En el pequeño pueblo costero de Potter´s Bluff, es encontrado un hombre gravemente quemado luego de sufrir lo que en apariencia parece ser un accidente automovilístico. El sheriff del pueblo, Dan Gillis (James Farentino), sospecha que se trata de un intento de asesinato, especialmente luego de que encuentra el cuerpo mutilado de un pescador. Cuando los cuerpos se comienzan a apilar, será responsabilidad de Gillis descubrir que es lo que se esconde tras los sangrientos asesinatos ocurridos en lo que hasta entonces parecía ser una localidad tranquila.

El guión escrito por Dan O´Bannon y Ronald Shusset, sitúa al espectador en el pequeño pueblo de Potter´s Bluff, donde han comenzado a ocurrir una serie de sucesos bastante extraños. De hecho, para los pocos turistas que llegan a dicho lugar, es imposible abstraerse de lo poco hospitalarios que resultan ser los peculiares habitantes de la localidad ubicada en medio de Nueva Inglaterra. Lamentablemente, la impresión de los turistas no resulta ser demasiado duradera, ya que estos constantemente son asesinados sin razón aparente por un largo grupo de personas al poco tiempo de su llegada al lugar. Tras el asesinato de un fotógrafo que se encontraba de paso por el pueblo, el Sheriff Dan Gillis se propone resolver el crimen. Sin embargo, cuando los cuerpos continúan apilándose, el Sheriff comienza a pensar que los crímenes no son responsabilidad de un simple demente que ha decidido emprender una cruzada homicida, sino que están ligados a una confabulación de tintes mucho más diabólicos cuyo origen desconoce por completo. Lo que es aún peor, es que aparentemente todas las personas que lo rodean están involucradas en los homicidios, incluyendo a Dobbs (Jack Albertson), el peculiar forense y empresario fúnebre del pueblo, a su amigo Harry (Robert Englund), y a su esposa Janet (Melody Anderson). Acorralado y confundido, a Gillis no le quedará más remedio que confiar en sus instintos si es que desea descubrir el secreto que se esconde tras los asesinatos, el cual probablemente va a cambiar su vida para siempre.

Un aspecto único de “Dead & Buried” es la forma en como el film progresa del humor negro al terror más serio. De manera inteligente, Sherman se preocupa de utilizar el gore no con la intención de simplemente horrorizar al espectador, sino que con el objetivo de obligarlo a preguntarse qué es lo que sucederá después. De hecho, gran parte de las escenas más efectivas del film no involucran ningún tipo de violencia gráfica, sino que se apoyan en una atmósfera dada por la presencia de sonidos inesperados, escenarios escalofriantes, y la aparición de figuras sombrías que se manifiestan sin previo aviso. El gran mérito del director es que fue capaz de fusionar y complementar imágenes tan impactantes como una cuyo centro de atención es una larga aguja hipodérmica que está puncionando un ojo humano, o aquella que sitúa a una familia de aterrorizados turistas al interior de una lúgubre casa, mientras que en el exterior se encuentra un grupo de violentos pueblerinos con pulsiones claramente homicidas, con diversos giros argumentales los cuales están basados tanto en determinados clichés del cine de terror, como en un puñado de ideas originales expuestas por Dan O´Bannon y Ronald Shusset, lo que da como resultado que el aspecto estético del film en todo momento mantenga la misma importancia que el aspecto narrativo del mismo.

Reinventar determinados arquetipos siempre se ha presentado como una tarea difícil de realizar, principalmente porque estos suelen representar una idea o un concepto de forma tan contundente, que terminan definiéndolo por completo. Esto es especialmente cierto dentro del cine de terror. Un vampiro nunca va a ser otra cosa más que un vampiro, sin importar la forma en la que esté vestido, lo romántico de su imagen, o incluso si se reconfigura su sed de sangre. Lo mismo sucede con los licántropos, los fantasmas, los asesinos seriales, y en especial con los zombies. Los muertos vivientes suelen tener una gama de limitaciones que los sitúan en un espectro especial dentro del género del horror. Si bien su hambre de carne humana resulta ser definitivamente perturbadora, su falta de agilidad en una gran cantidad de ocasiones resulta ser bastante irrisoria. Desde luego, durante el transcurso de los años han sido varios los realizadores que han intentado cambiar el arquetipo ligado a la figura de los zombies, todos con distintos resultados. Es precisamente en este departamento que Gary Sherman resulta triunfador, en gran medida porque comprende a cabalidad el concepto de que los muertos vivientes no son más que el reflejo de la crisis cultural existente en la sociedad, la cual impulsa al hombre a un egocentrismo tal que necesita apreciarse a sí mismo incluso cuando está sumido en la más completa decadencia biológica. Por todo lo antes mencionado, “Dead & Buried” es una de las pocas producciones que realmente se merece el título de film de culto que ostenta prácticamente desde el momento de su estreno.
por Fantomas.
2 comentarios:
La conocía por tener a O'Bannon en el guión, pero lo cierto es que nunca me decidí a verla (demasiadas malas "películas de culto" he visto ya...)
Pero lo cierto es que con tu reseña me han entrado ganas de buscarla.
Saludos ;)
Muy buen film, me encanta el guión y la direccion de Sherman y es mas la pongo un escalón arriba de Death Line. El final del film es de lo mejor, como si de un episodio de Cuentos de la Cripta se tratase...
saludos
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