sábado, 18 de julio de 2009

Louis Feuillade: Uno de los más grandes exponentes de cine de seriales francés.

Louis Feuillade nació en 1873 en Lunel, una pequeña aldea ubicada al sur de Francia. Sus padres y toda su familia estaban dedicados a la exportación de vino, y desde pequeño le inculcarían ideas sumamente conservadoras, las cuales Feuillade mantendría durante toda su vida. Después de realizar el servicio militar, él se casaría con la hija de un comerciante local, y entraría a trabajar al negocio familiar. Durante su tiempo libre, Feuillade se dedicaría a escribir poemas los cuales posteriormente recitaba en los banquetes familiares o en un café local. Su destino cambiaría con la muerte de su padre en el año 1986, y la de su madre dos años déspues. A sus 25 años, Feuillade sentiría que no había nada que lo vinculara a su tierra natal, por lo que se mudó a Paris junto a su esposa. Al igual que antes, él parecía dedicarle más energía a su vida intelectual y social que a su carrera, razón por la cual estuvo un buen tiempo de empleo en empleo, sin rumbo fijo.

Por esas cosas del destino, Feuillade terminarían ganando fama y fortuna en el mundo del cine. Mientras trabajaba como editor asistente en el periódico de derecha, Revue Mondiale, sería sorprendido por la propuesta de uno de sus viejos amigos quien recientemente había comenzando a trabajar como guionista para la productora Pathé Frères. Este le había conseguido a Feuillade una entrevista con el más importante director de la productora, Ferdinand Zecca, aunque debido a sus diferencia ideológicas y a la nula experiencia de Feuillade, este no consiguió ser contratado. Fue entonces cuando él se dirigió a los estudios Gaumont, el segundo estudio más grande de Francia. Para diciembre de 1905, Feuillade se encontraba trabajando como guionista y segundo asistente de la primera directora de la historia del cine, Alice Guy. Aunque Feuillade no mostró gran entusiasmo al inicio de su nueva carrera, pronto se convertiría en un energético guionista, director, y más tarde, jefe de producción de la compañia, cuando Alice Guy dejó Paris con su nuevo marido en el año 1907.


El repentino cambio en la personalidad de Feuillade se debió fundamentalmente a la influencia ejercida por Alice Guy y Léon Gaumont, más que a la atracción que el director sentía por la imágenes en movimiento. Además, la compañia de Gaumont valoraba y compensaba el trabajo duro. El joven asistente trabajó sin cesar por un salario de 100 francos a la semana, pensando que más tarde sería reconocida su labor. Su primera película firmada fue “La porteuse de pain” (1906), la primera de las más de 600 cintas que dirigiría, las cuales abarcabarían prácticamente todos los géneros cinematográficos que manejaba la Gaumont: drama histórico, comedia, drama realista, melodrama, films religiosos, y cintas de aventura. Pero más allá de su incesante actividad, el nombre de Feuillade fue asociado al cine de episodios, el serial cinematográfico, formato en el que destacó por encima de sus colegas. Abordó, entre otros, temas infantiles con la serie “Bébé” (1910-13), y temas realistas con “La vie telle qu'elle est” (1911-12). Esta última, fue promocionada por el estudio como un avance significativo en términos cinematográficos; “Estas escenas pretenden ser rebanadas de vida... se evita por completo la fantasía, representando las cosas y las personas como son y no como debieran ser”.

Pese al buen recibimiento que tuvo este compilado de dramas domésticos, Feuillade alcanzaría la fama estando al frente de un grupo de seriales centradas en criminales, entre las que se encuentran: “Fantômas” (1913-14), “Les Vampires” (1915), “Judex” (1916), “La Nouvelle Mission de Judex” (1917), “Tih-Minh” (1918), y “Barrabas” (1919). Las seriales criminales eran un popular y prolífico género en aquella época tanto en Francia como en los Estados Unidos; los precursores franceses a “Fantômas” habían sido las dos seriales producidas por los estudios Eclair, “Nick Carter” (1908-10) y “Zigomar” (1911-13). El personaje de Fantomas, surgió en 1911 del trabajo conjunto de los periodistas Pierre Souvestre y Marcel Allain, quienes para 1914 había publicado en la editorial Fayard 32 novelas acerca del bandido, la inmoralidad intangible que lo rodeaba, y como el detective Juve en compañia del periodista Fandor, intentan capturar al elusivo criminal. En las cinco películas de alrededor de una hora de duración que Louis Feuillade le dedicó al personaje; “Fantômas” (1913), “Juve vs. Fantômas” (1931), “Le Mort Qui Tue” (1913), “Fantômas vs. Fantômas” (1914), y “Le Faux Magistrat” (1914), el criminal, ataviado con una máscara y un frack negro cuya capa ondea al viento (o con diversos disfraces, gracias a los cuales logra escapar de la policía), transmite un sentimiento de amenaza latente y de violencia anárquica.


En estas cintas, Fantomas (interpretado por René Navarre) hace decapitar a un actor que se burlaba de su figura, descarrila el expreso de Oriente, arroja los brazos de sus contrincantes a una gigantesca pitón, e incluso adopta la identidad de un muerto para seguir cometiendo sus crímenes. Pese a sus reprochables acciones, el público no hizo más que identificarse con este genio criminal. Feuillade en estas obras, polariza por completo a los personajes, permitiendo una absoluta distinción entre el bien y el mal. Además enfatiza los elementos sensoriales de los films (como la música o los escenarios), a expensas del diálogo. El grán éxito de la serial de Fantomas, reside en la escenificación realista de Feuillade, la hábil inclusión de diferentes ambientaciones, y el establecimiento de un ideal social negativo que nacía como respuesta a las ideas impuestas por la Belle Époque. “Fantômas” desencadenó una auténtica moda de películas centradas en criminales y condujo la “guerra de seriales” entre las firmas Pathé y Gaumont.

Mientras la Primera Guerra Mundial llegaba a su punto más crítico, Feuillade, tras abandonar el campo de batalla por razones de salud, desarrolló plenamente la estructura y el concepto de serial en “Les Vampires”, la cual relata las audaces aventuras de un grupo de criminales llamados “Vampiros”, que mantienen a Paris en la más completa incertidumbre. A lo largo de diez episodios, el joven periodista Philippe Guérande, y su amigo Oscar-Cloud Mazamette (un vampiro renegado), se dedican a seguir las huellas de la organización delictiva. Debido a la época en que fue filmada, Feuillade tuvo que enfrentarse a una serie de problemas tales como la falta de actores, personal técnico, película virgen y corriente eléctrica. Para colmo, si un actor se veía obligado a ir al frente de batalla, su repentinCursivaa desaparición de la serie debía ser explicada fílmicamente, y esto se hacía incorporando al guión su sorpresiva muerte. Lo que el director perdía por las condiciones en las cuales debía producir sus obras, lo ganaba con la ayuda de la estética cinematográfica; se servía del apresurado y forzado cambio de actores para acentuar la violencia y el dinamismo de las acciones en “Les Vampires”.

Las improvisaciones de Feuillade, quien trabajaba bajo una gran presión, impresionaron a los surrealistas, quienes veían en las construcciones de las historias y sus improbables desarrollos tématicos algunas similitudes con sus escritos. Es el desprecio del director por la lógica y la precisión narrativa, combinado con sus invenciones visuales, suspenso criminal y los elementos fantásticos, lo que convierte a sus obras en algo tan especial. Volviendo a la historia de “Les Vampires”, la banda criminal es encabezada por sucesivos líderes, que utilizan con ingenio los últimos adelantos técnicos de la época para luchar contra sus enemigos. A partir del tercer episodio, Feuillade incluye la figura de Irma Vep, quien como el resto de los miembros, siembra el pánico en la ciudad valiéndose de elaborados disfraces que utiliza para llevar a cabo sus arriegadas acciones. Irma Vep fue interpretada por Musidora, actriz cuyo verdadero nombre era Jeanne Roquès y que había sido descubierta por el director mientras ejercía como bailarina en el famoso cabaret, Folies Bergère. Musidora trabajaría en 52 de la películas dirigidas por Feuillade, entre ellas “Fantômas”.

El éxito de “Les Vampires” no solo radicó en su estética y en su estructura narrativa, sino que también repercutieron en el público los creativos inventos que los criminales utilizaban para cometer sus fechorias. En sus asesinatos en serie, asaltos, atentados y actos de terror, no solo se valían de instrumentos descritos en la novelas policiacas, sino que también utilizaban los más avanzados medios de comunicación y la innovadora dinámica técnica propia de la época de las máquinas. El deseo de los “Vampiros” por provocar un completo caos social, aparecía como una novedad histórico-cinematográfica, a lo que se suma la novedad de presentar a una mujer como el cerebro de una hábil banda de criminales. “Les Vampires” se adelantó varios años a las temáticas que se comenzarían a tocar en los Estados Unidos durante la década de los treinta con el cine de gángteres, y en Alemania, con la cinta, “Dr. Mabuse” (1922), del director Fritz Lang. También cabe mencionar que “Les Vampires” es la primera serie fílmica que toca el tema de la criminalidad como un fenómeno sociopolítico y socioeconómico. Es por esta razón que no resulta extraño tras su estreno en Alemania en el año 1920, la cinta fuese víctima de una censura temporal.

Tras “Les Vampires”, Feuillade contrataría al escritor Arthur Bernède, con el cual desarrollaría un misterioso vengador llamado Judex. A diferencia de sus anteriores seriales, “Judex” (1916), estaría centrada en lo que podría considerarse como una antesala al superhéroe moderno. Judex tiene la capacidad de aparecer y desaparecer como un fantasma, posee poderes hipnóticos, es un maestro del disfraz, y además es un excelente luchador. La serie compuesta por un total de 12 cápitulos, nos presenta una historia vista desde el punto de vista de los defensores de la Ley, algo que impresionó a los seguidores del director, acostumbrados a ver la otra cara de la moneda. En esta ocasión, el villano de turno será Favraux, un banquero corrupto, quien en compañia de su amante Marie Verdier, no harán más que sembrar el caos a su alrededor. De todas formas, como en prácticamente todas las seriales criminales que filmó Feuillade, incluso los personajes heroicos presentan una ambiguedad moral. En un determinado momento de la serie, Judex comienza a cuestionarse su papel como héroe, y los verdaderos motivos que lo han llevado a elegir ese camino. Aunque “Judex” no está a la altura de las anteriores obras de Feuillade (aunque de todas formas tuvo éxito, razón por la cual al año siguiente filmaría una secuela titulada, “La Nouvelle Mission de Judex”), cumple con presentar algunas de las constantes del cine del director, además de reunir a varios de sus actores recurrentes, como Marcel Lévesque y Musidora.

Feuillade continuó realizando seriales hasta el día de su muerte en el año 1925, aunque su periodo de mayor creatividad coincidiría con los años que duró la Primera Guerra Mundial, siendo estos los años en los cuales el público demostraría un marcado interés en el género. Después de terminada la guerra, se continuarían produciendo seriales, pero claramente no existía el mismo interés por estos productos. Es un hecho que el director supo aprovechar el éxito de este tipo de producciones, las que manejó de manera formidable pese a la escasez de recursos. Louis Feuillade ofreció una propuesta inteligente, constructiva y repleta de imaginación al cine de episodios de los años diez. Sus historias se acercaron a los hechos cotidianos con una gran dosis de realismo, descubriendo al mismo tiempo todo lo mágico, poético y soprendente que hay en ellos. Además supo aunar criterios comerciales y estéticos, durante su carrera al interior de los estudios Gaumont, pero lo que es más importante, Feuillade fue uno de los pocos directores capaces de construir obras de calidad utilizando solo su habilidad tras las cámaras. Por esto y por sus inolvidables e innovadoras seriales, Louis Feuillade ocupa un lugar destacado en la historia del cine mundial.





por Fantomas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Acabo de ver "Les vampires" y me ha encantado; posée un ritmo endiablado que no decae en ningún momento en 240 minutos.
Naturalmente és emoción fílmica pura, pero refleja muy bien una sociedad que se va a descomponer de un momento a otro, por causa de la guerra mundial.

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