lunes, 14 de mayo de 2012

Taste the Blood of Dracula: El Conde Drácula y su curiosa cruzada de venganza.

“Taste the Blood of Dracula” (1970), es una cinta de terror del director Peter Sasdy, la cual está protagonizada por Christopher Lee, Geoffrey Keen y Linda Hayden.

Lord Courtley (Ralph Bates), un depravado satanista obsesionado con la idea de resucitar a Drácula (Christopher Lee), convence a tres caballeros para comprar unas reliquias pertenecientes al mismísimo Príncipe de las Tinieblas: su capa, una cadena y un frasco de sangre pulverizada. Reunidos en una vieja iglesia, el grupo practicará un extraño ritual cuyas consecuencias serán más terribles de lo que imaginaban.
A principios de la década del setenta, las producciones de la compañía británica Hammer Films comenzaron a exhibir la carencia de ideas de los profesionales a cargo del estudio. Esto eventualmente provocaría que existieran algunos roces entre productores, directores, guionistas y actores, generando un tenso ambiente laboral. Esto fue precisamente lo que ocurriría durante la producción de “Taste the Blood of Dracula”, que sería la quinta entrada de la saga del famoso vampiro que realizó la llamada Casa del Martillo. Algunos de los problemas que experimentaría la producción se arrastraban del rodaje del film “Dracula has Risen from the Grave” (1968), donde Christopher Lee tuvo que ser persuadido por James Carreras para interpretar al Conde. Por este mismo motivo, el actor reaccionó de mala manera cuando el productor le pidió protagonizar “Taste the Blood of Dracula”, puntualmente porque sentía que su sueldo era demasiado bajo en relación a las ganancias que estaba obteniendo el estudio fuera de Inglaterra con sus producciones. Cuando Lee se negó a participar en el proyecto, los creativos de la Hammer se lanzaron a la tarea de encontrar a un actor más joven para darle una nueva imagen a Drácula. El actor seleccionado para llevar a cabo dicha labor sería un joven de 29 años llamado Ralph Bates, cuya experiencia profesional solo se limitaba a una participación en una miniserie basada en la vida de Calígula. 

Lamentablemente, este intento de renovación por parte de la Hammer no fue visto con buenos ojos por sus asociados norteamericanos, la productora Warner-Seven Arts, quienes habían accedido a financiar la cinta solo si esta era protagonizada por Christopher Lee. A raíz de esto, la productora Aida Young se vio obligada a convencer al complicado actor de reintegrarse al proyecto, quien tras una serie de conversaciones finalmente aceptó participar en el film. Sin embargo, su tardía inclusión no le dejaría mucho tiempo al productor y guionista Anthony Hinds, quien como de costumbre fue acreditado bajo el seudónimo de John Elder, para cambiar algunos aspectos del guión ya terminado, por lo que no solo Drácula aparece recién durante la segunda mitad de la cinta, sino que además Ralph Bates tuvo que resignarse a interpretar a un súbdito del vampiro cuya participación en pantalla es bastante reducida. Una vez finalizado el rodaje y cuando todo el mundo pensaba que los problemas se habían acabado, surgió otro inconveniente que generaría una nueva polémica al interior del estudio. Durante la primavera de 1969, el hijo del director Freddie Francis, Kevin Francis, le entregó a Brian Lawrence y James Carreras un guión titulado “Dracula´s Feast of Blood”, el cual servía de secuela a la ya mencionada “Dracula Has Risen From the Grave”. Si bien el guión fue rápidamente rechazado, tras el estreno de “Taste the Blood of Dracula” Francis se percató que varios elementos presentes en su guión habían sido plasmados en el film por el director Peter Sasdy. Aunque el asunto no llegó a mayores, la acusación de plagio llevaría a Anthony Hinds, quien hacía un tiempo que estaba desencantado con su rol al interior de la Hammer, a presentar su renuncia justo un año después del estreno de la cinta.

“Taste the Blood of Dracula” comienza exactamente donde termina “Dracula Has Risen From the Grave”, con el fallecimiento del vampiro luego de haber sido atravesado por una cruz gigantesca. Aprovechando la curiosa oportunidad que se le presenta, un vendedor ambulante que justo pasaba por el lugar, decide recoger parte de los restos de Drácula con la intención de comercializarlos en algún momento. Luego de esta breve introducción, la cinta se sumerge de lleno en las andanzas de William Hargood (Geoffrey Keen), Samuel Paxton (Peter Sallis) y Jeremy Secker (John Carson), los cuales son tres caballeros victorianos que bajo la apariencia honorable que intentan proyectarle al resto de los miembros de la comunidad en la que residen, esconden una serie de oscuros deseos que los llevan a asistir de forma regular a diversos burdeles ubicados en los barrios más peligrosos de la región. Es en una de sus tantas visitas a estos burdeles que conocen a un hombre llamado Lord Courtley, quien los convence de comprar ciertos artefactos que son necesarios para realizar un ritual que les asegurará placer eterno. Lamentablemente, durante la realización del ritual satánico que consistía en beber una copa de la sangre de Drácula, los tres hombres entran en pánico y terminan asesinando a Courtley. Debido a este trágico acontecimiento, el mítico vampiro volverá a la vida utilizando el cuerpo de su lacayo, con la única intención de vengarse de los hombres que lo asesinaron y de sus respectivas familias.

La temprana muerte de Lord Courtley y la posterior utilización de su cuerpo como contenedor del espíritu de Drácula, es el primero de una serie de acontecimientos que terminan relegando al vampiro a un papel secundario dentro de una historia que estaba llamado a protagonizar. Reforzando esta idea de que el Conde no es más que un adorno en la trama, se encuentra el hecho de que Drácula utiliza a los hijos de los tres hombres involucrados en el ritual, como verdaderos peones de su venganza, en especial a la hija de Hargood, Alice (Linda Hayden). Con respecto a esto, cabe mencionar que la vampirización de los integrantes más jóvenes de familias de los caballeros victorianos oculta un significado mucho más profundo de lo que parece. El trío conformado por Hargood, Paxton y Secker, en su afán de mantener las apariencias, han forzado a sus hijos a vivir bajo ciertos códigos morales bastantes estrictos, lo que inevitablemente ha provocado en los jóvenes un fuerte sentimiento de frustración que eventualmente terminarán volcando sobre quienes los reprimen. En el caso puntual de Alice Hargood, debido a que su padre no solo reprueba su relación con Paul Paxton (Anthony Higgins), sino que además es violento con ella y con su madre, no resulta extraño que ella sea en la primera víctima en caer bajo el influjo de Drácula, y que termine convirtiéndose en una pieza importante del siniestro plan del vampiro.

En el ámbito de las actuaciones, Christopher Lee logra con éxito que Drácula se presente como un personaje intimidante pese a lo pobre de sus diálogos y a lo breve de su participación. Geoffrey Keen por su parte, interpreta de manera perfecta a un hombre reprimido que cree controlar el mundo que lo rodea, hasta que se involucra con cosas que van más allá de su comprensión. En gran medida, William Hargood es el verdadero villano de una historia que presenta como tema central la influencia de los pecados de los padres sobre sus hijos, y como estos eventualmente se vuelven en su contra. En cuanto al resto del elenco, si bien la mayoría realiza un trabajo correcto, lamentablemente tanto Linda Hayden como Anthony Higgins no logran que el espectador empatice con la situación en la que se ven envueltos sus personajes, lo que obviamente influye en capacidad de impacto de la subtrama que protagonizan. En lo que al aspecto técnico de la producción se refiere, se destaca el estupendo trabajo de fotografía de Arthur Grant, el maravilloso diseño de producción de Scott MacGregor, y la efectiva banda sonora del compositor James Bernard, la cual curiosamente se parece bastante a la que el músico escribió para la cinta “The Devil Rides Out” (1968). Por último, es necesario mencionar el buen trabajo de Peter Sasdy, quien no solo utiliza una serie de interesantes ángulos de cámara para contrastar la inmensidad del poder de Drácula con la fragilidad del resto de los personajes, sino que además consigue que la escena de la resurrección del vampiro se convierta en una de las más memorables del film, debido a que incluso utiliza algunos efectos en stop-motion en su intento por sorprender al espectador. 

La mayoría de los problemas de “Taste the Blood of Dracula” se desprenden de los cambios en el guión que tuvo que realizar de manera apresurada Anthony Hinds. Mientras que por un lado resulta poco creíble que Drácula vuelva a la vida solo con la intención de vengar la muerte de un seguidor que jamás conoció, por otra parte resulta bastante curioso el hecho de que por momentos la trama tome distancia del tema del vampirismo, considerando que se trata de una cinta que tiene al famoso Conde como protagonista. En la vereda contraria, el film se beneficia enormemente del impresionante trabajo de locaciones realizado en la campiña de Hertfordshire, y de las escenas filmadas en el atmosférico Cementerio Highgate. Pese a todas sus falencias, “Taste the Blood of Dracula” es una película entretenida que tiene la virtud de presentar algunas ideas interesantes, un puñado de buenas actuaciones, y un llamativo aspecto técnico. Solo algunos meses después del estreno de esta cinta, la Hammer produciría su sexto largometraje de Drácula titulado “Scars of Dracula” (1970), el cual presentaría una estética muy distinta a la exhibida en las producciones clásicas del estudio. Es a raíz de esto que la cinta de Peter Sasdy sigue siendo considerada por muchos estudiosos como el último gran film de horror gótico de la Hammer, compañía que durante años dominó completamente el mercado del cine de terror mundial.



por Fantomas.

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