lunes, 29 de noviembre de 2010

Dead & Buried: Viviendo una horrible mentira.

“Dead & Buried” (1981), es una cinta de terror del director Gary Sherman, la cual está protagonizada por James Farentino, Melody Anderson y Jack Albertson.

En el pequeño pueblo costero de Potter´s Bluff, es encontrado un hombre gravemente quemado luego de sufrir lo que en apariencia parece ser un accidente automovilístico. El sheriff del pueblo, Dan Gillis (James Farentino), sospecha que se trata de un intento de asesinato, especialmente luego de que encuentra el cuerpo mutilado de un pescador. Cuando los cuerpos se comienzan a apilar, será responsabilidad de Gillis descubrir que es lo que se esconde tras los sangrientos asesinatos ocurridos en lo que hasta entonces parecía ser una localidad tranquila.

Originalmente concebida como una comedia negra, “Dead & Buried” se terminó convirtiendo en una cinta de terror increíblemente efectiva, cuyo retorcido sentido del humor la llevó a alzarse como un film de culto. Sin embargo, para que todo esto ocurriera, el director Gary Sherman, quien adquirió cierta notoriedad durante la década del setenta gracias a la efectiva cinta de terror “Death Line” (1972), tuvo que superar una serie de problemas relacionados con los ejecutivos de la productora PSO International, la cual se encargó de financiar el film. Mientras que Sherman quería enfatizar los elementos ligados a la comedia negra que presentaba el guión, los ejecutivos de la PSO pensaban que era más importante que la cinta presentara altas dosis de violencia gráfica cuidadosamente estilizada. Para lograr dicho objetivo, los productores contrataron al reconocido experto en efectos especiales, Stan Winston, quien seis años más tarde ganaría un premio Oscar por su trabajo en la cinta “Aliens” (1986), del director James Cameron. Lamentablemente para el director, las múltiples desavenencias que tuvo con los productores del film, provocaron que este fuese editado en numerosas ocasiones, lo que a su vez terminó generando una serie de errores de continuidad, y que la visión original del director fuese parcialmente difuminada por las constantes presiones a las que estuvo sometido durante el proceso de rodaje de la cinta.

El guión escrito por Dan O´Bannon y Ronald Shusset, sitúa al espectador en el pequeño pueblo de Potter´s Bluff, donde han comenzado a ocurrir una serie de sucesos bastante extraños. De hecho, para los pocos turistas que llegan a dicho lugar, es imposible abstraerse de lo poco hospitalarios que resultan ser los peculiares habitantes de la localidad ubicada en medio de Nueva Inglaterra. Lamentablemente, la impresión de los turistas no resulta ser demasiado duradera, ya que estos constantemente son asesinados sin razón aparente por un largo grupo de personas al poco tiempo de su llegada al lugar. Tras el asesinato de un fotógrafo que se encontraba de paso por el pueblo, el Sheriff Dan Gillis se propone resolver el crimen. Sin embargo, cuando los cuerpos continúan apilándose, el Sheriff comienza a pensar que los crímenes no son responsabilidad de un simple demente que ha decidido emprender una cruzada homicida, sino que están ligados a una confabulación de tintes mucho más diabólicos cuyo origen desconoce por completo. Lo que es aún peor, es que aparentemente todas las personas que lo rodean están involucradas en los homicidios, incluyendo a Dobbs (Jack Albertson), el peculiar forense y empresario fúnebre del pueblo, a su amigo Harry (Robert Englund), y a su esposa Janet (Melody Anderson). Acorralado y confundido, a Gillis no le quedará más remedio que confiar en sus instintos si es que desea descubrir el secreto que se esconde tras los asesinatos, el cual probablemente va a cambiar su vida para siempre.

Si algo resulta interesante de “Dead & Buried”, es que el film revela quien está detrás de los crímenes desde un comienzo. En vez de presentarse como otra cinta de misterio, la cual dicho sea de paso contiene altas dosis de violencia durante el transcurso de la historia, “Dead & Buried” le pide al espectador que descubra la razón que se esconde tras los asesinatos y no al culpable de estos. Conociendo la importancia del suspenso clásico, Sherman le entrega una gran cantidad de información al espectador, el cual en todo momento va un paso adelante del protagonista, al mismo tiempo que le plantea una serie de interrogantes las cuales en su mayoría son reveladas durante el retorcido y sorpresivo clímax del relato. Por otro lado, en gran medida el film de Gary Sherman sigue una dinámica muy similar a la expuesta por la cinta de ciencia ficción, “Invasion of the Body Snatchers” (1956), del director Don Siegel. Sin entregar demasiados detalles reveladores de la trama, resulta evidente que Potter´s Bluff es un lugar que parece haberse congelado en el tiempo. No solo el pueblo presenta una apariencia sucia, derruida y descuidada, sino que además sus habitantes parecen pertenecer a épocas completamente distintas, lo que evidentemente provoca que tanto la diversa arquitectura del lugar como el errático comportamiento de los lugareños, refleje un interesante choque cultural y generacional que enmarca a la pequeña localidad de Nueva Inglaterra en una realidad casi fantástica.

Un aspecto único de “Dead & Buried” es la forma en como el film progresa del humor negro al terror más serio. De manera inteligente, Sherman se preocupa de utilizar el gore no con la intención de simplemente horrorizar al espectador, sino que con el objetivo de obligarlo a preguntarse qué es lo que sucederá después. De hecho, gran parte de las escenas más efectivas del film no involucran ningún tipo de violencia gráfica, sino que se apoyan en una atmósfera dada por la presencia de sonidos inesperados, escenarios escalofriantes, y la aparición de figuras sombrías que se manifiestan sin previo aviso. El gran mérito del director es que fue capaz de fusionar y complementar imágenes tan impactantes como una cuyo centro de atención es una larga aguja hipodérmica que está puncionando un ojo humano, o aquella que sitúa a una familia de aterrorizados turistas al interior de una lúgubre casa, mientras que en el exterior se encuentra un grupo de violentos pueblerinos con pulsiones claramente homicidas, con diversos giros argumentales los cuales están basados tanto en determinados clichés del cine de terror, como en un puñado de ideas originales expuestas por Dan O´Bannon y Ronald Shusset, lo que da como resultado que el aspecto estético del film en todo momento mantenga la misma importancia que el aspecto narrativo del mismo.

En el ámbito de las actuaciones, el elenco en general realiza una labor bastante discreta. Pese a que James Farentino no puede evitar sobreactuar constantemente durante el transcurso del film, de todas formas logra que el Sheriff Gills se convierta en un personaje entrañable que despierta la simpatía del espectador. Y es que básicamente resulta interesante el proceso de evolución que presenta el protagonista, el cual pasa de ser un amigable oficial de la ley, a ser un hombre sumido en la más completa desesperación, el cual se ve obligado a desentrañar algunas verdades incómodas. Jack Albertson en cambio, interpreta de manera encomiable al excéntrico forense y empresario funerario del pueblo, el cual si bien ayuda al protagonista durante el curso de su investigación, exhibe una peculiar obsesión con los muertos que gradualmente va levantando algunas sospechas en torno a su figura. En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con el estupendo trabajo de fotografía de Steven Poster, la olvidable pero efectiva banda sonora del compositor Joe Renzetti, y los impactantes efectos especiales del ya mencionado Stan Winston.

Reinventar determinados arquetipos siempre se ha presentado como una tarea difícil de realizar, principalmente porque estos suelen representar una idea o un concepto de forma tan contundente, que terminan definiéndolo por completo. Esto es especialmente cierto dentro del cine de terror. Un vampiro nunca va a ser otra cosa más que un vampiro, sin importar la forma en la que esté vestido, lo romántico de su imagen, o incluso si se reconfigura su sed de sangre. Lo mismo sucede con los licántropos, los fantasmas, los asesinos seriales, y en especial con los zombies. Los muertos vivientes suelen tener una gama de limitaciones que los sitúan en un espectro especial dentro del género del horror. Si bien su hambre de carne humana resulta ser definitivamente perturbadora, su falta de agilidad en una gran cantidad de ocasiones resulta ser bastante irrisoria. Desde luego, durante el transcurso de los años han sido varios los realizadores que han intentado cambiar el arquetipo ligado a la figura de los zombies, todos con distintos resultados. Es precisamente en este departamento que Gary Sherman resulta triunfador, en gran medida porque comprende a cabalidad el concepto de que los muertos vivientes no son más que el reflejo de la crisis cultural existente en la sociedad, la cual impulsa al hombre a un egocentrismo tal que necesita apreciarse a sí mismo incluso cuando está sumido en la más completa decadencia biológica. Por todo lo antes mencionado, “Dead & Buried” es una de las pocas producciones que realmente se merece el título de film de culto que ostenta prácticamente desde el momento de su estreno.



por Fantomas.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Clark Gable: El Rey de Hollywood.

William Clark Gable nació en Cadiz, Ohio, el 1 de febrero de 1901. Hijo único de William H. Gable y Adeline Hershelman, Gable fue inscrito por error como mujer en su certificado de nacimiento. Si bien su nombre original era Goebel, sus padres prefirieron cambiárselo debido al clima anti-alemán que reinaba en los Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial. Su madre falleció cuando él tenía diez meses de edad, debido a un agresivo tumor cerebral. Tras la muerte de Adeline, Gable se fue a vivir con sus abuelos durante dos años, hasta que su padre volvió a contraer matrimonio. Su madrastra, Jennie Dunlap fue la mejor cosa que pudo pasarle al pequeño; no sólo le enseñó a tocar el piano (lo que provocó que posteriormente él se interesara por los instrumentos de viento), sino que además le enseñó modales y la importancia del cariño. Desde pequeño mostró un marcado interés por la mecánica, razón por la cual le encantaba reparar autos con su padre. A los trece años de edad, él era el único niño que participaba en la banda del pueblo. Esto provocó que su padre lo incentivara a realizar actividades más “masculinas”, como cazar o realizar trabajos que implicaban un gran esfuerzo físico.

En 1917, cuando Gable estaba cursando la educación secundaria, su padre comenzó a experimentar algunas dificultades económicas. Fue entonces cuando William decidió pagar sus deudas y mudarse con su familia a una granja ubicada en Ravenna, un pueblo que queda en las afueras de la ciudad de Akron. A Gable le resultó difícil adaptarse a su nuevo hogar. Pese a la insistencia de su padre para que se quedara trabajando en la granja, Gable no tardó en mudarse a Akron donde consiguió trabajo en la fábrica de neumáticos B. F. Goodrich. Cuando tenía 17 años de edad, Gable asistió a una función de la obra teatral “The Bird of Paradise”, tras lo cual quedó encantado con el mundo del teatro. Debido a esto, pasaría gran parte de su tiempo trabajando tras bambalinas sin goce de sueldo, o oficiando como portero del teatro. Gracias a esto conseguiría pequeños papeles en algunas de las obras. Sin embargo, no sería hasta los 21 años de edad que Gable comenzaría a hacer carrera en el teatro. Para ese entonces, su madrastra Jennie había fallecido y su padre se había mudado a Tulsa para retomar el negocio del petróleo. Luego de haber heredado 300 dólares de su abuelo, Gable se mudó a Kansas donde se unió a una compañía teatral llamada Jewell Players.

Durante algún tiempo, Gable se integró a varias modestas compañías teatrales con las cuales eventualmente llegó a Portland, donde para sobrevivir consiguió trabajo como vendedor en la tienda de departamentos Meier & Frank, y posteriormente en una compañía telefónica. Mientras se encontraba en el lugar, él conoció a la actriz Laura Hope Crews, quien lo motivó a retomar la actuación y a integrarse en una nueva compañía teatral. Dicha compañía estaría liderada por Josephine Dillon, una directora 14 años mayor que Gable. Dillon se daría cuenta del potencial de Gable por lo que además de ayudarle a mejorar sus habilidades actorales, le pagaría un tratamiento dental y cambiaría su estilo de peinado. No contenta con esto, Dillon le ayudaría a mejorar su postura y a bajar el tono de la aguda voz del actor. Después de un largo periodo de riguroso entrenamiento, ella consideraría que su pupilo estaba listo para aspirar a una carrera en el cine, razón por la cual en 1924 ambos viajarían a Hollywood. Una vez ahí, Dillon se convirtió en la manager de Gable y posteriormente en su esposa. Fue en aquel entonces que el actor cambiaría su nombre artístico de W. C. Gable a Clark Gable. Al poco tiempo después conseguiría papeles de extra en algunas cintas mudas tales como “The White Man” (1924), “The Merry Widow” (1925), y “The Plastic Age” (1925), entre otras. Sin embargo, como el actor no conseguía roles importantes decidió regresar al teatro donde comenzó una duradera amistad con Lionel Barrymore, quien lo incentivó a cultivar su arte en el teatro.

Gable obtuvo una serie de buenas críticas durante la temporada teatral comprendida entre 1927 y 1928. Para ese entonces, Gable se encontraba separado de Josephine Dillon, lo que le permitió usar su atractivo con algunas mujeres que tomarían turnos para ayudarlo monetariamente. Mientras que Jane Cowl le dio un papel en la producción de “Romeo and Juliet”, Pauline Frederick lo contrató para un par de obras. El actor frecuentemente acompañaría a Frederick a diversos eventos sociales, y ella en respuesta le regalaría ropa y le pagaría un nuevo tratamiento dental. Tras debutar en Broadway en septiembre de 1928, Gable saldría de gira por Texas, lugar donde conocería a la socialité Ria Langham, quien quedaría encantada con el actor, razón por la cual lo seguiría a Nueva York. Como muchas de las mujeres que habían pasado por la vida de Gable, la señora Langham lo adoptó como su “proyecto personal”. Se encargó de que el actor tuviera una serie de lujos a su disposición y le consiguió un papel en la obra teatral “The Last Mile”. Sería tal el éxito de Gable en aquella obra, que Darryl F. Zanuck lo incluiría en el casting de la cinta “Little Caesar” (1931), para luego desecharlo debido al tamaño de sus orejas. Sin embargo, Minna Wallis, agente y hermana del productor Hal Wallis, supo distinguir el potencial del actor y le ofreció un papel en el film “The Painted Desert” (1931). Posteriormente seria contratado para interpretar al villano en “Night Nurse” (1931), dejando una honda impresión en el público de la época.

En 1930, Gable y Josephine Dillon se divorciaron. A los pocos días después, el actor contrajo matrimonio con Ria Langham, con quien se mudó a California. Con respecto a esta situación, Dillon declararía en una ocasión: “Clark me dijo que francamente él quería casarse con Ria Langham porque ella podía hacer más por él financieramente. Es difícil vivir con él debido a que su carrera y su ambición siempre están primero”. Tras terminar la filmación de “Night Nurse”, Gable firmó un contrato por dos años con la MGM. Tras obtener un pequeño rol en el film “The Easiest Way” (1931), trabajó en “The Secret Six” (1931). En esta última cinta también trabajaba el atleta transformado en actor, John Mack Brown, a quien el estudio quería convertir en estrella. Sin embargo, Frances Marion, quien era la guionista del film y la esposa del director George Hill, se dio cuenta rápidamente del potencial de Gable, por lo que le insistió a su marido que era él quien debía protagonizar las escenas más importantes de la película. El encanto de Gable se impuso nuevamente, lo que provocó que los ejecutivos del estudio se plantearan la idea de convertirlo en estrella. En gran medida, su ascenso al estrellato se vería facilitado por la amistad que Gable entablaría con el encargado de las relaciones públicas del estudio, Howard Strickling, y con el director Victor Fleming, con quien frecuentemente jugaría golf y saldría a cazar.

Para refinar la imagen del actor, la MGM le pagaría un nuevo tratamiento dental y una cirugía cuyo objetivo era corregir la forma de sus orejas. Por otro lado, para aprovechar la creciente popularidad de Gable, la MGM frecuentemente lo reunió con actrices ya establecidas como estrellas. Por ejemplo, junto a Joan Crawford protagonizó ocho películas, siendo la primera de estas “Dance, Fools, Dance” (1931); con Myrna Loy coprotagonizó siete films, y con Jean Harlow trabajó en seis ocasiones. Mientras que con Myrna Loy y Jean Harlow el actor mantendría relaciones meramente platónicas, con Joan Crawford fue distinto; mucho tiempo después la actriz reconocería que en más de una ocasión estuvieron a punto de huir para contraer matrimonio. Sin embargo, en cada una de esas ocasiones entrarían en razón al darse cuenta de que su carrera era más importante. Gable continuaría cimentando su fama gracias a cintas como “A Free Soul” (1931), “Susan Lenox (Her Fall and Rise)” (1931), y “Possessed” (1931), entre otras. Sería precisamente durante la filmación de “Posessed” que la atracción existente entre Gable y Crawford se haría evidente, razón por la cual Louis B. Mayer amenazaría con terminar sus contratos si es que ellos no se mantenían alejados por un tiempo. Fue entonces cuando el actor comenzó a centrar su atención en la actriz Marion Davies.

En 1932 Gable fue considerado para el rol protagónico de la cinta “Tarzan” (1932). Sin embargo, este lo perdió a manos de ex nadador olímpico Johnny Weissmuller quien era poseedor de un físico bastante más adecuado para el rol. Tras este pequeño “tropiezo”, el actor conseguiría un papel en el film “Red Dust” (1932), gracias al cual se convertiría en la estrella más importante de la MGM. Luego del éxito de “Hold You Man” (1933), los ejecutivos del estudio se darían cuenta de la mina de oro que era la pareja conformada por Gable y Jean Harlow, por lo que los reunirían en dos cintas más; “China Seas” (1935) y “Wife vs. Secretary” (1936). Harlow fallecería a causa de una falla renal mientras se encontraba filmando junto a Gable el film “Saratoga” (1937). Debido a que al momento de su muerte ya se había filmado alrededor del 90% de la película, las escenas restantes se filmaron usando dobles. En aquella ocasión, Gable declararía que se sintió como si estuviera “en los brazos de un fantasma”. Según cuenta la leyenda, cuando al actor se le permitió trabajar en la Columbia Pictures era una suerte de castigo por rehusarse a aceptar algunos roles al interior de la MGM; sin embargo, en algunas biografías recientes esto ha sido desmentido, ya que en ese entonces la MGM no tenía proyectos en los cuales pudiera integrar al actor, y le estaban pagando 2000 dólares semanales por hacer nada. Debido a esto, los ejecutivos del estudio pensaron que sería mejor prestarle al actor a la Columbia por 2500 dólares semanales y así ganar algo de dinero.

Por otro lado, luego de que el actor Robert Montgomery rechazara el rol protagónico de la cinta “It Happened One Night” (1934), debido a que consideraba que el guión era mediocre, dicho papel recayó en la figura de Gable. Si bien en un comienzo las filmaciones se desarrollaron en una atmósfera tensa, tanto Gable como el director Frank Capra declararían que disfrutaron su trabajo en conjunto. Debido a su interpretación en esta cinta, el actor ganaría el Oscar al mejor actor, retornando a la MGM en su mejor momento. Al año siguiente, el actor nuevamente sería nominado para un Oscar por su actuación en la cinta “Mutiny on the Bounty” (1935). Según Gable, este era su film favorito aún cuando mantuvo una relación bastante tirante con sus coestrellas Charles Laughton y Franchot Tone. Durante los años siguientes, el actor se disputaría el título del “Rey de Hollywood” con Spencer Tracy. Una encuesta popular finalmente lo haría merecedor de dicho título, el cual nunca le hizo mucha gracia. “Esto del “Rey” es una estupidez”, declararía Gable en una ocasión. “Sólo soy un vago de Ohio con suerte. Sucedió que estaba en el lugar adecuado en el momento adecuado”.

Pese a que en un principio se rehusó a aceptar el rol, Clark Gable es mayormente conocido por su participación en “Gone With the Wind” (1939), por lo cual obtuvo una nueva nominación al Oscar. Curiosamente, el actor tampoco era la primera opción del productor David O. Selznick, quien debido a un tema contractual prefería trabajar con Gary Cooper. Cuando Cooper se rehusó rotundamente a participar en la cinta, Selznick hizo todo lo posible por contar con Gable. Durante la filmación de la película, Vivien Leigh se quejó en múltiples ocasiones del mal aliento del actor, el cual aparentemente era causado por sus implantes dentales. Más allá de este singular hecho, la pareja de actores mantuvo una buena relación tanto dentro como fuera del set de filmación. Además del éxito profesional que Gable obtuvo por su participación en este film, él se mostró particularmente feliz durante este periodo debido a que pudo divorciarse de Ria Langham para contraer matrimonio con la actriz Carole Lombard el 29 de marzo de 1939. Pese a tener personalidades bastante distintas, la pareja se llevaba maravillosamente bien. En 1940, Lombard quedó embarazada pero lamentablemente sufrió un aborto espontáneo. El 16 de enero de 1942, Lombard se encontraba viajando en avión luego de terminar la cinta “To Be or Not To Be” (1942), en el contexto de los “tours de guerra”, cuando su avión se estrelló en una montaña cerca de Las Vegas.

Lamentablemente, todos los tripulantes del avión fallecieron en el accidente (incluida la madre de Lombard y el padrino de bodas de Gable, el publicista Otto Winkler). La actriz fue declarada como la primera mujer norteamericana víctima de la Segunda Guerra Mundial. Un mes después de su muerte, un devastado Clark Gable participó en la película “Somewhere I´ll Find You” (1942). Para ese entonces, el actor intentaba ahogar sus penas en alcohol y se quebró por primera vez en público durante el funeral de Lombard. En ese momento las bromas que su fallecida esposa le hacía con respecto a participar en la Segunda Guerra Mundial hicieron eco en la mente del actor, quien se unió a la fuerza aérea en agosto de 1942. Tras pasar por la Escuela de Candidatos a Oficiales ubicada en Miami, pasó un buen tiempo como piloto de uno de los batallones de la RAF en Inglaterra. En mayo de 1944, Gable fue promovido a Mayor, aunque poco tiempo después abandonó el ejército para retomar su carrera como actor. De hecho, el actor participó en el film de propaganda “Combat America” (1944) poco antes de regresar a la MGM. Como dato curioso, durante la guerra, Adolf Hitler llegó a ofrecer una considerable recompensa a quien lograra capturar a Gable ileso debido a que era un gran fan del actor.

A su regreso los ejecutivos del estudio no sabían qué hacer con él, por lo que intentaron modernizar su imagen. Tras una fallida participación en la comedia “Adventure” (1945), Gable comenzó una breve relación sentimental con Joan Crawford. Luego participaría en “The Hucksters” (1947), otra cinta que no obtendría los resultados esperados. Al poco tiempo después se involucraría sentimentalmente con Paulette Goddard, para luego contraer matrimonio con Sylvia Ashley en 1949. Dicha relación fue un verdadero desastre por lo que la pareja se divorció en 1952. Durante este periodo, Gable participaría en un puñado de cintas mediocres que le harían un flaco favor a su carrera. Para colmo, el mismo año de su divorcio, Dore Schary pasó a reemplazar a Louis B. Mayer como el mandamás de la MGM, lo que provocó que al actor no le fuese renovado su contrato con el estudio. “Mogambo” (1953) sería la última película que Gable filmaría para la MGM, la cual adquiriría cierta notoriedad debido al breve romance que el actor tuvo con su coestrella Grace Kelly. Desde aquel momento, Gable se convirtió en el actor independiente mejor pagado de la industria, debido a que exigía un porcentaje de las ganancias de las cintas en las cuales trabajaba.

Sus primeros dos films como actor independiente fueron “Soldier of Fortune” (1955) y “The Tall Men” (1955), las cuales si bien no obtuvieron demasiadas ganancias eran bastante mejores que las películas que Gable filmó para la MGM tras volver de la guerra. En 1955, el actor contrajo matrimonio por quinta vez, en está ocasión con Kay Spreckels, una ex modelo y actriz que previamente había estado casada con el empresario Adolph B. Spreckels. Por primera vez desde la muerte de Carole Lombard, Gable se sentía verdaderamente feliz. Ese mismo año, junto a Jane Russell y a su esposo Bob Waterfield formaron una compañía de producción con la cual realizaron la cinta “The King and Four Queens” (1956). Durante la filmación de dicha película, el actor comenzó a exhibir un temblor evidente, especialmente en las tomas largas. Pese a que su carrera no se encontraba en el mejor momento, Gable se las arregló para conseguir papeles en cintas tan dispares como “Teacher´s Pet” (1958), “Run Silent, Run Deep” (1958), y “It Started In Naples” (1960), entre otras. La última película del actor sería “The Misfits” (1961), el cual también sería el último film de Marilyn Monroe.

Pese a que las condiciones en las que fue filmada “The Misfits” no fueron las mejores, Gable estaba dichoso porque su esposa se encontraba embarazada. Su hijo se llamó John Clark Gable, pero lamentablemente su padre no vivió para verlo. Clark Gable falleció en Los Angeles el 16 de noviembre de 1960, debido a una trombosis coronaria que se generó luego de que sufrió un infarto cardiaco. Muchas personas incluida su esposa Kay, declararon que fueron las extenuantes condiciones de filmación de “The Misfits” lo que finalmente provocaron la muerte del actor. Cabe decir de que Gable tenía una hija llamada Judy Lewis, resultado de un affair que tuvo con la actriz Loretta Young durante el rodaje de “The Call of the Wind” (1934). Para que esto no se hiciera público, la actriz tomó unas largas vacaciones en Europa cuando se enteró de su embarazo. Diecinueve meses luego del nacimiento de su hija, Young aseguró que había adoptado a Judy. Dicha versión perdió credibilidad cuando la joven comenzó a crecer evidenciando su parecido con la actriz y Clark Gable. Según la misma Judy, Gable la visitó en una ocasión pero ella no le dijo que era su padre. Pese a ser un secreto a voces, el hecho solo se oficializó luego de la muerte de Loretta Young en el 2000. Clark Gable logró convertirse en una de las más grandes estrellas de Hollywood proyectando una imagen viril y algo tosca, enmascarada por un encanto natural y una bondad que traspasaba la pantalla, por lo que hoy a cincuenta años de su fallecimiento, recordamos su figura la cual ha quedado plasmada para siempre en nuestras memorias gracias al buen número de cintas inolvidables en las cuales participó.



por Fantomas.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...