“Murder, My Sweet” (1944), es un thriller del director Edward Dmytryk, el cual está protagonizado por Dick Powell, Claire Trevor, y Anne Shirley.
Tras salir de prisión, un criminal llamado Moose Malloy (Mike Mazurki) va en busca del detective privado Philip Marlowe (Dick Powell), para que lo ayude a encontrar a una antigua novia que no ha visto hace 6 años. Sin embargo, lo que inicialmente parece un caso sencillo, pronto se complica al punto de que es la vida de Marlowe la que termina poniéndose en peligro.
Raymond Chandler era un ejecutivo petrolero hasta que estalló la Gran Depresión, tras lo cual decidió regresar a su primer gran amor, la escritura. Él comenzaría a escribir historias cortas, las cuales serían publicadas con éxito por diversas revistas. Sería en uno de sus primeros relatos, cuyo título era “Killer in the Rain”, que Chandler introduciría al detective privado Philip Marlowe, quien se convertiría en uno de los personajes icónicos del género negro. Tras el éxito de su primera novela, en 1940 Chandler publicó su segundo libro titulado “Farewell, My Lovely”, cuyos derechos serían comprados por la RKO en tan solo 2.000 dólares. El estudio tenía la intención de convertir la historia en una nueva aventura de un sofisticado ladrón llamado “El Halcón”, personaje que protagonizó 16 cintas del estudio. Finalmente la novela daría vida al guión de “The Falcon Takes Over” (1942), cinta la cual gozó de bastante éxito y se convirtió en una de las mejores entradas de la saga. Durante ese mismo periodo, el productor Adrian Scott se encontró con la novela de Chandler en los archivos de la RKO, y pensó que la mejor forma de lanzar su carrera era realizar un film más fiel a la obra original. Tras venderle la idea al estudio, Scott junto al guionista John Paxton comenzaron a escribir un guión que presentaría algunos cambios importantes con respecto a la historia original, donde se destaca la inclusión del personaje interpretado por Ann Shirley, quien se convertiría en el interés amoroso del protagonista. Una vez terminado el guión y con un presupuesto de 400.000 dólares, el director Edward Dmytryk comenzó el rodaje de una cinta que es considerada como una de las piezas esenciales del cine negro.
Uno de los casos más complicados de Philip Marlowe comienza con la visita de un ex-convicto a su oficina llamado Moose Malloy, cuyo físico es propio de un titán pero cuya inteligencia es más propia de un niño pequeño. La razón de su visita es su desesperación por encontrar a una antigua novia llamada Velma, a quien no ha visto hace seis años, cuando ella trabajaba como cantante en un pequeño local nocturno. Pese a su resistencia inicial, Marlowe termina aceptando el trabajo, solo para deducir tras una breve investigación que la chica probablemente lleva un buen tiempo muerta. Antes de que el detective pueda contactar a Moose para contarle sobre sus hallazgos, se involucra en otros dos trabajos; el primero involucra un dudoso intercambio de dinero que sale horriblemente mal, mientras que el segundo tiene relación con la desaparición de un valioso collar de jade, el cual le pertenece a una seductora mujer llamada Helen Grayle (Claire Trevor), quien está casada con un acaudalado hombre que es mucho mayor que ella. Tras investigar varias pistas, algunas de las cuales involucran a Ann Grayle (Anne Shirley), la atractiva hijastra de Helen, y a Jules Amthor (Otto Kruger), un vidente y sanador de dudosa reputación, Marlowe comienza a percatarse de que los tres casos en los que ha estado involucrado en el último tiempo están fuertemente conectados. Es en ese preciso momento que su vida comienza a correr peligro, lo que lo obliga a resolver las numerosas interrogantes que se ciernen sobre su cabeza antes de que sea demasiado tarde.
Lo que resulta interesante, es que con la intención de mantener la narración en primera persona que presenta la novela, Adrian Scott sugirió que la cinta fuera narrada en forma de flashback por el mismo Marlowe, quien al comenzar el film se encuentra en un cuarto de interrogación de la policía con los ojos vendados, tras supuestamente haber sufrido un accidente del que no sabremos nada hasta el último tramo del relato. Lo que no tardaremos en descubrir, es que la policía cree que Marlowe es el culpable de una serie de asesinatos que están de alguna forma relacionados con la desaparición del costoso collar de jade. El hecho de ocupar el sitial del principal sospechoso de la investigación policial será solo uno de los problemas que tendrá que enfrentar el sagaz detective, cuya vida se ve en peligro en más de una ocasión, llegando incluso a ser secuestrado y drogado por un par de hombres cuyas intenciones son desconocidas. La llamativa secuencia alucinatoria que tiene lugar luego de este acontecimiento, es sin duda uno de los puntos altos del film. Un confundido y aterrorizado Marlowe ve con resignación como comienza a perder su sano juicio, al mismo tiempo que intenta encontrar una manera de escapar del lugar donde lo tienen recluido. Tan interesante como la ya mencionada secuencia, es lo que ocurre cada vez que el protagonista pierde el conocimiento a causa de sendos golpes que recibe en su cabeza. Al mismo tiempo que él narra cómo su mente lentamente se sumerge en un oscuro pozo, en el centro de la imagen aparece una suerte de mancha de aceite que termina por consumir todo el cuadro, reflejando de forma perfecta el sentir del detective.
Más allá de las interrogantes que se van planteando durante el transcurso de la cinta (que dicho sea de paso son bastantes), resulta importante el proceso que hace referencia a las conexiones que Marlowe establece con el resto de los involucrados en sus múltiples investigaciones, en especial con Moose y con la totalidad de la familia Grayle. En gran medida, el film sirve a modo de estudio sociológico el cual analiza algunas de las diferencias existentes entre aquellos que exhiben un estatus socioeconómico más bajo (como el protagonista y Moose) y aquellas personas que como los Grayle pueden disfrutar de todos los lujos que el dinero puede comprar. Mientras que la comparación entre los estilos de vida de unos y los otros queda plasmada en el primer tramo de la historia, la idea de que los intereses de los grupos más acomodados priman por sobre los del resto, queda plasmada de forma más sutil en lo que podría ser considerado el núcleo del relato. Resulta curioso como una historia que comienza con la sospechosa desaparición de una muchacha, termina volcándose en la búsqueda de un collar que si bien es muy valioso, es tan solo un collar. Prácticamente todos los personajes, incluyendo al mismo Marlowe, privilegian la búsqueda de la peculiar joya. Y es que al final del día, es el dinero el que manda, y considerando sus necesidades básicas, el buen detective no puede decirle no a un atractivo puñado de billetes.
En cuanto a las actuaciones, Dick Powell realiza un estupendo trabajo como el cínico y sagaz detective privado que no puede evitar meterse en un problema tras otro. Por otro lado, es destacable la actuación de Claire Trevor, quien personifica a una femme fatale de tomo y lomo. Su personaje no solo es capaz de engatusar a prácticamente cualquier hombre que se cruce en su camino, sino que además demuestra ser increíblemente maquinadora incluso cuando parece no tener una salida posible. Como su contraparte, nos encontramos con el personaje interpretado por Anne Shirley, quien está dispuesta a sacrificar su felicidad o su comodidad con tal de que su padre esté feliz. Estos tres personajes más el Señor Grayle (Miles Mander) conforman una compleja relación de múltiples aristas. Si bien la relación que se establece inicialmente entre Marlowe y el señor y la señora Grayle es únicamente laboral, eventualmente esta pasa a estar marcada por los celos, el engaño y la pasión. Al mismo tiempo, la hija del matrimonio demuestra cierto interés romántico por el protagonista, aunque su mayor preocupación es proteger a su frágil padre de cualquier daño que pueda provocarle su joven esposa, sin importar lo que tenga que hacer para lograrlo. Es por esto que los constantes cambios que se producen en la relación que establecen estos cuatro personajes, terminan siendo parte importante de una historia llena de sorpresas.
La verdad es que la trama es increíblemente intrincada, lo que no es de extrañar considerando que para crear la novela, Raymond Chandler fusionó tres de sus historias cortas: “The Man Who Liked Dogs", "Try The Girl", y "Mandarin's Jade". Afortunadamente, el guión está espléndidamente escrito y Dmytryk realiza un excelente trabajo como director, por lo que no resulta complicado seguir cada uno de los giros que presenta la trama, algunos de los cuales vienen a responder ciertas interrogantes que se plantean al inicio del film, mientras que otras abren paso a más preguntas que solo serán contestadas en el último tramo de la historia. En cuanto al aspecto técnico, la cinta cuenta con la atmosférica banda sonora de Roy Webb, y el maravilloso trabajo de fotografía de Harry J. Wild, cuyo uso de la luz y la sombra sirvió de ejemplo para gran parte de los realizadores que más tarde se embarcaron en la tarea de realizar nuevas aportaciones al género negro. “Murder, My Sweet” es fácilmente una de las mejores películas del llamado cine negro gracias a su espléndido guión, el estupendo apartado técnico, su dinámico ritmo narrativo, y el buen trabajo de su elenco. Quizás es por esto mismo es que Raymond Chandler no dudó en afirmar que esta era la mejor adaptación cinematográfica de su obra, lo cual considerando la calidad de otras de sus adaptaciones ya es mucho decir.
por Fantomas.