“The Snowman” (1982), es un cortometraje animado de la directora Dianne Jackson, el cual cuenta con la participación de David Bowie.
Durante la víspera de navidad, un niño llamado James crea un muñeco de nieve que por la noche cobrará vida y juntos emprenderán un maravilloso viaje lleno de magia.
“The Snowman” está basada en un libro infantil ilustrado, el cual fue publicado en 1978 por el novelista gráfico Raymond Redvers Briggs. La adaptación sería producida por la TVC London, bajo la tutela de John Coates y Iain Harvey, y francamente es una verdadera maravilla. El equipo de producción se preocupó de llevar a la vida el relato gráfico de la mejor forma posible. Los paneles pintados con lápices de cera por Briggs en su novela, vuelven a la vida de manera casi hipnótica. De la misma forma que el libro original, la historia es relatada sin la utilización de diálogo alguno. Cada evento, cada emoción, se expresa a través de las imágenes y la espectacular banda sonora de Howard Blake. Lo que provee de un mayor encanto a esta obra, su estética casi artesanal. En una era donde los efectos digitales parecen dominar por completo la animación, este cortometraje sobresale debido al llamado que realiza a la nostalgia del espectador, lo que le ha permitido seguir vigente a veinte años de su estreno.
La historia es simple pero encantadora. En plena víspera de Navidad, James crea un muñeco de nieve en su antejardín, el cual cobra vida la noche de ese mismo día. Es así como James y su amigo de nieve se dedican a recorrer la casa y el jardín. Como si se tratara de un niño, el muñeco de nieve no esconde el asombro que le provocan los distintos objetos que están esparcidos por la casa, cosas simples como una televisión o la luz de la cocina, son para él objetos maravillosos pertenecientes a un mundo que le es extraño. Como agradecimiento por esta peculiar experiencia, el hombre de nieve invita a James a un maravilloso viaje a través de las montañas, el mar, y más allá. Tan importante como las imágenes, ha resultado ser la canción “Walking in the Air”, compuesta por Howard Blake e interpretada por Peter Auty, la cual es utilizada en un momento clave de la historia. La única “queja” que se le puede realizar a esta cinta, es que su final resulta ser algo agridulce, lo que puede no dejar satisfechos a los más sentimentales.
Tras su estreno en 1982, el film obtuvo un premio BAFTA al mejor programa infantil de televisión. Además, obtuvo una nominación al Oscar al mejor corto animado. Desde su estreno, se han visto dos versiones de este cortometraje; mientras que en la versión original, Raymond Briggs oficiaba como narrador, cuando la cinta se transmitió en Norteamérica los distribuidores optaron por contratar a David Bowie para que protagonizara una nueva introducción. En dicha introducción, Bowie se limita a decir que va a contar la historia de como conoció al hombre de nieve, y como consiguió la bufanda que tiene en sus manos. Con el correr de los años, “The Snowman” ha adquirido el estatus de film de culto, y habitualmente es transmitido en distintos canales de televisión alrededor del mundo durante la época navideña. Se trata de una pequeña joya navideña, la cual es una verdadera montaña rusa de emociones. Sin tener mucho más que agregar, les deseo a todos una feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo.
PD: Les dejo el cortometraje completo para que puedan verlo.
“Scrooged” (1988), es una comedia del director Richard Donner, la cual está protagonizada por Bill Murray, Karen Allen, John Forsythe, y Bobcat Goldthwait.
Frank (Bill Murray) es un despiadado ejecutivo de televisión que detesta la Navidad. Su mala leche hacia la fiesta será puesta a prueba cuando en Nochebuena sea visitado por tres espíritus dispuestos a mostrarle la clase de sabandija que ha sido a lo largo de su vida.
Desde su publicación en 1843, la novela corta “Un cuento de Navidad” del escritor británico Charles Dickens, es probablemente el relato que más veces ha sido adaptado para el cine y la televisión. Ya para la década de los ochenta, en los Estados Unidos la televisación de una de las tantas adaptaciones del cuento de Dickens durante la época navideña, se había transformado prácticamente en una suerte de tradición propia de la festividad. En 1988, los ejecutivos de la Paramount optaron por realizar una nueva adaptación del escrito con la cual pudieran engrosar sus arcas durante el periodo navideño. El guión de esta nueva conversión cinematográfica estaría a cargo de Michael O´Donoghue y Mitch Glazer, dos guionistas sin mucha experiencia en el cine pero que estaban respaldados por su trabajo en el programa de televisión humorístico más exitoso de la época, “Saturday Night Live”. Era precisamente el tipo de humor que se manejaba en ese programa el que los productores querían utilizar en esta nueva actualización de la obra.
Richard Donner sería el encargado de dirigir el film. En ese entonces, Donner era una de los directores más cotizados de Hollywood, en especial por la habilidad con la que era capaz de saltar de un género a otro. Por otro lado, para interpretar al “Sr. Scrooge” de la cinta, los productores seleccionaron a Bill Murray quien cuatro años antes había alcanzado la fama mundial gracias a su participación en la cinta, “Ghostbusters” (1988). Curiosamente, desde su participación en dicho film el actor no había vuelto a interpretar un papel protagónico, y en cierta medida había dejado su carrera cinematográfica un poco de lado, por lo que su inclusión en esta cinta marcaría su tan ansiado regreso. El papel protagónico parecía estar escrito específicamente para Murray, ya que se trataba de un personaje sarcástico y egocéntrico, con un sentido del humor bastante negro, características que suelen tener sus personajes. Aprovechando su presencia en la película, los productores comercializarían “Scrooged” insertando algunas referencias del film más exitoso del actor. De hecho, el eslogan de la película fue: “Bill Murray está de vuelta entre los fantasmas, solo que esta vez son tres contra uno”.
Básicamente, la cinta respeta la base temática de “Un Cuento de Navidad” pero la traslada al competitivo mundo de la televisión. Nuestro protagonista, Frank Cross, es el presidente de la cadena de televisión IBC. el momento en que se presenta uno puede percatarse de que se trata de un hombre completamente frío, cuyo ego y su posición de poder lo lleva a ser miserable incluso con sus más cercanos. Como muestra de su personalidad tiránica y su desprecio por la Navidad, Cross ha planeado una emisión en directo del clásico de Dickens, obligando a trabajar a todos sus empleados durante Nochebuena. No contento con esto, Cross pareciera estar empecinado en destruir el relato de Dickens con el fin de lograr una mayor sintonía. No solo incluye acróbatas, ratones con cuernos pegados a sus cabezas, y mujeres semidesnudas en su versión de “Un Cuento de Navidad”, sino que además lo publicita como un espectáculo casi dantesco, insertando imágenes de sexo, violencia, y drogas en el spot publicitario de la adaptación.
Cuando es evidente que Cross ha perdido toda noción del real significado de la Navidad, recibe la visita del fantasma de su antiguo jefe el cual le anuncia la llegada de tres fantasmas a lo largo del día de víspera de Navidad. Como es por todos conocido, junto a ellos iniciará un recorrido por su pasado, presente, y futuro, en el cual se retratará la evolución que ha tenido el personaje desde su infancia hasta el día de hoy, y los motivos aparentes por los cuales este odia tanto la Navidad. La personalidad y la apariencia que se le da a los fantasmas, es uno de los aspectos más originales de esta cinta. Si bien Donner y compañía nos presentan al fantasma de la Navidad pasada como un sarcástico taxista (David Johansen), el fantasma de la Navidad presente es una agresiva hada madrina (Carol Kane), mientras que el fantasma de la Navidad futura es una suerte de monstruo con una televisión por cabeza, y en cuyo tórax viven tres pequeñas criaturas. Para quienes ya están familiarizados con esta historia, saben que las visitas de los fantasmas provocarán que Frank se replantee por completo su vida, en especial su relación con un antiguo amor interpretado por Karen Allen.
Bill Murray realiza un buen trabajo interpretando al detestable Frank Cross. Pese a que por momentos tiende a la sobreactuación, Murray logra que su personaje realmente proyecte un odio hacia la Navidad y hacia el mundo en general. En cierta medida, este personaje presenta bastantes similitudes con el que el actor interpretaría posteriormente en “Groundhog Day” (1993); los dos son hombres sumamente ególatras, que terminarán aprendiendo de una forma poco convencional a apreciar las cosas realmente importantes en la vida. El resto del elenco realiza un trabajo correcto (incluso el sobreactuado Bobcat Goldthwait), donde se destaca la participación de John Forsythe y Robert Mitchum, como el antiguo y el actual jefe de Cross respectivamente. Con respecto al elenco, cabe destacar el guiño que el director le realiza al mundo del jazz; en la escena donde Cross desprecia a cuatro saxofonistas callejeros que piden monedas, los cuatro músicos son las viejas leyendas del jazz estadounidense: Miles Davis, Larry Carlton, David Sanborn y Paul Shaffer.
“Scrooged” es una entretenida película navideña que tiene el valor de ofrecernos una mirada distinta del clásico “Un Cuento de Navidad”. La cinta tiene momentos realmente divertidos, donde más de alguno está cargado al humor negro. Por otro lado, cabe destacar la correcta banda sonora de Danny Elfman, y el hecho de que los pocos efectos especiales que presenta el film son de una calidad bastante aceptable, lo que sin duda ha contribuido a que la película haya soportado de mejor forma el paso del tiempo. Como buena cinta navideña, “Scrooged” pretende rescatar el verdadero valor de la Navidad, mediante un mensaje lleno de positivismo y el final feliz de rigor. Tal vez el punto más bajo del film sea precisamente el monólogo final, el cual pese a ser bienintencionado, es demasiado largo y caótico por lo que termina rompiendo gran parte de la mística de la producción. Sin ser la mejor adaptación del relato de Dickens, esta cinta sin duda es una excelente opción en estas fechas en las que uno inevitablemente necesita unas buenas dosis de cine navideño.
“Twice-Told Tales” (1963), es una cinta de terror del director Sidney Salkow, la cual está protagonizada por Vincent Price, Joyce Taylor y Sebastian Cabot.
Esta cinta está compuesta por tres historias cortas. En la primera, “Dr. Heidegger´s Experiment”, dos hombres (Vincent Price y Sebastian Cabot) descubren lo que parece ser la fuente de la juventud, la cual se encuentra goteando en el techo de una cripta. Cuando se dan cuenta que el líquido no solo devuelve la vitalidad sino que también la vida, están a punto de aprender que algunas cosas es mejor dejarlas muertas. En “Rappaccini´s Daugther”, Giacomo Rappaccini (Vincent Price) tiene tanto miedo de perder a su hija (Joyce Taylor) que cambia la composición química de su sangre, provocando que todo lo que ella toque fallezca al instante. Finalmente en “The House of Seven Gables”, Gerald Pyncheon (Vincent Price) vuelve a su antiguo hogar con la intención de encontrar una caja fuerte que está escondida en su interior, a sabiendas que sobre la casa ha caído una maldición que ha acabado con la vida de prácticamente todos los integrantes de su familia.
Durante la década del sesenta, hubo una pequeña explosión de adaptaciones literarias en el contexto del género del horror cinematográfico, dentro de las cuales los films basados en la obra de Edgar Allan Poe que fueron realizados por el director Roger Corman, siguen siendo considerados hasta el día de hoy como el pináculo de dicha tendencia cinematográfica. Una vez que el éxito de esas producciones se hizo aparente, no tardaron en surgir nuevas adaptaciones cinematográficas de la obra de otros autores norteamericanos importantes del siglo XIX. Siguiendo la fórmula impuesta por la cinta de antologías “Tales of Terror” (1962), la modesta productora Admiral Pictures le pidió al guionista Robert E. Kent que adaptara un trío de extrañas historias del escritor Nathaniel Hawthorne, cuya obra más conocida era la novela “The Scarlet Letter”. Para ese entonces, el éxito obtenido por Vincent Price en las cintas de horror gótico que filmó bajo el alero de la productora American International Pictures, ya había sido notado por otras compañías que rápidamente intentaron contar con sus servicios. Fue así como Price firmó un contrato por dos films con la Admiral Pictures, siendo uno de ellos “Twice-Told Tales”, el cual sería dirigido por Sidney Salkow quien tenía una vasta experiencia tanto en el cine como en la televisión.
Hawthorne, quien era un abierto admirador de la obra de Edgar Allan Poe, solía imprimirle una lección moral a sus historias de terror, las cuales en su mayoría presentaban un humor algo torcido que no solía estar presente en los escritos más populares de Poe. Esto es claramente apreciable en “Dr. Heidegger´s Experiment”, donde para celebrar su cumpleaños número 79, el Dr. Carl Heidegger (Sebastian Cabot) decide invitar a su viejo amigo Alex Medbourne (Vincent Price), para recordar aquellos tiempos en los que ambos se dedicaban a perseguir a hermosas jóvenes. Mientras que la pareja de amigos conversa animadamente, un rayo daña la cripta en la que se encuentra enterrada Sylvia (Mari Blanchard), la antigua prometida de Heidegger, quien falleció un día antes de que ambos contrajeran matrimonio. Cuando los dos hombres deciden ir a investigar lo sucedido, se encuentran con que el cuerpo de Sylvia se ha preservado en perfectas condiciones gracias a que ha estado expuesto a un misterioso líquido que cae desde el techo de la cripta. Una vez que descubren que el líquido puede restablecer su juventud y la vida, Heidegger desarrolla una poción que no solo lo rejuvenece a él y a su amigo, sino que además revive a su amada Sylvia. Lamentablemente, esta seguidilla de hechos desatará un peligroso triángulo amoroso que tendrá trágicas consecuencias.
Si bien son varios los cambios apreciables entre el relato original de Hawthorne y el guión de Kent, quizás el más importante tenga relación con el mensaje principal de la historia. Mientras que Hawthorne hace hincapié en la incapacidad de los protagonistas de aprender de sus propios errores, el guión de Kent prefiere centrarse en la obsesión de Heidegger y Medbourne con una hermosa mujer muerta. Al mismo tiempo, resulta interesante la relación existente entre la dupla protagónica. Sin que necesariamente se sugiera que ambos hombres tienen tendencias homosexuales, estos por momentos actúan como una pareja felizmente casada. Alex y Carl están unidos íntimamente a nivel emocional; ellos son viejos amigos cuya existencia idílica ha sido interrumpida por la intrusión de una hermosa mujer, lo que le imprime un claro sentimiento de frustración a la idea de que alguien puede poner en peligro su particular relación. Por otro lado, en el segundo segmento titulado “Rappaccini´s Daugther”, Beatrice Rappaccini (Joyce Taylor) es la hija de un brillante pero excéntrico botánico italiano llamado Giacomo Rappaccini (Vincent Price), quien ha utilizado sus conocimientos para desarrollar una nueva especie de plantas venenosas. Lo que es aún más curioso, es que el científico ha expuesto a su hija al veneno de estas plantas, lo que ha provocado que todo lo que ella toca de inmediato fallece. Cuando un estudiante de medicina llamado Giovanni Guasconti (Brett Halsey) se enamora de Beatrice, el Profesor Pietro Baglioni (Abraham Sofaer), un viejo rival de Rappaccini, le ofrece un antídoto al joven el cual tendrá nefastas consecuencias.
Si bien “Rappaccini´s Daughter” es el segmento que más se acerca al texto original de Hawthorne, de todas formas Kent decide omitir una gran cantidad de detalles concernientes a la disputa que Rappaccini mantiene con Baglioni, lo que de inmediato elimina la advertencia que realiza el escritor sobre los peligros de la experimentación científica carente de ética. Sin embargo, la escisión de esta crucial subtrama le permite a Kent desarrollar un tema mucho más provocativo: la conexión incestuosa que se desarrolla entre Rappaccini y su hija Beatrice. Y es que la ausencia de la esposa del protagonista en el relato, la cual lo abandonó hace años por otro hombre, sugiere que Beatrice ha reemplazado a su madre en la vida de su padre en diversos niveles, lo que ha provocado en Rappaccini un exceso de celo. Si bien su propia intelectualidad le indica que el incesto está fuera de toda discusión, emocionalmente el protagonista no soporta la idea de ver a su hija con otro hombre, razón por la cual infecta su organismo con un veneno que impide que él y cualquier otro hombre se atrevan a tocarla. Al mismo tiempo, mediante este incomprensible acto Rappaccini le transfiere a su hija su incontrolable necesidad de ser amado y de vengarse de quienes le han hecho daño, lo que inevitablemente se volverá en contra de todos los involucrados en el relato.
Ya en el último segmento del film titulado “The House of Seven Gables”, Gerald Pyncheon (Vincent Price) regresa junto a su esposa Alice (Beverly Garland) a la mansión familiar luego de 17 años de ausencia. Su hermana Hannah (Jacqueline deWit), quien ha estado viviendo en la casa, le cuenta a Alice acerca de la maldición que ha caído sobre su familia a causa de un hombre llamado Matthew Moll, quien solía ser el dueño del inmueble hasta que lo perdió de manera truculenta a manos de la familia Pyncheon. Lo que Hannah no sabe, es que la verdadera razón por la cual Gerald ha regresado, tiene relación con una bóveda que se encuentra escondida al interior de la mansión, la cual guarda una serie de valiosos títulos de propiedad. Cegado por su ambición, Gerald hará todo lo necesario para encontrar la bóveda y quedarse con su parte de la herencia familiar, aún a costa de la vida de sus seres queridos. Cabe mencionar que este segmento es el que menos fidelidad guarda con el texto original, ya que a diferencia de los dos relatos previos, en esta ocasión Kent condensó una novela completa en un poco más de treinta minutos de metraje, razón por la cual el guionista no solo eliminó gran parte de los personajes que originalmente participaban en la historia, sino que además cambio el final feliz escrito por Hawthorne por uno mucho menos satisfactorio que en cierta medida recuerda lo visto en “The Fall of the House of Usher” (1960).
En cuanto a las actuaciones del film, Vincent Price realiza un trabajo encomiable interpretando a tres hombres los cuales son consumidos por sus obsesiones, sus miedos y sus ambiciones, los cuales por momentos más que alzarse como villanos, son retratados como víctimas de las circunstancias en las que se ven envueltos. El resto de elenco en cambio, realiza una labor más bien irregular, que va desde la sobriedad interpretativa de Sebastian Cabot, hasta la innegable sobreactuación de Jacqueline deWit. En relación al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con la atmosférica pero olvidable banda sonora del compositor Richard LaSalle, con el correcto diseño de producción de Franz Bachelin, y con el modesto trabajo de fotografía de Ellis W. Carter. Aunque es más fiel a su fuente literaria que muchas de las producciones que realizó la American International Pictures basadas en la obra de Edgar Allan Poe, “Twice-Told Tales” es perjudicada por la combinación de interpretaciones dispares, la mala calidad de los efectos especiales presentes en el tercer segmento, y la poco trascendente dirección de Sidney Salkow. Sin embargo, esto no significa que la cinta sea un completo desperdicio, ya que pese a sus falencias el film resulta ser bastante entretenido, y además es poseedor de un encanto especial otorgado por la innegable influencia ejercida por el ciclo de producciones de horror gótico llevadas a cabo por Roger Corman y Vincent Price al interior de la AIP.
“Shock” (1946), es una cinta de cine negro del director Alfred L. Werker, la cual está protagonizada por Vincent Price, Lynn Bari, y Anabel Shaw.
La joven Janet Stewart (Anabel Shaw) se desplaza hasta un hotel para reunirse con su marido (Frank Latimore). En el lugar contemplará una conversación entre un matrimonio que poco a poco adquiere tintes más sombríos. El enfrentamiento culminará con el asesinato de la mujer por parte de su marido, el cual Janet contemplará horrorizada y sin capacidad de reacción. A la mañana siguiente, el marido de la muchacha la encuentra en la habitación en estado catatónico. Los responsables del hotel intentarán ayudarla a salir de su shock con la colaboración del prestigioso Dr. Richard Cross (Vincent Price). Solo hay un pequeño problema: Cross es el hombre que Janet vio asesinando a su esposa.
“Shock” inicialmente era un proyecto que iba a ser estrenado como un producto de la unidad B de la 20th Century Fox. Sin embargo, al ver que la respuesta inicial de los espectadores fue extremadamente positiva, los ejecutivos del estudio decidieron publicitar la cinta como si se tratase de una producción de la serie A del estudio, pese a que el film solo tiene una duración aproximada de setenta minutos. Lo que es aún más relevante con respecto a esta película, fue que permitió que Vincent Price se alzara como una figura capaz de llevar sobre sus hombros el peso de una cinta, demostrando su casta de estrella. Hay que recordar que en esa época, Price estaba bajo contrato con la Fox, lo cual le permitió participar en una serie de producciones interpretando roles secundarios, donde el papel más importante del actor hasta ese momento había sido uno de los intereses amorosos de Gene Tierney en el clásico del cine negro, “Laura” (1944).
A grandes rasgos, el sencillo planteamiento argumental de “Shock” es una muestra más de la extensa corriente del thriller de índole psicoanalítico que proliferó durante la segunda mitad de la década de los cuarenta, el cual fue explotado por directores como Alfred Hitchcock, Otto Preminger, y Fritz Lang, entre otros. En esta cinta nos encontramos con un psiquiatra débil y moralmente ambiguo interpretado por Vincent Price, quien confina a una mujer que inadvertidamente presenció como él asesino a su esposa a una clínica psiquiátrica, para así poder manipular su mente y convencerla de que dicha situación no es más que un producto de su vívida imaginación. Preocupados por la posible recepción de la cinta, en una primera instancia los ejecutivos de la Fox le presentaron el film a una serie de psicoanalistas para que estos realizaran las objeciones pertinentes con respecto a la historia. Por supuesto que gran parte de las objeciones hacían alusión al retrato negativo que la cinta realizaba de la psiquiatría, debido a que se muestra a los psiquiatras como personas con las suficientes habilidades como para manejar a su antojo a sus pacientes.
Y es que precisamente es eso lo que hace el Dr. Cross con su paciente. En un principio, el cuadro no puede ser más favorable para el buen doctor; Janet Stewart es una mujer que ha tenido que lidiar con un reporte falso que indicaba que su esposo había muerto en el campo de batalla, lo que sumado al asesinato que presenció, terminó desencadenándole un estado de shock acompañado con un cuadro de amnesia temporal. Sin embargo, al poco tiempo la mujer comienza a mostrar signos de mejoría, por lo que el Dr. Cross junto a su amante, la enfermera Elaine Jordan (Lynn Bari), deciden llevarla por completo a la locura con la ayuda de algunas herramientas terapéuticas como por ejemplo la hipnosis. Más tarde ambos se verán obligados a utilizar medidas más drásticas, cuando un fiscal (Reed Hadley) decida reabrir la investigación de la muerte de la esposa de Cross, poniendo en riesgo su hasta entonces perfecto plan.
Precisamente gran parte del suspenso de la cinta ronda al hecho de que Janet pueda alcanzar un nivel de lucidez suficiente, como para reconocer a Cross y atestiguar en su contra en la investigación de la muerte de su esposa. Es Elaine el cerebro tras el asesinato de la señora Cross, y quien empuja al doctor a asesinar a Janet mediante una sobredosis de insulina, para que todo parezca un accidente médico. Lo que sin duda resulta curioso, es que Cross se muestra a reacio a seguir los planes de su amante, lo que se contrapone con su cooperación en el caso de su esposa. Al parecer, Cross está dispuesto a asesinar a su molesta esposa, pero se niega rotundamente a romper su juramento hipocrático y asesinar a una mujer que se supone que él está tratando. Esto demuestra que bien en el fondo, el personaje de Price aún presenta un dejo de consciencia que finalmente lo llevará a cometer otro acto “involuntario”. La historia en general resulta ser interesante, aunque por momentos da la impresión de que se le podría haber sacado más provecho.
Las actuaciones son en general correctas. Vincent Price interpreta con éxito a este villano con más de un matiz, que bajo la aparente seguridad que exhibe en el manejo de su profesión, se esconde un hombre inseguro y de blando carácter que termina siendo fuertemente influenciado por su amante. Lynn Bari por su parte, cumple a cabalidad con su rol de mujer fatal, siendo ella la verdadera villana de la historia. Por último, Anabel Shaw interpreta de manera creíble a esta mujer víctima de un trauma psicológico, siendo capaz de transmitir la angustia que siente al ver que todo el mundo la considera loca. El diseño de producción es más bien modesto, mientras que la fotografía de Joseph MacDonald y Glen MacWilliams resulta ser destacable. La banda sonora de David Buttolph aunque cumple el objetivo de imprimirle tensión a algunas escenas, no resulta ser demasiado memorable. Alfred L. Werker relata la historia con un ritmo más bien pausado, lo que en realidad no molesta debido a la corta duración del film.
Uno esperaría que una película que se titula “Shock” y cuyo protagonista es Vincent Price fuese de terror; obviamente este no es el caso, aunque la cinta si presenta una secuencia que parece ser sacada de la iconografía del cine de terror, en la cual durante una noche de tormenta, uno de los pacientes de la clínica psiquiátrica se escapa de su habitación solo para ingresar a la habitación de Janet y enfrascarse en una discusión con una de las enfermeras, lo que termina asustando aún más a la ya traumatizada joven. Otro momento destacable de la cinta es la secuencia onírica presentada al inicio del film, en el cual se exhibe la incertidumbre que siente Janet con respecto al regreso de su esposo de la guerra, y la posibilidad de que nuevamente el ejército se haya equivocado en proveerle la información con respecto a su estado de salud. “Shock” difícilmente podría ser ubicado como uno de los mejores exponentes del thriller de índole psicoanalítico. Claramente no está al nivel de “Spellbound” (1945), de Alfred Hitchcock, pero cuenta con méritos suficientes como para ser un título digno de descubrir.