lunes, 30 de marzo de 2015

Millions: Varios santos, cientos de libras y una pareja de niños.

“Millions” (2004), es una comedia del director Danny Boyle, la cual está protagonizada por Alex Etel, Lewis McGibbon y James Nesbitt.

Cuando el asalto a un tren sale mal, una enorme valija llena de libras esterlinas cae desde el cielo y aterriza en las manos de un niño de siete años llamado Damian (Alex Etel), y de su hermano mayor Anthony (Lewis McGibbon). En este caso, solo hay una cosa que puede hacerse: gastarlas como si no hubiera un mañana. Y esto por una sencilla razón: en doce días, Gran Bretaña adoptará el Euro y todas las libras esterlinas irán a parar al incinerador.

 

A principios de la década del 2000, el escritor y guionista Frank Cottrell Boyce se embarcó en un ambicioso proyecto que involucraba la confección de un guión que sería filmado por el director británico Danny Boyle, y su posterior adaptación al formato literario, el cual sería publicado a la par con el estreno del film. “Ahora parece algo sacado de la ciencia ficción”, musita Boyce en el audio comentario presente al inicio del DVD de “Millions”. Durante ese mismo audio comentario, ambos recuerdan los esfuerzos que tuvieron que realizar para estrenar la cinta a tiempo, justo cuando Gran Bretaña estaba considerando adoptar el Euro tal y como lo habían hecho gran parte de los países pertenecientes a la Unión Europea (cosa que aún no sucede). “No es culpa del dinero que este sea robado”, declara en un pasaje del film Anthony Cunningham, quien a sus nueve años de edad es bastante más realista que su pequeño hermano de siete años, Damian. Por lo tanto, no es culpa de ellos que un bolso que contiene 265.000 libras esterlinas, el cual cayó de un tren en movimiento directamente sobre el lugar de juego de Damian, ahora se encuentre escondido debajo de su cama. Esa es precisamente la lógica que Boyle y Boyce utilizan para reflejar una realidad que va más allá de un simple hito financiero que marcó una época, y que busca explorar las formas maravillosas en como los niños ven el mundo.

Como se menciona anteriormente, “Millons” se centra en Damian y Anthony, quienes se han mudado junto a su padre (James Nesbitt), el cual ha enviudado recientemente, a un nuevo suburbio ubicado en las afueras de Liverpool. Mientras se encuentran en pleno proceso de mudanza, para matar el tiempo Damian construye un elaborado fuerte hecho de cajas de cartón desechadas, a orillas de las líneas del tren que pasan cerca de su nueva casa. Cierto día, mientras Damian se encuentra jugando en su interior, un bolso repleto de dinero se estrella contra uno de los muros del fuerte, desencadenando su colapso. Si bien el dinero fue arrojado de un tren en movimiento, Damian está seguro que le ha sido enviado por Dios. Y es que él es un niño especial el cual posee un conocimiento enciclopédico de los santos, y que constantemente imagina que es visitado por los héroes del martirio cristiano, a los cuales aprovecha de preguntarles si se han encontrado con Santa Maureen, su madre fallecida. Más allá de las alucinaciones de Damian relacionadas con su catolicismo, el dinero que le ha caído del cielo es real, y ahora él y su hermano se disponen a gastarlo. Mientras que Anthony cree que es más costo-eficiente ocupar el dinero para sobornar a sus compañeros de colegio y comprar propiedades, Damian impulsado por el consejo de San Francisco de Asís, desea darle el dinero a los pobres para así ganarse un lugar en el cielo junto a su madre. Afortunadamente, Boyle y Boyce son lo suficientemente inteligentes como para establecer un límite de tiempo para que los niños decidan qué hacer con el dinero, el cual está relacionado con el supuesto cambio de moneda que el Reino Unido está a punto de adoptar, lo cual le imprime una divertida sensación de urgencia a todo el asunto.

 

Resulta a lo menos curiosa la relación que Damian mantiene con los santos cristianos. Para el niño, las apariciones de los santos son algo completamente normal, y van de la mano con su marcado catolicismo. En ese sentido, gracias a que Boyle narra la historia desde el peculiar punto de vista del niño, el espectador es capaz de aceptar que dichas apariciones están ligadas al mundo real, y que no son solo el producto de la activa imaginación de Damian. Esta idea incluso es reforzada por el director en una escena en la que San José reemplaza al protagonista durante parte de su participación en una obra estudiantil acerca del nacimiento de Jesús, cuando este se ve obligado a huir de la amenazante presencia del villano de turno (Christopher Fulford). Al mismo tiempo, pese a su apariencia y a que claramente provienen de una época completamente distinta, los santos de Boyle se presentan como hombres contemporáneos capaces de utilizar un lenguaje coloquial, con la excepción de San Nicolás quien es el único que le habla a Damian en latín, lenguaje el cual aparentemente el niño entiende a la perfección. Cabe mencionar que en la versión literaria de “Millions”, Frank Cottrell Boyce enfatiza la fijación de Damian con los santos, así como también su fascinación por la mortificación y su obsesión con la realización de buenas obras, lo que lo convierte un marginado social. De hecho, su comportamiento en la novela es bastante más extremo, lo que eventualmente lo lleva a estar bajo tratamiento psicológico. Que el comportamiento de Damian haya sido “normalizado” en el film, probablemente responde al hecho que para que la historia funcione, Boyle era consciente que el protagonista debía ser un personaje que despertara la empatía del espectador, y no que este último se limitara solo a catalogarlo como un chico raro.

Más allá del dinero y los santos, la historia que intenta relatar “Millions” tiene que ver con las vidas de los niños, de su padre, y de Dorothy (Daisy Donovan), una mujer que trabaja en una organización de caridad y que se encuentra con una pequeña fortuna durante su paso por el colegio en el cual estudian Damian y Anthony. Por un lado, el dinero se presenta como una pequeña distracción para la pareja de niños, los cuales aún están lidiando con las consecuencias de la muerte de su madre. Mientras ellos piensan que hacer con su nueva fortuna, su padre no parece estar demasiado bien; no solo expresa sentirse algo aislado del resto del mundo, lo que de forma automática le niega cualquier posibilidad de rearmar su vida junto a otra mujer, sino que además toda la situación que está experimentando lo ha distraído a tal punto, que no ha logrado proteger a sus hijos del villano de turno, quien tras realizar el robo perfecto ahora está rondando el vecindario con el objetivo de encontrar el dinero que ha perdido. Probablemente una de las cosas más impresionantes de “Millions”, es que estos temas son explorados utilizando un mínimo de sentimentalismo, el cual es reemplazado con generosas dosis de humor negro. Por ejemplo, resulta ser particularmente divertido como los niños utilizan la muerte de su madre para obtener cosas gratis en diferentes lugares, o como los cuatro personajes protagónicos en un frenesí de codicia e ingenuidad, logran afianzar sus lazos mientras intentan cambiar sus libras por euros en diversos bancos londinenses.

 

Uno de los puntos altos del film claramente es la elección de su elenco. Alex Etel y Lewis McGibbon realizan un estupendo trabajo interpretando sus respectivos roles. Y es que no solo logran que Damian y Anthony se presenten como dos niños peculiares pero extremadamente queribles, sino que además evitan caer en el exceso de dramatismo, impidiendo de esta forma que su comportamiento sea identificado como el producto de una realidad trágica que en algún grado los empuja a marginarse del resto de la sociedad. Lo que es aún más importante, es que la historia les permite demostrar que son increíblemente inteligentes, algo que queda patente en la mayoría de sus diálogos, como por ejemplo cuando Anthony expone la teoría de que quizás es mejor cambiar las libras por dólares, para luego cambiar la moneda norteamericana por euros una vez que esta última viera mermado su valor tras su salida inicial. En cuanto al aspecto técnico del film, resulta necesario destacar el correcto trabajo de fotografía de Anthony Dod Mantle, el cual se complementa de manera perfecta con el interesante juego de cámaras utilizado por Boyle. De la misma forma, la banda sonora compuesta por John Murphy acompaña de forma perfecta la intencionalidad de las imágenes, así como también lo hacen las dos canciones de la banda británica Muse que son utilizadas durante el transcurso de la historia. Por último, según Boyce y Boyle, el diseño de producción de Mark Tildesley resultó ser una pieza fundamental en la concreción de su visión inicial, en especial en aquellas escenas en las que los santos católicos desfilan ante los ojos de Damian.

El gran problema con “Millions” es que tras la primera hora de metraje, la historia central comienza a perder fuerza y se ve amenazada por la aparición de diversas subtramas. Sin embargo, las falencias que presenta el guión son superadas en gran medida gracias a la interpretación de la dupla protagónica, y a las fortalezas temáticas que se exhiben durante la primera mitad de la cinta. En cierta forma, “Millions” podría ser considerada como la reinterpretación realizada por Danny Boyle y Frank Cottrell Boyce del film “A Simple Plan” (1998), del director Sam Raimi, cuyo producto fue esta divertida parábola navideña contemporánea. Evidentemente, el concepto de que un grupo de personas súbitamente se encuentre con una gran suma de dinero no es nuevo, y de hecho ha estado presente dentro del espectro cinematográfico por al menos medio siglo. Lo que resulta original de esta película, es la forma en como el dinero es utilizado como un medio mediante el cual los hermanos descubren cómo funciona el mundo, y que es lo realmente importante en sus vidas. Por otro lado, si bien la secuencia final en la que los protagonistas supuestamente visitan una aldea africana resulta ser algo innecesaria, hay que reconocer que responde al tono del film. Mal que mal, uno de los requisitos de la santidad es la realización de un milagro, y ya que Damian está claramente en búsqueda de dicha santidad, la secuencia final es una licencia que tanto los protagonistas como el espectador son capaces de aceptar sin mayores condiciones.

por Fantomas.

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