lunes, 28 de abril de 2014

The Door With The Seven Locks: El misterio de la familia Selford.

“Die Tur Mit Den 7 Schlossern” (1962), es un thriller de misterio del director Alfred Vohrer, el cual está protagonizado por Heinz Drache, Sabine Sesselmann y Hans Nielsen.

En la estación londinense de Waterloo un hombre muere sin causa aparente, tras lo cual un desconocido intenta apoderarse sin éxito de una llave que el fallecido lleva en el cuello. Con él, ya son dos los cadáveres que han sido encontrados portando una llave similar, lo que lleva al inspector Richard Martin (Heinz Drache) a sospechar que los crímenes están conectados. Eventualmente, sus investigaciones lo llevan al despacho del abogado Haveloc (Hans Nielsen), albacea de la familia Selford, quien le revela que el patriarca de la familia repartió siete llaves entre los integrantes de su círculo de confianza, con la misión de que el día que su hijo y heredero cumpliera la mayoría de edad, debían reunirse y utilizar las siete llaves para abrir la puerta que protege la millonaria herencia familiar.

 

En 1962, tres años después de haber comenzado con la serie de adaptaciones de la obra del escritor británico Edgar Wallace y tras haber producido nueve películas, la compañía alemana Rialto Films continuaba disfrutando el éxito comercial que había obtenido de la mano de las novelas del escritor. Sin embargo, los ejecutivos de la productora estaban plenamente conscientes que para extender el éxito obtenido, debían tomar una serie de medidas que impidieran que sus producciones perdieran todo su atractivo. Para su décima adaptación, los mandamases de la Rialto escogerían la novela “La Puerta de las 7 Cerraduras”, la cual si bien no era uno de los trabajos más celebrados de Wallace, de todas formas combinaba armónicamente el relato de misterio, la novela de aventuras y el enigma policiaco. Al mismo tiempo, Joachim Fuchsberger, quien había intervenido en cinco de las cintas anteriores, fue sustituido por Heinz Drache, quien para ese entonces ya era un actor conocido en Alemania por su habilidad para interpretar personajes metódicos, racionales y de carácter más bien frío. Finalmente, se optó por mantener a gran parte del equipo técnico que había trabajado en las producciones anteriores, en especial al director Alfred Vohrer, quien venía de recibir un sinnúmero de críticas favorables por su trabajo en “Die toten Augen von London” (1961).

“Die Tur Mit Den 7 Schlossern” sigue los pasos del detective de Scotland Yard Richard Martin, mientras este intenta resolver un par de homicidios cuya única conexión son dos llaves idénticas que han sido encontradas en los cuerpos de las víctimas. Eventualmente, los crímenes son relacionados con una historia de tintes fantásticos que un cerrajero llamado Pheeny (Klaus Kinski) le relata al inspector poco antes de ser asesinado, con respecto a una misteriosa puerta que posee siete cerraduras. Tras algunos golpes de buena suerte, Martin descubre que todo este embrollo parece estar ligado con las posesiones del fallecido Lord Selford, cuyos únicos familiares son su heredero, el cual se encuentra viajando alrededor del mundo, y su hermosa sobrina Sybil Lansdown (Sabine Sesselmann), quien actualmente trabaja como bibliotecaria. La ya compleja investigación del Inspector Martin se complicará aún más gracias a la presencia de un bruto (Adv Berber) con una marcada predilección por asesinar a la gente, una peligrosa conspiración cuyo objetivo es quedarse con la totalidad de la herencia de Lord Selford, dos mansiones que guardan una serie de oscuros secretos, el enigmático doctor Antonio Staletti (Pinkas Braun), y un enorme simio que se encuentra encerrado en un laboratorio clandestino.

 

La trama de “Die Tur Mit Den 7 Schlossern” se aleja bastante de la novela en la cual está basada, básicamente porque intenta abarcar demasiadas subtramas al mismo tiempo, lo que obviamente provoca que en ocasiones el interés del espectador se desvíe del misterio central del relato. Para empezar, el film de Vohrer no se conforma con presentar a un misterioso perpetrador cuya identidad permanece oculta gracias a la inclusión de una serie de pistas falsas, sino que además incluye en la trama a múltiples sospechosos, los cuales en su mayoría son culpables en algún grado. Junto con esto, en varios segmentos de la cinta la importancia de las llaves que abren la puerta a la que hace mención el título desaparece por completo, ya que el director prefiere enfocarse en la investigación del posible paradero del heredero perdido de la fortuna Selford, y en los múltiples intentos de asesinato de los cuales es víctima Martin y su compañero Holms (Eddi Arent). El uso de objetos que resultan ser importantes para los protagonistas de una determinada historia pero no para el espectador, o MacGuffins como bien los llamaba Alfred Hitchcock, es usual en este tipo de cintas, aunque muy pocas veces resulta ser más de uno. Debido a que “Die Tur Mit Den 7 Schlossern” incluye al menos tres MacGuffins, a final de cuentas todos terminan careciendo de real importancia para el desarrollo de la trama.

Lamentablemente, los numerosos cambios que el guionista Harald G. Petersson le realiza a la historia de Wallace, lo único que logran es complicar innecesariamente el relato. Por ejemplo, en la novela, Sybil acude a la policía una vez que ve amenazada su vida, revelándole de esta forma al Inspector Martin su relación con los Selford. Petersson en cambio, opta por presentar a Sybil como una bibliotecaria que le ayuda al protagonista a investigar el origen de un escudo de armas, y que de forma casi fortuita le comenta su relación con la familia Selford, lo que le resta credibilidad a todo el asunto. Si bien Petersson toma una serie de decisiones equivocadas, dentro de su apuesta argumental también pueden encontrarse algunos aciertos. Por ejemplo, el guionista le asigna al maquiavélico Dr. Staletti un nuevo y moderno campo de estudio llamado biología constructiva, lo que permite que el clímax del film adquiera tintes propios de una película de horror y ciencia ficción, lo que curiosamente en este caso funciona de maravilla, aunque es necesario aclarar que esto no significa que dicho giro argumental tenga demasiada lógica. Y es que Staletti tiene un ingenioso plan para preservar a las grandes mentes de la humanidad, el cual consiste en trasplantar sus cabezas a cuerpos de simios, para así lograr la fusión perfecta entre fuerza física e inteligencia. Este no es el único guiño al cine de terror que presenta la cinta. La presencia de asesinos deformes, pasajes secretos y lúgubres mansiones, se complementan de buena manera con la sensibilidad especial del director Alfred Vohrer a la hora captar el miedo que sienten los protagonistas ante determinadas situaciones, y con su habilidad para crear escenas siniestras mediante interesantes movimientos de cámara.

 

Resulta necesario reconocer la labor interpretativa de Heinz Drache, quien se convertiría en una figura recurrente dentro del género del krimi o cine policiaco alemán. La actuación de Drache como el Inspector Martin es sencillamente genial, ya que convierte al personaje en un hombre inteligente y metódico, el cual constantemente asume el rol de líder con un carisma a toda prueba. El resto del elenco también realiza una labor encomiable, destacándose Eddi Arent, quien nuevamente demuestra tener dotes para la comedia; Pinkas Braun, quien interpreta con aplomo al villano más interesante y retorcido del film; y Sabine Sesselmann, cuyo personaje no se limita a ser la clásica damisela en peligro frágil e indefensa. En cuanto al aspecto técnico de la producción, es necesario destacar el estupendo trabajo de fotografía de Karl Lob, y el correctísimo diseño de producción de Siegfried Mews y Helmut Nentwig. Lamentablemente, la banda sonora compuesta por Peter Thomas se aleja bastante de sus trabajos más celebrados dentro del género del krimi, por lo que pese a resultar efectiva en algunos pasajes del film, esta es rápidamente olvidada por el espectador una vez terminada la película.

Pese a tratarse de una película sumamente entretenida, el guión de “Die Tur Mit Den 7 Schlossern” exhibe una serie de problemas estructurales que privan al film de todo tipo de suspenso. De hecho, por este motivo el productor Horst Wendlandt tuvo que reprogramar en variadas oportunidades el proceso de filmación, con la esperanza de que Petersson escribiera un guión algo más exento de complicaciones innecesarias. Aun cuando la cinta fue rechazada por la crítica, esta obtuvo un éxito comercial completamente inesperado, reafirmando el interés del público por los relatos basados en la obra de Edgar Wallace. Probablemente, el gran mérito de “Die Tur Mit Den 7 Schlossern” es que gracias a sus alocados giros dramáticos, la producción se presenta como una obra que viene a refrescar un género que en ocasiones se ve limitado por sus propios clichés. Aun cuando la trama parece haber sido escrita por alguien con un serio Trastorno de Déficit Atencional, la espléndida dirección de Alfred Vohrer, la solidez del elenco participante, y el gran trabajo del equipo técnico, convierten a “Die Tur Mit Den 7 Schlossern” en una cinta completamente recomendable. Solo no esperen encontrar una lógica sólida tras los siniestros acontecimientos que rodean a la misteriosa puerta de las siete cerraduras.



por Fantomas.

jueves, 24 de abril de 2014

Thank You, Mr. Moto: En la búsqueda del tesoro de Genghis Khan.

“Thank You, Mr. Moto” (1937), es un thriller de acción del director Norman Foster, el cual está protagonizado por Peter Lorre, Thomas Beck y Jayne Regan.

El Sr. Moto (Peter Lorre) debe competir con una banda de peligrosos cazadores de tesoros por la posesión de siete pergaminos, los cuales una vez reunidos, forman un mapa que revela la locación de la tumba de Genghis Khan, la cual se dice que contiene un enorme tesoro. Si bien Moto ya tiene en su poder uno de los pergaminos, el resto están en manos del Príncipe Chung (Philip Ahn) y su madre (Pauline Frederick), quienes consideran que su deber sagrado es proteger los pergaminos y el secreto de la tumba de Khan.

 

Pese a ser el segundo film en ser estrenado dentro del ciclo de producciones protagonizadas por Kentaro Moto, “Thank You, Mr. Moto” no fue la segunda cinta en ser producida. El proceso de producción de “Mr. Moto Takes a Chance” (1938) comenzó en Julio de 1937, pero su estreno fue retrasado por la situación provocada por la Guerra Sino-Japonesa. A raíz de esto, los ejecutivos de los estudios Twentieth Century Fox optaron por adaptar la novela “Thank You, Mr. Moto”, la cual fue serializada en la revista Saturday Evening Post a principios de 1936. El estudio dio inicio al proceso de producción en Octubre de 1937, y estrenaría el film tan solo dos meses después, exactamente el día 24 de Diciembre. Tal y como sucedió en la primera entrada de la serie, el guión y la novela en la cual está basado, presentan una serie de diferencias, las cuales en este caso en su mayoría están motivadas por las tensiones existentes en el lejano Oriente. Por ejemplo, en determinado segmentos, la novela presenta un levantamiento civil en el Norte de China y a varios expansionistas japoneses que desean realizar un ocupamiento militar en territorio enemigo, lo cual evidentemente fue obviado en el film. De la misma forma, se eliminó la participación de una representante de un museo norteamericano, la cual viajaba a China con el único objetivo de adquirir una serie de pinturas pertenecientes a la Dinastía Sung, las cuales eran vendidas sin mayor oposición por un noble venido en desgracia.

Tal y como sucede en “Think Fast, Mr. Moto” (1937), el personaje interpretado por Peter Lorre rápidamente demuestra que es un hábil asesino cuando la ocasión lo amerita. Atrapado en la inmensidad del Desierto Gobi durante una violenta tormenta de arena, el Sr. Moto no duda en apuñalar certeramente a uno de los miembros de la caravana que lo acompaña, cuando este ingresa sigilosamente a su tienda con la intención de asesinarlo y quitarle el mítico pergamino que el misterioso detective japonés trae consigo. Esta no será la única víctima que el protagonista cobre durante el transcurso del film, lo que no solo convierte a “Thank You, Mr. Moto” en la entrada más violenta de toda la serie, sino que además siembra un manto de dudas con respecto a las verdaderas intenciones de un hombre del cual no se sabe demasiado. De hecho, en esta oportunidad tampoco se aclara la verdadera identidad del Sr. Moto, ni tampoco se revela para quien trabaja, aun cuando en un determinado momento del film este se identifica como un importador que a ratos oficia como detective, y como un miembro de la policía internacional. Con respecto al halo de misterio que lo rodea, su amigo, el agente diplomático norteamericano Tom Nelson (Thomas Beck), describe a Moto como un aventurero, un explorador, un soldado de fortuna, y como uno de los misterios de Oriente. Tom también asegura que nadie sabe demasiado acerca de su amigo japonés, pero que cuando este se presenta por lo general suelen suceder hechos fuera de lo común.

 

En relación al posible empleador del protagonista, si bien el Sr. Moto le revela al Príncipe Chung que se encuentra de visita en Peiping para averiguar si la leyenda del tesoro de Genghis Khan es cierta, jamás le comenta quien lo ha enviado a cumplir con dicha misión. Por otro lado, la razón por la cual el Sr. Moto es invitado a la fiesta organizada por el Coronel Tchernov (Sig Rumann), otro de los grandes interesados en los pergaminos custodiados por Chung, tampoco queda del todo clara. El protagonista sabe que la realización de dicho evento tiene un propósito claro, pero asegura no conocer el motivo que se esconde tras su invitación. Durante dicha fiesta, el espectador es testigo de una de las tantas facetas de Moto, quien se muestra como un hombre cortés y culto, capaz de hablar en distintos idiomas y de desenvolverse con total confianza entre diplomáticos y ciertos miembros de la alta sociedad. Cabe mencionar que desde el momento en el que el Sr. Moto asesina al Coronel Tchernov, para posteriormente asegurar que actúo de forma violenta con el solo objetivo de proteger la integridad física del Príncipe Chung, quien se había rehusado a venderle los tan ansiados pergaminos, sus acciones rápidamente se tornan ambiguas y algo cuestionables. No solo obliga a Eleonor Joyce (Jayne Reagan), una de las invitadas a la fiesta que tiene la mala fortuna de descubrir el cadáver de Tchernov, a declarar que el Coronel se suicidó, sino que además comienza a vigilarla de cerca para impedir que esta le cuente la verdad de lo sucedido a Tom Nelson, quien no puede ocultar la atracción que siente por la joven.

La fórmula argumental utilizada en este film es básicamente la misma que Norman Foster utilizó en “Think Fast, Sr. Moto”: Desde un principio, Kentaro Moto se encuentra trabajando en un caso del que no se tiene información alguna, el protagonista sigue mostrando una clara predilección por el uso de disfraces, el espectador es testigo de cómo se desarrolla una subtrama romántica entre una pareja de jóvenes que en cierto grado están relacionados con el Sr. Moto, y en variadas ocasiones el protagonista hace gala de su experticia en las artes marciales de forma explosiva y violenta. Dicho sea de paso, es necesario aclarar que los problemas de salud que aquejaban a Peter Lorre en aquel entonces le dificultaban incluso subir escaleras, por lo que todas las escenas de acción fueron ejecutadas por Harvey Parry, una leyenda viviente entre los dobles de acción el cual era conocido como el “Decano”. Por otro lado, también se perpetúa el respeto hacia las diferentes culturas orientales, ya sea retratando a personajes como el Príncipe Chung y su madre como personas honorables y tradicionalistas, o insertando pequeños guiños culturales en determinadas escenas, como por ejemplo aquella en la que el protagonista aparece tocando un samisén al interior de una tienda de antigüedades, o aquella en la que el Sr. Moto menciona la práctica del harakiri.

 

En general, la totalidad del elenco realiza un estupendo trabajo, pero quien sin lugar a dudas se destaca por sobre el resto es Peter Lorre. En la biografía “The Lost One: A Life of Peter Lorre”, del escritor Stephen D. Youngking, el actor explica el proceso al que se sometió para personificar al Sr. Moto: “El Sr. Moto es un japonés astuto, de mente ágil, y una persona bastante sofisticada. Bueno, entonces, yo me convierto en esa persona y lo hago bien. No necesito estudiar a un verdadero japonés para saber lo que debo hacer. Eso está mal. Existe una idea preconcebida de cada nacionalidad y los actores piensan que deben imitar esa idea, como si los japoneses o los chinos no fueran tan diversos como lo somos nosotros. Cada hombre se mueve acorde a lo que es. Una vez que has imaginado como es, entonces debes moverte como él lo haría.” Curiosamente, existen una serie de opiniones sobre si la actuación de Lorre se vio o no afectada por la adicción a la morfina que por ese entonces lo aquejaba. Mientras que Norman Foster aseguró en numerosas ocasiones que varias escenas no salieron como él esperaba debido a que Lorre era incapaz de realizar cualquier tipo de destreza física, Leon Ames, quien acompañó al actor en varias de las cintas de Moto, declaró que Lorre cumplía con precisión todos los aspectos no físicos de su rol: “Él era agudo. Ese hombre jamás se olvidaba de una palabra o una línea mientras actuaba, jamás. Él era como una computadora”.

En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con el correcto trabajo de fotografía de Virgil Miller, la efectiva pero olvidable banda sonora del compositor Samuel Kaylin, y la humilde pero cuidada dirección de arte de Bernard Herzbrun y Albert Hogsett. El gran mérito de “Thank You, Mr. Moto” es que se las arregló para combatir el sentimiento anti-japonés que se estaba instalando en Norteamérica debido a la brutal invasión de China por parte de Japón. En gran medida, esto se logró gracias a que el personaje interpretado por Peter Lorre resulta ser más educado y refinado que la mayoría de los personajes anglosajones con los cuales interactúa, lo cual le permite usar la condescendencia de los extranjeros a su favor. Al mismo tiempo, durante el transcurso del film al poco convencional héroe japonés le es otorgada la oportunidad de demostrar que su mayor preocupación en esta ocasión es preservar la integridad de la herencia cultural del país vecino, lo que de cierta forma puede ser considerado como un peculiar llamado a la unidad. En definitiva, “Thank You, Mr. Moto” es probablemente la mejor entrada de toda la serie, ya que posee una trama que mezcla en la medida justa misterio, intriga, acción y romance, algo que no se repetiría en el resto de los films del enigmático Kentaro Moto.



por Fantomas.

lunes, 21 de abril de 2014

Heavenly Creatures: Los alcances de una amistad obsesiva.

“Heavenly Creatures” (1994), es un drama biográfico del director Peter Jackson, el cual está protagonizado por Kate Winslet y Melanie Lynskey.

Cuando diversas circunstancias reúnen a dos imaginativas adolescentes llamadas Juliet Hulme (Kate Winslet) y Pauline Parker (Melanie Lynskey), ellas rápidamente forman un importante lazo afectivo que las lleva a crear un mundo de fantasía al que solo ellas pueden acceder. Sin embargo, cuando sus padres comienzan a mirar con algo de temor la intensidad de su amistad, las jóvenes se juran permanecer unidas y desarrollan un plan que tendrá macabras consecuencias.

 

Tras terminar el rodaje de la comedia de terror “Braindead” (1992), el director Peter Jackson comenzó a albergar el deseo de incursionar en otros géneros cinematográficos que le permitieran evitar cualquier tipo de encasillamiento prematuro. Fue entonces cuando su esposa, la guionista y productora Fran Walsh, le sugirió realizar un film sobre el infame asesinato llevado a cabo por dos adolescentes llamadas Juliet Hulme y Pauline Parker, en la ciudad neozelandesa de Christchurch el año 1954. Entusiasmado con la idea, Jackson rápidamente le presentó el proyecto al productor Jim Booth, con quién acordó que la cinta se centraría en la relación de amistad que entablaron ambas jóvenes, y no en el asesinato y el posterior juicio al que fueron sometidas. Según declararía el mismo Jackson: “Su amistad durante la mayor parte del tiempo resultó ser enriquecedora, y nosotros quisimos honrar eso en el film. Básicamente, nuestra intención era realizar una cinta acerca de una amistad que terminó terriblemente mal”. En un principio, Jackson y Walsh se lanzaron a la tarea de estudiar el caso, utilizando una serie de periódicos de la época que se dedicaron a contar los pormenores del juicio como principal documento. Sin embargo, la constante satanización de las adolescentes por parte de la prensa, los llevó a examinar los hechos más de cerca con el fin de crear una versión más humana de todo el asunto. Fue así como ambos viajaron a través del país con el fin de entrevistar a diversas personas que tuvieron algún grado de contacto con Pauline Parker y Juliet Hulme cuarenta años atrás, entre las que se encontraban antiguas compañeras de clase, vecinos, amigos de ambas familias, abogados y psicólogos. Jackson y Walsh también tuvieron acceso al diario de vida de Pauline, el cual documentaba con lujo de detalles los eventos que marcaron su amistad con Juliet.

En su primer rol cinematográfico, Kate Winslet interpreta a Juliet, una adolescente inglesa que acaba de mudarse a Nueva Zelanda con sus padres. Debido a su situación económica y al hecho de que su familia constantemente está viajando alrededor del mundo, Juliet es culta y algo malcriada. De forma casi inmediata, ella entabla una amistad con Pauline, una adolescente neozelandesa solitaria y depresiva que vive una realidad mucho más humilde junto a sus esforzados padres. El fuerte lazo que forman las chicas se desarrolla alrededor de su fascinación por el tenor Mario Lanza y diversas estrellas de cine como James Mason, de su inclinación por escribir historias fantásticas de amor y traición, y de sus frágiles infancias. Curiosamente, mientras su amistad crece a pasos agigantados, el tono del film resulta ser liviano e incluso algo cómico. Y es que inevitablemente existen momentos de gran felicidad cuando se está junto a la persona querida. Sin embargo, el inicio de la cinta, el cual consiste en una serie de imágenes que tienen por objetivo demostrar las bondades de la idílica ciudad de Christchurch, las cuales rápidamente son ahogadas por un grito desgarrador y varias tomas de las jóvenes corriendo a través de un bosque, inevitablemente continúan resonando en la cabeza del espectador durante los momentos más enternecedores e inocentes. Algo horrible ha sucedido, lo que ha provocado que las chicas estén cubiertas de sangre. Por este motivo, durante todo el transcurso del relato, el espectador es acompañado por una escalofriante sensación de horror y desesperanza que está fuertemente ligada al macabro resultado de la peculiar relación de las protagonistas.

 

Básicamente, la película postula que el crimen fue el resultado de una trágica confluencia de coincidencias: Dos chicas, ambas emocionalmente inestables en la medida justa para complementar sus respectivas debilidades, son incomprendidas en una escuela para niñas de Christchurch. A raíz de esto se vuelven amigas, unidas principalmente por su gusto por lo macabro. Por un lado, la sencilla e imperturbable Pauline no puede evitar sentirse fascinada por Juliet, quien en variadas ocasiones no duda en dejar en evidencia su completo descaro y rebeldía. Juliet por su parte, también admira a Pauline, en especial por la cicatriz que esta última tiene en una de sus piernas, la cual fue producto de una cirugía para combatir la enfermedad a los huesos que padecía: “Las mejores personas tienen enfermedades al pecho y a los huesos”, asegura en una ocasión Juliet. “¡Es escalofriantemente romántico!”. Casi todo es escalofriantemente romántico en las vidas de estas muchachas, quienes se vuelven inseparables al mismo tiempo que comienzan a refugiarse con asiduidad en un mundo de fantasía que ellas llaman el Cuarto Mundo. Su amistad inevitablemente se vuelve intoxicante, y les impide ver más allá de la realidad que ellas han creado. Obviamente sus padres están excluidos de su particular cotidianeidad, en especial la madre de Juliet (Diana Kent), una psicóloga que está más preocupada de revivir su moribunda sexualidad que de comunicarse con su hija.

Eventualmente, a los padres de las muchachas comienza a resultarles perturbadora su cercanía. Si bien sospechan que ambas podrían estar engendrando inclinaciones homosexuales, la palabra lesbianismo resulta ser completamente tabú. Si bien existen una serie de escenas que refuerzan esta idea, como por ejemplo algunas en las que aparecen luchando en ropa interior o intercambiando besos “accidentales”, el film no busca realizar un estudio acerca de la sexualidad de las muchachas, sino que pretende retratar las circunstancias que las llevaron a cometer el horrendo crimen por el cual fueron sentenciadas. Es por este motivo que la dialéctica entre las vívidas fantasías de las muchachas y los sucesos de su vida cotidiana, ocupa un puesto de especial importancia en la narrativa. Peter Jackson utiliza bastante tiempo graficando el estado mental de las protagonistas, y el grado en el cual ellas creían y aceptaban el producto de su incansable imaginación. Es a raíz de esto que durante el transcurso del film, el espectador no solo es testigo de cómo diversas figuras de plastilina cobran vida ya sea para personificar a las personas que rodean a las muchachas, o para alzarse como la encarnación de sus temores y sus deseos más oscuros, sino que además es posible apreciar como figuras como Orson Welles y Mario Lanza son integrados de forma tangible al mundo creado por Juliet y Pauline.

 

En cualquier cinta de estas características, la elección del elenco resulta ser uno de los puntos clave de todo el proceso. Afortunadamente, Peter Jackson encontró en las debutantes Kate Winslet y Melanie Lynskey a las protagonistas perfectas. Si bien Winslet realiza un estupendo trabajo interpretando a Juliet, quien gran parte del tiempo es una joven alegre y energética cuyo mayor anhelo es contraer matrimonio con uno de los Santos de la religión que ha creado junto a Pauline, actitud que por momentos cambia por la más completa histeria cuando se enfrenta ante la posibilidad de ser abandonada tanto por su madre como por su amiga, es Lynskey quien definitivamente se roba todas las miradas. Su interpretación de Pauline resulta fascinante y escalofriante al mismo tiempo, ya que la joven actriz es capaz de transmitir con la mirada y con su lenguaje corporal toda la ira contenida y el gran grado de frustración que siente su personaje con el entorno que la rodea, el cual es incapaz de comprender la genialidad que tanto ella como Juliet ostentan. Como dato curioso, cabe mencionar que tras su estadía en prisión, Juliet Hulme eventualmente se convertiría en la afamada escritora de novelas de misterio Anne Perry. Por otro lado, en lo que al aspecto técnico de la producción se refiere, resulta destacable el magnífico trabajo de fotografía de Alun Bollinger, el cuidadoso diseño de producción de Grant Major, la inquietante pero no siempre efectiva banda sonora del compositor Peter Dasent, y los interesantes efectos especiales diseñados por Richard Taylor, los cuales pese a no ser extremadamente refinados poseen un encanto particular.

Aun cuando “Heavenly Creatures” intenta contextualizar y racionalizar el comportamiento violento de Juliet y Pauline, una vez terminado el film el espectador no puede evitar pensar que no existe una explicación lógica para lo que en verdad sucedió. Eso provoca que la cinta presente un vacío dramático importante, el cual es compensado parcialmente por el magnífico guión escrito por Walsh y Jackson, el inconfundible estilo visual del director, y las brillantes interpretaciones del dúo protagónico. En gran medida, la moraleja de “Heavenly Creatures” es que en ocasiones cuando se reúne cierto tipo de personas, estas son capaces de cometer actos que como individuos serían incapaces de realizar. Al mismo tiempo, se puede concluir que a veces suceden tragedias básicamente porque las personas están esperando que alguien más se atreva a detener algo que está destinado al fracaso. En el caso de Pauline y Juliet, la realidad es nublada por sus propios desbarajustes emocionales. Teniendo todo esto en mente, es justo asegurar que lo que convierte al film de Jackson en una obra apasionante y aterradora, es la forma en como el director retrata a dos jóvenes infelices que deciden crear un mundo alternativo que les resulta tan seguro y atractivo, que están dispuestas a asesinar con tal de conservarlo.



por Fantomas.

martes, 15 de abril de 2014

Think Fast, Mr. Moto: ¿Quién es realmente Kentaro Moto?

“Think Fast, Mr. Moto” (1937), es un film de misterio del director Norman Foster, el cual está protagonizado por Peter Lorre, Virginia Field y Thomas Beck.

El misterioso Señor Moto (Peter Lorre) se embarca en un crucero que va desde San Francisco a Shanghái, con la intención de resolver un asesinato ocurrido en una tienda de curiosidades ubicada en pleno Barrio Chino de la ciudad de San Francisco. Al interior del crucero, el Sr. Moto se hace amigo de Robert Hitchings Jr. (Thomas Beck), el hijo del dueño de una importante compañía naviera, el cual durante el viaje termina enamorándose perdidamente de una mujer algo sospechosa llamada Gloria Danton (Virginia Field). Una vez en Shanghái, Moto deberá descubrir el secreto que conecta el asesinato ocurrido en San Francisco, con Gloria y la compañía dirigida por Robert Hitchings.

 

Para el año 1936, los estudios Twentieth Century-Fox ya habían logrado capitalizar el interés del público norteamericano por la cultura oriental mediante la serie de films protagonizados por el carismático detective chino Charlie Chan. Sin embargo, no contentos con esto, los ejecutivos del estudio quisieron seguir aprovechando este interés mediante la adquisición de varias novelas escritas por el futuro ganador del premio Pulitzer, John P. Marquand, las cuales estaban protagonizadas por otro detective oriental, en este caso un japonés conocido como el Sr. Kentaro Moto. Poco antes de que esto sucediera, Marquand había adquirido una cierta notoriedad por sus contribuciones en la revista Saturday Evening Post, razón por la cual el editor de dicha publicación lo envió al Oriente con el objetivo de recolectar nuevo material para sus historias. Durante su viaje por China y Japón, Marquand conoció a un cortés detective japonés que eventualmente inspiraría la creación del Sr. Moto. Pese a que “Think Fast, Mr. Moto” es la tercera novela del escritor sobre el curioso detective, esta sería seleccionada por el director Norman Foster y el guionista Howard Ellis Smith para sentar las bases de una serie compuesta por un total de ocho films, los cuales serían protagonizados en su totalidad por el multifacético Peter Lorre.

Uno de los tantos misterios que esconde “Think Fast, Mr. Moto”, así como también el resto de los films que componen el ciclo de aventuras del personaje interpretado por Lorre, tiene relación con la verdadera ocupación del Sr. Moto. Curiosamente, no parece existir consenso al respecto. ¿Es un agente secreto al servicio del Emperador japonés o simplemente es un modesto detective? En el tramo final de la cinta, Bob Hitchings le pregunta a Moto cuál es su verdadera ocupación, a lo que él responde amablemente mediante una tarjeta de negociosos que lo identifica como un empresario que en sus ratos libres se desempeña como detective solo por diversión. Sin embargo, tras revisar varias de sus aventuras cinematográficas, el espectador no puede evitar concluir que el Sr. Moto es más bien un detective cuyo hobby es desempeñarse como empresario. Su memoria privilegiada, la utilización constante de diversos y llamativos disfraces, y su innegable experticia en las artes marciales, la cual saca a relucir cada vez que se encuentra en problemas, refuerzan la idea de que el Sr. Moto es más un hombre de acción que un ejecutivo acostumbrado a dirigir su rentable negocio sentado cómodamente en su escritorio.

 

Si hay algo que resulta evidente durante el transcurso del film, es que el director Norman Foster muestra una especial preocupación por retratar al Sr. Moto como un personaje de múltiples facetas. Por ejemplo, la pelea que el protagonista tiene con uno de los miembros de una peligrosa red de contrabandistas al interior del camarote de Hitchings, le revela al espectador que bajo su actitud cortés y su curiosa inclinación por la leche, el Sr. Moto es un verdadero instrumento de destrucción, un pequeño luchador capaz de derrotar al más temible de los rivales. Esta característica no solo juega un papel importante en la trama, sino que además distancia al personaje de gran parte de los detectives que poblaron las numerosas producciones de bajo presupuesto de características similares que los diferentes estudios realizaron durante las décadas del treinta y del cuarenta, en especial de Charlie Chan y el Sr. Wong (Boris Karloff), quienes nunca demostraron ni la más mínima habilidad atlética. Cabe mencionar que más allá de su potencial para emplear tácticas despiadadas y mortales, Moto también exhibe una faceta más amable. Por ejemplo, en diversas oportunidades exhibe una clara preocupación por Bob Hitchings, a quien él considera como un verdadero amigo. Y es que no solo decide no interferir en la relación amorosa que Hitchings establece con Gloria Danton, sino que además no duda en ofrecerle un extraño brebaje al mismo Hitchings capaz de acabar con cualquier resaca.

Si bien es cierto que hoy en día sería políticamente incorrecto que un actor europeo interpretara a un personaje de origen asiático, es necesario mencionar que “Think Fast, Mr. Moto” no puede ser acusada de presentar estereotipos racistas. Mientras que el protagonista se presenta como un hombre valiente y honorable, capaz de combinar su inteligencia con su manejo del ju-jitsu para llevar a diversos criminales ante la justicia, no existen villanos orientales unidimensionales en el film, y la policía china es retratada como una entidad eficiente y honesta. En cuanto a la selección de Shanghái como el centro de operaciones de una peligrosa banda de contrabandistas, es necesario recordar que durante la década del veinte y a principios de la década del treinta, dicha cuidad era reconocida como una de las más fascinantes del mundo, ya que era sofisticada, peligrosa, cosmopolita y algo decadente, lo que la convertía en el escenario ideal para desarrollar una historia policial con una clara influencia multicultural. En relación a esto último, resulta interesante la inclusión de algunos guiños a la cultura oriental tales como la aparición de un tallado de Kwan Yin, la diosa budista de la piedad, o la mención que Moto realiza del arte del haiku, el cual dicho sea de paso en un determinado momento utiliza para alertar a su compañera que se encuentran en grave peligro.

 

Desde un principio Peter Lorre se sintió atraído por la idea de interpretar a un personaje que se alejara de los siniestros villanos que había estado personificado en sus cintas anteriores. Probablemente esto contribuyó a que la actuación del pequeño actor de origen húngaro en la serie de films del Sr. Moto resultara ser absolutamente memorable. Su baja estatura, su cara redonda, sus ojos protruidos y su voz distintiva, permitieron que solo se necesitara un par de anteojos, unos dientes falsos, y un mínimo de maquillaje para completar la transformación. Lo más importante de todo, es que Lorre personifica a Moto como un hombre que pese a su peculiar apariencia y sus distintivas características, jamás se convierte en una mera caricatura. De hecho, la ambigüedad que el actor le imprime al colorido detective japonés le otorga un carácter sumamente humano, lo que le permite destacarse de gran parte de sus colegas cinematográficos. En cuanto al resto del elenco, todos realizan una labor bastante acertada, en especial Thomas Beck, quien también participaría en la segunda entrada de la serie titulada “Thank You, Sr. Moto” (1937), y Sig Ruman, quien interpreta al villano de turno.

En relación al aspecto técnico de la producción, el trabajo de fotografía de Harry Jackson resulta ser simplemente correcto, mientras que la dirección de arte de Lewis H. Creber se presenta como uno de los puntos altos del film, ya que con escasísimos recursos logra crear la ilusión de que el navío en el que viajan los protagonistas es un crucero de lujo, y que las en apariencia peligrosas calles de Shanghái están dominadas por un claro ambiente cosmopolita. En lo que se refiere al lado menos amable del film, el misterio que supuestamente conforma el núcleo de la trama, por momentos deja de ser el centro de interés. De hecho, la mitad del tiempo el espectador no puede evitar concentrar su atención en el accionar del Sr. Moto, dejando por completo de lado el misterio que este busca resolver. Al mismo tiempo, la trama se complica más de la cuenta por la escasa información que entrega en un principio el director Norman Foster con respecto a los motivos que llevan al Sr. Moto a visitar una tienda del Barrio Chino de San Francisco, y que posteriormente lo hacen embarcarse camino a Shanghái. Pese a todo, “Think Fast, Mr. Moto” es una cinta sumamente entretenida, cuyo encanto se replicaría en todo el resto de las entradas del ciclo protagonizado por el inigualable Peter Lorre.



por Fantomas.

miércoles, 9 de abril de 2014

Theatre of Death: Grand Guignol en las calles de Paris.

“Theatre of Death” (1967), es una cinta de horror y misterio del director Samuel Gallu, la cual está protagonizada por Christopher Lee, Julian Glover y Lelia Goldoni.

En Paris, el Teatro de la Muerte manejado por el excéntrico Phillippe Darvas (Christopher Lee), lleva una temporada presentado obras de terror. Es en el marco de dichas presentaciones que el cirujano forense de la policía, Charles Marquis (Julian Glover), retoma una vieja amistad con la actriz Dani Gireaux (Lelia Goldoni), con quien no tarda en entablar una relación amorosa. Lamentablemente, cuando una serie de extraños asesinatos empiezan a acechar las calles de Paris, todo parece indicar que uno de los miembros de la compañía teatral a la cual pertenece Dani es el responsable de los crímenes.

 

Tras terminar el rodaje de “Rasputin: The Mad Monk” (1966) para la productora británica Hammer Films, en el lapso de un año Christopher Lee protagonizó al menos cinco producciones de bajo presupuesto realizadas por diversas compañías británicas. Entre ellas se encuentra “Theatre of Death”, la cual fue producida por la modesta Pennea Productions. Curiosamente, si bien esta cinta fue filmada durante el otoño del año 1965 en los Estudios Elstree de Hertfordshire, demoró dos años en ser estrenada debido a que sufrió diversos problemas de distribución, pese a contar con un elenco de actores relativamente conocidos en Inglaterra. Para su director, el norteamericano Samuel Gallu, el film se presentaba como su gran oportunidad de irrumpir en la industria cinematográfica británica, dentro de la cual solo llegó a filmar cuatro largometrajes que carecieron de una gran repercusión mediática, lo que lo llevó a abandonar tempranamente su carrera como director. Con el fin de promocionar la producción, Gallu dijo en entrevista publicada en la revista Daily Cinema: “Nosotros nos adentramos en el mundo del Grand Guignol debido al horror y la sangre a la que está asociada al género, pero el resto de la historia funciona como un thriller de misterio… No es precisamente un film de terror; es una historia sobre una serie de asesinatos y sobre la investigación que busca dar con el culpable de los mismos.”

En “Theatre of Death”, tras la misteriosa desaparición de su padre, Phillippe Darvas heredó la posición de director del Theatre de Mort, el cual constantemente presenta espeluznantes obras que se inspiran en la tradición del Grand Guignol. Entre los miembros de su compañía, Darvas es reconocido como un hombre intenso, cruel y dominante, cuya única meta es crear obras marcadas por la violencia y el horror que le permitan destacarse en la escena teatral parisina. Actualmente, Darvas se encuentra realizando una investigación para su próxima obra, al mismo tiempo que muestra un especial interés por una joven e inexperimentada actriz llamada Nicole Chapelle (Jenny Till), a la cual hipnotiza frecuentemente con la intención de imprimirle un mayor realismo a sus interpretaciones. Por otro lado, su compañera de cuarto y colega, Dani Gireaux, se encuentra en medio de una relación amorosa con el Doctor Charles Marquis, quien está ayudando a la policía en la investigación de una serie de cruentos asesinatos en los que a las víctimas les han drenado toda la sangre. Cuando las sospechas comienzan a recaer sobre los miembros del Teatro de la Muerte, en especial sobre Dani, quien recientemente fue dada de alta de un centro psiquiátrico tras sufrir una crisis nerviosa, el Doctor Marquis se embarca en una carrera contra el tiempo cuyo objetivo es descubrir la verdadera identidad del asesino, y así exculpar a Dani de toda sospecha.

 

Gracias a que amalgama algunos aspectos de relatos como el Fantasma de la Ópera, como por ejemplo la presencia de una figura misteriosa que se mueve tras bambalinas durante una producción teatral; ciertos elementos de los films de vampiros, como lo son las víctimas cuya sangre ha sido completamente drenada por un psicópata; y pequeños guiños a los cánones de las películas de posesión diabólica, los cuales están reflejados en los poderes hipnóticos de Phillippe Darvas, “Theatre of Death” se alza como una cinta a lo menos interesante, aun cuando claramente no se trata de una obra que goce de un gran despliegue de originalidad. Esta clara sustracción de influencias también se evidencia en la presencia de pasajes secretos ubicados detrás de grandes bibliotecas, hipnotistas perversos, damiselas en peligro, individuos con un pasado oscuro, asesinos enmascarados, y escenarios de naturaleza gótica. Por otro lado, el director se preocupa de imprimirle un cierto grado de omnipresencia al psicópata de turno, mediante el uso de la siempre efectiva cámara subjetiva, lo que sumado a las características de cada asesinato, convierten a “Theatre of the Death” en una producción cuasi giallesca, la cual se alimenta de la curiosidad de un espectador ansioso por descubrir la identidad y los motivos del peculiar asesino.

En relación al misterio central del film, afortunadamente este se sostiene de forma sólida gracias a la abundancia de pistas falsas que presenta el relato, a las numerosas desapariciones que siembran nuevas interrogantes, y a los diversos problemas personales que presentan cada uno de los personajes que participan en la historia. Mientras que Dani Gireaux aún sigue lidiando con las consecuencias de su reciente crisis nerviosa, su atractiva compañera de cuarto se ha enamorado perdidamente del siniestro Phillippe Darvas, cuya marcada afición por lo macabro y su extraño comportamiento resulta ser bastante sospechoso. El Doctor Charles Marquis por su parte, no se encuentra en una situación mucho mejor, ya que se ha visto impedido de realizar cualquier tipo de cirugía a causa de un oscuro incidente que ha dejado inutilizada una de sus manos. Cada uno de los personajes es presentado con el suficiente grado de ambigüedad como para convertirlos en potenciales sospechosos de los cruentos crímenes. Junto con esto, se plantea la posibilidad de que los asesinatos guarden alguna relación con la desaparición del padre de Darvas, cuyo cuerpo jamás fue encontrado. Por último, la cinta sugiere que quizás los crímenes están ligados a la obra en la que Darvas había estado trabajando últimamente, cuyo borrador lamentablemente parece haber desaparecido de la faz de la Tierra.

 

En cuanto a las actuaciones, el elenco está encabezado por un increíblemente imponente Christopher Lee. Darvas no solo es un hombre cruel, obsesivo y maquiavélico, sino que además posee una marcada veta voyerista y constantemente se está aprovechando de las debilidades emocionales de quienes lo rodean, lo que lo convierte en un personaje realmente memorable. Esto provoca que incluso tras su desaparición, la cual ocurre aproximadamente en la mitad de la cinta, su influencia siga provocando ciertas repercusiones en la vida de los involucrados en el relato. El resto del elenco por su parte, realiza una labor bastante correcta a la hora de interpretar con una clara ambigüedad a sus respectivos personajes, los cuales no siempre resultan ser todo lo carismáticos que uno quisiera. En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con la atmosférica banda sonora de la compositora Elisabeth Lutyens, el estupendo trabajo de fotografía de Gilbert Taylor, y la llamativa dirección de arte de Peter Proud. Lamentablemente, las breves escenas en las que el vampírico asesino acecha y acaba con la vida de sus víctimas, finalizan con primeros planos congelados de los rostros de terror de estas, efecto que inevitablemente le quita algo de impacto a todo el asunto.

Si bien durante el transcurso del film se plantean una serie de diversas teorías acerca de lo que se esconde tras el modus operandi del asesino, como por ejemplo que este responde a un retorcido impulso sexual, o que quizás se trata de un extraño síndrome, o que incluso forma parte de un acto ritualístico que busca saciar un deseo incontrolable por alcanzar la vida eterna, la verdad es que la respuesta a esta interrogante en particular no solo revela la identidad del asesino, sino que además deja en evidencia el hecho que este actúa básicamente por la necesidad de aplacar un horrendo trauma infantil. Aun cuando presenta gran parte de los clichés del género y la historia posee algunas lagunas narrativas que entorpecen el ritmo de la cinta, “Theatre of Death” es un film bastante entretenido que cuenta con un gran elenco y con un nivel de producción muy similar al exhibido por las producciones de la Hammer, lo que lamentablemente en su momento no ayudó demasiado a que la cinta adquiriera una mayor relevancia en la escena cinematográfica británica. Por último cabe mencionar algo que sin duda resulta interesante, y es el hecho que Samuel Gallu se las ingenia para sembrar algunas pistas sutiles que pueden ayudar al espectador más minucioso a descubrir el misterio que se esconde tras los violentos crímenes, como por ejemplo una imponente pintura que se encuentra sobre la chimenea de la casa de Darvas, la cual retrata a una mujer dándole de comer a su hijo.



por Fantomas.
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