lunes, 28 de julio de 2008

The Masque of the Red Death: La adaptación más ambiciosa de la obra de Poe realizada por Corman.

“The Masque of the Red Death” (1964), es un film de terror del director Roger Corman, el cual está protagonizado por Vincent Price, Hazel Court y Jane Asher.

En el siglo XII, un pequeño pueblo está siendo asolado por una epidemia conocida como “La Muerte Roja”. Debido a esto, el Príncipe Prospero (Vincent Price), quien es un reconocido seguidor de Satán, invita a todos los nobles del lugar a refugiarse de la enfermedad en su castillo. Con el objetivo de entretener a sus invitados, Prospero organiza un baile de máscaras, sin imaginarse que a este llegará un misterioso invitado vestido completamente de rojo, el cual amenazará el reinado de libertinaje y depravación del siniestro aristócrata.


Cuando en el año 1964 James H. Nicholson y Samuel Z. Arkoff, quienes eran los dueños de la productora American International Pictures, cerraron un contrato de coproducción con la compañía Anglo-Amalgamated, viajaron de inmediato a Inglaterra para arreglar los detalles de su próxima producción. Como el director Roger Corman sabía que esta sociedad le permitiría utilizar un presupuesto mayor en su próximo trabajo, cuando los ejecutivos de la American International Pictures le preguntaron cuál sería su séptima adaptación de la obra del escritor Edgar Alan Poe, este rápidamente respondió “The Masque of the Red Death”, ya que llevaba varios años queriendo filmar dicho relato. Varios años más tarde, Corman relataría su experiencia como director del film: “Este era el proyecto más grande y atractivo de los films de Poe, y era el primero que filmábamos en Inglaterra. Teníamos un calendario de filmación de cinco semanas, lo cual era bastante más tiempo del que usualmente utilizamos para rodar el resto de las cintas. Lamentablemente, en ese entonces no sabía que los equipos de filmación británicos eran mucho más lentos que los norteamericanos. Por lo que cinco semanas en Inglaterra eran equivalentes a cuatro en los Estados Unidos. Pese a esto, de todas formas tuve tiempo para preocuparme del aspecto estético de la producción”.

La tarea de escribir el guión de “The Masque of the Red Death” recaería en las manos de Charles Beaumont y R. Wright Campbell, quienes aún cuando cambiaron una serie de elementos presentes en la historia de Poe, supieron mantener intacta la esencia de la misma. Entre los cambios que realizaron se encuentra el hecho de que mientras que el relato de Poe se desarrolla en un periodo de varios meses, el guión condensa la acción en unos pocos días. Al mismo tiempo, mientras que Poe describe a Prospero como un hombre intrépido y sagaz que cree ser más inteligente que el resto, el Prospero de Beaumont y Campbell es un seguidor de Satán cuyo exceso de confianza en sí mismo eventualmente lo arrastra a su propia perdición. En este punto es necesario mencionar que tanto lo dupla de guionistas como el mismo Corman, no solo se inspiraron en el relato de Poe a la hora de definir ciertos aspectos del film, sino que además adoptaron como una de sus grandes influencias a la cinta “The Seventh Seal” (1957), del director Ingmar Bergman. Y es que tanto Corman como Bergman exploran el tema del significado de la vida, y se cuestionan la existencia de Dios y del Diablo. Lo que resulta aún más importante, es que en ambos films estos temas se exploran bajo la inminente amenaza de una plaga.

Dentro de las subtramas que presenta la cinta, quizás la más importante es aquella que tiene relación con una joven aldeana llamada Francesca (Jane Asher), quien es retenida en contra de su voluntad al interior del castillo por Prospero, quien la desea para satisfacer sus perversas inclinaciones. Y es que en el castillo del aristócrata se vive una orgía hedonista que ha convertido a los cultos cortesanos que participan en ella, en verdaderas bestias que celebran la inhumanidad de su anfitrión. En cuanto a la relación de Prospero y Francesca, esta se encuentra repleta de simbolismos, los cuales en su mayoría hablan de la pureza de la muchacha y de su exposición a la figura corrupta del aristócrata. Ambos personajes son claros representantes del bien y mal, por lo que no resulta extraño que se enfrasquen en una peculiar batalla durante gran parte del film. A diferencia de la gran mayoría de las protagonistas femeninas de los films de horror gótico previos de Corman, en esta ocasión Francesca se presenta como una rival digna para la maldad de Prospero. Pese a los múltiples intentos del villano por quebrantar la voluntad de la muchacha, será su fe y su integridad lo que finalmente no solo la llevará a soportar los constantes embates del siniestro Prospero, sino que además le permitirán desafiar al aristócrata en algunos momentos clave del relato.

Cabe mencionar que los simbolismos no solo se limitan a la relación de Prospero y Francesca, sino que traspasan todo el relato. Una de las secuencias más recordadas y controversiales del film, es aquella en la que Juliana (Hazel Court) sufre una serie de alucinaciones protagonizadas por un grupo de figuras demoniacas que la atacan con armas afiladas, mientras ella yace sobre una piedra como ofrenda para el Diablo. Dicha secuencia fue condenada por los organismos de censura de la época por considerarse demasiado sexual y explicita. Con respecto a esto, Corman mencionaría en una ocasión: “Hazel interpretaba la unión carnal de su personaje con el Diablo, pero solo mediante las expresiones de su rostro. Se encontraba completamente vestida, por lo que su actuación fue lo que provocó la ira de los censores. Eran otros tiempos, por lo que probablemente ellos sintieron que estábamos mostrando demasiado. Hoy en día la secuencia podría ser exhibida en la televisión y a nadie le importaría”. Obviamente todo esto habla del poderío visual que presenta el film de Corman, el cual en gran medida es responsable del estatus que hoy en día posee la producción.

En cuanto a las actuaciones, la totalidad del elenco realiza un maravilloso trabajo. Vincent Prince no solo interpreta a uno de los villanos más memorables de su carrera, sino que además logra que su personaje proyecte la idea de que se trata de un hombre de poder terrenal infinito, cuya ciega creencia en el mal lo hace pensar que todo saldrá de acuerdo a sus planes. Jane Asher por su parte, interpreta de manera creíble a la inocente Francesca, quien en gran medida es la viva encarnación de la fe cristiana. Por último cabe destacar a Hazel Court, quien realiza un encomiable trabajo interpretando a la pareja del retorcido Prospero, y a Patrick Magee, quien hace una labor similar interpretando a uno de los sádicos seguidores del Príncipe. En lo que respecta al apartado técnico de la producción, resulta destacable la efectiva pero olvidable banda sonora del compositor David Lee, y el magnífico diseño de producción de Daniel Haller, quien contrasta de manera brillante la podredumbre de los cuartos de tortura del castillo, con la suntuosidad de los cuartos principales en los cuales Prospero reúne a sus invitados. Mención especial merece el espectacular trabajo de fotografía de Nicolas Roeg, cuyo uso del color en gran medida es responsable del ya mencionado poderío visual que presenta la cinta.

Si bien al momento de su estreno en los Estados Unidos la cinta resultó ser todo un éxito, en Inglaterra Corman y compañía tuvo que enfrentar una serie de problemas ocasionados por los organismos de censura locales. Luego de que el Consejo Británico de Calificación Cinematográfica amenazara con prohibir la exhibición del film en Gran Bretaña, el director se vio obligado a editar ciertos pasajes del film, particularmente aquella en la que el personaje de Hazel Court participa en una misa negra. La combinación de escenarios, personajes y temas oscuros que presenta “The Masque of the Red Death”, le permitieron a Corman crear un relato surrealista de horror gótico que respeta la esencia de la historia original de Poe, y que además rescata ciertos elementos de la ya mencionada “The Seventh Seal”. Es por este motivo que no resulta sorprendente de que “The Masque of the Red Death” sea considerada como una de las mejores películas de Roger Corman, y como el punto más alto del ciclo de adaptaciones de la obra de Edgar Allan Poe que realizó el director norteamericano. Y es que sencillamente se trata de un film brillante, tanto visual como temáticamente, el cual es de visionado obligado para los amantes del género.


por Fantomas.

miércoles, 23 de julio de 2008

Dirty Harry: Do you feel lucky, Punk?

“Dirty Harry” (1971), es un thriller de acción del director Don Siegel, el cual está protagonizado por Clint Eastwood.

La ciudad de San Francisco se encuentra asolada por un asesino serial conocido como Scorpio (Andrew Robinson), un francotirador que mata al azar a sus víctimas y exige que la ciudad le pague un cuantioso rescate para terminar con las matanzas. El encargado de atrapar a este maniaco es el Inspector Harry Callahan (Clint Eastwood), un policía con serios problemas de actitud, que se verá enfrascado en una carrera contra el tiempo para evitar que el asesino cobre una nueva víctima.


“Dirty Harry” fue la cuarta colaboración entre Don Siegel y Clint Eastwood. Previamente habían trabajado juntos en las cintas: “Coogan´s Bluff” (1968), “Two Mules for Sister Sara” (1969) y “The Beguiled” (1971). Pese a que el proyecto fue concebido en un principio para que fuera protagonizado por Frank Sinatra y dirigido por Irvin Kershner, debido a una lesión en la muñeca que había sufrido el actor y cantante diez años atrás, que le dificultaba sostener la pesada Magnum 44, la Warner se vio en la obligación de sondear la disponibilidad de otros conocidos actores como Steve McQueen, John Wayne o Paul Newman para el rol protagónico del hasta entonces proyecto. Finalmente, el papel cayó en manos de Clint Eastwood, quien le propuso a su amigo Don Siegel la posibilidad de dirigirlo y coproducirlo.

Una vez con Siegel en el proyecto, el siguiente paso era encontrar al actor que iba a interpretar al asesino, Scorpio. Audie Murphy era la primera opción para hacerse cargo del papel. Sin embargo, el actor fallecería en un accidente de avión antes de que pudiese tomar una decisión acerca del rol que se le estaba ofreciendo. Fue entonces cuando por recomendación de Eastwood, el director llamó al relativamente desconocido Andrew Robinson. El actor, contratado por su cara de “niño de coro”, realizó una interpretación tan potente y creíble, que luego del estreno recibió una serie de amenazas de muerte, obligándolo a cambiar su número telefónico. Curiosamente, el actor era un pacifista que detestaba las armas, el cual en un principio se estremecía violentamente en cada una de las escenas donde debía manejar algún tipo de arma de fuego, teniendo que ser enviado con un experto para que le enseñara a disparar sin cerrar los ojos. Pese a esto, es difícil pensar en una mejor elección para interpretar al demente y violento asesino que debe atrapar el rudo Harry Callahan.

Si bien en “Coogan´s Bluff”, Siegel y Eastwood habían logrado reubicar el perfil del “hombre sin nombre” en medio de las modernas ciudades, fue en “Dirty Harry” donde terminaron de elaborar aquella idea. En esta cinta, el personaje de Eastwood se convierte en un hombre con historia: Harry Callahan estuvo casado y perdió a su esposa en un accidente de tránsito. Años de trabajo policiaco lo han endurecido, convirtiéndolo en un hombre imprudente tanto con sus compañeros como con él mismo. Además es un individuo obsesionado con administrar la ley utilizando su “distorsionado” sentido de la justicia, obedeciendo a la frase “el fin justifica los medios”. El mejor ejemplo de esto es la escena del robo del banco; él prefiere caminar directamente hacia los asaltantes apuntando su pistola, en vez de siquiera pensar en tomar algún tipo de resguardo o seguir las normas de la policía. Aunque este tipo de comportamiento pueda parecer heroico en un Western, aquí indica que el protagonista presenta unas tendencias suicidas bastante latentes, que lo llevan a quebrantar las normas de manera constante.

La razón por la cual un héroe de tales características funciona tan bien, es porque al frente tiene a un villano cuyos actos son de un sadismo indescriptible, al punto que incluso utiliza la ley para castigar y provocar a Harry. Scorpio (personaje basado en el “asesino del Zodiaco”, el cual operó en San Francisco a fines de los sesenta) resulta tan repulsivo para el espectador, que termina justificando la escalada de violencia que se ve en el film, a la vez que resulta inevitable desear que el criminal sea castigado de la manera más brutal posible por sus salvajes actos. La aceptación y celebración de la violencia explícita está inteligentemente inducida por los guionistas, en especial por John Milius, quien se encargó de retocar algunas partes del guión, y que se caracteriza por mantener posiciones pro armamentistas en todos sus trabajos. Esto causó un profundo impacto en la sociedad de los setenta, al punto que la cinta terminó influenciando fuertemente a las producciones de la época, masificando la brutalidad en el cine, efecto que se mantiene hasta el día de hoy. Actualmente, el espectador promedio de una cinta de acción desea la muerte del villano de turno. Y es que cuando el nivel de sadismo aumenta, el héroe debe responder con medios similares o peores.

Pero este film no sólo promueve la violencia y masifica el culto a las armas. En su tiempo fue altamente criticado por presentarse como una realización que llamaba a saltarse la ley, actuar violentamente, ignorar los derechos de los sospechosos, y aplicar una justicia radical contra los criminales. De hecho, incluso fue llamada fascista y reaccionaria, una verdadera defensora de la figura del justiciero que está por encima de las normas establecidas, y que en su búsqueda de justicia incluso cree válido utilizar las mismas armas que los criminales. Según declaraciones del mismo Eastwood, la película provocó este tipo de reacciones debido a que en aquel entonces, no se pensaba mucho en las víctimas de crímenes violentos. La mayor parte de la prensa se encontraba obsesionada con los derechos del acusado, pero en gran parte de la sociedad yacía un malestar debido al favorecimiento de los derechos del delincuente por sobre los de la víctima.

Las actuaciones son impecables, al igual que la estupenda fotografía de Bruce Surtees, y la magníficamente adecuada banda sonora de Lalo Schifrin. La cinta cuenta con un guión estupendo, el cual contiene una gran cantidad de diálogos que están grabados a fuego en la memoria de un sinnúmero de cinéfilos. Pese a todas las críticas que se le realizaron a la cinta al momento de su estreno, y que algunos grupos moralistas continúan realizando, la valiente propuesta de Don Siegel no hace más que retratar a un hombre que se enfrenta al sistema, y a una sociedad amarga e insegura ante la violencia imperante en aquella época. Al mismo tiempo, la cinta exhibe la elevada dificultad de la labor policial, como el criminal utiliza las leyes impuestas para su propio beneficio, y finalmente la desilusión del mismo Callahan hacia el estamento policial. En definitiva, "Dirty Harry" es una obra poderosa y controversial, que además es una de las películas de acción más influyentes de todos los tiempos, y que a estas alturas se ha convertido en uno de los grandes clásicos del cine mundial.




por Fantomas.

miércoles, 16 de julio de 2008

The Curse of Frankenstein: El inicio del terror gótico británico.

“The Curse of Frankenstein” (1957), es un film de terror del director Terence Fisher, el cual está protagonizado por Peter Cushing, Christopher Lee y Hazel Court.

Suiza, 1860: un sacerdote católico (Alex Gallier) acude a una cárcel para darle consejo espiritual a un preso. Sin embargo, el preso en cuestión solo desea a alguien que escuche y acepte su increíble testimonio. De esta forma, el sacerdote oirá la aterradora historia del Barón Victor Frankenstein (Peter Cushing), quien con la ayuda de su tutor Paul Krempe (Robert Urqhuart), se dedicó a investigar los secretos de la vida y la muerte, desatando una obsesión que lo llevaría a desafiar las leyes humanas y divinas.
“The Curse of Frankenstein” sería el film que daría inicio al ciclo de películas de terror gótico lanzado por la productora británica Hammer Films, el cual les sirvió llamar la atención del público y la crítica a nivel mundial durante más de una década. Irónicamente, la idea que le dio vida a la cinta, originalmente fue concebida por un par de productores norteamericanos. A mediados de la década del cincuenta, Milton Subotsky y Max J. Rosenberg estaban buscando soluciones para diversificar el mercado del cine de explotación, por lo que decidieron escribir una adaptación de la novela “Frankenstein; or, The Modern Prometeus”, de la escritora Mary Shelley. Con el fin de financiar dicha adaptación, Subotsky y Rosenberg le presentaron un borrador al productor Eliot Hyman, quien estaba a cargo de la compañía Associated Artists Productions. Lo que ellos jamás se imaginaron, es que Hyman le enviaría el guión a James Carreras, una de las cabezas de la Hammer. En aquel entonces, la compañía británica estaba buscando revolucionar el mercado del cine de terror, por lo que eventualmente Carreras se reunió con Subotsky y Rosenberg con la intención de producir su visión de la historia de Frankenstein. Sin embargo, Carreras les exigió que modificaran algunos del guión. Lamentablemente, la idea de la dupla de productores norteamericanos resultó ser demasiado ambiciosa para el presupuesto de la Hammer, por lo que Carreras decidió romper su sociedad comercial con ellos, para así idear un proyecto que se adaptara de mejor manera a los recursos que manejaba el estudio.

Una vez que aseguraron los derechos de la novela de Mary Shelley, Anthony Hinds y Jimmy Sangster se lanzaron a la tarea de escribir un nuevo guión que utilizaría algunas de las bases del borrador escrito por Subostsky. Una vez que el guión estuvo terminado, y que la asociación comercial con los estudios Universal fue asegurada por Carreras, este contrató al director Terence Fisher para que se hiciera cargo de la producción más importante de la Hammer hasta la fecha. Por otro lado, pese a que Eliot Hyman se mostró preocupado por la posibilidad de que la producción resultara ser demasiado británica para el mercado internacional, Carreras de todas formas contrató a Peter Cushing para interpretar el rol del Barón Frankenstein, y a Christopher Lee para interpretar a la criatura creada por el brillante pero demencial científico. Con respecto a esto, según Terence Fisher, Lee básicamente fue contratado por ser un hombre alto con algo de conocimiento y experiencia en la pantomima. Aunque el actor obviamente se mostró entusiasmado con la idea de participar en el film, no contaba con que tendría que someterse a interminables pruebas de maquillaje. En relación a esto, Fisher declararía en una ocasión: “Queríamos que el monstruo reflejara la melancólica personalidad de Christopher Lee. Queríamos que se viera como un vagabundo, como un trovador triste del horror”. 


La historia de “The Curse of Frankenstein” comienza cuando en una solitaria prisión, un sacerdote escucha la historia del Barón Victor Frankenstein, quien está condenado por asesinato. A los quince años de edad, tras el fallecimiento de su madre, Victor hereda la fortuna familiar. Es en ese momento, cuando motivado por su marcado interés en la ciencia, nombra como su tutor al profesor Paul Krempe. Durante el transcurso de los años, juntos deciden dedicarse a investigar la reanimación del tejido muerto. Cuando finalmente logran revivir el cadáver de un perro gracias al uso de electricidad, Victor propone la idea de crear a un ser humano perfecto. Pese a no estar de acuerdo con su pupilo, de todas formas Krempe ayuda a Frankenstein a robar el cadáver de un hombre que murió recientemente ahorcado. Guiado por sus ansias de que la criatura posea una “vida de conocimiento”, Victor termina asesinando al distinguido Profesor Bernstein (Paul Hardtmuth), con la intención de obtener su cerebro. Lamentablemente para Frankenstein, el cerebro resulta dañado luego de enfrascarse en una pelea con Krempe, quien está escandalizado por los actos de su viejo amigo y pupilo. Es así como tras una serie de penosos incidentes, Frankenstein finalmente logra darle vida a la criatura, sin imaginarse que su peculiar experimento solo le traerá sufrimiento a él y a todos quienes lo rodean.

Lo primero que cabe destacar de “The Curse of Frankenstein”, es que a diferencia de la adaptación de 1931 realizada por el director James Whale para los estudios Universal, la cual se centraba en la figura de la criatura creada por el Barón Frankenstein, la adaptación de la novela de Mary Shelley realizada por la Hammer se centra por completo en el personaje del Barón. Y es que en el film de Terence Fisher el Barón no solo se convierte en un rebelde con causa, sino que además se transforma en el símbolo hammeriano de la autoridad y la masculinidad. “The Curse of Frankenstein” emergió durante un periodo en el cual la identidad de la sociedad británica estaba en pleno proceso de cambio, al mismo tiempo que la autoridad masculina se encontraba en tela de juicio. A medida que el film progresa, el mundo machista liderado por Frankenstein y Krempe solo está interesado en obtener más conocimiento y éxito profesional. En relación a esto, resulta curioso cómo estos hombres terminan intercambiándose los roles a poco de comenzada la cinta. Mientras que el Barón se convierte en el profesional supremo y autoritario, Krempe se convierte en la consciencia moral de Frankenstein. 


Dentro de este mismo contexto, Sangster y Fisher utilizan a Elizabeth (Hazel Court), quien es la prima que termina contrayendo matrimonio con Victor, y Justine (Valerie Gaunt), la sirvienta que queda embarazada luego de tener un affaire con el Barón, para destacar el comportamiento autoritario y machista del protagonista. Cabe mencionar que ninguno de los personajes femeninos presentes en la primera etapa de las producciones de la Hammer gozó de gran autonomía. De hecho, su presencia estrictamente decorativa era utilizada para sugerir el deseo femenino y la provocativa influencia de las mujeres sobre el protagonista autoritario de turno. En el caso de “The Curse of Frankenstein”, mientras que Justine demanda la atención sexual de su amante, Elizabeth exige que el Barón cumpla con su rol de esposo tanto a nivel doméstico como social. La tensión entre hombres y mujeres que presenta el film, representa a cabalidad el fenómeno social que se produjo entre 1945 y 1965, periodo en el cual las mujeres que intentaban alejarse de los roles que la sociedad les había impuesto, eran castigadas simbólicamente por atreverse a demostrar cierto grado de autonomía de acción y pensamiento. Por esto no resulta extraño que mientras que Frankenstein goza de total libertad para moverse entre las esferas domésticas y privadas, las mujeres que lo rodean estén condenadas a cumplir los roles de sirvienta y esposa.

En el ámbito de las actuaciones, mientras que Peter Cushing interpreta de forma precisa y meticulosa al complejo Barón Victor Frankenstein, Christopher Lee no solo logra que la criatura se vea imponente y amenazadora, sino que además logra transmitir el daño físico y psicológico de la misma mediante una serie de movimientos espasmódicos que ponen en evidencia las habilidades miméticas del actor. En cuanto al resto del elenco, desde Robert Urquhart hasta Hazel Court, todos realizan un estupendo trabajo interpretando al círculo cercano del obsesivo Barón. En lo que respecta al aspecto técnico de la producción, resulta destacable el magnífico trabajo de dirección de Terence Fisher, cuya habilidad para pasar de momentos relativamente sobrios a otros evidentemente más climáticos, colabora en gran medida a otorgarle cierto grado de credibilidad al relato y a incrementar el efecto aterrador del mismo. Al mismo tiempo, también resulta destacable la atmosférica banda sonora de James Bernard, el maravilloso diseño de producción de Bernard Robinson, el espléndido trabajo de maquillaje de Roy Ashton, y el atractivo trabajo de fotografía de Jack Asher, cuyo radical uso del color sentaría las bases estéticas para el resto de las producciones de horror gótico de la Hammer. 


En gran medida, todo lo antes mencionado más la riqueza del guión escrito por Jimmy Sangster y Anthony Hinds, el cual presentaba altas dosis de melodrama mezcladas con momentos de puro terror, permitió que al momento de su estreno, “The Curse of Frankenstein” resultara ser todo un éxito comercial, pese a que gran parte de la crítica repudió el film por su supuesto exceso de sadismo y por la presencia de escenas grotescas. Obviamente, los resultados de taquilla provocaron que James Carreras y compañía se volcaran de lleno a los terrenos del horror gótico, dando de esta forma inicio al exitoso ciclo de cine de terror de la Hammer, el cual cambiaría para siempre los cánones de la industria cinematográfica británica. Y es que como bien lo menciona el escritor David Pirie en el libro “A New Heritage of Horror, The English Gothic Cinema”: “Por una combinación de razones, la rica mezcla de personalidades que contribuyeron a la creación de los films de la Hammer originaron una suerte de revolución del arte moderno”.

por Fantomas.

miércoles, 9 de julio de 2008

The Devil Rides Out: El acercamiento de la Hammer al tema esotérico.

“The Devil Rides Out” (1968), es un film de terror del director Terence Fisher, el cual está protagonizado por Christopher Lee, Charles Gray y Niké Arrighi.

Cuando Simon Aron (Patrick Mower) no asiste a una reunión anual, sus amigos Rex van Ryn (Leon Greene) y el Duque de Richleau (Christopher Lee), deciden ir en su búsqueda para ver que le ha sucedido. Es entonces cuando se enteran que Simon se ha unido a una secta satánica liderada por un hombre llamado Mocata (Charles Gray), el cual controla a sus seguidores mediante ritos hipnóticos y magia negra. Decididos a salvar a su joven amigo, Van Ryn y el Duque de Richleau se verán obligados a realizar un peligroso ritual, el cual perfectamente puede costarles la vida.


En Septiembre del año 1963, los derechos de tres novelas del escritor Dennis Wheatley (“The Devil Rides Out”, “The Satanist” y “To the Devil a Daughter”) pasaron a manos de las compañías productoras Michael Stainer-Hutchins y Peter Daw Ltd. Ese mismo año, James Carreras, quien estaba a cargo de la productora británica Hammer Films, decidió seguir el consejo del actor Christopher Lee y se asoció con Stainer-Hutchins y Peter Daw, con la intención de llevar las tres novelas de Wheatley a la pantalla grande. Aún cuando el productor y guionista Anthony Hinds consideraba que las obras de Wheatley eran sumamente aburridas, de todas formas le encargó al escritor norteamericano John Hunter la adaptación de “The Devil Rides Out”. Irónicamente, Hinds rechazaría el primer borrador de Hunter por considerarlo “demasiado británico”. Debido a esto, la tarea de escribir el guión del proyecto recaería en la figura de Richard Matheson, quien recientemente había trabajado en otra producción de la Hammer titulada “Fanatic” (1965). Lamentablemente, el proceso de producción se retrasaría debido a la controversia generada por el film “The Witches” (1965), el cual también tocaba el tema del satanismo. Un par de semanas antes de que esta cinta fuese estrenada, John Trevelyan, quien en ese entonces estaba a la cabeza del Consejo Británico de Calificación Cinematográfica, aseguró que no iban a aceptar la mala utilización de emblemas católicos, ni tampoco que se parodiase a la religión católica, lo que obviamente preocupó a los ejecutivos de la Hammer.

Durante el verano del año 1966, una vez que esta controversia perdió fuerza, comenzó el esperado proceso de producción de “The Devil Rides Out”. Cuando el rodaje del film finalizó, un exhausto Christopher Lee le envío un sentido mensaje a su club de fanáticos: “Dos semanas atrás terminó el rodaje de ´The Devil Rides Out´, luego de cinco noches increíblemente desagradables bajo la lluvia y la humedad de los bosques cercanos a los Estudios Pinewood… Tengo mucha fe en este film, el cual me permitirá, de una vez por todas, demostrar que puedo interpretar un rol completamente normal”. Lamentablemente, no todo el mundo era tan entusiasta con respecto a la cinta. En una entrevista, Anthony Hinds reconoció que tras ver el primer corte del film pensó que era horrible. Luego mencionaría: “Sin embargo, con un poco de paciencia, algo de edición y con una banda sonora realmente atmosférica, todo resultó bastante bien”. Al otro lado del Atlántico, los socios comerciales de la Hammer eran aún menos entusiastas. Joseph Sugar, quien en aquel entonces era el vice-presidente ejecutivo de la compañía Warner Bros-Seven Arts, estaba sumamente preocupado por el contenido último proyecto de la Casa del Martillo, el cual a su gusto no solo era altamente controversial, sino que además presentaba un tratamiento algo deficiente.

La historia de “The Devil Rides Out” comienza cuando el Duque de Richleau y Rex van Ryn van a visitar a su protegido Simon Aron, solo para descubrir que él se ha unido a una sospechosa asociación astrológica. El Duque pronto descubre que la asociación en verdad es una secta satánica liderada por un hombre que se hace llamar Mocata, quien no solo tiene un gran poder de oratoria, sino que además está instruido en las artes oscuras. Decido a ayudar a su amigo, el Duque decide llevar a Simon a su casa para liberarlo de la influencia de Mocata. Sin embargo, el joven termina regresando a los brazos del poderoso líder sectario en compañía de otra de sus discípulas, una muchacha llamada Tanith (Niké Arrighi). Cuando ambos están a punto de ser bautizados en honor a Satán, el Duque junto a un par de sus conocidos rescatan a la pareja de jóvenes de las garras del siniestro Mocata. Lamentablemente, el poder mágico de Mocata es absolutamente omnipresente. Es por esa razón que al interior de la casa donde el Duque y sus amigos están refugiados, se librará una cruenta batalla en la cual amenazadoras criaturas mágicas tomarán el rol de soldados en la eterna lucha del bien contra el mal.

Además de la presencia de diversos elementos esotéricos y religiosos, algo que sin duda resulta interesante de “The Devil Rides Out”, es la influencia que ejerce tanto el Duque de Richleau como Mocata sobre el resto de los personajes. Ambos hombres realizan un ejercicio extremo de manipulación utilizando métodos bastante similares, como por ejemplo la hipnosis y su innegable labia. En gran medida, tanto el Duque como Mocata buscan lo mismo: incluir a SImon en sus filas, ratificar sus normas como dogmas, y la obediencia ciega de quienes los rodean. Como es de esperarse, la lucha entre estos dos hombres inevitablemente sumirá al resto de los personajes en un caos vital, que oscilará entre las alucinaciones y el maniqueísmo, situando al satanismo y al cristianismo como una suerte de metáforas del desorden interno de una sociedad que fomenta el pensamiento único. De esta forma, toma fuerza la idea propuesta por Nietzsche acerca de la “muerte de Dios”. Al final del día, tanto el Duque como Mocata fabrican sus propias normas morales según su conveniencia, moldeando los designios de sus más cercanos, anulándolos como individuos, e integrándolos al rebaño que sigue fielmente la tradición y las creencias que ellos profesan con tanta convicción.

En cuanto a las actuaciones, la totalidad del elenco realiza un buen trabajo, en especial Christopher Lee y Charles Gray, quienes logran que sus personajes aún cuando presentan ciertas similitudes, exhiban un marcado antagonismo durante todo el transcurso del film. Lee no solo interpreta a la perfección al aristocrático y autoritario Duque de Richleau, sino que además logra convertirlo en un personaje carismático en gran medida gracias a que sus motivaciones son en principio nobles. Charles Grey por su parte, se luce como el maquiavélico y atemorizante Mocata, cuya magnética presencia lo eleva como uno de los villanos más memorables de la filmografía hammeriana. En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta no solo cuenta con el maravilloso trabajo de fotografía de Arthur Grant, sino que también con el atractivo diseño de producción de Bernard Robinson, y con la increíblemente atmosférica banda sonora del compositor James Bernard. Lamentablemente, los efectos especiales, los cuales estuvieron a cargo de Michael Stainer-Hutchins, no resultan del todo convincentes. Esto en su momento significó un gran dolor de cabeza para Anthony Hinds, y en gran medida fue el motivo principal por el cual el productor se vio en la obligación de realizarle una serie de cambios al film, cuyo único objetivo era evitar que este se convirtiera en una simple parodia de temática esotérica.

Para sorpresa de todo el mundo, “The Devil Rides Out” recibió un gran número de críticas favorables al momento de su estreno. Y es que gracias a la actuación de Christopher Lee y Charles Grey, a la maravillosa banda sonora de James Bernard, a su atractivo apartado visual, y a la presencia de guión repleto de interesantes giros de tuerca y una infinidad de diálogos inteligentes, los deficientes efectos especiales que presenta el film se hacen completamente tolerables e incluso adquieren un encanto especial. Aún cuando por diversos motivos Terence Fisher no logró explotar todo el potencial de “The Devil Rides Out”, pese a que el director realiza un magnífico trabajo, de todas formas la producción hoy en día no solo es recordada como una de las últimas cintas de horror gótico memorables realizadas por la Hammer durante la década del sesenta, sino que además como la prueba fehaciente de que Christopher Lee era capaz de interpretar una diversidad de roles ajenos a la figura de Drácula. Es por esto que no resulta extraño que este sea el film preferido del actor, entre los que realizó bajo el alero de la llamada Casa del Martillo.




por Fantomas.

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