Una nave espacial proveniente de la Tierra se estrella en un planeta desconocido. La tripulación de la nave, comandada por el Coronel Taylor (Charlton Heston), escapa antes que la misma se hunda en las profundidades del lago donde amerizó. Los sobrevivientes inician una larga jornada a través de un vasto desierto, pero sus reservas son escasas. A última hora consiguen llegar a una selva donde descubren la existencia de otros seres humanos en estado muy primitivo (sin cultura ni lenguaje, y alimentándose de la naturaleza). Pero pronto los astronautas descubren con horror a la especie inteligente que domina el planeta: los simios.
El cine de ciencia ficción por muchos años fue visto como un género menor, tanto por el público como por los grandes estudios. Desde la década de los treinta hasta fines de los cincuenta, la gran mayoría de las cintas pertenecientes al género se caracterizaban por ser producciones serie B con un escaso presupuesto. No fue hasta el estreno de “2001: A Space Odyssey” (1968) de Stanley Kubrick, que el cine de ciencia ficción comenzó a ser tomado en serio. Ese mismo año se estrenaría “Planet of the Apes”, una de las obras más importantes dentro del género. El mérito de esta cinta se debe a Arthur P. Jacobs, quien decidió comprar los derechos de la poco conocida novela homónima de Pierre Boulle (autor de la también adaptada “El Puente Sobre el Río Kwai"), y luego comenzó una larga batalla con los estudios de Hollywood para concretarlo como proyecto.
El escogido para adaptar la novela fue el escritor Rod Serling, conocido principalmente por la serie “The Twilight Zone”. Su guión fue rechazado por un sinfín de motivos, entre los que se encuentran el excesivo costo que significaba retratar la avanzada tecnología manejada la sociedad de simios descrita en el guión. Debido a esto, el guión fue reescrito por Michael Wilson, quien optó por situar a los simios dentro de una sociedad más primitiva tecnológicamente hablando, rebajando de manera importante los costos de los efectos especiales y la construcción de los sets. Pese a realizar varios cambios, Wilson prefirió conservar el final escrito por Serling, el que eventualmente se transformaría en uno de los finales más impactantes y míticos de la historia del cine. Más allá de los problemas que presentó el guión, la Fox solo le dio luz verde al proyecto tras realizar un piloto con una prueba de maquillaje que hiciera creíbles a los simios. Una vez escogido el elenco, liderado por el actor Charlton Heston, se dio inicio a las filmaciones el 21 de mayo de 1967.
La conformación de una sociedad regida por simios, les permitió a los guionistas realizar un sinnúmero de referencias sociales, políticas y religiosas, de manera satírica, oscura y algo metafórica. Injusticia racial, separación de clases y más de algún prejuicio social, son algunos de los tópicos expuestos por los guionistas. Los simios están divididos socialmente de una manera bastante marcada: los orangutanes de pelaje claro son los líderes, estando en la cima del escalafón social, a los cuales le siguen los chimpancés que son los intelectuales y científicos de la sociedad, y finalmente tenemos a los obreros y soldados, representados por los fieros gorilas. Los humanos ni siquiera cuentan como miembros de esta sociedad, siendo considerados simplemente como bestias, o en el mejor de los casos como mascotas. Estamos frente a una sociedad cerrada que pelea por mantener su status quo, algo que puede quebrantarse con la aparición del humano parlante.
Muy ligado a esto, el guión se encarga de exponer el antiguo conflicto entre la ciencia y la religión. La sociedad simia es altamente religiosa, al punto de que solo tolera a los científicos como un mal necesario, siempre y cuando sus descubrimientos no puedan dinamitar los cimientos del absolutismo religioso y político que han logrado formar con los años. La escena del juicio a Taylor es el ejemplo más claro de esto; los líderes de la sociedad se rehúsan a creer la historia del humano, la cual consideran como una completa herejía, al mismo tiempo que tapan sus bocas, ojos y oídos con sus manos, negándose completamente a aceptar que existe una realidad distinta a la escrita en sus textos sagrados. Los únicos aliados que encontrará Taylor en su camino, serán Zira (Kim Hunter) y Cornelius (Roddy McDowall), una “psicóloga animal” y un arqueólogo respectivamente, quienes ante lo contundente de las pruebas que indican que el hombre puede ser un ser inteligente y que existe algo más tras la “zona prohibida”, erigida como una metáfora de los límites impuestos por una sociedad que le teme a la evolución, deciden enfrentar a sus superiores pese a las consecuencias que esto puede significarles.
Heston es el héroe perfecto, dándole la seguridad al espectador que pese a la difícil situación en la que se encuentra, será capaz de encontrar una solución para salir de ella. Lamentablemente, pareciera ser un personaje con más fuerza que cerebro. Al comienzo, cuando él es incapaz de hablar, es difícil no cuestionarse el hecho del porqué no realiza un esfuerzo por comunicarse de forma no verbal. Eventualmente termina por emplear este método, pero tarda demasiado considerando que se trata de un astronauta entrenado. De la misma forma, se muestra como un tipo sumamente temperamental, que tiende a querer solucionar todo por la vía de la violencia. Sin embargo, resulta interesante la irónico de la situación de Taylor; un hombre que impulsado por su odio a la humanidad se embarcó en este viaje a los confines del universo, ahora está llamado a defenderla con su vida.
El resto de los actores realiza un estupendo trabajo bajo el maravilloso maquillaje diseñado por John Chambers. El director Franklin J. Schaffner mantiene un ritmo narrativo más que adecuado, realizando una esplendida labor pese a su inexperiencia al frente de proyectos de este tipo. Por otro lado, el trabajo de fotografía de Leon Shamroy y la adecuadísima banda sonora compuesta por Jerry Goldsmith, son en gran parte los responsables de la atmósfera tan peculiar que presenta la cinta. Dentro del aspecto temático, que la sociedad simia en algunos aspectos presente similitudes con la existente en la edad media, pero que al mismo tiempo manejen armas de fuego, cámaras fotográficas, y que cuenten con científicos y psicólogos en sus filas, es por lo bajo incongruente. Si bien han sido varios los críticos que han recalcado este punto, la verdad es que al final del día no merma en lo más mínimo la experiencia fílmica que constituye la cinta de Schaffner.
Fue tal el éxito que tuvo la producción, que dio paso a cuatro secuelas y a una serie de televisión durante los años setenta, además del remake realizado por el director Tim Burton en el 2001, y la precuela filmada el 2011. Esto se debe a que estamos frente a una cinta que sirve tanto de entretenimiento, como de reflexión científica y sociológica. En gran medida, el relato es producto absoluto de la época en que fue concebida, ya que incluye temas como el de la desconfianza en el prójimo, la amenaza latente de la extinción del hombre producto de su propia locura, el espíritu de rebeldía reinante en la juventud de los sesenta, y la lucha existente contra un sistema corrupto y represivo. "Planet of the Apes" es un clásico indiscutido dentro del vapuleado género de la ciencia ficción, cuyo mensaje sigue estando vigente hasta el día de hoy. En una sociedad que está siendo llevada a su propia destrucción por los vicios y la ambición del hombre, da para pensar si tal vez los simios lo harían mejor.
por Fantomas.