martes, 22 de mayo de 2012

Scorpio: El lado decadente del mundo del espionaje.

“Scorpio” (1973), es un thriller del director Michael Winner, el cual está protagonizado por Burt Lancaster, Alain Delon, y Paul Scofield

Cross (Burt Lancaster), un agente de la CIA, y Scorpio (Alain Delon), un asesino a sueldo, han trabajado mucho tiempo juntos resolviendo algunos conflictos internacionales con el fin de inclinar la balanza a favor de los Estados Unidos. Sin embargo, cuando la agencia decide asesinar a Cross, la dupla se verá envuelta en un juego del gato y el ratón del que solo uno podrá salir con vida.

Durante la década del sesenta, el cine de espionaje experimentó un alza en su popularidad debido a la aparición del espía británico James Bond, lo que provocó la realización de una buena cantidad de producciones similares, en las que un determinado espía estaba llamado a eliminar cualquier amenaza que desafiara el orden mundial. Sin embargo, la visión del mundo del espionaje cambió bruscamente durante la década del setenta en Hollywood, debido a la influencia que el fracaso de la guerra de Vietnam y el bullado escándalo de Watergate habían tenido en la sociedad norteamericana. La paranoia y el cinismo reinante se traspasaron al cine de espionaje, el cual se convirtió en el mejor vehículo para reflejar el sentir de la población. Fue así como de pronto las coloridas historias de espías como el mismo Bond o Derek Flint (Our Man Flint, 1966), se convirtieron en relatos oscuros, donde la traición estaba a la orden del día, y cuyos protagonistas solían ser hombres atormentados cuyas lealtades estaban trastocadas. Fue en este clima de desconfianza que David W. Rintels en compañía de Gerald Wilson escribieron el guión de “Scorpio”, cinta que pretendía relanzar la carrera de un Burt Lancaster que en ese entonces tenía 59 años.

En esta ocasión, Lancaster interpreta a Cross, un veterano agente de la CIA que junto a Scorpio, un asesino a sueldo francés, durante el último tiempo han estado encargándose de eliminar algunos de los objetivos de la agencia, con el fin de inclinar la balanza política a favor de los Estados Unidos. Y es que el mundo se encuentra en medio del conflicto entre los bloques capitalista y comunista, donde los involucrados son meros peones en un juego que no parece tener límites. A su llegada de su última misión, nos enteramos que la CIA quiere a Cross muerto, y que el encargado de asesinarlo es nada menos que Scorpio, a quien le han ofrecido una suculenta suma de dinero y el puesto de su otrora mentor en la agencia. Acusado de ser un doble agente y con el implacable asesino tras sus pasos, Cross huye a Viena esperando que Zharkov (Paul Scofield), un agente soviético con quien él ha entablado una duradera amistad pese a estar en bandos contrarios, lo ayude a vivir lo suficiente como para poder sacar a su esposa (Joanne Linville) del país para el que alguna vez trabajó y que ahora quiere verlo muerto.


Esta es básicamente la trama de un film que durante su primera hora, no solo nos sitúa en el contexto histórico en el que transcurre la historia, sino que además nos explica a grandes rasgos las características del trabajo de Cross y Scorpio, la relación que existe entre ellos, y la vida que estos mantienen fuera de su trabajo. Al mismo tiempo, Cross es retratado como un hombre que está cansado del trabajo que realiza, específicamente debido a que está plenamente consciente de lo vacuo de su accionar, y que cuya única preocupación es su esposa quien pacientemente lo espera en casa cada vez que sale de viaje. Por otro lado, Scorpio es descrito como un joven ambicioso, cuya lealtad no es más que un bien que le ofrece al mejor postor, y que cuya desconexión con el mundo lo ha llevado a identificarse con los gatos callejeros, a los que parece tenerles más cariño que a los mismos humanos. Si bien es cierto que él muestra un cierto respeto por Cross, que lo lleva a dudar de las acusaciones que se le imputan, y que en un determinado momento del film baraja la idea de abandonar su trabajo para comenzar una nueva vida con la mujer que ama, durante gran parte del relato exhibe una frialdad sin límites. Y es que desde el primer minuto es evidente que ambos hombres se desenvuelven en un mundo completamente ambiguo, donde nada es lo que parece y donde todos intentan resolver las situaciones que se van presentando para su propio beneficio. 

Es debido a esta misma ambigüedad que cuesta identificarse con alguno de los protagonistas, ya que ninguno de los dos logra alzarse como un personaje moralmente aceptable. De la misma forma, la cinta tampoco toma partido por uno de los dos bloques en conflicto. Mientras que se cuestionan duramente las políticas norteamericanas concernientes a la erradicación del comunismo en el mundo, también se expone la idea de que el comunismo como doctrina está lleno de fallos que no permiten que su aplicación solucione los problemas sociales que está llamado a solventar. En ese sentido, tanto Cross como Zharkov, que no son más que las dos caras de la misma moneda, en una de las tantas conversaciones que mantienen durante el transcurso del film expresan su malestar con las ideologías que alguna vez juraron seguir y proteger, y que eventualmente los han arrastrado a un conflicto que no parece tener solución ni sentido. Sus conversaciones también sirven para poner sobre el tapete el tema de lo viejo versus lo nuevo. Tanto Cross como Zharkov pertenecen a una especie en extinción, que era capaz de cuestionar las órdenes de sus superiores, lo que con el tiempo los ha convertido en una amenaza para estos últimos, quienes ahora prefieren delegar el trabajo sucio a tipos como Scorpio, que pertenece a nueva camada de espías que se caracteriza por su eficiencia y por un accionar exento de cuestionamientos morales.


Con el fin de mantener un ritmo narrativo ágil y romper la pasividad en la que cae por momentos el film, el director inserta algunas escenas de acción bastante bien coreografiadas, en las cuales llama la atención la participación de Burt Lancaster, cuyo pasado como artista de circense le permitió realizar todas las acrobacias que requerían dichas escenas. De la misma forma, la trama contiene algunas vueltas de tuerca que si bien son interesantes, también exponen uno de los grandes problemas del film, que es la inverosimilitud de algunas situaciones. Gran parte del tiempo los personajes son omniscientes en extremo, lo que provoca que algunos conflictos se solucionen con una rapidez abismante. Por ese mismo motivo, cuesta entender que Cross tenga tantos problemas para esconderse en Viena, pero que le resulte tan sencillo regresar a los Estados Unidos para asesinar a quien antes era su jefe (John Colicos). En cuanto al desempeño del elenco, este es algo dispar. Mientras que Delon realiza un buen trabajo interpretando a este asesino enigmático y ambicioso, Paul Scofield se luce como el reposado agente soviético que pese a su marcado patriotismo, no duda en tenderle una mano a su amigo a sabiendas de los problemas que esto le puede ocasionar. Burt Lancaster en cambio, a ratos no puede evitar reflejar el tedio que le provocó interpretar este papel (el cual se dice que no aceptó de buena gana), lo que inevitablemente le quita dramatismo a algunas de las escenas en las que participa. 

Por otro lado, la cinta cuenta con el correcto trabajo de fotografía de Robert Paynter, y con la nostálgica banda sonora del compositor Jerry Fielding, que realza el tono pesimista de la historia. Así mismo, es destacable la adecuada utilización de los escenarios en los que transcurre el film, al punto que estos terminan convirtiéndose en elementos clave a la hora de construir una atmósfera de suspenso propia de un relato de espías. Pese a tener un par de largometrajes destacables dentro de su filmografía, Michael Winner siempre ha sido considerado como un director mediocre. Esto queda absolutamente patente durante la primera media hora del film, la cual presenta un estilo narrativo algo caótico que no solo dificulta la comprensión de la historia, sino que además pone en peligro el grado de interés del espectador en la misma. Solo una vez que Cross emprende su huída, la cinta se torna bastante más interesante y entretenida, sin llegar a convertirse en una experiencia completamente satisfactoria. Lamentablemente, “Scorpio” no cuenta con los atributos suficientes como para convertirse en una de las joyas del cine de espionaje, pero de todas formas es una película recomendable para quienes tienen cierta debilidad por este tipo de relatos.

                 

por Fantomas.

1 comentario:

jb dijo...

Esta película la ví muuchaas veces d echico la daban seguido por televisión. Era de las que paraba lo que estuviera haciendo para verlas. Si bien trabajo con el reucerdo que me dejaron de chico y adolescente (creo que la volvía ver una sola vez, mas grande, en alguna trasnoche) comparto plenamente lo que decís (no sabía que Lancaster no quería hacer el papel) Y si bien siempre quería que cross matara a su jefe, si me sonaba un poco "fácil" El appel del soviético es magistral y si comparto ese rechazo a lo "nuevo" y tecnocrático también en ese cruce entre cross y contraparte soviética se nota un conocimiento dle guionista de la situación en la URSS e smuy interesante como construye un personaje btante profundo históricamente: el del veterano bolchevique que sobrevivió por alguna misteriosa razón (probablemente su utilidad) que inclusive estuvo preso o deportado, recuerdo una mención de zharkov cuando trata con el burocrata d eturno y le dice: conocí mucha gente como tu en los años treinta: la sutileza de esa referencia es magistral ya que le dice: conocí muchos obsecuentes como vos, pero también le dice: terminaron muertos (en las purgas de esos años) gran película (que también me gustaría volver a ver) :D

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