jueves, 30 de diciembre de 2010

Monkey Shines: Pensamientos que matan.

“Monkey Shines” (1988), es un film de terror del director George Romero, el cual está protagonizado por Jason Beghe, John Pankow y Kate McNeil.

Tras sufrir un accidente y quedar tetrapléjico, Allan Mann (Jason Beghe) consigue un mono amaestrado para que lo ayude en sus quehaceres domésticos. Sin embargo, eventualmente el mono comienza a comportarse de manera extraña, convirtiéndose en un peligro tanto para su dueño como para quienes lo rodean.

Tras terminar con la sociedad comercial que había mantenido por un largo tiempo con el productor Richard Rubinstein, con quien había fundado la productora Laurel Entertainment, George Romero comenzó a buscar nuevos proyectos que llamaran su atención. Fue así como en el año 1986 conoció al productor Charles Evans, quien le entregó una copia de la novela “Monkey Shines”, del escritor británico Michael Stewart, junto con el guión de una adaptación que jamás se llegó a rodar. Entusiasmado con el relato, el cual le otorgaba la posibilidad de adentrarse en ciertas temáticas que nunca antes había explorado, Romero escribió un borrador de diez páginas donde detallaba las ideas que a él le interesaba imprimirle al film. Una vez que el guión definitivo estuvo terminado, este sería comprado por la productora Orion Pictures, la cual le concedería un presupuesto de 6.7 millones de dólares al director, lo que de inmediato convirtió a “Monkey Shines” en el proyecto más costoso de Romero hasta aquel entonces. Al mismo tiempo, esta producción sería la primera que el director filmaría bajo el alero de una productora importante, hecho que eventualmente lamentaría ya que los ejecutivos de la compañía influirían en algunas de sus decisiones artísticas, específicamente en la elección del final del film.

“Monkey Shines” se centra en la figura de Allan Mann, un joven atleta que vive junto a su novia Linda Aikman (Janine Turner), y que tras sufrir un grave accidente queda tetrapléjico, lo que inevitablemente transformará su vida en un verdadero infierno. Ante la evidente depresión de Allan, su amigo Geoffrey (John Pankow), quien trabaja al interior de un laboratorio que realiza experimentos con animales, le facilita una chimpancé amaestrada llamada Ella para que le ayude a realizar parte de sus actividades domésticas. Lo que Allan no sabe, es que su amigo le ha estado inyectando al animal un suero que contiene células cerebrales humanas, con el objetivo de que este se vuelva más inteligente. Es debido al efecto de dicho suero, que Ella comienza a desarrollar un fuerte vínculo afectivo con su nuevo amo, el cual aparentemente va más allá del simple cariño. Cuando Allan comienza a tener diversos problemas con las personas que lo rodean, específicamente con su posesiva madre (Joyce Van Patten), su molesta enfermera (Christine Forrest), y su novia infiel, estas extrañamente son víctimas de curiosos accidentes fatales. Todo apunta que la culpable de dichos accidentes es Ella, quien parece haberse convertido en la homicida extensión del cada vez más frustrado y enojado Allan.

Durante gran parte de la historia, “Monkey Shines” no tiene la apariencia de un thriller, ya que básicamente se enfoca en la compleja situación de Allan y en su conexión con Ella, lo que provoca que los elementos más espeluznantes solo vayan siendo insertados de manera gradual en el relato. Una vez que el protagonista sufre el accidente, el espectador es testigo de cómo crecen sus frustraciones y sus resentimientos, los cuales solo serán atenuados temporalmente por la llegada de Ella a su vida. El primer indicio de que la conexión existente entre Allan y Ella va más allá de lo meramente físico y lo afectivo, ocurre durante una clase de derecho en la cual el chimpancé levanta la mano a sabiendas que su dueño conoce la respuesta a la pregunta que ha realizado el profesor. Desde ese punto en adelante, el lazo entre la mascota y Allan no hace más que profundizarse. No solo Ella parece anticiparse a las necesidades de su dueño, sino que además parece estar sincronizada telepáticamente con los deseos reprimidos y la ira que siente Allan, por lo que eventualmente decide expresarlos en contra de quienes de una u otra forma le han hecho daño a su querido amo. De manera inteligente, Romero materializa el peculiar nexo existente entre Allan y Ella mediante una serie de escenas en las que se da a entender que el protagonista está viendo el mundo a través de los ojos de su mascota, lo que no solo siembra la duda con respecto a quien es el verdadero culpable de los crímenes que suceden alrededor de él, sino que además le otorga un cariz siniestro a la amigable chimpancé.

Por otro lado, resulta curioso el hecho de que Ella sea la única mujer con la cual Allan no tiene una relación del todo disfuncional. Mientras que su madre parece estar ayudándolo solo por un tema de autocomplacencia, su enfermera detesta la presencia de la mascota en la casa, y su novia lo está engañando con el médico encargado de su tratamiento. Básicamente, “Monkey Shines” retrata a la discapacidad como un ente castrador, el cual obliga al protagonista a depender de las mujeres que están a su alrededor, incluyendo a Ella. La única relación normal que Allan logra tener con una mujer, es aquella que mantiene que Melanie Parker (Kate McNeil), quien es la especialista que supervisa el entrenamiento de Ella. Cuando eventualmente ellos se enamoran y comienzan una relación amorosa, indirectamente prueban que la discapacidad de Allan, su mujer, su madre y su enfermera, no han logrado castrarlo por completo. A raíz de todo esto, se puede inferir que la discapacidad física y emocional de Allan y su dependencia en las mujeres que lo rodean, son los verdaderos generadores del horror que presenta el film. La chimpancé a su vez, no resulta ser una figura aterradora solo por el hecho de que se convierte en una mascota homicida, sino porque ella representa las pulsiones más oscuras del protagonista, las cuales solo mediante su externalización pueden llevarlo a encontrar el camino hacia la propia aceptación que tanto le ha costado alcanzar.

Probablemente el gran villano de “Monkey Shines” es la siempre peligrosa ambición científica. Después de que Allan le cuenta que algo extraño está sucediendo con Ella, y tras presenciar su errático comportamiento, de todas formas Geoffrey continúa inyectándole el suero a la chimpancé para volverla más inteligente. El irresponsable y egoísta comportamiento de Geoffrey no solo se debe a que él cree que sus experimentos eventualmente le traerán fama y fortuna, sino que además está convencido de que lo ayudarán a terminar de una vez por todas con la rivalidad profesional que tiene con el Rector de la universidad donde trabaja (Stephen Root). Como suele suceder en gran parte de este tipo de films, la ira, los celos, la vanidad, la codicia y la falta de ética, suelen convertirse en los ingredientes necesarios para crear a un monstruo, el cual en esta ocasión se escapará por completo del control de quienes creen que tienen todo calculado. Cabe mencionar que si bien es interesante el tratamiento que se le da a la figura de Geoffrey, la inclusión de una subtrama que involucra los numerosos esfuerzos de uno de sus colegas por robarle los resultados de sus investigaciones, no solo se ve algo forzada, sino que además carece de toda importancia para el desarrollo de la trama.

En el ámbito de las actuaciones, en general el elenco realiza un trabajo correcto. Quien más se destaca obviamente es Jason Beghe, debido a que no solo logra que el espectador empatice con la situación y con las frustraciones que experimenta Allan, sino que además le inyecta una innegable cuota de credibilidad a su personaje. En cuanto al aspecto técnico de la producción, resulta destacable el estupendo trabajo de fotografía de James A. Conter, la atmosférica banda sonora del compositor David Shire, y los atractivos efectos especiales diseñados por el siempre confiable Tom Savini. Más allá de los asesinatos y su incongruente final, “Monkey Shines” es una cinta que básicamente explora el horror psicológico que debe enfrentar un hombre que se ve sometido a una situación invalidante, de la cual aparentemente no tiene escapatoria. En ese sentido, Romero realiza un trabajo encomiable materializando la maldad humana en la figura de Ella, quien no puede evitar verse influenciada por todo lo que está sucediendo en su alrededor. Es precisamente esta idea lo que convierte a “Monkey Shines” en un film de terror que posee un encanto especial, ya que como explicaría el mismo Romero: “Es la situación, los personajes, y como estos van evolucionado a lo largo de la historia, lo que realmente afecta al espectador”.



por Fantomas.

martes, 28 de diciembre de 2010

Tetsuo, The Iron Man: Delirante horror cyberpunk.

“Tetsuo: The Iron Man” (1989), es un film de terror y ciencia ficción del director Shinya Tsukamoto, el cual está protagonizado por Tomorowo Taguchi, Kei Fujiwara, y por el mismo Tsukamoto.

Un extraño hombre conocido como “el fetichista del metal” (Shinya Tsukamoto), que tiene la insana costumbre de incrustarse objetos metálicos en su cuerpo, es atropellado por un automóvil a toda velocidad. A partir de ese momento, el conductor de dicho automóvil (Tomorowo Taguchi) empezará a sufrir extraños cambios en su cuerpo, el cual pronto se verá invadido por una serie de singulares protuberancias metálicas.

En la década de los ochenta, cuando la industria cinematográfica japonesa se encontraba en su punto más flojo, comenzaron a surgir una serie de jóvenes directores que habían dedicado gran parte de sus energías al rodaje de cortometrajes y al trabajo en el teatro experimental. Entre esta camada de nuevos directores se encontraba Shinya Tsukamoto, quien para su tercer trabajo tras las cámaras, decidió adaptar una obra teatral que él había desarrollado durante su época como estudiante. Dicha obra titulada “Tetsuo”, se centraba en las desventuras de un oficinista, que tras atropellar a un hombre conocido como "el fetichista del metal”, intenta deshacerse de su cadáver en el bosque. Impulsado por la excitación propia de la situación, el protagonista da rienda suelta a sus deseos más oscuros y comienza a tener sexo con su novia mientras el cadáver los observa desde el suelo. Desde aquel momento, como si de una maldición se tratase, al personaje interpretado por Taguchi no le queda más remedio que ver como su cuerpo empieza a transformarse en un montón de metal, convirtiendo su vida en un verdadero calvario del que parece no haber escapatoria.

Si ya la premisa es bastante extraña, el desarrollo de la historia lo es aún más. Tsukamoto salta de un lugar a otro de manera frenética, sin detenerse en ningún momento para explicarle al espectador lo que está sucediendo. Luego de descubrir un pedazo de metal en su rostro, el protagonista será atacado por una mujer que experimenta una mutación en su brazo, cuyo origen es desconocido (aunque todo parece indicar que "el fetichista del metal” se ha albergado en su cuerpo como un organismo parásito). Tras este pesadillezco episodio, la tasa de mutación del personaje interpretado por Taguchi comienza a aumentar de manera dramática, al mismo tiempo que este experimenta una serie de episodios de alto contenido sexual con su novia (Kei Fujiwara). Ya en lo que se podría denominar como el tercer acto del relato, un irreconocible protagonista se ve enfrentado en una batalla sin cuartel con "el fetichista del metal”, cerrando con esto una historia completamente delirante, que no desea otra cosa más que reflejar la dependencia casi “castradora” del hombre con un entorno cada vez más tecnificado.

Bajo la apariencia de una cinta de horror cyberpunk, se esconde una fuerte crítica por parte de Tsukamoto a una sociedad abducida por la globalidad tecnológica. Por un lado, “el fetichista del metal” puede ser visto como el fiel representante de una sociedad que arrastra a miles de jóvenes a encerrarse en una virtualidad más satisfactoria que el mundo real. El internet y la tecnología en general, entregan diversas herramientas con las que el ser humano puede convertirse, mutar durante un periodo determinado de tiempo en alguien más, reflejando una imagen idealizada de sí mismo a todos aquellos que también están sumidos en el mismo mundo tecnológico. Al mismo tiempo, el director propone que es inevitable que la conducta sexual y el instinto primitivo del hombre se vean potenciados por la exposición a la ya mencionada globalidad tecnológica. Es por este motivo que no resulta extraño encontrarnos con una serie de dantescas escenas de alto contenido erótico, donde el protagonista no sólo intenta tener relaciones sexuales con su novia utilizando el enorme falo-taladro que ha crecido en su cuerpo, sino que este también imagina a la mujer como portadora de un falo endoscópico con el cual es literalmente ultrajado.

Al igual que David Cronenberg en alguno de sus films, Tsukamoto señala al sexo como el catalizador del deterioro y las mutaciones que sufre el cuerpo de su protagonista. Si bien durante gran parte de la cinta vemos que es la mujer quien “provoca” que se aceleren los cambios en el cuerpo del protagonista, será "el fetichista del metal” quien provoque la mutación más importante en el cuerpo del personaje interpretado por Tomorowo, otorgándole un cierto tono homosexual al relato. Recién cuando estos dos hombres se han convertido en uno, fusionando por completo la carne con el metal, logran vislumbrar su verdadero objetivo; destruir un mundo que a sus ojos es completamente decadente. Más allá de los aspectos argumentales, “Tetsuo” se destaca por su impactante estilo visual, el cual amenaza con jugar con la mente del espectador. Según el mismo Tsukamoto, el film está rodado en blanco y negro para resaltar el metal que cubre el cuerpo del protagonista. Debido a que se trata de una producción de bajísimo presupuesto, el director tuvo que suplir la falta de recursos reciclando viejos televisores, de los cuales extrajo ciertos componentes electrónicos los que finalmente adaptaba al cuerpo de los actores mediante una pasta de arcilla.

De todas formas, la falta de presupuesto no evitó que el director tomara algunas decisiones artísticas bastante riesgosas, como el hecho de utilizar la técnica del stop-motion para retratar la transformación del protagonista, lo que terminó condicionando el plan de rodaje alargándolo casi dos años. Es importante mencionar que Tsukamoto no sólo se hizo cargo de los efectos especiales, sino que también se encargó de la fotografía y la edición de la cinta. De manera inteligente, el director utiliza una serie de recursos tanto de edición como de fotografía, para dotar a la película de una atmósfera pesadillezca y surrealista, donde el espectador se ve forzado a utilizar su imaginación cuando le son presentadas una serie de peculiares imágenes en rápida sucesión, dejándole muy poco tiempo para procesarlas por completo. Todo esto va acompañado por la efectiva banda sonora industrial compuesta por Chu Ishikawa. El tema de las actuaciones resulta ser bastante difícil de analizar, debido al caos reinante en la historia. De todas formas, el elenco en general realiza un buen trabajo aún cuando tienden a sobreactuar, ya que hay que considerar que los personajes responden al mundo enfermo en el que se desenvuelven.

“Tetsuo” es un film que presenta influencias tanto del cine del ya mencionado Cronenberg, como también del trabajo de directores como Sogo Ishii y David Lynch, entre otros. A ratos la historia puede ser un poco difícil de comprender, pero mediante un par de flashbacks el espectador logra entender de mejor manera que es lo que está sucediendo. Y es que más allá de la historia, lo realmente importante de esta cinta es su impresionante aspecto visual y el mensaje que subyace bajo este. Casi exenta de diálogo y con una buena cantidad de escenas eróticas y gore, “Tetsuo” se presenta como una verdadera experiencia cinematográfica que difícilmente podrá dejar indiferente al espectador. Lo increíble es que a más de veinte años de su estreno, la cinta sigue impactando y mostrándose como un producto sumamente original, el cual no solo juega con los sentidos del espectador, sino que también lo invita a participar en la retorcida realidad en la que se desenvuelven sus protagonistas.




por Fantomas.

domingo, 26 de diciembre de 2010

The Entity: Un violento caso basado en una historia real.

“The Entity” (1982), es un film de terror del director Sidney J. Furie, el cual está protagonizado por Barbara Hershey, Ron Silver y David Labiosa.

Carla Moran (Barbara Hershey) es una mujer que de un día para otro, comienza a ser atacada sexualmente por una entidad invisible. Una vez que su vida colapsa por completo y sus amigos la creen loca, no tiene más remedio que recurrir a un grupo de científicos que intentarán descubrir que es lo que en verdad sucede al interior de la casa de la mujer.

En el año 1978, el escritor Frank DeFelitta publicó la novela “The Entity”, la cual estaba basada en las experiencias sobrenaturales de una mujer llamada Doris Bither, quien afirmaba que un ser paranormal la había atacado sexualmente de manera reiterativa. Cuatro años antes de la publicación de la novela, Doris había decidido asistir al departamento de psiquiatría de la Universidad de California, con la intención de dilucidar qué es lo que realmente le estaba sucediendo. Si bien un especialista le diagnosticó un desorden mental, existía una serie de hechos que en cierta forma invalidaban dicho diagnóstico. Por ejemplo, Doris presentaba varias lesiones que usualmente se producen tras experimentar un ataque sexual, y que difícilmente podían haber sido autoinfringidas. Tras ser sometida sin grandes resultados a múltiples sesiones de hipnosis regresiva por el psiquiatra Kerry Gaynor, Doris eventualmente buscó la ayuda de un equipo de expertos pertenecientes al laboratorio de parapsicología de la misma Universidad, quienes recolectaron una serie de pruebas y documentaron cada una de las supuestas agresiones sufridas por la mujer. Debido a lo peculiar de la historia, el director Sidney J. Furie le pidió a DeFelittia que escribiera la adaptación de su propia novela, para así llevarla a la pantalla grande. Curiosamente, aun cuando para la década de los ochenta los organismos de censura norteamericanos se habían vuelto bastante más permisivos, los productores del film decidieron retrasar su estreno por más de un año, ya que temían que la cinta fuese blanco de numerosas críticas debido a la naturaleza perturbadora del relato.

“The Entity” se centra en la vida de Carla Moran, una madre soltera de tres hijos, la cual trabaja durante el día mientras que por las noches estudia para convertirse en secretaria y así optar a una mejor calidad de vida. Aunque en apariencia es una mujer normal, hay un aspecto de su vida que amenaza con destruir todo lo que ha construido con bastante esfuerzo. Una noche, Carla es asfixiada con una almohada por una entidad invisible que es mucho más fuerte que ella. Lamentablemente para Carla, los ataques físicos de la entidad se vuelven cada vez más violentes y frecuentes, lo que transforma su vida en un verdadero infierno. Y es que a los ataques reiterados de la entidad, se une la incredulidad de sus amigos, la intranquilidad de sus hijos, y el escrutinio de los psiquiatras quienes la creen loca. Aterrada por la situación, Carla decide visitar a un psiquiatra llamado Phil Sneiderman (Ron Silver), a quien no solo le asegura que ha sido violentada sexualmente por la entidad, sino que además le muestra pruebas físicas del hecho. Ante la incredulidad del facultativo, la protagonista no tiene más remedio que acudir donde un par de académicos del área de lo paranormal, quienes intentarán develar si la supuesta entidad es real, o tan solo es el producto de la vívida imaginación de una mujer atormentada por un par de desilusiones y traumas infantiles.

Como sucede en gran parte de las cintas que se zambullen dentro del mundo de lo sobrenatural, las fuerzas de la racionalidad presentes en el film se muestran totalmente escépticas ante los eventos que narra Carla, y lo que es peor, es que luego de una serie de conversaciones con la mujer no tardan en postular que todo se debe a que desde la infancia ha reprimido su miedo al sexo. Y es que las implicaciones de un padre fuertemente ligado a la religión, el cual solía abusar constantemente de Carla, son algo que los psicoanalistas freudianos no pueden ignorar. El principal perpetrador de este escepticismo es el Doctor Sneiderman, quien no solo exhibe un interés algo obsesivo en la figura de Carla, sino que además no duda en denostar a los parasicólogos una vez que estos se presentan en escena. Las divisiones y el esnobismo existente al interior del ambiente académico le otorgan una capa más de profundidad al conflicto central de la cinta, y además ejemplifican la importancia de la siempre compleja política universitaria a la hora de mantener en funcionamiento dichas instituciones. En gran medida, la protagonista es utilizada tanto por Sneiderman como por los parasicólogos, quienes al mismo tiempo que buscan desacreditar a sus detractores en el campo académico, intentan dotar de cierta legitimidad a sus postulados por descabellados o frívolos que parezcan.

El escepticismo de los psicólogos eventualmente se torna cansino, más aún cuando no se muestran dispuestos a creer en los dichos de Carla pese a que varios testigos confirman su historia. Lo que es aún peor, es que su testarudez no cede ni siquiera cuando tienen la posibilidad de ver el extraño fenómeno por ellos mismos. Si bien es evidente que el film se preocupa de exhibir el fracaso de psicoanálisis, también se preocupa de criticar la soberbia y la hipocresía de ciertas disciplinas académicas que solo buscan la autoglorificación, lo que en este caso provoca que Carla quede absolutamente a la deriva con su peculiar problema. A diferencia de los expertos, el espectador en ningún momento duda de los dichos de la protagonista, aun cuando el film intenta materializar a la entidad de manera algo burda, a través de objetos que se mueven solos y puertas que se cierran sin motivo aparente, lo que obviamente responde a los clichés más habituales del género. Por otro lado, resulta curioso como la seriedad que Sidney J. Furie le intenta imprimir a la cinta durante gran parte de su metraje, es puesta en juego cuando los parasicólogos intervienen la casa de Carla con la intención de aislar a la entidad con la ayuda de helio líquido. Aunque dicha escena es atractiva visualmente hablando, se desvía por completo del interesante escrutinio psicológico al que es sometida la protagonista y que conforma el eje central del film.

En el ámbito de las actuaciones, si bien el elenco en general realiza un estupendo trabajo, es la maravillosa interpretación Barbara Hershey la que contribuye a que el film funcione de buena manera. La actriz retrata a Carla como una mujer evidentemente angustiada y fragmentada por la situación a la que se ve sometida, la cual gracias a que posee una increíble fuerza interior logra sobrellevar cada uno de los episodios de violencia que le toca vivir a manos de la siniestra entidad. En este sentido, su actitud decidida se contrasta con la actitud pasiva y manipuladora de prácticamente todos los hombres que participan en la historia, los cuales no solo son incapaces de ayudar a la protagonista, sino que además al igual que la entidad que la acosa, intentan ejercer un cierto grado de control sobre la mujer, demostrando su naturaleza claramente patriarcal. Por otro lado, en relación al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con el competente trabajo de fotografía de Stephen H. Burum, la mediocre banda sonora del compositor Charles Bernstein, y los modestos pero llamativos efectos especiales de Martin Bresin y Robert Willard.

Aunque “The Entity” jamás logra igualar la brutalidad y la crudeza del primer ataque que sufre la protagonista, el film logra alzarse por sobre el resto de las cintas de su tipo gracias a que convierte la historia de Carla Moran en una experiencia cinematográfica compleja, visualmente aterradora, y psicológicamente atrapante. Obviamente la cinta juega con la siempre interesante dicotomía entre lo real y lo imaginario, la cual expone la fragilidad de la psiquis humana y el poder de la imaginación a la hora de conjurar cosas realmente grotescas y espeluznantes. Al mismo tiempo, expone la constante batalla entre la ciencia de lo paranormal y la ciencia que estudia la condición humana, situando a una mujer inocente en medio de dos fuerzas completamente opuestas, la cual ve con impotencia como los agentes de ambas ideologías son incapaces de ayudarla a solucionar su problema. Con esto en mente, resulta evidente que el terror contenido en el relato tiene relación tanto con el fenómeno inexplicable que acecha a Carla, como con las consecuencias físicas de los supuestos ataques llevados a cabo por la entidad. Gracias a todo lo antes mencionado, “The Entity” bien podría ser encasillada entre las mejores entradas del subgénero del horror sobrenatural filmadas durante la década del ochenta, reconocimiento que le ha sido negado básicamente porque durante años se ha pensado que el film de Sidney J. Furie es tan solo otra mala copia de “The Exorcist” (1973), suposición que no puede estar más alejada de la realidad.



por Fantomas.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Series de Televisión: "Tales From the Darkside", antologías de terror de bajo presupuesto.

“Tales From the Darkside” (1984-88), irrumpió en los ochenta como el mejor ejemplo de que una serie no debía estar asociada a uno de los grandes estudios, ni tener un gran presupuesto, ni ser transmitida por una importante cadena para tener éxito en la televisión. Esta serie compuesta por diversas historias de terror, permaneció durante cuatro temporadas al aire, principalmente porque no existía una serie de terror que colmara las necesidades de los espectadores de la época. El show planteaba que de manera paralela al mundo normal que conocemos, existe un universo con reglas y habitantes muy diferentes, el cual es conocido como el “lado oscuro”. Cada uno de los segmentos de esta serie de 30 minutos de duración, comienza con un retrato del mundo normal, el cual es interrumpido por la escalofriante voz de un narrador que nos advierte de los peligros que se esconden en la oscuridad. Al igual que series como “Night Galery” (1970-73) o “The Twilight Zone” (1959-64), este show presenta historias que van desde el terror más crudo, hasta la comedia slapstick. La única diferencia que “Tales From the Darkside” presenta con las series antes mencionadas, es que esta tiene unos orígenes bastante más humildes.

Las raíces de la serie están ligadas a la compañía Laurel Tv Inc., y a los productores Richard Rubinstein, Jerry Golod, y George Romero. Obviamente, quien más llama la atención es el reconocido director George Romero, quien recientemente había estrenado con cierto éxito la cinta “Creepshow” (1982), que presentaba una serie de historias cortas de terror escritas por Stephen King. Con el éxito de dicha cinta en mente, en 1983 Romero escribió un piloto para una nueva serie de televisión titulada “Trick or Treat”. Dicho piloto relataba la historia de un anciano (Barnard Hughes), que en la norteamérica rural de los cuarenta, durante la festividad de Halloween, se dedicaba a aterrorizar a los hijos de los granjeros que le debían dinero. Es entonces que durante un Halloween, un trío de grotescos vengadores sobrenaturales deciden darle su merecido al viejo Hackles. Dirigido por Bob Balaban, este episodio de 30 minutos de duración se convirtió en un verdadero éxito al momento de su estreno.

Producido con solo 200.000 dólares, “Trick or Treat” rápidamente dio paso a la producción de “Tales From the Darkside”, cuya primera temporada estaría compuesta por 23 episodios. Sin embargo, una vez que la serie comenzó a producirse, el presupuesto por episodio fue rebajado a 100.000 dólares, lo cual no daba pie a un gran margen de error (de hecho, se llegó a rumorear que por episodio sólo se utilizaban 188 dólares en la fabricación de los efectos especiales). Pese a los riesgos que esto implicaba, los ejecutivos decidieron seguir adelante con el proyecto. La primera temporada del show fue rodada utilizando un equipo de filmación no perteneciente a ningún sindicato (lo cual era otra estrategia para reducir costos), y los episodios se filmaban en máximo tres días. Lo que es aún peor, para ahorrar tiempo, los productores utilizaron de manera simultánea dos edificios como estudios de filmación; una antigua fábrica de colchones ubicada en Los Ángeles, y una sala de ensayo en Nueva York, la cual en algún momento fue utilizada por Pink Floyd.

Pese a todas estas medidas de reducción de costos, “Tales From the Darkside” se caracterizó por no escatimar en creatividad y talento, tanto delante como tras las cámaras. Cada episodio contaba con la participación de por lo menos un actor conocido, como por ejemplo Penelope Ann Miller, Lisa Bonet, Tippi Hedren, Christian Slater, y Nancy Travis, entre otros. De la misma forma, a cargo de los guiones se encontraban escritores de la talla del ya mencionado Stephen King (“Word Processor of the Gods”), Robert Bloch (“A Case of the Stubborns”, “Everybody Needs a Little Love”, “Beetles”), John MacDonald (“Ring Around the Redhead”), y Frederic Brown (“The Greezenstack”), entre otros. Además, el mismo Romero contribuyó con algunos guiones, específicamente para los episodios “The Devil´s Advocate”, “The Circus” y “Baker´s Dozen”. Pese a los talentos involucrados, a la serie no le resultó fácil encontrar el tono adecuado para sus historias, razón por la cual algunas eran realmente escalofriantes, mientras que otras abusaban en demasía del humor negro.

Pese a esto, el show se convirtió en un verdadero éxito durante su primera temporada, lo que provocó que durante el segundo año el presupuesto por episodio fuera de 124.000 dólares. Sin embargo, lo mejor estaría por venir; en esta ocasión, los ejecutivos de la cadena de televisión encargaron 42 episodios, que eran equivalentes a dos temporadas más. Si bien las estrategias de reducción de costos combinadas con el talento tras las cámaras habían dado sus frutos, no todos los involucrados en la serie estaban felices con la fórmula que se estaba utilizando. Uno de ellos era George Romero, quien sentía que el show aún presentaba muchos problemas, siendo el bajo presupuesto con el que contaba uno de los más importantes. Cansado de la situación, Romero renunció a su puesto como productor ejecutivo, y decidió no contribuir más a la serie como guionista. Ya durante las últimas dos temporadas, “Tales From the Darkside” comenzó a evidenciar las falencias propias de contar con un bajo presupuesto. En algunos de los últimos episodios resultaba dolorosamente evidente el hecho de que la producción sólo contaba con dos sets, no existiendo la posibilidad de filmar en exteriores.

Al mismo tiempo, la calidad de los actores involucrados también decreció, lo que terminó sepultando por completo a una serie que comenzó de forma prometedora. Pese a la evidente baja de la calidad del show, los ejecutivos de Laurel Tv intentaron crear una nueva serie de terror titulada “Moment of Fear”. Sin embargo, dicho proyecto no alcanzaría siquiera a llegar a la etapa de preproducción del episodio piloto. Cuando “Tales From the Darkside” se vio sumergida en una competencia con series de mejor calidad, los productores de Laurel reformularon su producto y dieron vida a un nuevo show de antologías de terror llamado “Monsters” (1988), cuya única diferencia con “Darkside” era que cada episodio contaba con la presencia de un monstruo de algún tipo. Luego de cuatro años al aire, el director John Harrison decidió realizar una adaptación cinematográfica titulada “Tales From the Darkside: The Movie” (1990), la cual contó con historias de Stephen King y Michael MacDowell. Pese a que se trataba de una producción de calidad considerable, esta lamentablemente no logró llamar la atención del público de la época.

Bajo el gore y el horror más puro, cada uno de los episodios de la serie pueden ser vistos como cuentos morales modernos, que intentan concientizar al espectador de las consecuencias que conlleva actuar de manera maliciosa o egoísta. De hecho, son numerosos los segmentos en que el bien es recompensado al mismo tiempo que el mal es castigado. Por ejemplo, en el episodio “The Devil´s Advocate”, un presentador de un programa de conversación llamado Mandrake (Jerry Stiller), día tras día reparte su veneno indiscriminadamente a través de su tribuna. No sólo hiere a las personas con sus dichos, sino que además es rudo con sus auditores, y cruel a la hora de efectuar juicios. A medida de que el episodio avanza, Mandrake comienza lentamente a transformarse en un demonio deforme. Ahora ya muerto, él deberá pasar el resto de su eternidad encerrado en un pequeño cuarto sin puertas ni ventanas, escuchando las quejas de los habitantes del infierno. En otros episodios en cambio, la moraleja iba acompañada de un humor negrísimo, como sucede en el capítulo titulado “Let The Games Begin”, donde un ángel y un demonio se pelean el alma de un tipo común y corriente. En definitiva, “Tales From the Darkside” es una serie interesante que se atrevió a intentar cosas nuevas dentro de un género bastante explotado, con resultados algo dispares. Compensando su bajo presupuesto con talento al por mayor, la serie puede ser recordada como un producto de segunda categoría que tiene un encanto especial, gracias a lo cual logró cierto éxito durante la década de los ochenta.



por Fantomas.

lunes, 13 de diciembre de 2010

The New York Ripper: Una de las cintas más controversiales de Lucio Fulci.

“Lo Squartatore di New York” (1982), es una cinta de terror del director Lucio Fulci, la cual está protagonizada por Jack Hedley, Almanta Suska y Howard Ross.

Los habitantes de la ciudad de Nueva York están siendo aterrorizados por un asesino que muestra una marcada inclinación hacia las mujeres hermosas de conductas cuestionables. A raíz de esto, el Teniente Fred Williams (Jack Hedley) es asignado para descubrir la identidad del psicópata, cuyos niveles de violencia han aumentado drásticamente en el último tiempo.





Con resultados algo dispares, Lucio Fulci sería uno de los pocos directores que intentaría revitalizar el alicaído cine de terror italiano durante la década de los ochenta. Dentro de las muchas fórmulas que utilizó el director en las distintas producciones que realizó durante dicho periodo, se encuentra su particular aproximación al subgénero del slasher en el film “Lo Squartatore di New York”. Junto a los guionistas Dardano Sacchetti, Gianfranco Clerici y Vincenzo Mannino, Fulci se encargó de escribir el guión de una de sus cintas más vilipendiadas tanto por el público, como por la crítica especializada que venía reverenciando sus últimos trabajos. Básicamente, la historia de “Lo Squartatore di New York” se centra en la investigación llevada a cabo por el Teniente Williams, quien está tras la pista de un misterioso asesino que durante el último tiempo se ha dedicado a mutilar mujeres a lo largo de toda la ciudad de Nueva York, el cual además presenta la particularidad de poseer una voz aguda muy similar a la del célebre Pato Donald. Con tal de encontrar al psicópata lo antes posible, Williams no tiene más remedio que reclutar al Doctor Davis (Paolo Malco), quien aparentemente es el único psiquiatra capaz de desentrañar los patrones de conducta y la posible identidad del criminal que está aterrorizando a las mujeres de la llamada Gran Manzana.

Como sucede en prácticamente todos los films de Lucio Fulci, los cruentos asesinatos que comete el psicópata de turno se convierten en las grotescas piezas centrales de la cinta. Fiel a su estilo, el director italiano no solo le presenta al espectador una escena en la que una desafortunada mujer es prácticamente violada con una botella de vidrio rota, sino que además tiene tiempo para incluir una escena en la que a una mujer le abren el estómago, y otra en la que a una tercera víctima la torturan lentamente con una navaja de afeitar, la cual dicho sea de paso debido a su crudeza inclusive en la actualidad ha tenido problemas con los organismos de censura británicos. Si bien la inclusión de estas escenas ya era razón suficiente como para que tanto el público como la crítica se mostraran algo incómodos con la cinta de Fulci, la evidente misoginia que exuda el guión no hizo más que complicar las cosas. Y es que no son pocas las escenas en las cuales las mujeres son víctimas de algún tipo de violencia, ya sea verbal o física, lo que obviamente molestó a determinadas agrupaciones conservadoras y feministas de la época. Sin embargo, todo esto no es estricta responsabilidad del director italiano. Mientras que por un lado es innegable que el guionista Dardano Sachetti ya había demostrado ciertas cuotas de misoginia en sus trabajos anteriores, también es necesario recordar que el subgénero del slasher por lo general conllevaba ciertas dosis de violencia hacia la mujer, por lo que el contenido del film de Fulci solo respondía a las expectativas que el público de la época tenía de las producciones derivadas del entonces popular subgénero.

Los problemas que “Lo Squartatore di New York” tuvo con los distintos organismos de censura de la época no solo tienen relación con sus niveles de violencia y con su ya mencionada misoginia, sino que además tienen bastante que ver con la forma en como el director retrata a cada uno de los personajes involucrados en la historia, y en como este trata el tema de la sexualidad. De inmediato llama la atención la subtrama que tiene relación con la vida secreta de una mujer llamada Jane Forrester (Alexandra Delli Colli). Pese a provenir de un mundo repleto de riquezas y privilegios, Jane prefiere pasar sus mañanas en antros de mala muerte acompañada por hombres que la humillan sexualmente, y sus tardes al interior de pequeños teatros viendo pornografía. Si bien todo esto ya es bastante sórdido, Fulci se encarga de volver aún más escabroso todo el asunto insertando una serie de close-ups de los labios temblorosos del personaje interpretado por Delli Colli, mientras esta se masturba hasta llegar al orgasmo. En gran medida, el guión se muestra determinado a implicar a todos los personajes que participan en el relato en una dinámica de perversión sexual. El gran problema del film es que no realiza ningún tipo de diferenciación entre las expresiones sexuales inofensivas, como por ejemplo aquellas que son practicadas por uno de los sospechosos llamado Mickey Scellanda (Howard Ross), o la misma homosexualidad reprimida del Doctor Davis, y las correrías homicidas llevadas a cabo por el obsesivo asesino. Este es precisamente el motivo por el cual el film resulta ser tan repugnante; Fulci intenta establecer que todos los personajes son igualmente depravados, cuando en verdad esto está lejos de ser así.

Con la intención de dejar aún más en claro que la historia se centra en un microcosmos que está adherido a una cultura dominada por la suciedad y la depravación, Fulci escoge como escenarios del film diversas calles que se caracterizan por estar repletas de basura, grafitis, locales nocturnos y tiendas de pornografía. Junto con esto, para lograr que estos rincones de la ciudad de Nueva York se vean aún más decadentes de lo que realmente son, Fulci los contrasta con los bellos paisajes aledaños a la Universidad de Columbia, lo que sin duda resulta ser una estrategia bastante efectiva a la hora de establecer el tono del film. Mientras que es evidente que el director realiza un buen trabajo a la hora de construir la atmósfera de “Lo Squartatore di New York”, también es innegable que el guión presenta un buen número de falencias que terminan por afectar la calidad del producto. A la gran cantidad de diálogos absurdos que presenta el film, se le suma el hecho de que la mayoría de las conclusiones obtenidas por la policía y por Fay Majors (Almanta Suska), la única mujer que logra escapar con vida luego del asesino, son algo forzadas y distan de ser realmente concluyentes, lo que de todas formas no impide que los protagonistas eventualmente averigüen la verdadera identidad del psicópata. Lamentablemente, a raíz de este mismo problema, el espectador no puede evitar perder cierto grado de interés en la trama policial, lo que lo lleva a centrar toda su atención en los horrendos crímenes que comete el peculiar asesino con voz de pato.

En el ámbito de las actuaciones, la verdad es que el elenco realiza un trabajo más bien mediocre, en gran medida debido a que los personajes están pobremente construidos. Y es que mientras el Teniente Williams y el médico forense a cargo de la investigación no parecen tomarse demasiado en serio los asesinatos, la actitud de la víctima interpretada por Almanta Suska está lejos de resultar creíble. Pese a esto, la improvisada heroína al menos logra despertar la simpatía del espectador, el cual no puede evitar sentir cierto grado de interés por su rol dentro de la trama. En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con el correcto trabajo de fotografía de Luigi Kuveiller, quien le saca bastante provecho al lado más decadente de la ciudad de Nueva York, la poco inspirada banda sonora del compositor Francesco De Masi, la cual parece ser más apropiada para una serie de televisión policiaca de los años setenta que para un film de terror, y el irregular diseño de maquillaje y efectos especiales del equipo conformado por Gianetto de Rossi y los hermanos Rochetti, los cuales si bien son capaces de crear efectos realmente repulsivos y realistas, en determinadas oportunidades están lejos de lograr el efecto deseado.

Para gran parte de los entendidos y de los seguidores de la carrera de Lucio Fulci, “Lo Squartatore di New York” marcaría el inicio de la debacle creativa del director, cuyas producciones posteriores no pudieron igualar lo hecho por Fulci durante gran parte de la década del setenta. A los problemas narrativos, interpretativos y técnicos antes mencionados, se suma lo absurdo de las motivaciones del asesino, las cuales poco tienen que ver con la atmósfera depravada y decadente que domina al relato. A fin de cuentas, “Lo Squartatore di New York” es un ejemplo más de la marcada inclinación por el aspecto visual que siempre mostró Lucio Fulci, lo que en más de una ocasión lo llevó a descuidar por completo el guión de sus trabajos. Curiosamente, con el transcurso de los años este film se ha convertido en una parada obligada para los amantes del género del horror que buscan experimentar lo más extremo y desagradable del espectro temático. Y es que en ese aspecto es indudable que Fulci consigue su cometido, razón por la cual no resulta extraño que “Lo Squartatore di New York” haya sido catalogada como parte de los “video nasties”, término que fue acuñado en Gran Bretaña durante la década de los ochenta, y que hacía referencia a aquellas producciones que fueron distribuidas en video casete, las cuales fueron ampliamente criticadas por sus niveles de violencia tanto por la prensa, como por comentadores sociales y diversas organizaciones religiosas.



por Fantomas.

sábado, 11 de diciembre de 2010

The Thing: Como realizar un remake de forma correcta.

“The Thing” (1982), es un film de terror y ciencia ficción del director John Carpenter, el cual está protagonizado por Kurt Russell, Wilford Brimley y Keith David.

En la Antártica, los residentes de una aislada base norteamericana encuentran a un perro en la nieve que no es lo que parece; de hecho, es una entidad capaz de imitar a la perfección la apariencia de sus víctimas. Solos, asustados y sin poder huir del lugar, el desafortunado grupo tendrá que batirse con un monstruo cuya identidad desconocen por completo.


A fines de los setenta, el productor David Foster conoció en una fiesta al joven productor Stuart Cohen, quien en ese entonces estaba trabajando en televisión y deseaba ingresar al mundo del cine. Unas pocas semanas después, Cohen le presentó a Foster un proyecto que no fue del agrado de este último. Decidido a trabajar con Foster, Cohen nuevamente contactó al productor para ofrecerle realizar una adaptación de la novela “Who Goes There?”, del escritor John Campbell. Rápidamente, Foster le recordó a Cohen que el productor y director Howard Hawks había adaptado dicha novela en 1951. Sin embargo, para sorpresa de Foster, Hawks había realizado una adaptación bastante libre del relato, ya que tan solo había tomado prestado alrededor del 10% de la historia original. Tras comprarle los derechos del libro a Wilbur Stark, quien había aprovechado la mala situación económica que atravesó la RKO durante la década del cuarenta, para asegurarse los derechos de gran parte de las producciones más icónicas del estudio, Foster se acercó a los ejecutivos de los estudios Universal para sugerirles que contrataran a John Carpenter como director del proyecto. Para Carpenter, esta era su primera colaboración con uno de los grandes estudios, por lo que temía que los ejecutivos no le dejaran desarrollar sus ideas con libertad. Afortunadamente para él, Foster se aseguró de que eso no sucediera.

Bill Lancaster sería el encargado de escribir el guión del film, el cual posteriormente sería intervenido por Carpenter, quien entre otras cosas cambió el final que aparecía en el guión original. Por otro lado, el director reuniría a gran parte del equipo de filmación con el que había trabajado en “Escape From New York” (1981), y contrataría a Rob Bottin, quien había estado involucrado en la creación de los efectos especiales de “The Fog” (1980), para diseñar a las criaturas que amenazarían a los protagonistas de la historia. Bottin se convertiría en uno de los hombres más importantes del equipo de filmación, ya que gran parte de los 15 millones de presupuesto con los que contaba la cinta se invirtieron en la creación de los efectos especiales. Para Bottin, trabajar en esta película significó todo un reto, ya que como los criaturas en las que se centra la trama tiene la capacidad de replicar la forma de cualquier ser vivo, estas debían tener un aspecto único que escapara a todo lo antes visto en el género. Con el objetivo de sacar adelante semejante tarea, Bottin llamaría a Stan Winston, uno de los profesionales más respetados en el campo de los efectos especiales. Según el mismo Bottin, la razón por la cual recurrió a Winston fue porque deseaba que su equipo de trabajo sintiera algo de presión, y porque si tenía que construir otro maldito perro mecánico se iba a volver loco.

La historia de “The Thing” se desarrolla en torno a los doce miembros de una base norteamericana ubicada en la Antártica, los cuales tras tener un extraño encuentro con un par de miembros de una expedición noruega, de improviso se ven enfrentados a una amenaza casi imposible de detectar. Y es que a su base ha llegado un perro que resulta ser una criatura alienígena que puede imitar a la perfección la forma de sus víctimas, ya sean humanos o animales. A raíz de esto, la paranoia no tarda en apoderarse de los miembros de la expedición norteamericana, por lo que el piloto de helicópteros R. J. MacReady (Kurt Russell), se ve obligado a asumir el liderato del cada vez más aterrorizado grupo, y a descubrir cuál de sus compañeros ha sido víctima de la entidad alienígena antes de que sea demasiado tarde. La gran diferencia que existe entre esta producción y la adaptación realizada por el director Christian Nyby en la década del cincuenta, es la importancia que le otorgan los protagonistas a su peculiar visitante. Mientras que en el film original se generaba una pugna entre los soldados que buscaban destruir aquello que ellos consideraban como una amenaza, y los científicos que pensaban que el extraterrestre debía ser protegido debido a que era un descubrimiento sin precedentes, en la cinta de Carpenter todos los involucrados en la historia están convencidos que la criatura que los acecha es una amenaza que debe ser destruida a toda costa, debido que su sola existencia amenaza incluso el destino del resto de la humanidad.

Por otro lado, si bien en ambas cintas existe una atmósfera de paranoia constante, la fuente de dicha atmósfera dista bastante en ambas producciones. Mientras que en el film de Nyby la ambición de los científicos juega un rol clave en la forma en como los protagonistas afrontan el conflicto en el que se ven inmersos, en la cinta de Carpenter es la posibilidad de que uno de los personajes en verdad sea un alienígena lo que siembra la desconfianza y el horror entre los miembros de la expedición norteamericana. A raíz de esta misma diferencia, no resulta extraño que en la versión de 1951 el director se apoye fuertemente en los diálogos para exponer el conflicto central, mientras que en el remake, Carpenter decide utilizar el silencio como el principal generador de suspenso, el cual solo es interrumpido por intermitentes e inesperadas ráfagas de horror visceral. Más allá de las diferencias temáticas que presentan ambas producciones, probablemente una de las diferencias más importantes que exhiben tiene relación con la forma y la naturaleza de la criatura que pone en jaque a los involucrados en ambos relatos. Mientras que en la versión de Nyby el alienígena tiene una forma humanoide, el extraterrestre creado por Rob Bottin no presenta una forma definida, por lo que el espectador solo alcanza a ver una buena cantidad de transformaciones incompletas del monstruo, cada una más repulsiva que la anterior.

En cuanto a los personajes, en su gran mayoría corresponden a representaciones de distintos arquetipos. Mientras que MacReady es el héroe lacónico, el Dr. Blair (Wilford Brimley) es el hombre sabio, y Childs (Keith David) es el tipo rudo, sólo por nombrar algunos. La verdad es que el espectador nunca llega a saber mucho más que sus apellidos y sus roles al interior de la base, y ciertamente jamás llega a conocer nada de su pasado. Aunque la unidimensionalidad de los protagonistas suele ser nombrada como una de las debilidades del film, el hecho de que los personajes en alguna medida resulten familiares, contribuye a que el espectador se identifique más fácilmente con ellos. Por otro lado, en el ámbito de las actuaciones, la totalidad del elenco realiza un estupendo trabajo a la hora de retratar la claustrofobia y el horror que siente cada uno de los personajes involucrados en el relato, al mismo tiempo que juegan con la ambigüedad de sus acciones, lo que permite que los rasgos que los identifican como humanos resulten ser casi imperceptibles. En relación al aspecto técnico de la producción, no solo resulta destacable la minimalista pero efectiva banda sonora del compositor Ennio Morricone, sino que además el pulcro trabajo de fotografía de Dean Cundey, y el espectacular diseño de efectos especiales del ya mencionado Rob Bottin.

¿Es la versión de Carpenter superior al film de Nyby/Hawks? En algunos aspectos sí, pero resulta complejo comparar dos obras que pese a basarse en la misma novela, difieren tanto entre sí. Y es que mientras que en la cinta original se jugaba con la idea de que la ambición del ser humano eventualmente puede causar su propia destrucción, en el film de Carpenter se postula que la incapacidad de trabajar en equipo y la inevitable desconfianza en el prójimo, no hacen otra cosa más que sembrar el caos en cualquier grupo humano. Al mismo tiempo, en ambas producciones existe un evidente intercambio de roles entre los humanos y el alienígena. Mientras que en la versión original la criatura es considerada por los científicos como una herramienta para conseguir la tan ansiada fama mundial, en el remake son los humanos quienes se convierten en un instrumento para el extraterrestre, quien desea a toda costa escapar del frío de la Antártica para así sembrar su semilla por el resto del mundo. Más allá de las comparaciones, “The Thing” no solo evidencia la habilidad de Carpenter como director, sino se caracteriza por ser un film que presenta un guión sólido, un elenco encomiable, un ritmo narrativo dinámico y unos efectos especiales que pese al paso del tiempo, siguen conservando su capacidad de sorprender y aterrar al espectador por partes iguales.



por Fantomas.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Poltergeist: Ellos están aquí.

“Poltergeist” (1982), es un film de terror del director Tobe Hooper, el cual está protagonizado por Craig T. Nelson, JoBeth Williams, Beatrice Straight y Heather O´Rourke.

Una joven familia comienza a ser visitada por fantasmas en su casa. Si bien en un principio los espectros parecen ser amigables, con el tiempo empiezan a cambiar su conducta, al punto de poner en riesgo la vida de todos los habitantes de la casa, en especial la de la pequeña Carol Anne (Heather O´Rourke).

Durante el transcurso de los años, se han desarrollado una serie de proyectos cinematográficos que se han gestado casi por mera casualidad. Este es precisamente el caso de “Poltergeist”, producción cuya autoría ha sido tema de discusión durante años entre los aficionados al cine de terror. A mediados de la década del setenta, el director Tobe Hooper, inspirado por el film de Robert Wise, “The Haunting” (1963), comenzó a desarrollar algunas ideas que tenían relación con el mundo de lo sobrenatural. Por otro lado, mientras se encontraban en medio del proceso de rodaje del film “Raiders of the Lost Ark” (1981), el productor Frank Marshall y el director Steven Spielberg, comenzaron a discutir la idea de realizar una película que se enfocara en el tema de los fantasmas. La intención de Spielberg y Marshall, era que dicho proyecto se aproximara al tema de lo paranormal de la misma forma en que la cinta “Close Encounters of the Third Kind” (1977), lo había hecho con el fenómeno de los Ovnis. Fue entonces cuando Spielberg decidió contactar a Hooper, ya que había escuchado que su colega también deseaba filmar un largometraje de características similares. Tras escuchar las ideas de Hooper, quien eventualmente se convertiría en el director del proyecto, Spielberg utilizaría los ratos libres que se le presentaron durante el rodaje de “Raiders of the Lost Ark” para escribir el guión que le daría vida a “Poltergeist”.

Una vez que el guión estuvo terminado, este de inmediato fue comprado por los estudios MGM, cuyos ejecutivos se apresuraron a comenzar con el proceso de pre-producción de la cinta. La gran polémica que rodea a “Poltergeist” reside en el hecho de que durante años, se ha asegurado que fue Spielberg quien en verdad se encargó de la dirección del film, mientras que Hooper solo se limitó a seguir instrucciones. Aunque el mismo Hooper se ha encargado de desmentir este rumor, también ha reconocido que Spielberg participó activamente en el rodaje de la cinta, ya sea mediante el diseño de storyboards, o planteando ciertas ideas acerca del tratamiento que se le debía dar a la historia. No es secreto para nadie que tanto Frank Marshall como Spielberg deseaban que la producción obtuviera una calificación PG, ya que según el mismo Marshall: “Las historias de fantasmas deben ser apreciadas por todo tipo de público, ya que a todos nos gusta asustarnos. Además, es bastante fácil provocar terror mediante el uso de violencia y un poco de sangre. El arte de todo esto a menudo se esconde en aquello que no ves”. Esta noción de lo que debía ser el horror cinematográfico no era del todo compartida por Hooper, quien adquirió cierta popularidad durante la década del setenta gracias a cintas como “The Texas Chain Saw Massacre” (1974) y “Eaten Alive” (1977), las cuales utilizaban la violencia gráfica como un instrumento primordial a la hora de aterrorizar al espectador. Es a raíz de esta diferencia de estilos, que pese a las declaraciones de Hooper se sigue suponiendo que la influencia de Spielberg fue mucho mayor a la que dejan entrever los créditos del film.

La historia de “Poltergeist” se centra en los Freeling, una familia de clase media que vive tranquilamente en un barrio residencial, y que de un momento a otro se ven enfrentados a una serie de sucesos paranormales que tienen como consecuencia la desaparición de la integrante más joven de la familia, la pequeña Carol Anne. Durante aproximadamente la primera media hora de metraje, el film se dedica a realizar una descripción de la vida en los suburbios. Es a raíz de esto que se ahonda en la cotidianidad de la familia liderada por Diane (JoBeth Williams) y Steve Freeling (Craig T. Nelson), quienes son descritos como una pareja de padres cariñosos y preocupados por sus tres hijos, los cuales además exhiben una mentalidad más bien liberal, ya que sus ratos libres los utilizan para fumar marihuana con el objetivo de relajarse. Aun cuando en un principio aparentan ser una familia perfecta, pronto se comienza a apreciar que son poseedores de una dinámica bastante disfuncional. Y es que resulta a lo menos peculiar que ninguno de los padres se cuestione el extraño accionar de su hija más pequeña, la cual no solo habla constantemente con un televisor, sino que además asegura que la casa está habitada por un grupo de fantasmas. Lo que es aún peor, es que una vez que el resto de los integrantes de la familia se percata de los sucesos paranormales que ocurren al interior de su hogar, no encuentran nada mejor que utilizar a la pequeña Carol Anne como conejillo de indias en un particular experimento, el cual tiene como objetivo comunicarse con los espectros que acechan el lugar.

Lamentablemente para los Freeling, no pasa mucho tiempo antes de que los sucesos paranormales que en un principio parecen divertirles, adquieran un cariz mucho más macabro. Y es que de una serie de sucesos inofensivos, se pasa a situaciones que ponen en riesgo la vida de todos los habitantes de la casa, ya sea debido a la irrupción de árboles que poseen vida propia, o a la aparición de portales interdimensionales que amenazan con tragarse a Carol Anne. Una vez que la niña desaparece, los Freeling deciden recurrir a un grupo de parasicólogos liderados por la Doctora Lesh (Beatrice Straight), quien eventualmente se verá obligada a pedirle ayuda a una psíquica llamada Tangina (Zelda Rubinstein), la cual parece ser la única persona capaz de rescatar a Carol Anne del lugar en el que se encuentra prisionera. En gran medida, “Poltergeist” comienza explorando algunos de los temores propios de la infancia, como por ejemplo el miedo a la oscuridad, a las tormentas y a los monstruos que supuestamente habitan dentro de los armarios, para luego meterse de lleno en los temores más propios de la adultez, como el miedo al fallecimiento de un hijo o a la posibilidad de perder todo lo logrado durante una vida de trabajo duro. Al mismo tiempo, Hooper y Spielberg intentan imprimirle una cuota de seriedad al vilipendiado tema de la parasicología, mediante la inclusión de un grupo de científicos que no solo intentan descubrir la raíz de los sucesos paranormales que ocurren en el hogar de los Freeling, sino que además buscan por todos los medios otorgarle una validación científica a sus descubrimientos.

En el ámbito de las actuaciones, el elenco en general realiza un estupendo trabajo, en especial Craig T. Nelson y Zelda Rubinstein. En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con el destacable trabajo de fotografía de Matthew F. Leonetti, la atmosférica banda sonora del compositor Jerry Goldsmith, la cual dicho sea de paso fue merecedora de una nominación al Oscar, y los atractivos efectos especiales de Richard Edlund, los cuales pese a que hoy en día han perdido parte de su efectividad, en aquel entonces lograron obtener una nominación al Oscar. Por otro lado, cabe mencionar que “Poltergeist” también es recordada por la supuesta maldición que se cierne sobre la cinta y sus dos secuelas. Se dice que todo comenzó a raíz de la famosa escena en la que los protagonistas se encuentran de lleno con una piscina repleta de cadáveres en estado de descomposición. Según cuentan los rumores, debido a que los encargados de los efectos especiales se percataron que era más económico utilizar cadáveres reales que unos de utilería, estos decidieron utilizar restos de cuerpos humanos en dicha escena. Dicha decisión supuestamente se traduciría en una maldición, la que tendría como consecuencia el asesinato de la actriz Dominique Dunne a manos de su novio al poco tiempo de estrenado el film. A esto se le sumaría la muerte de la pequeña Heather O´Rourke durante el rodaje de la tercera parte de la saga, y el fallecimiento de otros dos actores que participaron en “Poltergeist II: The Other Side” (1986).

“Poltergeist” bien podría ser considerada como una película que se desarrolla en tres actos, donde el primero abarca la presentación de la vida de los Freeling, el segundo comienza con las primeras manifestaciones sobrenaturales y la posterior desaparición de Carol Anne, y el tercero se centra en los intentos del grupo de parasicólogos y de la psíquica por develar el misterio que encierra el hogar de la familia protagonista. Como es de esperarse, “Poltergeist” no es una cinta que esté exenta de problemas. Mientras que en determinados pasajes del film resultan evidentes algunos errores en la edición, por otro lado el brusco cambio de tono que presenta la historia en su segmento medio no termina de convencer. Más allá de los posibles defectos del film, de la discusión de quien fue realmente el responsable de su dirección, y de los rumores que indican que es una producción maldita, “Poltergeist” se alza como una cinta entretenida y por momentos aterradora, la cual además cuenta con un par de escenas que siguen siendo recordadas con cierta nostalgia hasta el día de hoy, razones por las cuales en gran medida sigue siendo considerada como uno de los grandes clásicos del cine de terror ochentero.



por Fantomas.

martes, 7 de diciembre de 2010

Deliria (aka Stage Fright): Slasher a la italiana.

“Deliria” (1987), es un film de terror del director Michele Soavi, el cual está protagonizado por David Brandon y Barbara Cupisti.

Un grupo de actores que ensayan un musical de terror se quedan encerrados en un teatro. Para su mala fortuna, no están solos. Un psicópata que ha escapado de un hospital psiquiátrico se ha quedado encerrado con ellos. Solo tendrán una última esperanza para escapar: encontrar la llave del teatro que alguien decidió ocultar en un recóndito lugar del oscuro recinto.

Luego de trabajar como actor en algunas producciones de horror italiano y de colaborar con directores como Dario Argento y Joe D´Amato, a Michele Soavi se le presentó la oportunidad de dirigir su primer largometraje. Dicho largometraje que llevaría por título “Deliria”, contaría con un guión del actor y escritor Luigi Montifiore, quien es más conocido como George Eastman, y sería producido por Joe D´Amato. Lamentablemente para Soavi, el proyecto que tenía entre manos no era precisamente algo con lo cual se sentía del todo satisfecho. Y es que el guión escrito por Montifiore buscaba sacar provecho del ya moribundo subgénero del slasher, el cual había gozado de bastante popularidad en Norteamérica a principios de los ochenta. A raíz de esto, el rodaje del film se le presentó como todo un desafío a Soavi, ya que el público en general ya no se mostraba demasiado interesado en los clichés del subgénero, razón por la cual el novato director tuvo que ingeniárselas para revitalizar una fórmula que había sido repetida hasta el cansancio. Para lograr dicha tarea, el director no solo empleó una serie de imágenes inquietantes con una estética propiamente italiana, cuyo objetivo era aumentar los niveles de tensión del film, sino que además le imprimió un tono sardónico a todo el asunto y le otorgó una cariz distintivo a los viejos motivos presentes en el subgénero del slasher.

La historia de “Stage Fright” se centra en un grupo de veinteañeros que conforman una compañía teatral, los cuales se encuentran ensayando un curioso musical sobre un asesino que utiliza una máscara con la forma de la cabeza de un búho. Luego de que una de las actrices llamada Alice (Barbara Cupisti), se lesiona el tobillo durante el transcurso del ensayo, esta es llevada al hospital más cercano, el cual resulta ser una institución psiquiátrica, para que se realice los exámenes pertinentes. Lamentablemente para ella y para sus compañeros, del lugar se escapa un peligroso psicópata, el cual se las ingenia para salir de su celda y subirse al auto de la actriz, acompañándola en silencio hasta el teatro. Una vez que el asesino cobra su primera víctima y llama la atención de la policía y los medios de comunicación, Peter (David Brandon), el petulante director de la obra, decide encerrar a todo el elenco al interior del teatro, a sabiendas de la publicidad que obtendrán gracias al violento acontecimiento. Sin embargo, las cosas estarán lejos de salir como él espera, ya que tan pronto como los actores quedan encerrados junto al asesino en el teatro, este emprende una cruzada homicida que les deja muy pocas opciones de supervivencia a todos los involucrados en el macabro asunto.

Más allá de las similitudes argumentales que pueda presentar “Deliria” en relación a otras cintas pertenecientes al subgénero del slasher, el film se destaca por sobre el resto gracias a su deslumbrante estilo visual y a su dinámico ritmo narrativo. Lo que es aún más importante, es que Soavi demuestra tener una gran habilidad para rodar escenas perturbadoras, sin la necesidad de recurrir a la violencia gráfica. De hecho, pese a que son varios los personajes que se convierten en víctimas del asesino, la cantidad de gore que presenta la producción es bastante moderado. Esto se debe principalmente a que el director prefiere sugerir la presencia de violencia más que retratarla de cuerpo completo, apelando a la idea de que aquello que se desconoce es más aterrador que aquello con lo que ya se está familiarizado. Al mismo tiempo y de manera inteligente, Soavi en determinados momentos del film opta por retratar el punto de vista de la víctima, lo que de manera automática aumenta los niveles de angustia del espectador. Por otro lado, durante el transcurso de la cinta resulta evidente la influencia que directores como el ya mencionado Dario Argento, ejercieron sobre el trabajo de Soavi, en especial a lo que se refiere a la construcción de una atmósfera de tintes oníricos. El novel director juega constantemente con los límites entre lo real y lo imaginario, cosa que queda completamente plasmada en la escena en la que el psicópata asesina a una de las actrices de la compañía frente a sus compañeros, quienes increíblemente creen que todo se trata de una mera actuación.

La influencia de directores como Argento también es apreciable a nivel temático e iconográfico, ya sea a través de la presencia de crímenes elaborados y embellecidos, o la perversa fascinación con el mal que exhibe la protagonista, o la relación existente entre el arte y la violencia, entre otras cosas. Por otro lado, resulta destacable el ritmo narrativo utilizado por Soavi, cuyo dinamismo no permite que el film caiga en innecesarias lagunas argumentales. Luego de una breve introducción donde se presentan sin mucho aspaviento a los personajes y sus motivaciones, el director rápidamente procede a introducir al espectador en una realidad aterradora y pesadillesca. Y es que el director no solo utiliza el hecho de que el asesino de turno goza de una completa omnipresencia, sino que además juega con la claustrofobia de los protagonistas quienes se ven encerrados en un espacio reducido, y con la desesperación en la que estos se ven sumidos a causa de la situación en la que los ha puesto la ambición de Peter, y la amenaza silenciosa de un psicópata sediento de sangre. Cabe mencionar que a diferencia de lo que sucede en gran parte de las producciones pertenecientes al subgénero del slasher, en esta ocasión los protagonistas optan por enfrentar al asesino motivados ya sea por su instinto de supervivencia, o por su cada vez más intenso deseo de venganza.

En el ámbito de las actuaciones, el elenco en general realiza una labor bastante correcta. Barbara Cuspiti interpreta de buena manera a la heroína de turno, la cual dicho sea de paso, es el personaje menos unidimensional de todo el film. En relación a la protagonista, resultan interesantes los numerosos paralelos que presenta con la heroína homónima de “Alicia en el País de las Maravillas”, del escritor Lewis Carrol. Y es que en “Deliria”, tras despertar de una brusca caída, Alice se ve inmersa en un mundo que ha sido devastado por el horror, del cual solo podrá escapar una vez que supere una serie de obstáculos que buscan poner a prueba su coraje. David Brandon por su parte, interpreta de forma correcta a un hombre que solo está motivado por su ambición y sus ansías de fama, el cual pese a que por momentos consigue recobrar la poca cordura que le queda, eventualmente termina exhibiendo su naturaleza egoísta y cobarde. En cuanto al aspecto técnico de la producción, resulta destacable la rockera pero efectiva banda sonora del compositor Simon Boswell, y el estupendo trabajo de fotografía de Renato Tafuri, quien es el gran responsable de la atmósfera claustrofóbica y perturbadora que domina al relato.

“Deliria” fue exhibida por primera vez en el Festival de Cine de Avoriaz, donde no solo obtuvo el galardón a la mejor película de horror, sino que además logró llamar la atención del realizador británico Terry Gilliam, quien debido a que quedó gratamente impresionado con las habilidades como director de Soavi, le ofreció participar como director de la segunda unidad en su próximo film, el cual llevaría por título “The Adventures of Baron Munchausen” (1988). Con el correr de los años, el debut direccional de Michele Soavi terminó siendo reconocido como una de las mejores producciones de terror italiano de la década de los ochenta. Esto se debe principalmente a que el film logra fusionar gran parte de los elementos clásicos del subgénero del slasher, con otros que son propios del horror italiano, creando con esto una suerte de híbrido poseedor de una serie de imágenes absolutamente perturbadoras. Junto con esto, en sus intentos por revitalizar un subgénero claramente sobreexplotado, el director se atreve a parodiar ciertos clichés del slasher, como por ejemplo la supuesta naturaleza sobrehumana de los asesinos de turno, lo que obviamente le otorga un encanto especial a una producción que perfectamente podría haberse decantado por el facilismo de la repetición sin sentido.



por Fantomas.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Basket Case: El inquebrantable lazo entre hermanos.

“Basket Case” (1982), es una cinta de terror del director Frank Henenlotter, la cual está protagonizada por Kevin Van Henteryck, Terri Susan Smith y Beverly Bonner.

Duane Bradley (Kevin Van Henteryck) llega a Nueva York con una misteriosa cesta. Lo que la gente no sabe, es que en su interior se esconde su deforme hermano siamés Belial, quien ahora busca vengarse de los médicos que lo separaron de Duane.

A principios de la década del setenta, el director Frank Henenlotter se encontraba trabajando en un cortometraje titulado “Slash of the Knife”, el cual sería estrenado junto a la cinta de cine trash, “Pink Flamingos” (1972), del director John Waters. Aunque resulte difícil de creer, el corto de Henelotter finalmente terminó siendo desestimado por considerarse demasiado ofensivo para ser exhibido en público. Durante ese mismo periodo, Henenlotter conocería al productor Edgar Ievins, quien debido a su afición por la animación en stop-motion, se interesaría en una suerte de proyecto paralelo del director, el cual se centraba en la construcción de una cabeza deforme cuya utilidad aún no estaba definida. Una vez que “Slash of the Knife” fue desestimada, Henenlotter contactó a Ievins para desarrollar un curioso proyecto que les permitiera ingresar al esquivo mundo del cine. Tras desechar por falta de recursos la realización de un proyecto cuyo título tentativo era “Ooze”, el cual se centraría en la invasión de una plaga de origen desconocido, Henenlotter se lanzó a la tarea de escribir un guión cuyo rodaje no requiriera de un gran presupuesto. Fue así como surgió la historia de un hombre llamado Duane, el cual llega a Nueva York acompañado de una canasta cuyo misterioso contenido está deseoso de sembrar el terror en la Gran Manzana.

Con el objetivo de no perder el control del proyecto, Henenlotter y Ievins decidieron invertir todo su dinero en la producción, lo que provocó que quedaran en la más absoluta bancarrota incluso antes de comenzar con el proceso de rodaje del film. Afortunadamente para ellos, un grupo de inversionistas decidió financiar la producción luego de ver parte del trabajo realizado por el director y su equipo de filmación. Junto con esto, hubo otra serie de circunstancias que ayudaron a que la cinta pudiese ser terminada sin grandes contratiempos. Gracias a la colaboración de John Caglione y Kevin Haney, quienes eran dos de los protegidos del experto en efectos especiales Dick Smith, Henenlotter no solo pudo llevar a cabo escenas de violencia gráfica muchísimo más realistas, sino que además consiguió darle vida de Belial, el deforme hermano del protagonista, mediante el uso de una serie de sencillos mecanismos. En cuanto a la selección de locaciones, el director tuvo la suerte de encontrar un hotel situado en el centro de Nueva York, el cual se encontraba en tan malas condiciones que daba la impresión de ser un set construido con muy poco dinero. De hecho, era tan decadente el estado del hotel, que su dueño facilitó el recinto con la única condición de que cambiaran su nombre para así evitar ser fiscalizado por los inspectores de sanidad norteamericanos. Evidentemente, semejante establecimiento se encontraba ubicado en un barrio sumamente peligroso de Nueva York, lo que obligó a los productores a contratar a una serie de guardias, los cuales en su mayoría eran ex-presidiarios, para proteger a todos los involucrados en el film mientras se desarrollaba el proceso de rodaje. “Basket Case” sería filmada durante un periodo de seis meses, y los resultados de taquilla que esta obtendría serían toda una sorpresa para los responsables de la cinta.

El guión de “Basket Case” se centra en la figura de Duane Bradley, quien canasta en mano llega a la ciudad de Nueva York con la intención de llevar a cabo una macabra misión. Tan pronto como llega a la ciudad, decide hospedarse en un hotelucho el cual está habitado por una serie de coloridos personajes, entre los que se encuentran una ruidosa italiana, un alcohólico con tendencias criminales, y una prostituta bastante amigable (Beverly Bonner). No pasa mucho tiempo antes de que el extraño comportamiento de Duane, y la misteriosa canasta de mimbre que siempre lleva consigo, despierten la curiosidad tanto de sus peculiares vecinos como del mismo espectador. La verdad es que en el interior de la canasta se esconde Belial, quien es el grotesco hermano siamés de Duane, el cual desde pequeño ha estado deseando vengarse de los médicos que lo separaron del costado de su querido hermano. Decididos a cobrar su tan ansiada venganza, Duane y Belial se embarcan en una sangrienta cruzada que se verá truncada por la aparición de una hermosa recepcionista llamada Sharon (Terri Susan Smith), la cual comenzará una relación amorosa con Duane. Naturalmente, los sentimientos que Duane siente hacia Sharon terminan por enfurecer a Belial, quien hará todo lo posible por recuperar el cariño de su hermano, y por eliminar a cualquiera que se atreva a interferir en su macabra venganza.

Obviamente, la relación existente entre la pareja de hermanos es uno de los temas más importantes del film. Aún cuando existe un fuerte lazo emocional entre ambos, en gran medida Belial utiliza a Duane para lograr sus oscuros propósitos, no solo mediante un evidente chantaje emocional, sino que también a través de una serie de poderes telepáticos que le permiten controlar la voluntad de su hermano. Todo esto no significa que Duane sea una víctima de las pulsiones de su hermano, ya que él es claramente un sociópata que está tan loco como el mismo Belial. Por este mismo motivo es que su peculiar relación será puesta a prueba con la llegada de Sharon, ya que para Duane la muchacha representa su única oportunidad de encontrar la tan esquiva redención. Para Belial en cambio, Sharon se presenta como la única persona capaz de separarlo nuevamente de su hermano, esta vez en un sentido emocional, por lo que debe ser eliminada para siempre, aun cuando esto signifique que Duane se resienta con él. Por otro lado, otro punto interesante del film es su aspecto cuasi documental, el cual le otorga un nivel de realismo y crudeza inesperado a una historia básicamente ridícula. En este sentido, algunas de las escenas ambientadas en las calles de la ciudad de Nueva York vienen a reforzar esta idea, en especial aquellas que retratan a Duane deambulando por algunos lugares marcados por la presencia de luces de neón, tiendas de video para adultos, bares de mala muerte y peligrosos drogadictos.

En el ámbito de las actuaciones, Kevin Van Henteryck realiza una labor correcta interpretando a Duane, un hombre en apariencia inocente que por momentos demuestra ser un completo psicópata. Lamentablemente, no sucede lo mismo con Terri Susan Smith, cuya mediocre interpretación echa por la borda todos los intentos del director por lograr que la relación amorosa que Sharon establece con Duane exude cierta credibilidad. En cuanto a Belial, resulta increíble la exuberante personalidad que presenta la grotesca marioneta que ataca con una violencia inusitada a sus víctimas. De hecho, fácilmente se podría afirmar que Belial es por lejos el personaje más interesante del film, al punto que incluso por momentos logra despertar la simpatía del espectador. En relación al aspecto técnico de la producción, mientras que el trabajo de fotografía de Bruce Torbet solo presenta algunos destellos de talento, la banda sonora compuesta por Gus Russo es algo mediocre, razón por la que probablemente terminó siendo subutilizada. Los efectos especiales diseñados por John Caglione y Kevin Haney en cambio, resultan ser bastante efectivos pese a lo artesanal de su construcción, lo que sin lugar a dudas contribuyó a que “Basket Case” adquiera una popularidad mayor que otras cintas de corte similar que se filmaron durante la década del ochenta.

“Basket Case” es una curiosa comedia de terror. No solo presenta grandes dosis de violencia gráfica y una de las escenas de violación más perturbadoras de las que se tenga memoria, sino que además el film contiene bastantes momentos cargados al humor negro, en especial aquellos que se centran en los explosivos ataques de ira de Belial. Lamentablemente, el hecho de que la cinta constantemente esté mezclando elementos propios del género del horror y la comedia, impide que esta goce de una identidad definida, lo que obviamente provoca que el film de Henenlotter no logre desarrollar todo su potencial. Lo que si se le debe reconocer al director, es que no solo logra crear un clima de suspenso mediante la posibilidad de que el secreto de Duane sea descubierto por sus vecinos, su potencial novia o la policía, sino que además consigue que “Basket Case” se presente como el clásico ejemplo de que en ocasiones menos es más. A raíz de todo lo antes mencionado, “Basket Case” hoy en día es considerada como un film de culto el cual pese a todos sus problemas, resulta ser una producción muy superior a las dos secuelas que continuaron centrándose en las violentas desventuras de Duane y su peculiar y grotesco hermano siamés.



por Fantomas.

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