domingo, 17 de febrero de 2013

The Taking of Pelham One Two Three: Terror en el metro de Nueva York.

“The Taking of Pelham One Two Three” (1974), es un thriller del director Joseph Sargent, el cual está protagonizado por Walter Matthau, Robert Shaw y Martin Balsam.

Una banda de hombres armados secuestra un tren subterráneo de la ciudad de Nueva York, y amenaza con asesinar a un rehén por minuto a no ser que se cumplan sus demandas. Forzado a negociar con los criminales hasta que se efectúe un rescate, el Teniente Zachary Garber (Walter Matthau) se verá inmerso en una lucha de ingenios la cual podría tener trágicas consecuencias.


En el año 1973, el escritor Morton Freedgood publicó bajo el seudónimo de John Godey la novela “The Taking of Pelham One Two Three”, la cual rápidamente llamó la atención de algunos productores de Hollywood, entre los que se encontraba Edgar J. Scherick, quien se apresuró a comprar los derechos del escrito con la intención de llevarlo a la pantalla grande. Eventualmente, la dirección de la adaptación recaería en las manos de Joseph Sargent, la cual además contaría con un guión de Peter Stone y con las actuaciones de Walter Matthau y Robert Shaw, quienes se encontraban en el punto más alto de sus respectivas carreras. Aunque el proceso de preproducción comenzaba de manera auspiciosa, no tardarían en aparecer algunos problemas, los cuales en su mayoría estaban asociados a las locaciones en las cuales se desarrollaba el film. En un principio, la Autoridad de Tránsito de Nueva York se negó a facilitar las instalaciones del tren subterráneo de la ciudad, porque pensaban que la cinta instigaría a algunos criminales a imitar el atraco en el que se centra el relato. Eventualmente, tras la intervención de John V. Lindsay, quien era el alcalde de Nueva York en ese momento, y el pago de 350.000 dólares por parte de la productora United Artist, el cual incluía la compra de un seguro anti-secuestro, Sargent y su equipo de filmación pudieron utilizar el tren subterráneo de la ciudad sin mayores contratiempos.

En “The Taking of Pelham One Two Three”, cuatro hombres de apariencia similar pero sin ninguna relación aparente, abordan el tren subterráneo Pelham 123 en estaciones consecutivas. En un determinado momento, los cuatro individuos actúan en forma colectiva para secuestrar el tren con un objetivo claro: pedir una recompensa de un millón de dólares por la liberación de un grupo de pasajeros que ahora se encuentran bajo su poder. Lo que es aún peor, el grupo conformado por el metódico Sr. Azul (Robert Shaw), el agripado y temeroso Sr. Verde (Martin Balsam), el tartamudo Sr. Café (Earl Hindman), y el psicopático Sr. Gris (Héctor Elizondo), le han advertido a las autoridades que de no cumplirse sus demandas en el plazo de una hora, asesinarán a un rehén por cada minuto que se retrasen en la entrega del dinero. Es por este motivo que el policía de tránsito Zachary Garber, quien ha estado comunicándose con los secuestradores, no solo tendrá que preocuparse de que sus colegas no comentan un error fatal, sino que además deberá intentar determinar cuál será el próximo movimiento del cuarteto de criminales, los cuales en todo momento han demostrado ir dos pasos adelante de las autoridades que desesperadamente intentan apresarlos.



Bajo la trama del secuestro del tren subterráneo, se esconde un estudio no solo de la mentalidad de la sociedad norteamericana de la década del setenta, sino que también de la idiosincrasia del neoyorkino promedio. Básicamente, el film de Joseph Sargent toma a un microcosmos de la sociedad neoyorkina (razón por la cual los rehenes son acreditados según el estereotipo que representan, como por ejemplo el proxeneta, el homosexual, el alcohólico y el hippie, entre otros), lo aparta del resto del mundo mediante el accionar de un grupo de peligrosos criminales, y luego utiliza diversas subtramas para exhibir el malestar reinante en Norteamérica durante aquella época, debido al escándalo de Watergate, la Guerra de Vietnam, la crisis energética y la creciente aparición de secuestros aéreos. Esto en gran medida queda explicitado en la subtrama que involucra al agripado alcalde de Nueva York (Lee Wallace), quien es visto como un inútil incluso por su propio asesor (Tony Roberts), razón por la cual no resulta extraño que se mencione que su nivel de aprobación se encuentra en su punto más bajo. Lo que deja aún más claro el deficiente funcionamiento de la maquinaría política, es el hecho de que el alcalde solo accede pagar el rescate de los rehenes, una vez que su círculo interno lo convence de que la medida lo ayudará a salir reelecto, e indirectamente le ayudará a aumentar su ya considerable fortuna.

Por otro lado, algo que sin duda llama la atención, es el hecho de que aún cuando cada una de las subtramas es un mundo en sí mismo, estas se fusionan de manera coherente para dar vida a una historia que es más compleja de lo que aparenta. La investigación policíaca, el drama vivido por los rehenes, y el manejo político de la situación, adquieren la misma importancia durante el transcurso del film, lo que deriva en que este exhiba un especial cuidado por los detalles. Al mismo tiempo, si bien el guión incluye una serie de momentos inclinados a la comedia, los cuales en su gran mayoría están a cargo del personaje de Matthau, estos en ningún momento le restan seriedad a un relato en el que predomina el drama y el suspenso. Lo que en gran medida ayuda a que la película funcione de buena manera, es la inclusión de una serie de elementos dramáticos cuya función no es otra más que atrapar el interés del espectador hasta la conclusión de la cinta. Es así como la agilidad mental de los protagonistas, algunas vueltas de tuerca totalmente inesperadas, y las interrogantes que rodean al plan de escape de los criminales, contribuyen activamente en los esfuerzos del director por dotar a la historia de un ritmo narrativo dinámico, hecho que afortunadamente logra con creces.


El film además se ve favorecido por el estupendo trabajo del elenco participante. Walter Matthau, quien venía de trabajar en un par de thrillers de corte similar, hace un estupendo trabajo personificando a un policía que no solo se caracteriza por su particular sentido del humor, sino que además por su tenacidad a toda prueba, la cual lo lleva incluso a enfrentarse con un testarudo operador del sistema de metro (Dick O´Neill), cuya mayor preocupación es el funcionamiento correcto de los trenes. En la vereda de los criminales, Robert Shaw se luce como el frío y calculador líder de los secuestradores, mientras que Martin Balsam interpreta de buena manera al hombre de confianza del personaje interpretado por Shaw, cuyo conocimiento del funcionamiento de los trenes resulta ser parte crucial del plan. Por último, cabe destacar la labor de Héctor Elizondo, quien interpreta de manera creíble a quien probablemente es el criminal más peligroso del grupo, debido a que básicamente es un psicópata que solo busca una excusa para utilizar su arma y saciar su sed de violencia. En lo que al aspecto técnico de la producción se refiere, esta cuenta con el espléndido trabajo de fotografía de Owen Roizman, y con la palpitante banda sonora de David Shire, que sin duda es uno de los puntos altos del film.

“The Taking of Pelham One Two Three” es considerada por muchos como una película extremadamente influenciadora (la selección de los nombres de los protagonistas del film “Reservoir Dogs”, del director Quentin Tarantino, es una clara alusión a esta producción), básicamente porque Joseph Sargent hace gala de la simpleza del guión para forjar una historia sólida e interesante. El realizador no pierde tiempo explorando los motivos o el trasfondo personal de los protagonistas, sino que se mete de lleno en la acción desde prácticamente el principio del relato, lo que a la larga prueba ser una buena decisión ya que al centrarse por completo en la esencia del thriller, este fluye de manera más dinámica. Lamentablemente no sucede lo mismo en el remake realizado por el director Tony Scott en el año 2009 (cabe mencionar que existe otro remake hecho para la televisión que data del año 1988), el cual pese a presentar una estética y un juego de cámaras más atractivo que el de la cinta original, pierde demasiado tiempo en el intercambio de ideas entre los protagonistas, lo que atenta directamente contra el ritmo narrativo de la producción. En definitiva, aunque no está exenta de fallas, las cuales en su mayoría están relacionadas con algunas subtramas que no llegan a ninguna parte, la cinta de Sargent hoy es recordada como uno de los mejores thrillers policiales de la década del setenta, y como la mejor adaptación del relato de Morton Freedgood.

 

por Fantomas.

domingo, 10 de febrero de 2013

Manhunter: La primera aparición cinematográfica de Hannibal Lecter.

“Manhunter” (1986), es un thriller del director Michael Mann, el cual está protagonizado por William Petersen, Kim Greist, Joan Allen y Brian Cox.

Debido a la aparición de un asesino serial conocido como el “Hada de los Dientes” (Tom Noonan), un ex agente del FBI llamado Will Graham (William Petersen) es persuadido para ayudar en la búsqueda del homicida. Sin embargo, para poder encontrar al maníaco, Graham tendrá que enfrentarse a otro mucho peor; el doctor Hannibal Lecktor (Brian Cox), un psiquiatra condenado a prisión con un pasado en común con el agente del FBI. Es por esto que durante el curso de la investigación, las ideas de Lecktor demostrarán ser tan peligrosas para Graham como el asesino que intenta atrapar.


Tras comprar los derechos de la novela “Red Dragon”, del escritor Thomas Harris, el productor Dino De Laurentiis contrató al director y guionista Michael Mann para que se hiciera cargo de la adaptación del relato. Tras escribir el guión y cambiar a regañadientes el título de la adaptación a “Manhunter”, básicamente para evitar que la cinta fuese relacionada con la producción “Year of the Dragon” (1985), en la cual también estuvo involucrado De Laurentiis, Mann rápidamente contrató a William Petersen para interpretar el rol protagónico del film, quien a su vez pasaría una buena cantidad de tiempo trabajando con el Departamento de Policía de Chicago y con la Unidad de Crímenes Violentos del FBI, con el fin de preparar de mejor forma el papel del complejo agente Will Graham. Por otra parte, para interpretar al manipulador, calculador y retorcidamente carismático Hannibal Lecktor, cuyo apellido cambiaría a Lecter en sus siguientes apariciones cinematográficas, Mann pensó en John Lighgow, Mandy Patinkin, Brian Dennehy e incluso en el director William Friedkin, antes de decidirse por el actor Brian Cox, quien fue sugerido por Dennehy una vez que este rechazó el rol.

A poco de comenzada la cinta, el espectador se entera de que un asesino serial está suelto, el cual ha acabado con la vida de dos familias que aparentemente no tenían nada en común. Francis Dollarhyde, quien es conocido por la policía como el “Hada de los Dientes”, no solo entra a las casas de sus víctimas y asesina brutalmente a todas las personas que residen en ellas, sino que además se toma el tiempo de colocar pedazos de vidrio en sus ojos para que puedan presenciar la supuesta transformación que sufre cada vez que comete un crimen. Debido a lo macabro de las circunstancias, Jack Crawford (Dennis Farina), quien es el director del FBI, decide contactar a Will Graham, un ex agente federal conocido por su habilidad para realizar perfiles criminales, para que colabore en la captura del psicópata. Con la ayuda del doctor Hannibal Lecktor, con quien Graham ya tuvo un encuentro en el pasado que no terminó de buena manera, el agente comenzará a construir el perfil psicológico de Dollarhyde, lo que inevitablemente lo sumergirá en una vorágine de locura de la cual no le será tan fácil escapar, y que amenazará con acabar con su propia sanidad mental.


Desde prácticamente el inicio del film, resulta evidente que la intención de Mann es centrarse en el accionar de Graham y en los efectos que la investigación tiene en su persona. El protagonista se presenta como un hombre cuya psiquis se encuentra fracturada por ciertos hechos de su pasado, razón por la cual ha decidido renunciar a su trabajo e irse con su familia a un lugar lo más alejado posible del sórdido mundo en el que solía desenvolverse. Es por este motivo que todo el proceso investigativo en el que de pronto se ve envuelto, inevitablemente comienza a consumirlo y a reabrir ciertas heridas que supuestamente habían cicatrizado. Privado de sueño y usualmente solo, Graham comienza a repasar de manera obsesiva cada uno de los hechos y las pistas del caso, con el fin de introducirse en la mente del criminal al punto de mimetizarse con él, y así entender sus motivaciones y su modus operandi. Es en el marco de la dinámica investigativa que lleva a cabo el protagonista, que son apreciables las similitudes y los contrastes de quienes en esta ocasión funcionan como el cazador y la presa. Por ejemplo, Graham constantemente menciona que el psicópata es un soñador que a través de los asesinatos que comete, intenta satisfacer sus retorcidas fantasías. Al mismo tiempo, el protagonista también es un soñador, y aún cuando sus sueños se centran en su hogar y en su familia, son igual de intoxicantes que los sueños que ocupan la mente de Dollarhyde.

La conexión que se establece entre Graham y los psicópatas que persigue es innegable. Esto es bien conocido por Lecktor, quien no tarda en recordárselo al protagonista, a sabiendas de que la sola idea de que comparte algo con los maníacos que busca poner tras las rejas, desestabiliza su frágil estado mental. Por otro lado, Dollarhyde, quien recién aparece durante la segunda mitad de la cinta, dista de ser un personaje unidimensional. En esencia, es un hombre atormentado que está en conflicto con su propia identidad, hecho que amenaza con destruirlo constantemente. Él es un monstruo, pero al mismo presenta algunos rasgos de humanidad (en especial cuando comienza una relación amorosa con el personaje interpretado por Joan Allen), lo que establece que quizás tiene alguna posibilidad de redimir sus pecados, aún cuando sus actos indican lo contrario. El errático comportamiento del protagonista y el psicópata terminan desafiando gran parte de las convenciones del género del thriller policíaco, provocando que el espectador se cuestione si el desenlace del relato será el esperado. ¿Graham logrará mantener intacta su sanidad mental hasta el final?, ¿La policía será capaz de reunir la evidencia suficiente como para dar con el paradero del maníaco? y ¿Dollarhyde será capaz de redimir sus pecados? Estas son algunas de las preguntas que surgen durante el transcurso del film, las cuales en gran medida actúan como el motor de una historia cruda y por sobre todo oscura, cuyo impacto es innegable.


En el ámbito de las actuaciones, el elenco en su totalidad realiza un trabajo encomiable. William Petersen interpreta de manera creíble a un hombre complejo, cuya especial conexión con los criminales resulta ser más peligrosa de lo que aparenta. Tom Noonan por su parte, logra que Dollarhyde no solo resulte ser un personaje en extremo amenazante, sino que además logra proyectar la idea de que en el fondo, los horribles crímenes que comete nacen de una retorcida noción de lo que es el amor, y no de la simple búsqueda de placer mediante la ejecución de actos violentos. Por último, cabe destacar la interpretación de Brian Cox como el siniestro, calculador y siempre interesante Hannibal Lecktor. A diferencia de Anthony Hopkins, Cox decide interpretar al conocido sociópata como un hombre que aún cuando es poseedor de una mente retorcida, por momentos da la impresión de estar completamente cuerdo, lo que lo hace aún más amenazante. El simple hecho de que bajo su aparente pasividad y autocontrol, se esconda un hombre capaz de dar rienda suelta a sus más oscuros deseos sin siquiera pestañear, lo convierte en una figura mucho más temible que la personificada por Hopkins, cuya agresividad es mucho más evidente.  

En lo que al aspecto técnico se refiere, el trabajo de fotografía de Dante Spinotti es sin duda uno de los puntos altos del film. De forma brillante, Spinotti utiliza ciertos colores para definir los estados de ánimo de los personajes involucrados en determinadas escenas. Es así como en las escenas en las que vemos a Graham junto a su esposa (Kim Greist), predominan las tonalidades azules, las cuales expresan una cierta tranquilidad. En las que aparece Dollarhyde en cambio, predominan los tonos rojos y verdes, los cuales tienen estrecha relación con el infierno personal que experimenta el asesino, el cual está marcado por la búsqueda constante de su identidad. Por último, en aquellas escenas en las que aparece Lecktor predomina el blanco, el cual se contrasta con la oscuridad inherente al alma del buen doctor. Por otro lado, si bien la banda sonora cumple con reflejar la intensidad de las escenas en las cuales es utilizada, el hecho de que esté constituida por canciones de bandas setenteras y ochenteras, como por ejemplo la desaparecida The Reds o Iron Butterfly, inevitablemente encasilla al film en una época determinada, lo que en cierta medida juega en contra de la atemporalidad del relato. Más allá de determinados detalles, hoy en día “Manhunter” es considerada como un clásico moderno, no solo por ser un thriller hipnótico y crudo al cual Mann le otorgó un sello estilístico y temático distintivo, sino porque además la descripción realista que realiza del proceso investigativo policíaco, ha servido de influencia para la gran mayoría de las series de televisión actuales que se centran precisamente en ese aspecto de las fuerzas encargadas de impartir la ley.

 

por Fantomas.

lunes, 4 de febrero de 2013

Close Your Eyes: La respuesta yace en tu subconsciente.

“Close Your Eyes” (2002), es un film de suspenso del director Nick Willing, el cual está protagonizado por Goran Visnjic, Shirley Henderson y Miranda Otto.

El hipnoterapeuta Michael Strother (Goran Visnjic) tiene un peligroso don; es capaz de ver el interior de la mente de sus pacientes. Debido a esto, es reclutado por Janet Losey (Shirley Henderson), una detective que está tras la pista de un peligroso asesino ritualista, al que debe detener antes de que continúe asesinando a niñas pequeñas.
Durante años, los thrillers policiales han despertado el interés de un gran número de personas deseosas de sumergirse en historias centradas en peligrosos criminales que por un motivo u otro, amenazan a un determinado grupo social. Con esto en mente, en el año 1991 el escritor Madison Smartt Bell, más conocido por su trilogía sobre el líder de la revolución haitiana, François-Dominique Toussaint L'Ouverture, escribió la novela “Doctor Sleep”, la cual diez años después de su publicación fue rescatada por el director y guionista Nick Willing, quien decidió llevarla a la pantalla grande bajo el alero de la productora BBC Films. Lo que más le llamó la atención a Willing del escrito de Bell, fue que los protagonistas no solo debían enfrentarse a un peligroso asesino que parece superarlos en ingenio, sino que además los asesinatos que comete parecen tener un trasfondo sobrenatural, lo que de inmediato le otorgaba un cariz distintivo a la historia.

El protagonista de la cinta es un hipnoterapeuta de pasado misterioso llamado Michael Strother, quien recientemente se ha mudado a Londres junto con su hija y su esposa Clara (Miranda Otto), quien está embarazada. Mientras se encuentra ayudando a una paciente llamada Janet a dejar el cigarrillo, esta se da cuenta de que Strother es capaz de introducirse en la mente de sus pacientes durante las sesiones de hipnosis a las que los somete. Es entonces cuando ella le revela que es policía, y le pide que la ayude a encontrar a un hombre que ha estado secuestrando y asesinando niñas, a las cuales les tatúa extraños símbolos en los brazos, razón por la cual lo conocen como el “asesino del tatuaje”. Para suerte de las autoridades, una niña llamada Heather (Sophie Stuckey) logró escapar de las garras del asesino, pero lamentablemente debido a lo traumático de la experiencia, desde que regresó a su hogar no ha pronunciado ninguna palabra. Es básicamente por este motivo que Janet le pide ayuda a Michael, ya que piensa que él es la única persona capaz de extraer de la mente de la niña información suficiente como para atrapar al peligroso criminal, que hace ya algún tiempo tiene aterrorizada a toda la ciudad.

Si bien la improvisada dupla de detectives logra algunos avances, no pueden evitar meterse en algunos problemas que terminan afectándolos en distintos ámbitos, y que eventualmente ponen en riesgo sus vidas y las de sus seres queridos. Mientras que Janet debe soportar las duras y constantes recriminaciones de sus superiores, quienes critican sus métodos y su decisión de involucrar a un civil con supuestos poderes psíquicos en la investigación, Michael comienza a tener una serie de pesadillas que no lo dejan dormir, y que aparentemente vienen a recordarle un trágico error de su pasado. El protagonista además deberá lidiar con la posibilidad de que el asesino cobre la vida de su pequeña hija, razón por la cual tendrá que ingeniárselas para mantener a salvo a su familia hasta que logre encontrar al sádico criminal. Para colmo, debido a la ansiedad de la improvisada dupla de detectives, a algunos errores algo pueriles y a la inteligencia del asesino, la investigación se complica más de la cuenta cuando algunos de los involucrados comienzan a ser asesinados, y cuando la vida de Heather nuevamente se ve amenazada por la aparente omnipresencia del villano de turno.

Cabe mencionar que por momentos la historia se acerca bastante a los terrenos del siempre interesante género del giallo. No solo la trama presenta la inclusión de un civil en una investigación policial, sino que además durante el transcurso de la misma ocurren un par de cruentos asesinatos que exhiben algunas dosis de gore, a lo que se suma el hecho de que el rostro y los motivos del asesino solo son revelados en el último tramo del film, razón por la cual existe una sensación de constante peligro durante todo el transcurso del relato. En relación a la trama, Nick Willing básicamente se centra en tres puntos; la investigación en sí, la cual está plagada de elementos esotéricos, los intentos del protagonista por establecer un nexo en algún nivel con Heather, y los problemas personales que debe enfrentar Michael a causa del don/maldición que la ha sido otorgado. En cierta medida, el protagonista espera que el hecho de encontrar al asesino e impedir que este le haga más daño a Heather, le ayude a redimir ciertos errores que cometió en el pasado, y que en la actualidad aún lo atormentan a él y a su familia.

En lo que a las actuaciones respecta, estas son algo irregulares. Si bien tanto Goran Visnjic como Shirley Henderson exhiben una gran química y logran que sus personajes resulten interesantes, por momentos no pueden evitar que estos pierdan credibilidad, lo cual se ve reforzado por lo insulso de algunos diálogos. El resto del elenco realiza un trabajo más bien mediocre, con la sola excepción de Paddy Considine, quien interpreta a un peculiar experto en símbolos esotéricos cuya curiosidad le costará demasiado caro. En lo que al aspecto técnico del film se refiere, lamentablemente el trabajo de fotografía de Peter Sova dista de ser memorable, mientras que la banda sonora compuesta por Simon Boswell sin ser nada especial, resulta efectiva a la hora de aumentar los grados de tensión de ciertos pasajes del film. Lo que sí cabe resaltar son las secuencias surrealistas que tienen relación con la exploración que Michael realiza del subconsciente de sus pacientes, en especial aquellas que corresponden a los escabrosos recuerdos de Heather. Dichas secuencias no solo resultan ser visualmente atractivas, sino que además esconden algunas pistas que son esenciales para comprender los motivos del asesino.

“Close Your Eyes” es una película ambiciosa en el sentido que presenta una historia que abarca elementos sobrenaturales, iconografía esotérica, tesis acerca del contenido del subconsciente humano, y secuencias surrealistas, todo en el marco de una investigación policíaca. Sin embargo, todos estos elementos no siempre logran cohesionarse de la manera esperada, por lo que en su primera mitad el film sufre una crisis de identidad que le impide inclinarse hacia un género en particular, lo que inevitablemente provoca que el relato se torne algo confuso y tedioso. Todo esto mejora considerablemente durante la segunda mitad de la cinta, cuando esta entra de lleno al terreno del thriller y el horror sobrenatural. En líneas generales, pese a sus evidentes deficiencias y al hecho de que la historia se alimenta de otros relatos de corte similar, “Close Your Eyes” se presenta como una producción a lo menos interesante, cuya extraña y atractiva historia no solo logra atrapar el interés del espectador durante gran parte del metraje, sino que además logra sorprenderlo con la inclusión de un par de inesperadas vueltas de tuerca reservadas para el último tramo de este modesto film.

 

por Fantomas.
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