“The Holcroft Covenant” (1985), es un thriller del director John Frankenheimer, el cual está protagonizado por Michael Caine, Anthony Andrews y Victoria Tennant.
Noel Holcroft (Michael Caine) es un arquitecto neoyorkino que recibe una inesperada herencia de su padre, un antiguo general nazi: 4 billones de dólares en fondos robados al tercer Reich, los cuales supuestamente deben ser utilizados para reparar el daño realizado por el ejército nazi. Cuando intenta averiguar la misteriosa historia que esconde el tesoro, Holcroft se ve enfrentado a una aventura palpitante en la que acabará siendo el único hombre capaz de abortar la escalofriante e inexorable amenaza del resurgimiento de un omnipotente cuarto Reich.
Tras ser publicado en 1978, el complejo thriller del escritor Robert Ludlum titulado “The Holcroft Covenant”, se convirtió rápidamente en un bestseller internacional. Esto llevó a los productores Edie y Ely Landau a adquirir los derechos de dicha novela, cuya adaptación inicial estuvo a cargo de los guionistas Edward Anhalt y John Hopkins. Cuando el aclamado director John Frankenheimer se sumó al proyecto, este reclutó al guionista George Axelrod, con quien había trabajado previamente en el thriller político “The Manchurian Candidate” (1962), para arreglar ciertos aspectos del guión original. Para sorpresa de Frankenheimer, a su llegada el actor norteamericano James Caan ya había sido contratado para interpretar el rol protagónico, lo que eventualmente le trajo una serie de problemas a la producción. Según declararía el mismo director a la revista Films and Filming en 1985: “Él (Caan) no debería haber sido contratado. Pasaron tres cosas al mismo tiempo. Primero, su elección fue un error. Segundo, él estaba alterado emocionalmente en aquel entonces. Tercero, él había estado teniendo disputas con los productores durante meses y yo no sabía eso. Estas tres cosas se fusionaron y generaron una situación con la que no se podía trabajar”. A raíz de todo esto, Caan se desligó del proyecto cuando este estaba entrando al proceso de producción, lo que obligó al director a comenzar el rodaje sin un protagonista, o de lo contrario la película iba a colapsar. Rápidamente, Frankenheimer le envió el guión a Michael Caine, quien acababa de terminar de filmar la comedia “Water in June” (1984). Pese a que el actor estaba por tomarse un pequeño receso, este aceptó participar la producción salvándola de su cancelación inminente.
Si bien el guión de “The Holcroft Covenant” se aleja bastante de algunos aspectos de la novela, este mantiene gran parte de la premisa básica intacta: Noel Holcroft se entera a través de un enigmático banquero suizo (Michael Lonsdale) que su padre, un reconocido General Nazi, le dejó una fortuna de 4 billones de dólares, la cual debe ser utilizada para reparar los horribles crímenes del ejército Nazi. Dicho dinero es el resultado de un pacto realizado entre el padre de Holcroft y otros dos oficiales nazis, quienes supuestamente le dieron la espalda a Hitler durante los últimos días de la guerra, con la esperanza que sus hijos pudieran vivir en un mundo mejor. Los términos del pacto dictan que Holcroft debe localizar a los primogénitos de los otros dos oficiales, quienes se encuentran ocultos en diversas partes del globo, para así poder acceder a la impresionante suma de dinero, de la cual él será el único administrador. Una vez que las piezas entran en movimiento, Holcroft se ve involucrado en diversos intentos de asesinato, viajes alrededor de Europa, y una enrevesada trama de espionaje y traición, en la cual su principal aliada será Helden von Tiebolt (Victoria Tennant), la hija mejor de uno de los oficiales que participaron en el misterioso pacto. Con el tiempo en contra y con un montón de gente que desea verlo muerto, Holcroft tendrá que descubrir en quien confiar y que es lo que se esconde tras la peculiar herencia de su padre, antes de que sea demasiado tarde.
Más allá de su popularidad, es sabido que “The Holcroft Covenant” no es precisamente uno de los mejores trabajos del escritor Robert Ludlum, en gran medida porque la trama resulta algo densa y está desarrollada de manera torpe. Debido a esto, es justo argumentar que gran cantidad de los cambios realizados por el equipo de guionistas apuntaban a simplificar la historia, lo que pese a sus buenas intenciones no lograron del todo. Por ejemplo, el extenso periplo por Sudamérica que algunos de los protagonistas realizan en la novela fue eliminado por completo, limitando la acción a la ciudad de Nueva York y a diversos puntos de Europa; las numerosas facciones que buscan adueñarse del dinero en el escrito original, fueron reducidas de manera considerable en el film (aunque de todas formas por momentos resulta complicado identificar quien trabaja para quien); y por último, una compleja subtrama que involucraba a un asesino internacional fue obviada por considerarse innecesaria. Como se menciona anteriormente, pese a todos estos cambios, el guión de George Axelrod y compañía dejan una serie de cabos sueltos que no solo dificultan la completa comprensión de la trama, sino que además terminan restándole credibilidad a la misma. Probablemente lo que resulta más molesto, es que nunca queda claro quien desea asesinar a Holcroft, ya que a medida que avanza la trama, los diversos personajes que van apareciendo a lo largo de la peligrosa aventura del protagonista, parecen compartir el interés por que este firme el mentado acuerdo, ya sea para hacerse con el dinero o para obtener un misterioso documento que revelaría elementos importantes del plan nazi.
Aun cuando la unidimensionalidad ronda entre los personajes de la película, dentro de la diversa galería de participantes de esta peculiar búsqueda del tesoro, hay algunos que se destacan como por ejemplo el Comandante Leighton (Bernard Hepton), quien inicialmente se presenta como parte de los servicios de inteligencia británicos, y cuyo objetivo primordial pareciera ser que todos los interesados en el dinero se eliminen entre sí. La razón principal por la cual este misterioso agente se convierte en uno de los personajes más interesantes del film, es debido a su cuasi omnipresencia y a su sarcasmo constante. Diálogos como: “La suposición, señor Holcroft, es, como dicen en mi profesión, la madre de los errores” o “Debemos movernos. Este lugar está repleto de todo tipo de monstruos, muchos de los cuales trabajan para mí”, explican porque Leighton termina adquiriendo un protagonismo impensado en algunos pasajes de la cinta. Otro de los personajes interesantes es Johann von Tiebolt, uno de los hijos de los infames generales nazis, quien pese a presentarse inicialmente como aliado de Noel Holcroft, eventualmente exhibe un lado bastante oscuro y algunas inclinaciones definitivamente obscenas. Por último, también resulta necesario mencionar a Althene Holcroft (Lilli Palmer), la madre del protagonista cuyo odio hacia su fallecido marido, la impulsa a tratar de convencer a su hijo que no se involucre con el dinero acuñado por los nazis, y Oberst (Richard Münch), un siniestro hombre que asegura presidir una organización que busca subsanar el daño provocado por los nazis, y que maneja más información de lo que aparenta.
En cuanto al protagonista, afortunadamente el Holcroft de Caine es bastante menos molesto que su contraparte literaria, ya que en general prefiere participar activamente en la solución de la peculiar situación en la que se ve involucrado, en vez de perder el tiempo quejándose de su mala suerte. Al mismo tiempo, el actor exhibe una química innegable con el personaje interpretado por Victoria Tennant, lo que ayuda a otorgarle un cierto grado de credibilidad a la súbita relación amorosa que ambos entablan. Si bien es cierto que Caine realiza un buen trabajo interpretando a Holcroft, la verdad es que dista de ser uno de sus personajes más memorables, básicamente por su inescapable unidimensionalidad. Según diversas fuentes, más allá del dinero y de la posibilidad de rodar en diversos países, la razón por la cual el actor británico aceptó protagonizar “The Holcroft Covenant”, tiene relación con la figura de John Frankenheimer, director a quien Caine admiraba abiertamente. En relación al director, mientras que este demuestra su experiencia en varios pasajes del film, ya sea imprimiéndole un ritmo narrativo dinámico a la historia o haciendo uso de un interesante juego de cámaras, responsable de la atmósfera opresiva de la cinta, también comete una serie de errores cuestionables que no aportan demasiado a la trama, como por ejemplo la prolongación innecesaria de la infame escena de la Love Parade en Berlín, cuyo objetivo central solo pareciera ser incluir unos cuantos desnudos gratuitos en el film. Por otro lado, el trabajo de fotografía de Gerry Fisher resulta ser correcto, mientras que la banda sonora compuesta por Stanislas Syrewicz complementa de buena manera la sordidez y la tensión que por momentos domina la historia.
Si bien el film contiene gran parte de los elementos característicos de los trabajos de Robert Ludlum, como por ejemplo una intriga internacional, diversas locaciones europeas, persecuciones, traiciones, balaceras, sexo, violencia, y numerosas vueltas de tuerca, este no logró los resultados esperados y solo recaudó aproximadamente 400.000 dólares en los Estados Unidos. Si bien Frankenheimer logra con relativo éxito capturar la atención del espectador durante gran parte del metraje, a fin de cuentas “The Holcroft Covenant” puede considerarse como un producto fallido, el cual no logra comprimir una novela de suspenso de 500 páginas dentro de una historia coherente de dos horas de duración. Y es que muchos de los diálogos son sencillamente olvidables o carecen de demasiado sentido, lo que le dificulta aún más la tarea a un espectador que intenta no perderse entre los numerosos giros dramáticos del film. Al mismo tiempo, los intentos por inyectarles vida a los diversos personajes unidimensionales que desfilan a lo largo de este complejo thriller, son demasiados escasos como para tener algún efecto tangible en la trama. Pese a todo lo antes mencionado, “The Holcroft Covenant” se ve beneficiado del buen trabajo del elenco participante, y de los breves pero significativos destellos de brillantez de Frankenheimer, lo que en conjunto apela a la capacidad del espectador de obviar determinados detalles y lo inverosímil que por momentos resulta la historia.
por Fantomas.
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