lunes, 21 de abril de 2014

Heavenly Creatures: Los alcances de una amistad obsesiva.

“Heavenly Creatures” (1994), es un drama biográfico del director Peter Jackson, el cual está protagonizado por Kate Winslet y Melanie Lynskey.

Cuando diversas circunstancias reúnen a dos imaginativas adolescentes llamadas Juliet Hulme (Kate Winslet) y Pauline Parker (Melanie Lynskey), ellas rápidamente forman un importante lazo afectivo que las lleva a crear un mundo de fantasía al que solo ellas pueden acceder. Sin embargo, cuando sus padres comienzan a mirar con algo de temor la intensidad de su amistad, las jóvenes se juran permanecer unidas y desarrollan un plan que tendrá macabras consecuencias.

 

Tras terminar el rodaje de la comedia de terror “Braindead” (1992), el director Peter Jackson comenzó a albergar el deseo de incursionar en otros géneros cinematográficos que le permitieran evitar cualquier tipo de encasillamiento prematuro. Fue entonces cuando su esposa, la guionista y productora Fran Walsh, le sugirió realizar un film sobre el infame asesinato llevado a cabo por dos adolescentes llamadas Juliet Hulme y Pauline Parker, en la ciudad neozelandesa de Christchurch el año 1954. Entusiasmado con la idea, Jackson rápidamente le presentó el proyecto al productor Jim Booth, con quién acordó que la cinta se centraría en la relación de amistad que entablaron ambas jóvenes, y no en el asesinato y el posterior juicio al que fueron sometidas. Según declararía el mismo Jackson: “Su amistad durante la mayor parte del tiempo resultó ser enriquecedora, y nosotros quisimos honrar eso en el film. Básicamente, nuestra intención era realizar una cinta acerca de una amistad que terminó terriblemente mal”. En un principio, Jackson y Walsh se lanzaron a la tarea de estudiar el caso, utilizando una serie de periódicos de la época que se dedicaron a contar los pormenores del juicio como principal documento. Sin embargo, la constante satanización de las adolescentes por parte de la prensa, los llevó a examinar los hechos más de cerca con el fin de crear una versión más humana de todo el asunto. Fue así como ambos viajaron a través del país con el fin de entrevistar a diversas personas que tuvieron algún grado de contacto con Pauline Parker y Juliet Hulme cuarenta años atrás, entre las que se encontraban antiguas compañeras de clase, vecinos, amigos de ambas familias, abogados y psicólogos. Jackson y Walsh también tuvieron acceso al diario de vida de Pauline, el cual documentaba con lujo de detalles los eventos que marcaron su amistad con Juliet.

En su primer rol cinematográfico, Kate Winslet interpreta a Juliet, una adolescente inglesa que acaba de mudarse a Nueva Zelanda con sus padres. Debido a su situación económica y al hecho de que su familia constantemente está viajando alrededor del mundo, Juliet es culta y algo malcriada. De forma casi inmediata, ella entabla una amistad con Pauline, una adolescente neozelandesa solitaria y depresiva que vive una realidad mucho más humilde junto a sus esforzados padres. El fuerte lazo que forman las chicas se desarrolla alrededor de su fascinación por el tenor Mario Lanza y diversas estrellas de cine como James Mason, de su inclinación por escribir historias fantásticas de amor y traición, y de sus frágiles infancias. Curiosamente, mientras su amistad crece a pasos agigantados, el tono del film resulta ser liviano e incluso algo cómico. Y es que inevitablemente existen momentos de gran felicidad cuando se está junto a la persona querida. Sin embargo, el inicio de la cinta, el cual consiste en una serie de imágenes que tienen por objetivo demostrar las bondades de la idílica ciudad de Christchurch, las cuales rápidamente son ahogadas por un grito desgarrador y varias tomas de las jóvenes corriendo a través de un bosque, inevitablemente continúan resonando en la cabeza del espectador durante los momentos más enternecedores e inocentes. Algo horrible ha sucedido, lo que ha provocado que las chicas estén cubiertas de sangre. Por este motivo, durante todo el transcurso del relato, el espectador es acompañado por una escalofriante sensación de horror y desesperanza que está fuertemente ligada al macabro resultado de la peculiar relación de las protagonistas.

 

Básicamente, la película postula que el crimen fue el resultado de una trágica confluencia de coincidencias: Dos chicas, ambas emocionalmente inestables en la medida justa para complementar sus respectivas debilidades, son incomprendidas en una escuela para niñas de Christchurch. A raíz de esto se vuelven amigas, unidas principalmente por su gusto por lo macabro. Por un lado, la sencilla e imperturbable Pauline no puede evitar sentirse fascinada por Juliet, quien en variadas ocasiones no duda en dejar en evidencia su completo descaro y rebeldía. Juliet por su parte, también admira a Pauline, en especial por la cicatriz que esta última tiene en una de sus piernas, la cual fue producto de una cirugía para combatir la enfermedad a los huesos que padecía: “Las mejores personas tienen enfermedades al pecho y a los huesos”, asegura en una ocasión Juliet. “¡Es escalofriantemente romántico!”. Casi todo es escalofriantemente romántico en las vidas de estas muchachas, quienes se vuelven inseparables al mismo tiempo que comienzan a refugiarse con asiduidad en un mundo de fantasía que ellas llaman el Cuarto Mundo. Su amistad inevitablemente se vuelve intoxicante, y les impide ver más allá de la realidad que ellas han creado. Obviamente sus padres están excluidos de su particular cotidianeidad, en especial la madre de Juliet (Diana Kent), una psicóloga que está más preocupada de revivir su moribunda sexualidad que de comunicarse con su hija.

Eventualmente, a los padres de las muchachas comienza a resultarles perturbadora su cercanía. Si bien sospechan que ambas podrían estar engendrando inclinaciones homosexuales, la palabra lesbianismo resulta ser completamente tabú. Si bien existen una serie de escenas que refuerzan esta idea, como por ejemplo algunas en las que aparecen luchando en ropa interior o intercambiando besos “accidentales”, el film no busca realizar un estudio acerca de la sexualidad de las muchachas, sino que pretende retratar las circunstancias que las llevaron a cometer el horrendo crimen por el cual fueron sentenciadas. Es por este motivo que la dialéctica entre las vívidas fantasías de las muchachas y los sucesos de su vida cotidiana, ocupa un puesto de especial importancia en la narrativa. Peter Jackson utiliza bastante tiempo graficando el estado mental de las protagonistas, y el grado en el cual ellas creían y aceptaban el producto de su incansable imaginación. Es a raíz de esto que durante el transcurso del film, el espectador no solo es testigo de cómo diversas figuras de plastilina cobran vida ya sea para personificar a las personas que rodean a las muchachas, o para alzarse como la encarnación de sus temores y sus deseos más oscuros, sino que además es posible apreciar como figuras como Orson Welles y Mario Lanza son integrados de forma tangible al mundo creado por Juliet y Pauline.

 

En cualquier cinta de estas características, la elección del elenco resulta ser uno de los puntos clave de todo el proceso. Afortunadamente, Peter Jackson encontró en las debutantes Kate Winslet y Melanie Lynskey a las protagonistas perfectas. Si bien Winslet realiza un estupendo trabajo interpretando a Juliet, quien gran parte del tiempo es una joven alegre y energética cuyo mayor anhelo es contraer matrimonio con uno de los Santos de la religión que ha creado junto a Pauline, actitud que por momentos cambia por la más completa histeria cuando se enfrenta ante la posibilidad de ser abandonada tanto por su madre como por su amiga, es Lynskey quien definitivamente se roba todas las miradas. Su interpretación de Pauline resulta fascinante y escalofriante al mismo tiempo, ya que la joven actriz es capaz de transmitir con la mirada y con su lenguaje corporal toda la ira contenida y el gran grado de frustración que siente su personaje con el entorno que la rodea, el cual es incapaz de comprender la genialidad que tanto ella como Juliet ostentan. Como dato curioso, cabe mencionar que tras su estadía en prisión, Juliet Hulme eventualmente se convertiría en la afamada escritora de novelas de misterio Anne Perry. Por otro lado, en lo que al aspecto técnico de la producción se refiere, resulta destacable el magnífico trabajo de fotografía de Alun Bollinger, el cuidadoso diseño de producción de Grant Major, la inquietante pero no siempre efectiva banda sonora del compositor Peter Dasent, y los interesantes efectos especiales diseñados por Richard Taylor, los cuales pese a no ser extremadamente refinados poseen un encanto particular.

Aun cuando “Heavenly Creatures” intenta contextualizar y racionalizar el comportamiento violento de Juliet y Pauline, una vez terminado el film el espectador no puede evitar pensar que no existe una explicación lógica para lo que en verdad sucedió. Eso provoca que la cinta presente un vacío dramático importante, el cual es compensado parcialmente por el magnífico guión escrito por Walsh y Jackson, el inconfundible estilo visual del director, y las brillantes interpretaciones del dúo protagónico. En gran medida, la moraleja de “Heavenly Creatures” es que en ocasiones cuando se reúne cierto tipo de personas, estas son capaces de cometer actos que como individuos serían incapaces de realizar. Al mismo tiempo, se puede concluir que a veces suceden tragedias básicamente porque las personas están esperando que alguien más se atreva a detener algo que está destinado al fracaso. En el caso de Pauline y Juliet, la realidad es nublada por sus propios desbarajustes emocionales. Teniendo todo esto en mente, es justo asegurar que lo que convierte al film de Jackson en una obra apasionante y aterradora, es la forma en como el director retrata a dos jóvenes infelices que deciden crear un mundo alternativo que les resulta tan seguro y atractivo, que están dispuestas a asesinar con tal de conservarlo.



por Fantomas.

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