“Sitting Target” (1972), es un thriller de acción del director Douglas Hickox, el cual está protagonizado por Oliver Reed, Ian McShane y Jill St. John.
Harry Lomart (Oliver Reed) está cumpliendo una sentencia por un violento robo. Durante una visita de su esposa Pat (Jill St. John), ella le cuenta que está embarazada de otro hombre, lo que desata la ira de Harry quien jura asesinar a su esposa y a su nuevo novio. Con la ayuda de su amigo Birdy Williams (Ian McShane), Harry logra escapar de prisión determinado a asesinar a todo el que se atreva a tratar de impedir su descarnada venganza.
“Sitting Target” fue uno de los tantos thrillers marcadamente pesimistas que fueron producidos al interior de la industria cinematográfica británica durante la década del setenta, los cuales nacieron como la progresión natural del drama criminal que hasta entonces se venía desarrollando. La gran diferencia que presentaban producciones como “Sitting Target” o “Get Carter” (1971), del director Mike Hodges, es que aun cuando revisaban prácticamente las mismas temáticas que gran parte de las cintas clásicas pertenecientes al mismo género, lo hacían desde un prisma teñido por la violencia y por un marcado sentido de la realidad, todo esto gracias a que para ese entonces los organismos de censura ingleses habían eliminado un buen número de sus restricciones temáticas. A sabiendas del interés que estaba presentando el público por este tipo de cintas, el productor Barry J. Kulick rápidamente compró los derechos de la novela “Sitting Target”, del escritor Laurence Henderson, la cual relataba la historia de un violento convicto que se escapa de prisión solo para asesinar a su esposa infiel, para posteriormente encargarle la adaptación de la misma al legendario guionista Alexander Jacobs, cuyo trabajo más celebrado fue el guión de “Point Blank” (1967).
En “Sitting Target”, pese a haber sido encarcelado gracias a un soplón anónimo, el criminal profesional Harry Lomart parece dispuesto a pasar aproximadamente quince años en prisión. Después de todo, él supone que su amada esposa lo estará esperando hasta que finalmente sea dejado en libertad. Sin embargo, en una de las visitas de su esposa a la cárcel, Harry no solo se entera que esta desea divorciarse, sino que además se encuentra embarazada de otro hombre. Enceguecido por la ira, Harry intenta estrangular fallidamente a su esposa, y de inmediato jura asesinarla a ella y a su nuevo novio apenas logre salir de prisión. Con la ayuda de Birdy Williams, quien además de ser su mejor amigo es su compañero de fechorías, Harry logra escapar del recinto penitenciario con la sola intención de cumplir con sus amenazas. Es por esto que aun cuando Williams intenta convencerlo de viajar fuera del país, lejos del alcance de la policía, Harry es incapaz de dejar de lado la violenta cruzada en la que se ha embarcado. Decidido a acabar con cualquiera que se atreva a atravesarse en su camino, Lomart se enfrentará tanto a la policía encabezada por el Inspector Milton (Edward Woodward), como con algunos integrantes de los bajos mundos, lo que eventualmente lo llevará a encontrar algunas respuestas que hubiese sido mejor no haber conocido jamás.
Durante prácticamente todo el transcurso del film, Hickox intenta establecer el drama interno por el cual está pasando Lomart y el limitado rango de acción que este tiene para intentar solucionarlo. Todo esto le provoca un alto grado de frustración, por lo que no resulta extraño que entremedio de sus múltiples episodios violentos, el protagonista demuestre ser un hombre vulnerable. Poco después de que su esposa Pat le confiese la situación en la que se encuentra, es posible ver a Lomart tendido en su celda con lágrimas en los ojos. Esta no será la única ocasión en la que se puede apreciar la aparente fragilidad del protagonista. Algo similar sucede cuando va a recuperar el botín conseguido en el robo por el cual fue apresado. Cuando está por salir del Teatro Hipódromo de Londres con el dinero en sus manos, él decide detenerse sobre el escenario para realizar una reverencia ante los cientos de asientos vacíos que colman el recinto, reconociendo en cierta forma que la cruzada de violencia que ha emprendido probablemente no tendrá un final feliz. De la misma manera, el director intenta establecer el estado mental de Harry contrastando sus actitudes con las de Birdy, quien por momentos parece tener su propia agenda. En dos ocasiones puntuales, tanto a Harry como su compañero se les presenta la oportunidad de tener sexo con dos bellas mujeres. Sin embargo, Lomart prefiere negarse a disfrutar de los placeres de la carne, básicamente porque bajo toda la ira descontrolada que siente y expresa, en el fondo aún está enamorado de su infiel esposa.
Si por algo se caracteriza “Sitting Target”, es por el hecho de que muchas de sus escenas exudan brutalidad y tensión. Ya sea cuando Harry está golpeando ferozmente a un traficante de armas o cuando este se encuentra en medio de una persecución a bordo de un jeep, prácticamente todas las escenas del film poseen pequeñas dosis de acción. Con respecto a esto, existe una secuencia en particular que suele ser recordada por sus altas dosis de adrenalina y por su particular estilo visual, en la cual Lomart es perseguido por un par de policías motorizados en medio de un laberinto conformado por numerosos tendidos de ropa. Aunque a nivel práctico todo esto puede parecer absurdo, mediante un estilo de edición desorientador y vistoso, Hickox logra convertir un escenario algo irrisorio en un concepto absolutamente extraordinario y dinámico. En otras secuencias como la de la fuga de la prisión, el director se inclina por un suspenso más clásico y en cierta medida más realista, el cual está dado por los múltiples obstáculos que deben superar Lomart y sus dos compañeros de fuga. Entre otras cosas, el protagonista se ve obligado a sobornar guardias, escalar muros, asesinar brutalmente a un feroz perro guardián, y a balancearse desde un andamio hacia el muro exterior de la prisión con un gancho improvisado.
Indudablemente el film carecería de credibilidad o de capacidad de impacto si no fuese por la estupenda actuación del elenco participante. Oliver Reed siempre se caracterizó por interpretar con sumo profesionalismo a personajes violentos, intensos y algo primitivos, cuyas emociones se desbordan a tal punto que no les permiten pensar con claridad. En el caso puntual de Harry Lomart, este podría ser descrito como un hombre consumido por un torbellino emocional, el cual está involucrado en algo que escapa de su control y de su entendimiento. Si bien es indiscutible que la actuación de Reed es una de las principales atracciones que presenta “Sitting Target”, el resto del elenco, en especial Ian McShane, se complementan de buena manera con las crisis violentas del protagonista y con sus repentinos cambios de ánimo. En cuanto al aspecto técnico del film, resulta destacable el interesantísimo trabajo de fotografía de Edward Scaife, y la punzante banda sonora del compositor Stanley Myers, la cual en gran medida refleja el particular estado de ánimo de Lomart. En relación a la selección de locaciones, llama la atención como determinados escenarios londinenses juegan un rol preponderante en la trama. Gracias a la utilización de ángulos de cámara caóticos y vertiginosos por parte de Hickox, los escenarios en los que transcurre el film se convierten en lugares claustrofóbicos, melancólicos y representativos de la mentalidad fragmentada del protagonista, quien se debate entre un pasado tranquilo y feliz y un presente sombrío y sumamente autodestructivo.
Como los mejores dramas criminales británicos de la década del setenta, “Sitting Target” exuda cinismo. Todos los personajes sin excepción carecen de cualidades redentoras, lo que convierte al film de Hickox en una obra ácida exenta de cualquier atisbo de comedia. En gran medida, “Sitting Target” es una de esas cintas que funcionan mejor como una experiencia puramente visceral. Y es que una vez que es sometida a un examen más minucioso, la película evidencia sus errores tanto interpretativos como argumentales. A la falta de verosimilitud de algunos pasajes del film, los cuales en su mayoría están marcados por la vergonzosa ineptitud de los agentes de policía, se suma la mediocre actuación de Jill St. John, quien no logra cumplir con las expectativas puestas en su personaje, el cual por momentos resulta demasiado artificial. Más allá de estos detalles, “Sitting Target” es una obra entretenida y explosiva, que refleja a la perfección la filosofía de Douglas Hickox referente a la correcta realización de una película de acción, la cual expresó en una ocasión en el contexto de una entrevista otorgada a la revista Films Illustrated: “No me gusta incluir violencia gratuita en mis películas. Me gusta que la acción golpee de forma rápida a la audiencia. Tampoco me gusta filmar a gente muriendo en cámara lenta, porque creo que ese tipo de cosas enlentece la acción.”
por Fantomas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario