jueves, 6 de enero de 2011

The Changeling: Vida nueva, casa nueva.

“The Changeling” (1980), es un film de terror del director Peter Medak, el cual está protagonizado por George C. Scott, Trish Van Devere y Melvyn Douglas.

Un pianista llamado John Russell (George C. Scott), se muda a una hermosa pero misteriosa mansión para olvidar el trágico accidente que cobró la vida de su esposa e hija. Sin embargo, él pronto descubrirá que no vive sólo; en la casa se esconde un diabólico espíritu que lo obligará a descubrir el oscuro secreto que esconde el lugar.

En el año 1968, el escritor Russell Hunter arrendó una fastuosa mansión en la ciudad de Denver por la increíble suma de 200 dólares, ya que nadie más estaba dispuesto a arrendar el inmueble. A poco más de una semana de haberse mudado al lugar, comenzaron a suceder una serie de extraños acontecimientos. Mientras que por momentos se escuchaba un golpeteo constante de procedencia desconocida, en otras ocasiones las puertas se abrían y se cerraban sin control alguno, y las murallas de la casa empezaban a vibrar repentinamente. Tras hablar con una mujer que le aseguró que en la mansión habitaban fantasmas, Hunter decidió realizar una sesión de espiritismo con el objetivo de descubrir el misterio que escondía el lugar. Basado en dicha experiencia, Hunter escribiría una historia que titularía “The Changeling”, la cual posteriormente sería adaptada por los guionistas Diana Maddox y William Gray, y producida por la compañía canadiense Chessman Park Productions. Paralelamente, en aquel entonces el director Peter Medak estaba buscando dar el salto de la televisión al mundo del cine, para así poder plasmar diversas historias con un marcado trasfondo social en la pantalla grande. Consciente de que para cumplir su sueño primero tenía que filmar una producción comercialmente exitosa, Medak aceptó dirigir “The Changeling”, pese a que nunca demostró un gran apego por el cine de terror.

Según el mismo Medak, el guión presentaba un elemento en particular que lo convenció de sumarse al proyecto. Dicho elemento sería la escena en la que el protagonista realiza una sesión de espiritismo, tras lo cual dedica una buena cantidad de tiempo escuchando las grabaciones de dicha sesión. Y es que en gran medida, dicha escena no solo enmarca la clase de horror que presenta el film, sino que además revela que “The Changeling” es una cinta mucho más profunda de lo que parece en un principio. La película comienza con el trágico accidente que sufre la esposa y la hija del afamado pianista John Russell, quien debido a que se encuentra atrapado al interior de una cabina telefónica, no tiene más remedio que mirar con impotencia como su familia es atropellada por un chofer que ha perdido el control del camión que conduce. Dicho acontecimiento de inmediato le otorga a Russell la suficiente carga emocional como para replantearse por completo su vida, lo que eventualmente lo lleva a mudarse a otra ciudad para intentar comenzar desde cero. Lo que él no sabe, es que la pérdida que ha sufrido lo ha empujado a estar en sintonía con el mundo espiritual, lo que sumado a su innegable sensibilidad artística, provocan que eventualmente termine estableciendo una aterradora conexión con el espíritu que aparentemente habita en su nuevo hogar.

Una vez que John Russell establece contacto con el fantasma que ronda la mansión, este decide pedirle ayuda a Claire Norman (Trish Van Devere), una agente inmobiliaria que si bien lo acompaña y lo apoya cada vez que lo necesita, no alcanza a convertirse en el interés amoroso del aún acongojado viudo. A diferencia del protagonista, quien se muestra extremadamente tranquilo con respecto a todos los extraños acontecimientos que suceden a su alrededor, Claire responde al clásico estereotipo de la mujer asustadiza que se encuentra tan enraizado en el cine de terror, aun cuando de todas formas es retratada como una mujer bastante inteligente, la cual será de gran utilidad en la investigación que John realiza sobre la historia de su nuevo hogar. Dentro de esa misma investigación, en un determinado momento el protagonista encuentra un acceso secreto al ático, el cual aparentemente alguna vez fue utilizado como un dormitorio. En dicho lugar, encontrará una caja de música cuya melodía es exactamente igual a una que había compuesto algunos días antes, lo que lo llevará a buscar la ayuda de un grupo de parasicólogos, quienes grabaran una sesión de espiritismo que le permitirá a John descifrar algunos aspectos del complejo misterio que tiene entre manos. Eventualmente, sus conjeturas lo conducirán hasta el poderoso Senador Joe Carmichael (Melvyn Douglas), cuya familia alguna vez fue dueña de la mansión en la que ahora reside Russell. Ante la reticencia de Carmichael, quien piensa que Russell planea chantajearlo, al protagonista no le queda otra alternativa que averiguar qué tan lejos está dispuesto a llegar el Senador para encubrir lo que alguna vez sucedió en la vieja mansión.

Lejos del efectismo de otras películas pertenecientes al género del horror sobrenatural, como por ejemplo “The Amityville Horror” (1979) o “Poltergeist” (1982), el film de Medak presenta una elegancia y una sobriedad que provoca que el horror presente en la historia surja de elementos tan sencillos como una tecla de piano pulsada a destiempo, una pequeña silla de ruedas, una pelota que baja repentinamente unas escaleras, o una serie de golpeteos que comienzan a escucharse muy temprano en la mañana. De manera inteligente, el directo mezcla elementos propios del melodrama con otros claramente sacados del género del horror, para dar vida a una historia en la que un fantasma busca ponerse en contacto con un hombre para que le sirva de intermediario en el mundo de los vivos en su afán de venganza. La que sin lugar a dudas es la secuencia más recordada de la cinta, es aquella que corresponde a la ya mencionada sesión de espiritismo. Con el objetivo de que dicha secuencia resulte del todo escalofriante, Medak sitúa la cámara de manera tal que los personajes parecen estar siendo observados de forma constante por la entidad fantasmal, lo que logra gracias al uso de travellings que recorren los amenazantes pasillos de la casa, y contrapicados que convierten a las escaleras de la lúgubre mansión en un personaje más del relato.

En el ámbito de las actuaciones, si bien George C. Scott logra con éxito proyectar el sufrimiento que siente el protagonista luego de perder a su familia, su reacción ante los extraños hechos que suceden al interior de su nueva casa resulta ser demasiado contenida como para resultar del todo creíble. Trish Van Devere por su parte, quien dicho sea de paso era la esposa de Scott en la vida real, no solo exhibe una gran química con su co-protagonista, sino que además se muestra más sensible a las manifestaciones sobrenaturales que ocurren en el hogar de Russell, lo que permite que el espectador hasta cierto grado se identifique más con su personaje que con el mismo protagonista. Finalmente, Melvyn Douglas interpreta de buena manera a un hombre poderoso que de forma repentina, se ve amenazado por un oscuro secreto familiar del cual aparentemente no sabe absolutamente nada. En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta no solo cuenta con la efectiva banda sonora del compositor Rick Wilkins, sino que además presenta el magnífico trabajo de fotografía de John Coquillon, quien es uno de los grandes responsables de la atmósfera opresiva que domina al relato. Por último, cabe destacar la labor de Gene Grigg, cuyos efectos especiales pese a ser bastante sencillos, logran ser lo suficientemente efectivos como para infundirle una cierta cuota de temor al espectador.

Pese a que al momento de su estreno “The Changeling” fue recibida de forma más bien tibia tanto por el público como por la crítica especializada, con el correr de los años se ha convertido en un film de culto y en una fuente de inspiración para varios realizadores, como por ejemplo Alejandro Amenábar y M. Night Shyamalan, quienes han sabido reconocer que la mezcla de melodrama, horror y misterio existente en el guión de Diana Maddox y William Gray, le han otorgado una profundidad distintiva a una cinta que de otra forma hubiese resultado demasiado familiar. Aunque claramente no es una película perfecta, y se ve tremendamente afectada por la indiferencia con la que el protagonista maneja todo el asunto, lo que indirectamente influye en la forma en como el espectador percibe el horror que ocurre al interior de la mansión de Russell, el film de Medak hace precisamente lo que deberían hacer todas las producciones que se centran en la existencia de una casa embrujada: Contar una historia trágica que presente personajes creíbles, las cuales no necesiten apoyarse en el uso de violencia excesiva, efectos especiales, o golpes de efecto para resultar convincentes o aterradoras.



por Fantomas.

5 comentarios:

HorroJeur dijo...

Una buena cinta, efectivamente, pero no una obra maestra. Que sea la película favorita de Alejandro Amenabar dice mucho de él, y poco bueno...

Pliskeen (David Ribet) dijo...

Una de las películas de "casas encantadas" por excelencia de la historia del cine.

Merece un revisionado para valorarla en su justa medida.

Saludos ;)

Möbius el Crononauta dijo...

Una película cuya segunda parte es curiosa, la derivación resta algo a una primera parte estupenda, con escenas inolvidables.

No será una obra maestra, pero es un gran film.

Saludos

BeaClane dijo...

Inquietante... No la he visto pero espero hacerlo pronto, aunque no con grandes expectativas por lo que leo.

Magnífica entrada ;D.

Don fofo dijo...

Apuntada para verla lo antes posible,al leer tu comentario no pude evitar relacionarla temáticamente a "The Leyend of Hellhouse", y eso la hace automáticamente irresistible para mi.

Saludos!

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