“The Devil´s Advocate” (1997),es una cinta de terror psicológico del director Taylor Hackford, la cual está protagonizada por Keanu Reeves, Al Pacino y Charlize Theron.
Kevin Lomax (Keanu Reeves) es un joven y exitoso abogado, cuya ambición lo lleva a aceptar un puesto en el bufete de abogados del enigmático John Milton (Al Pacino), sin imaginarse que dicha decisión puede convertir su vida en un verdadero infierno.
En el año 1990, poco tiempo después de que el escritor Andrew Neiderman publicara la novela “The Devil´s Advocate”, el director Larry Cohen, cuya carrera se ha desarrollado mayormente dentro de los márgenes del cine de Serie B, se lanzó a la tarea de adaptar el escrito de Neiderman. Si bien el guión confeccionado por Cohen eventualmente sería adquirido por los estudios Warner Brothers, con la intención de que este fuera llevado a la pantalla grande por Joel Schumacher con Brad Pitt como protagonista, la verdad es que el guión permanecería varios años guardado en los archivos del estudio antes de caer en las manos del director Taylor Hackford. Sin embargo, a los ojos de Hackford, el guión de Cohen tenía demasiados elementos que lo ligaban a la Serie B, razón por la cual contrató a los escritores Jonathan Lemkin y Tony Gilroy para que reescribieran por completo el relato. En cuanto a la elección del elenco, tras descartar a Edward Norton, John Cusack y Robert Redford, el director finalmente contrataría a Keanu Reeves y Al Pacino para interpretar los roles protagónicos del film.
El film se centra en la vida de Kevin Lomax, un joven abogado que reside en Florida, cuya carrera va en ascenso debido a que nunca ha perdido un juicio. Sus ansias de convertirse en un profesional exitoso a toda costa y su escasa ética profesional, quedan demostradas al inicio de la película, cuando logra que absuelvan a un hombre acusado de abusar de una adolescente, aún cuando resulta evidente que es culpable. Es precisamente a raíz de este caso que Lomax es contratado por John Milton, el dueño de una gran firma de abogados de Nueva York que hace un tiempo que sigue sus pasos. Es así como junto a Mary Ann (Charlize Theron), su bella esposa, Lomax se muda a la gran manzana para instalarse en un lujoso departamento y vivir una vida de ensueño. Sin embargo, la relación entre la feliz pareja pronto comienza a deteriorarse, principalmente porque bajo el hipnótico influjo de Milton, Lomax se obsesiona con su trabajo, empieza a ignorar a su esposa y a acercarse a una atractiva y provocadora colega (Connie Nielsen), todo lo cual lentamente irá consumiendo su vida, y lo acercará a una verdad difícil de aceptar.
Si bien durante la primera mitad del film la trama se acerca más al drama que al terror psicológico, noción que se acrecienta aún más cuando Mary Ann, frustrada por no poder tener un hijo, comienza a sufrir ataques de ansiedad que rápidamente deterioran su salud y su estabilidad mental, ya durante el segundo tramo de la historia, esta comienza a presentar algunos ribetes siniestros que están estrictamente ligados con la aparente naturaleza sobrenatural del misterioso jefe de Lomax. Sumado a las múltiples y escalofriantes alucinaciones que empieza a tener Mary Ann, en las cuales varias de las personas que la rodean adquieren rasgos demoníacos, un abogado es asesinado brutalmente por un par de mendigos luego de tener una fuerte discusión con John Milton. Y es que prácticamente para nadie es un secreto que el persuasivo y encantador John Milton es el Diablo, aún cuando su verdadera identidad recién es revelada durante la segunda mitad de la cinta. Lo único que se mantiene en secreto durante gran parte del film, son los motivos por los cuales él decidió reclutar a Lomax, y cuáles son los planes que tiene para quien se ha convertido en su más fiel discípulo.
Durante todo el transcurso de la cinta, se explora el tema del libre albedrio y de cómo cada una de las decisiones que tomamos tiene una consecuencia, que no solo afecta a la persona que la tomó, sino que también a todos aquellos que lo rodean. Durante el grandilocuente discurso final que realiza John Milton, este asegura que no ha interferido en ninguna de las decisiones que ha tomado Lomax, las cuales eventualmente lo han llevado a vivir un verdadero infierno. Si bien es cierto que el protagonista comete una serie de errores motivado por su vanidad y su inagotable ambición, tampoco se puede descartar la idea de que siendo Satán el Príncipe del engaño y las mentiras, este pudo haber influido en las determinaciones del joven abogado para así hacerse con su alma. Con respecto a esto, cabe mencionar que Taylor Hackford no solo maneja de manera estupenda el clímax del film, insertando un par de vueltas de tuerca que no solo resultan sorprendentes, sino que además le otorgan un poder de impacto mayor al interesantísimo final, cuyo mensaje pareciera ser que no importa lo que haga Lomax, este no puede escapar de su destino ni de su verdadera naturaleza.
En cuanto al aspecto interpretativo de la cinta, la totalidad del elenco participante realiza un estupendo trabajo. Keanu Reeves no solo realiza una correcta labor, sino que además se complementa de manera perfecta con Al Pacino, cuya interpretación de la encarnación del Diablo resulta ser inolvidable. Es precisamente él quien tiene las mejores líneas de diálogo del film, y es quien finalmente le imprime un toque de comedia negra al relato. Charlize Theron por su parte, interpreta de manera creíble a una mujer que de un momento a otro se ve sumida en un mundo que le es extraño, y que amenaza con destruir por completo su vida. Por otro lado, la película además cuenta con el magnífico trabajo de fotografía de Andrzej Bartkowiak, y con la correctísima banda sonora del compositor James Newton Howard, quienes en conjunto son responsables de la atmósfera inquietante que domina al relato. Por último, cabe destacar el uso por parte de Taylor Hackford de imágenes en rápida sucesión para indicar el paso del tiempo, tal y como lo hizo en su momento el director Godfrey Reggio en el film “Koyaanisqatsi” (1982).
“The Devil´s Advocate” es básicamente la fusión entre un relato del escritor John Grisham, y una cinta de terror psicológico al más puro estilo de “Rosemary´s Baby” (1968), del director Roman Polanski. Si bien por un lado el film presenta sólidas actuaciones, un espléndido diseño de producción y un puñado de momentos realmente escalofriantes, también es cierto que posee un ritmo narrativo algo irregular, presenta algunos efectos especiales que no han soportado bien el paso del tiempo, y contiene ciertas escenas que se acercan peligrosamente a la caricaturización de la figura del Diablo. Más allá de sus defectos, “The Devil´s Advocate” se alza como un entretenido e interesante thriller psicológico con toques sobrenaturales, cuya historia se caracteriza por presentar una marcada ironía que se refleja en cada una de las intervenciones del personaje de Pacino, quien incluso en un momento declara: "He alimentado cada sensación que el hombre ha deseado tener. He cuidado de que tuviera todo lo que quería y nunca le he juzgado. ¿Por qué? Porque nunca le he rechazado a pesar de todas sus imperfecciones. Soy un admirador del hombre. Soy un humanista. Posiblemente el último humanista."
*Con esto pongo fin al especial de octubre. A modo de complemento he subido un artículo del Diablo en el cine en el blogCinemauniverse.
Durante siglos, la figura del Diablo ha sido eje del temor en Occidente. Temor a la represalia de las fuerzas religiosas, temor a la oscuridad, temor a la tentación y, en definitiva, temor ancestral que no necesita motivo. Cuestiones de orden moral, religioso y artístico implican que la presencia del Diablo haya sido tratada con cuidado similar al dispensado con otros personajes paradigmáticos (la Muerte, Dios, etc.). Esto obviamente representó una dificultad para todos aquellos directores que han intentado retratarlo de la manera más fidedigna posible en la pantalla grande, lo que decantó en que la encarnación del mal haya sido personificada de todas las maneras imaginables. En el siguiente artículo, intentaré dar una mirada lo más completa posible a la amplia gama de cine demoníaco que ha sido filmado desde los inicios del cine.
El surgimiento del Diablo cinematográfico en Europa:
El Diablo cinematográfico nacería en Francia, país que anteriormente había manifestado su interés en el Príncipe de la Tinieblas a través de un sinnúmero de obras literarias, como por ejemplo “Le Diable amoureux”, del escritor Jacques Cazotte. Sería el director Georges Méliès quien a fines del siglo XIX, utilizaría la figura iconográficamente reconocible de Mefistófeles (es decir, el individuo con bigotes y cejas puntiagudas, cuernos y porte aristocrático) en los cortos “The Devil´s Manor” (1896), “The Devil´s Castle” (1897), y “Le Cabinet de Méphistophélés” (1897), entre otros. En la década del diez, el Diablo volvería a surgir en el cine, esta vez en medio de la fiebre italiana por las superproducciones épico-históricas, algo que se extendería hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial. Una de las obras más recordadas de la época sería “L´Inferno” (1911), de los directores Giuseppe de Liguero, Francesco Bertolini y Adolfo Padovan, la cual era una adaptación de “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri.
En otros países como Rusia, directores como Wladislas Starewicz presentarían a figuras demoniacas en cortos como; “Strashnaya Mest” (1912) y “Noch Pered Rozhdestvom” (1913), mientras que Yakov Protazanov filmaba “Satana Likuyushchiy” (1917), en la cual Satanás intenta tentar a un pastor y su familia. Sin embargo, es probablemente en Alemania donde se realizaría una mayor cantidad de cintas centradas en el Diablo. Es así como nosotros nos encontramos con films como “Unheimliche Geschichten” (1919), del director Richard Oswald, en el cual aparece el Diablo y la Muerte como figuras simbólicas que se encargan de relatar las cinco historias de terror y suspenso que componen la cinta; “Satanas” (1919), una película de F. W. Murnau que actualmente se encuentra perdida, donde el Diablo busca recuperar la luz perdida tras su caída con la ayuda de un humano que puede transmutar el mal en bien. El actor encargado de personificar a Satanás en dicho film, Conrad Veidt, nuevamente interpretaría dicho rol en el film, “Kurfürstendamm” (1920), del director Richard Oswald, donde en esta ocasión el Señor de las tinieblas decide bajar a un pueblo del cual provienen la mayoría de las almas que van a parar al infierno.
F. W. Murnau por otro lado, retomaría el tema del Diablo en la más famosa adaptación cinematográfica de la obra de Johann Wolfgang von Goethe, “Fausto”, la cual sería titulada “Faust: Eine Deutsche Volkssage” (1926). Esta historia es probablemente uno de los relatos relacionados con el Diablo que más veces ha sido adaptado. Anteriormente, el ya mencionado Georges Méliès había filmado “Faust et Margueritte” (1897) y “La Damnation De Faust” (1898). Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, el director J. Searle Dawley había filmado “Faust” (1909), y Dell Henderson había realizado la cinta “Faust and the Lily” (1913). Durante la década del sesenta, aparecería una nueva adaptación del relato titulada, “Doctor Faustus” (1967), la cual estaría dirigida por Richard Burton y Neville Coghill. Entre algunas de las películas actuales que retoman el mito de Fausto, se encuentran: “Faust” (1994), de Jan Svankmajer; “Faust: Love of the Dammed” (2000), de Brian Yuzna; y “Fausto 5.0” (2001), de Álex Ollé, Isidro Ortiz y Carlos Padrisa. Finalmente, me queda destacar dos cintas realizadas por directores daneses durante la década del veinte; “Blade af Satan Bog” (1921), de Carl Theodor Dreyer; y “Häxan” (1922), de Benjamin Christensen. Mientras en la primera se muestran los intentos de Satanás por agradar a Dios, en la segunda se indaga el mito del satanismo y la brujería durante la Edad Media.
La llegada del Diablo al cine norteamericano y su evolución hasta la década de los cincuenta:
Antes de realizar su debut cinematográfico en tierras estadounidenses, el Señor de las Tinieblas llamaría la atención del público gracias a la obra de Broadway, “Az Ördög” (1907). Gracias al éxito de esta obra, el director D. W. Griffith filmaría una adaptación titulada, “The Devil” (1908). Durante los años siguientes, surgirían diferentes adaptaciones de la obra con el mismo nombre, como por ejemplo la filmada en 1915 por Thomas H. Ince y Reginald Barrer, y otra realizada en 1921 por James Young. Más tarde, el cine norteamericano mostraría cierto interés en la obra de Dante Alighieri, lo que se plasmaría en las cintas “Dante´s Inferno” (1924), de Henry Otto, donde el Diablo es personificado por el actor de color Noble Johnson; y una sonora “Dante´s Inferno” (1935), del director Harry Lachman. Durante la Primera Guerra Mundial, los Estados Unidos utilizarían la figura de Satán en algunas cintas propagandistas. Por ejemplo, en “To Hell With the Kaiser!” (1918) de George Irving, se ve como el Káiser Guillermo marcha al infierno, mientras que en “Restitution” (1918), de Howard Gaye, se muestra al Diablo aliándose con el Káiser, solo para ser derrotado por Jesús. Esta visión del Diablo como un integrante del bando enemigo, se repetiría en algunas de las cintas hollywoodenses realizadas durante la Segunda Guerra Mundial.
Durante los años treinta, la fuerte crisis económica por la que pasaba la sociedad norteamericana, y la necesidad de esta de escapar por un momento de la realidad, influiría en que la figura de Lucifer comenzara a ser objeto de representaciones más soliviantadas y diversas que en las décadas anteriores. Fue así como se realizaron por ejemplos algunos cortos sonoros como “The Devil´s Parade” (1930) o “The Devil´s Cabaret” (1930), que mostraban a Satán como el eje de pintorescos números musicales ambientados en el averno. De la misma forma, la fábrica de cortos cómicos de Hollywood representaría al Maligno en la figura de dictadores europeos como en “I´ll Never Heil Again” (1941), el cual es un memorable corto de los Tres Chiflados, o en “The Devil With Hitler” (1942), de Gordon Douglas, en el cual si el Diablo no logra que Adolf Hitler realice una buena acción, su puesto le será entregado inmediatamente al Führer. Al mismo tiempo, algunas seriales tomarían algunos de los diversos nombres del Señor de las Tinieblas para nombrar a sus personajes principales, hecho que sucedería en “Mysterious Doctor Satan” (1940), y en “Dick Tracy vs. Crime Inc” (1942), donde el villano de turno se llamaría Lucifer. La industria hollywoodense durante este periodo, también nos mostró a Diablos agresivos y místicos, en cintas como “The Blood of Jesus” (1941) y “Going to Glory, Come to Jesus” (1947), de los directores Spencer Williams y T. Meyer respectivamente.
Durante este periodo, también se realizaría una adaptación de la historia corta de Stephen Vincent Benet, “The Devil and Daniel Webster”, la cual sería dirigida por William Dieterle en 1941, y donde el Diablo ocuparía el nombre del Sr. Scratch, el cual es sacado de las leyendas folklóricas de Nueva Inglaterra. Tratándose de una tradicional historia de pacto diabólico pero ambientada en las crédulas zonas rurales, el filme nos muestra a la encarnación de Lucifer como un alegre y vivaz alborotador que no solo es visible sino que interactúa normalmente con sus vecinos del pueblo. Ya en la década del cincuenta, la Guerra Fría y las circunstancias de bipolarización del mundo, provocarían una nueva oleada de demonización cinematográfica. Diversos retratos del Diablo pueden ser vistos en cintas como la delirante “Glen or Glenda” (1953), de Ed Wood; “The Undead” (1957), de Roger Corman; “The Story of Mankind” (1957), de Irwin Allen, donde Vincent Price interpreta al Sr. Scratch, quien se ve involucrado en un juicio celestial que definirá el destino de la Humanidad.
El reencanto europeo con las figuras demoníacas y la explotación del Diablo como figura comercial:
Aunque durante un par de años en Europa la figura de Diablo dejó de llamar la atención del público, la verdad es que este continuó apareciendo en diversos films. En “La Main Du Diable” (1941), de Maurice Tourneur, la cual es una adaptación de la novela homónima de Gérard de Nerval, un pintor fracasado consigue un talismán que le da amor, fama y salud. Sin embargo, como nada es gratis en este mundo, luego de un año Lucifer llega a la Tierra en busca de lo que es suyo. Por otro lado en “La Beauté du Diable” (1950), el director René Clair desarrolló su propia versión de la historia de Fausto. Federico Fellini por su parte, filmaría el segmento “Toby Dammit”, perteneciente a la cinta “Histoires Extraordinaires” (1967), el cual cuenta con una premisa similar a las dos cintas antes mencionadas. Una visión distinta del mito del Diablo, sería ofrecida por “Quatermass and the Pit” (1967), film realizado por la compañía inglesa Hammer Films. En dicha cinta, el Demonio es reconocido como una figura extraterrestre tras una examinación científica llevada a cabo por el protagonista de la historia. La Hammer luego estrenaría el film, “The Devil Rides Out” (1968), el cual trataba el tema del ocultismo y la invocación del demonio. Al año siguiente, se estrenaría uno de los grandes clásicos del cine demoníaco; “Rosemary´s Baby” (1968), del director Roman Polanski. En dicha cinta, el Diablo es una fuerza más bien invisible, el cual utiliza a una serie de personas para cumplir su objetivo.
Sería en la década de los setenta cuando finalmente el Diablo se convertiría en sinónimo de éxito económico para la industria cinematográfica. El estreno de “The Exorcist” (1973), del director William Friedkin, sentaría las bases de cómo debía ser contada una historia de posesión demoníaca, además de desatar un fiebre por las películas de este tipo. Mientras que “The Exorcist” contaría con dos secuelas y una precuela, las cuales serían filmadas a través de los años, en Europa fueron estrenadas cintas bastante similares como “Lisa and the Devil” (1975), del director Mario Bava; “To the Devil a Daughter” (1976), de Peter Sykes; y “Seytan” (1974), la versión turca del film de Friedkin. Antes de terminar la década de los setenta, sería estrenada “The Omen” (1976), de Richard Donner, otros de los grandes clásicos del género, la cual contaría con tres secuelas y un remake realizado en el 2006. A esta se le sumarían un sinnúmero de cintas demoníacas, entre las que se encuentran “La Plus Longue Nuit du Diable” (1972), de Jean Brismee; “Inquisición” (1976) y “Exorcismo” (1975), ambas protagonizadas por Paul Naschy; “Die Liebesbriefe Einer Portugiesiche Monne” (1977), de Jesús Franco; “The Evil” (1978), de Gus Trikonis; y “The Sentinel” (1977), de Michael Winner, entre otras.
En muchas de estas cintas, la influencia del Mal se deja sentir a través de sectas satánicas, brujas malditas o que maldicen, jóvenes posesos y indicios sobre situaciones apocalípticas. En la década de los ochenta, figuras demoníacas seguirían apareciendo en cintas de diversos géneros. Dentro del género del terror podemos encontrar films como “Jaws of Satan” (1981), “Play Dead” (1986), “Satan´s Mistress” (1982), “Fear No Evil” (1981), y “Night Train to Terror” (1985), entre otras, donde en esta última el director Gregg G. Tallas propone un encuentro entre Dios y el Diablo, en el que discuten el destino de las personas que protagonizan las tres historias que conforman la cinta. El cine también ofrece una imagen del Señor de la Oscuridad para el público juvenil, como lo que sucede con “Legend” (1985), de Ridley Scott. Por último, el Diablo también aparecerá en la controversial historia de detectives, “Angel Heart” (1987), del director Alan Parker; y en la también controversial “The Last Tempation of Christ” (1988), de Martin Scorsese, en la que Lucifer convence a un Jesús agonizante de bajar de la cruz y vivir una vida normal.
El Diablo en el cine latinoamericano:
En México, un país católico pero también eminentemente receptor de lo sobrenatural, el Diablo ha tenido distinto tipos de representaciones a lo largo de los años. En la infantil “Santa Claus” (1958), es el enemigo natural del protagonista, en tanto que en la cándida pero profunda “Macario” (1960), de Roberto Gavaldón, el Diablo es una de las tres figuras paradigmáticas, a la par de Dios y la Muerte, que tratan de comerse el guajolote (o pavo) que el protagonista se lleva al solitario campo. En “Jesús, Nuestro Señor” (1970), de Miguel Zacarías, es Jesús quien se opone a Satanás, mientras que en la alucinante “Alucarda, La Hija De Las Tinieblas” (1975), de Juan López Moctezuma, se combina la concepción gótica mexicana con influencias europeas de De Sade y Le Fanu. Durante ese mismo periodo, Enrique Rocha interpretaría al tentador Luzbel ante una monja en “Satánico Pandemonium” (1973), de Gilberto Martínez Solares. El cine norteamericano, tomando nota de esta simpatía de Lucifer por el país azteca, la refleja en el filme independiente, “Judgement Day” (1988), de Ferde Grofé Jr., en la cual Satanás se apresta realizar su visita anual al pueblito mexicano de Santana en busca de almas humanas.
Por otra parte, durante la década de los cincuenta el Diablo se instala oficialmente en el cine argentino. Antes, había sido un personaje gravitante en “El Regreso” (1950), deLeopoldo Torres Ríos donde Satanás le cede un permiso especial a un alma para regresar a la Tierra durante unas horas y comprobar el destino de la mujer que amó. Durante los setenta, a través de la corriente de indagación de mitos folklóricos propios, es que surgen films interesantes como “El Familiar” (1972), de Octavio Getino, que en un tono alegórico se dedica a plantear fuertes críticas sociales de orden político, entablando el paralelismo entre la figura del "Familiar" (el Diablo según la tradición norteña) y el imperialismo y los militares. Una versión más moderada de ese argumento la realiza Luis Saslavsky con “Fausto Criollo” (1979), la cual está basada en la obra homónima de Estanislao Del Campo. Sin embargo, es en “Nazareno Cruz y El Lobo” (1975), de Leonardo Favio, que se consigue la gran personificación del Diablo en el cine argentino. Conocido aquí como "el Poderoso" y encarnado por Alfredo Alcón, su personaje se eleva sobre un filme de logros irregulares. Alcón también encarna a una especie de Fausto en “El Agujero en la Pared” (1982), de David José Kohon, donde Mario Alarcón encarna a un simpático y picaresco Diablo conocido como "Mefi".
El Diablo en el cine actual:
Durante los años noventa en adelante, seguirían estrenándose películas en las que el Señor de las Tinieblas participa como protagonista, o como personaje secundario. En cintas como “Needful Things” (1993), “El Día de la Bestia” (1995), “Eko Eko Azaraku” (1995), “The Prophecy” (1995), “The Devil´s Advocate” (1997), y “End of Days” (1999), entre otras, el Diablo aparece en todas las formas imaginables, aunque generalmente se camuflándose bajo una apariencia humana. Las temáticas van desde el intento de Lucifer por desatar el infierno en la Tierra, hasta la sencilla captura de almas con las cuales pretende engrosar su colección. En los últimos años, han aparecido pocas propuestas originales como por ejemplo “Constantine” (2005), del director Francis Lawrence, la cual si bien no está centrada en el Diablo, este realiza una interesante aparición en la historia. Además se ha realizado una serie de remakes de algunos clásicos del género, como el ya mencionado “The Omen” (2006), o el de la comedia “Bedazzled” (2000), por citar algunos. Evidentemente es imposible citar todas las cintas que hacen alusión a la figura del Diablo o a sus seguidores. Constantemente están siendo realizados films de todos los géneros que involucran al Señor de las Tinieblas. Mientras esperamos que la industria cinematográfica mundial nos sorprenda con alguna nueva joya del cine demoníaco, solo nos queda revisar algunos de los grandes clásicos que alguna vez presentaron al Diablo entre sus filas.
“Angel Heart” (1987),es un thriller del director Alan Parker, el cual está protagonizado por Mickey Rourke, Robert De Niro y Lisa Bonet.
Harry Angel (Mickey Rourke) es un detective privado que es contratado por un estudio de abogados para realizar una investigación para uno de sus clientes, el señor Louis Cyphre (Robert De Niro). Su misión será buscar a un famoso cantante de los años treinta llamado Johnny Favorite, que desapareció durante la Segunda Guerra Mundial de forma misteriosa. Aunque en principio parece una tarea sencilla, durante su investigación Angel se topará con una serie de personas brutalmente asesinadas, lo que lo hará temer por su propia vida.
A mediados de la década del ochenta, el director Alan Parker descubriría la novela “Falling Angel”, del escritor William Hjorstberg, en la cual un detective llamado Harry Angel se veía enfrentado a magia negra, asesinatos, y tabúes sexuales durante el curso de uno de sus tantas investigaciones. Interesado en llevar la historia a la pantalla grande, Parker rápidamente se puso a trabajar en la confección de un guión. Una vez terminado el escrito, el director emprendió la tarea de seleccionar al elenco de su nueva producción. Tras descartar a nombres como Al Pacino, Jack Nicholson y Marlon Brando, el realizador contrató a Robert De Niro y a Mickey Rourke para interpretar los roles protagónicos masculinos. En cuanto al rol protagónico femenino, una joven madre soltera llamada Epiphany Proudfoot, la cual está involucrada en rituales vudú, el director se decantó por la actriz Lisa Bonet. Sin embargo, Parker jamás imaginaría los problemas que le traería dicha decisión. Bonet era conocida por haber trabajado durante años en la serie familiar “The Cosby Show” (1984-1992), por lo que cuando se supo que debía participar en algunas escenas de sexo, los fanáticos de la serie emprendieron una cruzada en contra de la cinta, lo que eventualmente terminó influyendo en el resultado de la misma.
La cinta se ambienta en la década del cincuenta y su protagonista, Harry Angel, es un detective caído en desgracia que se encuentra desesperado por encontrar un nuevo trabajo. Es ahí cuando se presenta el misterioso y algo excéntrico Louis Cyphre, quien le ofrece una considerable cantidad de dinero por encontrar a un famoso cantante que mantiene una deuda con él. Aunque en apariencia se trata de un trabajo sencillo, Angel no tardará en darse cuenta que tras la figura del artista, se esconde un oscuro secreto que debe ser protegido a toda costa, lo que provoca que muchas de las personas involucradas en la investigación comiencen a aparecer brutalmente asesinadas. De esta forma, durante el transcurso del film el espectador es testigo de cómo Angel rastrea a cada una de las personas que conocieron al ahora desaparecido Johnny Favorite, entre las cuales se encuentra un facultativo adicto a la morfina, un guitarrista que solía acompañar al cantante en sus presentaciones, y una mujer de clase acomodada que exhibe un marcado interés por el ocultismo, entre otros.
Eventualmente, Harry Angel llega hasta Epiphany Proudfoot, quien es la hija de la amante que tenía Johnny Favorite antes de la guerra. La atractiva muchacha de 17 años de edad no solo llama la atención del detective por su innegable belleza, sino que también por el hecho de que desde la muerte de su madre, ella tiene una conexión directa con el mundo del ocultismo ya que ejerce como sacerdotisa vudú. Entre ambos personajes no tarda en desarrollarse una marca tensión sexual, que terminará estallando en la bullada escena de sexo del film. Si bien es innegable que dicha escena es bastante gráfica y violenta, también resulta evidente que está repleta de simbolismos, y que fue incluida por el director con la intención de arrojar cierta luz con respecto al misterio que rodea a la investigación del detective. Y es que durante el acto sexual, comienzan a ocurrir ciertos sucesos paranormales que parecen indicar que se trata de una unión prohibida, dominada por fuerzas oscuras e invisibles, que terminará acercando al protagonista a una verdad que era mejor mantener oculta.
Esta no es la única escena en la que Alan Parker introduce ciertos simbolismos, los cuales a lo largo del film oscilan entre lo sutil y lo grotesco. Al mismo tiempo, existen diversas referencias a la religión católica durante el transcurso de la historia, así como también son apreciables otras relacionadas con la iconografía satánica y el vudú. Por otro lado, el director se esmera por otorgarle un carácter sobrenatural a algunos objetos cotidianos como ventiladores o ascensores, cuya presencia pareciera augurar el descenso de algunos personajes al infierno. Las pistas que presenta la cinta son innumerables, e incluso se encuentran ocultas en las frases algo metafóricas que suele mencionar Louis Cyphre en cada una de sus apariciones. Por último, a medida de que la investigación avanza, Angel comienza a tener extrañas pesadillas y a sufrir una serie de cambios, que terminarán definiendo su destino en esta intricada y peculiar historia de detectives.
En lo que respecta a las actuaciones, la totalidad del elenco realiza un trabajo magnífico. En aquella época Mickey Rourke estaba en la cima de su carrera, y eso queda demostrado con su estupenda interpretación de un detective que acorralado por sus necesidades económicas, termina aceptando un trabajo que amenaza con destruir su cordura e que incluso puede costarle la vida. Lisa Bonet por su parte, si bien realiza una encomiable labor interpretando a la seductora Epiphany Proudfoot, lamentablemente su participación fue opacada por la polémica relacionada con la ya mencionada escena de sexo. Por último cabe destacar a Robert De Niro, cuya interpretación de la encarnación del Diablo resulta inolvidable. Fue tal el impacto que provocó el actor con su personaje, que Alan Parker declaró en una ocasión que evitaba confrontarse con De Niro en determinadas escenas, ya que se sentía intimidado por su papel. Por otro lado, la cinta además cuenta con el brillante trabajo de fotografía de Michael Seresin, quien logra dotar a las calles de la ciudad de Nueva Orleans de una atmósfera por sobre todo escalofriante. Cabe mencionar que el hecho de que la película haya sido rodada utilizando tonalidades monocromas, responde al deseo del director de filmar la historia en blanco y negro, idea que a los ejecutivos de la productora Carolco no les resultó demasiado atractiva. Por último cabe destacar la estupenda banda sonora del compositor Trevor Jones, que ayuda a reforzar la atmósfera siniestra que caracteriza al relato.
“Angel Heart” no solo es una cinta por sobre todo provocadora, sino que además presenta una interesante mezcla de géneros. Si bien comienza como una típica historia de detectives, en la más pura tradición de las novelas de Raymond Chandler, lentamente empieza a mutar en un relato de terror sobrenatural, lo que obviamente la convierte en un producto llamativo. Y es que en muchos sentidos se trató de una película innovadora para la época, y hoy en día puede apreciarse su influencia en algunas producciones de corte similar. Curiosamente, debido a que el largometraje contiene altas dosis de violencia y sexualidad, este tuvo que ser editado en su momento por Alan Parker, debido a las presiones de los organismos de censura. Es por este motivo que existen tres versiones del film, las cuales varían en el grado de crudeza de algunas escenas, y en la inclusión de algunos flashbacks que tienen relación con lo sucedido con Johnny Favorite durante la guerra. Pese a que el desenlace puede resultarle algo predecible a algunos espectadores, “Angel Heart” se alza como una de las mejores producciones rodadas durante la década del ochenta, la cual pese al paso de los años ha sabido conservar intacto su peculiar encanto.
Joseph James “Joe” Dante, nació el 28 de noviembre de 1946, en Morristown, New Jersey. Aunque él originalmente quería convertirse en un caricaturista cuando ingresó a la escuela de arte, eventualmente terminó interesándose por el mundo del cine. La verdad es que Dante siempre había sido un cinéfilo, lo que lo había llevado a escribir reseñas para la revista Castle of Frankenstein a principios de los sesenta, y en el Film Bulletin, desde 1969 a 1974. Su primera cinta, la cual realizó junto a su amigo Jon Davison, consistía en una maratón de imágenes de siete horas, la cual estaba compuesta por una serie de clips de películas, comerciales y trailers, la cual sería titulada como, “The Movie Orgy” (1968). Posteriormente, Dante ingresaría al negocio del cine a través de la compañía de Roger Corman, New World Pictures, lugar en el cual él estaría a cargo de editar los trailers. Luego de un tiempo, comenzaría a editar las cintas, y eventualmente tendría la oportunidad de co-dirigir junto a Allan Arkush el film, “Hollywood Boulevard” (1976), el cual era una parodia de las películas de bajo presupuesto. Aunque las condiciones no eran las mejores, el trabajar junto a Corman le otorgó a Dante la posibilidad de aprender bastante acerca del proceso de filmación de una película.
La primera cinta en solitario como director de Dante, y su primera colaboración con el guionista John Sayles, seria la cinta de terror, “Piranha” (1978). Aunque el film podría ser considerado como una suerte de homenaje/plagio de “Jaws” (1978), la verdad es que la película es un producto divertido e inteligente, en el cual se evidencia uno de los motivos recurrentes del cine del director, donde este señala al ejército como el responsable de todo el caos existente en la historia. Dante volvería a trabajar junto a Sayles en la cinta de hombres lobo, “The Howling” (1981), la cual construyó los cimientos de la fama del director. Al igual que “An American Werewolf in London” (1981), de John Landis, la cinta de Dante presentaba un estupendo trabajo de efectos especiales, y una historia de terror mezclada con dosis de humor negro. Al igual que muchos de los trabajos del director, los eventos que se ven en la televisión dentro del film, reflejan y comentan algunos acontecimientos que suceden durante el transcurso de la historia. En esta ocasión por ejemplo, una escena en la cual un personaje es víctima de un hombre lobo, es intercalada con un dibujo animado que refleja la situación de la víctima (algo similar ocurre también de "Piranha").
El éxito de “The Howling” posicionó a Dante como un director talentoso, el cual era capaz de manejar complejos efectos especiales y contar una buena historia, al mismo tiempo que imprimía su visión personal acerca del material que estaba manejando. Impresionado por el trabajo de Dante en “The Howling”, Steven Spielberg lo contrató para dirigir uno de los segmentos de “Twilight Zone: The Movie” (1983), comenzando lo que sería una relación laboral algo esporádica con el director/productor, que duraría alrededor de veinte años. Pese a realizar un buen trabajo en dicho film, lamentablemente la producción se vio opacada por la controversia que causó un serio accidente que ocurrió durante la filmación del segmento que le correspondía a John Landis. Inspirado en el episodio de la serie original titulado, “It´s a Good Life”, el segmento de Dante demuestra su particular sentido del humor y su imaginería visual, además de posicionar nuevamente a la televisión como un elemento importante dentro de la historia. Probablemente, el segmento del director en esta cinta es por lejos uno de sus trabajos más subvalorados.
Su próximo film, “Gremlins” (1984), sigue siendo el trabajo más importante de Dante hasta la fecha. Con unas buenas dosis de humor, una banda sonora de Jerry Goldsmith, y una historia repleta de imaginación, el director realiza una cinta completamente irreverente y anárquica. Sin embargo, junto con el éxito de “Gremlins”, también se desataría una controversia debido a la violencia del film, en particular la presentada en la famosa escena de la cocina en la cual un gremlin explota en un microondas y otro es asesinado en una licuadora. El siguiente film de Dante sería, “Explorers” (1985), el cual presenta algunas similitudes con las cintas de la primera etapa del director Steven Spielberg, aunque siempre bajo el particular punto de vista de Dante. Aunque la cinta presentaba una premisa interesante y una estupenda banda sonora de Jerry Goldsmith, lamentablemente su guión tenía una serie de problemas los que se sumaron a un complicado calendario de producción. Dante no quedaría contento con el resultado, y al momento de su estreno, la cinta sería duramente criticada y tendría pésimos resultados de taquilla.
Luego del fracaso comercial y artístico de “Explorers”, Dante dirigiría la comedía de ciencia ficción, “Innerspace” (1987), donde nuevamente haría equipo con Steven Spielberg. Pese a que el proyecto tenía todo para ser un éxito de taquilla, una mala decisión de los ejecutivos de la Warner terminaría perjudicando el resultado del film. Debido a la buena recepción que había tenido la cinta en una de las exhibiciones previas a su estreno oficial, los ejecutivos pensaron que la mejor manera de promocionar la película sería a través del “boca en boca”. Debido a esto, invirtieron menos dinero en publicidad del que tenían pensado, dando como resultado que el film fuese un fracaso de taquilla. Pese a los resultados obtenidos por esta cinta, Dante la suele mencionar como uno de sus trabajos favoritos. El próximo trabajo del director sería en la comedía de antologías, “Amazon Women on the Moon” (1987), donde estaría a cargo de varios de los segmentos de dicho film. Debido al temor de quedar encasillado como un director de cine fantástico (algo que eventualmente sucedería de todas formas), Dante dirigiría “The ´burbs” (1989), donde realizaba una mirada cómica a la mentalidad suburbana del pueblo de Hinckley Hills, donde un grupo de vecinos liderados por Ray Peterson (Tom Hanks), sospechan que sus nuevos vecinos, los Klopecs, son un grupo de asesinos.
Luego de rechazar varias ofertas para dirigir una secuela de los “Gremlins”, Dante finalmente accedió a una propuesta realizada por la Warner, debido principalmente al hecho de que el estudio le cedió una completa libertad creativa. En la que probablemente es una de las secuelas más bizarras y alocadas de la historia del cine, “Gremlins 2: The New Batch” (1990), Dante no solo realiza una parodia del film original, sino que también inserta algunos elementos propios de la cultura popular, como por ejemplo algunas referencias a otras cintas o a algunos dibujos animados clásicos. La verdad es que esta secuela terminó confundiendo a un buen número de espectadores, debido a que el director en vez de repetir la fórmula de la cinta original, optó por realizar un film más experimental, el cual obviamente no dejó a todos satisfechos, cosa que se terminó reflejando en las ganancias obtenidas por la cinta. Este nuevo fracaso, en gran medida marcaría el declive en la carrera del director. Tras dirigir cinco episodios de la serie de televisión “Eerie Indiana” (1991-1992), Joe Dante probaría suerte con una cinta más personal titulada “Matinee” (1993).
En “Matinee”, Dante demuestra su pasión por las cintas clásicas de bajo presupuesto, en especial por aquellas filmadas por William Castle, y por el ritual que precede al visionado de una película en particular. El protagonista, interpretado por John Goodman, es precisamente un director muy similar a Castle (conocido por su utilización de “gimmicks” o trucos publicitarios), el cual en plena crisis de los misiles cubanos, decide estrenar una cinta que pone en práctica toda clase de efectos especiales en la sala de cine, aprovechándose del ambiente de histeria general reinante en la sociedad norteamericana de la época. En muchos sentidos, “Matinee” no hace más que evocar la magia de las películas, la misma que termina arrastrando a niños y adultos a las salas de cine para evadirse por un momento de los horrores de la vida real. Durante los cinco años siguientes, Dante trabajaría en la televisión, dirigiendo algunos episodios de diversas series, y filmando tres telefilmes titulados; “Runaway Daughters” (1994), “The Second Civil War” (1997), y “The Warlord: Battle for the Galaxy” (1998).
En 1998, Dante filmaría la cinta de ciencia ficción, “Small Soldiers”, la cual si bien por momentos presenta algunos elementos de sus antiguos trabajos, no logra estar a la altura de sus cintas más celebradas. Pese a las similitudes que esta cinta presenta con la exitosa, “Toy Story” (1995), no logró cautivar a las audiencias en gran medida debido a su cínica mirada acerca de la comercialización de los juguetes y la forma en como estos son fabricados. Además, la cinta realiza una fuerte crítica contra el ejército, retratando a los soldados como hombres de mentalidad cerrada que solo saben actuar cuando se les ordena, siendo incapaces de tomar sus propias decisiones. Pasarían tres años antes de que Dante nuevamente ocupara la silla del director, esta vez en una serie de televisión de corte similar a la clásica “Twilight Zone”, titulada “Night Visions” (2001). El 2003 filmaría el corto, “Haunted Lighthouse”, y el largometraje, “Looney Tunes: Back in Action”, el cual si bien no es un completo fiasco, si está bastante lejos de presentar la calidad de los primeros trabajos del director.
Durante los últimos cuatro años, Dante prácticamente solo ha trabajado en televisión filmando un par de episodios para la serie “Masters of Horror”, titulados: “The Screwfly Solution” y “Homecoming”, y un episodio para la serie, “CSI: NY”. Su último largometraje, “The Hole” (2009), es un thriller que ha recibido una serie de críticas positivas lo que obviamente es una buena noticia. Durante su carrera, algunos interesantes proyectos como “Everybody Hates the Phone Company”, el cual se centraba en un famoso hacker; o “Termite Terrace”, una cinta que relataría los primeros días del equipo encargado de realizar los dibujos animados de la Warner, la cual estaba basada en un libro de Chuck Jones, fueron cancelados abruptamente. Pese a todo, Joe Dante sigue siendo considerado como uno de los grandes directores del cine fantástico, el cual durante sus inicios nos brindó un par de películas inolvidables que han envejecido increíblemente bien, manteniendo su capacidad de sorprender, aterrar y cautivar al espectador por partes iguales. Solo nos queda esperar que el director retome el camino, y nos sorprenda en un futuro con nuevas joyas del cine fantástico.
“Rosemary´s Baby” (1968),es un film de terror psicológico del director Roman Polanski, el cual está protagonizado por Mia Farrow y John Cassavetes.
Rosemary (Mia Farrow) y Guy Woodhouse (John Cassavetes) se mudan a un elegante departamento ubicado en un edificio antiguo. Aunque al principio todo va bien; la carrera de Guy comienza a despegar, la pareja de al lado resulta ser muy hospitalaria, y Rosemary descubre que está embarazada, con el tiempo la muchacha se ve envuelta en una serie de situaciones inquietantes que parecen tener relación con el bebé que está esperando. ¿Será que se está volviendo loca, o en realidad ella es parte de un siniestro plan de proporciones bíblicas?
Antes de que fuese publicada la novela “Rosemary´s Baby”, del escritor Ira Levin, el director y productor William Castle logró comprar los derechos de la misma gracias a la intervención del agente del escritor, Marvin Birdt. Para Castle, quien se había hecho conocido por utilizar coloridos trucos publicitarios para promocionar sus películas de bajo presupuesto, la adaptación de la novela de Levin se presentaba como la oportunidad de realizar una cinta de terror adulto con un considerable presupuesto, la cual probablemente le otorgaría el tan ansiado respeto de sus pares, algo que Castle había estado buscando por años. Sin embargo, el director se tuvo que enfrentar a un grave problema: se había gastado todo su dinero en la compra de los derechos de la novela, por lo que tuvo que buscar a alguien que financiara el proyecto. Fue entonces cuando los ejecutivos de los estudios Paramount se acercaron a Castle para proponerle un trato: financiarían su proyecto siempre y cuando el estudio obtuviera un cincuenta por ciento de las ganancias del film, y que el director de la producción fuese Roman Polanski. Aún cuando esto significó un duro golpe para Castle, de todas formas terminó aceptando la propuesta de la Paramount y se tuvo que conformar con ocupar el puesto de productor de la cinta.
La verdad es que Polanski estaba particularmente interesado en la novela de Levin, por lo que le entusiasmaba la idea de dirigir su adaptación cinematográfica. Sin embargo, de acuerdo a su autobiografía titulada “Roman”: “Había un aspecto de ´Rosemary´s Baby´ que me molestaba. El libro era un thriller sorprendentemente bien construido. Sin embargo, al yo ser agnóstico, no creía en Satán como el mal encarnado más que en un Dios personal. Esto sin duda entró en conflicto con mi visión racional del mundo. Por el bien de la credibilidad de la historia, decidí que era mejor abarcar el relato con cierta ambigüedad, dando a entender que las experiencias sobrenaturales que experimenta Rosemary bien pueden ser causadas por su propia imaginación. La totalidad de la historia, la cual está relatada desde mi punto de vista, puede ser considerada como una cadena de siniestras coincidencias, o como el producto de una febril imaginación. Es por este motivo que un hilo de ambigüedad deliberada corre a través del film”. Esa ambigüedad de la que habla Polanski, está dada por el uso de la cámara subjetiva, la cual ubica al espectador en la posición de la protagonista, lo que permite que la audiencia solo perciba aquello que Rosemary ve o piensa, sembrando un halo de duda en torno a sus siniestros descubrimientos, los cuales perfectamente pueden ser parte de la creciente paranoia que le ha provocado su reciente embarazo.
Con “Rosemary´s Baby”, Polanski demostraría ser un director capaz de retratar en detalle la alienación gradual y el colapso psicológico de una mujer vulnerable. Tal y como lo había hecho anteriormente en “Repulsion” (1965), y como lo haría algunos años después en “The Tenant” (1976), el director establecería ciertos paralelos entre la claustrofobia espacial de los escenarios en los que transcurre la historia, y la ansiedad experimentada por la protagonista. De hecho, el bloque de departamentos en los que se desarrolla el film posee una historia de tragedias y maldad, la cual es traída a la vida de manera tan efectiva, que el edificio se convierte en un personaje más de la cinta. Mientras que por un lado sus estrechos corredores parecen confinar a los protagonistas a un espacio claramente reducido, lo frio de sus decorados, lo delgado de sus paredes y la actitud opresiva de los vecinos que residen en su interior, crean una sensación claramente asfixiante que es percibida tanto por Rosemary como por el espectador. Es dentro de este contexto que la protagonista comienza a tener extraños sueños que no hacen más que aumentar su paranoia, la cual a medida que avanza su embarazo se acrecienta al punto de dominar su vida por completo. Básicamente, parte del terror presente en el film reside en la falta de libertad que experimenta Rosemary, cuyas opciones disminuyen dramáticamente a medida de que el culto satánico que la acecha se acerca cada vez más a su objetivo.
Así como la atmósfera claustrofóbica aporta con una cuota de terror, la sensación de inevitabilidad que presenta la historia también hace lo suyo. El espectador se da cuenta mucho antes que Rosemary que ella lleva en su vientre al hijo del Diablo, y que su destino está sellado aun cuando ella haga todo lo posible por escapar de la trama de intrigas y traiciones en las que se ve envuelta. Sin embargo, este hecho en vez de diluir por completo el suspenso del film, le otorga la oportunidad a Polanski de elevar de manera drástica la tensión dada por la paranoia experimentada por la protagonista. Por otro lado, en el universo creado por el director polaco, los aquelarres de brujas están conformados por miembros de la burguesía. Médicos, eruditos y diplomáticos están estrictamente relacionados con el mundo al que el esposo de Rosemary desea pertenecer. Es por esto que no resulta extraño que Guy decida vender su alma con tal de progresar en la pirámide hollywoodense, lo que no solo deja por el piso al gremio actoral, sino que además sirve como un ejemplo de las medidas desesperadas que algunas personas están dispuestas a tomar con tal de tener éxito en el mundo moderno.
En cuanto a las actuaciones, demás está decir que Mia Farrow realiza una labor espectacular interpretando a un joven mujer moderna que presenta dificultades para conciliar sus ideas feministas con su formación católica. El hecho de que Rosemary sea tímida e inocente, en gran medida conspira en contra de su creciente paranoia, ya que no cuenta con la fuerza suficiente como para hacerle frente a su ambicioso e inescrupuloso marido, ni a sus manipuladores y siniestros vecinos. También es necesario destacar a Ruth Gordon, quien es la encargada de interpretar a la entrometida vecina de Rosemary, Minnie Castevet, la cual gradualmente logra entrometerse en la vida de la protagonista y su marido. Gracias a su actuación en este film, Ruth Gordon no solo sería merecedora de un Globo de Oro, sino que también ganaría el Oscar a la mejor actriz secundaria. En cuanto al aspecto técnico del film, este cuenta con la atmosférica e inolvidable banda sonora del compositor Krysztof Komeda, y el espléndido trabajo de fotografía de William A. Fraker, el cual en gran media es responsable de que exista una sensación de constante peligro tanto al interior del complejo de departamentos donde reside la pareja protagónica, como en las ruidosas calles de la ciudad de Nueva York.
Pese al hecho de que “Rosemary´s Baby” fue la cinta más exitosa en la carrera de William Castle, él no pudo evitar sentir que el film estaba maldito. Y es que no solo se le había negado la posibilidad de dirigirlo, sino que además tuvo que sufrir la frustrante experiencia de trabajar con Polanski. Para colmo, una vez terminada la producción Castle sufrió un severo caso de cálculo biliar. Durante su lenta recuperación, no solo se enteró que Krysztof Komeda había fallecido a causa de una caída accidental, sino que además recibió la noticia de que la esposa de Polanski, la actriz Sharon Tate, junto a otras cuatro personas habían sido asesinadas por la secta liderada por Charles Manson. Más allá de estos nefastos hechos anecdóticos, “Rosemary´s Baby” se caracteriza por ser un film que presenta una narrativa que se va construyendo lentamente, la cual explora temas tales como el feminismo y el psicoanálisis, siempre desde el prisma del horror. Por otro lado, esta producción resulta importante por dos grandes razones; primero, confirmó que Polanski era capaz de lidiar con grandes presupuestos y con las presiones propias de la industria hollywoodense, y segundo, el film se convirtió en uno de los mejores ejemplos del horror moderno cinematográfico, el cual residía en un lugar muy distante a los escenarios góticos habitados por sádicos aristócratas, que tanto éxito tuvieron durante la década del sesenta de la mano de directores tales como Roger Corman y Terence Fisher.
“The Sixth Sense” (1972), fue una serie creada por Anthony Lawrence, un talentoso guionista de cine y televisión que había contribuido con algunas historias para el drama hospitalario, “Ben Casey” (1961-66), y con dos notables episodios de la serie, “The Outer Limits” (1963-65): “The Man Who Was Never Born” y “The Children of Spider Country”. Además de contar con la presencia de Lawrence, “The Sixth Sense” contó con la participación del productor Stan Shpetner. La idea original para la serie surgió de un proyecto llamado, “Sweet, Sweet Rachel” (1971), el cual fue un exitoso telefilme escrito por Lawrence y producido por Shpetner. Protagonizado por Alex Dreier, el telefilme se centraba en un experto en percepción extrasensorial y parapsicología, que debía ayudar a tres mujeres en su lucha contra un asesino telépata. La cinta de noventa minutos de duración, contaría con la participación de John Hillerman, Mark Tapscott, y Louise Latham, quienes posteriormente trabajarían como estrellas invitadas en “The Sixth Sense”.
Más allá de encargarse de los guiones de los dos primeros episodios de la nueva serie de la ABC, los cuales se titularían: “I Do Not Belong to the Human World” y “The Heart That Wouldn´t Stay Buried”, Lawrence solo se dedicaría a aportar algunas ideas para el resto de las historias que presentaría esta breve serie televisiva. Sería Shpetner quien tomaría las riendas del show, contratando a dos reconocidos editores: Harlan Ellison y Dorothy Fontana. Durante un tiempo, estos talentosos escritores trabajarían junto a otros reconocidos guionistas de televisión, como por ejemplo Gene Coon, Don Ingalls, y Robert Collins, desarrollando interesantes historias que formarían parte de la primera temporada de la serie. Sin embargo, el tenso ambiente laboral dado por las imposiciones de los ejecutivos, terminaría con la paciencia de Ellison. Por esta razón, antes de que el primer episodio de “The Sixth Sense” fuera emitido, Ellison presentó su renuncia. Con todos estos problemas que estaban dificultando el trabajo tras las cámaras, el productor decidió que era mejor reemplazar a Alex Dreier por el actor Gary Collins, quien interpretaría a un nuevo especialista en experiencias paranormales llamado Michael Rhodes.
Collins llegaría a la serie mostrando un marcado entusiasmo. El comenzaría a estudiar acerca de distintos temas relacionados con la percepción extrasensorial, con el fin de imprimirle realismo a su personaje, y a las increíbles historias que la serie presentaba. Con Collins interpretando al carismático protagonista, la ABC anunció la futura emisión de “The Sixth Sense” como: “una serie de una hora de duración que explorará la percepción extrasensorial”. El show sería emitido los domingos a las 10:00 PM, y relataría los encuentros del Dr. Michael Rhodes, con diversas personas (por lo general hermosas mujeres) que habían experimentado una experiencia paranormal, y que necesitaban su guía para poder comprenderla. Para el protagonista, el “sexto sentido” era un don bastante real, cuya existencia apoyaba con citas de Sigmund Freud y otros reconocidos investigadores que validaban su existencia. Como el mismo Rhodes dijera en el episodio “Once Upon a Chilling”; “la verdadera ciencia no puede negar la existencia de las cosas solo porque no pueden ser pesadas o medidas”. Dicha afirmación se convertiría en una suerte de mantra de la serie, ya que seria mencionada frecuentemente durante el transcurso de “The Sixth Sense”.
Durante su primera temporada, “The Sixth Sense” tuvo que enfrentarse a “Missión: Impossible” (1966-73), de la CBS; y al drama de detectives de la NBC, “Banyon” (1972-73). Pese a la dura competencia, “The Sixth Sense” logró sobrevivir en gran medida gracias al trabajo de directores como Richard Donner, John Badham, y Jeff Corey, y la participación de reconocidas estrellas invitadas como John Saxon (“Lady, Lady, Take my Life”), William Shatner (“Can a Dead Men Strike From the Grave?”), Joseph Campanella (“The Man Who Died at Three and Nine”), Lee Majors (“With This Ring, I Thee Kill”), Steve Forrest (“Echo of Distant Scream”), Henry Silva (“The Shadow in the Well”), y Carol Lynley (“The House That Cried Murder”), entre otros. Durante el otoño de 1972, “The Sixth Sense” fue renovada dando paso a trece nuevos episodios. Una de las principales razones por las cuales la serie consiguió ser renovada, fue por haber conseguido que la estrella cinematográfica Joan Crawford participara en el segundo episodio de la segunda temporada titulado, “Dear Joan: We´re Going to Scare You to Death”.
Durante la segunda temporada, Michael Rhodes ya no contaría con la ayuda de su asistente Nancy Murphy (Catherine Ferrar), la cual sería reemplazada por el Sargento Woody, interpretado por Percy Rodrigues. Por otro lado, la lista de estrellas invitadas mantuvo la misma calidad durante la segunda temporada, presentando las participaciones de Patt Duke y Robert Foxworth en “With Affection, Jack the Ripper”, Jeanette Nolan en “Witness Within”, Sandra Dee en “Through a Flame, Darkly”, y un joven Scott Glen en “And Scream by the Light of the Moon”. Pese al atractivo de las estrellas invitadas, y a las espeluznantes “visiones psíquicas” que habitaban en cada episodio, “The Sixth Sense” presentaba una tendencia a la repetición de ciertos elementos que tornaron las tramas algo planas y predecibles. Debido a los malos resultados de audiencia durante su segunda temporada, la serie fue cancelada en noviembre de 1972. Pese a esto, la carrera del protagonista de la serie, Gary Collins, continuó sin problemas en la televisión,
Lamentablemente, “The Sixth Sense”, tendría un oscuro futuro. En 1974, la Universal consideró que tanto la serie de Rod Serling, “Night Gallery” (1970-73), como “The Sixth Sense”, no contaban con la suficiente cantidad de episodios como para tener éxito siendo transmitidas por sindicación. Con el temor de perder la inversión hecha en estas dos costosas series, la Universal recontrató a Rod Serling para que este presentara las historias de “The Sixth Sense”, como si se tratara de episodios de “Night Gallery”. Debido a esto, la serie creada por Anthony Lawrence terminó perdiendo los créditos iniciales, su tema central, y fue reducida a treinta minutos de duración, sepultando casi por completo cualquier evidencia de su existencia. “The Sixth Sense”, fue una serie interesante que presentaba un misterio semanal relacionado con casas embrujadas, sueños premonitorios, fantasmas, o poderes psíquicos. Lamentable la poca imaginación de los ejecutivos, terminaron por restringir las temáticas de una serie que presentaba un tremendo potencial, y que hoy permanece en el más completo olvido.
Peter Wilton Cushing, nació el 26 de mayo de 1913 en Kenley, Surrey, y desde pequeño parecía estar destinado a convertirse en actor. Su abuelo habia sido miembro de la prestigiosa compañia teatral Sir Henry Irving Company, y su tio Wilton había sido actor y manager teatral. Aunque durante su educación escolar Cushing ingresaría a la grupo de arte dramático de su colegio, también muestra cierto interés es diversas actividades deportivas como el atletismo y el rugby. Sin embargo, tras sufrir numerosas lesiones, comenzaría a centrarse en el teatro. Era tal su compromiso con la actividad, que incluso después de dejar la escuela, siguió participando en las funciones que organizaba la compañia del establecimiento. En su búsqueda por convertirse en un actor profesional, Cushing se inscribe en la Guidhall School of Music and Drama, tras lo cual trabaja durante un breve periodo en la compañia del director Bill Fraser. Lamentablemente, la década del treinta resulto ser una época difícil para la escena teatral, debido a la llegada del cine sonoro. Como Cushing estaba consciente que Hollywood era el lugar perfecto para consolidar su carrera como actor, decide ir a probar suerte a los Estados Unidos.
En 1938, Cushing llega a Nueva York, para luego tomar rumbo a Los Ángeles. Lamentablemente, el actor no tardará en darse cuenta que en Hollywood poco sirve su experiencia en el teatro, y solo gracias a un pequeño engaño lograría entrar a la industria cinematográfica norteamericana. Cuando supo que el director James Whale estaba buscando a alguien para reemplazar a Louis Hayward en las escenas de esgrima de la cinta, “The Man in the Iron Mask” (1939), Cushing le aseguró que dominaba perfectamente el arte de la esgrima, cuando realmente no tenía la más remota idea de ello. La próxima película en la que trabajaría el actor sería, “A Chump at Oxford” (1940), la cual es protagonizada por Stan Laurel y Oliver Hardy. En dicho film, Cushing obtendría un pequeño papel que le daría la oportunidad de interactuar con la pareja protagónica. Dicho rol era el de un estudiante bromista, lo calzaba con la personalidad de Cushing, quien siempre gozó de un excelente sentido del humor. De hecho, según Barbara Shelley, el actor imitaba perfectamente a los personajes animados de la Warner Bros, especialmente a quien era su personaje favorito; el gato Silvestre.
El resto de su papeles en Hollywood serían en general roles secundarios, donde frecuentemente interpretaba a militares. Algunas de las cintas en las que participaría durante este periodo serían; “Vigil in the Night” (1940), “The Howards of Virginia” (1940), y “They Dare no Love” (1941), entre otras. La Segunda Guerra Mundial comenzaría mientras Cushing se encontraba en Hollywood, y Gran Bretaña necesitaba a todos sus hombres para combatir a los nazis. Sin embargo, debido a sus lesiones de juventud, Cushing sería dado de baja para el servicio activo. Aproblemado por la situación, decide regresar a Inglaterra para ayudar en lo posible a subsanar la situación que se vive en su país natal. La travesía de regreso no sería sencilla; su amigo Louis Hayward le costearía el viaje de regreso a Nueva York, lugar donde tendría que aceptar diversos trabajos para conseguir dinero para cruzar a Canadá y luego viajar a Inglaterra. Una vez en Canadá, Cushing consigue empleo como en el departamento de arte de la cinta, “The 49th Parallel” (1941).
Una vez conseguido el dinero, Cushing pagará un viaje en barco, el cual estará cargado de tensión debido a la presencia de submarinos alemanes repartidos por todo el Atlántico. De regreso en Inglaterra, se ofrece para trabajar en el departamento de drama del Entertainments National Service Association (ENSA), organismo que se encargaba de ofrecer diversos espectáculos tanto a los civiles como a los militares, los cuales les ayudaran a distraerse de los horrores de la guerra. Durante su participación en el ENSA, Cushing conoce a la actriz Helen Beck, quien también había permanecido un tiempo en Hollywood intentando consolidar su carrera actoral. La atracción fue inmediata, por lo que en 1943 contrajeron matrimonio con el ruido de los bombarderos como música de fondo. Hasta el final de la guerra, el matrimonió participaría en numerosas obras teatrales que intentaban aliviar a la sufrida sociedad inglesa.
Ya para 1945, Cushing comienza a encabezar algunas obras. El prestigio obtenido por el actor durante la guerra, comienza a llamar la atención de Laurence Olivier, quien le ofrecerá a Cushing un papel secundario en el film que él iba a dirigir; “Hamlet” (1948). Aunque la cinta tiene éxito, Cushing vuelve al teatro donde pasaría a formar parte de la compañia teatral de Olivier y su esposa Vivien Leigh. Sería a principios de los cincuenta, que Cushing retornaría a la pantalla grande, siempre interpretando pequeños roles en cintas como “Moulin Rouge” (1952), “The Black Knight” (1954), “The End of the Affair” (1955), “Alexander the Great” (1956), y “Magic Fire” (1955). Si bien el actor tendría más ofertas para participar en el cine, optaría por centrar su atención en el medio televisivo. Su primera aparición en la televisión sería en el telefilme, “When We Are Married” (1951). A esta le seguirían varias apariciones televisivas más, donde se destacaría su participación en la series “Pride and Prejudice” (1952), “Epitaph for a Spy” (1953), y “BBC Sunday-Night Theatre” (1951-57), donde en esta última participaría en un episodio que adaptaria la novela de George Orwell, “1984”, el cual convertiría a Cushing en una de las estrellas de la televisión británica.
Tras filmar “Time Without Pity” (1957), Cushing recibiría una oferta para interpretar al doctor Frankenstein en “The Curse of Frankenstein” (1957), una nueva adaptación de la novela de Mary Shelley, que iba a ser realizada por los estudios Hammer. Esta sería la primera colaboración del actor con la Hammer, la cual se extendería durante más de dos décadas. En este film además tendría la oportunidad de trabajar junto a Christopher Lee, con quien formaría una de las duplas más icónicas del cine fantástico. La verdad es que Cushing ya había coincidido con Lee en “Moulin Rouge” y “Hamlet”, aunque no habían compartido escena. Junto con esto, el actor entablaría una profunda amista con el director de la película, Terence Fisher. Gracias al enorme éxito de “The Curse of Frankenstein”, la popularidad de Cushing traspasó las barreras del Reino Unido. El actor interpretaría en cinco ocasiones más al Dr. Frankenstein, en las cintas; “The Revenge of Frankenstein” (1958), “The Evil of Frankenstein” (1964), “Frankenstein Created Woman” (1967), “Frankenstein Must Be Destroyed” (1969), y “Frankenstein and the Monster From Hell” (1974).
Otro de los personajes más recordados de Cushing sería el del Profesor Van Helsing, el cual encarnaría por primera vez en la cinta, “Dracula” (1958), y luego repetiría en “The Brides of Dracula” (1960), “Dracula A.D. 1972” (1972), “The Satanic Rites of Dracula” (1973), y en “The Legend of the 7 Golden Vampires” (1974). El tercer gran personaje de Cushing sería el de Sherlock Holmes, el cual interpretaría en “The Hound of Baskerville” (1959); en la serie de televisión, “Sherlock Holmes” (1968); y en el telefilme, “The Mask of Death” (1984). En esta última, Cushing compartiría pantalla con Sir John Mills, quien según confesó hace algunos años, fue él quien convenció al actor de participar en la producción cuyo único fin era rendir homenaje a la figura de Cushing.
Aunque evidentemente fueron estos tres personajes los grandes responsables de la fama de Cushing, el actor interpretó una gran variedad de papeles tanto dentro como fuera de la Hammer, durante las décadas del sesenta y el setenta. Luego de filmar “The Curse of Frankenstein”, el actor participaria en “The Abominable Snowman” (1957) y “The Mummy” (1959), las cuales también serían producidas por la casa del martillo. La década del sesenta comenzaría con la cinta de terror, “The Flesh and the Fiends” (1960), del director John Gilling, y con el thriller, “Suspect” (1960), de John y Roy Boulting. En general, durante la primera mitad de los sesenta, Cushing participarían en películas de diversos géneros, como las cintas de aventuras “Captain Clegg” (1962) y “Sword of Sherwood Forest” (1960); y los thrillers “Cash on Demand” (1961) y “The Man Who Finally Died” (1963), aunque seguiría teniendo cierta preferencia por las cintas de terror, donde destaca el clásico de la Hammer, “The Gorgon” (1964).
Durante la segunda mitad de los sesenta, Cushing comenzaría una fructífera relación laboral que duraría alrededor de una década, con el estudio que competiría con la Hammer; la humilde Amicus. De las diez películas que filmó para dicho estudio, las más destacables son “Dr. Terror´s House of Horrors” (1965), “The Skull” (1965), “Asylum” (1972), “From Beyond the Grave” (1973), y “The Beast Must Die” (1974). Además durante este periodo, el actor tendría la oportunidad de participar en una serie de películas de ciencia ficción, como por ejemplo: “Island of Terror” (1966), “Night of the Big Heat” (1967), “Dr Who and the Daleks” (1965), y “Daleks´Invasion Earth: 2150 A.D.” (1966), donde en las dos últimas interpretaría al ya mítico Dr. Who. La década del setenta comenzaría con la bizarra, “Scream and Scream Again” (1970), donde tendría la oportunidad de trabajar por primera vez junto a Vincent Price, con quien luego trabajaría en “Dr. Phibes Rises Again” (1972), “Madhouse” (1974), y en la mítica “House of the Long Shadows” (1983), donde además intervienen Christopher Lee y John Carradine, por lo que es considerada como una verdadera joya para los fanáticos de cine de terror.
Lamentablemente, en 1971 fallecería su esposa Helen Beck, con quien había estado casado desde 1943. Esto lo obligaría a dejar la producción de “Blood from the Mummy´s Tomb” (1971), y en cierta medida marcaría el comienzo del declive de la carrera del actor. Al año siguiente, Cushing declararía en una entrevista, “Desde que Helen falleció, no puedo encontrar nada; mi corazón, simplemente ha dejado de latir. El tiempo parece interminable, la soledad es prácticamente insoportable y la única cosa que me mantiene vivo, es el saber que algún día me reuniré con mi querida Helen. El reunirme con ella es mi única ambición. Tu tienes permiso para publicar eso....sabes, la verdad es que solo estoy matando el tiempo. Por favor publica eso”. Fue tal el impacto que provocó la muerte de Helen Beck en la vida del actor, que incluso intentó suicidarse la misma noche que supo la noticia, corriendo por las escaleras para así inducirse un infarto cardíaco.
Durante gran parte de la década de los setenta, Cushing se dedicaría a trabajar en cintas de bajo presupuesto que no causaron un gran impacto en las audiencias de la época. Sus cintas más recordadas durante ese periodo serían; “The Vampire Lovers” (1970), “Twins of Evil” (1971), y “Pánico en el Transiberiano” (1972). Sin embargo, la participación que más trascendería en el tiempo, sería la que Cushing tendría en el film de George Lucas, “Star Wars Episode IV: A New Hope” (1977). En dicha cinta interpretaría al siniestro Moff Tarkin, aunque en un principio había sido considerado para interpretar a Obi-Wan Kenobi. Durante la última etapa de su carrera, Cushing participó en una serie de películas mediocres como “At The Earth´s Core” (1976) y “Misterio en la Isla de los Monstruos” (1980), donde de todas formas siempre dió lo mejor de sí mismo. Según el actor, el secreto de sus interpretaciones obedecía a un planteamiento bastante sencillo: "Yo creo en los personajes que represento y en los extraños y extraordinarios líos que organizan". Sin ser un gran aficionado al género fantástico, siempre se sintió orgulloso de todas las películas del género en las que intervino, debido a que estaba consciente de que su popularidad se debía precisamente a esas películas. De hecho, el actor solía decir: "¿Quién quiere verme como Hamlet? Muy pocos. Pero millones de personas quieren verme como el Barón Frankenstein, entonces ese es el que hago".
Además de la muerte de su mujer, el cierre de la Hammer, su segunda casa según declaraciones propias, y la muerte de su amigo Terence Fisher en 1980, supuso un duro golpe para el actor, el cual se retiraría definitivamente de la pantalla grande en 1985 con la mediocre, "Biggles". Durante los ochenta, Cushing fue reduciendo su trabajo como actor, tras serle diagnosticado un cáncer, aunque aprovechó su retiro para escribir una autobiografía de dos volúmenes (uno de ellos relata sus días en la Hammer), recaudar fondos para la investigación sobre la enfermedad que padecía, y disfrutar con la lectura, la observación de pájaros y la pintura. En este último aspecto cabe destacar la publicación en los años noventa de los libros, "Peter Cushing's Tudor Tea Room Profiles", que es una recopilación de caricaturas dibujadas por el actor, y "The Bois Saga", un cuento de fantasía escrito e ilustrado por él. En 1988, la Reina Isabel II le otorgó la Órden del Imperio Británico "por su contribución al entretenimiento internacional", galardón del que siempre se mostró muy orgulloso.
Pero el mejor premio para Cushing eran las numerosas cartas que seguía recibiendo por parte de los aficionados, muchas de las cuales se las enviaban sin dirección, pero que debido a su popularidad, el servicio de correos británico sabía donde remitirlas. Esto lo relataba el actor en un documental que Kevin Francis, hijo de Freddie Francis, rodó en homenaje a su amigo. Es este documental el mejor testamento que nos dejó Peter Cushing, quien se muestra ante todo como un caballero, y en el cual nos contaba que tan sólo le quedaba un sueño por cumplir, volver a reunirse con su mujer Helen y su buen amigo Terry Fisher. Sueño que vio cumplido por fin el 11 agosto de 1994, cuando Peter Cushing falleció víctima del cancer en Canterbury, dejándonos para el recuerdo algunas de las mejores interpretaciones del cine fantástico. Como dijo George Lucas: “Creo que será recordado con cariño durante los próximos 350 años, como mínimo”, afirmación con la que no puedo estar más de acuerdo.