martes, 22 de julio de 2014

Wolfen: La primera cinta de licántropos con trasfondo sociopolítico.

“Wolfen” (1981), es un film de terror del director Michael Wadleigh, el cual está protagonizado por Albert Finney, Diane Venora y Edward James Olmos.

Cuando el influyente empresario Christopher Van Der Veer (Max M. Brown) y su esposa Pauline (Anne Marie Pohtamo) son brutalmente asesinados en un parque de Nueva York, el veterano detective Dewey Wilson (Albert Finney) es asignado para investigar el caso. Con la ayuda de una psicóloga experta en terrorismo llamada Rebecca Neff (Diane Venora), y un extravagante médico forense (Gregory Hines), el detective Wilson pronto descubrirá que dichos crímenes parecen estar conectados con una serie de brutales asesinatos ocurridos en diversos puntos de la ciudad, cuyo único punto en común es la presencia de pelos de lobo en los cuerpos de la víctimas.

 

En el año 1978, el escritor Whitley Streiber publicó su primera novela la cual llevaría por título “The Wolfen”. Dicho libro comenzaba con la muerte de dos oficiales de policía y se centraba en los esfuerzos del malhumorado detective George Wilson y su joven compañera Becky Neff por capturar a los asesinos, los cuales resultan ser una manada de lobos altamente inteligentes que se dedican a cazar a aquellos que son rechazados por la sociedad. Eventualmente, la agente de Streiber le enseñaría la novela a su marido, el productor Rupert Hitzig, quien rápidamente procedió a comprar los derechos del manuscrito. Una vez que se estableció al interior de la productora Orion Pictures, Hitzig le ofreció el puesto de director a Michael Wadleigh, un talentoso documentalista que había adquirido cierta fama por la aclamada “Woodstock” (1970). Para adaptar el guión, el estudio estaba interesado en Oliver Stone. Sin embargo, cuando Hitzig y Wadleigh se reunieron con él en Roma, Stone no mostró mayor interés en el proyecto, por lo que la dupla se vio obligada a contratar a David Eyre, quien finalmente escribió el guión en conjunto con Wadleigh. Lamentablemente para el director, durante el curso del rodaje de la cinta se percató que existía un atraso de al menos seis semanas con respecto al calendario de filmación que se había establecido en un comienzo. Cuando fue notificado que solo tenía cinco días parar terminar la película, Wadleight presentó un montaje de cuatro horas de duración que incluía 36 tarjetas con la frase “escena faltante”. A raíz de esto, el director fue despedido y Hitzig tuvo que ocupar su lugar, hasta que finalmente fue contratado John Hancock para así respetar las regulaciones del Sindicato de Directores Norteamericanos. Cabe mencionar que luego de este incidente, Wadleigh nunca más volvió a dirigir un film.

En “Wolfen”, tras asistir a la ceremonia de inauguración de un proyecto inmobiliario situado en el empobrecido barrio del Bronx, el empresario Christopher Van Der Veer es asesinado junto a su mujer y su chofer en un parque de la ciudad de Nueva York sin razón aparente. Debido a lo delicado del caso, el veterano detective Dewey Wilson es llamado a liderar la investigación, pese a que últimamente ha debido enfrentar una serie de problemas personales que han afectado enormemente su estilo de vida. A su llegada a la escena del crimen, Wilson no solo se encuentra con una serie de inconsistencias que dificultan la investigación, sino que además se entera que Van Der Veer tenía numerosos enemigos, los que en su mayoría pertenecen a pequeñas células terroristas. Ante la posibilidad de que todo se trate de un atentado terrorista, la influyente empresa de seguridad que solía proteger a Van Der Veer designa a la psicóloga Rebecca Neff para que trabaje en la investigación junto a Wilson. Al mismo tiempo que las técnicas de contraterrorismo demuestran ser inútiles para apresar al responsable de los crímenes, un vagabundo es encontrado muerto en el Bronx, en la misma zona donde se iba a emplazar el fallido proyecto inmobiliario. Aunque ambos asesinatos parecen no estar conectados, cuando el forense que trabaja en el caso encuentra pelos de lobo en ambas escenas del crimen, Wilson se ve obligado a plantearse una nueva teoría. ¿Será posible que una manada de lobos haya convertido la ciudad de Nueva York en su nuevo coto de caza, o quizás todo está relacionado con una vieja leyenda aborigen que habla sobre la existencia de hombres capaces de transformarse en distintos animales?

 

Los héroes y los villanos suelen ser definidos dependiendo del punto de vista de quienes los observan. Durante el transcurso de los años, las estructuras de poder de la sociedad norteamericana se han dedicado constantemente a demonizar a los pobres, lo cual se ha visto reflejado en múltiples ocasiones dentro del cine, en especial en aquellas cintas que afirman que el crimen es un resultado directo de las condiciones sociales existentes. No son pocas las producciones que establecen que la alienación individual y la sensación de no tener un lugar donde refugiarse, eventualmente terminan generando brotes de violencia. El cine de terror norteamericano por su parte, suele ayudar al espectador a identificarse con aquellos que son considerados como monstruos por la sociedad. En el caso particular de “Wolfen”, el cual es un film de terror que ocupa como base una trama policial, este invita al espectador a ver el mundo a través de los ojos de un brutal asesino cuya naturaleza no está del todo clara. A medida que transcurren los minutos, se descubre que el asesino escoge como víctimas a aquellos que son prescindibles o a quienes son dañinos para el resto de la sociedad, todo con el objetivo de proteger su territorio y sobrevivir al horrible y opresivo estilo de vida estadounidense. Bajo este violento accionar y a través de la inclusión de representantes de las etnias nativas de Norteamérica, personificadas en la figura del ex-activista Eddie Holt (Edward James Olmos), “Wolfen” pretende difundir un discurso sociopolítico llamado a castigar el accionar del hombre contra la naturaleza, y contra las razas aborígenes que alguna vez poblaron los territorios que ahora son dominados por innumerables moles de concreto.

Lamentablemente “Wolfen” no está exenta de falencias, muchas de las cuales probablemente surgieron a causa de los problemas de calendario que experimentó Wadleigh, y de la falta de criterio de los encargados de la sala de edición de los estudios Warner Brothers. Por ejemplo, el film falla a la hora de explicar algunos elementos vitales de la historia. Entre otras cosas, el oscuro pasado de Dewey Wilson jamás es explorado, aun cuando se menciona que viene saliendo de un retiro autoimpuesto el cual estuvo marcado por el abuso de alcohol. Por otro lado, la presencia de Rebecca Neff parece servir a un solo propósito: actuar como el interés amoroso del detective y protagonizar una innecesaria escena de sexo. Su rol en la investigación es absolutamente irrelevante, al igual que las escenas que buscan demostrar el accionar de la empresa de seguridad para la cual trabaja, las cuales de haber sido omitidas habrían permitido que el arco narrativo central adquiriera una mayor fluidez. Por último, el humor negro que presenta el film, el cual está a cargo del personaje interpretado por Gregory Hines, tampoco funciona de la manera esperada. Si bien algunas de sus extravagantes intervenciones logran distender un poco la tensión que domina ciertos pasajes de la cinta, están lejos de provocarle una sonrisa al espectador.

 

En cuanto al aspecto interpretativo del film, el elenco participante cuenta con la fama y la credibilidad suficiente como para salir airosos en esta ocasión, aun cuando ninguno de los actores realiza una labor realmente destacable. Es por este motivo que quien definitivamente se roba la película es Gerry Fisher y su magnífico trabajo de fotografía. No solo se preocupa de arrojar una iluminación aterradora sobre el inmaculado diseño de producción de Paul Sylbert, sino que también se las arregla para transformar los barrios abandonados del Bronx en un verdadero escenario de tintes apocalípticos marcado por numerosos edificios derruidos e iglesias abandonadas. Junto con esto, Fisher suele ser identificado como el responsable del efecto utilizado para retratar el particular punto de vista del asesino, el cual es bastante similar al usado por el director John McTiernan en el film “Predator” (1987). Con respecto a esto último, si bien el colorido efecto de fotografía resulta interesante en un comienzo, el uso indiscriminado que Wadleigh le da termina por disminuir considerablemente su impacto. La banda sonora compuesta por James Horner por su parte, lamentablemente es demasiado pedestre como para resultar efectiva. Por último, es necesario destacar los efectos especiales utilizados en las escenas gore del film, los que afortunadamente en su mayoría han soportado de buena manera el paso del tiempo.

“Wolfen” es un thriller que resulta complicado encasillar en un género en particular. Aunque en la superficie funciona principalmente como una cinta de horror, también presenta una subtrama de misterio que busca develar quién es el responsable de los asesinatos ocurridos en Nueva York, la cual posteriormente comienza a ser dominada por elementos propios del thriller y la fantasía. “Wolfen” fue estrenada en Julio de 1981 entre “The Howling” (1981) y “An American Werewolf In London” (1981), y estaba llamada a cambiar por completo el subgénero de los films de licántropos, llevándolo hacia nuevas y emocionantes direcciones. Sin embargo, no solo la ambición existente tras el film terminó siendo más grande que el resultado final, sino que además la cinta de Wadleigh fue notoriamente ensombrecida por dos obras que eventualmente se convertirían en grandes clásicos del subgénero. Juzgada por sus propios méritos, se trata de una bien intencionada pero dispareja película de licántropos que busca amalgamar elementos del horror con un marcado comentario social, lo que al menos la convierte en una producción bastante más inteligente que la gran mayoría de las obras pertenecientes al subgénero.



por Fantomas.

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