estados Unidos entre 1966
y 1982, escribió su propio ensayo sobre el filme en el periódico del partido.
Según su punto de vista, “Sweet Sweetback” era una reflexión cultural que
representaba las ideas políticas del partido, al punto que la producción se
convirtió en una obra de visionado obligado para los miembros de las Panteras.
Esta controversial guerra de opiniones acerca de la cinta de Van Peebles,
iniciaría un debate cultural centrado en los elementos positivos y negativos de
la representación de la sociedad afroamericana en los medios audiovisuales, que
en más de una medida se extiende hasta la actualidad.
En
Julio de 1971, los estudios MGM lanzaron “Shaft”, cinta creada con la intención
de cautivar a una mayor audiencia. El filme sería dirigido por Gordon Parks,
quien previamente había ganado fama como fotógrafo de las revistas Vogue y
Life, y que eventualmente escribiría novelas, se aventuraría en el mundo de la
música, e incluso sería coreógrafo de ballet. Aun cuando existían marcadas
diferencias en la forma en como era presentado el protagonista de “Sweet
Sweetback”, y el detective privado interpretado por Richard Roundtree, en ambos
casos la habilidad sexual y el particular estilo de los protagonistas vendrían
a marcan el nacimiento de un nuevo tipo de personaje afroamericano, uno
especializado en patear traseros y conquistar mujeres. Por otro lado, tal y
como había sucedido con “Sweet Sweetback”, en la cinta de Parks la banda sonora
se convirtió en una parte integral de la identidad de la producción, al punto
que Isaac Hayes recibió un Oscar a la mejor canción original por su “Theme From
Shaft”. Cabe señalar que Hayes se convertiría en el tercer afroamericano en
recibir el galardón de la Academia (previamente había sido obtenido por Hattie
McDaniel y Sidney Poitier), lo que también venía a exponer lo racialmente
sesgada que era la industria hollywoodense hasta aquel entonces.
lunes, 16 de enero de 2017
Saul Bass: El diseñador que convirtió las secuencias de créditos en una forma de arte.
Saul Bass nació el 8 de Mayo de 1920, en el barrio del Bronx de la
ciudad de Nueva York. Criado en el seno de una familia rusa/judía que inmigró a
los Estados Unidos en 1907, Bass demostraría a muy corta edad su interés por el
dibujo y el arte comercial exhibido en las calles del Bronx, en especial por
los afiches de películas, los carteles de diversas tiendas comerciales, y los
anuncios publicados en los periódicos. Afortunadamente, sus padres, Aaron y
Pauline Bass, quienes se desempeñaban como dueño de una tienda de pieles y ama
de casa respectivamente, supieron incentivar su interés en el arte. En una oportunidad,
Bass mencionó que sus primeros pasos como artista los dio durante su niñez,
cuando su padre le regaló una caja de crayones. “Los usé y dibujé con ellos
hasta que se agotaron, y luego él me regaló otra caja y así pude continuar”,
declararía en una oportunidad Bass con cierta nostalgia, explicando que sus
primeros pasos en el mundo del arte, ayudarían a forjar su amor por trabajar
con las manos y su tan marcada sensibilidad visual. Pero no solo el arte
llamaría la atención de Bass durante su juventud. El futuro diseñador también
se mostraría interesado en el basquetbol, el cine, las historias de ciencia
ficción, las civilizaciones antiguas, y la arqueología. Quien en un momento pasaría
a ser un visitante frecuente del Museo Metropolitana de Arte y del Museo de
Historia Natural de la ciudad de Nueva York, se graduó en 1936 de la Secundaria
James Monroe. Durante su paso por dicha institución estudiantil, Bass ofició
como director de arte de la publicación literaria, “The Monroe Doctrine”, y del
anuario escolar, lo que venía a reforzar cuál era su verdadera vocación.
Tras salir del colegio, Bass trabajó como repartidor y como pintor de letreros de algunos locales comerciales. Fue así como fue descubierto por la Liga de Estudiantes de Arte de Manhattan, quienes impresionados con los letreros diseñados por Bass, le ofrecieron una beca para que pudiese perfeccionar sus habilidades innatas. Sería en 1936 cuando él comenzó sus estudios de arte en la Liga, los cuales realizaba durante la noche, para así tener tiempo para trabajar durante el día, con el fin de aumentar los ingresos familiares, los cuales se habían visto notoriamente mermados a causa de la Gran Depresión. Durante su paso por la Liga de Estudiantes de Arte, Bass descubrió y aprendió a admirar a Howard Trafton, un ilustrador comercial y un profesor bastante popular, cuyo particular estilo técnico y educativo influenció el trabajo de Bass tanto en su faceta de diseñador, como en su posterior aventura como profesor universitario. Por ejemplo, cuando en una ocasión se le preguntó a Trafton que buscaba entregarle a sus estudiantes, este respondió: “No le enseño a mis estudiantes como realizar un trabajo terminado. Trató de enseñarles los fundamentos del arte (color, composición y distribución), que son los mismos elementos que van a utilizar al momento de realizar una pintura o un anuncio publicitario”. Bass por su parte, sostenía que los elementos básicos del arte (saber dibujar, dominar el proceso de composición, y comprender el uso del color) eran las habilidades más importantes que debía desarrollar cualquier estudiante de arte.
Debido a la Gran Depresión, a Bass le costó bastante encontrar
trabajo una vez que se graduó de la escuela de arte. De hecho, sus dos primeros
trabajos no tenían relación alguna con el diseño. Un año después de terminar
sus estudios, Bass compiló un portafolio el cual presentó de manera obsesiva en
varias agencias de publicidad. Su método fue sistemático. Dividió Manhattan en
secciones, y utilizó la guía telefónica para localizar a las distintas
agencias. Fue entonces cuando comenzó su peregrinaje por la ciudad, hasta
terminar siendo contratado por una pequeña firma controlada por una pareja de
hermanos. No contento con conseguir empleo, Bass continuó adquiriendo
conocimientos de manera autodidacta, devorando cualquier tipo de material
visual como revistas, historietas, y afiches de películas, lo que eventualmente
le traería algunos frutos. En 1938, cuando Bass tenía 18 años, se encontraba
ganando veinte dólares a la semana, lo que lo ubicaba entre los trabajadores
jóvenes mejor pagados de Manhattan. No pasaría mucho tiempo antes de que la
Warner Brothers le ofreciera un puesto como encargado del diseño de letras y
afiches publicitarios de la compañía. En 1939, Bass contraería matrimonio con
Ruth Cooper, con quien tendría dos hijos: Robert en 1942, y Andrea en 1946. Dos
años más tarde, serían los estudios Twentieth Century-Fox quienes le ofrecieron
un trabajo como diseñador. Pese a que este nuevo trabajo lo llevó a ganar cien
dólares a la semana, las exigencias propias de las campañas publicitarias de la
industria cinematográfica hastiaron a Bass, al punto que en 1944 decidió
renunciar y juró que nunca más volvería a trabajar en el rubro de la publicidad
cinematográfica.
Determinado a convertirse en un director de arte, Bass se unió a
la Blaine Thompson Company, una agencia publicitaria bastante reconocida en
Nueva York, con la condición de que no trabajaría en nada relacionado a la
industria cinematográfica. Enfocado en el diseño de publicidad para diversos
productos y para espectáculos de Broadway, por primera vez en mucho tiempo él
se sintió feliz con su trabajo. Durante este periodo, Bass también descubriría
el trabajo de Gyorgy Kepes, un diseñador de origen húngaro con una marcada
inclinación por el estilo Bauhaus, que rápidamente se convertiría en su mentor.
Kepes sería el responsable de enfocar las ideas de Bass acerca del modernismo,
la psicología y la responsabilidad social de los diseñadores, permitiéndole al
diseñador que eventualmente sus ideas Avant Garde fuesen exhibidas a un gran
número de personas, a través de muchos de sus diseños tanto publicitarios como
cinematográficos. En 1946, Bass se mudó a California para trabajar en Buchanan
& Company, lo que nuevamente lo acercaría al mundo del cine. Tras varios
años y diversos trabajos en un par de empresas californianas de publicidad, en
1952 Bass decidió abrir su propia empresa llamada Saul Bass y Asociados. En
1955, contrató a Elaine Makatura como su asistente. Su talento como diseñadora
no tardó en hacerse evidente, lo que facilitó que ambos congeniaran tanto
creativamente como románticamente. A raíz de esto, Bass se divorció de su mujer
Ruth y se casó con Elaine en 1961. Ambos conformaron un equipo creativo
increíble que participaría en diversos proyectos durante 40 años, dando vida a
los trabajos más recordados del diseñador.
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