En vez de continuar con sus estudios académicos, Kitano comenzó a juntarse con una variedad de artistas e intelectuales con la esperanza de obtener algún tipo de reconocimiento. Durante ese periodo, comenzó a llamarse a sí mismo “futen”, apodo dado a aquellos jóvenes los cuales decidían revelarse en contra de lo establecido, los cuales cierta medida, eran una variante del hippie norteamericano. Para sobrevivir, Kitano tuvo que tomar una serie de variados empleos, por lo que trabajó como mesero, vendedor, cajero de supermercado, e incluso como taxista, antes de cansarse de la vida un “futen”. En 1972, Kitano se mudó a Asakusa, un lugar repleto de cines y teatros, con la sola idea de convertirse en comediante. Durante mucho tiempo, Kitano estuvo visitando teatros con la esperanza de conocer a algunos comediantes que pudieran enseñarle el oficio. Sería Fukami Senzaburo, quien sin mucho entusiasmo, oficiaría de maestro del joven Takeshi. Durante los dos años siguientes, Kitano solo se dedicaría a la comedia, practicando una y otra vez sus rutinas. Cuando sintió que se estaba estancando, decidió darle un nuevo rumbo a su actual carrera.
Durante algún tiempo, Kitano había estado pensando en formar un duo cómico con otro comediante. Hacía algún tiempo, había conocido a Kaneko Kiyoshi, más conocido como Jiro, en el lugar donde ambos trabajaban. Aunque tenía algunas dudas, Kitano terminó formando una dupla que sería conocida como “The Two Beats” (el nombre era una clara alusión a la afición por el jazz que tenía Kitano). La dupla alcanzó un éxito inusitado, al punto que pronto serían contratados por un productor de la NHK, la cadena de televisión más grande de Japón, para realizar una presentación televisada. Antes de presentarse, a Kitano se le dió una lista de palabras que no podía decir en televisión; como era de esperarse, el hizo caso omiso de esta lista. El resultado fue que el productor que los contrató fue despedido, y “The Two Beats” obtuvo su propio show de televisión. Su show estaría reinado por el completo absurdo; semana tras semana se dedicarían a sorprender a sus espectadores con sus rutinas verbales y sus ridículas hazañas. Mientras que la crítica los odiaba cada vez más, los espectadores seguían fielmente su show. Eventualmente, sus presentaciones comenzarían a ser monitoriadas por los organismos de censura, los cuales llegarían a retirar del aire a Kitano por un año.
A fines de los setenta, Kitano comenzó a actuar en solitario, intentando alejarse de la comedia para ser considerado como un actor serio. Por esta razón, Kitano aceptaría el rol de un asesino dentro de una serie de televisión, la cual se transformaría en un gran éxito. Kitano continuaría aceptando roles drámaticos en televisión, además de participar como presentador de un programa radial titulado, “All Night Nippon”. Durante ese periodo, él también comenzaría a escribir. Eventualmente, él tuvo que escoger entre su carrera y la de “The Two Beats”, por lo que se separó de su compañero a principios de los ochenta. Durante el resto de la década de los ochenta, Kitano se transformaría en uno de los rostros televisivos más éxitosos de Japón. En 1989, llegaría el debut de Kitano como director con “Violent Cop”, un thriller policíal en el cual también se haría cargo del rol protagónico. Kitano lograría su primer trabajo como director casi por accidente; cuando Kinji Fukasaku abandonó el proyecto debido a su delicado estado de salud, el productor Kazuyoshi Okuyama, jefe de los Estudios Shochiku, pensó obtener algo de publicidad extra al colocar al su estrella tras las cámaras. Afortunadamente para él y para el mismo Kitano, el actor se desenvolvió como un pez en el agua en su nuevo trabajo.
El rudo y frío detective Azuma, no era el primer rol serio que interpretaba Kitano. Él ya había impresionado a las audiencias extranjeras como Hara, el brutal sargento de un campo de prisioneros de guerra en la cinta de Nagisa Oshima, “Merry Christmas Mr. Lawrence” (1983), y había perfeccionado el perfil de yakuza en el film de Yasuo Furuhata, “Yasha” (1985). Esto se sumaba a los distintos roles dramáticos que había interpretado en la televisión. Por este motivo, es justo decir que a fines de los ochenta, el público se estaba acostumbrando a ver a Kitano como un actor serio. En cuanto a su labor como director, si bien el guión no permitía grandes cosas, Kitano realizó un trabajo sumamente eficiente. Aunque inicialmente esta sería la única vez que Kitano ejercería como director, el buen recibimiento de su debut por parte de la crítica lo impulso a dirigir un nuevo film al año siguiente, donde también estaría a cargo del guión.
“Boiling Point” (1990), introduciría una serie de elementos que serían aún más evidentes en sus próximos trabajos. En dicha cinta, dos jugadores de un pequeño equipo de baseball, Masaki y Kazuo, se ven involucrados con los yakuza locales, lo que los lleva a viajar a Okinawa para conseguir un arma y así vengar el ataque sufrido por su entrenador. Ellos cruzarán su camino con Uehara (Takeshi Kitano), un criminal con tendencias homosexuales que es expulsado de su pandilla por intentar robarles dinero. “Boiling Point”, es un trabajo menos cohesionado que el anterior film de Kitano, el cual carece de un personaje central definido. En vez de enfocarse en la dirección, Kitano comenzó a experimentar con el proceso de edición. Debido a esto y a lo débil del guión, la cinta fue un fracaso, lo que derivó en que Kitano abandonara los estudios Shochiku.
El primer film que lanzaría bajo su nueva productora, Office Kitano, sería “A Scene at the Sea” (1991), una producción realizada con un presupuesto escaso para así cuidar las finanzas de la recién inagurada compañia. En esta ocasión, Kitano solo oficiaría de director. Para mantener los costos de producción al mínimo, Kitano filmaría en una playa, prescindiendo del diseño de producción, además de optar por trabajar sin guión (la cinta prácticamente no tiene diálogos). “A Scene at the Sea”, es tal vez el trabajo más minimalista de Kitano, el cual tuvo un éxito moderado. La cinta recibió nominaciones locales a la mejor edición, mejor dirección, mejor guión y mejor banda sonora, además de ganar el premio al mejor film en el Festival de Cine de Yokohama. Su próxima cinta sería planeada como la versión japonesa de “Die Hard” (1988). Era evidente que Kitano no tenía ni la más mínima intención de filmar una cinta de este tipo, pero estaba siendo presionado por el productor Kazuyoshi Okuyama, quien había sido la persona encargada del financiamiento del film. Antes de que la relación entre ambos llegara a un punto de quiebre, Kitano se retiró a una isla a la cual solo se podía llegar en avión, para filmar en secreto una adaptación de la cinta de Jean-Luc Godard, “Pierrot le fou” (1965), la cual títularía “Sonatine” (1993).
Okuyama por su parte, estaba preocupado de lo que podría convertirse en el segundo gran fracaso comercial de Kitano. Pese a las predicciones del productor, “Sonatine” resultó ser una producción exitosa. Lo que fue aún más sorprendente para el productor, es que la cinta logró que Kitano se convirtiera en un director reconocido internacionalmente. Pese al éxito personal que estaba teniendo el director, su vida personal iba cuesta abajo; Kitano se había transformado en un alcohólico, tal y como lo fue su padre. Cuando estaba borracho, el generalmente comenzaba a hablar sobre el suicidio y la muerte. Su alcoholismo y su conducta autodestructiva se atribuyó al estrés al que estaba sometido el director, a lo que se sumaban los problemas matrimoniales que estaba sufriendo. A “Sonatine” le seguiría la comedia absurda, “Getting Any?” (1995), con la cual el director no solo pretendía darle un nuevo giro a su carrera, evitando de esta forma ser encasillado, sino que el proyecto también nació debido a la necesidad que sentía Kitano de burlarse de sus propias bromas. Un tiempo después, Kitano describiría esta cinta como un “suicidio artístico”, admitiendo en cierta forma sus tendencias suicidas.
Después de este oscuro periodo en su vida, el cual incluiría un accidente automovilístico que lo enviaría durante un mes a cuidados intensivos, y lo dejaría con secuelas motoras, Kitano recapacitaría y comenzaría a valorar su vida y su carrera. Para probarse a sí mismo y al público que se estaba recuperando, Kitano interpretó a un asesino a sueldo en la cinta de Ishii Takashi, “Gonin” (1995). Más tarde, comenzaría a dirigir su próximo film, “Kids Return” (1996), el cual estaba basado en un libro del mismo nombre que Kitano había escrito anteriormente. La cinta es una de las producciones más inusuales del director por variados motivos; primero que todo, es una cinta autobiográfica donde muchas de las escenas están basadas en los eventos de la niñez de Kitano. Segundo, es el primer film del director donde el protagonista no muere. Por último, se aprecia un nuevo uso del color. Kitano había comenzado a pintar tras su accidente, como parte de la terapía que pretendía devolverle sus habilidades motoras. Gracias a esta nueva afición, el directo se volvería más consciente del uso de los colores.
“Hana-bi” (1997), es considerada como la pieza central de la filmografía de Kitano. Es la cinta más aclamada del director, ganadora del León de Oro en el Festival de Cine de Venecia, y una serie de otros premios. En este film, Kitano interpreta a Nishi, un hombre atormentado por la misteriosa muerte de su pequeña hija de cinco años, y por el cáncer terminal que afecta a su esposa. Cuando ella está a punto de fallecer, Nishi decide llevarla a un último viaje a través de Japón. La cinta es la más reflexiva del director. Al igual que su anterior trabajo, “Hana-bi” es acerca de seguir adelante cuando piensas que tu vida ha terminado. También habla acerca de dejar de vivir en el pasado para concentrarse en el presente. Con esta cinta, Kitano parecía haberse liberado de sus demonios. Ya no sentía miedo de llegar a viejo, ni tampoco le temía a la crítica que por tantos años había despreciado su trabajo. Las pinturas que había comenzado a realizar el director, cobrarían cierta importancia en la historia. Kitano las utiliza para establecer los personajes, sus emociones, y el mundo en el cual deambulan. Las pinturas de Kitano son tan potentes, que hoy es considerado como un gran pintor en Japón, razón por la cual constantemente tiene sus trabajos en exhibición.
Su próximo trabajo sería la cinta, “Kikujiro” (1999), el cual en un principio se pensó que era otra historia con tintes autobiográficos a causa de título del film (hay que recordar que Kikujiro era el nombre del padre de Kitano). Sin embargo, la cinta consistía en las experiencias vividas por un pequeño niño durante sus vacaciones, donde el nombre del padre de Kitano era el único elemento autobiográfico presente en la cinta. Durante el proceso de filmación de la película, la madre del director se enfermaría gravemente. Poco después de que el film fuese estrenado en el Festival de Cannes, la madre de Kitano falleció a los 95 años. Por otra parte, cuando el director estrenó “Kids Return” en Cannes varios años antes, había conocido al productor Jeremy Thomas. Aunque no se habían visto por 13 años, decidieron juntarse para conversar acerca de sus carreras. En dicha reunión, Kitano le mencionó la idea que tenía para su próximo proyecto, el cual quería filmar en los Estados Unidos.
A Thomas le encantó la idea, pero se demorarían algún tiempo en llevarla a la práctica. Kitano comenzaría a confeccionar el guión de “Brother” (2000), durante la realización de “Kikujiro”. El hecho de realizar la cinta en norteamérica le presentó más de algún problema a Kitano y a Thomas. Para el productor, nació la necesidad crear el mismo ambiente que el director utilizaba en Japón durante la filmación de sus proyectos. Para Kitano en cambio, el problema era conseguir algo de tiempo libre, ya que entre su trabajo en televisión, el tiempo que dedicaba a escribir libros y guiones, y a su trabajo como director, no podía permanecer en los Estados Unidos por mucho tiempo. Kitano originalmente había pensado en “Brother” como una secuela de “Sonatine”, pero eventualmente terminó cambiando de parecer. Esta cinta sería la última entrada de su “periodo contemplativo”, que se inició con “Kids Return”, y para Kitano, sería la mejor demostración de que su rehabilitación por fín se había completado.
Durante este periodo, Kitano tendría una participación importante en la cinta de Kinji Fukasaku, “Battle Royale” (2000), como un sádico profesor a cargo de una batalla a muerte entre los alumnos de una determinada escuela. Además obtendría un rol en la cinta de Nagisa Oshima, “Gohatto” (1999). Mientras tanto, la reputación de Kitano lo ubicó como protagonista de dos documentales europeos; “Cinema of our Time: Takeshi Kitano, the Unpredictable” (1999), del director Jean-Pierre Limosin, y “Scenes by the Sea: Takeshi Kitano” (2000), del director Louis Heaton, el cual se centraba en la producción de “Brother”. Para su próximo trabajo, Kitano se ubicaría nuevamente tras las cámaras. “Dolls” (2002), es una cinta compuesta por tres historias basadas en el tema del amor eterno. Sin duda esta es el film más flojo del director hasta la fecha, razón por la cual en su momento fue destrozada por la crítica. Por otro lado, su siguiente proyecto sería considerado como uno de sus mejores trabajos. En “Zatoichi” (2003), Kitano oficia como director y protagonista de una de las mejores cintas de héroes realizadas en Japón. Con su proyecto más comercial hasta la fecha, Kitano reconstruye el mito de Zatoichi, el espadachín ciego, integrando estilizadas rutinas de baile, y un colorido que llama inmediatamente la atención. Por esta cinta, Kitano ganaría el premio al mejor director en el Festival de Cine de Venecia.
Tras esto, Kitano tendría un pequeño papel en la cinta de Takashi Miike, “Izo” (2004), seguiría trabajando en distintos shows de televisión, y dirigiría tres nuevas comedias; mientras que en “Takeshis´” (2005) y “Glory to Filmmaker!” (2007), el director intenta burlarse de sí mismo, de su carrera y de su alter ego, “Beat Takeshi”, en “Achilles and the Tortoise” (2008), la historia no estaría ligada a su figura. Estas tres cintas conformarían la que sería llamada como la "trilogía acerca de la figura del artísta". Luego de haber vivido por más de veinte años siendo el centro de interés en su natal Japón, tiempo en el que conoció el éxito y descendió al peor de los infiernos, Kitano logró formar una reputación que le permite tener cierta flexibilidad para seleccionar sus proyectos. En todos sus proyectos, ya sea dentro o fuera del cine, Takeshi Kitano ha sabido marcar diferencias, exponer su originalidad y sobreponerse a las dificultades que se le han presentado. Si hay algo que podemos afirmar con seguridad, es que Kitano nos seguirá sorprendiendo gratamente en el futuro.
por Fantomas.