El Expresionismo nace a principios del siglo XX en Alemania. Es una corriente artística que busca la expresión de los sentimientos y las emociones del autor más que la representación de la realidad objetiva y que nace debido a la necesidad de los artistas de expresar su disconformidad con la situación existente en su país. En aquella época, el país sufría las consecuencias por un lado, de los condicionamientos impuestos por el Tratado de Versalles, los acontecimientos sociales y políticos producto de los movimientos revolucionarios de los años 1918-1919, la hostilidad de la burguesía nacionalista, la influencia de los grandes industriales, además de la grave situación económica de ese período.
Es por eso que el expresionismo revela el lado pesimista de la vida generado por las circunstancias históricas del momento. La cara oculta de la modernización, la alineación, el aislamiento, la masificación, se hizo patente en las grandes ciudades y los artistas, creyeron que debían captar los sentimientos más íntimos del ser humano. La angustia existencial es el principal motor de su estética. El fin es potenciar el impacto emocional del espectador distorsionando y exagerando los temas. Representan las emociones sin preocuparse de la realidad externa, sino de la naturaleza interna y de las impresiones que despierta en el observador.
El cine expresionista se desarrolló mayormente durante la República de Weimar (1918-1933), o sea durante la primera democracia alemana. La película que abrió las puertas a una producción cinematográfica artística casi inexistente en Alemania y que daría las pautas estéticas y las temáticas que guiaran el camino del resto de los realizadores expresionistas es “El gabinete del Dr. Caligari” (1919) de Robert Wiene.
En las creaciones de la cinematografía expresionista se pueden distinguir dos líneas temáticas diferenciadas que son, el tema de lo fantástico y el drama social y psicológico. En ambas temáticas se representaba la crisis social que se vivía en aquellos años, debido a que en ambos casos es expresa una inestabilidad y angustia existencial, en que queda evidenciada la crisis moral, toma importancia el tema de muerte, aparecen personajes que ejercen algún tipo de violencia física y moral, etc. Los personajes, tal y como sucede en el cine negro se caracterizan por su ambigüedad. Hacer que personajes aparentemente siniestros se revelen como bastante inofensivos es algo que se ve comúnmente en este género cinematográfico.
Otra característica que comparte este género con el del cine negro es que la mayoría de los dramas psicológicos del expresionismo están ligados a la crítica social, donde el pueblo es el protagonista, lo que ayuda al espectador a identificarse más fácilmente con los personajes del film.
La sexualidad ocupa también un lugar importante dentro de las temáticas del género, donde la prostitución, la homosexualidad, e incluso las enfermedades venéreas, son los temas que aborda el cine de le época de forma bastante cruda. En la Alemania de aquellos tiempos la prostitución se hallaba muy extendida, por lo que los cineastas no dudaron en plasmar su visión acerca de este tipo de temáticas.
La escenográfia en el cine expresionista tiene una gran importancia. Por lo general se caracteriza por tener una estética deforme y abstracta, con calles y perspectivas que no tienen profundidad real, no se respetan los ejes verticales, la gran cantidad de direcciones diagonales dan la impresión de movimiento. Lo que interesa aquí es crear la inquietud y el terror. A través de estas deformaciones calculadas, el cineasta dispone de medios que le permiten representar la complejidad psíquica con intensidad.
Los realizadores expresionistas tenían la tendencia o no realizar tomas en exteriores. Sin embargo, “Nosferatu” (1922) de F. W. Murnau, es una excepción a esta “regla” del cine expresionista, debido a que fue realizado en exteriores sin que esto mermara de alguna forma la estética gótica y tenebrosa del género.
En cuanto a la iluminación, se tomó como referencia lo hecho por Mac Reinhardt en sus puestas teatrales, con lo que los directores lograron imprimirle un sello reconocible a sus films mediante la elaboración del claroscuro. La idea era utilizar el contraste acentuado de luces y sombras, iluminando de forma brusca a un personaje o a un objeto para concentrar la atención del espectador, al tiempo que se deja a todos los demás personajes y objetos sumidos en tinieblas.
El método que consiste en destacar, a menudo con exceso, el relieve y los contornos de un objeto o las molduras de un decorado, se convertirá en una característica del expresionismo alemán.
El cine expresionista alemán supo sacar un gran provecho de las sombras para dar connotación de lo amenazante, del presagio siniestro, y en gran medida convertirla en imagen del destino.
Las interpretaciones en estos films tienden a exteriorizan las emociones y las reacciones psíquicas en la forma más exagerada. Esto es debido a la concepción de que el ritmo de un gran gesto se encuentra más cargado de sentido y emoción que el comportamiento natural. Es por esto que cuando se intenta mostrar sentimientos, los actores lo harán de forma bastante extrema, siendo violenta o abrupta en ocasiones, con movimientos mecánicos y en algunos casos se vera un uso excesivo del maquillaje. Ver este tipo de gesticulación puede resultar molesta o absurda para al espectador no familiarizado con este tipo de cine. Sin embargo se debe entender esta deformación expresionista de los gestos como la contraparte de la deformación de los objetos, o sea es el complemento de la estética abstracta de estos films.
El cine expresionista se extingue hacia el año 1926, año en el cual Alemania alcanza una breve etapa de estabilidad económica y política. “Fausto” (1926) de F. W. Murnau y “Metrópolis” (1927) de Fritz Lang fueron los últimos exponentes del expresionismo en el cine. Luego el cine alemán tendería más al realismo y serian pocos los elementos del expresionismo que se seguirían utilizando en el cine alemán.
Diez films para empezar a familiarizarse con el expresionismo alemán:
- El gabinete del Dr. Caligari (1919) Dir. Robert Wiene
- El Golem (1920) Dir. Paul Wegener y Henrik Galeen
- Las tres luces (1921) Dir. Fritz Lang
- Nosferatu (1922) Dir. F. W. Murnau
- Dr. Mabuse el jugador (1922) Dir. Fritz Lang
- Los Nibelungos (1924) Dir. Fritz Lang
- La última risa (1925) Dir. F. W. Murnau
- El estudiante de Praga (1926) Dir. Henrik Galeen
- Fausto (1926) F. W. Murnau
- Metrópolis (1927) Dir. Fritz Lang
por Fantomas.
1 comentario:
Gran blog, fui a ver la última risa y leyendo tu artículo ahora entiendo y apreció mejor la película. Gracias
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