lunes, 17 de mayo de 2010

Costa-Gavras: Un realizador y su aguda visión de la sociedad.

Constantin Gavras, más conocido como Costa Gavras, nació el 13 de febrero de 1933 en Loutra Iraias, Grecia. Criado en el seno de una familia pobre, pasó la Segunda Guerra Mundial en un pueblo en el Peloponeso, tras lo cual se trasladó a Atenas. Su padre quien había sido miembro de ala izquierda EAM, una rama de la Resistencia Griega, fue encarcelado luego de la guerra debido a su nexo con el comunismo. Por este motivo, Costa Gavras no pudo asistir a la universidad o emigrar a los Estados Unidos, por lo que tras terminar la escuela secundaria se marchó a Francia, donde comenzó a estudiar literatura en 1951. Durante su adolescencia, Gavras se había interesado brevemente por la danza antes de comenzar a pensar en estudiar literatura y convertirse en escritor. Sin embargo, durante su estadía en Francia él descubriría el cine y sus posibilidades. Encantando por esta nueva forma de comunicación, en 1956 Gavras abandonó sus estudios universitarios para ingresar a la Escuela Nacional de Cine de Francia (IDHEC).

Tras pasar por la escuela de cine, Costa Gavras trabajaría durante casi diez años como ayudante de prestigiosos directores como Yves Allègret, René Clair y Jacques Demy. En 1958 debutaría como director con el corto “Les rates”, y a mediados de los sesenta, una vez que ya había obtenido la nacionalidad francesa, realizaría su primer largometraje titulado “The Sleeping Car Murder” (1965), gracias a la ayuda prestada por algunos de sus amigos actores que accedieron a participar en el film sin cobrar sueldo. El proyecto se iniciaría de manera casi accidental. Mientras esperaba trabajar como asistente de René Clément en la cinta “Le jour et l´heure” (1963), Costa Gavras leyó la novela “Compartiment tueurs” del escritor Sébastien Japrisot, tras lo cual rápidamente pensó en adaptarla. A modo de ejercicio, Gavras le pidió a una mujer que trabajaba en el estudio que transcribiera el guión que él había creado. La mujer sorprendida por la calidad de la historia, le entregó el guión a Clément quien incentivó a Gavras a llevar a cabo el proyecto. Pese al miedo que le provocó toda la idea, Gavras vio la adaptación como una forma de aprender la profesión de director. “The Sleeping Car Murder” se presentaría como un thriller opresivo que mostraba los aspectos más siniestros del entorno cotidiano. Dicho rasgo se repetiría en gran parte de la filmografía posterior del director.


Tras filmar “Un homme de trop” (1967), donde la resistencia francesa se presenta como un mero telón de fondo frente al análisis de las relaciones humanas y la turbiedad moral que puede ocultar una persona aparentemente inofensiva, Costa Gavras filma “Z” (1969), en la cual un juez interpretado por Jean-Louis Trintignant, trata de descubrir la verdad sobre la muerte de un prominente político de izquierda (Yves Montand), mientras los oficiales del gobierno y los militares intentan cubrir sus participaciones en el hecho. La película no hace más que relatar una serie de eventos ficticios alrededor de la muerte del político griego Grigoris Lambrakis en 1963, aunque no es utilizado ninguno de los nombres de los reales involucrados. Sin embargo, la cinta tuvo una gran repercusión debido a que al momento de su lanzamiento, Grecia llevaba dos años gobernada por el “Régimen de los Coroneles”. Además Costa Gavras se encargó de dejar en claro que todo parecido del film con hechos reales era absolutamente intencional. “Z” no sólo ganaría el Premio del Jurado del Festival de Cannes, sino que también ganaría el Oscar a la mejor película extranjera y a la mejor edición.

Debido al éxito de “Z”, Costa Gavras recibiría múltiples ofertas de algunos estudios hollywoodenses que buscaban que el realizador se hiciera cargo de algunos proyectos. Sin embargo, al director no le gustaba el sistema de los estudios que obligaba a directores y actores a firmar contratos por una cantidad determinada de años. Esto sumado al hecho de que no estaba familiarizado con el país y que no recibió ninguna historia que le interesara filmar, convenció al director que era mejor permanecer en Francia donde tendría mayor libertad para seleccionar sus proyectos. El próximo film del director, “The Confession” (1970), sigue los pasos de Artur London (nuevamente Yves Montand), un ministro comunista checoslovaco arrestado y juzgado por traición y espionaje en un proceso con fines propagandísticos durante la era estalinista. Tanto “Z” como “The Confession” forman parte de la llamada “trilogía política” del director la cual culminaría con “State of Siege” (1972), la cual está basada en el caso del oficial de policía norteamericano experto en torturas Dan Mitrione, quien fue secuestrado en Uruguay por los Tupamaros, un grupo subversivo de izquierda, los cuales lo interrogaron para revelar detalles secretos de la complicidad de los Estados Unidos con los regímenes represivos que poblaron la América Latina de los sesenta y setenta.

“State of Siege” sería rodada en Chile con la ayuda del gobierno de Salvador Allende. Como si se tratara de un cierto elemento predictivo, a los pocos meses que el director y su equipo de filmación abandonaran el país, Augusto Pinochet dio un golpe de estado con la ayuda del gobierno norteamericano. En “Section spéciale” (1975), Costa Gavras se centra en los abusos de los tribunales de Vichy durante la ocupación nazi de Francia. Tras este film, el director da un inesperado giro con una película de corte sentimental e intimista titulada “Clair de femme” (1979), la cual estaba basada en una novela de Romain Gary. Esta sería la última película que Costa Gavras realizaría con Yves Montand, con quien durante el transcurso de los años había entablado una fuerte amistad marcada por una serie de ideas políticas en común. A principios de los ochenta, el director tuvo la oportunidad de leer la novela “The Execution of Charles Horman”, del escritor Thomas Hauser, la cual está basada en la desaparición del periodista norteamericano Charles Horman en el Chile gobernado por la dictadura de Pinochet. Sería este el proyecto que finalmente atraería al director a la industria hollywoodense. Tras convencer a algunos productores de adaptar sólo las últimas 70 páginas de la novela, Costa Gavras comenzó a prepararse para filmar la que sería su primera cinta hollywoodense.

En “Missing” (1982), Ed Horman (Jack Lemmon) y su esposa Beth (Sissy Spacek), buscan en vano determinar la suerte que corrió su hijo tras el golpe de estado ocurrido en Chile en 1973. La película fue filmada en Mexico bajo el más estricto secreto, y al momento de su estreno causó una gran polémica ya que ponía en tela de juicio la actuación de los agentes del gobierno estadounidense y la responsabilidad de la CIA en ese golpe de estado. La extrema derecha de los Estados Unidos exigió que el director, catalogado de “ese comunista europeo”, no trabajara más en el país. El director además enfrentaría una demanda impuesta por Nathaniel Davis, embajador norteamericano en Chile desde 1971 hasta 1973, quien aparece retratado en la película bajo un nombre diferente. La demanda por 150 millones de dólares, eventualmente sería desestimada. Pese a todos los problemas que tuvo que enfrentar el film, este sería aplaudido por la crítica quien le otorgaría la Palma de Oro al director, además del Oscar al mejor guión adaptado. Durante este periodo, el director tendría un fugaz paso como presidente de la Cinemateca Francesa.

Su próximo film sería “Hanna K.” (1983). La génesis de dicho proyecto fue la preocupación del director por los conflictos de la mujer moderna. “Tanto Franco Solinas, con quien escribí el guión, como yo vivimos con mujeres. Hemos visto cómo han ido conquistando libertades, pero también cómo esas libertades han traído para ellas nuevas esclavitudes. Nos interesaba en esa época también el problema de Oriente Próximo, y después se fundieron hasta hacer una sola historia", declararía en una ocasión Costa Gavras con respecto a lo que lo motivó a realizar esta película. Si bien las anteriores películas del director habían estado basadas en hechos reales, en esta ocasión expresa su opinión acerca de un conflicto político a través de una historia completamente ficticia. Según Gavras; "Lo que inquieta a los detractores de esta película es que al final ambas partes, israelíes y palestinos, tienen la razón. La mayoría de la gente está acostumbrada a pensar que si una de las partes lleva la razón, la opuesta no puede tenerla. Yo propongo que para llegar a una verdadera solución pacífica se debe empezar por considerar que ambas partes tienen razones de peso, y a partir de ello se puede iniciar un diálogo".

“Conseil de famille” (1986) es considerado como un film atípico en la filmografía del director ya que es un relato policial desprovisto de las habituales preocupaciones socio-políticas tan propias del cine de Costa Gavras. Sin embargo, bajo una aparente comedia familiar de ladrones se esconde un discurso sobre la estructura de poder presente en la familia. En su próxima cinta, “Betrayed” (1988), volvería a tocar los temas sociales centrándose en esta ocasión en el racismo latente en la Norteamérica profunda. Con “Music Box” (1989), el director retoma el tema de los nazis y su integración en la sociedad norteamericana tras la Segunda Guerra Mundial. La historia basada en el caso de John Demjanjuk, presenta a un respetado ciudadano norteamericano interpretado por Armin Mueller-Stahl, el cual es acusado de ser un criminal de guerra nazi. Tras participar en el film “Contre l´oubli” (1991), donde dirigió el segmento “Pour Kim Song-man, Corée”, Costa Gavras filmó “Le Petite Apocalypse” (1993), cinta que aparece como un punto de inflexión en su trayectoria cinematográfica; se trata de una dura sátira en torno a los revolucionarios de Mayo de 1968 y su progresivo ascenso en la escala social capitalista gracias al poder propagandístico de los medios masivos de comunicación.

En 1995 el director participaría en la cinta “A propos de Nice, la suite”, donde filmaría el segmento “Les Kankobals”, y en el proyecto “Lumière et compagnie” el cual tenía por objetivo conmemorar los cien primeros años del cine. En dicha cinta participaron cuarenta renombrados directores, donde cada uno filmó un corto de 52 segundos de duración, con la cámara que usaron los hermanos Lumière en 1895. “Mad City” (1997) marcaría el regreso de Costa Gavras a la industria hollywoodense. En dicho film, John Travolta interpreta al guardia de un museo quien tras perder su trabajo, toma como rehenes a un grupo de escolares que se encontraban al interior del establecimiento. Dustin Hoffman por su parte, interpreta a un reportero de televisión que manipula la situación con el fin de obtener una historia que logre impulsar su carrera. La cinta, la cual servía de crítica al manejo que la prensa le daba a ciertas noticias, resultó ser un fracaso de taquilla. Curiosamente, aquellas cintas en las cuales el director se alejó del “cine político” fueron sistemáticamente rechazadas por el público y la crítica. Luego de este fracaso, Gavras se mantendría alejado del cine durante algunos años hasta que el 2002 regresó con “Amen”, film parcialmente basado en la controversial obra teatral de Rolf Hochhuth, “Der Stellvertreter, Ein christliches Trauerspiel” (El Diputado, una Tragedia Cristiana).

La película alega que el Papa Pío XII estaba consciente de la situación apremiante de los judíos en los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, pero no tomó ningún tipo de acción pública para condenar el Holocausto. Dicho tema continúa siendo controversial, lo que queda demostrado con la negativa por parte del Vaticano a abrir a los historiadores todos los archivos relacionados con el conocimiento del Papa sobre los hechos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial. La próxima cinta del director sería “Le couperet” (2005), la cual estaría basada en una novela de Donald Westlake. El film denuncia la deshumanización de una sociedad sustentada en un modelo económico que enfrenta a los seres humanos para conservar su puesto de trabajo. Según el director, “las decisiones empresariales han dejado de respetar a los mandos intermedios de las sociedades y sólo importa el beneficio de los accionistas. Si bien la película es una tragedia, en las tragedias siempre hay comedia, y si hay humor, existe una esperanza”. La idea que dio vida al último trabajo del director hasta la fecha, “Eden is West” (2009), surgió luego de que este analizara gran parte de las películas acerca de inmigrantes que se habían realizado hasta el momento.

A su parecer, dichas películas eran en extremo dramáticas, y los inmigrantes no sólo vivían momentos dramáticos. Con respecto a esto, Costa Gavras declararía en una entrevista: “Los inmigrantes viven una vida dramática, pero no son personas que traen dramas a nuestra sociedad. Por este motivo quise realizar una película que mostrara a los inmigrantes bajo una cierta luminosidad especial”. Gavras junto a Jean-Claude Grumberg le darían forma a dicha idea, dando como resultado un film que bien podría ser considerado como la historia de cualquiera de los cientos de inmigrantes que cada año llegan a Europa en busca de una vida mejor. Durante su carrera, Costa Gavras ha tratado temas internacionales, algunos urgentes, otros meramente problemáticos, y ha hecho esto en la tradición de la narración cinematográfica. Ley y justicia, opresión, violencia legal e ilegal, y tortura son temas comunes en sus trabajos, especialmente relevantes en sus primeras películas, demostrando que es un experto en el cine de “exposición”, una forma de arte que ha ido desapareciendo lentamente de la industria cinematográfica debido al reinado del cine comercial. Muy pocos directores a lo largo de la historia han logrado convertirse en referentes intelectuales del ámbito europeo, generando con sus declaraciones y películas numerosas controversias políticas y sociales capaces de alcanzar resonancia mundial. Es ahí donde reside la importancia del cine de Costa Gavras, cuyo contenido nunca ha dejado indiferente a nadie, y que con el paso de los años se ha convertido en un verdadero testimonio histórico cuyo fin no es más que mostrarse en contra de la intolerancia, la represión y la falta de libertades, procedan de donde procedan.



por Fantomas.

viernes, 14 de mayo de 2010

The Sting: Preparando la estafa perfecta.

“The Sting” (1973), es una comedia del director George Roy Hill, la cual está protagonizada Paul Newman, Robert Redford y Robert Shaw.

Chicago, años treinta. Johnny Hooker (Robert Redford) y Henry Gondorff (Paul Newman) son dos timadores que deciden vengar la muerte de un viejo y querido colega del gremio, quien fue asesinado por orden del más poderoso gángster de la ciudad (Robert Shaw). Para ello urdirán un ingenioso y complicado plan con la ayuda de todos sus amigos y conocidos, el cual puede costarles la vida.


A principios de los setenta, Paul Newman y Robert Redford eran dos de las más grandes estrellas de Hollywood. Su primera película juntos, el western del director George Roy Hill, “Butch Cassidy and the Sundance Kid” (1969), había sido todo un éxito de taquilla. Debido a la química existente entre los actores, el público estaba deseoso de ver nuevamente a Newman y Redford juntos en la gran pantalla. Dicha oportunidad vendría de la mano de un joven escritor llamado David S. Ward, quien sería el responsable del guión de “The Sting”. Ward desarrollaría el guión de la cinta luego de estar estudiando por un tiempo el submundo de los carteristas y los timadores. “Lo que me atrajo de los estafadores es que ellos hasta cierto punto se regían por la moralidad... debido a que no utilizaban la violencia, ellos ni siquiera roban, sino que utilizan la codicia de las víctimas en su contra. En cierta medida, ellos exponen la hipocresía y la codicia de gente que se supone respetable”, declararía Ward en una ocasión con respecto a lo que lo motivó a escribir la compleja historia de un joven estafador que junto a un timador con más experiencia, intentan superar en inteligencia a un peligroso mafioso y así vengar la muerte de su amigo.

Ward le entregó el guión al productor Tony Bill, quien encantado con la idea le ofreció al guionista llevar la historia a la pantalla grande, la cual inicialmente sería dirigida por el mismo Ward, convirtiéndose en su debut como director. Sin embargo, cuando el productor contactó a Robert Redford para que este interpretara el papel protagónico de la cinta, este se mostró reacio a la idea de que Ward dirigiera el film. Por lo complejo de la historia, el actor consideraba que se necesitaba un director más experimentado para llevar al proyecto a buen puerto, por lo que aceptó participar en el film siempre y cuando fuese otro el director. Al poco tiempo después, Redford llamó a su amigo el director George Roy Hill y le contó acerca del guión de “The Sting”. Tan pronto como Hill se unió al proyecto, dirigió sus esfuerzos a alivianar un poco el tono de la historia. Originalmente, David Ward había escrito una historia con ribetes bastante oscuros. Hill en cambio, quería convertir el relato en un pícaro homenaje a los viejos films de gángsters realizados en el Hollywood de los treinta.

Originalmente el papel del experimentado timador Henry Gondorff era bastante reducido. Si bien se había considerado al actor Peter Boyle para interpretarlo, un hecho cambiaría el destino del personaje. Un día Hill llamó a Paul Newman con la intención de arrendar una casa que el actor poseía en Beverly Hills. Como el director había rentado la misma casa cuando filmó “Butch Cassidy and the Sundance Kid”, Newman sintió curiosidad acerca de las razones que motivaban al realizador a arrendar el inmueble. Fue entonces cuando Hill le contó al actor que se aprestaba a filmar “The Sting” junto a Robert Redford. Buscando participar en el proyecto, Newman le pidió a Hill que le enviara una copia del guión. Pese a que al actor le encantó el guión, sentía que el papel requería a alguien de más edad para interpretarlo. Como Hill estaba consciente de los beneficios económicos que podría traerle la participación de Newman en la cinta, lo convenció de tomar el papel y le realizó algunos cambios al personaje para adaptarlo más al estilo del actor. Probablemente lo que más le entusiasmaba a Newman con respecto al film, era el reto que representaba trabajar en una comedía. Durante años, muchos de sus conocidos le habían aconsejado no involucrarse en el género debido a que no daría el ancho. Esta era su oportunidad de probar que estaban equivocados.

La cinta se ambienta en el Chicago de los años treinta. Johnny Hooker es un joven timador que trabaja en compañía de Luther Coleman (Robert Earl Jones), quien además de ser su compañero es su mentor. Para su fortuna (o su mala fortuna) timan a un hombre que lleva consigo una gran suma dinero, sin saber que este trabaja para el peligroso gánster Doyle Lonnegan. A raíz de esto, Coleman termina siendo asesinado, mientras que Hooker termina huyendo para salvar su vida. Recordando un consejo que recibió de Coleman antes de que este fuera asesinado, Hooker viaja en búsqueda de Henry Gondorff, un avezado timador que ha visto tiempos mejores. Hoy, retirado de las estafas y convertido en un alcohólico, ve con desconfianza la propuesta de Hooker quien desea vengarse de Lonnegan mediante una compleja estafa. Sin embargo, el deseo de honrar la memoria de su viejo amigo y volver a sentir la adrenalina propia de una estafa, hace que Gondorff ponga en marcha un complejo plan para el que necesitará la ayuda de un gran número de sus viejos colegas. Esta es la base de “The Sting”, una película que si bien no presenta personajes ambiguos o extremadamente complejos (uno sabe que esperar de cada personaje salvo algunas excepciones), tiene una serie de vueltas de tuerca interesantísimas e inesperadas que logran imprimirle algo de suspenso y complejidad a la historia.

Pese a que los personajes no presentan grandes conflictos, de todas maneras resultan ser lo suficientemente interesantes como para causar una impresión en el espectador. En gran medida esto se debe a la estupenda actuación de la totalidad del elenco, en especial de los protagonistas. Paul Newman y Robert Redford demuestran con creces porque son considerados como una de las más grandes duplas cinematográficas de todos los tiempos. La química entre ambos actores es innegable, motivo por el cual su sociedad resulta ser tan exitosa. Robert Shaw por su parte, es un villano memorable. Como dato curioso, la cojera del personaje de Shaw nació a partir de un accidente que sufrió el actor, en el cual se lastimó el tobillo. Como dicho accidente amenazaba su participación en la cinta, decidió incorporar la cojera a su personaje. Uno de los puntos altos del film sin duda es su ambientación, la que estuvo a cargo del director de arte Henry Bumstead, y el director de fotografía Robert Surtees. Los escenarios son una parte importante de la cinta y de su particular encanto. En cuanto a la banda sonora, Hill seleccionó un estilo musical que resultó ser controversial por el hecho de que había estado de moda a principios del 1900 y no en la década del treinta; el ragtime fue una de las primeras formas musicales verdaderamente estadounidenses y fue una de las influencias en el desarrollo del jazz. Hill había escuchado unas composiciones del músico Scott Joplin, las cuales el compositor Marvin Hamlisch terminó adaptando para el film. El tiempo le daría la razón a Hill, ya que la banda sonora de “The Sting” se convirtió en todo un clásico.

La cinta está narrada a través de episodios, los cuales corresponden a cada uno de los pasos que debe seguir Hooker y compañía para llevar a cabo su plan. Con cada nuevo logro del grupo de timadores, se presenta alguna dificultad que deberán superar. Lo interesante es que cada uno de los segmentos del film esconde alguna sorpresa, lo que permite que la historia en ningún momento se torne predecible. En ese sentido, el director es lo suficientemente inteligente como para esconderle cierta información al espectador, con el objetivo de tomarlo por sorpresa en ciertos momentos del film (por lo que en cierta medida nosotros también somos víctimas de este grupo de timadores). Esto sumado al dinámico ritmo narrativo que Hill le imprime al relato, ayuda a que los 130 minutos de duración del film se pasen bastante rápido. “The Sting” obtendría diez nominaciones al Oscar, de las cuales ganaría siete entre las que se encuentran mejor película, mejor director, mejor banda sonora, mejor diseño de vestuario, mejor edición, mejor guión, y mejor dirección de arte. Aunque para algunos “The Sting” es una película algo sobrevalorada, la verdad es que a estas alturas ya es un entretenido clásico recordado tanto por ser la segunda y última colaboración entre Newman y Redford, como por su música y por su inteligente historia.




por Fantomas.

martes, 11 de mayo de 2010

State of Siege: Testimonio de la Latinoamérica de los 70.

“État de siège” (1972), es un thriller político del director Costa-Gavras, el cual está protagonizado por Yves Montand, Renato Salvatori, y O. E. Hasse.

En Uruguay, un ciudadano norteamericano, Michael Santore (Yves Montand), es secuestrado por la guerrilla de izquierda Tupamaros. Sus captores lo acusan de ser un agente de la CIA, responsable del entrenamiento de la policía local en técnicas de tortura y anti sedición. Mientras que la guerrilla trata de extraerle una confesión a Santore, las autoridades, encabezadas por el gobierno de extrema derecha, se están acercando peligrosamente a su escondite.


De 1960 a 1967, Dan Mitrione, un agente del FBI incorporado a la Office of Public Safety (OPS), dependiente de la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID), trabajó con la policía brasileña en un momento en el que los opositores políticos eran sistemáticamente torturados, encarcelados y asesinados sin juicio, como efecto del Golpe de Estado en Brasil ocurrido en 1964. En 1969, Mitrione fue transferido a Uruguay, otra vez como funcionario de la AID, para supervisar la acción de la Office of Public Safety en ese país. En aquella época, el gobierno uruguayo, encabezado por el conservador Jorge Pacheco Areco, tuvo que enfrentar el colapso en la economía, una crisis de desempleo y huelgas estudiantiles, además de la acción de la guerrilla izquierdista Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Los excesos del gobierno de turno y el uso reiterado de torturas, aumentó las tensiones en Uruguay, lo que provocó el secuestro de Mitrione el 31 de julio de 1970. Cuando el gobierno uruguayo se negó a cumplir con las demandas de los Tupamaros, estos asesinaron a Mitrione con dos disparos en la cabeza.

Este hecho real es el que sirve de base para “État de siège”, cuyo guión fue escrito por Costa-Gavras y Franco Solinas. Tal y como lo había hecho en sus films anteriores, el director mediante este elegante thriller político deja patente su crítica al abuso de poder de los gobiernos que se establecieron en Latinoamérica durante los sesenta y setenta. Si bien la historia transcurre en Uruguay, esta perfectamente podría extrapolarse a cualquiera de sus países vecinos. De hecho, la cinta fue filmada en Chile en pleno gobierno de Salvador Allende, específicamente en Valparaíso, Santiago, Iquique y Viña del Mar, ciudades que sirvieron para retratar al Montevideo de la época. El rodaje de la cinta causó un gran revuelo en el país, ya que no era precisamente un lugar apto para llevar a cabo una producción cinematográfica de nivel. Por aquellas ironías del destino, solo un año después de filmada la cinta la realidad superó a la ficción; en Chile se llevó a cabo un golpe de estado tras el cual las calles se llenaron de militares, reinó el miedo y la represión, y las torturas se convirtieron en una práctica común.

La cinta comienza con un crudo retrato de las calles de una Uruguay repleta de militares. Durante una de sus revisiones, encuentran al ciudadano norteamericano Michael Santore muerto al interior de un vehículo. Debido al revuelo causado por su muerte y la historia de su secuestro, la prensa comienza a preguntarse cuál es la importancia de este hombre como para que haya sido secuestrado por los guerrilleros, y cuál es su verdadera labor al interior del gobierno uruguayo. Tras esta suerte de introducción, se procede a relatar cómo este hombre y otros dos funcionarios (de los cuales uno logra escapar) fueron secuestrados por los Tupamaros, quienes posteriormente los llevaron a un lugar conocido como la “cárcel del pueblo” para interrogarlos acerca de su papel en el intento de los Estados Unidos, por controlar cualquier amenaza a la seguridad nacional que pudiera surgir en la región durante el transcurso de la Guerra Fría. Es durante el transcurso de los interrogatorios que nos enteramos de la verdadera labor de Santore; él es el encargado de entrenar a las fuerzas policiales de algunos países latinoamericanos en diversas formas de tortura, que pudiesen resultarles útiles a la hora de recolectar información vital para el país.

“El dolor preciso, en el momento preciso, en la cantidad precisa, para el efecto deseado”. Esta frase pertenece a Dan Mitrione, y sintetiza en gran medida quien era y a que se dedicaba. Su alter-ego cinematográfico ejecuta algunas de las técnicas utilizadas por Mitrione en la vida real; choques eléctricos en los genitales, quemaduras de cigarrillos, y agujas electrificadas clavadas en la piel bajo las uñas, eran parte de sus prácticas habituales. En una de las escenas más crudas de la cinta, se puede ver como Michael Santore y sus colaboradores imparten clases de tortura utilizando a un modelo humano que se encuentra completamente desnudo y atado en una silla, a merced de sus captores quienes le aplican corriente en los genitales. De forma paralela a los interrogatorios, Costa-Gavras se preocupa de retratar el convulsionado ambiente social y político del Uruguay de la época, los intentos del gobierno por desarticular a los Tupamaros, y como estos últimos se organizaban para luchar contra lo que ellos creían injusto. En ese sentido, resultan interesantes las escenas que retratan todo el operativo que tiene por objetivo secuestrar a Santore, y aquella que transcurre al interior de un bus, el cual sirve como punto de encuentro para un grupo de guerrilleros que debe decidir el destino de Santore mediante votación democrática.

La estructura del relato es guiada por los eventos más que por los personajes. La cinta está compuesta por múltiples flashbacks los cuales saltan de una locación a otra sin previo aviso. Esto sumado al hecho de que el film no presenta un protagonista definido (lo más cercano a eso vendría siendo el personaje de Montand), provoca que por momentos al espectador le resulte algo difícil seguir la trama. Pese a lo dramático del escenario en el cual se desenvuelve la historia, el director procura incluir algunas escenas de humor negro que ayuden a distender un poco la pesada atmósfera del film. Las actuaciones en general son estupendas. El elenco está liderado por un soberbio Yves Montand, que interpreta a este torturador que está plenamente consciente de su papel y del destino que le espera a manos de los guerrilleros. Por otro lado, el trabajo de fotografía de Pierre-William Glenn es en gran parte responsable del aspecto documental que presenta la cinta, lo que ayuda en cierta medida a que el relato se vea más real. Por su parte, la banda sonora compuesta por Mikis Theodorakis es utilizada en muy pocas ocasiones, por lo que no alcanza a ser realmente relevante a la hora de dotar de una atmósfera específica al film.

Como era de esperarse, “État de siège” no fue bien recibida en los Estados Unidos debido a que declaraba abiertamente en contra de la presunta intervención del país del norte en la política de América del Sur. En aquel entonces, las sospechas de que la CIA jugó un papel importante en el ascenso al poder de dictadores de ultra derecha en varios países de Sudamérica, no pudieron ser comprobadas, razón por la cual tanto las entidades gubernamentales como el público norteamericano reaccionaron de manera violenta en contra del film. El mensaje final de la cinta es frustrante ya que da a entender que las acciones de ambas facciones son completamente inútiles; el gobierno seguirá torturando, los Estados Unidos continuarán entrometiéndose, y las guerrillas continuaran cometiendo actos de terrorismo a modo de protesta. Aunque Costa-Gavras claramente enjuicia el accionar del gobierno uruguayo y de los enviados de los Estados Unidos, también se preocupa de establecer que el asesinato de Michael Santore es un retroceso por parte de una organización cuyo objetivo es procurar que se respeten los derechos humanos. “État de siège” es una película algo árida, cuyo ritmo pausado y su particular estructura narrativa no la hacen apta para todo público. Sin embargo, su carga histórica y la crudeza de sus imágenes la convierten en un thriller político de visionado obligado.




por Fantomas.

lunes, 10 de mayo de 2010

Ray Milland: Un actor tristemente subvalorado.

Reginald Alfred John Truscott-Jones, más conocido como Ray Milland, nació el tres de enero de 1907, en Neath, Gales. Antes de convertirse en actor, él fue miembro de la Guardia Real Británica. Debido a que era un tirador experto, se convirtió en miembro del equipo de tiradores de su compañía, ganando un buen número de prestigiosas competencias. Su estadía en la Guardia Real además le serviría para convertirse en un avezado jinete, habilidad que posteriormente utilizaría en algunas de sus cintas. Cuando cumplió cuatro años de servicio en el ejército, Milland decidió probar suerte en la actuación. En su autobiografía “Wild-eyed in Babylon”, el actor recuerda la discusión que tuvo con su agente respecto al cambio de su nombre antes de entrar a la industria cinematográfica británica; “La verdad es que no me importa cómo me llames. Pero debes mantener la inicial ´R´ debido a que mi madre la ha grabado en mis maletas. Pero si tu no vienes con algo pronto, voy a empacar mis maletas y voy a volver a la tierra de los molinos (mill-lands) de donde provengo” Desde ese momento, Reginald Truscott-Jones pasaría a ser conocido como Ray Milland. Su debut cinematográfico sería en la cinta “The Plaything” (1929).

Al mismo tiempo que participaba con papeles secundarios en algunas películas producidas por la British International Pictures, Milland trabajaba en el teatro. Precisamente, él sería descubierto por un buscador de talentos hollywoodense mientras estaba participando en una obra teatral en Londres. Gracias a esto, en 1930 Milland emprendió viaje a norteamérica donde participaría como extra en dos films de la Metro-Goldwyn-Mayer, antes de ser contratado por la Paramount Pictures. Durante un buen tiempo, Milland interpretaría papeles secundarios en más de veinte films, entre los que se destacan “Blonde Crazy” (1931), “Charlie Chan in London” (1934), y “The Glass Key” (1935). En 1936, Milland participaría en la comedia “The Big Broadcast of 1937”, y en la cinta de aventuras “Jungle Princess”, las cuales comenzarían a cimentar su camino al estrellato. Debido a su apariencia y a su seductora voz, durante la década de los treinta Milland interpretó mayormente a estirados galanes en una serie de comedias livianas y dramas como “Three Smart Girls” (1936), “Easy Living” (1937), y “Hotel Imperial” (1939). Durante la filmación de esta última cinta, el actor sufrió un accidente que casi le costó la vida. Una de las escenas en las cuales participaba requería que su personaje liderara a un grupo de jinetes a través de un pequeño pueblo. Al ser un jinete experto, Milland insistió en participar en la escena. Tal y como estaba escrito en el guión, el actor saltó con su caballo con la mala suerte que su montura se soltó, enviándolo por los aires contra una pila de troncos. Milland pasaría varias semanas hospitalizado debido a las múltiples fracturas que sufrió debido al accidente.


Sin lugar a dudas, la cinta más recordada de la primera etapa del actor sería el film de aventuras “Beau Geste” (1939), la cual además contaría con la participación de Gary Cooper, Robert Preston, y Brian Donlevy. El éxito de “Beau Geste” (cinta que suele ser reconocida como el mejor film acerca de la legión extranjera jamás filmado) ayudó a impulsar las carreras de todos los involucrados. Pese a esto, Milland seguiría interpretando roles secundarios en diversos films durante los siguientes tres años. Cuando el actor se encontraba filmando el drama bélico “I Wanted Wings” (1941), junto a William Holden y Brian Donlevy, acompañó a un piloto a probar un aeroplano que se iba a utilizar en la cinta. Cuando se encontraban en el aire, Milland quiso realizar un salto en paracaídas (el actor era un ávido paracaidista aficionado), pero cuando estaba a punto de saltar, el piloto se percató que se estaba acabando el combustible por lo que debían aterrizar de emergencia. Una vez que habían aterrizado en el hangar, Ray comenzó a relatar sus deseos de lanzarse en paracaídas. Mientras lo hacía, el encargado del vestuario se puso pálido. Cuando le preguntaron que le sucedía, este le dijo al actor que el paracaídas que él había puesto en el avión era sólo de utilería.

Ya para 1942, Milland había demostrado con creces que era capaz de sobrellevar roles secundarios, por lo que deseaba que se le otorgara la oportunidad de interpretar un papel protagónico. Dicha oportunidad la obtendría en la cinta “Reap the Wild Wind” (1942), del director Cecil B. DeMille, la cual estaría coprotagonizada por John Wayne. El drama de marineros es interesante por varios motivos, principalmente por el hecho de que es la única cinta donde John Wayne no sólo pierde a la chica a manos de su rival (Milland), sino que además pasa de héroe a villano. Su actuación en este film le permitiría conseguir otros roles protagónicos en cintas como “Lady in the Dark” (1944), “The Uninvited” (1944), y “Ministry of Fear” (1944). Cuando la Segunda Guerra Mundial comenzó, Milland intentó enlistarse en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, pero fue rechazado debido a un problema que presentaba en su mano izquierda. Debido a esto, el actor trabajó como instructor de vuelo para el ejército, y se sumó a una gira de la United Service Organization en 1944.

A mediados de los cuarenta, Milland se había posicionado como un actor confiable en la industria hollywoodense, pero aún no era considerado como un gran actor. Sin embargo, eso estaría a punto de cambiar. En 1944, el director Billy Wilder escogió a Ray Milland para interpretar al escritor alcohólico que protagoniza la cinta “The Lost Weekend” (1945). Virtualmente todos en Hollywood le insistieron al director que Milland no era el actor indicado para el papel, y que probablemente su participación en la cinta afectaría sus resultados de taquilla. Incluso el mismo Milland llegó a dudar de sus capacidades como actor, pues sabía que el papel era increíblemente demandante. Pero Wilder no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer, por lo que convenció al actor de que el rol probablemente le valdría el Oscar al mejor actor. El tiempo demostraría que la elección del director había sido la correcta. La actuación de Milland fue realmente sorprendente. Durante la filmación de “The Lost Weekend”, el actor subsistió a base de pan tostado y café para adquirir el aspecto demacrado que el papel requería. Además pasó bastante tiempo en la sala de recuperación del hospital Bellevue investigando para el rol. Tanto el film como la preparación de Milland establecieron un nuevo estándar en la industria hollywoodense, lo que obviamente le valió el beneplácito de la crítica. Además de ganar el Oscar al mejor actor, Milland ganó un Globo de Oro por su participación en el film. La cinta por su parte, ganó cinco premios Oscar en total, incluyendo mejor película y mejor director para Wilder.

Durante el resto de la década de los cuarenta y principios de los cincuenta, Milland continuó consolidando su carrera como actor en films de cine negro como “The Big Clock” (1948), “The Thief” (1952), y “The Girl in the Red Velvet Swing” (1955), y en cintas de suspenso como “Dial M for Murder” (1954), del director Alfred Hitchcock, donde tuvo la oportunidad de trabajar junto a Grace Kelly. Además trabajó junto a Gene Tierney en el drama “Close to my Heart” (1951), el cual relataba el proceso que debía seguir una pareja con el fin de adoptar a un niño; la cinta no sólo puso sobre el tapete el debate de “la crianza versus la paternidad”, sino que además abrió la discusión acerca del proceso de adopción. Para el actor el tema no le era desconocido debido a que años antes había adoptado a una niña a la que llamaría Victoria. Ray Milland se mantuvo ocupado con diversos proyectos durante las siguientes décadas, pero la calidad de sus trabajos nunca alcanzaría el nivel de las producciones en las que participó durante el periodo comprendido entre fines de los treinta a finales de los cincuenta. Durante la segunda mitad de los cincuenta, el actor trabajaría mayormente en televisión, marcando el inicio del declive de su carrera. Sin embargo, durante este periodo Milland aprovecharía de incursionar como director tanto en el cine como en la televisión, debutando en este ámbito con la cinta “A Man Alone” (1955). En total Milland dirigiría cinco largometrajes entre 1955 y 1968, siendo el más exitoso de estos la cinta de ciencia ficción, “Panic in Year Zero!” (1962).

Se dice que la principal razón por la cual Milland fue dejado de lado por los grandes estudios, fue la calvicie que lo aquejó a temprana edad. Durante la filmación de “Reap the Wild Wind” (1942), el personaje interpretado por el actor tenía el cabello rizado. Como el cabello de Milland era liso, los estilistas del estudio utilizaron una serie de fierros calientes para rizarle el cabello. Años más tarde, el actor sintió que este procedimiento había sido el responsable de su calvicie prematura, la que finalmente lo forzó a dejar los papeles protagónicos para regresar a los roles secundarios antes de lo que él lo hubiese deseado. Con la edad, la apariencia de galán de matiné de Ray Milland se desvaneció para dar paso a una imagen más siniestra que le sirvió para participar en una serie de cintas de horror y ciencia ficción de bajo presupuesto durante los sesenta. Fue así como participó en algunas producciones de la American International Pictures como por ejemplo “Premature Burial” (1962) y “The Man With the X-Ray Eyes” (1963), y en el telefilme “Daughter of the Mind” (1969), el cual marcó su segunda colaboración con Gene Tierney. Durante los setenta, Milland continuaría trabajando en films serie B de dudosa calidad como “Frogs” (1972), y “The Things With Two Heads” (1972), y esporádicamente participaría con roles secundarios en cintas de mayor presupuesto como “Love Story” (1970), y “Escape to Witch Mountain” (1975).

La última etapa de su carrera estaría marcada por su participación en diversas series de televisión y en cintas de bajo presupuesto, siempre interpretando roles secundarios. Su último film sería “The Masks of Death” (1984), el cual presentaba a un jubilado Sherlock Holmes interpretado por Peter Cushing. Ray Milland fue uno de los actores más prolíficos de su generación. Participó en más de cien películas de diversos géneros, trabajó varios años en el medio televisivo, y además se dio el lujo de dirigir algunos largometrajes. A este actor poco le importaba si el proyecto en el que estaba participando estaba amparado por los grandes estudios o era una producción independiente; siempre procuró dar lo mejor de sí, imprimiéndole credibilidad y elegancia a cada uno de los roles que interpretó. A diferencia de muchas estrellas hollywoodenses de la época, Milland llevó una vida tranquila junto a su esposa Malvina Webber, con quien estuvo casado durante 54 años, y sus hijos Victoria y Daniel. Ray Milland falleció el 10 de marzo de 1986 debido al cáncer al pulmón que lo aquejaba. Atrás dejó una carrera admirable y un legado marcado por más de una docena de actuaciones memorables.



por Fantomas.

domingo, 9 de mayo de 2010

Dial M For Murder: A un paso del crimen perfecto.

“Dial M For Murder” (1954), es un film de suspenso del director Alfred Hitchcock, el cual está protagonizado por Ray Milland, Grace Kelly y Robert Cummings.

Tony Wendice (Ray Milland) planea matar a su esposa Margot (Grace Kelly) para heredar su fortuna y pagar sus deudas. Para consumar el asesinato, Wendice contacta a un viejo conocido llamado Swann (Anthony Dawson), a quien hace objeto de chantaje. Una vez que este acepta matar a Margot, se pondrá en marcha un plan que a todas luces parece ser el crimen perfecto.

Tras terminar el rodaje de “I Confess” (1953), el director Alfred Hitchcock se dedicó a buscar una obra teatral lo suficientemente atractiva como para adaptarla. Fue así como dio con el melodrama de Frederick Knott titulado “Dial M For Murder”, el cual había sido estrenado en Nueva York en 1952. Cuando el estudio Warner Brothers comenzó a negociar los derechos cinematográficos de la obra, se enteraron que Alexander Korda, fundador de la London Film Productions, los había comprado por unas modestas mil libras. A Korda le hizo mucha gracia la noticia que tanto la Warner como Hitchcock estaban interesados en los derechos de la obra de Knott, principalmente porque nunca pudo lograr que el director británico trabajara bajo el alero de su estudio. Finalmente, Korda obtendría la no despreciable suma de 30.000 libras por los tan ansiados derechos, lo que le permitió a Hitchcock contratar al mismísimo Frederick Knott para escribir la adaptación de la obra. En cuanto a la selección del elenco, el director rápidamente contrataría a John Williams para interpretar al sagaz Inspector en Jefe Hubbard, a Ray Milland para el papel del maquiavélico Tony Wendice, y a la encantadora Grace Kelly para el rol de la inocente Margot Mary Wendice, marcando de esta forma la primera colaboración entre la actriz y el realizador británico.

“Dial M For Murder” tiene la particularidad de ser la primera y la única cinta que Hitchcock filmó en tres dimensiones. Cabe mencionar que las producciones en tres dimensiones surgieron a principios de la década del cincuenta, como respuesta al pánico generado en la industria cinematográfica por la inserción de los televisores en los hogares norteamericanos. Si bien dicho proceso no revestía mayor interés para el director británico, principalmente porque consideraba que atentaba contra la función de testigo ocular que ejercía el público, Jack Warner, cabeza del estudio que lo albergaba, lo obligó a rodar el film en tres dimensiones, lo que significó múltiples dolores de cabeza para el realizador. Aunque sólo se utilizó un decorado durante la filmación, de todas formas tuvieron que realizarse numerosos ensayos debido a las dificultades que suponía el proceso de trucaje. Con respecto a esto, Grace Kelly señalaría en una ocasión: “Hitchcock se sentía terriblemente molesto y frustrado por tener que rodar la película en 3-D”. Y es que la cámara que se utilizó era del tamaño de una habitación, lo que dificultó que el director utilizara gran parte de los emplazamientos de cámara que solía ocupar en la mayoría de sus obras.

Debido a los problemas que presentaba la aplicación del 3-D, Hitchcock prefirió invertir gran parte de su tiempo en el diseño del vestuario de la protagonista. Con respecto a esto, Grace Kelly declararía: “Él deseaba ir de un vestuario brillante y lleno de color, a otro apagado y deprimente a medida que cambiaba la fortuna de la mujer. Luego quiso hacerme un extravagante traje de terciopelo. Dijo que deseaba utilizar los efectos de la luz y las sombras sobre el terciopelo en la escena del asesinato en el despacho. No me hizo mucha gracia, y le dije que no creía que fuera adecuado para el personaje. Él dijo que deseaba crear un efecto en particular, pero yo le dije: `No creo que esa mujer vaya a usar su lujoso y extravagante traje de terciopelo, para ir en mitad de la noche a responder el teléfono cuando se encuentra sola en su departamento´”. Junto con obsesionarse con el diseño del vestuario del personaje de Kelly, Hitchcock dedicó una gran cantidad de tiempo a la planificación de la famosa escena del asesinato, lo que lo llevó a perder casi nueve kilos durante todo el proceso de rodaje del film.

La historia de “Dial M For Murder” se desarrolla en el apartamento londinense de la pareja conformada por Tony y Margot Wendice. Mientras que Tony es un ex-tenista que ahora se ve forzado a ejercer un oficio bastante alejado del mundo del deporte, Margot es una mujer que posee una considerable fortuna la cual ha perdido el interés por su marido, y que ahora se encuentra involucrada en una relación amorosa con Mark Halliday (Robert Cummings), un escritor norteamericano de novelas policiales. A sabiendas de la infidelidad de su mujer y consciente de que no posee el dinero suficiente para costear sus costosos gustos, Tony pone en marcha un ingenioso plan para asesinar a su esposa. Dicho plan involucra chantajear a un viejo conocido llamado Swann, quien aparentemente ha estado involucrado en algunas estafas y un par de asesinatos, para que cometa el crimen por él, otorgándole una coartada perfecta. Es así como durante la primera mitad de la cinta, Hitchcock se dedica a presentar a los personajes y a exponer el brillante plan de Tony Wendice, al mismo tiempo que plantea un par de preguntas que resultarán ser vitales para el desarrollo de la trama; ¿Podrá Tony llevar a cabo su plan? y ¿Existe realmente el crimen perfecto?

Ya durante la segunda mitad del film, el personaje de Milland se verá obligado a lidiar con las consecuencias de sus actos, lo que lo llevará a configurar un nuevo plan que le permita salir del embrollo en el cual se ha metido. De forma paralela, Mark Halliday y el Inspector en Jefe Hubbard emprenden una carrera contra el tiempo cuyo objetivo es develar lo que realmente sucedió la fatídica noche en la cual Margot fue atacada, para así librarla del cruel destino que la espera. En cuanto al ámbito de las actuaciones, Ray Milland realiza un estupendo trabajo interpretando al maquiavélico y calculador Tony Wendice, al punto que lo convierte en un personaje ligeramente carismático aún cuando es el gran villano del relato. Grace Kelly por su parte, interpreta de buena manera a la frágil e inocente Margot, quien sin pensarlo pasa de ser víctima a victimaria, mientras que John Williams se destaca interpretando a un agente de policía que resulta ser bastante más competente que gran parte de sus colegas cinematográficos.

En lo que se refiere al aspecto técnico del film, resulta destacable el trabajo de fotografía de Robert Burks, quien supo superar las dificultades que suponía trabajar con la gigantesca cámara que permitía filmar en tres dimensiones, y la banda sonora compuesta por Dimitri Tiomkin, la cual es en gran medida responsable de la atmósfera claustrofóbica que domina a gran parte del relato. Pese a que la historia se desarrolla en un espacio confinado, esta en ningún momento se torna tediosa gracias al dinámico ritmo narrativo que le imprime Hitchcock, el cual está marcado por una serie de ingeniosos diálogos, sorpresivas vueltas de tuerca y momentos de real suspenso. Aún cuando es considerada como una obra menor dentro de la filmografía del director británico, “Dial M For Murder” se presenta como una película por sobre todo entretenida, en la cual Hitchcock supo explotar sus limitaciones (como por ejemplo su marcada teatralidad) en favor del espectáculo. En el año 1998, el director Andrew Davis filmaría un remake titulado “A Perfect Murder”, el cual sería protagonizado por Michael Douglas y Gwyneth Paltrow, y que si bien no lograr superar lo hecho por Hitchcock en el film original, si se alza como una correcta cinta de suspenso.



por Fantomas.

lunes, 3 de mayo de 2010

Series de Televisión: "Charlie´s Angels", mujeres, detectives, e iconos culturales.

Para el productor Aaron Spelling, la década de los setenta sería en extremo productiva. Bajo el alero de la cadena ABC, Spelling desarrolló un buen número de exitosas series policiales como por ejemplo “S.W.A.T.” (1975-76), y “Starsky and Hutch” (1975-1979), entre otras. Pese a esto, el productor no se quedaría mucho tiempo con los brazos cruzados. Si bien lograría que la ABC apoyara tres nuevas seriales del género policial, la más exitosa de estas seria la recordada “Charlie´s Angels” (1976-81). Este show nacería a partir de un guión escrito por Ivan Goff y Ben Roberts cuyo título era “Alley Cats”. Dicho guión relataba la historia de tres hermosas ex-oficiales de policía las cuales abandonan sus mundanas actividades para comenzar a trabajar como investigadoras privadas para un solitario millonario, a quien nunca llegan a ver en persona. Este millonario llamado Charlie Townsend simplemente se limita a comunicarse con sus asistentes por medio de un altavoz ubicado en su oficina de Beverly Hills, tras lo cual sus “ángeles” salen a trabajar. Fred Silverman, quien era el jefe de programación de la ABC en ese entonces, dio inicio a la producción del piloto “Alley Cats” a principios de 1976. Lamentablemente, aún cuando el título del piloto fue cambiado a “Charlie´s Angels”, este obtuvo tan malos resultados en las exhibiciones de testeo que Silverman desechó la idea de desarrollar una serie.

Sin embargo, al parecer el proyecto estaba bendecido ya que cuando la ABC se vio en la obligación de encontrar un proyecto que pudiera rellenar un agujero de dos horas que tenía la parrilla programática de la primavera de 1976, “Charlie´s Angels” fue rápidamente rescatado de los archivos de la cadena. El piloto sería transmitido el 21 de marzo de ese año, y para sorpresa de los ejecutivos de la ABC, este resultó ser un éxito. Al día siguiente, Silverman ordenó la realización de la primera temporada de la serie la cual pasaría a formar parte de la parrilla programática invernal de la cadena. El proceso de casting tuvo mucho que ver con el éxito de “Charlie´s Angels”. Kate Jackson, quien había participado de manera regular en la serie “The Rookies” (1972-76), la cual también había sido producida por Spelling, fue la primera en ser contratada. Jaclyn Smith en cambio, solo había tenido algunos pequeños roles en televisión además de haber trabajado como modelo para una empresa de shampoo. Por último, Farrah Fawcett-Majors era una virtual desconocida, y sólo había obtenido algunos roles esporádicos en series como “The Flying Nun” (1967-70), “The Partridge Family” (1970-74), y “The Six Million Dollar Man” (1974-78), donde en esta última trabajaba su entonces marido Lee Majors.


Pese a que el misterioso Charlie Townsend estaría presente solo a través de su voz en la serie, de todas formas la elección del actor que lo interpretaría era una elección importante ya que su voz debía causar una gran impresión entre los espectadores. Fue entonces cuando Spelling recurrió a su viejo amigo el actor John Forsythe, con quien había trabajado en el telefilme “The Letters” (1973). Si bien las protagonistas no tenían mucha experiencia trabajando en televisión, Spelling sabía que sus carencias actorales serían enmascaradas por su deslumbrante belleza. Las chicas, Sabrina Duncan (Jackson), Kelly Garrett (Smith), y Jill Munroe (Fawcett-Majors), realizarían tareas que los hombres eran incapaces de hacer y utilizarían su apariencia a su favor. De hecho, la mayoría de los casos en los que se veían involucradas las protagonistas las arrastraban a lugares donde podían utilizar su sensualidad para lograr sus objetivos (spas, lujosos yates, o exclusivos clubes). Sin embargo, en ocasiones los ángeles tenían la oportunidad de demostrar que eran algo más que una cara bonita; también podían defenderse por sí mismas, desarrollaban todo tipo de actividades sin problemas, y tenían una evidente capacidad deductiva. Curiosamente, rara vez llegaban a ocupar un arma de fuego pese a que se involucraban en peligrosas situaciones que a menudo lo requerían.

“Hellride”, el primer episodio de la primera temporada de “Charlie´s Angels”, fue transmitido el 22 de septiembre de 1976, ocupando el horario prime de los días miércoles, lo que le ayudaba a evitar cualquier tipo de controversia que pudiera despertar su evidente contenido sexual (sin embargo, a medida que la serie progresaba esta terminó siendo transmitida a las 8:00 pm, horario dominado por shows pensados para toda la familia). De un momento a otro, las tres protagonistas se convirtieron en verdaderas estrellas, en especial Fawcett quien realizó un calendario en 1976 que llegó a vender más de ocho millones de copias. Si bien los hombres se sintieron atraídos por la belleza del trío de actrices, las mujeres curiosamente comenzaron a verlas como modelos a seguir. Mientras que en la pantalla el trío de mujeres parecía ser un grupo unido (ayudadas por John Bosley, personaje interpretado por David Doyle que se encargaba de vigilar las actividades de las muchachas), fuera de ella las actrices no se llevaban muy bien. Es por este motivo que pese a que la serie tuvo una exitosa primera temporada, Fawcett no tardó en demostrar su insatisfacción y sus deseos de abandonar el show.

Luego de una serie de amenazas entre Fawcett y el equipo de Spelling, que involucraban demandas judiciales por ambas partes, se llegó a un acuerdo que estipulaba que la actriz podía abandonar el show siempre y cuando accediera a participar como estrella invitada en algunos de los futuros episodios de la serie. Si bien su ausencia en la segunda temporada pudo convertirse en un potencial desastre, los productores tuvieron la suerte de encontrar a Cheryl Ladd, una actriz desconocida que fue capaz de llenar el espacio dejado por Fawcett. Ladd interpretaría a Kris Monroe, la hermana pequeña del personaje interpretado por Farrah. Los espectadores que lamentaban la ausencia de la actriz pronto encontraron consuelo en la innegable belleza y carisma de Ladd. Gracias a esto, los ángeles pudieron continuar resolviendo casos durante una segunda temporada que resultaría ser casi tan exitosa como la temporada anterior. Si bien el elenco se mantuvo igual durante el transcurso de la tercera temporada, en la primavera de 1979 Kate Jackson anunció que abandonaba la serie. Shelley Hack fue contratada como la nueva ángel Tiffany Welles, pero lamentablemente no logró encantar a los espectadores. Hack sería reemplazada al final de la cuarta temporada por Tanya Roberts, quien interpretaría a Julie Rogers.

Ya para 1980, la popularidad de la serie estaba en franco descenso. Con la esperanza de reencantar al público, la producción del show se trasladó a Hawaii por un breve periodo de tiempo. Sin embargo, los intentos por salvar la serie fueron inútiles, razón por la cual la ABC canceló “Charlie´s Angels” en febrero de 1981. La serie fue uno de los tantos proyectos que durante los setenta se encargaron de retratar la liberación femenina. Las protagonistas eran un grupo de mujeres independientes capaces de realizar las mismas tareas que los hombres, las cuales constantemente dejaban en claro que preferían perseguir sus carreras como detectives que limitarse a soñar con casarse o ser ama de casa. La amistad y la solidaridad entre mujeres también era un tema recurrente en el show. Es innegable que la marcada amistad que se da entre las protagonistas estaba condicionada por la ausencia de familiares en la narrativa. Por ejemplo en el episodio “To Kill An Angel” (1976), Kelly (la cual es huérfana) resulta herida en un accidente. A su llegada al hospital, en vez de angustiados familiares nos encontramos con Jill, Sabrina y Bosley, quienes no pueden ocultar su ansiedad mientras están sentados en la sala de espera. Cuando una enfermera se acerca a preguntar quién es familiar de Kelly, todos responden empáticamente que son familiares, demostrando el fuerte lazo que une a los protagonistas.

Con el transcurso de los años, el show que contaría con cinco temporadas conformadas por 109 episodios, sería exitosamente retransmitido a nivel mundial gracias al proceso de sindicación. Esto llevó a que el 2000 se realizara una adaptación cinematográfica de la serie protagonizada por Cameron Díaz, Drew Barrymore y Lucy Liu, la cual si bien es bastante mediocre, no impidió que el 2003 se realizara una secuela que resultó ser aún más mediocre que el primer film. Si bien la serie original no presentaba temáticas demasiado profundas, y fue ampliamente criticada por su contenido sexista y machista que se escondía tras el ya mencionado mensaje feminista (hay que tener en cuenta que Charlie es una figura patriarcal que es retratada como un playboy capaz de lograr que las mujeres cumplan sus deseos sin mayores objeciones, además del hecho que en muchos de sus casos las protagonistas no hacen más que representar algunas fantasías masculinas), “Charlie´s Angels” era sin duda una serie entretenida. En la actualidad sigue siendo transmitida por algunas cadenas televisivas, y la verdad es que el show mantiene en gran medida el encanto camp que la llevó al éxito. En especial durante las primeras dos temporadas, la serie presenta algunos episodios hoy considerados de culto como “Angels in Chains” (1976), en el cual las protagonistas deben ingresar encubiertas a una prisión para investigar un supuesto negocio de trata de blancas, o “Circus of Terror” (1977), donde deben investigar unos misteriosos accidentes que están ocurriendo al interior de un circo. En definitiva, “Charlie´s Angels” ha envejecido de mejor manera que otras series policiales realizadas durante los setenta, en gran medida gracias a que nunca se tomó demasiado en serio. Es simplemente una serie entretenida que mezcla acción, suspenso, comedia y mujeres hermosas. ¿Qué más se puede pedir?



por Fantomas.

Blow-Up: La realidad vista a través del lente de una cámara.

“Blow-Up” (1966), es un thriller del director Michelangelo Antonioni, el cual está protagonizado por David Hemmings y Vanessa Redgrave.

Thomas (David Hemmings) es un fotógrafo de modas que se mueve en el ambiente del Londres de la década del sesenta. Un día en una plaza, toma por casualidad una serie de comprometedoras fotos de una pareja de desconocidos. Al revelarlas, Thomas descubre lo que pueden ser las imágenes de un crimen, lo que inevitablemente le supondrá una serie de curiosas complicaciones.


A mediados de la década del sesenta, el director italiano Michelangelo Antonioni rodaría su novena película titulada “Blow-Up”, la cual sería su primera producción fuera de Italia y la primera hablada íntegramente en inglés. El guión, el cual realizó en compañía del también director Tonino Guerra y Edward Bond, básicamente era una adaptación libre de la historia corta del escritor Julio Cortázar titulada “Las Babas del Diablo”. Si bien el relato de Cortázar se desarrollaba en Paris, la acción se terminó trasladando a Londres debido al expreso deseo de Antonioni, y a ciertas necesidades de la producción. Por un lado, tras participar en el rodaje del film “Modesty Blaise” (1966), del realizador Joseph Losey, Antonioni quedó encantando con el ambiente londinense, al punto que de inmediato deseó plasmarlo en la pantalla grande. Para el italiano, el protagonista de “Blow-Up” es un hombre que ha optado por la nueva mentalidad que se creó con la revolución de la vida, la ropa y la moral ocurrida en Gran Bretaña, sobre todo entre los jóvenes artistas, publicistas, estilistas y músicos que formaban parte del movimiento Pop. Al mismo tiempo, la elección de Londres también respondía a la inclinación de Antonioni por contar con un escenario marcado por un cielo gris, tendencia que se repetiría frecuentemente dentro de su filmografía.

En apariencia, la trama de “Blow-Up” gira en torno al posible descubrimiento de un asesinato por parte de un joven y exitoso fotógrafo londinense. Sin embargo, esta no es más que una excusa que utiliza Antonioni para abordar los matices culturales y sociales existentes en el llamado “Swinging London”, y para exponer su particular mirada sobre la percepción social de la realidad, el consumismo, la alienación determinada por la moda, la automatización de los individuos y la manipulación del valor de las cosas. Es por este motivo que el protagonista, acostumbrado a moverse en un mundo donde las apariencias lo son todo, no puede evitar cuestionarse si lo que él logra percibir en las fotografías que tomó es real, o simplemente es un producto de su vívida imaginación. Con cada ampliación que Thomas realiza, se va revelando una nueva pieza de lo que parece ser un enigma policial. Sin embargo, dichas piezas solo adquieren sentido una vez que las imágenes de las fotografías están casi irreconocibles, y se ha perdido por completo la noción de mimesis de la realidad.

Inevitablemente, el grano de la película fotográfica crece enormemente después de las numerosas ampliaciones que realiza Thomas, por lo que sus fotografías eventualmente se asemejan más a las pinturas abstractas de su amigo Bill (John Castle), que a una vívida representación de la realidad. Es el mismo Bill quien se encarga de explicar el proceso mental que sigue el fotógrafo durante el transcurso del film; “Cuando pinto el cuadro no me dice nada. Luego descubro cosas y de pronto todo se clarifica por sí solo. Es como encontrar la clave en una novela policiaca”. Al igual que Thomas, el espectador no puede evitar confundir lo real con lo imaginario, y lo concreto con lo abstracto, por lo que gradualmente se va involucrando emocionalmente en la improvisada labor detectivesca del protagonista. En relación a esto último, Antonioni declaró en una ocasión: “Mi problema con `Blow-Up´ era intentar recrear la realidad de manera abstracta. Yo quería discutir la realidad presente; este es un punto esencial en el aspecto visual de la película, dado que uno de los temas principales de la misma es la capacidad de ver o no ver el valor exacto de las cosas”.

Es precisamente debido a la libre interpretación que realiza Thomas de las imágenes que tiene en su poder, que ninguno de sus cercanos cree en su teoría de que ha ocurrido un asesinato. Junto con esto, que el protagonista presente un comportamiento errático tampoco ayuda a darle credibilidad a su historia. Será la incomprensión de la que es víctima, lo que lleve a Thomas a comprender que la realidad presenta elementos que a veces son invisibles al ojo humano o al lente de una cámara, por lo que la percepción de esta no es igual para todos. Por otro lado, Antonioni plantea otros temas de carácter más sociológico, como por ejemplo el tema de la alienación juvenil, el cual es retratado por el director durante la escena en la que aparece tocando la mítica banda The Yardbirds; el de la soledad conyugal e incluso el de la afiliación colectiva, el cual queda explicitado durante una escena centrada en una vistosa huelga. Al mismo tiempo, Antonioni también se toma el tiempo para exponer su visión sobre la impulsividad y el consumismo reinante en la sociedad de la época, y sobre los efectos inexorables del paso del tiempo.

En cuanto a las actuaciones, el elenco en general realiza un buen trabajo. David Hemmings, quien saltaría a la fama gracias a su participación en esta cinta, interpreta de manera creíble al fotógrafo caprichoso, astuto, dominante e impulsivo que protagoniza el relato, transformándolo en un personaje lleno de matices que rápidamente capta la atención del espectador, aún cuando su personalidad no es del todo agradable. Vanessa Redgrave por su parte, interpreta correctamente a una joven enigmática y seductora, cuyas verdaderas intenciones y temores no llegan a ser revelados durante el transcurso de la película. En lo que se refiere al aspecto técnico de la producción, resulta destacable el trabajo de fotografía de Carlo Di Pabna, esencialmente debido al excelso uso del color que realiza, lo que incluso lo llevó a pintar algunas de las casas y las aceras que fueron utilizadas como parte de los escenarios del film. También resulta destacable la banda sonora compuesta por Herbert Hancock, la cual en gran medida es responsable de la atmósfera paranoica y algo onírica que domina al relato.

La cruda descripción que Antonioni realizó de la decadente juventud londinense de los sesenta, causó gran controversia tras el estreno de la cinta. Y es que el director no solo se limitó a hablar del consumo de drogas y el sexo libre, sino que además insertó un par de escenas bastante explícitas las cuales fueron ampliamente criticadas en su momento. Pese a esto, “Blow-Up” no solo se convirtió en la producción más exitosa del realizador italiano, sino que además fue galardonada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes, y fue nominada al Oscar en las categorías de mejor director y mejor guión. Durante el transcurso de los años, han sido varios los críticos que han intentado descifrar bajo sus propios términos el rompecabezas que Antonioni propone en “Blow-Up”. Mientras que algunos señalan que la cinta es una alegoría de la realidad versus la ilusión, otros aseguran que se trata de un discurso sobre la falta de relaciones significativas en la sociedad moderna, y sobre el rol de los artistas en la vida cotidiana. La verdad es que el film del italiano está abierto a múltiples interpretaciones, lo que ha provocado que “Blow-Up” sea señalada como una obra pretensiosa y difícil de digerir, lo cual no es del todo cierto. Si bien la cinta atrapa al espectador con una trama de misterio que culmina con una respuesta filosófica y no con soluciones concretas, es innegable que se trata de una película a lo menos entretenida, cuyo intricado relato invita al espectador a sumergirse en un viaje que difícilmente va a olvidar.


por Fantomas.
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