jueves, 25 de marzo de 2010

Bunny Lake is Missing: La búsqueda de Bunny Lake ha comenzado.

“Bunny Lake is Missing” (1965), es un thriller psicológico del director Otto Preminger, el cual está protagonizado por Sir Laurence Olivier, Carol Lynley y Keir Dullea.

Tras mudarse a Londres, Ann Lake (Carol Lynley) lleva a su hija Bunny a su primer día de escuela. Sin embargo, cuando vuelve a recogerla descubre que no hay rastro de ella por ninguna parte. Denunciada la desaparición, la policía no encuentra ningún indicio de la existencia de la niña, por lo que empiezan a preguntarse si esta no se trata sólo de un producto de la imaginación de Ann.



Tras terminar el rodaje del drama bélico “In Harm´s Way” (1965), el director Otto Preminger decidió retomar su inclinación por las historias de naturaleza perversa, las cuales había explorado abiertamente durante la década del cuarenta bajo el alero de los estudios 20th Century Fox. Fue por este motivo que el realizador se interesó en la novela “Bunny Lake is Missing”, de la escritora Marryam Modell (quien utilizaba el seudónimo de Evelyn Piper). Gran parte de las razones por las cuales Preminger decidió adaptar dicha novela, quedan explicitadas en el libro “The Cinema of Otto Preminger”, del escritor Gerald Pratley. Según el director: “Bunny Lake is Missing era una pequeña historia acerca de un secuestro. La madre de la niña que ha sido secuestrada no está casada y es incapaz de probar su existencia. El padre de la pequeña no está dispuesto a admitir su paternidad, debido a que está casado con otra mujer. Evidentemente existe un tema social aquí; si tú no cumples con las reglas impuestas por la sociedad, la ley no te protege. Esa es una parte importante de la cinta”.

Por otro lado, para Preminger era sumamente importante que la historia se ambientara en Londres y no en Nueva York como sucedía en la novela de Modell, básicamente porque él consideraba que el simple hecho de situar a los protagonistas en un escenario con el que no estuvieran familiarizados, ayudaba a crear la sensación de aislamiento que domina al relato. Con todo esto en mente, John y Penelope Mortimer comenzarían a confeccionar el guión de un film cuyo proceso de rodaje no estaría exento de problemas. Preminger era conocido por ser un director conflictivo y dictatorial, lo que lo llevó a enfrentarse en múltiples ocasiones con Sir Laurence Olivier, quien solo aceptó participar en la producción para suplir ciertas necesidades económicas. Según el afamado actor: “Preminger era un abusador y un ególatra que ni a mí ni a Noel Coward nos simpatizaba”. Las tensiones en el set llegaron a tal punto, que Olivier tuvo que intervenir en numerosas ocasiones para que el director no le gritara enfurecido a algunos de los niños que participaron en determinas escenas de la cinta.

En gran medida, el film de Preminger sigue la misma fórmula de cintas como “The Lady Vanishes” (1938), del director Alfred Hitchcock, y “So Long at the Fair” (1950), de Terence Fisher. En ambas producciones, una mujer se ve envuelta en la búsqueda frenética de una persona que parece no existir más allá de los límites de su imaginación. En este caso, Ann Lake, una norteamericana que debe mudarse a Londres junto a su pequeña hija, súbitamente se ve enfrentada a la desaparición de la niña, la cual nadie parece conocer. Si bien en un principio no hay motivos para dudar de los dichos de la protagonista, en ningún momento Preminger enfoca a la pequeña antes de su supuesta desaparición, por lo que rápidamente pone en duda el estado psicológico de la acongojada madre. Para colmo, las pocas pruebas que podrían comprobar la existencia de la niña, eventualmente se terminan esfumando en el aire. Por último, Steven Lake (Keir Dullea), el hermano de Ann, se encarga de destruir la poca credibilidad que le queda a la protagonista, cuando afirma que la difícil infancia que ambos vivieron bien pudo haber afectado psicológicamente a su frágil hermana.

Es necesario mencionar que a petición de Preminger, el guión se alejó bastante de la novela original con el objetivo de fusionar ciertos elementos propios de los relatos de misterio, como por ejemplo la damisela en peligro, la investigación policial y la presentación de sospechosos, con algunos temas modernos y controversiales tales como el masoquismo, la homosexualidad, las relaciones incestuosas y el sexo fuera del matrimonio. Esto provocó que la cinta estuviera dominada por una atmósfera malsana y por personajes sumamente peculiares, como por ejemplo Wilson (Noel Coward), el vecino alcohólico y perverso de Ann, y Ada Ford (Martita Hunt), la siniestra dueña de la guardería de donde desaparece la hija de la protagonista, la cual durante su tiempo libre utiliza a diversos niños como conejillos de indias en sus experimentos relacionados con las pesadillas infantiles. Por otro lado, la protagonista exhibe un comportamiento bastante errático, pasando de la más completa histeria a una sospechosa tranquilidad, lo que evidentemente pone en jaque su cada vez más dudosa sanidad mental.

En el ámbito de las actuaciones, quien más se destaca es Sir Laurence Olivier como el incrédulo Inspector Newhouse. En gran medida, el personaje de Olivier es quien mejor representa al espectador, ya que aún cuando desea creer la historia de Ann Lake, el errático comportamiento de la mujer lo hace sospechar de quien se presenta como una víctima de las circunstancias. Carol Lynley y Keir Dullea por su parte, si bien no realizan una labor espectacular, por momentos logran proyectar ciertos rasgos de sus fragmentadas psiquis que los convierten en personajes complejos y ciertamente oscuros. En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con el magnífico trabajo de fotografía de Denys N. Coop, quien logra convertir lugares cotidianos en escenarios realmente escalofriantes, y con la discreta pero efectiva banda sonora del compositor Paul Glass. Cabe mencionar que el grupo de pop británico The Zombies no solo contribuyó con tres canciones que fueron utilizadas como parte de la banda sonora del film, sino que además tienen un pequeño cameo en una escena en la que el Inspector Newhouse visita un pub junto a la protagonista. Es bastante probable que su inclusión en la producción haya respondido al deseo del director de retratar a lo menos de manera superficial, la cultura reinante en el Londres de los sesenta, la cual tuvo una fuerte influencia en varias producciones de la época.

Aún cuando se realizó una extensa campaña promocional previa a su estreno, “Bunny Lake is Missing” no logró generar demasiado interés en el público, por lo que obtuvo pésimos resultados de taquilla. Además, el hecho de que la cinta se presentara bastante cargada al diálogo, tampoco contribuyó a consolidar su atractivo comercial. Sin embargo, como suele suceder en la industria del cine, solo el paso de los años le otorgaría al film de Preminger el reconocimiento que se merecía. Y es que básicamente se trata de una película absorbente, oscura, desconcertante y misteriosa, cuyo misterio central a ratos es abordado por Preminger desde un prisma más propio del cine de terror. En definitiva, si bien “Bunny Lake is Missing” no es una de las obras más destacadas del siempre conflictivo director austriaco, de todas formas se presenta como un interesante thriller psicológico que explora el lado más oscuro del ser humano, y como el regreso del realizador al cine más controversial que tanto lo apasionaba.



por Fantomas.

sábado, 20 de marzo de 2010

Sam Peckinpah: Alcohol, violencia y polémica.

David Samuel “Sam” Peckinpah, nació el 21 de febrero de 1925 en Fresno, California. Durante su adolescencia faltaría mucho a clases debido a que prefería participar en algunas de las actividades que se practicaban en el rancho Denver Church, las que incluían aprender a disparar y a marcar ganado. También participaría en el equipo de fútbol americano de su colegio, antes de que sus padres terminaran enrolándolo en la Academia Militar San Rafael debido a sus frecuentes problemas disciplinarios. En 1943, Peckinpah se unió a los United States Marine Corps, y luego de dos años fue enviado a China con la tarea de desarmar a los soldados japoneses y repatriarlos tras el término de la Segunda Guerra Mundial. Aunque no participó directamente en combates armados, Peckinpah declaró haber sido testigo de numerosos actos de tortura y asesinato de civiles. Durante sus últimas semanas como Marine, él pidió ser dado de baja en Pekín para poder contraer matrimonio con una joven local. Lamentablemente, la chica rechazó su proposición. Hay algunas fuentes que señalan que esta experiencia afectó gravemente al futuro director, y que eventualmente terminó influenciando las descripciones de violencia en sus cintas.

Luego de retirarse del ejército, Peckinpah regresó a Los Ángeles donde ingresó a la Fresno State College, donde estudió historia. Mientras era un estudiante, conoció y contrajo matrimonio con su primera esposa, Marie Selland, en 1947. Fue ella quien introdujo a Peckinpah al teatro, donde no tardaría en mostrar su interés por la dirección. Durante su último año como estudiante, él adaptó y dirigió una versión de una hora de duración de la obra de Tennessee Williams, “The Glass Menagerie”. Luego de graduarse en 1948, Peckinpah comenzó a estudiar drama en la University of Southern California. Una vez que terminó sus estudios, él conseguiría un trabajo como utilero en la KLAC-TV, con la convicción de que la experiencia en televisión eventualmente lo llevaría a trabajar en el cine. En 1954, Peckinpah fue contratado como director de diálogos de la cinta “Riot in Cell Block 11” (1954), de Don Siegel. Más tarde Peckinpah trabajaría como asistente del director en cuatro cintas más entre las cuales se incluyen; “Private Hell 36” (1954), “An Annapolis Story” (1955), “Invasion of the Body Snatchers” (1956), y “Crime in the Streets” (1956). Pese a que Peckinpah desató una controversia que aludía a su participación en “Invasion of the Body Snatchers”, donde según él, había realizado una extensa reescritura del guión, su trabajo con Siegel le permitió construir una carrera como guionista y como potencial director.


Sería el mismo Siegel quien le recomendaría a Peckinpah que se dedicara a la confección de guiones de distintos westerns, en su mayoría televisivos, durante la segunda mitad de los cincuenta. Sería gracias a sus guiones que en 1958, conseguiría el puesto de director en uno de los episodios de la serie “Broken Arrow” (1956-60), y posteriormente en varios episodios de la serie “Klondike” (1960-61). Durante este periodo, Peckinpah sería el responsable del nacimiento de dos series de televisión; “The Rifleman” (1958-63), y “The Westerner” (1960). Desde 1959 a 1960, Peckinpah oficiaría como productor de “The Westerner”, además de escribir la mayoría de los guiones y dirigir cinco de los trece episodios que conformaron la serie. Luego de la cancelación del show, la estrella de este, Brian Keith, fue contratado para protagonizar el western “The Deadly Companions” (1961). Él no tardaría en sugerir a Peckinpah como director de la cinta, idea que al productor Charles B. Fitzsimons le pareció adecuada. Lamentablemente para el director, el productor no le permitió reescribir el guión ni editar el film, por lo que Peckinpah juró que nunca más dirigiría una cinta en la cual no tuviera el completo control del guión.

Para su segunda cinta, “Ride the High Country” (1962), Peckinpah realizó una minuciosa reescritura del guión, incluyendo algunas referencias de su infancia y de sus experiencias al interior del rancho Denver Church. Aunque la cinta no obtuvo mucho reconocimiento en los Estados Unidos, en Europa se convirtió en una producción exitosa, recibiendo diversos elogios de una buena cantidad de críticos internacionales que alababan esta suerte de renovación del género del western llevada a cabo por el director. El siguiente film de Peckinpah, “Major Dundee” (1965), fue la primera de las numerosas experiencias desafortunadas que vivió el director durante su incursión en los grandes estudios. El primer film serie A del director contó con un destacado elenco, entre los que se encontraban Charlton Heston, Richard Harris, y James Coburn, entre otros. Lamentablemente, las filmaciones comenzaron cuando el guión aún no estaba terminado, por lo que Peckinpah tuvo que enfrentar una serie de problemas. Intimidado por la importancia del proyecto, el director comenzó a emborracharse todos los días tras la jornada laboral. Él además despidió a lo menos a quince miembros del equipo de filmación, lo que obviamente no facilitó las cosas. Incluso llegó un punto en el que el calmado Heston, enfrentó enfurecido al director pidiéndole un mejor trato con el resto del elenco. La película terminó siendo un completo desastre, lo que terminó dañando la reputación del director.


Posteriormente Peckinpah fue contratado para dirigir “The Cincinnati Kid” (1965), un drama acerca de un prodigio del póker que se ve enfrentado a un jugador veterano en la ciudad de Nueva Orleans. Antes de que comenzaran las filmaciones, el productor Martin Ransohoff comenzó a recibir llamadas que hacían alusión a los problemas que tuvo el director durante la producción de “Major Dundee”. A esto se sumó la insistencia de Peckinpah por rodar la cinta en blanco y negro, con la esperanza de transformar el guión en algo completamente diferente. Luego de cuatro días de filmación, Ransohoff terminó despidiendo al director, el cual se vio desterrado de la industria durante un par de años. Afortunadamente para él, en 1966 el productor Daniel Melnick necesitaba a un guionista y a un director para adaptar la novela corta “Noon Wine”, de la escritora Katherine Anne Porter, al medio televisivo. Melnick, quien era un fanático del trabajo del Peckinpah, contrató al director pese a su fama de problemático. La adaptación de una hora de duración, terminaría siendo exhibida en el marco de la serie “ABC Stage 67”, en 1966. Dicho trabajo obtendría una nominación de la Writers Guild a la mejor adaptación televisiva y otra al mejor director. Hasta el día de hoy, “Noon Wine” es considerado como uno de los trabajos más personales del director.

El sorprendente éxito de “Noon Wine”, sentó las bases de lo que sería uno de los regresos más explosivos de la historia del cine. En 1967, los productores de la Warner Bros-Seven Arts, Kenneth Hyman y Phil Feldman, estaban interesados en contratar a Peckinpah para reescribir y dirigir la cinta de aventuras, “The Diamond Story”. Roy Sickner y Walon Green habían escrito un guión alternativo de esta historia llamado, “The Wild Bunch”. Este western sería seleccionado por los productores de la Warner para intentar vencer a la producción de la Fox, “Butch Cassidy and the Sundace Kid” (1969). Para el otoño de 1967, Peckinpah había reescrito el guión que se terminaría convirtiendo en “The Wild Bunch” (1969). Filmada en México, este épico trabajo del director retrató sus ansias por volver al cine, la violencia vista durante la guerra, y una realidad pocas veces vista en el género del western. Aunque muchos criticaron la excesiva violencia de la cinta, no fueron pocos los críticos que alabaron la originalidad y el rápido estilo de edición utilizado por Peckinpah en este film.

La siguiente cinta de Peckinpah sería el western “The Ballad of Cable Hogue” (1970). Utilizando prácticamente el mismo elenco, el film cubre tres años de la vida de un pequeño empresario llamado Cable Hogue (Jason Robards), el cual decide construir una fortuna gracias al agua que ha encontrado en el desierto. Filmada en el desierto de Nevada, la película tuvo una serie de problemas debido al mal clima. Peckinpah retomó su alcoholismo y terminó despidiendo a 36 miembros del equipo de filmación. El caótico proceso de filmación terminó de manera tardía, y se utilizó un presupuesto mayor al que se tenía planeado en un inicio. Los pésimos resultados de taquilla y los problemas ya mencionados, terminaron quebrando la unión comercial entre Peckinpah y la Warner-Seven Arts, y el director nuevamente vio como su carrera se venía abajo. Su controversia con la Warner limitó de inmediato las ofertas laborales del director. Peckinpah se vio forzado a emigrar a Inglaterra para dirigir “Straw Dogs” (1971), una de sus cintas más oscuras y perturbadoras.

Producida por Daniel Melnick, quien había trabajado anteriormente con el director en “Noon Wine”, la cinta se basó en la novela “The Siege at Trencher´s Farm”, del escritor Gordon Williams. Peckinpah, fiel a sus principios, reescribió por completo el guión de David Zelag Goodman, inspirado por los libros “African Genesis” y “The Territorial Imperative”, de Robert Ardrey, los cuales postulaban que el hombre era esencialmente un carnívoro que instintivamente batallaba por el control de su territorio. “Straw Dogs” dividió a la crítica, donde un grupo alababa la abierta confrontación del salvajismo humano, mientras que otros atacaban la misoginia y la celebración fascista de la violencia presente en el film. Pese a que su alcoholismo iba en ascenso y a su controversial reputación, Peckinpah logró una obtener una buena cantidad de trabajos durante esta etapa de su carrera. En mayo de 1971, retornó a los Estados Unidos para comenzar a trabajar en “Junior Bonner” (1972). El guión de Jeb Rosenbrook, que retrataba los constantes cambios en la sociedad y en los lazos familiares, llamó la atención del director. En parte, Peckinpah aceptó este proyecto con el objetivo de evitar ser encasillado como un director violento. Si bien “Junior Bonner” no logró buenos resultados de taquilla, con el tiempo terminó siendo considerado como uno de los trabajos más destacados del director.

Dolido por el fracaso de su trabajo más reciente, Peckinpah se reunió con Steve McQueen quien le presento un guión de Walter Hill titulado, “The Getaway” (1972). Tanto el director como McQueen necesitaban un éxito, por lo que rápidamente comenzaron a trabajar en la cinta en febrero de 1927. El único objetivo de Peckinpah con esta cinta era crear un thriller que lograra que el público apreciara su labor como director. El film, el cual está repleto de explosiones, persecuciones a alta velocidad e intensos tiroteos, se convirtió en el mayor éxito comercial del director recaudando alrededor de 25 millones de dólares. El año 1973 marcaría el principio de la etapa más difícil de la carrera y la vida de Sam Peckinpah. Mientras se encontraba filmando “The Getaway” en El Paso, Texas, el director cruzó la frontera con México y contrajo matrimonio con Joie Gould. Él había conocido a Gould en Inglaterra mientras filmaba “Straw Dogs”, y desde entonces ella se había convertido en su pareja y en parte de su equipo de filmación. La ingesta de alcohol del director se había incrementado de manera dramática durante la realización de “The Geteway”, al punto que él llegó a declarar; “no puedo dirigir cuando estoy sobrio”. Fue en ese momento que comenzó a tener ataques de ira, los cuales terminó desatando contra Gould. Luego de cuatro meses, ella regresó a Inglaterra y preparó los papeles de divorcio. Devastado por su nueva ruptura amorosa, Peckinpah cayó en un patrón autodestructivo marcado por un consumo de alcohol constante, que terminó desestabilizando su ya delicada salud.

Este era el decadente estilo de vida que llevaba el director cuando accedió a filmar “Pat Garrett and Billy the Kid” (1073), para la MGM. Peckinpah estaba convencido que este sería su mejor trabajo dentro del género del western. El guión que se le ofreció al director le daba la oportunidad de explorar algunos temas que llamaban su atención, como por ejemplo el de dos compañeros que se ven obligados a enfrentarse desde los lados opuestos de la ley, manipulados por intereses económicos. Fue por esta razón que el director reescribió el guión, estableciendo que Pat Garrett y Billy the Kid eran amigos, para así ubicarlos en medio de una tragedia épica. Desde un inicio, Peckinpah tuvo problemas con el presidente de la MGM, James Aubrey, conocido por ser el responsable de desmantelar la histórica compañía cinematográfica. Los numerosos problemas que vivió la producción, entre los que se encuentran un brote de influenza que afectó al equipo de filmación, algunos equipos defectuosos, y el alcoholismo de Peckinpah, dieron como resultado que esta fuera la producción más problemática de la carrera del director. Debido a que Peckinpah terminó excediéndose en el presupuesto, Aubrey redujo la cinta de 124 a 106 minutos lo que obviamente convirtió a “Pat Garrett and Billy the Kid” en un film desastroso e incoherente. Recién en 1988, cuando fue lanzada la versión del director, la cinta logró obtener el reconocimiento que se merecía.

Ante los ojos de sus admiradores, “Bring Me the Head of Alfredo García” (1974), es el último de los films notables del director. De hecho, Peckinpah declaró en una ocasión que esta había sido la única cinta que había salido como él quería. Fue él quien se encargó de escribir el guión con la ayuda de Frank Kowalski, Walter Kelley, y Gordon Dawson. El macabro drama que mezclaba acción, tragedia y comedia negra, fue señalado por muchos críticos como una de las peores cintas de todos los tiempos. Sin embargo, con el tiempo esta obra ha alcanzado el estatus de film de culto. Con su carrera cada vez más por el piso, Peckinpah filmó el thriller de espionaje “The Killer Elite” (1975), protagonizado por James Caan y Robert Duvall. Según el director, sería durante la filmación de esta película que comenzaría a consumir cocaína debido a la influencia de Caan y su círculo íntimo. Esto terminó incrementando su paranoia y deterioro su preocupación por los detalles. En esta ocasión, los productores se rehusaron a que Peckinpah reescribiera el guión. Frustrado, él se encerraba por largas horas en su trailer, dejando en mano de sus asistentes la dirección de algunas escenas. Incluso llegó a un punto en que debido a una sobredosis de cocaína, tuvo que ser llevado a un hospital donde le tuvieron que implantar un marcapasos.

Pese a todo, a Peckinpah le ofrecieron la dirección de “King Kong” (1976) y “Superman” (1978). Sorprendentemente, terminó rechazando ambas ofertas privilegiando un proyecto que se sumergía en los horrores de la Segunda Guerra Mundial. “Cross of Iron” (1977), sería filmada en la antigua Yugoslavia, y sería una producción de bajo presupuesto. Con el fin de poder contar con profesionales experimentados en su equipo de filmación, el director gastó cerca de $90.000 dólares de su propio bolsillo. Si bien no continuó abusando de la cocaína, Peckinpah si retornó a sus antiguos hábitos alcohólicos, lo que causó que su dirección fuera confusa y errática. La producción abruptamente quedó sin fondos, por lo que el director se vio obligado a improvisar la secuencia final, la cual fue filmada en un solo día. Pese a todo, “Cross of Iron” resultó ser un éxito en Europa, y es considerado como el último vestigio del talento del director. Con la esperanza de crear una cinta comercial, Peckinpah aceptó participar en “Convoy” (1978).

Sus cercanos no ocultaron el asombro que les provocaba que el director hubiese aceptado participar en un proyecto tan mediocre. De hecho muchos pensaban que su decisión era el resultado de su vuelta al consumo de cocaína y a la ingesta continua de alcohol. Como era de esperarse, Peckinpah se preocupó de reescribir el guión escrito por B.W.L. Norton, y le solicitó a los actores que improvisaran algunas de sus líneas de diálogo. Esta sería otra de las producciones problemáticas del director. Debido a que su estado de salud comenzó a empeorar, la producción contrató a James Coburn para que ocupara el puesto de director de la segunda unidad. Aunque la película se terminó fuera de plazo y utilizó un presupuesto mayor al inicial, esta terminaría siendo la cinta más exitosa a nivel comercial del director, recaudando alrededor de 46 millones de dólares. Sin embargo, este film terminó por sepultar su reputación, por lo que por primera vez en casi una década, cuando Peckinpah terminó la filmación de la cinta, se encontró completamente desempleado. Durante los tres años siguientes, el director vivió una suerte de exilio cinematográfico. Pero durante el verano de 1981, su mentor Don Siegel le dio una oportunidad de regresar a la industria. Mientras filmaba “Jinxed!” (1982), Siegel le pidió a Peckinpah que se hiciera cargo por 12 días de la dirección de la segunda unidad. Peckinpah aceptó de inmediato, y eso eventualmente le terminó abriendo nuevamente las puertas de la industria al problemático director.

Para 1982 la salud de Peckinpah estaba en pésimas condiciones. Los productores Peter S. Davis y William N. Panzer, pensaron que el solo hecho de contar con el director en la cinta “The Osterman Weekend” (1983), le daría a esta un cierto aire de respetabilidad. Aunque Peckinpah aceptó el trabajo, en más de una ocasión declaró que odió el guión basado en la novela del mismo nombre del escritor Robert Ludlum. Para cuando terminaron las filmaciones en enero de 1983, Peckinpah y los productores habían cortado todo tipo de comunicación. De todas formas el director cumplió con los plazos acordados y entrego un film que si bien contiene algunas secuencias de acción efectivas y buenas actuaciones, terminó siendo destrozado por la crítica. El último trabajo de Peckinpah como director lo tomaría solo dos meses antes de su muerte. Él había sido contratado por el productor Martin Lewis para filmar dos videos musicales protagonizados por Julian Lennon; “Valotte” y “Too Late for Goodbyes”. Dichos videos serían alabados por la crítica, y lograrían una nominación en los MTV Video Music Awards de 1985.

Durante gran parte de su vida adulta, Sam Peckinpah tuvo que lidiar con el alcoholismo, y más tarde con su adicción a las drogas. De acuerdo con algunos de sus cercanos, él también sufría una enfermedad mental, posiblemente un trastorno maniaco depresivo y paranoia. Se cree que sus problemas con el alcohol comenzaron durante su estadía en China, lugar donde frecuentemente era visto en las tabernas de Tientsin y Pekín. Luego de divorciarse de Selland, la madre de sus tres primeros hijos en 1960, él contraería matrimonio con la actriz mejicana Begoña Palacios en 1965, con quien tendría un hijo y mantendría una turbulenta relación. Peckinpah sentía una fascinación por las armas y por la violencia, la que finalmente terminó siendo reflejada en gran parte de sus trabajos. Más allá de sus arrebatos y sus problemas personales, Sam Peckinpah era un director al cual le apasionaba su trabajo, al punto que se preocupaba del más pequeño detalle. Sus cintas resultaron ser trabajos rupturistas, que hasta el día de hoy mantienen intacta su capacidad de sorprender e impactar al espectador por partes iguales. Peckinpah falleció el 28 de diciembre de 1984, debido a una falla cardiaca, cuando estaba preparando lo que sería su próximo proyecto, una cinta titulada “The Shotgunners” la cual contaba con un guión original de Stephen King.



por Fantomas.

martes, 16 de marzo de 2010

The Secret Invasion: La última oportunidad de redención para un grupo de criminales.

“The Secret Invasion” (1964), es una cinta bélica del director Roger Corman, la cual está protagonizada por Stewart Granger, Raf Vallone, Mickey Rooney, y Henry Silva.

Durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de criminales son reclutados para una peligrosa misión en Yugoslavia: Durrel (Henry Silva), un asesino a sueldo; Rocca (Raf Vallone), un genio criminal; Scanlon (Mickey Rooney), un experto en explosivos; Fell (Edd Byrnes) un falsificador; y Saval (William Campbell), un ladrón de obras de arte. Bajo las órdenes de Richard Mace (Stewart Granger), integrante del Servicio de Inteligencia británico, los cinco criminales tendrán que llevar a cabo el rescate de un general italiano que se encuentra prisionero en una fortaleza nazi, el cual es de suma importancia para los Aliados en sus planes para invadir Italia.


Antes de que fuera estrenada la exitosa “The Dirty Dozen” (1967), el director y productor Roger Corman decidió tomar un descanso de sus adaptaciones de la obra de Edgar Allan Poe para realizar una cinta bélica junto con su hermano Gene, la cual sería filmada en locaciones de la entonces Yugoslavia. Al igual que en la ya mencionada “The Dirty Dozen”, los protagonistas de esta cinta son un grupo de desadaptados que son convocados para cumplir una misión suicida que tiene por objetivo rescatar a un general italiano de una fortaleza nazi. En una entrevista Corman declararía: “Lo curioso acerca de esta película, es que tiene una trama bastante similar a un antiguo western mío titulado, ´Five Guns West´(1955). Además fue estrenada antes que ´The Dirty Dozen´. Escuché historias que hablaban de que los productores de ´The Dirty Dozen´ habían pospuesto la producción de la cinta durante un año debido a que se dieron cuenta que la historia era demasiado similar a la de este film”. En el caso del film de Corman, si bien es cierto que la autoría del guión le fue cedida a R. Wright Campbell, años más tarde Mickey Rooney aseguraría que fue él quien en verdad escribió el guión.

En un principio, el proyecto fue desarrollado por David Picker, quien en ese entonces era el jefe de producción de la United Artist. “Bob Campbell, quien había escrito recientemente para mí el guión de ´The Wild Racers´, había escrito un guión titulado ´The Dubious Patriots´", recordaría Corman en una ocasión. “El tema me había gustado bastante: hombres malos enviados a hacer un bien para redimirse y ganar su libertad. En Nueva York le entregué el guión a Picker quien no me dio ninguna garantía”. La verdad es que Corman no esperaba que el proyecto se llevara a cabo, en especial considerando la nefasta experiencia que había tenido negociando con los grandes estudios. Por esta misma razón se sorprendió cuando al poco tiempo después, Picker lo llamó para avisarle que el proyecto había sido aprobado. El título fue cambiado a “The Secret Invasion”, debido a que Corman pensaba que era más comercial. La United Artist le otorgó un presupuesto de 600.000 dólares a la producción, lo que equivalía al doble del presupuesto que el director manejó al momento de realizar las cintas de Poe. Las filmaciones comenzarían en el verano de 1963.

Como era de esperarse, la visión de cineasta independiente de Corman no siempre coincidía con la visión de los ejecutivos de la United Artist. La premisa por ejemplo, fue sometida a algunos ajustes por el director. Según Corman: “Inicialmente, el prisionero retenido por los nazis iba a ser un científico atómico, quien era el único que conocía la ecuación que permitía la creación de una bomba atómica, por lo que al liberarlo los cinco criminales ayudarían a desatar un conflicto atómico”. Si bien a la United Artist le gustó la idea, optaron por cambiar la función del prisionero. Fue así como este se convirtió en un general italiano que estaba dispuesto a liderar a un grupo de soldados en contra de los nazis, facilitando de esta forma la invasión Aliada de Italia. Lamentablemente para Corman, quien quería que los protagonistas se vieran obligados a realizar una acción nefasta en su camino a convertirse en héroes, los ejecutivos de la United querían que estos se mostraran como hombres completamente heroicos. Como el director sabía que en esta ocasión había demasiado dinero en juego, no tuvo más opción que modificar la personalidad sus protagonistas a sabiendas que estos se transformarían en personajes unidimensionales.

Durante las seis semanas que duró el proceso de filmación en la entonces Yugoslavia, Corman se vio enfrentado a una serie de problemas. Primero tuvo numerosos problemas de producción que incluían la falta de equipamiento militar y de extras, debido a que en Yugoslavia había ocurrido recientemente un terremoto, lo que significó que no se le podían entregar todos los recursos que se le habían prometido. Además tuvo que soportar a un asistente de producción local a quien le gustaba disparar una pistola verdadera antes de empezar a filmar cada escena, y tuvo que lidiar con la insistencia de los oficiales yugoslavos de poner estrellas rojas en los uniformes de los extras que interpretaban a los integrantes de la resistencia yugoslava. Corman se resistió a esta medida, principalmente porque no le encontraba sentido al hecho que si alguien se encontraba trabajando para un grupo clandestino, revelara su identidad de manera tan obvia. Para evitarse problemas, el director optó por solucionar este inconveniente en el proceso de edición. Sin embargo, el mayor problema que Corman enfrentó tuvo relación con la guerra de egos entre Stewart Granger y Edd Byrnes. Todo comenzó a causa de una línea de dialogo que pertenecía a Byrnes, la cual era clave en una escena, razón por la cual Granger comenzó a exigir que debía ser él quien la pronunciase. Al encontrarse con la negativa de Corman, Granger abandonó la filmación. Una hora más tarde, al darse cuenta que su pataleta no serviría de nada, Granger se reintegraría a las filmaciones.

La película se divide en dos mitades; durante la primera mitad vemos como el equipo formado por Richard Mace ingresa a Dubrovnik, y comienza a planear el rescate del general italiano. Ya durante la segunda mitad, somos testigos de las torturas que los protagonistas sufren a manos de los nazis, y del explosivo intento de escape que estos protagonizan. Durante la primera mitad no hay muchas escenas de acción, y la verdad es que por momentos la película se vuelve algo pesada debido a la poca cohesión existente entre los distintos acontecimientos que suceden antes de que el equipo de rescate ingrese a la fortaleza nazi. Hay algunas escenas algo gratuitas, las cuales tienen por objetivo ahondar en las personalidades de los protagonistas, pero que finalmente poco aportan al desarrollo de la trama. Sin embargo, durante la segunda mitad la cinta adopta un ritmo más frenético, que va a la par con las bien orquestadas escenas de acción donde el pequeño grupo debe enfrentarse a decenas de soldados nazis mientras escapan por las colinas.

Las actuaciones del elenco en general son bastante mediocres, en especial la de Mickey Rooney, cuya sobreactuación y la carencia de diálogos inteligentes terminan convirtiendo a su personaje en alguien realmente molesto. Henry Silva por su parte, pese a ser un actor bastante limitado, personifica de buena manera a un asesino a sueldo carente de todo sentimiento. Los diálogos en general tampoco son demasiado memorables, y en ocasiones resultan incluso algo ridículos. Por otro lado, el film por momentos escapa de su condición de cinta de bajo presupuesto para presentarse como una verdadera producción serie A, en gran medida gracias al espectacular trabajo de fotografía de Arthur E. Arling, al cuidado diseño de producción a cargo de John Murray, y a la banda sonora compuesta por Hugo Friedhofer, que acompaña de buena manera tanto las secuencias de acción, como las escenas más dramáticas. Además cabe destacar el sorpresivo giro final, el cual además es solucionado de manera bastante satisfactoria. La United Artist ganó bastante dinero con el estreno de este film, lo que no se vio reflejado en los ingresos de Corman, razón por la cual tras terminar la película volvió a la comodidad de la American International Pictures. “The Secret Invasion” es una película lo suficientemente entretenida como para que sus falencias pasen a segundo plano, y es una buena oportunidad para ver a Corman trabajando en un género cinematográfico distinto al fantástico, el cual tantos dividendos le trajo durante su carrera.




por Fantomas.

jueves, 11 de marzo de 2010

Series de Televisión: "S.W.A.T.", los hombres de Harrelson.

En 1968, el inspector del Departamento de Policía de Los Ángeles, Daryl F. Gates, crearía los equipos S.W.A.T. (Special Weapons and Tactics) los cuales tenían por objetivo responder con rapidez y eficacia a situaciones de alto riesgo provocadas por civiles armados. Los integrantes de estos equipos especiales estaban entrenados para enfrentarse a cualquier situación: ellos eran francotiradores expertos, podían operar desde el cielo o bajo el agua, y cuando la situación lo requería, eran capaces de demostrar su habilidad en el combate cuerpo a cuerpo. La proliferación de estos equipos por todos los Estados Unidos durante fines de los sesenta y principios de los setenta, provocó que el productor Aaron Spelling decidiera llevar el concepto a la pantalla chica. Spelling presentaría al protagonista de lo que se convertiría en la serie “S.W.A.T” (1975-76), el Teniente Dan “Hondo” Harrelson (Steve Forrest), en un especial de dos horas de la serie “The Rookies” (1972-76), el cual sería emitido el 17 de febrero de 1975. Una semana después, “S.W.A.T.” debutó en el horario prime de la cadena ABC, con el episodio “The Killing Fields”, en el cual el Teniente Hondo entrevista a una serie de candidatos con los cuales formará un equipo especial para lidiar con los asesinatos de varios oficiales del Departamento de Policía de Los Ángeles.

Entre los integrantes del equipo formado por Hondo se encuentran el oficial Jim Street (Robert Urich), cuyo ex compañero fue uno de los policías asesinados; el Sargento David “Deacon” Kay (Rod Perry), quien estaba a cargo de las comunicaciones del equipo; el oficial Dominic Luca (Mark Shera), un impulsivo francotirador; y el oficial T.J. McCabe (James Coleman), quien estaba a cargo del apoyo táctico. Todos ellos eran veteranos de Vietnam que se habían integrado a la policía de Los Ángeles luego de ser dados de baja del ejército, por lo que estaban acostumbrados a regirse por un protocolo militar. Además, estarían siempre preparados para cualquier eventualidad, y dispondrían de una gama de armamento y de una van especialmente equipada para transportarlos al sitio de los sucesos. “S.W.A.T.” se convirtió en un éxito inmediato, en especial entre el público adolescente, y al finalizar su primera temporada, el show estaría en la lista de las series de televisión más vistas de 1975.


Pese a los buenos resultados de audiencia, la serie comenzó a ser duramente criticada por diversos grupos conservadores que hicieron hincapié en la violencia que esta presentaba, proclamando al show como uno de los programas más violentos que se habían emitido por televisión. Incluso el productor Aaron Spelling declararía algún tiempo después que de las alrededor de cincuentas series que produjo durante su carrera, “S.W.A.T.” era una de las que menos le gustaban debido a su excesiva violencia. Sin embargo, una vez que el show estaba en el aire, era poco lo que podía hacer para cambiar la premisa inicial (la idea detrás de la serie consistía en mostrar como este grupo especial de la policía se preocupaba de los casos más violentos). Como consecuencia de las críticas, los ejecutivos de la ABC estaban divididos entre la creciente controversia que estaba desatando la serie, y los altos niveles de audiencia que esta estaba obteniendo. Incluso el tema central de “S.W.A.T.”, compuesto por Barry DeVorzon, había conseguido el primer puesto en la lista de éxitos compuesta por la revista Billboard.

La gran mayoría de los episodios de la serie seguían una fórmula que consistía en presentar a un determinado villano con rasgos psicopáticos. Rara vez Hondo y sus hombres se encontraban con un criminal promedio impulsado solo por la avaricia. Por ejemplo en “Death Carrier”, la vida amorosa de la modelo Janet Warren (Ronne Troup) se ve amenazada por un desequilibrado francotirador, que en el último año ha asesinado a tres pretendientes de la modelo. A Street se le encomienda la misión de hacerse pasar por el nuevo novio de la modelo, para que de esta forma el asesino salga de su escondite y pueda ser apresado. En “Sole Survivor”, un ex-oficial de libertad condicional (Simon Oakland) decide emular lo hecho por Hondo, y formar su propio equipo de individuos especialmente entrenados (todos ex-convictos) para llevar a cabo un complejo robo. Por otro lado, en “Kill S.W.A.T.” una viuda (Diana Hyland) contrata a sus dos cuñados (Ben Frank y David Nash) para asesinar a los miembros de S.W.A.T., debido a que ella piensa que ellos asesinaron a su marido sin necesidad alguna.

Para cuando “S.W.A.T.” comenzaba con su segunda temporada, la controversia respecto a la violencia que presentaba estaba en su punto más álgido. Por este motivo, los ejecutivos de la ABC trasladaron la transmisión del show de los lunes a los domingos a las 9:00 PM, donde tendría que competir contra dos series ya establecidas: “The Mary Tyler Moore Show” (1970-77) y “The Bob Newhart Show” (1972-78). La cadena probablemente esperaba que el cambio de horario resultara fatal para el show, lo que terminaría con los problemas que este estaba causando. Sin embargo, “S.W.A.T.” lograría mantenerse con vida. Si bien es cierto que los niveles de audiencia habían disminuido, de todas formas seguía siendo visto por un gran número de televidentes. La ABC mantendría la serie hasta el final de la temporada, pero cuando llegó el momento de conformar la parrilla programática de la cadena para la temporada comprendida entre 1976 y 1977, “S.W.A.T.” estaba ausente de la lista. El último episodio de la serie titulado, “Officer Luca, You´re Dead”, fue emitido el 29 de junio de 1976, dando fin a dos temporadas compuestas por 37 episodios.

Steve Forrest, quien era una reconocida estrella del cine y la televisión antes de participar en “S.W.A.T.”, continuó trabajando en ambos medios de manera regular luego de la cancelación de la serie. Robert Urich se convirtió en protagonista de varios proyectos televisivos, siendo los más recordados “Vega$” (1978-81), y “Spencer: For Hire” (1985-88). Mark Shera por otro lado, trabajaría en las últimas cuatro temporadas de la serie de la CBS, “Barnaby Jones” (1973-80). Aaron Spelling sabría sobreponerse al fracaso y a la controversia desatada por su más reciente proyecto, con dos nuevas series que tendrían incluso más éxito que “S.W.A.T”: “Starsky & Hutch” (1975-78) y “Charlie´s Angels” (1976-81). Básicamente la serie era una tosca ilustración de un nuevo grupo organizado de policías, donde se le daba más importancia a la planificación de la captura de un determinado criminal que a la acción misma. Por este motivo, hoy en día la serie resulta algo tediosa y está lejos de causar la misma impresión que causó en su época.

Es cierto que la serie por momentos era políticamente incorrecta, y que los villanos que amenazaban la calma en cada episodio, pese a su representación caricaturesca, suponían una suerte de cruda renovación del género policial televisivo, pero de todas formas “S.W.A.T.” no ha envejecido de la mejor manera. Si bien se renovó el interés por esta serie con el estreno de la adaptación cinematográfica llevada a cabo el 2003 por el director Clark Johnson (la cual dicho sea de paso, deja bastante que desear), de todas formas me cuesta señalar a esta serie como una de las más memorables de los setenta. De todas formas, “S.W.A.T.” tiene algunos elementos que aún siguen siendo recordados (en especial su tema principal), y presenta algunos episodios bastante memorables. Aunque el objetivo de la serie era reestablecer la confianza de la sociedad en las instituciones gubernamentales (en especial luego del caso Watergate y la Guerra de Vietnam), tal vez el mensaje que termina quedándose grabado con más facilidad en la mente del espectador es aquel que señala que incluso la policía necesita ayuda en algunas ocasiones.



por Fantomas.

martes, 9 de marzo de 2010

Going by the Book: Robar un banco nunca fue tan divertido.

“Going by the Book” (2007), es una comedia del director Ra Hee-chan, la cual está protagonizada por Jeong Jae-yeong y Son Byeong-ho.

Jeong Do-man (Jeong Jae-yeong) es un detective que es degradado a policía de tránsito luego de involucrarse en una investigación que pretendía exponer los malos manejos del gobernador de turno. Debido a que en su ciudad se han cometido una serie de robos a bancos en el último tiempo, al nuevo jefe de la policía (Son Byeong-ho) se le ocurre la brillante idea de organizar un simulacro de robo utilizando personal policial como clientes, agentes encubiertos y asaltantes, para mejorar la alicaída imagen de la policía. Sin embargo, comete el error de designarle el papel del delincuente a Jeong Do-man, quien logra poner en jaque a toda la policía local, desatando una serie de hilarantes situaciones.


Gran parte de las comedias coreanas que han sido producidas en el último tiempo presentan una clara tendencia a la comedia romántica, las cuales en algunos de los casos presentan dosis importantes de melodrama. “Going by the Book” en cambio, se presenta como una comedia refrescante e innovadora en más de un sentido. La cinta escrita por Jang Jin y Lee Gyu-bok, es un realidad un remake de la película japonesa, “Asobi no jikan wa owaranai” (1991), del director Sadaaki Haginiwa, y probablemente la palabra que mejor la describe es “sátira”. El guión sorprende principalmente por lo inteligente del planteamiento de una situación en principio inocua, que durante el transcurso de la cinta se va complicando cada vez más, a causa de cada una de las decisiones que se ve obligado a tomar el protagonista con la finalidad de desempeñar su papel de la mejor forma posible.

Como se menciona en la sinopsis, Do-man es un policía de tráfico que fue degradado del puesto de detective, luego de intentar probar que el gobernador estaba recibiendo una serie de sobornos. Es su rectitud ante la vida y ante su trabajo, lo que nuevamente lo lleva a meterse en un problema cuando le pasa una multa al nuevo jefe de la policía de Sam-po. Al ver el cuidado con el que Do-man realiza su trabajo, su superior le asigna la tarea de hacer las veces de delincuente en el bullado simulacro de robo (aunque uno también podría asumir que se trata de una suerte de venganza del jefe en contra del subordinado que no se vio amedrentado por su autoridad). Aunque el interpretar a un delincuente va en contra de su naturaleza, de todas formas Do-man se preocupará de realizar su labor de la mejor forma posible, valiéndose de textos que describen la psicología criminal e incluso de películas que relatan elaborados asaltos a bancos. Do-man es un tipo inteligente, y el peor error que ha cometido su jefe ha sido subestimarlo.

“Going by the Book” presenta un humor inteligente que juega bastante con la simulación del robo y los acontecimientos ficticios que suceden durante la toma de rehenes. Por ejemplo, luego de haber sido “asesinado” por el protagonista mientras este intentaba asaltar el banco, un policía que se encontraba interpretando el papel de agente encubierto, intenta recuperar el control de la situación asegurando que Do-man en realidad le disparó a su chaleco antibalas y no a su cabeza. Para comprobar la veracidad de sus dichos, el protagonista y sus rehenes deciden zanjar la discusión comprobando la sucesión de acontecimientos con las imágenes captadas por las cámaras de seguridad. Esta y otras escenas funcionan de buena manera gracias a la complicidad de los rehenes con el protagonista, quienes casi en su totalidad pese a lo incómodo de la situación, acatan todas las órdenes que les da su falso captor. También resultan ser bastante divertidas las escenas que representan la imagen mental de algunas de las acciones violentas que Do-man simula al interior del banco (como por ejemplo la del asesinato del policía encubierto). La misma herramienta narrativa es utilizada en la reciente “Sherlock Holmes” (2010), donde Holmes repasa mentalmente cada uno de los pasos a seguir en determinadas situaciones.

En algunas ocasiones el humor puede resultar algo ofensivo, pero de todas maneras tiene su encanto debido a la forma en cómo es presentado. Por ejemplo, luego de ser “noqueada” por Do-man, una de las empleadas del banco se comienza a desesperar con el encierro improvisado, por lo que no tarda en revelarse contra su captor. Ante la airada reacción de la mujer, el protagonista comienza a realizar flexiones de brazos las cuales no parecen tener sentido alguno. Acto seguido, la escena cambia para mostrar a la mujer sentada en el piso con un cartel alrededor de su cuello con la palabra: “violada”. Pese a que todo el mundo es consciente de que el robo no es más que una simulación, la situación comienza a escalar al punto de que todo el asunto se vuelve bastante serio. No solo los empleados del banco comienzan a perder el control, sino que el jefe de la policía al ver como su estratagema se escapa de sus manos, empieza a tratar a Do-man como si fuese un verdadero criminal. En general, los agentes de la policía son retratados como un grupo de hombres bastante incompetentes, los cuales contribuyen a empeorar la ya complicada situación. Por supuesto que esto ayuda a que la situación no se torne monótona, y en cierta medida aumenta la tensión de un robo simulado que eventualmente adopta algunos matices de realidad.

Jeong Jae-yeong realiza un buen trabajo interpretando al siempre correcto Do-man, y es en gran medida responsable de que la cinta funcione de buena manera. Si bien no se realiza una descripción demasiado profunda del personaje, al menos el espectador puede asegurar sin duda alguna que Do-man es un policía que ama su trabajo, y que su mayor preocupación en la vida es realizarlo de la mejor manera posible. Los personajes son en general bastante carismáticos, siendo tal vez la única excepción el jefe de la policía, quien por proteger su puesto y su reputación terminará intentando poner en ridículo al protagonista con funestos resultados. Lamentablemente, no todos los actores que interpretan a los personajes secundarios realizan un buen trabajo, por lo que por momentos da la sensación de que algunos personajes pudieron ser aprovechados de mejor manera. Por otro lado, tanto la banda sonora de Jae-kwon Han como el trabajo de fotografía de Joon-yeong Kim, si bien no son realmente destacables, por lo menos resultan ser correctos.

“Going by the Book” es una inteligente y entretenida comedia que presenta una premisa bastante original. Afortunadamente el director conduce la historia de buena manera, sin caer en momentos dramáticos innecesarios. De todas formas no se trata de una película perfecta; los periodistas que se involucran de cerca con el falso robo bien podrían haber sido omitidos en la historia, ya que no aportan demasiado al desarrollo de esta. Lo mismo sucede con la escena final que en lo personal me pareció en extremo innecesaria. Algunos de los elementos que presenta el film (protagonista incluido) son perfectamente homologables con los vistos en la cinta “Hot Fuzz” (2007), lo cual habla bastante bien de esta producción. En definitiva, “Going by the Book” resulta ser una película cuya única intención es entretener al espectador durante aproximadamente 140 minutos, objetivo que cumple con creces. La cinta de Ra Hee-chan pese a presentar algunos momentos algo planos, termina presentándose como una grata sorpresa que de seguro hará pasar un buen rato a quien le dé una oportunidad.




por Fantomas.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Christopher Lee: Un gran actor inevitablemente ligado al género del horror.

Sir Christopher Frank Caradini Lee, nació en Belgravia, Inglaterra, el 27 de mayo de 1922. Su padre, Geoffrey Trollope Lee, era un teniente de la 60th King´s Royal Rifle Corps y además era uno de los deportistas amateur más respetados de Inglaterra. Su madre por otro lado, era la Condesa Estelle Marie Caradini di Sarzano, y había oficiado de modelo para algunos destacados pintores de la época. Desafortunadamente, Christopher tuvo que lidiar con la separación de sus padres cuando él era muy joven, tras lo cual se fue junto a su madre y su hermana mayor a Suiza. Tras enrolarse en la Miss Fisher Academy, Lee pronto volcó su atención hacia la actuación, participando en la producción escolar de “Rumpelstiltskin”, donde interpretaría al villano. Tras un breve periodo, la familia regresaría a Londres donde Christopher comenzaría a asistir a una escuela privada. Para ese entonces, su madre había contraído matrimonio con Harcourt Rose, un banquero que era el tío del creador de James Bond, Ian Fleming. En 1931, el joven Conde fue enviado a la preparatoria Summer Fields ubicada en Oxford. En el lugar conocería al futuro actor Patrick Macnee, con quien participaría en numerosas obras escolares.

Además de sus habilidades actorales, Lee era un excelente estudiante, lo que lo ayudaría a conseguir una beca en el Wellington College. Al igual que su padre, Christopher era un espléndido deportista, destacándose en deportes como squash, esgrima, y rugby, entre otros. Además tenía una habilidad especial para aprender distintos lenguajes, gracias a lo cual habla de manera fluida francés, italiano, español, y alemán, además de hablar algo de sueco, ruso, y griego. La actuación sin duda era una de las cosas que más apasionaba a Lee. Sin embargo, no estaba muy seguro si quería dedicarse a la actuación toda su vida. Viniendo de una familia de nobles, Christopher pensaba que si seguía la carrera de actuación solo le traería vergüenza a su familia. Por ese motivo él conseguiría trabajo como mensajero en una oficina de Londres. Una vez que comenzó la Segunda Guerra Mundial, Lee pasaría cinco años trabajando para la RAF y para la inteligencia británica. En el ejército alcanzaría el rango de teniente, y sería condecorado por sus distinguidos servicios, particularmente durante la Guerra de Invierno donde tuvo que ayudar a contener el ataque de la Unión Soviética a Finlandia.


Una vez que la guerra terminó, Lee no estaba seguro de cual sería su próximo paso. Un día mientras almorzaba en la embajada italiana con su primo Niccolo Carandini, este le preguntó cuales eran sus ambiciones y sus gustos. Cuando Lee le dijo que le interesaba la actuación, su primo le contestó; “la actuación está en la sangre de la familia, viejo amigo”. Fue en ese momento cuando se enteró que sus bisabuelos habían fundado la primera compañía de ópera australiana. Gracias a Carandini, Lee consiguió un contrato por siete años con la Rank Organisation (aunque la verdad solo permaneció dos años en la compañía). La vida como actor no sería fácil, en especial por la altura de Lee que no le permitía conseguir demasiado roles. Su debut cinematográfico sería un pequeño rol en la cinta “Corridos of Mirrors” (1948), el cual también fue el debut del director Terence Young. La cuarta cinta del actor, “Song of Tomorrow” (1948), sería el debut de Terence Fisher, director que posteriormente trabajaría junto a Lee en las cintas que terminaron lanzándolo al estrellato.

Ese mismo año, el actor pasaría su primera gran vergüenza. Mientras filmaba uno de sus primeros trabajos, se enteró que en un estudio vecino estaban filmando “Hamlet” (1948), la cual estaba protagonizada por Laurence Olivier. Afortunadamente para Lee, su viejo amigo Patrick Macnee se encontraba trabajando como extra en dicha producción (también estaba trabajando en dicha cinta Peter Cushing, quien sería su famosa co-estrella algunos años después al interior de la Hammer), quien lo invitó a colarse en el estudio con el fin de observar al legendario Oliver mientras trabajaba. Si mantenía su boca cerrada, Lee tendría la oportunidad de vestirse como soldado para así obtener una vista privilegiada. Todo iba bien hasta que el actor que interpretaba a Claudius gritó, “Dame algo de luz”. A un lado del escenario, y de forma completamente inconsciente, Lee gritó: “¡Luces!”. Una vez que se percató de su error, salió rápidamente del set. Durante los siguientes diez años, Lee aceptó todos los roles que le ofrecieron. Participó en dramas de época como “Captain Horatio Hornblower” (1951) y “Moulin Rouge” (1952); en cintas de aventura como “Innocents in Paris” (1953) y “The Crimson Pirate” (1952); y en algunas cintas bélicas como “Cockleshell Heroes” (1955) y “The Battle of the River Plate” (1956).

Lee, además interpretar pequeños roles, durante un punto de su carrera estuvo a punto de convertirse en cantante. A principios de los cincuenta, mientras se encontraba trabajando en Estocolmo como anunciador de una radio local, él asistió a una fiesta donde acompañado por un piano, comenzó a cantar un poco de ópera. Súbitamente, una poderosa voz se unió a sus cantos (era el legendario cantante Jussi Bjorling). Impresionado por la voz del actor, Bjorling le pidió a Lee que asistiera a la Ópera Sueca al día siguiente para realizar una audición. Aunque él aceptó la invitación, lamentablemente no contaba con los medios suficientes para costear un entrenamiento adecuado, por lo que durante muchos años asistió a sociedades amateurs donde pudo practicar su canto. En 1957 Lee alcanzaría la ansiada fama, a sus 35 años de edad. Irónicamente, el primer papel importante que obtendría el actor sería uno carente de todo diálogo. Junto a Peter Cushing, protagonizaría “Curse of Frankenstein” (1957), del director Terence Fisher, la cual sería la primera de muchas cintas del actor al interior de la famosa productora británica, Hammer Films.

Gracias a este papel, Lee obtuvo quizás el rol más importante de su carrera; el de Drácula en la cinta de Fisher, “Horror of Dracula” (1958). Lee interpretaría a Drácula al interior de la Hammer en varias ocasiones, generalmente acompañado de Peter Cushing, hasta 1974 (también interpretaría el mismo rol para otros directores, como por ejemplo Jesús Franco). Lee interpretaría nuevamente al mítico vampiro en, “Dracula: Prince of Darkness” (1965). El actor, que no quería ser encasillado en el papel, vio como la Hammer virtualmente lo “chantajeaba” para que participara en las siguientes cintas del vampiro, recordándole que serían muchas las personas que quedarían sin trabajo si él no aceptaba dicho rol. Su participación en “Dracula Has Risen from the Grave” (1968), “Taste the Blood of Dracula” (1969), y “Scars of Dracula” (1979), fue bastante reducida, pero de todas formas las cintas resultaron ser éxitos de taquilla. Aunque a Lee no le agradaba demasiado lo que la Hammer estaba haciendo con el icónico personaje, los espectadores alrededor del mundo consideraban estas cintas como verdaderos clásicos del género.

Entre otros de los trabajos que el actor realizó al interior de la Hammer se encuentran; “The Mummy” (1959), “Rasputin, the Mad Monk” (1966), y “The Hound of the Baskervilles” (1959), entre muchos otros. Mientras se encontraba en la Hammer, Lee audicionó para un papel en la cinta bélica, “The Longest Day” (1962), pero fue rechazado debido a que no tenía la apariencia de un militar (pese a que el había servido en la RAF durante la Segunda Guerra Mundial). Por otra parte, el actor sería el responsable de que la casa del martillo adaptara dos novelas del escritor Denis Wheatley; “The Devil Rides Out” (1967) y “To the Devil a Daugther” (1976), ambas protagonizadas por Lee. Esta última tendría pésimos resultados de taquilla, y marcaría el fin de la larga asociación del actor con el estudio. Al igual que Cushing, Lee también apareció en varias cintas de terror producidas por otras compañías entre 1957 y 1977. Entre sus trabajos más destacados se encuentra la saga de cintas de Fu Manchu que filmó entre 1965 y 1969 (cinco en total), “The Creeping Flesh” (1972), “The Wicker Man” (1972), y la serie de películas que filmó para la Amicus, compañía rival de la Hammer. Además participó en la producción británica, “The Private Life of Sherlock Holmes” (1970), del director Billy Wilder, donde interpretó al hermano de Holmes, Mycroft; y en la cinta de Mario Bava, “The Whip and the Body” (1963).

Desde la segunda mitad de los setenta, Lee evitó participar en cintas de terror. En 1962, su primo Ian Fleming le había ofrecido el rol del villano en el primer film oficial de James Bond, “Dr. No” (1962). Entusiasmado por la idea, el actor aceptó el papel, pero los productores terminaron seleccionando al actor Joseph Wiseman. Recién en 1974, Lee obtendría el papel del enemigo de turno de 007 en la cinta, “The Man With the Golden Gun” (1974). En 1977, se mudó a los Estados Unidos junto a su esposa, la pintora danesa Gitte Kroencke, y su hija Christina. En Norteamérica, su primer rol lo obtendría en la cinta “Airport ´77” (1977), donde pasaría bastante tiempo junto a Jack Lemmon. Posteriormente, el director John Carpenter intentaría contratarlo para interpretar al doctor Sam Loomis en la cinta, “Halloween” (1978), pero el actor rechazó la oferta. Más tarde, Lee declararía que una de las cosas de las que más se arrepentía durante su carrera, era no haber aceptado el papel en el film de Carpenter. Ese mismo año, Lee sorprendería a muchas personas cuando accedió a participar en la popular serie de la NBC, “Saturday Night Live”. Al año siguiente, el actor interpretaría al oficial alemán Wolfgang Von Kleinschmitd en el film “1941” (1979), del director Steven Spielberg.

Pese a que lograba conseguir papeles en distintas cintas, ninguno de estos resultó ser demasiado relevante, por lo que lentamente se vio obligado a volver al género del horror. En 1983 protagonizó “The House of Long Shadows”, junto a Vincent Price, Peter Cushing, y John Carradine. Además participó en dos excelentes miniseries tituladas; “The Far Pavilions” (1984) y “Shaka Zulu” (1986), y en la cinta “Gremlins 2” (1990). Durante prácticamente toda la década de los noventa, Lee participó en cintas más bien menores, siendo tal vez la más importante “Sleepy Hollow” (1999), del director Tim Burton (el cual ha declarado públicamente ser un seguidor del actor, y con quien Lee ha continuado trabajando de manera regular). El 2000 comenzaría con la exitosa serie de la BBC, “Gormenghast”. El 2001, el actor obtendría uno de sus roles más importantes de los últimos años; el del mago Saruman en la saga de “El Señor de los Anillos”. Al año siguiente obtendría el papel del Conde Dooku en “Attack of the Clones” (2002), participando de esta forma en dos de las sagas hollywoodenses más importantes de todos los tiempos.

Sir Christopher Lee sigue participando en diferentes cintas hasta el día de hoy. Durante su extensa carrera (que involucra alrededor de 260 películas), el actor ha tenido la posibilidad de interpretar diversos roles, pese a que comúnmente es asociado al género del horror. Profundamente cosmopolita, el actor ha filmado películas en ruso, italiano, francés, español y alemán, y además ha trabajado con directores de la talla de John Huston, Joseph Losey, Billy Wilder, Mario Bava, y Steven Spielberg, entre otros. Lee incluso se dio el lujo de plasmar su pasión por la música, participando en un puñado de bandas sonoras de diversas películas y grabando algunos discos más personales, como el álbum “Revelation”, donde realizó covers de canciones de distintos géneros musicales. Christopher Lee es una verdadera leyenda viviente, cuyo legado ha quedado inmortalizado en las numerosas producciones cinematográficas en las cuales participó y sigue participando.



por Fantomas.

lunes, 1 de marzo de 2010

Peeping Tom: Voyerismo macabro.

“Peeping Tom” (1960), es un film de terror psicológico del director Michael Powell, el cual está protagonizado por Karl-Heinz Boehm, Anna Massey y Maxine Audley.

Mark Lewis (Karl-Heinz Boehm) es un fotógrafo que vive con una mujer ciega (Maxine Audley) y su hija Helen (Anna Massey), el cual trabaja en un estudio cinematográfico. Sin embargo, bajo su apariencia tranquila y humilde, oculta un terrible secreto; cuando se le presenta la ocasión, se convierte en un cruel asesino obsesionado con fotografiar la cara de terror de sus víctimas antes de asesinarlas.





A fines de la década del cincuenta, el guionista Leo Marks estaba trabajando en un par de ideas que ansiaba plasmar en la pantalla grande. Según el mismo Marks: “Yo quería realizar un estudio sobre la escoptofilia. La idea de centrarse en un joven fotógrafo que utiliza su cámara para llevar a cabo determinados asesinatos, se me vino a la mente cuando estaba pensando en el tema del voyerismo. Eventualmente conocí a Michael Powell, quien en ese entonces deseaba realizar un proyecto sobre la vida de Sigmound Freud. Sin embargo, no tardamos en descubrir que otro productor (John Huston) había adquirido los derechos de la biografía del padre del psicoanálisis. Fue entonces cuando Powell me preguntó si tenía algo más en mente, así que le expliqué mi concepto de la escoptofilia mientras él me escuchaba en silencio con la mirada perdida. Yo pensé que estaba aburrido, pero de pronto me dijo: ´Es una mina de oro. Ve y escríbelo´”. Una vez terminado el guión, Powell se lanzó a la tarea de buscar al actor llamado a protagonizar el film. Aunque el candidato original del director era Laurence Harvey, luego del éxito de la cinta “Room at the Top” (1959), el actor no tardó en ser requerido por los grandes estudios de Hollywood, por lo que Powell finalmente se inclinó por contratar al actor alemán Karl-Heinz Boehm, quien había adquirido cierta notoriedad en la década del cincuenta luego de su participación en la trilogía basada en la vida de la Emperatriz Sissi, la cual fue protagonizada por la actriz Romy Schneider. Para Powell, la personalidad tímida y humilde de Boehm, lo convertía en el candidato perfecto para interpretar a un hombre que durante toda su vida se ha visto obligado a suprimir sus emociones.

“Peeping Tom” se centra en la vida de Mark Lewis, un fotógrafo tímido y reservado que rara vez se aleja de su pequeña cámara de 16mm. Y es que Mark sufre de un raro caso de escoptofilia, lo que lo ha llevado a plantearse el objetivo de capturar con su cámara el miedo que experimentan las mujeres cuando se dan cuenta de que están siendo asesinadas. Esto no significa que Mark sea un hombre malvado, sino que tan solo es incapaz de controlar el deseo de capturar lo que la mayoría de los hombres no puede. Él está fascinado con el miedo al punto de la psicosis, pero esto no le impide integrarse en la sociedad. Y es que no solo mantiene dos trabajos, sino que además se las arregla para mantener una especie de relación sentimental con Helen, la hija de su inquilina. Pero, ¿qué es lo que ha provocado que el protagonista presente semejantes pulsiones? Esta interrogante es respondida en un determinado momento del film, cuando Mark le enseña una de sus viejas películas familiares a Helen. En dicha película, la cual fue rodada por el padre de Mark (Michael Powell), es posible ver como el protagonista durante su infancia era utilizado como un conejillo de indias en un experimento relacionado con la respuesta de los niños al miedo. Cada una de las reacciones de Mark y gran parte de sus actividades cotidianas, eran filmadas por su inescrupuloso padre, lo que marcó de por vida al protagonista, alterando su capacidad para controlar sus emociones y su percepción del sexo.


Este golpe de efecto no provoca que el espectador identifique al padre de Mark como el verdadero villano del relato, sino que además lo incita a sentir un cierto grado de simpatía por el pervertido asesino. Al mismo tiempo, mediante el uso de la cámara subjetiva, Powell convierte a los miembros de la audiencia en cómplices de Mark, y les enrostra su calidad de voyeristas, lo que provocó que la cinta fuese abiertamente repudiada por los críticos de la época. Involuntariamente, el espectador se identifica con un personaje que amparado en la oscuridad de su laboratorio, da rienda suelta a los sentimientos y a las sensaciones que le provocan un puñado de imágenes de carácter perverso. Cabe mencionar que durante el transcurso del film, Powell se preocupa de deserotizar gran parte de los elementos de carácter sexual que aparecen en la historia, como por ejemplo la prostituta que se convierte en víctima del protagonista, y la relación que este desarrolla con Helen. La única relación sexual que es retratada en la cinta y que refleja un cierto grado de pasión, es aquella que Mark mantiene con su cámara. Su importancia como arma homicida, como captador de emociones, y como el sustituto de la falta de confianza sexual del protagonista, eventualmente la convierte en un personaje tan protagónico como el mismo Mark.

Por otro lado, “Peeping Tom” suele ser considerada como una cinta violenta, aún cuando la violencia presente en la historia solo es sugerida en la mayoría de los casos, lo que termina incentivando la vívida imaginación del espectador. En cierta medida, el film de Powell puede ser interpretado como la lucha de un artista incomprendido y atormentado, el cual desea por todos los medios finalizar su gran obra maestra, la que lamentablemente para él no está exenta de problemas que amenazan su realización. Y es que Mark se dedica por completo a su “arte”, lo que le otorga un cierto aire poético a su distorsionada cruzada. Hasta cierto punto, gran parte de la acción presente en “Peeping Tom” se concentra es los esfuerzos del protagonista por llevar a cabo su obra, antes de que la policía o Helen descubran su oscuro secreto. Si bien Powell ya había plasmado de forma sutil esta extravagante visión del sacrificio artístico en su afamado film “The Red Shoes” (1948), en esta ocasión convierte el romanticismo que rodea al artista llamado a seguir su pasión, en algo horrendo pero no por eso menos cautivante. Por otro lado, es evidente que la cinta funciona de buena manera gracias a la espectacular actuación de Bohem, quien se preocupa de enfatizar la introversión, la timidez y la constante incomodidad de Mark. Esto conjugado con su acento alemán, convierten al protagonista en un extraño, quien por momentos tiene más rasgos femeninos que masculinos. El resto de elenco también realiza una labor encomiable, en especial Maxine Audley, quien es probablemente la única figura femenina del film a la cual Mark no solo respeta, sino que también teme.


En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta no solo cuenta con el espectacular trabajo de fotografía de Otto Heller, sino que también con la atmosférica y efectiva banda sonora del compositor Brian Easdale. “Peeping Tom” sería estrenada en Inglaterra el 16 de Mayo de 1960, en medio de una serie críticas y controversias. De hecho, fue tal la hostilidad con la cual fue recibido el film, que Powell se vio obligado a dejar de exhibirlo tras estar solo una semana en cartelera. Este curioso hecho se debió a varios motivos: no solo el director establece sin pudor alguno una serie de paralelos entre Mark y el espectador, sino que además en ningún momento parece tener la intención de condenar los horribles actos del protagonista. Para colmo, las numerosas críticas que el director realiza en contra de las políticas de producción de los grandes estudios de la época, fueron vistas por el gremio cinematográfico como un ataque innecesario al apacible mundo del cine. Otra cosa que irritó a los críticos de aquel entonces, fue el aspecto autobiográfico que presentaba el film. Y es que no solo las cintas caseras de Mark están protagonizadas por el hijo y la esposa de Pòwell, sino que además el director declaró en una ocasión que en cierta forma se sentía identificado con el protagonista. “Durante toda mi vida constantemente he sometido a un proceso de edición las escenas que se desarrollan a mi alrededor, por lo que pude sentir su angustia (la de Mark Lewis)”, declararía Powell en una controversial entrevista concedida en 1968.

Lamentablemente, el escándalo provocado por “Peeping Tom” destruyó la prolífica carrera de Powell. Lo que resulta curioso, es que el mismo año que se estrenó el film de Powell, también se estrenó “Psycho” (1960), del director Alfred Hitchcock, cinta la cual fue ampliamente elogiada por la crítica pese a presentar varias semejanzas con el relato protagonizado por Karl-Heinz Boehm. Y es que ambas historias están protagonizadas por hombres que arrastran una serie de traumas desde la infancia, los cuales los han terminado convirtiendo en asesinos en su vida adulta. Pese a que en su momento ambas producciones tuvieron destinos dispares, hoy en día son consideradas como las obras responsables de reinventar el género del horror, ya que trasladaron el terror desde los escenarios góticos y fantásticos, a otros más contemporáneos donde el mal reside en la psiquis de las personas y no en la figura de algún monstruo milenario. En definitiva, luego de años de discusiones y desacuerdos, “Peeping Tom” finalmente logró alzarse como una de las obras más importantes de la cinematografía británica, la cual no solo ha servido de inspiración para innumerables realizadores, sino que además dictó catedra sobre cómo debe filmarse una historia de terror psicológico, la cual en este caso está plagada de interesantes toques freudianos.


por Fantomas.
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