viernes, 17 de abril de 2015

The Cabinet of Caligari: La retorcida visión de la psiquiatria según Robert Bloch.

“The Cabinet of Caligari” (1962), es un thriller psicológico del director Roger Kay, el cual está protagonizado por Glynis Johns, Dan O´Herlihy y Richard Davalos.

Cuando el automóvil de la joven Jane Lindstrom (Glynis Johns) sufre un problema mecánico, ella decide caminar hasta el lugar habitado más cercano para pedir ayuda. Sin embargo, una vez ahí, sus problemas comienzan a empeorar de manera significativa; no solo es retenida en el lugar en contra de su voluntad por el dueño de casa, un siniestro hombre llamado Caligari (Dan O´Herlihy), sino que además este decide llevar a Jane por un lento y tortuoso camino hacia la locura, mediante la utilización de diversos juegos psicológicos en los que también participan algunos de sus invitados, quienes no parecen estar conscientes de lo que en verdad está sucediendo al interior de la casa.

 

Tras la exitosa adaptación que el director Alfred Hitchcock realizó de la novela “Psycho” en el año 1960, el escritor Robert Bloch decidió que era tiempo de probar suerte en Hollywood como guionista. Sin embargo, su aventura en la industria cinematográfica probaría ser más accidentada de lo que en un inicio pensó que sería. Tras trabajar como guionista en algunas series de televisión, a Bloch se le otorgó la oportunidad de escribir el guion del prácticamente desconocido thriller “The Couch” (1962), del director Owen Crump. Ese mismo año, el escritor consiguió involucrarse en otro proyecto que al menos en un principio parecía ser el indicado para impulsar su carrera hollywoodense. Sin embargo, “The Cabinet of Caligari” terminaría convirtiéndose en una verdadera debacle para Bloch. Para empezar, independiente del título del film, el cual fue sugerido por Roger Kay, este prácticamente no tiene nada que ver con el clásico del cine expresionista alemán dirigido por Robert Wiene durante la década del veinte, sino que muy por el contrario, la cinta presenta una mayor cantidad de similitudes con la historieta “Whirpool”, la cual fue escrita por Johnny Craig y publicada en la colección “Vault of Horror” de la editorial EC en el año 1953. Por otro lado, es por todos conocida la áspera relación que Bloch mantuvo con Kay durante el rodaje del film, lo cual quedó estampado en la autobiografía del escritor titulada “Once Around the Bloch”. En dicho libro, Bloch no escatima palabras para describir los numerosos intentos por parte de Roger Kay de despojarlo de la autoría del guion, actitud que probablemente sería en parte responsable del resultado del film.

En “The Cabinet of Caligari”, Jane Lindstrom es presentada como una mujer joven de espíritu libre, la cual mientras se encuentra manejando su automóvil por un solitario camino montañoso con destino desconocido, sufre un problema en uno de sus neumáticos, lo que la obliga a buscar ayuda en la palaciega casa del enigmático Doctor Caligari. Después de entablar una extraña e insinuante conversación, el dueño de casa le pide a su asistente Chris (Constance Ford) que prepare una de las habitaciones para su nueva “invitada”, quien está convencida que podrá seguir su camino una vez que amanezca. Sin embargo, la muchacha pronto se dará cuenta de lo equivocada que estaba; luego de descubrir que el Doctor no tiene interés alguno en dejarla ir, Jane se ve obligada a interactuar con los extraños invitados de su anfitrión, quienes parecen estar dominados por el influjo de Caligari ya que curiosamente no demuestran ninguna prisa por regresar a sus respectivos hogares. A medida que la estadía de Jane se prolonga de un par de horas a varios días, esta admite su rol de prisionera, pero no logra dilucidar el rol del resto de los invitados, lo que la lleva a desconfiar de todos aun cuando algunos intentan establecer un vínculo más cercano con ella. Impulsada por el temor que le provoca su captor y la posibilidad de perder por completo la cordura, Jane buscará superar su desconfianza y establecer algún tipo de alianza con el resto de los invitados de Caligari, para así poder escapar del lugar antes de que sea demasiado tarde.

 

Ya para el año 1962, la industria hollywoodense había logrado adaptarse de manera satisfactoria al nuevo esquema reinante luego de la estrepitosa caída del Sistema de los Estudios a fines de la década del cuarenta. Una vez que los productores entendieron que podían obtener recursos mediante la explotación de diversos medios de comunicación, los creativos pudieron respirar tranquilos porque se les abría un abanico de posibilidades para poder plasmar sus ideas. En gran medida, “The Cabinet of Caligari” se benefició de esta renovada atmósfera laboral, la cual provocó una proliferación de nuevos rostros al interior de la industria, y desencadenó un ferviente deseo por parte de un buen número de realizadores y productores de experimentar con ideas comercialmente riesgosas. Desde prácticamente el inicio del film, Roger Kay no solo deja en evidencia que la historia posee un distorsionado sentido del espacio/tiempo, sino que además existe una fascinación voyerista con la figura de Jane Lindstrom. Esto pavimenta el camino para la exploración de temas como el ya mencionado voyerismo, el fetichismo, la sexualidad, la desorientación, la paranoia y la incomodidad, los que en conjunto conducen al film a los terrenos del terror psicológico. Al mismo tiempo, la atmósfera enrarecida que domina al relato se refuerza gracias a la presencia de diversos diálogos pintorescos, y de una serie de imágenes surrealistas que buscan sorprender e incomodar tanto a la protagonista como al espectador.

Como se indica anteriormente, más allá del título, la cinta de Kay tiene una escasa relación con el ya mencionado clásico “Das Cabinet des Dr. Caligari” (1920). De hecho, el nexo entre ambas producciones se limita a la utilización de algunos de los preceptos del expresionismo alemán en una de las escenas finales de la película de Kay, y a la exploración del abordaje manipulador de la psiquiatría. De hecho, el film no solo expone a la psiquiatría como una disciplina enfermiza y retorcida, sino que además critica varios aspectos de la vida moderna. Esta noción es reforzada a través de la actitud de Caligari, quien parece demostrar un especial interés en la vida sexual y las fantasías de la protagonista, por lo que ante las constantes negativas de Jane de satisfacer sus morbosos deseos, el buen doctor busca que la muchacha reaccione espiándola por un tragaluz mientras esta toma un baño. La curiosidad voyerista de Caligari es complementada por una serie de juegos mentales, los cuales culminan con la respuesta desesperada de Jane, quien cree que la única forma de frenar los constantes avances de su captor, es revelando la supuesta impotencia que se esconde tras su conducta lasciva. Las metáforas tanto sutiles como evidentes abundan en el guion escrito por Robert Bloch, siendo la más llamativa aquella que se plasma en una secuencia en la que la protagonista se ve atrapada en un laberinto expresionista una vez que descubre el horrible secreto que esconde Caligari, lo que obviamente no hace más que representar el caos psicológico que ha desencadenado la irrupción del doctor en su vida.

 

En el ámbito de las actuaciones, Dan O´Herlihy realiza un estupendo trabajo interpretando a Caligari, ya que no solo lo convierte en un personaje enigmático, sino que además logra establecerlo como un villano despreciable y retorcido. La labor de Glynis Johns en cambio es sumamente irregular, ya que mientras que por un lado logra expresar de manera creíble un gran rango de emociones mientras intenta establecer alianzas con los otros personajes que visitan la casa de Caligari, solo para descubrir que nadie parece realmente dispuesto a rescatarla de la situación que la tiene al borde del colapso, en diversos pasajes del film no puede evitar caer en una sobreactuación que le resta impacto a la historia, y que destruye por completo la atmósfera paranoica y surrealista que intenta establecer el director. En relación al elenco secundario, si bien todos realizan un trabajo correcto, la verdad es que nadie se destaca demasiado ya que en su totalidad interpretan a personajes unidimensionales que no logran despertar el interés del espectador. Por otro lado, en lo que respecta al aspecto técnico del film, el atmosférico pero algo irregular trabajo de fotografía de John L. Russell, es complementado con la banda sonora compuesta por Gerald Fried, la cual realza de manera efectiva tanto los momentos dramáticos como aquellos más cargados al terror psicológico.

La principal debilidad del guion escrito por Bloch es que la revelación final resulta ser algo predecible, lo cual sumado a la inclusión de escenas innecesarias repletas de diálogos que carecen de una real coherencia o importancia para el desarrollo de la trama, provoca que la cinta se sienta algo pesada y larga. Al mismo tiempo, la irregularidad interpretativa de su protagonista por momentos facilita que el espectador pierda interés en su dilema y su eventual destino. Comercialmente hablando, “The Cabinet of Caligari” tuvo un pobre desempeño en las salas de cine, principalmente porque la Twentieth Century Fox decidió promocionar el film como una cinta de terror, siendo que en verdad es un thriller psicológico en toda su regla, lo que obviamente decepcionó a los espectadores que esperaban ver un producto similar a “Psycho”, o que sencillamente que añoraban encontrarse con un remake de la obra de Robert Wiene. Pese a sus falencias, “The Cabinet of Caligari” es claramente un film que triunfa al momento de exhibir una serie de determinados objetos y situaciones familiares bajo un prisma distorsionado y siniestro, y que al menos expone de manera interesante el tema de las realidades subjetivas y la complejidad que se esconde tras la disciplina de la psiquiatría, lo que al final del día provoca que la colaboración de Bloch y Kay califique al menos como una curiosidad a descubrir para el espectador ávido de este tipo de relatos.

por Fantomas.

lunes, 6 de abril de 2015

The Devil-Doll: El ataque de los humanos en miniatura.

“The Devil-Doll” (1936), es un film de terror del director Tod Browning, el cual está protagonizado por Lionel Barrymore, Maureen O´Sullivan y Frank Lawton.

Encarcelado injustamente durante 17 años por un robo y un asesinato que nunca cometió, Paul Lavond (Lionel Barrymore) escapa de prisión en compañía de Marcel (Henry B. Walthall), un científico que ha estado desarrollando una fórmula para miniaturizar a las personas a un sexto de su tamaño original, con el fin de resolver la falta de recursos que amenaza a la Tierra. Sin embargo, dicha fórmula terminará siendo utilizada por Lavond para llevar a cabo su ansiada venganza, la cual planeará desde una modesta tienda de muñecas ubicada en Paris.

 

Aunque tuvo una carrera envidiable como director, para el momento en que comenzó a filmar “The Devil-Doll”, Tod Browning era un hombre muy distinto al cineasta que alguna vez fue. Junto con figuras como Lon Chaney Sr. y Bela Lugosi, entre otros, Browning sorprendió y aterrorizó a los espectadores durante prácticamente veinte años. Sin embargo, su lucha con los censores, los críticos y la audiencia durante el proceso de rodaje y el posterior estreno de “Freaks” (1932), lo dejó convertido en un hombre distante y frágil. “The Devil-Doll”, cinta la cual estaría basada en la novela “Burn Witch Burn”, del escritor Abraham Merritt, y cuyo guion fue escrito por Garrett Fort, Guy Endore y Erich von Stroheim, sería el penúltimo trabajo de Browning antes de que el director se alejara de las cámaras hasta su fallecimiento en 1962. Aunque en cierta medida la cinta presenta algunos ecos siniestros que traen a la memoria parte de los primeros trabajos del realizador, particularmente dramas como “The Wicked Darling” (1919) y la comentada “The Unholy Three” (1925), la verdad es que la película terminó trascendiendo en gran medida por la actuación del elenco participante, la inclusión de efectos especiales sumamente bien orquestados, y la mezcla de diversos y curiosos giros dramáticos que dificultan su encasillamiento dentro de un género determinado.

“The Devil-Doll” presenta una premisa bastante inverosímil: Paul Lavond, quien alguna vez fue el prestigioso presidente de un banco, escapa de prisión tras 17 años de encarcelamiento, jurando vengarse de sus tres socios banqueros que lo acusaron de un crimen que no cometió. Junto a él escapa un hombre llamado Marcel, un científico que pese a ir gravemente enfermo, logra guiar a Lavond hasta su viejo laboratorio. En dicho lugar vive su esposa Malita (Rafaela Ottiano), y una sirvienta llamada Lachna (Grace Ford), quienes durante la ausencia de Marcel han estado trabajando en una fórmula que busca miniaturizar a diversas criaturas vivientes, con el objetivo de resolver el problema de recursos que trae consigo la sobrepoblación de la Tierra. El único problema con dicha fórmula, es que una vez el sujeto es empequeñecido, este pierde por completo su voluntad y debe ser guiado mediante un proceso de control mental, lo que automáticamente lo convierte en esclavo. Mientras Marcel intenta probar la fórmula en su sirvienta, su situación empeora y fallece de forma súbita. Perturbada por la muerte de su marido, Malita jura terminar su trabajo, para lo cual le pide ayuda a Lavond. A sabiendas que Malita y su peculiar fórmula pueden servirle para llevar a cabo su venganza, Lavond acepta ayudar a la mujer y muda la operación a Paris, donde no solo sus antiguos socios se encuentran disfrutando de su fortuna, sino que además vive su hija Lorraine (Maureen O´Sullivan), a quien no ha visto durante años. Sin embargo, vengarse no será una tarea sencilla, ya que para evitar ser atrapado por la policía, Lavond se ve obligado a tomar la identidad de Madame Mandilip, una viejecita que ejerce como dueña de una modesta tienda de muñecas.

 

Como es de esperarse, para cumplir con su venganza, Lavond utilizará a algunos de los sujetos de prueba de Malita y Marcel para en una primera instancia atraer a su tienda a uno de sus ex-socios llamado Victor Radin (Arthul Hohl), invitándolo a participar financieramente en la fabricación de supuestos juguetes capaces de interactuar con su dueño, con el solo objetivo de someterlo a la fórmula desarrollada por su fallecido amigo, y convertirlo junto a Lachna en uno de los peones de su peculiar plan. Mientras esto es llevado a cabo, se desarrolla la que probablemente es la subtrama más importante que presenta el film, la cual se centra exploración de la fragmentada relación padre e hija que existe entre Lavond y Lorraine, tema recurrente dentro de la filmografía de Browning. La muchacha, quien no sabe que en realidad de su padre es inocente de los crímenes que se le imputa, lo odia por haberla abandonado a ella, a su madre y a su abuela (Lucy Beaumont), y dejarlas a merced de los embates de la pobreza. Además de esto, Lorraine es incapaz de perdonar el hecho que el exilio obligado de su padre, terminó provocando el suicido de su madre quien no pudo soportar la precaria situación en la que quedaron. Todo esto y la actual situación laboral de Lorraine, quien trabaja en dos lugares a la vez para así poder sobrevivir junto a su abuela, no solo enardece los deseos de venganza de Lavond, sino que además lo lleva a buscar la confesión de sus antiguos socios para así tener alguna posibilidad de recuperar el amor de su hija. Lorraine por su parte, está involucrada sentimentalmente con Toto (Frank Lawton), un modesto taxista con quien se niega a contraer matrimonio por el estigma de tener un padre criminal.

Más allá de la cuasi surrealista puesta en escena, “The Devil-Doll” prueba ser una película entretenida y bien realizada. Tod Browning una vez más demuestra ser un director competente, y el elenco en general realiza una labor formidable. Con respecto a esto último, Lionel Barrymore interpreta de manera fantástica tanto a Paul Lavond como a Madame Mandilip. Aun cuando su transformación en una anciana en un principio resulta ser una verdadera distracción, ya que inevitablemente su disfraz posee un efecto cómico involuntario, a medida que avanza el film Madame Mandilip se convierte en una prueba de las habilidades actorales de Barrymore. Y es que el actor realiza una interpretación increíblemente convincente de una anciana claramente siniestra, lo que colabora enormemente a despertar el interés del espectador en el posible desenlace de la historia, y en particular en el destino del protagonista. Junto a Barrymore es necesario destacar a Rafaela Ottiano, quien interpreta a su demente asistente, Malita. Sus expresiones faciales, y particularmente la intensidad de su mirada, la convierten en la encarnación perfecta de la locura. Junto con esto, el simple hecho de que Malita posea un impedimento físico, que constantemente se desenvuelva en oscuros sótanos y elaborados laboratorios, y que su cabello evoque al personaje que Elsa Lanchaster interpretó en “Bride of Frankenstein” (1935), la convierten en el nexo más importante de la cinta con el género del horror, lo cual evidentemente le otorga una importancia especial dentro del relato.

 

Por otro lado, los efectos especiales presentes en “The Devil-Doll” son sencillamente excepcionales. Esto queda patente en aquellas escenas en las que la gente en miniatura se desenvuelve con bastante naturalidad en los ambientes que conservan su tamaño original. En relación a esto, resulta ser particularmente impresionante la secuencia en la cual Lavond infiltra a Lachna en la casa de uno de sus enemigos llamado Emil Coulvet (Robert Greig), con el objetivo de envenenarlo y robar las valiosas joyas de su esposa. Es así como es posible ver como la pequeña Lachna escala hasta el mesón de un tocador, retira varias gemas del interior de un joyero inmenso, para luego lanzarlas por un balcón bajo el cual está escondido Lavond, y finalmente se las ingenia para subirse a una cama la cual se presenta como una montaña gigantesca ante sus ojos, con el fin de apuñalar a Emil con un microscópico estilete envenenado. Esta y otras escenas son orquestadas brillantemente por Browning mediante el uso diversos efectos de fotografía y sets de tamaño aumentado, gracias a lo cual siguen manteniendo intacto su encanto pese a los estándares actuales. Complementando estas imágenes y la peculiar mixtura de géneros e influencias que presenta el film, se encuentra el atmosférico trabajo de fotografía de Leonard Smith, y la efectiva banda sonora del compositor Franz Waxman, aun cuando esta por momentos es más propia de un melodrama.

“The Devil-Doll” es evidentemente una obra atípica poseedora de una serie de características distintivas, donde se destaca la fusión de elementos propios de los géneros de la ciencia ficción, el horror y el melodrama, y la presencia de una llamativa científica loca. Al mismo tiempo, parte del atractivo que posee la película descansa en el retorcido sentido del humor de Browning, el cual queda mayormente reflejado en las escenas en las que participa Malita, quien parece volverse adicta a miniaturizar humanos. Teniendo en cuenta la seguidilla de circunstancias que relata la cinta, en donde claramente el protagonista hace las veces de antihéroe, y como tal, comete una serie de actos moralmente cuestionables, causa extrañeza que desde la Oficina Hays no hayan tenido mayores reparos con el contenido de la historia, aunque de todas formas obligaron a Browning a incluir un final moralista donde Lavond expía sus crímenes, cosa que ocurre durante una escena cargada al melodrama que se desarrolla arriba de la Torre Eiffel, en la que los personajes de Barrymore y O´Sullivan expresan un dolor palpable en sus rostros debido a que ambos saben que están aceptando una mentira. Curiosamente, es quizás este exceso de melodrama lo que le resta algo de impacto a “The Devil-Doll”, film el cual si bien no puede considerarse como un verdadero clásico del cine de terror, si puede ser identificado como una buena muestra del coral temático existente en el cine de Tod Browning.

por Fantomas.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...