domingo, 16 de marzo de 2008

Ghostbusters: ¿A quien vas a llamar?....

“Ghostbusters” (1984), es una comedia de ciencia ficción producida y dirigida por Ivan Reitman, la cual está protagonizada por Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis, Sigourney Weaver, y Rick Moranis.

Cuando la Universidad de Columbia cancela el departamento de parasicología, los doctores Peter Venkman (Bill Murray), Raymond Stantz (Dan Aykroyd), y Egon Splenger (Harold Ramis) quedan desempleados. En vista de su actual situación, deciden forman una empresa llamada Cazafantasmas, dedicada a la investigación y extracción de pestes paranormales. Pese a su escepticismo, Dana Barrett (Sigourney Weaver) decide ir a visitarlos luego de una extraña experiencia que ha sufrido en la cocina de su departamento. Esto no será más que el inicio de una serie de fenómenos sobrenaturales que azotaran la ciudad de Nueva York, tras los cuales se esconde el resurgimiento de una antigua fuerza del mal que planea destruir todo a su paso.


A principios de los ochenta, Dan Aykroyd comenzó a desarrollar una historia basada en su fascinación por lo paranormal, la cual deseaba filmar junto a su amigo, el actor cómico John Belushi, con quien había trabajado en el programa de televisión, “Saturday Night Live”. La historia original de Aykroyd presentaba una buena cantidad de diferencias con respecto a lo que luego se convertiría en el guión de “Ghostbusters”; en el guión original, los Cazafantasmas eran un grupo de personas capaces de viajar en el tiempo y el espacio en busca de peligrosos fantasmas. Además, estos Cazafantasmas utilizaban un vestuario similar al que visten los equipos S.W.A.T., y ocupaban varitas mágicas para enfrentarse a los seres paranormales. Fue con esta ambiciosa idea que Aykroyd llegó a las puertas del productor y director Ivan Reitman, a quien le gustó la idea de un grupo de cazadores de fantasmas, pero que de inmediato le hizo ver al actor que para realizar dicha película se necesitaría de un enorme presupuesto. De esta forma, Aykroyd se puso a trabajar junto con Harold Ramis en la elaboración de un nuevo guión, el cual crearon luego de tres semanas encerrados en un refugio anti-bombas.

Este nuevo guión, fue escrito especialmente para que fuera protagonizado por John Belushi, Eddie Murphy y John Candy. Sin embargo, Belushi fallecería debido a una sobredosis de drogas durante el proceso de la elaboración del guión, mientras que John Candy y Eddie Murphy no podían participar en el proyecto debido a que tenían otros compromisos. Al saber esto, Aykroyd y Ramis le realizaron algunos cambios al guión, los cuales además de cambiar la personalidad de los protagonistas, tenían por objetivo desarrollar de mejor manera algunas de las ideas que ya habían plasmado en los primeros borradores. Una vez terminado el guión, se lanzaron a la búsqueda del actor que reemplazaría a John Belushi. Fue así como contrataron a Bill Murray, a quien se le suele atribuir cierta responsabilidad en la construcción del relato, en gran medida debido a su interpretación semi-improvisada, la que obligaba a cambiar algunas escenas. Hay algunos que dicen que Murray nunca leyó el guión y que improvisó todo, mientras que hay otros que aseguran que solo improvisó algunas líneas, pero que debido a su habilidad como actor cómico lograba que sus líneas parecieran improvisadas.

Por otra parte, el rol pensado para John Candy, que era el del abogado Louis Tully, le fue entregado a Rick Moranis. Fue con la llegada del actor que se sugirió cambiar el perfil del personaje, de un hombre de negocios algo conservador a un abogado bastante torpe e incompetente que siente una marcada atracción por el personaje de Sigourney Weaver. De la misma forma, el personaje que se había creado teniendo en mente a Eddie Murphy, le fue cedido a Ernie Hudson, un actor sin mucha experiencia en el cine, por lo que se redujo considerablemente la participación de este personaje en la historia. De hecho, el personaje de Hudson recién se integra durante la segundad mitad de la cinta, una vez que los Cazafantasmas ya se han establecido y cuando estos están buscando a alguien que los ayude a realizar su trabajo.

El guión presenta una trama bastante simple pero muy bien escrita. Tenemos a un trío de profesores universitarios que de un día para otro quedan desempleados. Tras tener una experiencia paranormal en una biblioteca, estos hombres deciden abrir una compañía de “exterminio” de fantasmas. Pese a que en un inicio el negocio va mal, tras toparse con el caso de Dana Barrett, quien dice que un monstruo de otra dimensión habita en su refrigerador, la actividad paranormal en Nueva York aumenta de manera drástica, convirtiendo a los Cazafantasmas en los nuevos héroes de la nación, los que sin saberlo, están llamados a salvar al mundo de la amenaza de un Dios ancestral. Básicamente esa es la historia de esta cinta, la cual no solo presenta un ritmo narrativo dinámico, sino que además está plagada de diálogos inteligentes y momentos memorables que hoy en día se encuentran fundidos en la memoria popular. Cabe mencionar que mientras que Aykroyd aportó con gran parte del concepto básico de la historia, Ramis logró aterrizar los elementos fantásticos y situarlos en un contexto realista, lo que probablemente explica el éxito de esta cinta. Y es que pese a que claramente se trata de una historia fantástica, no resulta completamente inverosímil.


En gran medida, la “credibilidad” del film yace en el hecho de lo bien logrados que resultan ser los efectos especiales, más aún tomando en cuenta la época en que fue realizada la cinta. Se utilizaron todo tipo de elementos para crear los efectos, desde maquetas a animaciones, e incluso impresiones ópticas. Los efectos tienen la cualidad de no verse ridículos, y lo que es mejor, no entorpecen las actuaciones ni las situaciones en los que son utilizados. Ya sea en la escena del hotel en la que intentan cazar al mítico Pegajoso (fantasma creado pensando en el fallecido Belushi), o en la escena del enfrentamiento con Gozer (Slavitza Jovan), los efectos especiales logran ser bastante funcionales, pasando a formar parte de los atractivos que presenta esta película (de hecho, la cinta recibiría una nominación al Oscar por sus efectos especiales). El trabajo de fotografía de Laszlo Kovacs, así como también la banda sonora compuesta por Elmer Bernstein, son otros de los puntos altos del film. Cabe mencionar que la canción principal de la cinta, la cual fue escrita e interpretada por Ray Parker Jr, además de situarse por tres semanas en el número uno de la lista de realizada por la Billboard, terminaría obteniendo una nominación al Oscar a la mejor canción original.

La película además presenta un puñado de buenas actuaciones, donde la mayoría del elenco realiza un buen trabajo, incluyendo a Ernie Hudson, quien como mencionaba anteriormente, no tiene mucha participación en la cinta. “Ghostbusters” fue un verdadero éxito de taquilla al momento de su estreno, convirtiéndose en la comedia más exitosa de los ochenta. Fue por este motivo que se realizó una secuela en 1989, la que lamentablemente no estaría a la altura de la cinta original. A mi parecer, el éxito de esta película se debe a que los guionistas si bien jamás toman demasiado en serio la historia, tampoco cayeron en el facilismo de construir una comedia a base de momentos burdos. Por algo el American Film Institute (AFI) le otorgó hace algunos años el puesto número 28 entre las 100 mejores comedias de la historia del cine. En definitiva, estamos ante una película entretenida e inteligente, la cual con el paso de los años ha mantenido su estampa de clásico y que en lo personal, es una de mis cintas favoritas.




por Fantomas.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Vincent Price: Ícono del horror.

Vincent Leonard Price Jr., nació el 27 de mayo de 1911 en St. Louis, Missouri. Nacido en el seno de una familia de clase alta, el hijo de Marguerite Cobb y Vincent Leonard Price Sr., dueño de una fábrica de dulces y descendiente directo del primer niño nacido en el Massachusetts colonial, debutó a los cinco años de edad como actor, interpretando a un ángel en una obra escolar. Sin embargo, serían las artes y no la actuación, lo que más le apasionaría durante sus primeros años de vida. Tras terminar su enseñanza escolar en St. Louis, Price se licenció en historia del arte en la Universidad de Yale, para luego obtener su primer trabajo en 1933, como profesor en la Escuela Riverdale de Yonkers, Nueva York. Para ese entonces, ya había comenzado a engendrar su gusto por la actuación, específicamente por el teatro. De hecho, en sus ratos libres Price se dedicaría a visitar a agentes teatrales para así lograr obtener una oportunidad para desarrollar su verdadera pasión. Durante un viaje a Europa, se enroló en la Universidad de Londres, se empapó de la cultura inglesa y trabajó con una compañía teatral amateur, antes de conseguir en 1935, el rol del Príncipe Alberto en la obra “Victoria Regina”, desarrollada por la compañía West End. Por dicho rol, Price obtendría el modesto suelto de 5 libras semanales.

Posteriormente interpretaría el mismo papel en los teatros neoyorkinos, trabajando junto con la actriz Helen Hayes. La obra logró mantenerse en cartelera durante tres años con bastante éxito. Una vez que logró cimentar cierta reputación en el escenario teatral, Price obtuvo su primer rol cinematográfico en la comedia de la Universal, “Service de Luxe” (1938), del director Rowland V. Lee. Gracias a su trabajo en dicho film, rápidamente la crítica lo sindica como una de las grandes sorpresas de la temporada, augurando un futuro prometedor para el joven actor. En aquella época, Price aprovechaba sus tiempos libres para seguir trabajando en el teatro, destacándose por su papel de villano en la obra “Angel Street”, de Patrick Hamilton. Si bien durante las décadas del treinta y cuarenta el actor no logró ubicarse en lo más alto del mundo hollywoodense, si obtuvo una serie de interesantes papeles secundarios donde por lo general interpretaba a personajes históricos. Su primer coqueteo con el cine de terror lo tendría en las cintas de la Universal, “Tower of London” (1939), donde compartió roles con Basil Rathbone y Boris Karloff, y en el film “The Invisible Man Returns” (1940).


Sería al interior de los estudios de la 20th Century Fox, donde Price comenzaría a llamar la atención de la audiencia y la crítica. Uno de sus roles más famosos lo tendría en el film noir “Laura” (1940), del director Otto Preminger. El actor declararía en una entrevista que a su gusto, “Laura” era una cinta casi perfecta, razón por la cual sin duda era una de sus favoritas. Sin embargo, en esa misma entrevista reconoció que si tuviera que rescatar un solo film de su carrera, sería el drama gótico “Dragonwyck” (1946). Según Price: “El papel de Dragonwyck fue muy difícil de abordar, debido a que se trataba de un personaje desquiciado, un monomaniáco, que no está consciente de su condición. Por esa misma razón fue todo un reto interpretarlo”. Aunque el actor trabajaría aproximadamente en 20 largometrajes más durante los cuarenta, ninguno obtendría la atención de los dos antes mencionados. Mientras trabaja en el cine, Price también tuvo tiempo para trabajar en radio, donde personificó al protagonista de la serie “The Saint”, Simon Templar, desde 1943 hasta 1951.

Con el tiempo, a Price le comenzó a interesar el trabajo tras las cámaras, por lo que en 1951 firmó un contrato con la RKO como actor y director (Sin embargo, él jamás dirigiría un film). Durante la década de los cincuenta, el advenimiento de la televisión le cambiaría drásticamente el rostro a la industria cinematográfica, lo que permitió que el actor accediera a roles más diversos. Esto le abrió las puertas al cine de terror, obteniendo el rol protagónico en el film “House of Wax” (1953), el cual si bien presentaba una historia y una ambientación más bien clásica, obtuvo un gran éxito debido a que fue rodada en 3D. Esto enseguida situó a Price como uno de los actores de moda, y en un referente inmediato del cine de terror. Al año siguiente, el actor volvería a participar en un largometraje filmado en 3D titulado, “The Mad Magician” (1954), el cual obtuvo buenos resultados a nivel de taquilla, pero se presentaba como un film inferior a su anterior éxito. Durante gran parte de la década, Price se dedicó a interpretar diversos roles en varias series de televisión, y tan sólo al final de esta volvió de lleno al cine de terror y ciencia ficción en cintas como; “The Fly” (1958), “The Return of the Fly” (1959), “House on Haunted Hill” (1959) y “The Tingler” (1959). En estas dos últimas estaría bajo las órdenes del director William Castle, el llamado rey del “gimmick cinematográfico”.


A principios de los sesenta, la American International Pictures, empresa la cual durante los cincuenta se había dedicado a asustar al público norteamericano con variadas cintas de bajo presupuesto, decidió gastar 300.000 dólares (lo cual era bastante para ellos en aquel entonces) para producir “The Fall of the House of Usher” (1960), la cual era una adaptación de la historia del mismo nombre escrita por Edgar Allan Poe. Tras haber contratado a Roger Corman para dirigirla, los productores escogieron a Vincent Price para interpretar el rol principal, sin pensar en que la cinta se convertiría en todo un éxito, marcando el inicio de una serie de adaptaciones de la obra de Poe que conservaría el núcleo creativo que estuvo a cargo de “Usher”; Price, Corman y el escritor Richard Matheson. El resto de las cintas que conformarían este ciclo son: “The Pit and the Pendulum” (1961), “Tales of Terror” (1962), “The Comedy of Terrors” (1963), “The Raven” (1963), “The Masque of Red Death” (1964) y “Tomb of Ligeia” (1965). Cabe mencionar que los dos últimos films del ciclo fueron rodados en Inglaterra, lo que traería una serie de curiosas consecuencias para el equipo de filmación. Como norma de la industria cinematográfica británica, solo permitían que un extranjero trabajara en las cintas filmadas en sus estudios. Debido a que tanto Corman como Price eran extranjeros, no pudieron contratar coestrellas norteamericanas para acompañar al actor en sus periplos por Inglaterra. Lo que es aún peor, si el trabajo era realizado por algún técnico norteamericano, ellos obligatoriamente debían adjudicárselo a algún técnico británico para así evitarse problemas.

Más allá de este peculiar hecho, todo el ciclo de adaptaciones de Poe fue un éxito, y le permitió a Price demostrar su versatilidad como actor, ya que algunas de estas cintas estaban bastante ligadas al género de la comedia (es el caso de “The Comedy of Terrors” y “The Raven”). Además de exhibir su gran talento en la pantalla grande, Price aprovechaba cada ocasión que tenía para demostrar que también era un tipo divertido fuera de la pantalla. En una ocasión, reemplazo su propia figura de cera en un museo de Los Ángeles, con el fin de lanzarles agua con una jeringa a los visitantes. Con referencia esto, el actor recordaría en una entrevista: “Encuentro todo divertido, y creo que yo soy lo más divertido de todo. No significa que sea un comediante, pero cada vez que me tomo las cosas demasiado en serio me tengo que reír… eso me ayudó a lidiar con muchos de los horribles films en los que trabaje”. Y es que precisamente a Price le tocó participar en muchas películas mediocres, siempre por diversas razones, ya sea contractuales o financieras (“Confessions of an Opium Eater”, “Dr. Goldfoot and the Girl Bombs” y “House of a Thousand Dolls”, solo por nombrar algunas).


Afortunadamente para Price, su calidad como actor le ayudó a salir de pie cada vez que tuvo que lidiar con este tipo de asignaciones. De hecho, la reputación del actor entre sus seguidores continuó creciendo gracias a sus roles en films como “Witchfinder General” (1968), “The Abominable Dr. Phibes” (1971) y “Theater of Blood” (1973). A través de los años, Price también se dio el tiempo para participar en diversas series de televisión (recordado es su rol de “Cabeza de Huevo” en la serie “Batman”), crear el departamento de arte de Sears Roeburk, y escribir varios libros relacionados con el arte, la cocina y su perro Joe. A principios de los setenta, el actor grabó una serie de lecturas dramáticas de algunos poemas e historias cortas de Edgar Allan Poe, convirtiéndose en aquel periodo en el lector mejor pagado de Norteamérica. En el verano de 1977, participaría en una obra de teatro llamada “Diversions and Delights”, en la cual personificaba a Oscar Wilde. La obra, que solo contaba con él en escena y estaba situada un año antes de la muerte de Wilde, estuvo en cartelera durante dos años, gozando de un increíble éxito.

Eventualmente, el actor se comenzaría a alejar de cine cuando se percató que la mayoría de los roles que le ofrecían eran burdos y sin sentido. Fue entonces cuando a petición del mismísimo Michael Jackson, Price prestó su voz para oficiar de narrador en el video musical de “Thriller”. Con respecto a esto, el actor recordaría en una entrevista; “Mis amigos pensaban que me había vuelto loco, pero a mí me encantan los experimentos”. Ese mismo año, participó como narrador en el cortometraje animado de Tim Burton, “Vincent” (1982), el cual en gran medida no es más que un homenaje del realizador a uno de los ídolos de su infancia. Al año siguiente, Price se reuniría con Christopher Lee, Peter Cushing y John Carradine, para filmar “House of Long Shadows” (1983), cinta que con los años cobraría importancia por reunir a cuatro grandes del cine de horror a nivel mundial. Curiosamente, uno de sus últimos roles importantes sería en el film de la Disney, “The Great Mouse Detective” (1986), donde le daría voz al profesor Ratigan. Ya para esta época, era más común ver a Price en el medio televisivo que el cinematográfico, llegando a participar incluso en algunos comerciales de una marca de cloro.


En 1989, Price fue agregado al paseo de la fama de St. Louis, debido a la contribución cultural que este había realizado dentro de los Estados Unidos. El último rol significativo del actor lo tendría en la cinta de Tim Burton, “Edward Scissorhands” (1990), donde interpretaría a un inventor y padre del protagonista. Fue aquí cuando la salud de Price comenzó a decaer, y pronto el octogenario actor se vio obligado a recluirse en su casa ubicada en Sunset Hill. Durante sus últimos días de vida, era común que algunos de los viejos amigos de Price, como por ejemplo la actriz Hazel Court, lo visitaran al menos una vez a la semana. La misma actriz declararía en una entrevista que “dos semanas antes de su fallecimiento, él le compró un cuadro a un joven artista. Creo que eso no hacía más que definir como era él; un hombre que hizo lo que creía correcto hasta el final”. El 25 de octubre de 1993, fallecería en Los Ángeles víctima de un cáncer pulmonar. Solo veinte personas fueron invitadas a su funeral; sus cenizas, su sombrero de paja y un ramo de flores fueron lanzados al mar por sus tres hijos.

De manera lamentable, en aquella época fueron muchos los medios de prensa que a la hora de tributar la figura de Vincent Price, solo se centraron en sus roles ligados al cine de terror, dejando de lado completamente su trabajo en el teatro, la radio y la televisión, entregándole a la gente una imagen distorsionada e incompleta de un artista polifacético. Price además de ser un gran actor que representó toda clase de papeles, era también un excelente cocinero, lo que lo llevó a publicar varios libros de cocina. A esto se le sumaba su inconfundible voz, que lo ayudó no solo a obtener diversos trabajos en la radio, sino que también le otorgó una estampa pocas veces vista en el cine. Pese a que en muchas ocasiones trabajó con consagradas estrellas del cine de terror como Boris Karloff, Peter Lorre y Basil Rathbone, entre otros, Price supo eclipsarlos y presentarse como la nueva estrella del género del horror. Fue de esta forma que el actor dejó para siempre plasmado en la mente de los cinéfilos sus 191 centímetros de altura, su porte severo, su fino bigote, su perversa y socarrona voz, y su timbre de voz grave. La vida y obra de Price bien pueden resumirse con una de sus frases más celebres: “A veces creo que personifico el inconsciente oscuro de la raza humana… Sé que suena mal… pero me encanta”.




por Fantomas.

The Hound of the Baskervilles: La aventura más terrorífica de Sherlock Holmes.

“The Hound of the Baskervilles” (1959), es un film de misterio del director Terence Fisher, el cual está protagonizado por Christopher Lee, Peter Cushing y André Morell.

En los brumosos paramos ingleses habita un diabólico ser, un sabueso infernal que se alimenta de la carne de los herederos de la mansión de los Baskervilles. Pero antes que la salvaje bestia termine con el último descendiente, Sir Henry Baskerville (Christopher Lee) deberá librar una batalla con el famoso detective Sherlock Holmes (Peter Cushing), y su fiel compañero el Dr. Watson (André Morell), quienes intentarán ponerle fin a la maldición que se cierne sobre la familia Baskerville.

Casi trece años después de que Basil Rathbone interpretara por última vez a Sherlock Holmes en la pantalla grande, los estudios Hammer decidieron revivir al famoso detective creado por Sir Arthur Conan Doyle en el remake a color de “The Hound of the Baskervilles”, historia la cual había sido filmada por Rathbone en 1939. La escena introductoria que consiste en un flashback, sirve para explicar los orígenes de la maldición que afecta a la familia Baskerville: luego de que el decadente Sir Hugo Baskerville (David Oxley) asesina brutalmente a una mucama en su mansión, termina siendo asesinado por la figura de un espectral sabueso que viene a vengar la muerte de la muchacha. Tras esta breve introducción, la cinta nos sitúa en el presente donde Holmes y su compañero el Dr. Watson, se encuentran investigando la misteriosa muerte de Sir Charles Baskerville. Fiel a su estilo, la Hammer comenzó a promocionar la cinta con el eslogan: “¡Los colmillos gotean la sangre de sus víctimas!”, aludiendo al fantasmagórico y aterrador sabueso asesino.

Sin embargo, más de algún fanático resultó decepcionado al encontrarse con una película que se mantenía bastante fiel a la novela de Doyle, salvo por algunos pequeños cambios realizados por el guionista Peter Bryan, cuya experiencia en cintas de este tipo era nula, por lo que prefirió no arriesgarse demasiado. Apenas Peter Cushing se enteró de esta nueva adaptación, no dudó en ofrecer sus servicios ya que desde pequeño había admirado al personaje creado por Doyle. Cushing no solo se preocupó de estudiar con detenimiento al personaje antes de interpretarlo, sino que también adoptó la conocida adicción de Holmes a la morfina, la cual queda plasmada en la apariencia física y el comportamiento que exhibe el Holmes de Cushing. El actor incluso colaboró en la confección del vestuario, con el fin de que este se pareciera lo más posible al de las ilustraciones aparecidas en la serie de historias de Sherlock Holmes que publicó la revista Strand. El resto del elenco estaría conformado por el experimentado actor Andre Morell, quien interpretaría al Dr. Watson, y por Christopher Lee, quien se encontraba ansioso de escapar de los papeles de villano que por tantos años realizó al interior de la Hammer.

En lo que a la trama se refiere, luego de que Holmes es contactado por el abogado de la familia Baskerville (Francis De Wolff), el famoso detective junto a Watson se dirigen a la ancestral mansión familiar, donde ahora reside Sir Henry Baskerville, quien al igual que Holmes, se rehúsa a creer que una maldición se cierne sobre la familia. Es debido a esto que durante el transcurso de la cinta, Holmes tendrá que utilizar toda su inteligencia si desea demostrar que los asesinatos no están ligados a ningún tipo de elemento sobrenatural, antes de que sea demasiado tarde. Como suele suceder en una buena cinta de misterio, Fisher nos presenta a una serie de sospechosos los cuales pueden estar detrás de la materialización de la supuesta maldición. Aunque no son muchos los sospechosos, el director realiza un buen trabajo manteniendo ocultas las respuestas a las principales interrogantes del film, las cuales serán reveladas en el último tramo de la historia.

Mucho se ha hablado de que esta película funciona mejor como un “film de la Hammer”, que como una adaptación de la obra de Doyle. Y es que los fanáticos más puristas del célebre detective han mostrado su molestia por el hecho de que Fisher haya incluido amenazantes tarántulas, un extraño rito de sacrificio, y el interés amoroso de Sir Henry por la joven Cecile Stapleton (Marla Landi), elementos que obviamente no estaban presentes en la novela. Además, la cinta presenta una atmósfera más propia de un film de terror, gracias a la combinación de la espeluznante banda sonora compuesta por James Bernard, el cuidado trabajo de fotografía de Jack Asher, y los sets góticos creados por Bernard Robinson, algo que tampoco les causó mucha gracias a los fanáticos del escritor. En la otra vereda, fueron muchos los críticos que señalaron a la cinta de Fisher como una de las mejores adaptaciones cinematográficas de la obra de Doyle, debido precisamente a los toques de originalidad que presentaba el film.

En cuanto al aspecto interpretativo, las actuaciones son realmente estupendas. Para muchos, el Holmes de Cushing termina siendo un personaje bastante más carismático que el interpretado por Basil Rathbone, sin desmerecer el trabajo de este último. Por otro lado, resulta extraño ver a Christopher Lee interpretando al héroe/víctima de la historia, ya que el actor suele asociarse a la imagen de Drácula y a otros villanos de corte similar. De todas formas, Lee realiza un estupendo trabajo, razón por la cual posteriormente tendría la oportunidad de personificar a más héroes en otras cintas de la Hammer. Tampoco hay que olvidar a Andre Morell, quien realiza un excelente trabajo personificando al Dr. Watson, logrando separarse de la concepción del abuelo bonachón, algo torpe y poco incisivo, construido por Nigel Bruce en los films protagonizados por Rathbone. El actor Miles Malleson por su parte, aporta con una pequeña dosis de humor mediante su caracterización de un curioso obispo amigo de la familia Baskerville, que además de ser bastante torpe y algo alcohólico, resulta ser un experto entomólogo que tendrá una pequeña intervención en la investigación llevada a cabo por Holmes y su compañero.

“The Hound of the Baskervilles” es una cinta entretenida que presenta numerosas virtudes, las cuales se ven algo opacadas por la revelación de la misteriosa bestia que supuestamente es responsable de la muerte de los integrantes de la familia Baskerville. De hecho, según cuentan algunos de los participantes en este film, la escena que presentó mayores problemas fue aquella en la cual es revelada la bestia causante de los asesinatos. Fisher había hecho todo lo posible por evitar dicha revelación, utilizando todo tipo de movimientos de cámara y un adecuado uso de las sombras, lo que no evitó que los productores lo presionaran para revelar el mayor enigma presente en la cinta. En un principio, el equipo técnico había ideado unas maquetas en miniatura de los decorados y los actores, donde se había dispuesto un pedazo de carne que debía atraer a Fido, el perro protagonista. Sin embargo, a la hora de rodar la escena, el perro se abalanzó sobre la carne, para luego acomodarse en el suelo y comérsela con calma. Fue entonces que se pensó en disfrazar a unos niños con máscaras de perro, lo que fue aún más desastroso. Finalmente se optó por usar una máscara con el mismo Fido, algo que obviamente no resultó demasiado convincente. Lamentablemente, todo este embrollo provocó que al momento de su estreno, la cinta no fuese muy bien recibida por el público. Esto llevaría a la cancelación de un proyecto de la Hammer que pretendía realizar una serie de adaptaciones de la obra de Doyle. Más allá de este traspié, “The Hound of the Baskervilles” hoy en día es considerada como una de las joyas olvidadas del cine de misterio, y como uno de los mejores films realizados por la mítica casa del martillo.


por Fantomas.

sábado, 1 de marzo de 2008

Paranoiac: Del amor a la locura hay solo un paso.

“Paranoiac” (1963), es un thriller psicológico del director Freddie Francis, el cual está protagonizado por Janette Scott, Oliver Reed, y Alexander Davion.

Simon Ashby (Oliver Reed) es un hombre trastornado que está intentando volver loca a su hermana Eleanor (Janette Scott), para así poder quedarse con la totalidad de la herencia que les han dejado sus padres. Pero cuando aparece un misterioso hombre (Alexander Davion) quien dice ser su hermano Tony, el cual supuestamente se había lanzado a un acantilado varios años atrás, las cosas se complicarán para Simon quien ahora intentará eliminar dos pájaros de un tiro.

La mítica productora Hammer Films es generalmente recordada por su enorme contribución al cine de terror. Sin embargo, la llamada casa del martillo durante el transcurso de los años también intentó explorar otros géneros cinematográficos como el de la ciencia ficción o el thriller psicológico, entre otros. A fines de los años cincuenta, el guionista Jimmy Sangster presentó un guión fuertemente influenciado por el film francés “Les Diaboliques” (1955), del director Henri-Georges Clouzot. Como en esa época a los ejecutivos de la Hammer solo les interesaban las historias que presentaran algún tipo de monstruo como protagonista, el guión fue desechado rápidamente. Algunos años más tarde, tras el éxito que tuvo la cinta “Psycho” (1960), del director Alfred Hitchcock, la cual rompió con las convenciones existentes hasta la fecha en lo que al cine de terror se refiere, comenzaron a ser estrenadas un buen número de producciones que buscaban imitar lo hecho por el realizador británico. En gran parte de estas cintas, los directores buscaban reafirmar la idea de que el mal podía provenir perfectamente de un hombre común y corriente, y no necesariamente de un monstruo más o menos deformado.

Este cambio de mentalidad sería rápidamente adoptado por los creativos de la Hammer, quienes decidieron rescatar el guión previamente desechado de Sangster, el cual se adecuaba a las nuevas exigencias del medio. De esta forma se origina la cinta “Taste of Fear” (1961), la primera de una serie de thrillers escritos por Sangster para la Hammer, entre los cuales se encuentra el largometraje que ahora nos ocupa. En el caso particular de “Paranoiac”, el guión se basaría en la novela “Brat Farrar”, de la escritora Josephine Tey. Aunque en un principio los productores intentaron comprar los derechos de la novela de Tey, Sangster se alejó tanto de la historia original que finalmente quedaron en nada las conversaciones con la novelista. El guión, al igual que el resto de los thrillers escritos por Sangster para la casa del martillo, está plagado de clichés propios del género y se encuentra fuertemente influenciado por la ya mencionada obra de Alfred Hitchcock.

La historia nos sitúa en el seno de la sufrida familia Ashby. Tras el asesinato de sus padres, el pequeño Anthony queda tan perturbado con su muerte, que decide tirarse a un acantilado, no sin antes dejar una nota de suicidio. Lo extraño del asunto, es que su cuerpo jamás logra ser encontrado. De esta forma, su hermana Eleanor y su hermano Simon quedan bajo el cuidado de su tía Harriet (Sheila Burrell), quien no logra evitar que ambos niños se conviertan en adultos con serios problemas psicológicos. Mientras que Simon se inclina por las fiestas, la velocidad, y el excesivo consumo de alcohol, Eleanor no puede controlar su temor a volverse loca. Las cosas se complicarán aún más para la pareja de hermanos cuando Eleanor comience a asegurar que su hermano Anthony ha vuelto desde el más allá con la intención de quedarse. Con esto en mente y con el objetivo de capturar el interés del espectador, Sangster se encarga de insertar un giro dramático cada cinco minutos de metraje, lo que funciona hasta el momento que el espectador cree haber solucionado el misterio que se esconde en la casa de los Ashby.

A medida que avanza la historia, se ve como Simon comienza a intranquilizarse ante la posibilidad de perder su herencia a manos de su supuesto hermano. Y es que para colmo, su estilo de vida ha logrado molestar al abogado de la familia (Maurice Denham), quien no está dispuesto a entregarle más dinero a Simon para que este lo siga malgastando. Es por esto que ahora para mantener su estilo de vida, no solo deberá deshacerse de su hermana, sino que también tendrá que deshacerse de su supuesto hermano. Además del conflicto que protagoniza el personaje de Reed, la cinta nos presenta varias interrogantes entre las cuales obviamente resalta el tema de la verdadera identidad del hombre que asegura ser Anthony Ashby. Y es que nada es lo que parece ser en el hogar de los Ashby, ya que el hombre logra superar sin dificultades una serie de pruebas que intentan probar que es un impostor. Ya durante la segunda mitad del metraje, el relato se mete de lleno al género del terror mediante la aparición de una siniestra figura enmascarada, cuya presencia suele estar acompañada de un misterioso canto que parece provenir desde el interior de la casa. Es debido a esto que surgen nuevas interrogantes tales como: ¿De dónde proviene la misteriosa voz?, ¿Por qué Simon se encierra en la capilla a tocar el órgano por las noches?, y ¿Quién se esconde tras la grotesca máscara y cuáles son sus intenciones?

En cuanto al aspecto narrativo, la historia está narrada de manera bastante episódica, y los personajes en general responden a estereotipos. Más allá de lo unidimensional de los personajes, el elenco realiza un buen trabajo interpretándolos. Oliver Reed despliega su histrionismo habitual a la hora de interpretar a Simon, un personaje que pese a su inteligencia, presenta una marcada adicción al alcohol y una predilección por la autodestrucción. Janette Scott por su parte, logra que su personaje resulte ser lo suficientemente interesante como para que el espectador muestre interés por su destino. Como suele suceder en las producciones de la Hammer, tanto el diseño de producción realizado por Bernard Robinson, como la dirección de fotografía de Arthur Grant, son sencillamente impecables, convirtiéndose en parte esencial del encanto del largometraje. Lo mismo sucede con la banda sonora compuesta por Elizabeth Lutyens, la cual es en gran medida responsable de la atmósfera inquietante que presenta el film.

Pese a presentar una serie de elementos interesantes, como lo son las actuaciones de sus protagonistas y el tratamiento de algunos temas tabú como lo son las relaciones incestuosas, "Paranoiac" difícilmente podría ser considerado como uno de los grandes clásicos de la Hammer. Más allá de los esfuerzos de Freddie Francis por crear un thriller de calidad, es evidente que esta película no logra estar al mismo nivel que el clásico incombustible de Alfred Hitchcock que inspiró al film. De todas formas, la producción encabezada por Francis es por sobre todo entretenida, presenta un adecuado ritmo narrativo, y juega de manera interesante con elementos propios de los thrillers psicológicos, los films de terror, y los siempre complejos dramas familiares. En definitiva, “Paranoiac” se termina alzando como un producto recomendable pese a sus falencias, y como una variante de las siempre interesantes y atmosféricas cintas de terror de la ya legendaria casa del martillo
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por Fantomas.
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