Desde 1959 hasta 1972, el escritor, productor y director Herschell Gordon Lewis se dedicó a explorar algunos de los más oscuros géneros cinematográficos, con el fin de crear películas que fueran comercialmente exitosas. Teniendo en cuenta, Lewis se lanzó en búsqueda de alguien que le financiara los proyectos que tenía en mente. Así fue como encontró al productor y distribuidor David F. Friedman. Mientras que Friedman era claramente el encargado del ámbito económico y publicitario en esta sociedad, debido a su experiencia en el mundo circense, Lewis era la mente creativa, cuyo única experiencia como director la había tenido hace algunos años en la televisión. Seria la productora de Friedman, Essanjay Films, la encargada de distribuir el debut como director de Lewis, “The Prime Time” (1960), un drama que también era el debut como actriz de Karen Black.
En la década de los sesenta, cuando la American International Pictures estaba en medio de su exitoso ciclo de adaptaciones de la obra de Edgar Allan Poe, Lewis estaba realizando cintas de sexploitation de bajísimo presupuesto, generalmente situadas en campos nudistas. Cintas como “B-O-I-N-G!” (1963), y “Gordilocks and the Three Bares” (1963), el primer y único musical nudista hasta la fecha, son buenos ejemplos de los trabajos de la primera etapa del director. Pero Lewis no tardaría en querer cambiar el rumbo de sus trabajos, ya que según sus mismas palabras “Solo existe un cierto número de formas en las cuales puedes mostrar a chicas jugando basketball. Así que decidí filmar una clase absolutamente distinta de cintas en Miami”. Confiando en que los esfuerzos que tendían a romper los esquemas conocidos por lo general lograban captar la atención de las audiencias, Lewis se lanzó a filmar su primera y más popular cinta gore.
“Blood Feast” (1963), cinta que relata los esfuerzos de un demente por volver a la vida a una diosa egipcia, robando los órganos de jóvenes y hermosas mujeres, fue destrozada por de la crítica especializada. Comentarios como “Noche amateur en la carnicería” o “Basura nauseabunda de horror clase Z”, eran comunes entre los críticos de la época. Sin embargo, esto logró despertar la curiosidad de los espectadores que repletaron las salas de cine. El mismo Lewis temió por el resultado de su trabajo, ya que consideraba que quizás habían llegado demasiado lejos. Aparentemente, no era el único que pensaba así, ya que en un determinado momento comenzó a circular el rumor de que las autoridades había retirado todas las copias de “Blood Feast”, debido a la extrema violencia que exhibía. La verdad tras este rumor era otra. Stan Kohlberg, uno de los productores de la cinta, intentó tomar las copias y cortar los títulos para poner su nombre y mostrarse como el autor del film. Tristemente, esto lo hizo después de cinco años de haber sido estrenada la cinta, momento para el cual ya era bastante obvio quien había sido su director.
Luego de “Blood Feast”, Lewis inmediatamente comenzó a trabajar en “Two Thousand Maniacs!” (1964), la otra “gran” obra gore del director. Pese a ser un producción bastante más pulida en términos técnicos que la anterior, no estuvo ni cerca de lograr la recaudación que obtuvo “Blood Fest”. Sin embargo, esta si logro ser aceptada por la crítica, algo bastante inusual para una cinta de bajo presupuesto. Por lo general, las producciones de Lewis recibian incluso más críticas por el desempeño del elenco que por su extrema violencia. Y es que el director prefería escoger a sus amigos como protagonistas de sus cintas, que a un grupo de actores profesionales. Esto sucedia por razones presupuestarías, y porque según Lewis: “Algunos de mis amigos pueden tener el mismo talento actoral que una bota, pero siguen siendo más talentosos que algunos actores profesionales”.
“Color Me Blood Red” (1965), es la tercera y última entrada en la llamada “Trilogía sangrienta” de Lewis. Esta cinta ofrece una historia menos ambiciosa (y menos costosa) que la de las dos producciones previas, sin embargo a nivel técnico logra mantenerse por sobre “Blood Feast”. Esta es probablemente la menos imaginativa del ciclo gore de Lewis, en parte porque en esta ocasión opta más por la comedia macabra, en lo que bien podría ser llamada una copia del film “A Bucket of Blood” (1959), de Roger Corman, por lo menos en lo que a temática se refiere. Durante la filmación de la cinta, Lewis y Friedman decidieron dar por terminada su sociedad, aunque no se sabe muy bien cual fue la razón que gatillo dicha decisión. Sin embargo, la separación debe haber sido bastente abrupta porque se rumorea que fue Friedman quien terminó de filmar “Color Me Blood Red”. Tras su ruptura, ninguno de los dos continuaría realizando films gore de inmediato. Mientras que Friedman volvió al género del sexploitation, Lewis probó suerte con una variedad de géneros, teniendo muy poco éxito durante este periodo.
Tal vez la más rescatable de estas producciones, es la cinta “Something Weird” (1967), la cual es una bizarra mezcla que va desde la exploración de la psicología, pasando por el horror sobrenatural, y terminando con un claro mensaje en contra del uso de las drogas (específicamente del LSD). Como es de esperar, presenta efectos especiales bastante básicos, un reparto digno de las películas de Lewis, y una historia que si bien no es del todo coherente, termina siendo disfrutable. Ese mismo año, Lewis volvería al género del horror con la película “A Taste of Blood” (1967) Este es uno de los títulos más inusuales en la filmografía de Lewis, por bastantes razones. Primero, la cinta dura alrededor de dos horas, siendo por lejos la más larga de las producciones del director. Segundo, es la única vez que Lewis hace uso de un monstruo “clásico”, en este caso, el conde Drácula. Y finalmente, la película lo que menos tiene es sangre, siendo la única película de horror de Lewis que evitaría por completo el gore extremo.
Sin duda que el año 1967 sería en extremo productivo para el director. Además de estas dos cintas, filmaría cuatro más, pero solo con “The Gruesome Twosome”, volvería de lleno al gore. La historia de una madre y su hijo, que cierto día deciden que la mejor forma para conseguir el material necesario para fabricar pelucas, es obtenerlo directamente de las cabezas de las personas. Esta película es derechamente una comedia negra, muy en la tradición de “Color Me Blood Red”, con abundante gore y más de alguna escena que raya en el completo absurdo. Durante el resto de la década de los sesenta, Lewis no retornaría al género del horror. En dos años, filmó siete películas más, las cuales en su gran mayoría pertenecen al género del sexploitation, y donde tal vez la más rescatable de sus obras es la cinta “She-Devils on Wheels” (1968), en la cual presenta a una pandilla de motociclistas mujeres, lo cual era bastante inusual para la época.
Para la década del setenta, la actitud de la industria cinematográfica hacia la violencia y el gore en la pantalla grande, había cambiado enormemente desde el bullado estreno de “Blood Fest”. Incluso en cintas como “The Wild Bunch” (1969), de Sam Peckinpah, era común ver grandes cantidades de violencia. Es por esta razón, que cuando se parecía que los días como director de Lewis estaban contados, logró aparecer con las cinta más violenta, gore y bizarra de su filmografía, “The Wizard of Gore” (1970). La película es una especie de comedia granguiñolesca, donde el director privilegia lo visual por sobre el guión. De todas manera, “The Wizard of Gore” se convirtió en la producción más representativa del director, y es tal vez una de sus mejores obras.
Tras tomarse un nuevo receso del género del horror, Lewis volvería con “The Gore Gore Girls”(1972), una suerte de respuesta al mismo “monstruo” que había creado y que no le estaba dejando un espacio en el mercado. Esta cinta es bastante única dentro del repertorio de Lewis. El director siempre había evitado mezclar el gore con escenas de sexo y desnudos, debido a que consideraba esa mezcla demasiado riesgosa incluso para él. Sin embargo, la férrea competencia existente en la industría lo obligó a romper su propio esquema. Además, es la única producción donde opta por ocultar la identidad del asesino (algo bastante típico en los giallos italianos). Finalmente, el humor negro tan común en sus cintas, esta vez no esta limitado solo a las escenas gore. La combinación de humor “enfermo” con gore extremo que existe en esta cinta, es tan potente hoy como en el momento de su estreno. Incluso algunos fans del género del horror han admitido que existen algunos momentos bastante incomodos.
Cansado de la industría, Lewis dejaría de filmar películas para dedicarse al negocio del marketing, y a través de los años se convirtió en una especie de guru del tema, tanto así que escribió más de treinta libros al respecto. A mediados de los setenta, el director vendió los derechos de sus cintas, debido a que no sabía que hacer con ellas, junto con el hecho que quería dejar por completo el negocio del cine. Sin embargo, a finales de los setenta y principios de los ochenta, con la masificación del VHS y el lanzamiento de films como “Dawn of the Dead” (1978) y “Friday the 13th” (1980), el género del gore renació, y junto con ello Herschell Gordon Lewis y su obra se convirtieron en el centro de atención de los adeptos al cine de terror. Este nuevo auge del género, llevó a que a mediados de los ochenta, Lewis conversara con Friedman para realizar una secuela de “Blood Feast”, la cual extrañamente se realizó recién el año 2002, y se tituló “Blood Feast 2: All U Can Eat”. Herschell Gordon Lewis está a años luz de ser uno de los directores más brillantes del cine, e incluso del género del horror. Además es evidente que su cine está dirigido a un grupo determinado de espectadores el cual es bastante minoritario. Sin embargo, sus esfuerzos por crear un cine más “moderno” no pueden ser dejados de lado. Es en gran medida el iniciador de un subgénero y un estilo que terminó influenciando a muchos de los directores dedicados al género del horror en el cine actual.
por Fantomas.
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