martes, 30 de junio de 2015

Near Dark: La refrescante revisión del Western y el cine de vampiros de Kathryn Bigelow.

“Near Dark” (1987), es un film de horror de la directora Kathryn Bigelow, el cual está protagonizado por Adrian Pasdar, Jenny Wright y Lance Henriksen.

En una pequeña localidad rural, Caleb Colton (Adrian Pasdar) pasa las noches persiguiendo chicas y bebiendo alcohol con sus amigos. Sin embargo, cuando conoce a una hermosa muchacha llamada Mae (Jenny Wright), sin saberlo Caleb es arrastrado a un mundo dominado por el horror y el caos. Y es que Mae pertenece a una peligrosa banda de vampiros, los cuales han estado dejando una pila de cadáveres a su paso. ¿Estará Caleb dispuesto a pagar un alto precio por el amor de Mae y la vida eterna, o encontrará una forma de conquistar el mal que está creciendo en su interior con cada noche que pasa?

 

A mediados de los ochenta, en medio de la fiebre por las cintas slasher, las películas de vampiros nuevamente comenzaron a despertar el interés del público norteamericano, principalmente gracias a la aparición de cintas como “Fright Night” (1985) y “The Lost Boys” (1987), las cuales gozaron de un inesperado éxito comercial. Para ese entonces, la directora Kathryn Bigelow estaba considerando la idea de realizar un Western que escapara de las convenciones habituales del género. Sin embargo, cuando ella y el guionista Eric Red se percataron de que nadie estaba dispuesto a invertir en un Western, se vieron obligados a tratar de fusionar su idea original con los elementos de un género que gozara de mayor popularidad. Su interés en realizar una interpretación revisionista de la tradición cinematográfica, eventualmente llevó a la dupla a combinar dos géneros que ellos consideraban que merecían ser reinterpretados: el Western y el horror, específicamente aquel centrado en las historias de vampiros. De esta forma nació “Near Dark”, la cual fue la última película producida por la compañía DeLaurentiis Entertaiment Group, cuya bancarrota jugaría un rol importante en el desempeño comercial que finalmente tendría el film de Bigelow. Contrario a lo que se podría pensar, la combinación de estos dos géneros ya había sido llevada a la pantalla grande al menos en dos ocasiones, tanto en “Curse of the Undead” (1959), como en “Billy the Kid vs. Dracula” (1966).

Al inicio de “Near Dark”, Caleb Colton asume que está a punto de pasar otra aburrida noche en su pueblo natal, cuando de pronto se encuentra con una hermosa mujer llamada Mae, quien está parada afuera de una heladería. Tras acercarse a la muchacha y ofrecerle un aventón hasta su casa, los dos jóvenes emprenden rumbo hacia la oscuridad de la noche con la intención de conocerse mejor el uno al otro. De pronto, la improvisada cita toma un giro inesperado cuando Mae súbitamente comienza a pedirle a Caleb que la lleve a su casa de inmediato, ya que su vida depende de ello. Cuando Caleb se niega a encender su camioneta si es que Mae no accede a besarlo, esta sucumbe ante los encantos del joven y termina mordiendo su cuello. Con el sol asomándose por el horizonte, Mae rápidamente se larga a correr hacia un granero cercano, al mismo tiempo que Caleb comienza a darse cuenta que algo raro le sucede, y que su cuerpo está reaccionando de forma extraña a la luz del sol. Es entonces cuando es rescatado por los compañeros de viaje de Mae, un surreal clan de vampiros liderados por el intimidante Jesse (Lance Henriksen) y el sanguinario Severen (Bill Paxton), quienes se han estado alimentando de la sangre inocente de los habitantes de los pequeños pueblos del oeste norteamericano. Pese a percatarse de la peligrosa situación en la que se encuentra, Caleb opta por acompañar a su nueva “familia” no solo por la atracción que siente por Mae, sino que además por su nueva condición la cual dictamina que tendrá que aprender a matar si es que desea sobrevivir.

 

El gran mérito de Bigelow con “Near Dark” consiste en su habilidad para imprimirle nueva vida a un par de géneros que han sido explotados hasta el cansancio. En relación a la mitología del vampirismo, todo lo relacionado con el efecto del ajo, el uso de crucifijos o estacas en el corazón, y la incapacidad de los vampiros de reflejarse en los espejos, ni siquiera es mencionado. De hecho, la palabra “vampiro” no es utilizada en ningún momento durante el transcurso de la cinta. Lo que emerge del guion desarrollado por Bigelow y Red es una nueva estirpe de vampiros, los cuales se visten con trajes de cuero, se trasladan de un lugar a otro en casas rodantes, interactuando la mayor parte del tiempo como una cuasi familia disfuncional de marginados, y cuya única debilidad pareciera ser la luz solar. En gran medida, lo que Bigelow mejor hace es jugar con las expectativas del espectador. A causa de la vestimenta que ostentan, uno esperaría que Jesse y compañía utilizaran motocicletas para trasladarse, y no una casa rodante u otro tipo de vehículos familiares. Al mismo tiempo, una vez que son expuestos sus deseos asesinos, el espectador tiende a suponer que eventualmente va a presenciar numerosas escenas plagadas de violencia, y no necesariamente un puñado de escenas contemplativas llenas de angustia existencial y paradojas éticas. Por otro lado, si se considera su estilo de vida alternativo, resulta sorprendente no encontrarse con un grupo de personajes poseedores de egos incontrolables, sino que con una familia que se mantiene unida bajo lineamientos disciplinarios estrictos. Por último, contrario a la clásica representación romántica de los vampiros en el cine, dentro del clan de Bigelow es posible encontrar al desaseado y arrogante Severen, y a un adolescente malcriado llamado Homer (Joshua Miller).

Quien probablemente representa de mejor manera este poco tradicional enfoque del vampirismo, es el mismísimo Caleb, quien durante el transcurso del film se le puede ver tanto disfrutando como despreciando su nueva condición. Esto provoca que se convierta en un personaje complejo, que sufre de forma genuina por el destino que ha caído sobre sus hombros, pero que al mismo tiempo busca encajar dentro del grupo de vampiros para así poder estar cerca de Mae, aun a sabiendas de que esto lo alejará de su verdadera familia para siempre. “Near Dark” también le otorga nueva vida al Western hollywoodense. Aunque la realizadora incluye unas pocas tomas panorámicas del horizonte y de los escenarios desérticos del oeste norteamericano, emulando ciertas características estéticas del Western clásico, la verdad es que la mayor parte del tiempo se dedica a retratar escenarios suburbanos plagados de bares, luces de neón, calles pavimentadas, moteles, y bodegas industriales. Es el oeste, pero no precisamente el oeste habitado por los personajes que alguna vez interpretaron John Wayne o Gary Cooper. Bigelow dibuja un provocativo retrato del nuevo oeste norteamericano, uno donde los clubes nocturnos han sustituido a las tabernas, los automóviles han reemplazado a los caballos, y las casas rodantes han dejado en el pasado a las diligencias. Sin embargo, el espíritu reinante en el viejo oeste se ha mantenido intacto, lo que explica que los forajidos de turno sigan estando gobernados por un incombustible apetito capitalista que los lleva a consumir todo a su paso. En ese sentido, los vampiros del film no se diferencian de los vaqueros presentes en los westerns realizados durante los años cuarenta y cincuenta. Y es que básicamente Jesse y compañía han cambiado las ansias de tierra y ganado que dominaban al vaquero clásico, por una incontrolable sed de sangre.

 

Además de todo lo antes mencionado, la cinta también rediseña el concepto tradicional de la femme fatale expuesto de manera magistral en el film noir. Habitualmente, las femme fatale son presentadas como las agresoras, ya sea de forma activa o pasiva. Sin embargo, en “Near Dark”, Mae claramente es una observadora pasiva que termina sucumbiendo a los deseos lascivos de Caleb. Desde el primer minuto, él se presenta como el agresor, mientras que ella se encarga de advertirle que es preferible que mantenga la distancia. Como suele suceder con las femme fatale, es su sexualidad la que provoca que el protagonista se vea envuelto en un problema que escapa de su compresión, lo que no significa que Mae no simpatice con su situación y trate de ayudarlo de forma constante. En cierta medida, ambos están atrapados en una realidad con la que no están del todo felices, aun cuando Mae abraza con mayor entusiasmo su condición que Caleb. En esta vorágine sin control, ambos hacen lo posible por encontrar el romance en circunstancias adversas, pese a que dicho accionar eventualmente puede terminar provocando su propia destrucción. Esta dinámica no funcionaría tan bien si no fuese por la actuación de la dupla protagónica y de la totalidad del elenco secundario, en especial de Bill Paxton, quien sobresale como el villano más impredecible y sanguinario del film, particularmente en la recordada escena del bar.

Pese a todas sus virtudes, “Near Dark” no es un film de vampiros excepcional, pero si logra equilibrar con éxito diversos elementos que por lo general no es posible encontrar en películas de estas características. Entre las cosas a destacar, se encuentra la manera en como Kathryn Bigelow utiliza un escenario rural para relatar la historia de amor de una joven pareja, la cual se ve enfrentada a una serie de actos abominables en su afán por permanecer juntos. Dentro de este esquema, obviamente el clan de vampiros se convierte en el corazón y el alma de la historia, pero finalmente es la peculiar manera en la cual Bigelow incorpora los diversos elementos revisionistas, lo que separa a “Near Dark” del resto de los relatos de vampiros. Complementando el tono del film, se encuentra el estupendo trabajo de fotografía de Adam Greenberg, y la atmosférica banda sonora compuesta por el grupo de música electrónica alemán Tangerine Dream. Por otro lado, lo que podría considerarse como el lado menos amable de la producción, es la forma en como Caleb y Mae inician su relación, ya que su interacción resulta ser algo torpe y forzada, y está marcada por un incómodo intercambio de palabras que no conduce a ninguna parte. Al mismo tiempo, el adolescente interpretado por Joshua Miller es definitivamente el personaje más detestable del film, lo que no impide entender que su incorporación responde al deseo por parte de Bigelow de que el clan de vampiros se asemeje lo más posible a una verdadera familia. Con más pros que contras, probablemente la mejor forma de visionar “Near Dark” sea pensando que su progresión narrativa es similar a la de una montaña rusa; los primeros cuarenta minutos del film son el largo ascenso hasta la cima del viaje, mientras que el resto de la película se alza como el tramo más adrenalínico y entretenido de todo el trayecto.

por Fantomas.

lunes, 22 de junio de 2015

The Relic: Horror en el museo.

“The Relic” (1997), es un film de horror del director Peter Hyams, el cual está protagonizado por Penelope Ann Miller y Tom Sizemore.

Tras la llegada de un barco que trae valiosos ejemplares para el Museo de Historia Natural de Chicago, en cuyo interior se encuentra una serie de cadáveres horriblemente mutilados, la Dra. Margo Green (Penelope Ann Miller), una bióloga evolucionista que trabaja en el museo, y el teniente Vincent D´Agosta (Tom Sizemore), deciden unir fuerzas para intentar esclarecer las causas de tan atroces muertes, y cuál es su conexión con la nueva exhibición que está por inaugurar el museo.

 

“The Relic” está basada en la exitosa novela de horror del mismo nombre escrita por Douglas Preston, quien ejerció como periodista y director de relaciones públicas para el Museo Americano de Historia Natural de la ciudad de Nueva York, y el escritor y licenciado en literatura inglesa Lincoln Child. Lamentablemente para los productores del film, a raíz de que la novela retrataba de manera poco amable a los encargados de la administración del museo, y al temor de estos de que el contenido de la cinta ahuyentara a los niños del lugar, ellos eventualmente rechazaron la importante suma de dinero que la Paramount Pictures ofreció por utilizar el museo para ambientar la película. Tras este pequeño percance, los productores visitaron varios museos ubicados en Washington y Chicago cuya arquitectura se asemejaba al neoyorquino, antes de que los encargados del Museo Field de Historia Natural de Chicago se interesaran en el contenido de la novela, y facilitaran sus dependencias para el rodaje del film. Cabe mencionar que la elección del escenario principal de la historia no sería el único problema que enfrentaría la producción. Debido a que una buena parte del relato se desarrolla en una serie de túneles subterráneos cubiertos de agua, la salud de Tom Sizemore se vio mermada en dos ocasiones durante el proceso de rodaje, el cual eventualmente tuvo que ser suspendido por un tiempo cuando Peter Hyams se vio demasiado enfermo como para continuar trabajando.

El film comienza con el descubrimiento de una antigua reliquia ubicada en la jungla de Brasil. Bajo la suposición de que la estatua va a llamar la atención de un buen número de personas cuando sea exhibida bajo el marco de una exposición titulada “Superstición”, la cual va a llevarse a cabo en el Museo de Historia Natural de Chicago, un antropólogo llamado John Whitney (Lewis Van Bergen) aborda un barco junto con sus descubrimientos, con la intención de enseñárselos al curador del museo. Sin embargo, cuando el barco llega al puerto de Chicago, la policía encabezada por el teniente Vincent D´Agosta descubre que ha ocurrido una inexplicable masacre a bordo de la embarcación, la que aparentemente no ha dejado sobrevivientes. Mientras tanto, al interior del Museo de Historia Natural, la Dra. Margo Green, quien se especializa en el estudio del ADN y su evolución en las distintas especies, se sorprende al ver un par de cajas que aparentemente formaban parte del cargamento que transportaba Whitney. En su interior, no solo se encuentra con la ya mencionada estatua, sino que además viene una serie de hojas vegetales cubiertas por lo que parece ser una extraña especie de hongo. Cuando eventualmente uno de los guardias del museo es brutalmente asesinado en circunstancias similares a las víctimas del barco, el teniente D´Agosta comienza a pensar que puede existir un nexo entre ambos crímenes, por lo que decide pedirle ayuda a la Dra. Green y así intentar descubrir quién o qué está detrás de los asesinatos.

 

En gran medida, “The Relic” funciona bajo un esquema similar al que presentan las cintas que se desarrollan al interior de casas embrujadas. Y es que casi la totalidad de la acción se lleva a cabo al interior del espeluznante museo de Chicago, cuyos oscuros pasillos, sus desolados laboratorios, su intricado piso subterráneo, la atmosférica exhibición que está pronta a inaugurarse, y la red de túneles que parece albergar a la criatura que el Dr. Albert Frock (James Whitmore) señala como la posible encarnación de Kothoga, un mítico monstruo del bosque, se convierten en lugares donde el peligro acecha en cada rincón. Evidentemente, el guión también funciona como un homenaje a cintas tales como “Jaws” (1975), “Alien” (1979), y “Jurassic Park” (1993), entre otras. Esta idea es reforzada por la presencia de una protagonista que comparte gran parte de las características heroicas exhibidas por el personaje interpretado por Sigourney Weaver en “Alien”, quien también confía plenamente en su inteligencia a la hora de enfrentarse a la criatura. El teniente D´Agosta por su parte, se presenta como un policía sumamente supersticioso pero capaz, el cual está determinado a cerrar el museo hasta finalizar la investigación, aun cuando el mismísimo Alcalde de Chicago (Robert Lesser) lo está presionando para permitir que se lleve a cabo la gala inaugural de la exhibición “Supersticiones”, ya que el evento se propicia como la oportunidad perfecta para reunir fondos para su posible reelección.

Como es de suponer, la criatura termina irrumpiendo en la gala y no pasa mucho tiempo antes de que las cabezas comiencen a rodar. Es entonces cuando “The Relic” pasa de ser una película de terror con toques de ciencia ficción, a una cinta de desastres en la cual el museo se convierte en un verdadero circuito de obstáculos. Y es que al mismo tiempo que la electricidad comienza a fallar, todos los sistemas de alarma se vuelven completamente locos, provocando que los rociadores actúen sin control y que las enormes compuertas de seguridad amenacen con dejar a todos los asistentes a la gala atrapados al interior del museo, sin ninguna posibilidad de escapar del lugar. La poca consistencia narrativa que presenta el film, cuyo guión se pasea entre el género policial, la ciencia ficción, el horror y el cine de desastres, es probablemente su mayor falencia ya que no solo provoca que algunos giros de la trama carezcan de una explicación lógica o satisfactoria, sino que además merma de forma considerable los niveles de suspenso que alcanza la historia. Con respecto a esto último, en general se suele afirmar que en este tipo de películas entre más tiempo se mantenga el misterio sobre la real naturaleza del antagonista principal, más tensión se genera durante la espera de su gran revelación. Lamentablemente en este caso no ocurre precisamente eso, principalmente porque durante la primera hora de metraje la historia se diluye en los diversos aspectos de la investigación policial, al mismo tiempo que se enfatizan algunos elementos que tienen poca importancia para el desarrollo de la trama, y ciertos giros narrativos en apariencia más profundos son explorados solo de manera superficial.

 

En el ámbito de las actuaciones, tanto Tom Sizemore como Penelope Ann Miller realizan un trabajo interpretativo mucho mejor de lo que por lo general se suele ver en cintas de horror de estas características, ya que logran que sus personajes no solo resulten ser carismáticos, sino que además le otorgan un grado extra de credibilidad a la historia. Algo similar sucede con Linda Hunt y James Whitmore, quienes consiguen despertar el interés del espectador con sus respectivos personajes, aun pese a la poca exposición que estos tienen. En cuanto al aspecto técnico del film, resulta destacable el correcto aunque algo opaco trabajo de fotografía de Peter Hyams, y la efectiva para rápidamente olvidable banda sonora del compositor John Debney. Sin embargo, quien se roba por completo la película son los efectos especiales creados por Stan Winston y su equipo de colaboradores. Para darle vida a Kothoga, Winston y compañía crearon tres criaturas cuyas cabezas eran manejadas por dos personas, al mismo tiempo que otro grupo de técnicos se encargaban de mover a control remoto los brazos, las garras, la boca y el resto del cuerpo del monstruo. Según relatan algunos de los involucrados en la producción, Winston se inspiró en una serie de invertebrados y arácnidos a la hora de diseñar a la bestia. Si bien gran parte de los efectos especiales creados por Winston han soportado de buena manera el paso del tiempo, no se puede decir lo mismo de aquellos creados digitalmente mediante el uso de computadoras, los cuales terminan restándole algo de espectacularidad a los efectos más “artesanales” diseñados por Winston.

En cuanto a sus niveles de horror y violencia, “The Relic” probablemente se encuentra uno o dos escalones por sobre la media de las cintas de la época, aun cuando estos se concentran principalmente durante la última media hora del film. Al método utilizado por Kothoga para acabar con sus víctimas, el cual consiste en desmembrarlas para así alimentarse de parte de sus cerebros, se suma una escena al interior de una sala de autopsia la cual contiene altas dosis de humor negro, y el intenso enfrentamiento final entre los protagonistas y la criatura. Aun cuando es innegable que “The Relic” es una cinta por sobre todo entretenida, es imposible no considerarla como un producto fallido incapaz de explotar todo su potencial. Mientras que por un lado la producción presenta una premisa básica interesante, en especial cuando se crea un nexo entre la criatura, la ciencia y una vieja superstición tribal, y además existen múltiples elementos que provocan que la cinta sea disfrutable incluso en la actualidad, particularmente durante el último tramo de la misma, donde además se entrega una explicación relativamente satisfactoria acerca del origen del monstruo, por otra parte la película presenta una serie de problemas que cuando emergen a la superficie, le recuerdan al espectador los motivos por los cuales el film de Hyams es solo una obra menor del género.

por Fantomas.
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