“Think Fast, Mr. Moto” (1937), es un film de misterio del director Norman Foster, el cual está protagonizado por Peter Lorre, Virginia Field y Thomas Beck.
El misterioso Señor Moto (Peter Lorre) se embarca en un crucero que va desde San Francisco a Shanghái, con la intención de resolver un asesinato ocurrido en una tienda de curiosidades ubicada en pleno Barrio Chino de la ciudad de San Francisco. Al interior del crucero, el Sr. Moto se hace amigo de Robert Hitchings Jr. (Thomas Beck), el hijo del dueño de una importante compañía naviera, el cual durante el viaje termina enamorándose perdidamente de una mujer algo sospechosa llamada Gloria Danton (Virginia Field). Una vez en Shanghái, Moto deberá descubrir el secreto que conecta el asesinato ocurrido en San Francisco, con Gloria y la compañía dirigida por Robert Hitchings.
Para el año 1936, los estudios Twentieth Century-Fox ya habían logrado capitalizar el interés del público norteamericano por la cultura oriental mediante la serie de films protagonizados por el carismático detective chino Charlie Chan. Sin embargo, no contentos con esto, los ejecutivos del estudio quisieron seguir aprovechando este interés mediante la adquisición de varias novelas escritas por el futuro ganador del premio Pulitzer, John P. Marquand, las cuales estaban protagonizadas por otro detective oriental, en este caso un japonés conocido como el Sr. Kentaro Moto. Poco antes de que esto sucediera, Marquand había adquirido una cierta notoriedad por sus contribuciones en la revista Saturday Evening Post, razón por la cual el editor de dicha publicación lo envió al Oriente con el objetivo de recolectar nuevo material para sus historias. Durante su viaje por China y Japón, Marquand conoció a un cortés detective japonés que eventualmente inspiraría la creación del Sr. Moto. Pese a que “Think Fast, Mr. Moto” es la tercera novela del escritor sobre el curioso detective, esta sería seleccionada por el director Norman Foster y el guionista Howard Ellis Smith para sentar las bases de una serie compuesta por un total de ocho films, los cuales serían protagonizados en su totalidad por el multifacético Peter Lorre.
Uno de los tantos misterios que esconde “Think Fast, Mr. Moto”, así como también el resto de los films que componen el ciclo de aventuras del personaje interpretado por Lorre, tiene relación con la verdadera ocupación del Sr. Moto. Curiosamente, no parece existir consenso al respecto. ¿Es un agente secreto al servicio del Emperador japonés o simplemente es un modesto detective? En el tramo final de la cinta, Bob Hitchings le pregunta a Moto cuál es su verdadera ocupación, a lo que él responde amablemente mediante una tarjeta de negociosos que lo identifica como un empresario que en sus ratos libres se desempeña como detective solo por diversión. Sin embargo, tras revisar varias de sus aventuras cinematográficas, el espectador no puede evitar concluir que el Sr. Moto es más bien un detective cuyo hobby es desempeñarse como empresario. Su memoria privilegiada, la utilización constante de diversos y llamativos disfraces, y su innegable experticia en las artes marciales, la cual saca a relucir cada vez que se encuentra en problemas, refuerzan la idea de que el Sr. Moto es más un hombre de acción que un ejecutivo acostumbrado a dirigir su rentable negocio sentado cómodamente en su escritorio.
Si hay algo que resulta evidente durante el transcurso del film, es que el director Norman Foster muestra una especial preocupación por retratar al Sr. Moto como un personaje de múltiples facetas. Por ejemplo, la pelea que el protagonista tiene con uno de los miembros de una peligrosa red de contrabandistas al interior del camarote de Hitchings, le revela al espectador que bajo su actitud cortés y su curiosa inclinación por la leche, el Sr. Moto es un verdadero instrumento de destrucción, un pequeño luchador capaz de derrotar al más temible de los rivales. Esta característica no solo juega un papel importante en la trama, sino que además distancia al personaje de gran parte de los detectives que poblaron las numerosas producciones de bajo presupuesto de características similares que los diferentes estudios realizaron durante las décadas del treinta y del cuarenta, en especial de Charlie Chan y el Sr. Wong (Boris Karloff), quienes nunca demostraron ni la más mínima habilidad atlética. Cabe mencionar que más allá de su potencial para emplear tácticas despiadadas y mortales, Moto también exhibe una faceta más amable. Por ejemplo, en diversas oportunidades exhibe una clara preocupación por Bob Hitchings, a quien él considera como un verdadero amigo. Y es que no solo decide no interferir en la relación amorosa que Hitchings establece con Gloria Danton, sino que además no duda en ofrecerle un extraño brebaje al mismo Hitchings capaz de acabar con cualquier resaca.
Si bien es cierto que hoy en día sería políticamente incorrecto que un actor europeo interpretara a un personaje de origen asiático, es necesario mencionar que “Think Fast, Mr. Moto” no puede ser acusada de presentar estereotipos racistas. Mientras que el protagonista se presenta como un hombre valiente y honorable, capaz de combinar su inteligencia con su manejo del ju-jitsu para llevar a diversos criminales ante la justicia, no existen villanos orientales unidimensionales en el film, y la policía china es retratada como una entidad eficiente y honesta. En cuanto a la selección de Shanghái como el centro de operaciones de una peligrosa banda de contrabandistas, es necesario recordar que durante la década del veinte y a principios de la década del treinta, dicha cuidad era reconocida como una de las más fascinantes del mundo, ya que era sofisticada, peligrosa, cosmopolita y algo decadente, lo que la convertía en el escenario ideal para desarrollar una historia policial con una clara influencia multicultural. En relación a esto último, resulta interesante la inclusión de algunos guiños a la cultura oriental tales como la aparición de un tallado de Kwan Yin, la diosa budista de la piedad, o la mención que Moto realiza del arte del haiku, el cual dicho sea de paso en un determinado momento utiliza para alertar a su compañera que se encuentran en grave peligro.
Desde un principio Peter Lorre se sintió atraído por la idea de interpretar a un personaje que se alejara de los siniestros villanos que había estado personificado en sus cintas anteriores. Probablemente esto contribuyó a que la actuación del pequeño actor de origen húngaro en la serie de films del Sr. Moto resultara ser absolutamente memorable. Su baja estatura, su cara redonda, sus ojos protruidos y su voz distintiva, permitieron que solo se necesitara un par de anteojos, unos dientes falsos, y un mínimo de maquillaje para completar la transformación. Lo más importante de todo, es que Lorre personifica a Moto como un hombre que pese a su peculiar apariencia y sus distintivas características, jamás se convierte en una mera caricatura. De hecho, la ambigüedad que el actor le imprime al colorido detective japonés le otorga un carácter sumamente humano, lo que le permite destacarse de gran parte de sus colegas cinematográficos. En cuanto al resto del elenco, todos realizan una labor bastante acertada, en especial Thomas Beck, quien también participaría en la segunda entrada de la serie titulada “Thank You, Sr. Moto” (1937), y Sig Ruman, quien interpreta al villano de turno.
En relación al aspecto técnico de la producción, el trabajo de fotografía de Harry Jackson resulta ser simplemente correcto, mientras que la dirección de arte de Lewis H. Creber se presenta como uno de los puntos altos del film, ya que con escasísimos recursos logra crear la ilusión de que el navío en el que viajan los protagonistas es un crucero de lujo, y que las en apariencia peligrosas calles de Shanghái están dominadas por un claro ambiente cosmopolita. En lo que se refiere al lado menos amable del film, el misterio que supuestamente conforma el núcleo de la trama, por momentos deja de ser el centro de interés. De hecho, la mitad del tiempo el espectador no puede evitar concentrar su atención en el accionar del Sr. Moto, dejando por completo de lado el misterio que este busca resolver. Al mismo tiempo, la trama se complica más de la cuenta por la escasa información que entrega en un principio el director Norman Foster con respecto a los motivos que llevan al Sr. Moto a visitar una tienda del Barrio Chino de San Francisco, y que posteriormente lo hacen embarcarse camino a Shanghái. Pese a todo, “Think Fast, Mr. Moto” es una cinta sumamente entretenida, cuyo encanto se replicaría en todo el resto de las entradas del ciclo protagonizado por el inigualable Peter Lorre.
por Fantomas.
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