miércoles, 6 de abril de 2011

Santo vs la hija de Frankestein: La fuente de la eterna juventud.

“Santo vs. la hija de Frankestein” (1972), es una cinta de terror y aventuras del director Miguel M. Delgado, la cual está protagonizada por el Santo, Gina Romand, y Roberto Cañedo.

La Doctora Freda Frankestein (Gina Romand) y su asistente, el doctor Yanco (Roberto Cañedo), están intentado dar con la fórmula de un elixir que les permita alcanzar la eterna juventud. El único problema es que el ingrediente faltante es la sangre del Santo, el héroe enmascarado, la cual se cree que posee cualidades extraordinarias. Debido a esto, la Doctora hará todo lo posible por atraer al Santo a su guarida, para así convertirlo en su prisionero para toda la eternidad.

De todos los superhéroes cinematográficos, son muy pocos los que con el paso de los años han alcanzado la popularidad suficiente como para convertirse en figuras realmente representativas de su país de origen. Uno de ellos es el héroe conocido como el Santo, cuyo verdadero nombre es Rodolfo Guzmán Huerta, quien fue un mítico luchador oriundo de México cuya carrera profesional abarcó aproximadamente cinco décadas, durante las cuales no solo se alzó como una estrella deportiva, sino que además protagonizó una serie de historietas, libros y películas. En las cerca de cincuenta producciones que protagonizó, el Santo se enfrentó a rudos luchadores, traficantes de diamantes, peligrosos criminales, nazis, monstruos, científicos locos e incluso extraterrestres, a los cuales a través de furibundos golpes les enseñó el verdadero significado de la justicia y el respeto por sus semejantes. En el caso puntual de “Santo vs. la hija de Frankestein”, el héroe enmascarado se ve enfrentado nada menos que a la hija del famoso Doctor Frankestein, la cual no solo ha logrado replicar con éxito los experimentos de su padre, sino que además ha creado un suero que durante años le ha permitido alcanzar el tan anhelado sueño de la juventud eterna.

Lamentablemente para la Doctora Freda Frankestein, con el paso de los años el suero ha comenzado a perder su efectividad, lo que la ha obligado a utilizarlo de manera frecuente con el fin de no revelar su verdadera edad. Lo mismo sucede con sus peligrosos secuaces, los cuales en su mayoría son un grupo de ancianos a los que la Doctora les facilita el suero a cambio de sus servicios. Ante semejante predicamento y tras determinar que la sangre del Santo contiene una serie de componentes que le permiten recuperarse más rápidamente de las heridas y retardar su envejecimiento, Freda hará todo lo posible por atraer al Santo a su guarida. Es a raíz de esto que no solo secuestra a Norma (Lucy Gallardo), la novia del protagonista, sino que además le encarga a la criatura que ha creado gracias a sus experimentos, que se asegure de capturar al poderoso Santo. En relación al monstruo creado por Freda Frankestein, cabe mencionar que a diferencia de la criatura diseñada por su padre, este no está conformado a partir de restos humanos, sino que se trata de un infortunado hombre al cual se le inyectó sangre de gorila, lo cual provocó una irreversible mutación en su cuerpo. Con respecto a esto último, cabe mencionar que resulta inevitable trazar algunos paralelos entre “Santo vs. la hija de Frankestein” y otro de los clásicos del cine de terror mexicano titulado “La Horripilante Bestia Humana” (1969), en el cual aparecía una criatura de similares características que emprendía una cruenta cruzada homicida contra los responsables de su infortunio.

Una vez que el Santo se entera del secuestro de su novia, no tiene más remedio que intentar averiguar donde se esconde Freda Frankestein con la ayuda de Elsa (Sonia Fuentes), la hermana de Norma. Las constantes apariciones de la Doctora durante el transcurso del metraje, provocan que gran parte del mismo se desarrolle tanto al interior de la guarida subterránea de la científica loca de turno, como en el cementerio que se encuentra inmediatamente sobre su escondite. Todo esto conlleva a que dichos escenarios se conviertan en verdaderos cuadriláteros improvisados, y que tanto las lápidas del cementerio como los distintos instrumentos que se encuentran al interior del laboratorio de Frankestein, sean utilizadas como armas tanto por el protagonista como por los secuaces de la Doctora. Cabe mencionar que el enmascarado de plata no solo deberá enfrentarse a Freda y a sus colaboradores, sino que además tendrá que lidiar con policías corruptos y con la criatura de Frankestein cuyo nombre es Ursus, con quien el Santo eventualmente forjará una peculiar relación de amistad. Como si todo esto fuera poco, el protagonista además deberá superar el hecho de que Freda controle mentalmente a Norma mediante sus habilidades hipnóticas, lo que lo pondrá en una encrucijada de la cual le será difícil escapar.

Algo que resulta extremadamente curioso de “Santo vs. la hija de Frankestein”, son la cantidad de veces que el Santo entra y sale de la guarida de Freda Frankestein, ya sea en calidad de rehén o intentando salvar la vida de una de sus acompañantes. Al mismo tiempo, también resulta peculiar que los secuaces de la Doctora se muestren abiertamente reacios a la violencia. De hecho, en una escena en la cual el enmascarado de plata está a punto de ser mutilado por su novia, quien se encuentra bajo el control mental de Freda, uno de los criminales prefiere salir de la habitación porque supuestamente no soporta la sangre. Ese tono inocente que domina a la cinta de Miguel M. Delgado, no es más que el fiel reflejo del espíritu con el cual fueron realizados la mayoría de los films del Santo, y en gran medida explica porque estas producciones no tardaron en adquirir un estatus de culto que se mantiene intacto hasta el día de hoy. Aun cuando resulta evidente que tanto los actores como el equipo de filmación participante hicieron todo lo posible por imprimirle un cierto nivel de seriedad a la producción, esta no puede evitar convertirse en una comedia involuntaria debido a su temática casi surrealista, sus diálogos claramente improvisados, la presencia de torpes coreografías, y lo rústico de los escenarios utilizados, entre otras cosas.

En el ámbito de las actuaciones, Rodolfo Guzmán Huerta siempre se preocupó de retratar al Santo como un héroe carismático, valiente, honesto y justo, incluso con sus enemigos. En gran medida, el enmascarado de plata podría ser definido como una suerte de Batman humilde, el cual de todas formas posee el suficiente encanto y sofisticación como para deslumbrar a todos quienes lo rodean. Y es que ya sea castigando a diversos villanos a golpes, o conduciendo su convertible en compañía de atractivas mujeres, el Santo es un héroe como pocos, razón por la cual terminó convirtiéndose en un personaje de culto tanto en su tierra natal, como en numerosos puntos del globo. Gina Romand por su parte, realiza una labor correcta interpretando a la maquiavélica y a ratos aterradora Freda Frankestein. Cabe mencionar que la actriz nacida en Cuba no solo participaría en un par de producciones del Santo, sino que también obtendría algunos papeles en otras cintas ligadas al ciclo de luchadores enmascarados que se desarrolló en México durante gran parte de la década del sesenta. En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con la mediocre banda sonora del compositor Gustavo César Carrión, el pobre trabajo de fotografía Raúl Martínez Solares, y la destacable labor de diseño de producción de José Rodríguez Granada y Adalberto López, quienes se las ingeniaron para construir unos sets bastante sorprendentes pese a contar con un escasísimo presupuesto.

Afortunadamente, a diferencia de gran parte de las producciones protagonizadas por el Santo, en esta ocasión las escenas en las que el protagonista aparece luchando arriba de un cuadrilátero con el objetivo de establecer su calidad de deportista de élite, son relativamente breves, lo que influye directamente en el ritmo narrativo de la cinta. Aun cuando las aventuras del enmascarado de plata están lejos de ser obras que se destaquen por su aspecto técnico o temático, de todas formas es innegable que se trata de cintas sumamente entretenidas que gozan de una popularidad prácticamente incombustible. Y es que en gran medida, “Santo vs. la hija de Frankestein” conjuga el espíritu presente en los films de horror clásico de los Estudios Universal, con la energía impulsiva propia de las viejas seriales de la productora Republic Pictures. En definitiva, la cinta de Miguel M. Delgado es una obra que pese a todas sus falencias, se alza como una película recomendable debido a que gracias a su propia inocencia, logra que el espectador por algunos breves minutos suspenda su incredulidad y acepte como reales todos los acontecimientos que rodean a la colorida vida del mítico Santo.

por Fantomas.

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