En el siglo XII, un pequeño pueblo está siendo asolado por una epidemia conocida como “La Muerte Roja”. Debido a esto, el Príncipe Prospero (Vincent Price), quien es un reconocido seguidor de Satán, invita a todos los nobles del lugar a refugiarse de la enfermedad en su castillo. Con el objetivo de entretener a sus invitados, Prospero organiza un baile de máscaras, sin imaginarse que a este llegará un misterioso invitado vestido completamente de rojo, el cual amenazará el reinado de libertinaje y depravación del siniestro aristócrata.
Cuando en el año 1964 James H. Nicholson y Samuel Z. Arkoff, quienes eran los dueños de la productora American International Pictures, cerraron un contrato de coproducción con la compañía Anglo-Amalgamated, viajaron de inmediato a Inglaterra para arreglar los detalles de su próxima producción. Como el director Roger Corman sabía que esta sociedad le permitiría utilizar un presupuesto mayor en su próximo trabajo, cuando los ejecutivos de la American International Pictures le preguntaron cuál sería su séptima adaptación de la obra del escritor Edgar Alan Poe, este rápidamente respondió “The Masque of the Red Death”, ya que llevaba varios años queriendo filmar dicho relato. Varios años más tarde, Corman relataría su experiencia como director del film: “Este era el proyecto más grande y atractivo de los films de Poe, y era el primero que filmábamos en Inglaterra. Teníamos un calendario de filmación de cinco semanas, lo cual era bastante más tiempo del que usualmente utilizamos para rodar el resto de las cintas. Lamentablemente, en ese entonces no sabía que los equipos de filmación británicos eran mucho más lentos que los norteamericanos. Por lo que cinco semanas en Inglaterra eran equivalentes a cuatro en los Estados Unidos. Pese a esto, de todas formas tuve tiempo para preocuparme del aspecto estético de la producción”.
La tarea de escribir el guión de “The Masque of the Red Death” recaería en las manos de Charles Beaumont y R. Wright Campbell, quienes aún cuando cambiaron una serie de elementos presentes en la historia de Poe, supieron mantener intacta la esencia de la misma. Entre los cambios que realizaron se encuentra el hecho de que mientras que el relato de Poe se desarrolla en un periodo de varios meses, el guión condensa la acción en unos pocos días. Al mismo tiempo, mientras que Poe describe a Prospero como un hombre intrépido y sagaz que cree ser más inteligente que el resto, el Prospero de Beaumont y Campbell es un seguidor de Satán cuyo exceso de confianza en sí mismo eventualmente lo arrastra a su propia perdición. En este punto es necesario mencionar que tanto lo dupla de guionistas como el mismo Corman, no solo se inspiraron en el relato de Poe a la hora de definir ciertos aspectos del film, sino que además adoptaron como una de sus grandes influencias a la cinta “The Seventh Seal” (1957), del director Ingmar Bergman. Y es que tanto Corman como Bergman exploran el tema del significado de la vida, y se cuestionan la existencia de Dios y del Diablo. Lo que resulta aún más importante, es que en ambos films estos temas se exploran bajo la inminente amenaza de una plaga.
Dentro de las subtramas que presenta la cinta, quizás la más importante es aquella que tiene relación con una joven aldeana llamada Francesca (Jane Asher), quien es retenida en contra de su voluntad al interior del castillo por Prospero, quien la desea para satisfacer sus perversas inclinaciones. Y es que en el castillo del aristócrata se vive una orgía hedonista que ha convertido a los cultos cortesanos que participan en ella, en verdaderas bestias que celebran la inhumanidad de su anfitrión. En cuanto a la relación de Prospero y Francesca, esta se encuentra repleta de simbolismos, los cuales en su mayoría hablan de la pureza de la muchacha y de su exposición a la figura corrupta del aristócrata. Ambos personajes son claros representantes del bien y mal, por lo que no resulta extraño que se enfrasquen en una peculiar batalla durante gran parte del film. A diferencia de la gran mayoría de las protagonistas femeninas de los films de horror gótico previos de Corman, en esta ocasión Francesca se presenta como una rival digna para la maldad de Prospero. Pese a los múltiples intentos del villano por quebrantar la voluntad de la muchacha, será su fe y su integridad lo que finalmente no solo la llevará a soportar los constantes embates del siniestro Prospero, sino que además le permitirán desafiar al aristócrata en algunos momentos clave del relato.
Cabe mencionar que los simbolismos no solo se limitan a la relación de Prospero y Francesca, sino que traspasan todo el relato. Una de las secuencias más recordadas y controversiales del film, es aquella en la que Juliana (Hazel Court) sufre una serie de alucinaciones protagonizadas por un grupo de figuras demoniacas que la atacan con armas afiladas, mientras ella yace sobre una piedra como ofrenda para el Diablo. Dicha secuencia fue condenada por los organismos de censura de la época por considerarse demasiado sexual y explicita. Con respecto a esto, Corman mencionaría en una ocasión: “Hazel interpretaba la unión carnal de su personaje con el Diablo, pero solo mediante las expresiones de su rostro. Se encontraba completamente vestida, por lo que su actuación fue lo que provocó la ira de los censores. Eran otros tiempos, por lo que probablemente ellos sintieron que estábamos mostrando demasiado. Hoy en día la secuencia podría ser exhibida en la televisión y a nadie le importaría”. Obviamente todo esto habla del poderío visual que presenta el film de Corman, el cual en gran medida es responsable del estatus que hoy en día posee la producción.
En cuanto a las actuaciones, la totalidad del elenco realiza un maravilloso trabajo. Vincent Prince no solo interpreta a uno de los villanos más memorables de su carrera, sino que además logra que su personaje proyecte la idea de que se trata de un hombre de poder terrenal infinito, cuya ciega creencia en el mal lo hace pensar que todo saldrá de acuerdo a sus planes. Jane Asher por su parte, interpreta de manera creíble a la inocente Francesca, quien en gran medida es la viva encarnación de la fe cristiana. Por último cabe destacar a Hazel Court, quien realiza un encomiable trabajo interpretando a la pareja del retorcido Prospero, y a Patrick Magee, quien hace una labor similar interpretando a uno de los sádicos seguidores del Príncipe. En lo que respecta al apartado técnico de la producción, resulta destacable la efectiva pero olvidable banda sonora del compositor David Lee, y el magnífico diseño de producción de Daniel Haller, quien contrasta de manera brillante la podredumbre de los cuartos de tortura del castillo, con la suntuosidad de los cuartos principales en los cuales Prospero reúne a sus invitados. Mención especial merece el espectacular trabajo de fotografía de Nicolas Roeg, cuyo uso del color en gran medida es responsable del ya mencionado poderío visual que presenta la cinta. por Fantomas.
Si bien al momento de su estreno en los Estados Unidos la cinta resultó ser todo un éxito, en Inglaterra Corman y compañía tuvo que enfrentar una serie de problemas ocasionados por los organismos de censura locales. Luego de que el Consejo Británico de Calificación Cinematográfica amenazara con prohibir la exhibición del film en Gran Bretaña, el director se vio obligado a editar ciertos pasajes del film, particularmente aquella en la que el personaje de Hazel Court participa en una misa negra. La combinación de escenarios, personajes y temas oscuros que presenta “The Masque of the Red Death”, le permitieron a Corman crear un relato surrealista de horror gótico que respeta la esencia de la historia original de Poe, y que además rescata ciertos elementos de la ya mencionada “The Seventh Seal”. Es por este motivo que no resulta sorprendente de que “The Masque of the Red Death” sea considerada como una de las mejores películas de Roger Corman, y como el punto más alto del ciclo de adaptaciones de la obra de Edgar Allan Poe que realizó el director norteamericano. Y es que sencillamente se trata de un film brillante, tanto visual como temáticamente, el cual es de visionado obligado para los amantes del género.