Gil-son, un niño de 5 años, y su hermana ciega Gam-yi, son dos huérfanos que recorren el país con el deseo de encontrar a su madre. En su camino se encuentran con dos monjes budistas, los cuales los albergan en su monasterio. Gil-Sonyi es un niño chistoso y juguetón, que va eventualmente descubrirá las enseñanzas de Buda y llegará al Nirvana.
Cuando uno piensa en el cine de animación realizado en Asia, por lo general lo primero que se viene a nuestra mente es la industria de animación japonesa, específicamente la factoría de Hayao Miyazaki y Isao Takahata. Sin embargo, hace ya bastantes años la industria coreana nos viene entregando un buen número de cintas animadas de excelente calidad. Un ejemplo de esto es “Oseam”, la cual está basada en una leyenda coreana que cuenta la historia de cómo un niño de cinco años llegó al Nirvana en Oseam, una de las ermitas del templo Beakdamsa, que antes se llamaba “Gwanumlan”. Esa historia fue novelizada en el año 1986 por el escritor Jeong Chae-bong, el cual es conocido en su país de origen por sus cuentos sentimentales e inocentes. Aunque en el año 1990 el director Cheol-su Park ya había adaptado esta historia, en el 2003 su compatriota Jeong Chae-bong, realizaría la versión animada de la misma.
La animación, dibujada casi en su totalidad a mano, es realmente hermosa y la historia, aunque se desarrolla de manera pausada, no resulta aburrida. Aunque nunca se especifica la cantidad de años que la pareja de niños han estado solos vagando en búsqueda de su madre, y tan solo pasada la media hora sabemos lo que en realidad pasó con ella y como Gam-yi pierde su vista, estos son detalles sin mucha importancia una vez que vemos el cuadro general. Gam-yi demuestra ser una niña bastante madura pese a tener alrededor de 8 años de edad, mientras que su hermano Gil-sonyi debido a su escasa edad, no realiza un muy buen trabajo guiando a su hermana, ya que es un niño travieso e inquieto que frecuentemente la deja algo sola mientras él intenta cazar mariposas, o trata de salvar a un perro que se ha encaramado en un árbol debido a que es perseguido por un animal salvaje.
El centro de la historia es precisamente el pequeño de 5 años. Es un personaje puro y su risa resulta contagiosa. Gil-Sonyi es un niño inocente que no se desespera por la situación en la que se encuentra, en gran medida porque no está consciente de que él y su hermana se encuentran solos en este mundo. Su mayor preocupación reside en que no es capaz de recordar el rostro de su madre, por lo que teme no reconocerla cuando la encuentren. En el intertanto, la pareja de hermanos se cruzan con dos monjes budistas. Como está a punto de comenzar lo que será un crudo invierno, los monjes invitan a los niños a quedarse al interior del templo, pensado que es Buda quien ha puesto a estos niños en su camino.
Aunque la vida al interior del templo les garantiza un techo donde vivir y comida suficiente, para el pequeño Gil-Sonyi le resulta sumamente aburrido habitar en un lugar repleto de un grupo de monjes que pasan sus días en silencio. La traviesa naturaleza del pequeño lo lleva a realizar todo tipo de desastres al interior del templo, interrumpiendo los momentos de oración de los monjes, o sencillamente robándoles la ropa para entregársela a algunos animales salvajes. Pese al aparente bienestar que disfrutan los niños al interior del templo, su vida está rodeada por la tragedia. Mientras que Gil-Sonyi sufre por el hecho de no tener madre y por los abusos que sufre a manos de un par de niños mayores que él, Gam-yi llora en silencio a su madre, se desespera por el hecho de no poder ver más el rostro de su hermano, y se preocupa por el futuro de ambos. La niña ha tenido que asumir de manera forzosa el rol de madre, pese a que su limitación no le permite cuidar de sí misma. Es por esta razón que existe una relación de dependencia mutua, donde uno no puede subsistir sin el otro.
Con el objetivo de poder recordar el rostro de su madre, Gil-Sonyi accede a acompañar a uno de los monjes a un templo ubicado en las montañas, para que este le enseñe a ver con los ojos del alma. De manera trágica, el pequeño logrará su objetivo a través de la oración. Y es que la historia también nos permite conocer un poco más acerca de la religión budista, y el comportamiento de los monjes practicantes de esta religión al interior de sus templos. Además rompe con la imagen algo rígida que uno puede tener acerca de estos monjes, mostrándolos como hombres capaces de disfrutar con la cosas cotidianas de la vida, los cuales incluso se dan el tiempo para jugar con estos niños, educarlos y entenderlos. Los monjes, en especial al que Gil-Sonyi llama “Señor”, aparecen como figuras paternas del pequeño dado a que son ellos los que intentan educarlo y enseñarle el verdadero significado de la religión.
Comenzando en la campiña coreana, la película impresiona de inmediato por su exuberante estética y colorido, la cual es complementada con algunas imágenes diseñadas por computadora, las cuales son utilizadas para realizar algunos efectos relacionados con el clima. Al principio de la película, los colores dulces y tristes, reflejan a la perfección los sentimientos de los dos huérfanos, perdidos y desamparados. Los colores, que juegan un papel central en la película, están en perfecta armonía con las estaciones. Además de los paisajes campestres, la película nos muestra las costas que rodean el templo budista, y más tarde el templo ubicado en la cima de la montaña, cuyos alrededores se encuentran completamente cubiertos por la nieve.
En gran medida, la película nos cuenta la historia de un niño y su recorrido iniciático. El relato realiza un marcado hincapié en el tema de budismo, aunque la verdad no podría asegurar si su descripción es completamente fiel a la realidad. Aunque la historia no alcanza la profundidad de “Grave of the Fireflies” (1988), tiene un impacto emocional similar. Tal vez el aspecto más “criticable” que tiene esta producción es que resulta demasiado triste a ratos, en especial su agridulce final. Estos momentos tristes son contrastados con las travesuras del querible Gil-Sonyi, por lo que no todo es drama. La banda sonora por su parte, resulta ser bastante conmovedora por momentos, mientras que en otras ocasiones cumple la función de marcar las situaciones cómicas en las que se ve involucrado Gil-Sonyi. “Oseam” pertenece a la nueva generación de películas de animación coreanas, que se vuelven más y más populares en Europa gracias a los festivales de animación. Esta película es un cambio interesante en un entorno previamente dominado por las producciones japonesas y norteamericanas, y es sin duda un film el cual merece ser visto al menos en una ocasión.
por Fantomas.
3 comentarios:
Ah, pero eso del final tan triste, me dejo pensando ;-(
Por todo lo demas, me encantaria verla, parece interesante la trama, sus metaforas, y ademas, ando queriendo ver más este tipo de cine.
Saludos!!!
Buenas.
Vaya, me hice con ella hace tiempo, pero ante tanto por ver, la dejé pasar, y aún no la he visto.
Me has animado a ponerme a enmendarme en cuanto me sea posible.
Saludos.
Ni la conocía, la verdad.
Mientras leía tu crítica, me ha venido a la cabeza precisamente Grave of the Fireflies, toda una joya de la animación japonesa. No creo que ésta esté a la altura, pero procuraré echarle un vistazo.
Saludos ;)
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