jueves, 1 de marzo de 2012

Telefon: Hipnosis a distancia.

“Telefon” (1977), es un thriller del director Don Siegel, el cual está protagonizado por Charles Bronson, Lee Remick, y Donald Pleasence.

Nikolai Dalchimski (Donald Pleasence), un ex agente de la KGB, roba un libro con los nombres de todos los agentes secretos de la agencia enviados a los Estados Unidos en los años cincuenta. Cuando estos empiezan a realizar actos de sabotaje contra instalaciones del gobierno americano, el gobierno soviético decide enviar al coronel Borzov (Charles Bronson) para localizar y eliminar a Dalchimski antes de que este provoque la Tercera Guerra Mundial.

En 1975, tras leer la novela “Telefon” del escritor norteamericano Walter Wager, la cual se centraba en la idea del uso del control mental como un arma capaz de desatar o solucionar un conflicto bélico, el productor y director James B. Harris reconoció el potencial comercial que poseía la historia y decidió comprar los derechos de la misma, con la intención de llevarla a la pantalla grande. Si bien en un principio Harris había pensado en Peter Hyams para el puesto de director (sería el mismo Hyams en compañía de Stirling Silliphant quienes escribirían el guión), los ejecutivos de la MGM desestimaron su idea porque según ellos, era más conveniente que la cinta fuera dirigida por un realizador con más experiencia. Fue así como Don Siegel se sumó al proyecto, sin imaginar la gran cantidad de problemas que tendría con el protagonista del film, el siempre popular Charles Bronson. El actor, quién en ese entonces había logrado establecerse como uno de los tipos duros más reconocidos de la pantalla grande, estaba consciente de su popularidad, razón por la cual no solía ser muy cooperador con los directores o los actores con los cuales trabajaba.

El primer problema que tuvo Siegel con Bronson, tuvo relación con el famoso bigote del actor. Para el director, era necesario que Bronson se afeitara el bigote una vez que su personaje comenzara su misión de “espionaje”, con el fin de que este no pudiera ser reconocido por el villano de turno y las autoridades norteamericanas. Sin embargo, el actor se negó a afeitarse el bigote, iniciando una fuerte discusión con Siegel, quien eventualmente tuvo que ceder de mala gana al capricho del actor. Lo que resulta aún más curioso, fue la negativa de Bronson de besar a Lee Remick en la escena que esta lo va a buscar al aeropuerto a su llegada a Norteamérica. El actor básicamente se negó porque según él, cuando su esposa lo iba a buscar al aeropuerto jamás lo besaba. Ante esto, Siegel le dijo a Remick que entonces lo abrazara en la ahora polémica escena, a lo que la actriz le respondió: “Pero, Don, no me atrevo. Él es capaz de golpearme”. Aunque eventualmente la escena sería rodada sin inconvenientes, la tensión en el set era palpable, y terminó estallando en la filmación de una escena al interior del Hotel Hyatt de San Francisco. En dicha escena, el personaje de Bronson debía bajarse de un ascensor de vidrio para ir tras uno de los agentes de la KGB. Para que las cámaras pudiesen tomar el ascensor sin problemas, Siegel marcó con una cinta negra el lugar donde el actor debía bajarse, lo cual no le hizo ninguna gracia a Bronson quien sintió que lo estaban tomando por tonto. Tras una fuerte discusión en la cual el director amenazó con abandonar el film, el actor decidió hace una tregua con Siegel, la cual se extendió hasta el fin del rodaje.

La cinta básicamente se centra en la paranoia existente a ambos lados de la cortina de hierro durante la Guerra Fría, y en los alcances de la misma. El villano de turno es Nikolai Dalchimski, un agente de la KGB que tras enterarse de un proyecto secreto llamado “Telefon”, decide que él es el encargado de iniciar un conflicto bélico de proporciones catastróficas. Pero, ¿en qué consiste dicho proyecto? Como bien se lo explica el general Strelsky (Patrick Magee) al personaje de Bronson al principio del film, a principios de los cincuenta, la KGB preparó a 51 agentes para infiltrarse en el corazón de los Estados Unidos. La particularidad de dichos agentes, es que gracias a la hipnosis, basta que escuchen un poema de Robert Frost para que se conviertan en bombas de tiempo ambulantes, y realicen ataques suicidas contra una serie de puntos estratégicos norteamericanos. Ante dicho escenario, el coronel Borzov es enviado a Norteamérica, donde junto a Barbara (Lee Remick), una agente de la CIA, tendrán que encontrar a Dalchimski y eliminar cualquier rastro del macabro proyecto antes de que este llegue a oídos de las autoridades norteamericanas, dando inicio a una guerra sin precedentes.

Resulta curioso como la cinta funciona en distintos niveles. Es un thriller efectivo, cuya tensión se mantiene no solo por lo aleatorio de los ataques suicidas, lo cual obviamente dificulta la tarea de Borzov y compañía, sino además por el hecho de que el espectador no tarda en darse cuenta que el protagonista no es más que un simple peón de sus superiores y de su propia compañera, quien tiene órdenes de asesinarlo una vez que este cumpla su misión. Por otro lado, “Telefon” bien podría ser vista como una “road movie”, aunque técnicamente no lo sea. En un principio, la relación entre Barbara y Borzov es áspera y se basa en la mutua desconfianza. Ninguno tiene claro las órdenes del otro, y su asociación no ha sido voluntaria, sino que ha sido impuesta por sus superiores. Será a medida que viajan por los Estados Unidos en búsqueda de Dalchimski, que la improvisada dupla entabla una relación de compañerismo, la que no tardará en convertirse en algo más. Además la cinta presenta un par de trepidantes escenas de acción, que involucran explosiones, peleas de puños, persecuciones a toda velocidad, e incluso una serpiente de cascabel. Por último, el film presenta una mirada cómica al entonces cada vez más relevante mundo de las computadoras, las cuales son utilizadas por la diligente agente de la CIA, Dorothy Putterman (Tyne Daly), para intentar solucionar todas las interrogantes que plantean los extraños ataques suicidas que han emprendido una serie de supuestos ciudadanos norteamericanos comunes y corrientes.

Si bien Charles Bronson jamás será recordado por sus habilidades actorales, en esta ocasión realiza un buen trabajo interpretando a este militar frio e implacable, que a medida que transcurre la cinta va mostrando algunos rasgos de humanidad, sin dejar de lado su personaje de tipo duro. Por su parte, Lee Remick se presenta como el complemento perfecto del personaje de Bronson, con quién tiene una gran química, lo que obviamente ayuda a que la relación que se va cimentando entre ellos durante el transcurso de la cinta resulte creíble. Por último cabe destacar la actuación de Donald Pleasence, quien interpreta de gran manera a este villano megalómano, voyerista y cobarde, que disfruta viendo como los agentes encubiertos se convierten en verdaderos entes, y se inmolan por una causa que carece de sentido. En el apartado técnico, la cinta cuenta con el correcto trabajo de fotografía de Michael Butler, y con la efectiva banda sonora del compositor Lalo Schifrin, que se presenta como uno de los puntos altos del film.

Aunque en general esta producción cuenta con más virtudes que defectos, si tiene algunos detalles que pueden llegar a molestarle a ciertos espectadores. Si bien el personaje interpretado por Tyne Daly aporta con algunas dosis de humor, este bien pudo haber sido sacado de film, ya que gran parte de sus intervenciones no tienen mayor importancia dentro del desarrollo de la historia. Por otro lado, hay que reconocer que el relato en general es bastante fantástico (de hecho, el mismo Siegel reconocería que el guión era “totalmente imposible de creer”), lo que da pie a explicaciones curiosas, como el método que está utilizando Dalchimski para escoger a sus víctimas, y a situaciones que rayan en el surrealismo, como lo que sucede en la escena donde se lleva a cabo la confrontación final entre los protagonistas y el personaje de Pleasence. Más allá de estos detalles, “Telefon” es una cinta entretenida, que presenta un ritmo adecuado, y que mezcla de buena manera distintos elementos narrativos, por lo que puede ser considerado como uno de los films de espías más interesantes de los setenta, el cual parece haber sentado las bases de lo que sería la trama de la comedía “The Naked Gun” (1988), donde el villano interpretado por Ricardo Montalbán también emplea la hipnosis para convertir a ciudadanos comunes en asesinos improvisados.



por Fantomas.

1 comentario:

Sam_Loomis dijo...

Confiesto que hasta donde me da la memoria, nunca he visto a George Peppard en algo que no sea capítulos de "The A-Team", jejeje.

¡Saludos!

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