domingo, 30 de marzo de 2014

Gattaca: No existe el gen del espíritu humano.

“Gattaca” (1997), es una cinta de ciencia ficción del director Andrew Niccol, la cual está protagonizada por Ethan Hawke, Uma Thurman y Jude Law.

En un futuro no muy distante donde la sociedad está categorizada según sus características genéticas, Vincent Freman (Ethan Hawke) decide asumir la identidad de Jerome Morrow (Jude Law), un perfecto espécimen genético que ha quedado parapléjico luego de sufrir un accidente automovilístico, para así poder cumplir su sueño de viajar al espacio. Sin embargo, cuando el director del programa espacial en el cual trabaja es asesinado, la policía da inicio a una investigación que amenaza con dejar al descubierto su secreto.

 

Durante algo más de una década, el director y guionista Andrew Niccol ha sido el responsable de un número no menor de producciones provocadoras, las cuales han sabido ganarse un espacio al interior de la industria hollywoodense. Desde la alegórica “The Truman Show” (1998) hasta la política “Lord of War” (2005), sus cintas por lo general se han caracterizado por presentar un balance perfecto entre lo tópico y lo simplemente entretenido, lo cual ha permitido que se conviertan en obras que trascienden en el tiempo. Estrenada en el año 1997, “Gattaca” no solo es recordada por ser la opera prima de Niccol, sino porque además mediante una historia que postula que el nuevo orden social está establecido por los rasgos genéticos de cada individuo, Niccol comenzó a construir su reputación como un cineasta capaz de explorar temas complejos en cada una de sus cintas. Desarrollada inicialmente bajo el título de “The Eighth Day”, el cual era una referencia bíblica que apuntaba a implicar que el hombre se había atrevido a intervenir lo que Dios inicialmente había creado, la película se desarrolla en un futuro no tan lejano, en el cual un hombre imperfecto busca abrirse camino en un mundo dominado por la supuesta perfección artificial otorgada por la todopoderosa ingeniería genética.

En “Gattaca”, el protagonista Vincent Freeman es presentado prácticamente como un error de la naturaleza. Y es que él vive en una sociedad en la que los individuos que nacen de forma natural y sin la ayuda de la ingeniería genética, son relegados a trabajos básicos y son encasillados en un segmento subvalorado socialmente, a diferencia de aquellos cuya concepción fue genéticamente alterada, lo que les ha permitido ser considerados como personas “válidas” dentro del mundo en el cual se desarrollan. Es a raíz de esto que las aptitudes de Vincent no son tomadas en cuenta por quienes lo rodean, los cuales prefieren juzgarlo por su predisposición a adquirir miopía y una enfermedad cardiaca que ha reducido su expectativa de vida de manera considerable. Sin embargo, Vincent nunca ha aceptado el destino que la sociedad le ha impuesto. De hecho, cuando todavía era un niño, solía enfrascarse en competencias de natación y resistencia física con su hermano Anton (Loren Dean), quien pese a su supuesta perfección genética, en una ocasión debió ser rescatado por Vincent de una muerte segura. Tras años de realizar trabajos menores, Vincent decide tomar ciertas medidas para cumplir el sueño de su niñez y convertirse en un astronauta. Es entonces cuando a través de un comerciante de ADN conoce a Jerome Morrow, un hombre con una genética envidiable el cual luego de un confuso incidente, quedó confinado a una silla de ruedas. Una vez que Vincent asume su identidad, logra infiltrarse en una empresa llamada Gattaca, la cual está a cargo de diversos viajes al espacio. Lamentablemente para él, cuando está a punto de cumplir su sueño y viajar a una de las lunas de Saturno, el director del programa espacial es asesinado, lo que pone en peligro su falsa identidad y sus posibilidades de ser incluido en la ambiciosa misión interplanetaria.

 

En el film de Niccol, la tensión proviene de dos conflictos en particular. Primero, existe la posibilidad constante de que Vincent sea descubierto; debido a la infinidad de sistemas de seguridad con los que cuenta la empresa donde trabaja, el protagonista se ha visto obligado a tomar una serie de medidas que buscan ocultar su verdadero ADN en un lugar donde hasta una pequeña pestaña puede delatarlo. Segundo, ha ocurrido un asesinato; el director del centro espacial, quien ha cuestionado abiertamente la misión a Saturno, ha sido encontrado muerto, por lo que la policía ha comenzado a identificar al personal en busca de sospechosos. Esto pone sobre la mesa la posibilidad de que eventualmente una computadora establezca una relación entre Vincent, quien antes oficiaba como conserje, y Jerome, el nuevo programador espacial. Al mismo tiempo, el protagonista establece una relación amistosa con Irene (Uma Thurman), una atractiva mujer que trabaja en el centro pero que ha sido excluida de la próxima misión debido a que ha obtenido puntajes demasiado bajos en algunas áreas. Pronto nace una atracción innegable entre ambos, pero un romance en este mundo puede ser peligroso, ya que incluso un beso puede ser suficiente como para identificar a los involucrados en el mismo.

Lo interesante de “Gattaca” es que en cierto modo encierra dos historias en una. Por un lado está la emotiva historia personal de Vincent, quien lo único que desea es superar todos los obstáculos que han sido puestos en su camino. Esta subtrama en particular sirve para personalizar uno de los mensajes que contiene el film, permitiendo de este modo que el espectador se identifique con el protagonista. Vincent es un hombre común y corriente, es un personaje que existe precisamente porque sus fallas son perfectamente percibibles. Jerome en cambio, es presentando como su polo opuesto ya que posee todo lo que Vincent desea, con la excepción de la determinación a toda prueba del protagonista. En gran medida, el film realiza una comparación honesta entre un hombre imperfecto con uno que es percibido como tal. De forma paralela, “Gattaca” entabla un debate moral acerca de los problemas que pueden surgir en una sociedad determinada a discriminar a ciertos individuos a causa de su código genético. Es a raíz de este motivo que muchos estudiosos y científicos han señalado al film de Niccol como un verdadero ensayo bioético, debido a que no apunta a la ingeniería genética como la responsable del problema, sino que más bien establece que el problema surgiría solo si la sociedad está dispuesta a aceptar una ideología genetista que ve a los humanos sencillamente como la mera suma de sus genes.

 

En el ámbito de las actuaciones, la totalidad del elenco realiza un trabajo estupendo. Ethan Hawke convierte con éxito a Vincent en un personaje entrañable y creíble, el cual además demuestra tener una química innegable con sus compañeros de reparto, en especial con Jude Law, quien interpreta a Jerome como a un hombre inteligente, cínico y algo amargado, el cual es incapaz de abandonar el sistema que lo ha convertido en la persona que es en la actualidad. Uma Thurman por su parte, interpreta de manera sólida al interés amoroso del protagonista, la cual se caracteriza por ser una mujer que ha optado por abandonar toda esperanza de cumplir sus sueños. En lo que respecta al aspecto técnico del film, si hay algo por lo que “Gattaca” se caracteriza es por su cuidado aspecto visual. Tanto Jan Roelfs como Sarah Knowles se preocupan de establecer que la cinta se desarrolla en un futuro distópico, mediante la combinación de escenarios en los cuales priman los avances tecnológicos y una estética que perfectamente pudo haber sido sacada de un film noir clásico. Todo esto es complementado por el maravilloso trabajo de fotografía de Slawomir Idziak y por la selección de una paleta de colores en la cual priman los tonos amarillos y azules, con lo cual se pretende generar en el espectador una sensación de inevitabilidad y desesperanza que es compartida por los protagonistas del film. Por último, es necesario destacar la banda sonora compuesta por Michael Nyman, la cual resalta aún más la veta emotiva del relato.

Es necesario mencionar que “Gattaca” ha sido reconocida por muchos estudiosos como un como un verdadero film noir futurista, ya que tanto su aspecto estético como su estructura dramática se asemeja bastante a las cintas de cine negro que se filmaron durante las décadas del cuarenta y cincuenta. Al igual que otros film noirs, “Gattaca” utiliza como punto de partida un crimen y su posterior investigación policial, para luego centrarse en un problema social, en este caso el prejuicio y la intolerancia ejercida por un grupo específico de la sociedad, el cual es presentado mediante una serie de flashbacks que son narrados por la lacónica voz del protagonista. Curiosamente, pese a que el film de Niccol se estrenó durante la década en la cual se desarrolló el Proyecto del Genoma Humano, el cual pretendía identificar aproximadamente 25.000 genes en el ADN humano, con la intención de recolectar suficiente información como para poder realizar avances importantes en el desarrollo de la ingeniera genética, este no tuvo el éxito esperado. Solo algunos años después de su estreno, “Gattaca” comenzó a ser reconocida como una película entretenida que no solo le entrega al espectador una valiosa moraleja acerca de los peligros del abuso de la ingeniería genética, sino que además se alza como una de las cintas de ciencia ficción más inteligentes de los últimos 20 años.



por Fantomas.

martes, 18 de marzo de 2014

Strip Nude For Your Killer: Sordidez al estilo italiano.

“Nude per l´assassino” (1975), es un giallo del director Andrea Bianchi, el cual está protagonizado por Edwige Fenech, Nino Castelnuovo y Solvi Stubing.

Luego de que una modelo fallece durante un aborto, los integrantes de la agencia de modas a la cual pertenecía comienzan a ser brutalmente asesinados por una misteriosa figura envuelta en un traje de motociclista. Intrigado por la situación, el fotógrafo Carlo Bianchi (Nino Castelnuovo) emprende una investigación cuyo objetivo es descubrir la identidad del asesino antes de que este acabe con la vida de todas las personas ligadas a la agencia.

 

Pese a su evidente falta de talento, durante su carrera el director Andrea Bianchi se las arregló para realizar al menos tres cintas que con el paso de los años adquirieron el estatus de film de culto, pese a que presentaban un sinnúmero de falencias absolutamente evidentes; la infame película de zombies “Le notti del terrore” (1981), la sexualmente cargada “Malabimba” (1979), y “Nude per l´assassino”, el cual es considerado como uno de los giallos más sórdidos jamás filmados. De hecho, debido a que el contenido del film bordea lo ofensivo, el guionista Massimo Felisatti se rehusó a tomar todo el crédito por el guión, y le otorgó al director cierta responsabilidad en la historia para así minimizar su rol creativo y no cargar con todas las críticas que de seguro iba a recibir la producción. Y es que tal y como lo sugiere el título del film, “Nude per l´assassino” está lejos de ser una experiencia cinematográfica sofisticada o medianamente intelectual. En este caso en particular, la particular estética tan propia del giallo es dejada en segundo plano para dar paso a numerosos desnudos gratuitos y a diversas prácticas sexuales relativamente cuestionables. Si bien en la práctica todo esto no es precisamente algo escandaloso, la forma en como Andrea Bianchi presenta la historia deja bastante que desear.

“Nude per l´assassino” comienza con una corta secuencia en la que se ve como una hermosa modelo fallece durante la realización de un aborto clandestino. Al poco tiempo después, el médico a cargo del aborto es brutalmente asesinado por alguien que viste un traje de motociclista, cuya utilización no responde a un fetiche en particular, sino que tiene por objetivo ocultar la identidad y el género del asaltante. Esto será solo el comienzo de una serie de crímenes cuyas víctimas serán los integrantes de una prestigiosa agencia de modelaje, en la cual solía trabajar la desafortunada mujer. Entre los sospechosos de los crímenes se encuentra Carlo Bianchi, un ambicioso fotógrafo que se las arregla para seducir a cuanta mujer se cruza por su camino; Magda Cortis (Edwige Fenech), la asistente y la novia de Carlo, quien recientemente ha comenzado a fantasear con la idea de convertirse en modelo; Lucia (Femi Benussi), una chica que aspira a convertirse en una modelo famosa luego de haber tenido un breve affaire con Carlo; Patrizia (Solvi Stubing), la modelo más importante de la agencia; Gisella (Amanda), la extravagante y dominante dueña bisexual de la agencia; Maurizio (Franco Diogene), el obeso marido de Gisella que lo único que ansía es acostarse con Doris (Erna Schurer), quien es una inescrupulosa modelo que mantiene una violenta relación amorosa con Stefano (Gianni Airó), quien también trabaja al interior de la agencia.

 

Debido a que el misterio central del film está relacionado con un aborto fallido, el espectador inevitablemente se imagina que Bianchi se embarcará en un sutil estudio del controversial tema. Sin embargo, el director parece introducir el tema con el único propósito de comenzar la cinta con la imagen de una mujer desnuda con las piernas abiertas, marcando de inmediato el tono de la historia. Con la intención de que al menos parte de la perturbadora escena introductoria quede grabada en la mente del espectador, el director en numerosas ocasiones inserta una serie de tomas subliminales en las que aparece el cuerpo de la mujer dentro de una bañera, las cuales por lo general anteceden a las escenas de violencia que presenta el film. Si bien esto se alza como un interesante golpe de efecto, Bianchi es incapaz de imprimirle grandes dosis de suspenso a la cinta, lo que sin lugar a dudas resulta absolutamente imperdonable. Aun cuando resulta evidente que el director maneja de buena manera los elementos propios del cine de explotación que presenta la producción, “Nude per l´assassino” se aleja bastante de los ejemplos más memorables y exitosos del popular subgénero, los cuales lograron combinar con éxito la violencia, la desnudez, y los elementos del cine de explotación con una trama interesante, todo esto enmarcado en un impresionante estilo visual y acompañado de al menos una o dos piezas de suspenso brillantemente logradas.

En lo que respecta a la caracterización de los personajes, el film falla estrepitosamente. Prácticamente todos los personajes que participan en la historia resultan ser viles y nauseabundos, lo que los hace justos merecedores del destino que el asesino les tiene reservado. Carlo, quien hace las veces de protagonista y de detective amateur, no solo carece de cualidades redentoras, sino que además dista de ser encantador y es extremadamente misógino. De hecho, Carlo despide el film con la promesa de sodomizar a la fuerza a su novia, lo que refleja en gran medida el concepto de heroísmo que posee el director. Lamentablemente, Bianchi le imprime este carácter grotesco al resto de los personajes con la sola excepción de Magda, quien es la única que en cierto grado logra despertar la simpatía del espectador. Esto no deja de ser meritorio considerando que en una de las primeras escenas en las que participa el personaje interpretado por Fenech, ella se desnuda y procede a realizarle sexo oral al infame protagonista. Obviamente esto responde a que “Nude per l´assassino” está fuertemente ligada a la sexualidad, en especial a aquella de características aberrantes. Probablemente el mejor ejemplo de esto lo encarna Maurizio, quien durante gran parte del film intenta convencer a Doris de que se acueste con él. Cuando finalmente logra convencer a la modelo de someterse a sus deseos, este se comporta como un niño y es incapaz de tener una erección. Para coronar todo el asunto, una vez que Doris lo deja solo con su frustración, Maurizio no encuentra nada mejor que recurrir a su muñeca inflable poco antes de ser atacado por el asesino.

 

En el ámbito de las actuaciones, como se menciona en el párrafo anterior, solo Edwige Fenech, quien con el paso de los años se convertiría en una figura de culto dentro del ambiente del cine de explotación italiano, realiza una labor medianamente encomiable. El resto del elenco por su parte, no solo carece de presencia cinematográfica, sino que además interpretan de forma mediocre a sus respectivos personajes, los cuales dicho sea de paso además están condenados por una serie de diálogos absolutamente olvidables que poco contribuyen con el desarrollo de la trama. En cuanto al aspecto técnico de la producción, Bianchi solo realiza unos pocos guiños a la estética característica del giallo mediante el uso de una atractiva paleta de colores, numerosos primeros planos, y la siempre interesante cámara subjetiva. El a ratos competente trabajo del director se ve complementado con el sencillo pero efectivo trabajo de fotografía de Franco Delli Colli, y con la psicodélica banda sonora del compositor Berto Pisano, la cual sorprendentemente está al nivel de las bandas sonoras más memorable que haya entregado el subgénero.

Tras el estreno de “Nude per l´assassino”, Andrea Bianchi jamás retornaría a los terrenos cosmopolitas y violentos del giallo, en gran medida por la recepción negativa que tuvo la cinta. Lamentablemente, tras un prometedor debut como director con el subvalorado thriller psicológico “Diabólica Malicia” (1971), Bianchi fue incapaz de dejar de lado su inclinación por la sordidez y terminó construyendo una carrera que estuvo marcada por una serie de producciones de bajo presupuesto que rápidamente pasaron al más completo olvido. Aunque evidentemente “Nude per l´assassino” está lejos de ser una de las mejores entradas dentro del ciclo del giallo, y pese a que cuenta con incontables fallas tanto a nivel narrativo como técnico, de todas formas resulta ser medianamente entretenida y a ratos presenta una atmósfera bastante particular, que le imprime un colorido especial a un relato que solo puede ser denominado como básico. Junto con esto, es indiscutible que si en algo triunfa el film de Bianchi, es en la presentación políticamente incorrecta de varias de las obsesiones y los tabúes presentes en la cultura italiana de la época.



por Fantomas.

domingo, 17 de febrero de 2013

The Taking of Pelham One Two Three: Terror en el metro de Nueva York.

“The Taking of Pelham One Two Three” (1974), es un thriller del director Joseph Sargent, el cual está protagonizado por Walter Matthau, Robert Shaw y Martin Balsam.

Una banda de hombres armados secuestra un tren subterráneo de la ciudad de Nueva York, y amenaza con asesinar a un rehén por minuto a no ser que se cumplan sus demandas. Forzado a negociar con los criminales hasta que se efectúe un rescate, el Teniente Zachary Garber (Walter Matthau) se verá inmerso en una lucha de ingenios la cual podría tener trágicas consecuencias.


En el año 1973, el escritor Morton Freedgood publicó bajo el seudónimo de John Godey la novela “The Taking of Pelham One Two Three”, la cual rápidamente llamó la atención de algunos productores de Hollywood, entre los que se encontraba Edgar J. Scherick, quien se apresuró a comprar los derechos del escrito con la intención de llevarlo a la pantalla grande. Eventualmente, la dirección de la adaptación recaería en las manos de Joseph Sargent, la cual además contaría con un guión de Peter Stone y con las actuaciones de Walter Matthau y Robert Shaw, quienes se encontraban en el punto más alto de sus respectivas carreras. Aunque el proceso de preproducción comenzaba de manera auspiciosa, no tardarían en aparecer algunos problemas, los cuales en su mayoría estaban asociados a las locaciones en las cuales se desarrollaba el film. En un principio, la Autoridad de Tránsito de Nueva York se negó a facilitar las instalaciones del tren subterráneo de la ciudad, porque pensaban que la cinta instigaría a algunos criminales a imitar el atraco en el que se centra el relato. Eventualmente, tras la intervención de John V. Lindsay, quien era el alcalde de Nueva York en ese momento, y el pago de 350.000 dólares por parte de la productora United Artist, el cual incluía la compra de un seguro anti-secuestro, Sargent y su equipo de filmación pudieron utilizar el tren subterráneo de la ciudad sin mayores contratiempos.

En “The Taking of Pelham One Two Three”, cuatro hombres de apariencia similar pero sin ninguna relación aparente, abordan el tren subterráneo Pelham 123 en estaciones consecutivas. En un determinado momento, los cuatro individuos actúan en forma colectiva para secuestrar el tren con un objetivo claro: pedir una recompensa de un millón de dólares por la liberación de un grupo de pasajeros que ahora se encuentran bajo su poder. Lo que es aún peor, el grupo conformado por el metódico Sr. Azul (Robert Shaw), el agripado y temeroso Sr. Verde (Martin Balsam), el tartamudo Sr. Café (Earl Hindman), y el psicopático Sr. Gris (Héctor Elizondo), le han advertido a las autoridades que de no cumplirse sus demandas en el plazo de una hora, asesinarán a un rehén por cada minuto que se retrasen en la entrega del dinero. Es por este motivo que el policía de tránsito Zachary Garber, quien ha estado comunicándose con los secuestradores, no solo tendrá que preocuparse de que sus colegas no comentan un error fatal, sino que además deberá intentar determinar cuál será el próximo movimiento del cuarteto de criminales, los cuales en todo momento han demostrado ir dos pasos adelante de las autoridades que desesperadamente intentan apresarlos.



Bajo la trama del secuestro del tren subterráneo, se esconde un estudio no solo de la mentalidad de la sociedad norteamericana de la década del setenta, sino que también de la idiosincrasia del neoyorkino promedio. Básicamente, el film de Joseph Sargent toma a un microcosmos de la sociedad neoyorkina (razón por la cual los rehenes son acreditados según el estereotipo que representan, como por ejemplo el proxeneta, el homosexual, el alcohólico y el hippie, entre otros), lo aparta del resto del mundo mediante el accionar de un grupo de peligrosos criminales, y luego utiliza diversas subtramas para exhibir el malestar reinante en Norteamérica durante aquella época, debido al escándalo de Watergate, la Guerra de Vietnam, la crisis energética y la creciente aparición de secuestros aéreos. Esto en gran medida queda explicitado en la subtrama que involucra al agripado alcalde de Nueva York (Lee Wallace), quien es visto como un inútil incluso por su propio asesor (Tony Roberts), razón por la cual no resulta extraño que se mencione que su nivel de aprobación se encuentra en su punto más bajo. Lo que deja aún más claro el deficiente funcionamiento de la maquinaría política, es el hecho de que el alcalde solo accede pagar el rescate de los rehenes, una vez que su círculo interno lo convence de que la medida lo ayudará a salir reelecto, e indirectamente le ayudará a aumentar su ya considerable fortuna.

Por otro lado, algo que sin duda llama la atención, es el hecho de que aún cuando cada una de las subtramas es un mundo en sí mismo, estas se fusionan de manera coherente para dar vida a una historia que es más compleja de lo que aparenta. La investigación policíaca, el drama vivido por los rehenes, y el manejo político de la situación, adquieren la misma importancia durante el transcurso del film, lo que deriva en que este exhiba un especial cuidado por los detalles. Al mismo tiempo, si bien el guión incluye una serie de momentos inclinados a la comedia, los cuales en su gran mayoría están a cargo del personaje de Matthau, estos en ningún momento le restan seriedad a un relato en el que predomina el drama y el suspenso. Lo que en gran medida ayuda a que la película funcione de buena manera, es la inclusión de una serie de elementos dramáticos cuya función no es otra más que atrapar el interés del espectador hasta la conclusión de la cinta. Es así como la agilidad mental de los protagonistas, algunas vueltas de tuerca totalmente inesperadas, y las interrogantes que rodean al plan de escape de los criminales, contribuyen activamente en los esfuerzos del director por dotar a la historia de un ritmo narrativo dinámico, hecho que afortunadamente logra con creces.


El film además se ve favorecido por el estupendo trabajo del elenco participante. Walter Matthau, quien venía de trabajar en un par de thrillers de corte similar, hace un estupendo trabajo personificando a un policía que no solo se caracteriza por su particular sentido del humor, sino que además por su tenacidad a toda prueba, la cual lo lleva incluso a enfrentarse con un testarudo operador del sistema de metro (Dick O´Neill), cuya mayor preocupación es el funcionamiento correcto de los trenes. En la vereda de los criminales, Robert Shaw se luce como el frío y calculador líder de los secuestradores, mientras que Martin Balsam interpreta de buena manera al hombre de confianza del personaje interpretado por Shaw, cuyo conocimiento del funcionamiento de los trenes resulta ser parte crucial del plan. Por último, cabe destacar la labor de Héctor Elizondo, quien interpreta de manera creíble a quien probablemente es el criminal más peligroso del grupo, debido a que básicamente es un psicópata que solo busca una excusa para utilizar su arma y saciar su sed de violencia. En lo que al aspecto técnico de la producción se refiere, esta cuenta con el espléndido trabajo de fotografía de Owen Roizman, y con la palpitante banda sonora de David Shire, que sin duda es uno de los puntos altos del film.

“The Taking of Pelham One Two Three” es considerada por muchos como una película extremadamente influenciadora (la selección de los nombres de los protagonistas del film “Reservoir Dogs”, del director Quentin Tarantino, es una clara alusión a esta producción), básicamente porque Joseph Sargent hace gala de la simpleza del guión para forjar una historia sólida e interesante. El realizador no pierde tiempo explorando los motivos o el trasfondo personal de los protagonistas, sino que se mete de lleno en la acción desde prácticamente el principio del relato, lo que a la larga prueba ser una buena decisión ya que al centrarse por completo en la esencia del thriller, este fluye de manera más dinámica. Lamentablemente no sucede lo mismo en el remake realizado por el director Tony Scott en el año 2009 (cabe mencionar que existe otro remake hecho para la televisión que data del año 1988), el cual pese a presentar una estética y un juego de cámaras más atractivo que el de la cinta original, pierde demasiado tiempo en el intercambio de ideas entre los protagonistas, lo que atenta directamente contra el ritmo narrativo de la producción. En definitiva, aunque no está exenta de fallas, las cuales en su mayoría están relacionadas con algunas subtramas que no llegan a ninguna parte, la cinta de Sargent hoy es recordada como uno de los mejores thrillers policiales de la década del setenta, y como la mejor adaptación del relato de Morton Freedgood.

 

por Fantomas.

domingo, 10 de febrero de 2013

Manhunter: La primera aparición cinematográfica de Hannibal Lecter.

“Manhunter” (1986), es un thriller del director Michael Mann, el cual está protagonizado por William Petersen, Kim Greist, Joan Allen y Brian Cox.

Debido a la aparición de un asesino serial conocido como el “Hada de los Dientes” (Tom Noonan), un ex agente del FBI llamado Will Graham (William Petersen) es persuadido para ayudar en la búsqueda del homicida. Sin embargo, para poder encontrar al maníaco, Graham tendrá que enfrentarse a otro mucho peor; el doctor Hannibal Lecktor (Brian Cox), un psiquiatra condenado a prisión con un pasado en común con el agente del FBI. Es por esto que durante el curso de la investigación, las ideas de Lecktor demostrarán ser tan peligrosas para Graham como el asesino que intenta atrapar.


Tras comprar los derechos de la novela “Red Dragon”, del escritor Thomas Harris, el productor Dino De Laurentiis contrató al director y guionista Michael Mann para que se hiciera cargo de la adaptación del relato. Tras escribir el guión y cambiar a regañadientes el título de la adaptación a “Manhunter”, básicamente para evitar que la cinta fuese relacionada con la producción “Year of the Dragon” (1985), en la cual también estuvo involucrado De Laurentiis, Mann rápidamente contrató a William Petersen para interpretar el rol protagónico del film, quien a su vez pasaría una buena cantidad de tiempo trabajando con el Departamento de Policía de Chicago y con la Unidad de Crímenes Violentos del FBI, con el fin de preparar de mejor forma el papel del complejo agente Will Graham. Por otra parte, para interpretar al manipulador, calculador y retorcidamente carismático Hannibal Lecktor, cuyo apellido cambiaría a Lecter en sus siguientes apariciones cinematográficas, Mann pensó en John Lighgow, Mandy Patinkin, Brian Dennehy e incluso en el director William Friedkin, antes de decidirse por el actor Brian Cox, quien fue sugerido por Dennehy una vez que este rechazó el rol.

A poco de comenzada la cinta, el espectador se entera de que un asesino serial está suelto, el cual ha acabado con la vida de dos familias que aparentemente no tenían nada en común. Francis Dollarhyde, quien es conocido por la policía como el “Hada de los Dientes”, no solo entra a las casas de sus víctimas y asesina brutalmente a todas las personas que residen en ellas, sino que además se toma el tiempo de colocar pedazos de vidrio en sus ojos para que puedan presenciar la supuesta transformación que sufre cada vez que comete un crimen. Debido a lo macabro de las circunstancias, Jack Crawford (Dennis Farina), quien es el director del FBI, decide contactar a Will Graham, un ex agente federal conocido por su habilidad para realizar perfiles criminales, para que colabore en la captura del psicópata. Con la ayuda del doctor Hannibal Lecktor, con quien Graham ya tuvo un encuentro en el pasado que no terminó de buena manera, el agente comenzará a construir el perfil psicológico de Dollarhyde, lo que inevitablemente lo sumergirá en una vorágine de locura de la cual no le será tan fácil escapar, y que amenazará con acabar con su propia sanidad mental.


Desde prácticamente el inicio del film, resulta evidente que la intención de Mann es centrarse en el accionar de Graham y en los efectos que la investigación tiene en su persona. El protagonista se presenta como un hombre cuya psiquis se encuentra fracturada por ciertos hechos de su pasado, razón por la cual ha decidido renunciar a su trabajo e irse con su familia a un lugar lo más alejado posible del sórdido mundo en el que solía desenvolverse. Es por este motivo que todo el proceso investigativo en el que de pronto se ve envuelto, inevitablemente comienza a consumirlo y a reabrir ciertas heridas que supuestamente habían cicatrizado. Privado de sueño y usualmente solo, Graham comienza a repasar de manera obsesiva cada uno de los hechos y las pistas del caso, con el fin de introducirse en la mente del criminal al punto de mimetizarse con él, y así entender sus motivaciones y su modus operandi. Es en el marco de la dinámica investigativa que lleva a cabo el protagonista, que son apreciables las similitudes y los contrastes de quienes en esta ocasión funcionan como el cazador y la presa. Por ejemplo, Graham constantemente menciona que el psicópata es un soñador que a través de los asesinatos que comete, intenta satisfacer sus retorcidas fantasías. Al mismo tiempo, el protagonista también es un soñador, y aún cuando sus sueños se centran en su hogar y en su familia, son igual de intoxicantes que los sueños que ocupan la mente de Dollarhyde.

La conexión que se establece entre Graham y los psicópatas que persigue es innegable. Esto es bien conocido por Lecktor, quien no tarda en recordárselo al protagonista, a sabiendas de que la sola idea de que comparte algo con los maníacos que busca poner tras las rejas, desestabiliza su frágil estado mental. Por otro lado, Dollarhyde, quien recién aparece durante la segunda mitad de la cinta, dista de ser un personaje unidimensional. En esencia, es un hombre atormentado que está en conflicto con su propia identidad, hecho que amenaza con destruirlo constantemente. Él es un monstruo, pero al mismo presenta algunos rasgos de humanidad (en especial cuando comienza una relación amorosa con el personaje interpretado por Joan Allen), lo que establece que quizás tiene alguna posibilidad de redimir sus pecados, aún cuando sus actos indican lo contrario. El errático comportamiento del protagonista y el psicópata terminan desafiando gran parte de las convenciones del género del thriller policíaco, provocando que el espectador se cuestione si el desenlace del relato será el esperado. ¿Graham logrará mantener intacta su sanidad mental hasta el final?, ¿La policía será capaz de reunir la evidencia suficiente como para dar con el paradero del maníaco? y ¿Dollarhyde será capaz de redimir sus pecados? Estas son algunas de las preguntas que surgen durante el transcurso del film, las cuales en gran medida actúan como el motor de una historia cruda y por sobre todo oscura, cuyo impacto es innegable.


En el ámbito de las actuaciones, el elenco en su totalidad realiza un trabajo encomiable. William Petersen interpreta de manera creíble a un hombre complejo, cuya especial conexión con los criminales resulta ser más peligrosa de lo que aparenta. Tom Noonan por su parte, logra que Dollarhyde no solo resulte ser un personaje en extremo amenazante, sino que además logra proyectar la idea de que en el fondo, los horribles crímenes que comete nacen de una retorcida noción de lo que es el amor, y no de la simple búsqueda de placer mediante la ejecución de actos violentos. Por último, cabe destacar la interpretación de Brian Cox como el siniestro, calculador y siempre interesante Hannibal Lecktor. A diferencia de Anthony Hopkins, Cox decide interpretar al conocido sociópata como un hombre que aún cuando es poseedor de una mente retorcida, por momentos da la impresión de estar completamente cuerdo, lo que lo hace aún más amenazante. El simple hecho de que bajo su aparente pasividad y autocontrol, se esconda un hombre capaz de dar rienda suelta a sus más oscuros deseos sin siquiera pestañear, lo convierte en una figura mucho más temible que la personificada por Hopkins, cuya agresividad es mucho más evidente.  

En lo que al aspecto técnico se refiere, el trabajo de fotografía de Dante Spinotti es sin duda uno de los puntos altos del film. De forma brillante, Spinotti utiliza ciertos colores para definir los estados de ánimo de los personajes involucrados en determinadas escenas. Es así como en las escenas en las que vemos a Graham junto a su esposa (Kim Greist), predominan las tonalidades azules, las cuales expresan una cierta tranquilidad. En las que aparece Dollarhyde en cambio, predominan los tonos rojos y verdes, los cuales tienen estrecha relación con el infierno personal que experimenta el asesino, el cual está marcado por la búsqueda constante de su identidad. Por último, en aquellas escenas en las que aparece Lecktor predomina el blanco, el cual se contrasta con la oscuridad inherente al alma del buen doctor. Por otro lado, si bien la banda sonora cumple con reflejar la intensidad de las escenas en las cuales es utilizada, el hecho de que esté constituida por canciones de bandas setenteras y ochenteras, como por ejemplo la desaparecida The Reds o Iron Butterfly, inevitablemente encasilla al film en una época determinada, lo que en cierta medida juega en contra de la atemporalidad del relato. Más allá de determinados detalles, hoy en día “Manhunter” es considerada como un clásico moderno, no solo por ser un thriller hipnótico y crudo al cual Mann le otorgó un sello estilístico y temático distintivo, sino porque además la descripción realista que realiza del proceso investigativo policíaco, ha servido de influencia para la gran mayoría de las series de televisión actuales que se centran precisamente en ese aspecto de las fuerzas encargadas de impartir la ley.

 

por Fantomas.

lunes, 4 de febrero de 2013

Close Your Eyes: La respuesta yace en tu subconsciente.

“Close Your Eyes” (2002), es un film de suspenso del director Nick Willing, el cual está protagonizado por Goran Visnjic, Shirley Henderson y Miranda Otto.

El hipnoterapeuta Michael Strother (Goran Visnjic) tiene un peligroso don; es capaz de ver el interior de la mente de sus pacientes. Debido a esto, es reclutado por Janet Losey (Shirley Henderson), una detective que está tras la pista de un peligroso asesino ritualista, al que debe detener antes de que continúe asesinando a niñas pequeñas.
Durante años, los thrillers policiales han despertado el interés de un gran número de personas deseosas de sumergirse en historias centradas en peligrosos criminales que por un motivo u otro, amenazan a un determinado grupo social. Con esto en mente, en el año 1991 el escritor Madison Smartt Bell, más conocido por su trilogía sobre el líder de la revolución haitiana, François-Dominique Toussaint L'Ouverture, escribió la novela “Doctor Sleep”, la cual diez años después de su publicación fue rescatada por el director y guionista Nick Willing, quien decidió llevarla a la pantalla grande bajo el alero de la productora BBC Films. Lo que más le llamó la atención a Willing del escrito de Bell, fue que los protagonistas no solo debían enfrentarse a un peligroso asesino que parece superarlos en ingenio, sino que además los asesinatos que comete parecen tener un trasfondo sobrenatural, lo que de inmediato le otorgaba un cariz distintivo a la historia.

El protagonista de la cinta es un hipnoterapeuta de pasado misterioso llamado Michael Strother, quien recientemente se ha mudado a Londres junto con su hija y su esposa Clara (Miranda Otto), quien está embarazada. Mientras se encuentra ayudando a una paciente llamada Janet a dejar el cigarrillo, esta se da cuenta de que Strother es capaz de introducirse en la mente de sus pacientes durante las sesiones de hipnosis a las que los somete. Es entonces cuando ella le revela que es policía, y le pide que la ayude a encontrar a un hombre que ha estado secuestrando y asesinando niñas, a las cuales les tatúa extraños símbolos en los brazos, razón por la cual lo conocen como el “asesino del tatuaje”. Para suerte de las autoridades, una niña llamada Heather (Sophie Stuckey) logró escapar de las garras del asesino, pero lamentablemente debido a lo traumático de la experiencia, desde que regresó a su hogar no ha pronunciado ninguna palabra. Es básicamente por este motivo que Janet le pide ayuda a Michael, ya que piensa que él es la única persona capaz de extraer de la mente de la niña información suficiente como para atrapar al peligroso criminal, que hace ya algún tiempo tiene aterrorizada a toda la ciudad.

Si bien la improvisada dupla de detectives logra algunos avances, no pueden evitar meterse en algunos problemas que terminan afectándolos en distintos ámbitos, y que eventualmente ponen en riesgo sus vidas y las de sus seres queridos. Mientras que Janet debe soportar las duras y constantes recriminaciones de sus superiores, quienes critican sus métodos y su decisión de involucrar a un civil con supuestos poderes psíquicos en la investigación, Michael comienza a tener una serie de pesadillas que no lo dejan dormir, y que aparentemente vienen a recordarle un trágico error de su pasado. El protagonista además deberá lidiar con la posibilidad de que el asesino cobre la vida de su pequeña hija, razón por la cual tendrá que ingeniárselas para mantener a salvo a su familia hasta que logre encontrar al sádico criminal. Para colmo, debido a la ansiedad de la improvisada dupla de detectives, a algunos errores algo pueriles y a la inteligencia del asesino, la investigación se complica más de la cuenta cuando algunos de los involucrados comienzan a ser asesinados, y cuando la vida de Heather nuevamente se ve amenazada por la aparente omnipresencia del villano de turno.

Cabe mencionar que por momentos la historia se acerca bastante a los terrenos del siempre interesante género del giallo. No solo la trama presenta la inclusión de un civil en una investigación policial, sino que además durante el transcurso de la misma ocurren un par de cruentos asesinatos que exhiben algunas dosis de gore, a lo que se suma el hecho de que el rostro y los motivos del asesino solo son revelados en el último tramo del film, razón por la cual existe una sensación de constante peligro durante todo el transcurso del relato. En relación a la trama, Nick Willing básicamente se centra en tres puntos; la investigación en sí, la cual está plagada de elementos esotéricos, los intentos del protagonista por establecer un nexo en algún nivel con Heather, y los problemas personales que debe enfrentar Michael a causa del don/maldición que la ha sido otorgado. En cierta medida, el protagonista espera que el hecho de encontrar al asesino e impedir que este le haga más daño a Heather, le ayude a redimir ciertos errores que cometió en el pasado, y que en la actualidad aún lo atormentan a él y a su familia.

En lo que a las actuaciones respecta, estas son algo irregulares. Si bien tanto Goran Visnjic como Shirley Henderson exhiben una gran química y logran que sus personajes resulten interesantes, por momentos no pueden evitar que estos pierdan credibilidad, lo cual se ve reforzado por lo insulso de algunos diálogos. El resto del elenco realiza un trabajo más bien mediocre, con la sola excepción de Paddy Considine, quien interpreta a un peculiar experto en símbolos esotéricos cuya curiosidad le costará demasiado caro. En lo que al aspecto técnico del film se refiere, lamentablemente el trabajo de fotografía de Peter Sova dista de ser memorable, mientras que la banda sonora compuesta por Simon Boswell sin ser nada especial, resulta efectiva a la hora de aumentar los grados de tensión de ciertos pasajes del film. Lo que sí cabe resaltar son las secuencias surrealistas que tienen relación con la exploración que Michael realiza del subconsciente de sus pacientes, en especial aquellas que corresponden a los escabrosos recuerdos de Heather. Dichas secuencias no solo resultan ser visualmente atractivas, sino que además esconden algunas pistas que son esenciales para comprender los motivos del asesino.

“Close Your Eyes” es una película ambiciosa en el sentido que presenta una historia que abarca elementos sobrenaturales, iconografía esotérica, tesis acerca del contenido del subconsciente humano, y secuencias surrealistas, todo en el marco de una investigación policíaca. Sin embargo, todos estos elementos no siempre logran cohesionarse de la manera esperada, por lo que en su primera mitad el film sufre una crisis de identidad que le impide inclinarse hacia un género en particular, lo que inevitablemente provoca que el relato se torne algo confuso y tedioso. Todo esto mejora considerablemente durante la segunda mitad de la cinta, cuando esta entra de lleno al terreno del thriller y el horror sobrenatural. En líneas generales, pese a sus evidentes deficiencias y al hecho de que la historia se alimenta de otros relatos de corte similar, “Close Your Eyes” se presenta como una producción a lo menos interesante, cuya extraña y atractiva historia no solo logra atrapar el interés del espectador durante gran parte del metraje, sino que además logra sorprenderlo con la inclusión de un par de inesperadas vueltas de tuerca reservadas para el último tramo de este modesto film.

 

por Fantomas.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Deathtrap: El peligroso mundo del teatro.

“Deathtrap” (1982), es un thriller del director Sidney Lumet, el cual está protagonizado por Michael Caine, Christopher Reeve, y Dyan Cannon.

Sidney Bruhl (Michael Caine), quien alguna vez gozó de un gran éxito como autor de obras teatrales de intriga, hace un tiempo se encuentra lidiando con una serie de fracasos profesionales. En su momento de mayor angustia por la falta de ideas y las malas críticas, Bruhl se topa con el manuscrito de un escritor aficionado llamado Clifford Anderson (Christopher Reeve), a quien invita a su casa con la intención de robarle su obra y asesinarlo, sin imaginar que Anderson le tiene algunas sorpresas reservadas.
El 26 de febrero de 1978, el escritor norteamericano Ira Levin, conocido mundialmente por su novela “Rosemary´s Baby”, estrenó en el Music Box Theatre de Broadway la comedia de suspenso “Deathtrap”, sin imaginar el éxito que esta tendría. Para sorpresa de Levin, quien pese a ostentar una brillante carrera como novelista jamás había logrado destacarse como dramaturgo, la obra estaría en cartelera durante casi cuatro años, tiempo en el cual no solo quebró una serie de récords de taquilla, sino que además logró despertar el interés de un puñado de figuras de la industria hollywoodense, entre las que se encontraba la productora y guionista Jay Presson Allen, quien finalmente junto al director Sidney Lumet se encargaría de llevar al cine la curiosa e ingeniosa historia de Levin. El primero en integrarse al proyecto sería el consagrado actor Michael Caine, quien varios años antes había visto truncada la posibilidad de colaborar con Lumet en la cinta “The Hill” (1965), luego de que le ofrecieran protagonizar la comedía “Alfie” (1966), film que eventualmente sería el responsable de convertirlo en una estrella. Posteriormente se sumarían al elenco Dyan Cannon y Christopher Reeve, siendo este último el más interesado en trabajar en la producción, debido a que creía que esta le permitiría demostrar sus dotes actorales, y lo alejaría del tan temido encasillamiento que suponía haber interpretado en dos ocasiones a Superman.

En este film el gran protagonista es Sidney Bruhl, un veterano dramaturgo cuya carrera está a punto de irse por el desagüe. Lamentablemente para él, sus últimas comedias de misterio han resultado ser un completo fracaso, por lo que su desesperación por escribir una nueva obra exitosa se acrecienta con cada día que pasa. La situación de su esposa Myra (Dyan Cannon) no es mucho mejor; al mismo tiempo que debe controlar la enfermedad cardíaca que le aqueja, debe lidiar con la frustración que le provocan sus intentos fallidos por subirle el ánimo a su marido. Sin embargo, el destino le tiene preparada una sorpresa al angustiado autor. Cuando a sus manos llega el borrador una obra titulada “Deathtrap”, el cual le fue enviado por un estudiante llamado Clifford Anderson con la intención de escuchar su opinión experta, Bruhl ve una salida para sus problemas. Deslumbrado por la brillantez del manuscrito y decidido a salvar su carrera a cualquier costo, Sidney invita al joven a una velada en su casa con la intención de asesinarlo, robarle la obra, y deshacerse de cualquier evidencia que pueda indicar la verdadera naturaleza del escrito, sin imaginar que su en apariencia plan perfecto puede no ser tan perfecto después de todo.

Describir la trama de “Deathtrap” sin dar a conocer datos que pueden revelar las múltiples sorpresas que tiene reservada la historia, sin lugar a dudas resulta algo complicado. Básicamente, la cinta es un thriller compuesto por dos actos, un escenario, cinco personajes, algunos toques de comedia negra brillantemente insertados, buenos diálogos y un relato con un gran potencial comercial. Mientras que en el primer acto el espectador es testigo de un asesinato que será crucial para el posterior desarrollo de la trama, en el segundo acto entra en funcionamiento una maraña de hechos inesperados que rápidamente atrapan al espectador hasta la conclusión de la película, la cual ocurre casi en su totalidad al interior de la casa de los protagonistas. En cuanto a los personajes, además de los tres ya mencionados en el párrafo anterior, en el relato participa Helga Ten Dorp (Irene Worth), una psíquica que está visitando los Estados Unidos por el reciente éxito de su libro, y que hace muy poco tiempo se ha mudado a la casa contigua al hogar de los Bruhl. Dicha cercanía provocará que la excéntrica mujer visite con frecuencia a la pareja, con la intención de advertirles sobre los peligros que se ciernen sobre ellos, aunque la forma en como lo hace resulta ser siempre algo críptica. El último personaje en juego es Porter Milgrim (Henry Jones), quien es el abogado y amigo de Sidney, y cuyo rol solo cobrará cierta importancia durante el segundo acto de la historia.

En gran medida, el guión de “Deathtrap” encierra una historia dentro de una historia. En algunas ocasiones es difícil distinguir si el personaje de Caine está describiendo el manuscrito de Anderson, o se está refiriendo a los acontecimientos en los que se ve inmerso. Y es que en ese sentido, durante el transcurso de la película son varios los diálogos que hacen referencia ya sea a las bases narrativas del thriller, o a los profesionales que están ligados de una u otra forma al mundo del teatro, como por ejemplo los productores, los agentes, los críticos e incluso los abogados. La cinta sirve tanto de parodia como de homenaje a las historias de misterio, lo que le permite al director jugar con las expectativas del espectador quien en su búsqueda de clichés, termina absolutamente desconcertado con los constantes giros de la trama. Probablemente uno de los giros más discutidos del film sea la sorpresiva relación homosexual que mantienen Bruhl y Anderson. La escena en que ambos se besan y le revelan al público la verdadera naturaleza de su relación (la cual dicho sea de paso, no aparecía en la obra de Levin), no solo provocó que la producción recibiera una serie de críticas negativas, sino que además le significó un problema mayor a la pareja de actores. A raíz de que ninguno de los dos tenía mayores deseos de llevar a cabo dicha escena, no les quedó más remedio que emborracharse a tal punto que pudieran hacer todo lo que el director les pidiera. Afortunadamente para ambos, su peculiar estrategia funcionó de maravilla.

Independiente de la latente homosexualidad de los protagonistas, el errático accionar de estos se ve inducido mayormente por la ambición que los consume, aunque en el caso de Sidney Bruhl existe una motivación aún más oscura. Según el mismo Caine: “Bruhl es un exitoso escritor de misterio que tiene gustos caros y una esposa enferma, cuya musa macabra lo ha abandonado. Él siempre ha asumido que cometer crímenes en un papel sirve para sublimar las hostilidades personales. Pero ahora, después de una vida llena de asesinatos ficticios, Bruhl se encuentra fantaseando con cometer uno real. Con esto en mente, no puedo evitar preguntarme que es lo que motiva su extraño comportamiento. ¿Algún trauma de la niñez? ¿Una compulsión enterrada en lo más profundo? No, eso sería muy sencillo. La respuesta es que él está loco, completamente loco”. Esa locura de la que habla Caine logra traspasar la pantalla, y se traduce en la impredictibilidad de su personaje, cuya mente está trabajando de manera constante con el fin de buscar la mejor solución a los problemas que se le van presentando durante el transcurso del film. Demás está decir que el actor realiza un estupendo trabajo, al igual que Christopher Reeve, quien logra que su personaje sea lo suficientemente macabro y cínico como para contrarrestar la presencia abrumadora de Bruhl. Por otro lado, mientras que la actuación de Irene Worth resulta ser cómica sin caer en lo caricaturesco, la interpretación de Dyan Cannon está marcada por la sobreactuación y la verdad es que deja bastante que desear.

En cuanto al aspecto técnico de la cinta, esta cuenta con la atmosférica banda sonora del compositor Johnny Mandel, la cual se complementa de buena manera con el correctísimo trabajo de fotografía de Andrzej Bartkowiak, el cual impide que la película se convierta en la mera filmación de una obra teatral. Lamentablemente, a través de los años, “Deathtrap” ha sido injustamente comparada con el exitoso film de Joseph L. Mankiewicz, “Sleuth” (1972), no solo por sus similitudes temáticas, sino porque además ambas producciones fueron protagonizadas por Michael Caine. Aunque las similitudes saltan a la vista, la verdad es que la cinta de Lumet brilla con luces propias como una excelente adaptación de una de las obras teatrales más exitosas que se han exhibido en Broadway. Aunque por momentos el ritmo narrativo tiende a caer en ciertas lagunas, el director se las arregla para impedir que la historia se torne tediosa, ya sea insertando sorpresivos giros dramáticos, o imprimiéndole altos grados de tensión a ciertas escenas en las que los personajes participantes resultan ser por completo impredecibles. “Deathtrap” es un thriller inteligente, pero también es una comedia poblada por personajes con excéntricas personalidades, cuya interacción da como resultado una serie de situaciones inesperadas y descabelladas. Una vez que el espectador comprenda esto, le será más fácil embarcarse en un viaje que de seguro disfrutará.

 

por Fantomas.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

The Fury: El poder destructivo del odio.

“The Fury” (1978), es un thriller de ciencia ficción del director Brian De Palma, el cual está protagonizado por Kirk Douglas, John Cassavetes, y Amy Irving.

Tras ser atacado por un supuesto grupo extremista, el agente del gobierno Peter Sandza (Kirk Douglas) es dado por muerto. Algunos meses más tarde, desesperado por encontrar a su hijo Robin (Andrew Stevens), Sandza recurre a Gillian Bellaver (Amy Irving), una joven que posee poderes psíquicos inexplicables. Ella parece ser la única capaz de revelar donde está retenido Robin, quien está siendo utilizado en peligrosos experimentos mentales, cuyas consecuencias pueden ser devastadoras.

Después de filmar “Carrie” (1976), Brian De Palma se puso a buscar financiamiento para otros de los proyectos que tenía en carpeta. Debido a la escasa recaudación que logró dicho film, esto no sería una tarea fácil. Sin embargo, por esas casualidades de la vida, tras acompañar a la actriz Jill Clayburgh a ver el estreno de la cinta “Silver Streak” (1976), la cual ella protagonizaba, la pareja se encontró con el actor Alan Ladd y el productor Frank Yablans en un restaurante de Nueva York. Este último le mencionó a De Palma que junto al escritor John Farris, se encontraban escribiendo la adaptación de la novela “The Fury”, la que quizás podría interesarle. Al día siguiente, el representante del director, que casualmente también era el representante de Farris, le envío el mentado guión. Para el realizador, el flechazo fue inmediato. En el escrito reconoció elementos de la ya mencionada “Carrie”, y otros tantos de “The French Connection” (1971) y de “Three Days of the Condor” (1975), con los cuales le entusiasmaba trabajar. Fue entonces cuando casi sin pensarlo, De Palma llamó a Yablans para confirmarle su participación en el proyecto. Pese a creer que el guión era lo suficientemente bueno como para atraer a la audiencia, el director quiso asegurarse de no fracasar nuevamente en la taquilla contratando a dos actores consagrados como Kirk Douglas y John Cassavetes, quienes le otorgarían al film el "star-power" suficiente como para obtener una buena recaudación en las salas de cine.

En “The Fury”, Kirk Douglas interpreta a Peter Sandza, un agente del gobierno cuyo hijo Robin es engañado por los superiores de Sandza, quienes convencen al joven que su padre ha muerto en un tiroteo en Israel, con el fin de investigar y manipular las habilidades psíquicas que este posee, y que lo convierten en una potencial arma de destrucción contra los rusos. Sediento de venganza, Sandza regresa a los Estados Unidos con el único fin de encontrar a su hijo y asesinar al responsable de su “secuestro”, el siniestro agente Ben Childress (John Cassavetes). En medio de su cruzada, Sandza se percata de que no es el único que está buscando a su hijo. Una joven llamada Gillian Bellaver no solo ha estado teniendo una serie de problemas a causa de sus poderes paranormales, sino que además se ha estado comunicando telepáticamente con Robin, por lo que ella cree que él es el único que puede ayudarla a comprender su situación y a encontrar un lugar en un mundo que le es ajeno. Es así como eventualmente Peter y Gillian unen fuerzas para encontrar a Robin, sin conocer que tanto el carácter como los poderes del joven se encuentran fuera de control, lo que inevitablemente traerá consecuencias mortales para todos quienes osen interponerse en su camino.


“The Fury” es una película en extremo curiosa. Lo que comienza como una cinta de espionaje, pronto se convierte en una producción que trata acerca del fenómeno psíquico y de los problemas que conlleva el paso por la adolescencia. Durante la primera media hora del film, De Palma se centra en la situación que conlleva a que Peter se aleje involuntariamente de su hijo, y como este regresa un año después de dicho acontecimiento a los Estados Unidos para intentar vengarse de sus antiguos colegas. Como su contraparte nos encontramos con Ben Childress, quien no solo es responsable de todo lo sucedido, sino que además es el encargado de llevar a cabo el proyecto que recluta jóvenes psíquicos para convertirlos en armas del gobierno. Estrictamente ligado con esto, también somos testigos de cómo el grupo liderado por la doctora Susan Charles (Fiona Lewis), intenta despertar el verdadero poder psíquico de Robin, incrementando su ira a través de la filmación del supuesto asesinato de su padre. Sin embargo, lo que más afecta al joven es la relación que este mantiene con la Dra. Charles, cuyos tintes edípicos tendrán macabras consecuencias en un joven cada vez más emborrachado con su poder y su incontrolable ira.

Ya en la segunda mitad del film, el director explora los problemas que sufre Gillian a causa de su poder, específicamente como es apartada por sus compañeras de colegio, quienes piensan que es un fenómeno, y como esta termina siendo internada por su propia voluntad en un instituto que se dedica a trabajar con jóvenes como ella, el cual está a cargo del aparentemente bienintencionado doctor Jim McKeever (Charles Durning). Y es que el mayor temor de la joven es que su poder (o su maldición como ella lo ve), la lleve a dañar a aquellos a quienes ama, situación que ya ha experimentado en un par de ocasiones cuando sin quererlo, le ha provocado hemorragias a quienes tienen contacto con ella. Para alegría de Gillian, será en este lugar donde por fin se sienta a gusto, aunque lamentablemente no podrá disfrutar de aquello por mucho tiempo. Pronto la joven comenzará a fortalecer su nexo psíquico con Robin, quien también estuvo un tiempo en el instituto, lo que no solo la llevará a intentar dar con el paradero de aquel que comparte y entiende su don, sino que además la pone en la mira de Childress, quien hace ya un tiempo está buscando otro conejillo de indias capaz de convertirse en un arma efectiva y moldeable a sus más oscuros deseos.


Como es de esperarse por la talla de los actores que participan en esta producción, el elenco completo realiza un estupendo trabajo interpretando sus respectivos papeles. Se destaca la actuación de Kirk Douglas, quien personifica a este padre vengativo de energía contenida, la cual por momentos se libera de manera violenta y brutal. Amy Irving por su parte, refleja de buena manera la evolución de su personaje, que pasa de ser una joven frágil y algo asustadiza, a ser una mujer fuerte capaz de enfrentarse a cualquier situación. Por último cabe mencionar la labor de John Cassavetes, que logra que su personaje se muestre como un hombre realmente siniestro capaz de todo por alcanzar sus objetivos, lo que lo sitúa como un villano a la altura de las circunstancias. En el aspecto técnico del film, este cuenta con la atmosférica banda sonora compuesta por el siempre confiable John Williams, y con el correcto trabajo de fotografía de Richard H. Kline, que permite que en ciertos pasajes la cinta adquiera un cariz onírico. Cabe destacar que la producción también presenta una buena cantidad de bien logrados efectos especiales, los cuales resultan ser en su mayoría bastante viscerales y vienen a coronar el último tramo del relato.

En “The Fury” De Palma opta por no utilizar una estructura lógica para narrar una historia compleja y trágica, que no solo intenta fusionar géneros que rara vez suelen ir de la mano, sino que además juega a confundir y manipular al espectador para facilitar la entrada de este al mundo surrealista y onírico en el que se desarrollan los acontecimientos. Sin embargo, esta maniobra del director termina siendo un arma de doble filo. Mientras que logra con éxito capturar la atención del espectador, al mismo tiempo provoca que la cinta sufra una curiosa dicotomía que impide que las dos subtramas principales se fusionen de buena manera, hecho que solo ocurrirá en el último tramo del film. Claramente “The Fury” no es de lo mejor que podemos encontrar dentro de la filmografía del siempre interesante Brian De Palma, pero tampoco es uno de sus peores trabajos. Pese a que su carencia de definición narrativa arrastra consigo algunos agujeros en la trama, la cinta presenta un buen número de escenas visualmente atrayentes, las cuales en su mayoría son bastante viscerales, además de un par de momentos realmente destacables que han soportado bien el paso del tiempo, manteniendo intacta su capacidad de sorprender al espectador. Es precisamente por sus virtudes que "The Fury" se alza como una producción interesante, que al menos merece ser rescatada de los anales del cine setentero.

 

por Fantomas.
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