sábado, 21 de febrero de 2015

Hold-Up: ¿Qué hace Jean-Paul Belmondo vestido de payaso dentro de un banco?

“Hold-Up” (1985), es una comedía del director Alexandre Arcady, la cual está protagonizada por Jean-Paul Belmondo, Guy Marchand y Kim Cattrall.

Grimm (Jean-Paul Belmondo) es un hombre que está a punto de llevar a cabo su más ambicioso plan: atracar el banco más importante de Montreal y llevarse a casa, libre de impuestos, más de dos millones de dólares. Sin embargo, lo que en un principio parecía ser un plan perfecto, se verá amenazado por diversos obstáculos que dificultaran el escape de Grimm y de sus dos cómplices: el torpe pero leal Georges (Guy Marchand), y la sensual Lisa (Kim Cattrall).

 

Para cuando comenzó a filmar la comedia de acción “Hold-Up”, la cual contó con un presupuesto bastante generoso y con el icónico actor Jean-Paul Belmondo como protagonista, el director francés Alexandre Arcady había logrado al menos tres grandes éxitos de taquilla, siendo el más importante de ellos el film “Le Grand Pardon” (1982). El guión de “Hold-Up” se basó en la novela “Quick Change”, del escritor norteamericano Jay Cronley, y fue escrito por el mismo Arcady en compañía de Daniel Saint-Hamont y el popular guionista Francis Veber, quien fue incluido en la producción a petición de Belmondo. Debido a que el escenario urbano norteamericano presente en la novela de Cronley era parte esencial de la historia y del funcionamiento de la misma, el equipo de producción tomó la decisión de rodar el film en Montreal, la ciudad más grande de la provincia canadiense de Quebec. Cabe mencionar que esta decisión poseía una doble intencionalidad: por un lado le imprimía al film una estética “americana” que facilitaría su distribución en el mercado norteamericano, y al mismo tiempo le otorgaba la posibilidad al director de incluir una serie de ambiciosas y vistosas escenas de riesgo en la narrativa, las cuales solían ser parte del sello de las películas de acción en las que participó Belmondo durante gran parte de las décadas del setenta y el ochenta.

En “Hold-Up”, el genio criminal conocido como Grimm, elabora un brillante e infalible plan para asaltar el supuestamente inexpugnable Banco Central de Montreal. Ataviado de un disfraz de payaso, Grimm ingresa al banco y toma como rehenes a todas las personas que se encuentran en su interior. Lo que la gran mayoría de las víctimas del asalto y lo que la policía liderada por el Inspector Simon Labrosse (Jean-Pierre Marielle) no sospechan, es que el criminal cuenta con dos cómplices entre los rehenes: Georges, quien además de ser el mejor amigo de Grimm, es un tipo sumamente inseguro y torpe; y Lisa, quien pese a mantener una relación amorosa con Georges, está secretamente interesada en Grimm. Irónicamente, una vez que el trío logra eludir a la policía y escapar del banco con cerca de dos millones de dólares en efectivo, es entonces cuando comienzan los problemas. Al asedio incesante del Inspector Labrosse, quien intenta en vano descubrir la estratagema de los asaltantes antes de que estos abandonen Montreal, se suma la presencia de Lasky (Tex Konig), un viejo conocido de los criminales el cual una vez que descubre su plan, hace todo lo posible por arrebatarles el botín, y una serie de diversas desventuras en las que se ve envuelto un desafortunado chofer de taxi llamado Jeremie (Jacques Villeret), y el tan temido “factor humano” al cual Grimm responsabiliza constantemente de los fracasos de los grandes planes que él alguna vez puso en marcha. Con el tiempo y las probabilidades en su contra, Grimm y sus secuaces intentarán llegar al aeropuerto de Montreal antes de que su loca carrera termine en prisión.

 

“Hold-Up” es un film que intenta fusionar dos segmentos o subtramas claramente delimitadas, en una misma historia repleta de matices. El primero de estos segmentos presenta una marcada inclinación hacia la comedia, y funciona como la típica película de robos norteamericana, pero teñida por las influencias del cine francés. Es por este motivo que la primera mitad del film gira en torno a una grotesca parodia de un asalto a un banco, la cual se convierte en la lucha de ingenios entre Grimm, quien es retratado como un meticuloso y extravagante ladrón, y el Inspector Labrosse, quien no puede evitar perder el control cada vez que sostiene una conversación con el payaso que tiene como rehenes a los clientes de la prestigiosa entidad financiera. Una vez que la acción se traslada a los diversos rincones de la ciudad de Montreal que se encuentran entre el banco en cuestión y el aeropuerto al cual desean llegar los protagonistas, la cinta mezcla de manera algo caótica escenas de acción, dosis importantes de humor negro, e incluso algunos breves momentos dramáticos, los cuales en su mayoría hacen referencia a la relación existente entre el trío protagónico, en especial entre Grimm y Georges. Es a raíz de esto que durante la segunda mitad de la cinta es posible ver frenéticas persecuciones automovilísticas, breves pero memorables interacciones entre Grimm y Labrosse, y la inclusión de un taxista algo torpe que hará las veces tanto de víctima como de victimario del trío de ladrones.

Si hay algo que llama la atención durante la segunda mitad de la cinta, es la exploración de las diversas aristas de aquello que Grimm llama “el factor humano”. Según el experimentado ladrón, lo único que puede frustrar un buen plan es la estupidez propia del ser humano. En esta oportunidad, la codicia sin límites de Lasky, la inocencia cuasi infantil de Georges, el oportunismo de Jeremie, y la naturaleza caprichosa e impredecible de Lisa, son los principales ejemplos del tan temido “factor humano”. En el caso puntual de Lisa, ella en repetidas oportunidades le sugiere a Grimm que sería más conveniente para ambos huir juntos y dejar a Georges a merced de la policía, aun a sabiendas que el pobre Georges está perdidamente enamorado de ella. Esto de inmediato le otorga un cierto grado de ambigüedad a la historia, ya que por un lado el espectador desea ver triunfante al trío protagónico, pero por otra parte se sugiere que Lisa en cualquier momento puede traicionar a sus compañeros sin mayor remordimiento, cuya relación de amistad demuestra ser absolutamente inquebrantable. Lamentablemente, pese a que durante la segunda mitad del film se exhibe un puñado de buenas ideas, Arcady no logra plasmarlas con demasiado éxito, lo que provoca que la película caiga en una vorágine de frenética mediocridad, exenta de giros dramáticas realmente interesantes, lo cual intenta ser compensado por el director con la inclusión de numerosas escenas de riesgo y diversos cambios de escenario, que no hacen más que evidenciar lo frágil del plan de escape de los protagonistas.

 

En cuanto a las actuaciones, la totalidad del elenco realiza un trabajo que va desde lo meramente correcto hasta lo sencillamente brillante. Dentro de este abanico de interpretaciones, quien realmente se destaca es Jean-Paul Belmondo, quien no solo capitaliza de manera brillante su carisma natural, sino que además construye un personaje interesante que no se conforma con representar al estereotipo del genio criminal codicioso y calculador, sino que muy por el contrario, demuestra ser un tipo leal y preocupado por su amigo, el cual no solo rechaza los múltiples avances que le realiza Lisa, sino que también se muestra dispuesto a sacrificar el botín con tal de conservar la libertad de su viejo compañero. Guy Marchand por su parte, interpreta de buena manera a un personaje torpe, bien intencionado y plagado de sueños, mientras que Kim Cattrall cumple con lo justo con su rol de femme fatale, cuyo cambio de opinión final resulta ser demasiado errático e incomprensible como para otorgarle demasiada importancia. Por otro lado, en lo que respecta al aspecto técnico de la producción, al correcto trabajo de fotografía de Richard Ciupka, se suma la vibrante banda sonora del compositor Serge Franklin, cuya mezcla de ritmos propios del jazz, el blues y el country, la convierten en uno de los puntos altos de la cinta.

Cinco años más tarde del estreno de “Hold-Up”, el director y guionista Howard Franklin en compañía de Bill Murray, estrenarían su propia adaptación de la novela de Jay Cronley, la cual además de estar mejor ejecutada, presenta una serie de importantes diferencias con la cinta de Alexandre Arcady. Entre otras cosas, “Quick Change” (1990) no solo trasladaría la acción a la ciudad de Nueva York, sino que además la convertiría en parte del conflicto central de la historia, ya que las complicaciones que experimenta el protagonista interpretado por Bill Murray y sus compañeros de fechorías, están estrictamente ligados con el ritmo frenético característico de la ciudad norteamericana. El Grimm de Murray odia la ciudad y a sus habitantes, y ese es uno de los principales motivos que lo llevan a asaltar un banco junto a sus dos cómplices. Este pequeño detalle provoca que la segunda mitad de “Quick Change”, funcione de mucha mejor manera que los segundos cuarenta minutos del film de Arcady. Al mismo tiempo, la dinámica entre el trío protagónico es completamente diferente. Mientras que en “Hold-Up” Lisa es pareja de Georges, y es sin lugar a dudas la más ambiciosa y egoísta de los tres, en “Quick Change” el personaje interpretado por Geena Davis mantiene una complicada relación amorosa con Grimm, quien constantemente se muestra como un personaje sumamente ególatra que no puede ver más allá de su propia nariz. Más allá de las diferencias con su remake y de las falencias propias de un guión que decae de manera notable durante la segunda mitad, “Hold-Up” se alimenta del carisma de Belmondo, de la gran cantidad de diálogos ingeniosos escritos por Francis Veber, y de la habilidad de Arcady a la hora de filmar escenas visualmente atrayentes, para alzarse como una de las buenas comedias de acción francesa rodadas durante la década del ochenta.


por Fantomas.

miércoles, 18 de febrero de 2015

The Gauntlet: La aventura más explosiva y extravagante de Clint Eastwood.

“The Gauntlet” (1977), es un film de acción del director Clint Eastwood, el cual está protagonizado por el mismo Eastwood y Sondra Locke.

El policía originario de Phoenix, Ben Shockley (Clint Eastwood), ha estado por años esperando que le sea asignado un caso importante para potenciar su mediocre carrera. Es por esto que cuando le ordenan escoltar desde Las Vegas a Phoenix a “un testigo común para que participe en un juicio sin importancia”, no puede evitar sentirse algo decepcionado. Sin embargo, una serie de explosivas y peligrosas situaciones pronto le demostrarán lo equivocado que estaba con respecto a su nueva misión.

 

Tras el exitoso estreno de “The Enforcer” (1976), los estudios Warner comenzaron a presionar a Clint Eastwood para que se involucrara lo antes posible en un nuevo proyecto que le permitiera sacar provecho de su revitalizada carrera. En aquel entonces, el director Sam Peckinpah se encontraba trabajando en el proceso de pre-producción de un guión desarrollado por Dennis Shryack y Michael Butler, el cual había sido escrito con la intención de que Marlon Brando y Barbra Streisand lo protagonizaran. Eventualmente, Brando abandonó el proyecto y fue reemplazado por Steve McQueen, quien lamentablemente tras una serie de discusiones con quien sería su coprotagonista, también abandonó la producción. Esta serie de problemas pavimentaron la llegada de Eastwood, quien también asumiría el rol de director del film ante la dimisión de Peckinpah. Para sorpresa de los ejecutivos de los estudios Warner, Eastwood se negó a trabajar con Streisand por considerarla demasiado vieja para ser su coprotagonista, e insistió en que fuese contratada Sondra Locke, con quien mantenía una relación extramarital en aquella época Demás está decir que los ejecutivos del estudio no podían ocultar su preocupación ante la nueva situación de la producción. Y es que se habían destinado cinco millones de dólares de presupuesto para la cinta, bajo la premisa que sería protagonizada por dos estrellas de la talla de Eastwood y Streisand, y no por el actor y una actriz de escasa trayectoria y popularidad. Pese a esto, apoyaron cada una de las decisiones del director, quien además incluyó una gran cantidad de violencia que no estaba concebida originalmente en el guión de Shryack y Butler.

En “The Gauntlet”, al oficial de policía Ben Shockley se le asigna la tarea de buscar y escoltar a una prostituta llamada Gus Mally (Sondra Locke) desde Las Vegas hasta Phoenix, para que participe como testigo en un juicio contra un jefe de la mafia. A raíz de la importancia de su testimonio y de las consecuencias que este puede tener para una serie de personajes influyentes y corruptos, la mafia se propone hacer todo lo posible para asegurarse que Shockley y Mally jamás lleguen a Phoenix con vida. De hecho, es tanta la atención que obtiene la chica y su protector designado, que incluso se han abierto apuestas en la llamada ciudad del pecado en relación a las probabilidades de supervivencia que tiene la improvisada dupla. Decidido a cambiar su mala fortuna, Shockley acepta el desafío de proteger a la chica, aun a sabiendas de las mortales consecuencias que puede tener su decisión. Una vez que ambos emprenden la ruta hacia su destino final, se ven enfrentados a la incesante amenaza de los miembros de la mafia, a una pandilla de motociclistas, e incluso a la misma fuerza policial de los estados de Nevada y Arizona. Es a raíz de todo esto que si desean llegar a Phoenix sanos y salvos, Shockley y Mally deberán formar un lazo de confianza y respeto que les permita trabajar como equipo, antes de que sus diferencias, los fantasmas de su pasado, y las miles de balas que son disparadas hacia su dirección terminen con sus ambiciones, sus anhelos y con su vida.

 

A diferencia de Harry Callahan, uno de los personajes más icónicos de Eastwood, quien suele ser recordado por su afición a la violencia, su escaso respeto por sus superiores, y por su indiscutible efectividad a la hora de acabar con cuanto criminal se cruce en su camino, el protagonista de “The Gauntlet” es un policía fracasado, con un marcado gusto por el alcohol, el cual resulta ser tan incompetente que sus jefes corruptos le asignan la tarea de recoger a una testigo clave a quien planean asesinar, antes de que ella logre atestiguar y los conecte con el crimen organizado. Por su parte, la testigo en cuestión también resulta ser un personaje marginal; Gus Mally es una prostituta cuya vida es un completo desastre, la cual paradójicamente posee educación universitaria, la que se refleja en múltiples oportunidades en las cuales demuestra ser intelectualmente más aguda que Shockley. Como gran parte de las películas en las que una dupla aparentemente incompatible se ve obligada a compartir un largo viaje en vehículo, durante su peligrosa travesía, Shockley y Gus discuten incesantemente hasta que no solo descubren las virtudes del otro, sino que además se ven expuestos a la promesa de una renovación personal si es que logran sobrevivir a los múltiples intentos de homicidio que constituyen la trama central.

“The Gauntlet” básicamente se constituye por un puñado de espectaculares escenas de acción, cada una de las cuales busca dramatizar los diversos intentos de asesinatos a los que se ven expuestos los protagonistas. Los ejemplos más importantes de esto son la escena en la cual Shockley y Gus están atrapados al interior de una cabaña debido al asedio de decenas de policías; la escena en la cual el auto en el que se trasladan los protagonistas es perseguido por un helicóptero a través de un camino montañoso; y la famosa escena final, en la que la dupla protagónica utiliza un autobús blindado para llegar a su ansiado destino, el cual está custodiado por cientos de policías fuertemente armados con ametralladoras y escopetas. La primera y la tercera escena antes mencionadas, están marcadas por una exageración deliberada de la violencia, que resulta ser tan espectacular como caricaturesca. De hecho, aun cuando la cabaña que es rodeada por la policía recibe una cantidad tal de municiones que eventualmente termina colapsando, Shockley logra escapar completamente ileso del lugar. Más increíble aún resulta ser la secuencia del autobús, ya que previo a su llegada a Phoenix, es el mismo Shockley el que se encarga de darle a los policías corruptos un mapa de la ruta que tomará una vez que entre a la ciudad en su intento por llegar al ayuntamiento. Si bien algunos estudiosos han planteado que tanto las características del protagonista, como las increíbles situaciones en las que este se ve envuelto y de las cuales termina alzándose victorioso, conjugan en un mismo personaje al arquetipo del héroe y del antihéroe, y el mito que rodea a la figura de Eastwood y la desconstrucción del mismo, la verdad parece ser mucho más sencilla y decepcionante. Al final del día, las secuencias antes mencionadas no hacen más que reflejar el sin sentido que por momentos domina al film, y una falta de verdadero interés por parte de Eastwood por un proyecto que no parece elevarse más allá de una mera obligación contractual.

 

Si bien resulta curioso e interesante que el film presente a Eastwood interpretando a un policía decididamente estúpido y abatido por su propia frustración, lamentablemente el personaje carece de múltiples capas que permitan un desarrollo satisfactorio de su personalidad. Y es que la dirección de Eastwood de sí mismo deja bastante que desear, ya que más allá del carisma innegable del actor, en diversas oportunidades pareciera que su actuación la está desarrollando en piloto automático. Afortunadamente esto no sucede con el resto del elenco participante, entre los que se destacan Pat Hingle, quien interpreta al colega y único amigo de Shockley; William Prince y Michael Cavanaugh, quienes personifican de manera bastante efectiva a los villanos de turno; y por último Sondra Locke, quien en esta oportunidad demuestra sus habilidades como actriz, interpretando a quien se convierte en el personaje más interesante de una cinta plagada de personajes genéricos y algo aburridos. Entre otras cosas, Locke logra otorgarle un grado palpable de profundidad a Gus Mally, y logra expresar con éxito su impotencia y su dolor cuando para salvar de una golpiza a Shockley, se ofrece como carnada a un trío de motociclistas que intentan abusar de ella. En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con el correcto trabajo de fotografía de Rexford L. Metz, y con la efectiva y vibrante banda sonora del compositor Jerry Fielding, la cual termina siendo uno de los puntos más altos de la película.

“The Gauntlet” es una película que por momentos no parece tener otro propósito más que reunir escenas de acción sin demasiada lógica. En ese sentido, Eastwood demuestra tener un domino envidiable a la hora de escenificar piezas de acción que en esta oportunidad, no solo son espectaculares, sino que además son extravagantes y poseedoras de un particular humor negro. Aun cuando el concepto que le da vida al film presenta algunos puntos de interés, la ejecución del mismo es deficiente ya que no logra generar la tensión suficiente como para que el espectador se vea realmente envuelto en la trama. Al mismo tiempo, la historia resulta ser demasiado predecible ya que no solo los villanos son identificados por el espectador a los pocos minutos de comenzada la película, sino porque además el resultado final de la peligrosa aventura de los protagonistas nunca es puesto en duda. Pese a todas sus falencias, “The Gauntlet” logró recaudar más de 100 millones de dólares a nivel mundial, convirtiéndose en un nuevo triunfo para Eastwood quien más allá de las cámaras y de Hollywood, comenzaría a experimentar ciertos problemas en su vida privada, específicamente con su mujer de aquel entonces, Margaret Neville Johnson, por la tortuosa relación que el actor mantenía con Sondra Locke, quien dicho sea de paso también estaba casada. “The Gauntlet” bien podría considerarse como un traspié en la carrera de Eastwood, cuyo concepto básico sería replicado en diversas ocasiones durante el transcurso de los años, siendo “16 Blocks” (2006) del director Richard Donner probablemente el mejor ejemplo del mismo.


por Fantomas.

jueves, 5 de febrero de 2015

The Holcroft Covenant: Ludlum, Frankenheimer, Caine y los nazis.

“The Holcroft Covenant” (1985), es un thriller del director John Frankenheimer, el cual está protagonizado por Michael Caine, Anthony Andrews y Victoria Tennant.

Noel Holcroft (Michael Caine) es un arquitecto neoyorkino que recibe una inesperada herencia de su padre, un antiguo general nazi: 4 billones de dólares en fondos robados al tercer Reich, los cuales supuestamente deben ser utilizados para reparar el daño realizado por el ejército nazi. Cuando intenta averiguar la misteriosa historia que esconde el tesoro, Holcroft se ve enfrentado a una aventura palpitante en la que acabará siendo el único hombre capaz de abortar la escalofriante e inexorable amenaza del resurgimiento de un omnipotente cuarto Reich.

 

Tras ser publicado en 1978, el complejo thriller del escritor Robert Ludlum titulado “The Holcroft Covenant”, se convirtió rápidamente en un bestseller internacional. Esto llevó a los productores Edie y Ely Landau a adquirir los derechos de dicha novela, cuya adaptación inicial estuvo a cargo de los guionistas Edward Anhalt y John Hopkins. Cuando el aclamado director John Frankenheimer se sumó al proyecto, este reclutó al guionista George Axelrod, con quien había trabajado previamente en el thriller político “The Manchurian Candidate” (1962), para arreglar ciertos aspectos del guión original. Para sorpresa de Frankenheimer, a su llegada el actor norteamericano James Caan ya había sido contratado para interpretar el rol protagónico, lo que eventualmente le trajo una serie de problemas a la producción. Según declararía el mismo director a la revista Films and Filming en 1985: “Él (Caan) no debería haber sido contratado. Pasaron tres cosas al mismo tiempo. Primero, su elección fue un error. Segundo, él estaba alterado emocionalmente en aquel entonces. Tercero, él había estado teniendo disputas con los productores durante meses y yo no sabía eso. Estas tres cosas se fusionaron y generaron una situación con la que no se podía trabajar”. A raíz de todo esto, Caan se desligó del proyecto cuando este estaba entrando al proceso de producción, lo que obligó al director a comenzar el rodaje sin un protagonista, o de lo contrario la película iba a colapsar. Rápidamente, Frankenheimer le envió el guión a Michael Caine, quien acababa de terminar de filmar la comedia “Water in June” (1984). Pese a que el actor estaba por tomarse un pequeño receso, este aceptó participar la producción salvándola de su cancelación inminente.

Si bien el guión de “The Holcroft Covenant” se aleja bastante de algunos aspectos de la novela, este mantiene gran parte de la premisa básica intacta: Noel Holcroft se entera a través de un enigmático banquero suizo (Michael Lonsdale) que su padre, un reconocido General Nazi, le dejó una fortuna de 4 billones de dólares, la cual debe ser utilizada para reparar los horribles crímenes del ejército Nazi. Dicho dinero es el resultado de un pacto realizado entre el padre de Holcroft y otros dos oficiales nazis, quienes supuestamente le dieron la espalda a Hitler durante los últimos días de la guerra, con la esperanza que sus hijos pudieran vivir en un mundo mejor. Los términos del pacto dictan que Holcroft debe localizar a los primogénitos de los otros dos oficiales, quienes se encuentran ocultos en diversas partes del globo, para así poder acceder a la impresionante suma de dinero, de la cual él será el único administrador. Una vez que las piezas entran en movimiento, Holcroft se ve involucrado en diversos intentos de asesinato, viajes alrededor de Europa, y una enrevesada trama de espionaje y traición, en la cual su principal aliada será Helden von Tiebolt (Victoria Tennant), la hija mejor de uno de los oficiales que participaron en el misterioso pacto. Con el tiempo en contra y con un montón de gente que desea verlo muerto, Holcroft tendrá que descubrir en quien confiar y que es lo que se esconde tras la peculiar herencia de su padre, antes de que sea demasiado tarde.

 

Más allá de su popularidad, es sabido que “The Holcroft Covenant” no es precisamente uno de los mejores trabajos del escritor Robert Ludlum, en gran medida porque la trama resulta algo densa y está desarrollada de manera torpe. Debido a esto, es justo argumentar que gran cantidad de los cambios realizados por el equipo de guionistas apuntaban a simplificar la historia, lo que pese a sus buenas intenciones no lograron del todo. Por ejemplo, el extenso periplo por Sudamérica que algunos de los protagonistas realizan en la novela fue eliminado por completo, limitando la acción a la ciudad de Nueva York y a diversos puntos de Europa; las numerosas facciones que buscan adueñarse del dinero en el escrito original, fueron reducidas de manera considerable en el film (aunque de todas formas por momentos resulta complicado identificar quien trabaja para quien); y por último, una compleja subtrama que involucraba a un asesino internacional fue obviada por considerarse innecesaria. Como se menciona anteriormente, pese a todos estos cambios, el guión de George Axelrod y compañía dejan una serie de cabos sueltos que no solo dificultan la completa comprensión de la trama, sino que además terminan restándole credibilidad a la misma. Probablemente lo que resulta más molesto, es que nunca queda claro quien desea asesinar a Holcroft, ya que a medida que avanza la trama, los diversos personajes que van apareciendo a lo largo de la peligrosa aventura del protagonista, parecen compartir el interés por que este firme el mentado acuerdo, ya sea para hacerse con el dinero o para obtener un misterioso documento que revelaría elementos importantes del plan nazi.

Aun cuando la unidimensionalidad ronda entre los personajes de la película, dentro de la diversa galería de participantes de esta peculiar búsqueda del tesoro, hay algunos que se destacan como por ejemplo el Comandante Leighton (Bernard Hepton), quien inicialmente se presenta como parte de los servicios de inteligencia británicos, y cuyo objetivo primordial pareciera ser que todos los interesados en el dinero se eliminen entre sí. La razón principal por la cual este misterioso agente se convierte en uno de los personajes más interesantes del film, es debido a su cuasi omnipresencia y a su sarcasmo constante. Diálogos como: “La suposición, señor Holcroft, es, como dicen en mi profesión, la madre de los errores” o “Debemos movernos. Este lugar está repleto de todo tipo de monstruos, muchos de los cuales trabajan para mí”, explican porque Leighton termina adquiriendo un protagonismo impensado en algunos pasajes de la cinta. Otro de los personajes interesantes es Johann von Tiebolt, uno de los hijos de los infames generales nazis, quien pese a presentarse inicialmente como aliado de Noel Holcroft, eventualmente exhibe un lado bastante oscuro y algunas inclinaciones definitivamente obscenas. Por último, también resulta necesario mencionar a Althene Holcroft (Lilli Palmer), la madre del protagonista cuyo odio hacia su fallecido marido, la impulsa a tratar de convencer a su hijo que no se involucre con el dinero acuñado por los nazis, y Oberst (Richard Münch), un siniestro hombre que asegura presidir una organización que busca subsanar el daño provocado por los nazis, y que maneja más información de lo que aparenta.

 

En cuanto al protagonista, afortunadamente el Holcroft de Caine es bastante menos molesto que su contraparte literaria, ya que en general prefiere participar activamente en la solución de la peculiar situación en la que se ve involucrado, en vez de perder el tiempo quejándose de su mala suerte. Al mismo tiempo, el actor exhibe una química innegable con el personaje interpretado por Victoria Tennant, lo que ayuda a otorgarle un cierto grado de credibilidad a la súbita relación amorosa que ambos entablan. Si bien es cierto que Caine realiza un buen trabajo interpretando a Holcroft, la verdad es que dista de ser uno de sus personajes más memorables, básicamente por su inescapable unidimensionalidad. Según diversas fuentes, más allá del dinero y de la posibilidad de rodar en diversos países, la razón por la cual el actor británico aceptó protagonizar “The Holcroft Covenant”, tiene relación con la figura de John Frankenheimer, director a quien Caine admiraba abiertamente. En relación al director, mientras que este demuestra su experiencia en varios pasajes del film, ya sea imprimiéndole un ritmo narrativo dinámico a la historia o haciendo uso de un interesante juego de cámaras, responsable de la atmósfera opresiva de la cinta, también comete una serie de errores cuestionables que no aportan demasiado a la trama, como por ejemplo la prolongación innecesaria de la infame escena de la Love Parade en Berlín, cuyo objetivo central solo pareciera ser incluir unos cuantos desnudos gratuitos en el film. Por otro lado, el trabajo de fotografía de Gerry Fisher resulta ser correcto, mientras que la banda sonora compuesta por Stanislas Syrewicz complementa de buena manera la sordidez y la tensión que por momentos domina la historia.

Si bien el film contiene gran parte de los elementos característicos de los trabajos de Robert Ludlum, como por ejemplo una intriga internacional, diversas locaciones europeas, persecuciones, traiciones, balaceras, sexo, violencia, y numerosas vueltas de tuerca, este no logró los resultados esperados y solo recaudó aproximadamente 400.000 dólares en los Estados Unidos. Si bien Frankenheimer logra con relativo éxito capturar la atención del espectador durante gran parte del metraje, a fin de cuentas “The Holcroft Covenant” puede considerarse como un producto fallido, el cual no logra comprimir una novela de suspenso de 500 páginas dentro de una historia coherente de dos horas de duración. Y es que muchos de los diálogos son sencillamente olvidables o carecen de demasiado sentido, lo que le dificulta aún más la tarea a un espectador que intenta no perderse entre los numerosos giros dramáticos del film. Al mismo tiempo, los intentos por inyectarles vida a los diversos personajes unidimensionales que desfilan a lo largo de este complejo thriller, son demasiados escasos como para tener algún efecto tangible en la trama. Pese a todo lo antes mencionado, “The Holcroft Covenant” se ve beneficiado del buen trabajo del elenco participante, y de los breves pero significativos destellos de brillantez de Frankenheimer, lo que en conjunto apela a la capacidad del espectador de obviar determinados detalles y lo inverosímil que por momentos resulta la historia.


por Fantomas.
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