lunes, 1 de junio de 2009

I Mostri: Ácida crítica a una sociedad corrompida.

“I Mostri” (1963), es una comedia italiana del director Dino Risi, la cual está protagonizada por Vittorio Gassman y Ugo Tognazzi.

Veinte episodios breves que reflejan como pocos el alma de una nación. Y en este caso, una nación llena de dobleces, cínica, haragana, femenina... y sin duda adorable.


A principios de los años sesenta, en Italia comenzarían a proliferar las películas compuestas por episodios. Con un tratamiento de comedia, estas cintas por lo general giraban sobre un tema común o en torno a la personalidad de un actor cómico, y agrupaban unos cuantos episodios de variadas duraciones. Con esto se intentaba retratar desde distintos prismas a la sociedad italiana, realizando una sátira de sus costumbres al mismo tiempo que se realiza una especie de crítica social. Una de las películas más famosas de este tipo es “I Mostri”, la cual fue dirigida por Dino Risi, y cuyo guión es obra de Age-Scarpelli, Ugo Petri y Ettore Scola. En ella, el director realiza un dibujo distorsionado de la sociedad italiana, utilizando a una amplia gama de personajes de características caricaturescas.

Durante 118 minutos, Risi recorre en veinte episodios “la manera pérfida y sutil en la que el progreso inscribe las viejas lacras humanas: la hipocresía, el desprecio, la mentira, el egoísmo, la manipulación, el abuso, etc.”. La duración y las estructuras de cada uno de los episodios son diversas, pero todos están relacionados de manera uniforme con la Roma de principios de los sesenta. Además, todos los episodios giran alrededor de una figura central, usualmente caricaturesca, interpretada por uno de los dos actores principales, los cuales aparecen de manera alternada en cada uno de los segmentos. Mientras que algunos episodios son muy cortos y presentan una estructura similar a la de un sketch, otros poseen una construcción más elaborada de la historia, aunque no por eso son necesariamente mejores o más representativos de una sociedad que a los ojos del director se encuentra completamente torcida.


Dino Risi dibuja al monstruo social que habita en la Roma de los sesenta. Un “monstruo” en cierta forma discapacitado, debido a sus dificultades prácticamente inherentes para convertirse en un ciudadano honesto, en un maestro estricto, en un amigo sincero, en un esposo fiel, en un juez justo, etc. Y es que precisamente el director enfatiza el carácter patológico de este nuevo ciudadano, con todos sus rasgos característicos, donde el bien propio está por sobre el bien común, y donde los defectos físicos aparecen como un forma de discriminación. Cada uno de los episodios representa una mirada cínica y contradictoria de un país que experimenta un periodo de rápida transformación, donde tanto al interior de la familia, en la política, en la educación, y la religión, comienza a gestarse un cambio importante de los valores y los códigos impuestos muchos años atrás.

Para entender mejor el discurso del director, es necesario analizar algunos de los episodios que presenta la cinta. El primer episodio protagonizado por Ugo Tognazzi, “La educación sentimental”, relata la relación entre un padre y su hijo de aproximadamente siete años, y como este le enseña de manera gradual al pequeño a mentir, a robar, a desconfiar del otro, y por sobre todo a priorizar el bien propio por sobre el del resto. Dichos como los pobres no existen, quien pega primero pega dos veces, no confíes en nadie, y tu vecino es tu enemigo, entre otros, resuenan en la cabeza del niño, estancándose como máximas a seguir. Peor aún es cuando el padre predica con el ejemplo, ya sea transitando en la calle a contramano para llegar más rápido a la escuela, robando comida en el supermercado, o haciéndose pasar por un veterano de guerra para poder acceder de manera más rápida a un juego de feria. El episodio culmina cuando diez años después, los titulares de los periódicos muestran la foto del padre, quien ha sido asesinado por su propio hijo por dinero. Todo esto se corona con la frase final: “En tu vida nunca confíes en nadie, ni siquiera en tu propio padre”.

El director también realiza una crítica al sistema judicial, la que queda patente en el episodio “Testigo voluntario”. En dicho segmento, Pilade Fioravanti (Ugo Tognazzi) se presenta voluntariamente a testificar en contra de un hombre acusado de asesinato. Sin embargo, el abogado defensor (Vittorio Gazzman) termina enjuiciándolo a él. Resulta divertido ver como el protagonista intenta respetar y colaborar con la ley, lo que irónicamente tiene como consecuencia que esta se vuelva por completo en su contra, exponiendo todos los errores que ha cometido durante su vida, sin importar lo poco relevantes que estos sean, convirtiéndolo ante los ojos de la sociedad, de su esposa, y de los jueces, en un criminal aún peor que al que en un principio intentaban condenar. Risi con este episodio establece un hecho innegable; que la justicia es ciega, y que además en ocasiones las leyes se pueden doblar para favorecer a aquellos que las han quebrantado.

En el resto de los episodios se hace alusión a la política, la religión, la sexualidad, la pobreza, e incluso a la televisión y su influencia en los espectadores, siempre con una mirada ácida e incisiva. Dentro de este grupo de episodios sobresalen: “Como un padre”, en el cual un hombre muestra una confianza ciega en su mejor amigo, ignorando que este es el amante de su mujer y por lo tanto es la causa de todos sus problemas; “El sacrificado”, donde un hombre convence a su amante que la está dejando por el bien de ella; “El opio del pueblo”, en el cual mientras un marido está hipnotizado delante de la televisión, su mujer le pone los cuernos con su amante en la habitación contigua; y “El noble arte”, la última historia de la cinta y tal vez la más trágica, donde un antiguo representante de boxeadores convence a un púgil retirado para que vuelva a combatir, sin imaginar las consecuencias que esto puede acarrearle a ambos.


En lo que a las actuaciones se refiere, tanto Tognazzi como Gassman, realizan un trabajo espectacular. Ambos actores son verdaderos camaleones, los cuales logran representar con total credibilidad cada uno de sus roles (no hay que olvidar que gran parte de los personajes que aparecen en el film son caricaturas de los miembros de la sociedad italiana de la época). Esta cinta es considerada como la primera producción cómica italiana conformada por un puñado de diversos y coloridos episodios, además de ser recordada como uno de los mejores trabajos del director Dino Risi, quien unos años después filmaría una secuela titulada, “I Nuovi Mostri” (1977). Mediante un excelente trabajo de dirección, estupendas actuaciones, un inteligente guión, y una más que adecuada banda sonora obra de Armando Trovajoli, Dino Risi logra convocar con éxito a los rostros de la miseria entre la risa y el espanto.



por Fantomas.

1 comentario:

Möbius el Crononauta dijo...

Se la ve interesante. Me la apunto para el futuro.

Saludos

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