lunes, 19 de enero de 2015

Der Mönch mit der Peitsche aka College Girls Murders: El extravagante mundo del Krimi.

“Der Mönch mit der Peitsche” aka “College Girls Murders” (1967), es un thriller de misterio del director Alfred Vohrer, el cual está protagonizado por Joachim Fuchsberger, Siegfried Schürenberg y Uschi Glas.

Cuando las muchachas residentes en un internado para señoritas comienzan a ser asesinadas mediante la exposición a un gas tóxico inodoro, desde Scotland Yard envían al Inspector Higgins (Joachim Fuchsberger) a investigar qué se esconde tras los crímenes. De forma paralela, varios de los sospechosos de los asesinatos comienzan a ser eliminados por un misterioso y letal monje vestido de rojo, el cual látigo en mano, obligará a Higgins a resolver este complejo rompecabezas antes de que sea demasiado tarde.

 

“Der Mönch mit der Peitsche” es una de las primeras entradas a color de la serie de adaptaciones de la obra del escritor británico Edgar Wallace, las cuales fueron realizadas por la productora alemana Rialto Film entre 1959 y 1972. Caracterizadas entre otras cosas por desarrollarse en escenarios propiamente ingleses, ser poseedoras de tramas realmente extravagantes, y presentar motivaciones tradicionales (venganza, dinero, ambición, etcétera), estas producciones exploran territorios familiares para los aficionados a los relatos de misterio. Por otra parte, si bien desde prácticamente el inicio de la serie los realizadores a cargo de estas cintas se encargaron de otorgarles una atmósfera gótica marcada por la presencia de siniestros castillos, escenarios cubiertos por una espesa niebla, guiños al mundo de lo sobrenatural, y diversas mujeres hermosas envueltas en situaciones peligrosas, ya para fines de la década del sesenta, la serie de adaptaciones llevada a cabo por la Rialto comenzó a reflejar una evolución marcada por la fuerte influencia que estaban ejerciendo las aventuras cinematográficas de James Bond y el cine de horror italiano, lo que propició que estas producciones se aventuraran en territorios aún más extravagantes, plagados de villanos dispuestos a utilizar curiosos métodos para lograr sus objetivos, al mismo tiempo que se esconden en guaridas que difícilmente podrían ser replicadas en la realidad. Afortunadamente, ninguna de estas películas tomaba su material demasiado en serio, lo que facilitó que se convirtieran en pequeñas curiosidades dentro del cine policial de misterio, que precisamente es el caso de “Der Mönch mit der Peitsche”.

“Der Mönch mit der Peitsche” comienza con el asesinato de un científico corrupto, cuya invención más reciente es un gas venenoso que está pensado para ser utilizado como un arma biológica. Tras ese fatal acontecimiento, no pasa mucho tiempo antes de que los asesinatos se trasladen a un internado de señoritas. Una a una, las muchachas que residen en dicho lugar comienzan a caer como moscas, a manos de un asesino que utiliza el mentado gas venenoso para conseguir su desconocido y diabólico objetivo. Para complicar aún más las cosas, un misterioso personaje vestido de monje, quien utiliza un látigo para quebrarles el cuello a sus víctimas, comienza a rondar el internado y a sus residentes. Cuando los cuerpos comienzan a apilarse, Scotland Yard es llamado a investigar. Es así como toman el caso el carismático y práctico Inspector Higgins, y Sir John (Siegfried Schürenberg), el torpe pero entusiasta Inspector en Jefe de la policía británica. A medida que avanza la investigación, la dupla se encontrará con una larga lista de sospechosos, en su mayoría hombres de avanzada edad que parecen tener el hábito de compartir con las estudiantes en una serie de cuestionables actividades extracurriculares. De esta forma, el dúo dinámico deberá dilucidar una manera de detener los asesinatos y desenmascarar al responsable de los mismos. ¿Podrán los investigadores llegar al fondo de esta sórdida trama y arruinar los planes del asesino, o las chicas están condenadas a sufrir el mismo destino que sus compañeras caídas?

 

En esta oportunidad, demás está decir que ni el profesorado ni las estudiantes están entusiasmados con la idea de que la policía esté rondando el internado en busca de sospechosos, ya que todos parecen estar ocultando un secreto que puede acarrearles problemas con la ley. De todos los potenciales sospechosos, solo la joven Ann Portland (Uschi Glas) parece estar dispuesta a hablar con Higgins, quien eventualmente termina siguiendo una serie de pistas falsas que parecen llevarlo a un callejón sin salida. Mientras estas pistas falsas continúan apilándose inútilmente, la mente maestra detrás de los asesinatos utiliza a un presidiario para asesinar a más muchachas, al mismo tiempo que el monje escarlata elimina a los miembros del profesorado antes de que estos sean interrogados por la policía, o sucumban al temor de que se descubran sus oscuros secretos. A decir verdad, son tantos los sospechosos y tantos los giros de tuerca que posee el film, que ni el Inspector Higgins ni la audiencia son capaces de resolver el misterio que encierra “Der Mönch mit der Peitsche” hasta bien avanzado el film. Lamentablemente, la gran revelación de la identidad del asesino y sus motivos para cometer los crímenes no logran ser del todo convincentes, ya que no cuentan con la coherencia suficiente como para que el espectador comprenda en su totalidad el papel de todos los involucrados en los asesinatos.

Por otro lado, como sucede en prácticamente todas las entradas del subgénero conocido como krimi, la atmósfera y las locaciones son elementos de vital importancia, afirmación que puede comprobarse en “Der Mönch mit der Peitsche”. Primero y quizás lo más importante, es el internado en el que se centra el film, el cual está repleto de imágenes icónicas y aterradoras. Desde los oscuros pasillos que conectan los dormitorios, pasando por la peculiar ventana que permite ver el fondo de la piscina del recinto (y de paso a las chicas en bikini), hasta la neblina casi permanente que rodea los alrededores del edificio, el film constantemente está sorprendiendo al espectador con escenarios atrayentes y misteriosos. Esta costumbre también se traslada a la guarida secreta del villano de turno, la cual está adornada con un gigantesco acuario y con un peligroso pozo repleto de voraces cocodrilos, dispuestos a alimentarse de los intrusos. A su vez, el apartado visual se complementa con una serie de elementos que dejan en evidencia el nutrido imaginario del director Alfred Vohrer, quien estuvo a cargo de varias de las entradas más recordadas del subgénero. Desde la utilización de una biblia dispensadora de veneno, hasta una peculiar pistola que dispara el ya mencionado gas venenoso, la película está repleta de pequeñas explosiones de creatividad que con el tiempo se convirtieron en parte fundamental de las adaptaciones germanas de la obra de Wallace.

 

En cuanto a los protagonistas del film, tal y como sucede en otras entradas de la serie, si bien Sir John es el jefe director del Inspector Higgins, la verdadera naturaleza de su relación laboral parece situar a Higgins como el más apto para estar a cargo de la investigación. Fuchsberger interpreta a Higgins con una arrogancia tal que siempre parece tener todo bajo control, mientras que Schürenberg convierte a Sir John en un personaje torpe y atolondrado, el cual le otorga pequeños toques cómicos a una historia más bien escabrosa. En el caso de “Der Mönch mit der Peitsche”, resulta especialmente divertida la fascinación de Sir John con la psicología criminal, disciplina que ha descubierto recientemente y que en varias oportunidades a lo largo del film intenta poner en práctica sin grandes resultados. Esto provoca una divertida lucha de métodos entre Higgins y Sir John, donde el primero prefiere encarar el caso desde un punto de vista lógico, mientras que el segundo insiste en abordarlo desde la trinchera de la psicología. Demás está decir que la química entre ambos actores es sencillamente fenomenal, por lo que probablemente sea justo afirmar que las escenas en las que ambos interactúan son quizás las más memorables del film. Por otro lado, resulta necesario destacar el estupendo trabajo de fotografía de Karl Löb, la atractiva dirección de arte de Walter Kutz y Wilhelm Vorwerg, y la efectiva, vibrante y psicodélica banda sonora del compositor Martin Böttcher.

Si algo se puede decir acerca de “Der Mönch mit der Peitsche”, es que suceden muchas cosas a lo largo del film, lo que paradójicamente termina siendo tanto una virtud como un defecto. Si bien las numerosas vueltas de tuerca y la variada galería de sospechosos impiden que el misterio central de la historia se vuelva predecible, por momentos estos mismos elementos complejizan de manera innecesaria la trama, dando cabida a las inconsistencias narrativas antes mencionadas. Pese a este detalle, la cinta que para algunos es una suerte de remake de “Der unheimliche Mönch” (1965), el último krimi en blanco y negro que filmó la Rialto, el cual también contaba con un asesino disfrazado de monje que utiliza un látigo para quebrarle el cuello a sus víctimas, logra fusionar con éxito locaciones atmosféricas, giros de tuerca caprichosos, humor macabro, elementos propios del género del horror y personajes coloridos. Es por este motivo que “Der Mönch mit der Peitsche” se presenta como un buen ejemplo de las virtudes del interesante subgénero nacido en Alemania, y como una producción capaz de satisfacer al espectador que se encuentra en búsqueda de una obra que conjugue asesinatos, misterio, y por supuesto, una plétora de momentos maniacos.


por Fantomas.

No hay comentarios.:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...