lunes, 26 de abril de 2010

Killing Machine: Cuando la justicia implica violencia.

“The Killing Machine” (1975), es un drama de artes marciales del director Norifumi Suzuki, el cual está protagonizado por Sonny Chiba, Yutaka Nakajima y Makoto Satô.

Tras trabajar como agente secreto para el gobierno japonés durante la Segunda Guerra Mundial, Doshin Soh (Sonny Chiba) regresa al ahora derrotado Japón. Mientras sus compatriotas intentan sobrevivir a la extrema pobreza reinante mediante el camino de la delincuencia, Soh intenta surgir fundando un dojo en el que enseña un tipo de arte marcial que aprendió durante su estadía en China. Sin embargo, en su camino se encontrará con una serie de criminales y oficiales corruptos que dificultaran su labor y que lo obligarán a desatar una oleada de violencia.

“The Killing Machine” es una película ligeramente basada en la vida del maestro de artes marciales Doshin Soh, creador de la disciplina marcial conocida como Shorinji Kempo. Según cuenta la historia, Doshin Soh fue un japonés que pasó gran parte de su vida viviendo en China, razón por la cual fue reclutado como espía por el ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Durante el tiempo que trabajó como espía, Soh entrenó con distintos maestros hasta que eventualmente fue aceptado en el templo Shaolin. A su regreso a Japón tras la guerra, le impresionó tanto el sombrío estado de ánimo de la sociedad japonesa, que se propuso restaurar la moral y el orgullo patrio de sus compatriotas utilizando la filosofía budista como herramienta, lo que mezclado con algunas de las artes marciales que había aprendido durante su estadía en China, dio como resultado lo que hoy es conocido como Shorinji Kempo. El guionista Isao Matsumoto tomaría algunos datos de la vida de Doshin Soh y los mezclaría con algunas de las leyendas que giraban en torno a su figura, para crear una historia dramática y violenta por partes iguales. A sabiendas del éxito que había tenido Sonny Chiba con su violenta trilogía “Street Fighter”, el director Norifumi Suzuki no dudó en contratarlo para un rol que parecía estar escrito para él.

Probablemente las únicas similitudes existentes entre el verdadero Doshin Soh y su versión cinematográfica, sea su participación como espía y su deseo que levantar la moral de sus compatriotas. Ambas cosas quedan rápidamente establecidas durante los primeros diez minutos del film. La cinta comienza con el protagonista en territorio enemigo, donde se verá obligado a defenderse de una turba que ha descubierto su verdadera identidad. Al poco tiempo después cuando se presenta ante sus superiores, descubre que Japón se ha rendido. Presa de su frustración, Soh asesina a sus superiores por lo que va a dar a la cárcel, lugar donde rescata a una joven japonesa llamada Kiku (Yutaka Nakajima) que iba a ser forzada a servir como prostituta por el ejército chino. Durante gran parte de la primera mitad del film, se muestran las consecuencias de la guerra, como esta ha dejado en ruinas a gran parte del Japón (específicamente a Osaka), y como la sociedad ahora sumida en la pobreza debe intentar sobrevivir no solo a la hambruna, sino que también a los abusos de los criminales, de los oficiales corruptos y de los soldados norteamericanos que ahora se encuentran repartidos en las calles.

Es en este ambiente hostil que Soh intenta cuidar a un grupo de huérfanos, al mismo tiempo que intenta evitar por todos los medios que Kiku se prostituya con el fin de conseguir dinero para alimentar a su pequeño hermano. Debido a su constante búsqueda de justicia, Soh no puede evitar verse involucrado en pequeños conflictos con algunos criminales y soldados norteamericanos, los que eventualmente lo terminan enviando a prisión. Será solo gracias a la ayuda del alcaide que Soh podrá escapar de Osaka, para reubicarse en un pequeño pueblo donde podrá cumplir su sueño de abrir un dojo para así ayudar a un grupo de hombres aproblemados. Es en este tramo del film donde quedan aún más patentes los ideales del protagonista y su deseo de levantar una sociedad consumida por la guerra. Dos de los estudiantes “más importantes” de Soh, son hombres cuya vida ha sido destruida por la guerra (uno fue dado por muerto, razón por la cual perdió a su familia, mientras que el otro pasa los días junto a una botella de alcohol), los cuales eventualmente terminan convirtiéndose en verdaderos ejemplos de auto-superación, todo gracias a las enseñanzas de su maestro.

Tal y como sucede durante la primera mitad de la cinta, pese a las buenas intenciones de Soh, este no puede escapar de la violencia del mundo que lo rodea. Eventualmente, él y sus estudiantes terminan involucrados en un conflicto con una banda de yakuzas que ven al protagonista como el único obstáculo en su intento de dominar la región. Quien esté relativamente familiarizado con la filmografía de Sonny Chiba, probablemente sabe que el actor solía protagonizar cintas bastante violentas y esta no es la excepción. No sólo hay un buen número de escenas donde podemos apreciar miembros fracturados, cuerpos volando por los aires, desmembramientos, y unas buenas dosis de sangre, sino que además hay una escena de violación (la cual afortunadamente está editada de modo de que no resulte demasiado perturbadora), y otra en la que el protagonista junto a uno de sus estudiantes deciden tomar la justicia con sus propias manos, y castrar al violador con unas tijeras. Las escenas de lucha son brutales pero estilizadas a la vez, sorprendiendo lo bien coreografiadas que estas se encuentran.

En general las actuaciones son bastante correctas. Probablemente esta sea la mejor actuación de Sonny Chiba, un actor encasillado en papeles de hombres rudos y sin escrúpulos, ya que en esta ocasión se le dio la oportunidad de interpretar a un personaje más rico en matices, el cual se ve enfrentado a momentos realmente dramáticos. Por otra parte, la banda sonora compuesta por Shunsuke Kikuchi pese a no ser memorable, acompaña de buena manera las imágenes que reflejan el estupendo trabajo de fotografía de Yoshio Nakajima. Probablemente el mayor problema que presenta este film es que no logra dejar muy en claro cuál es el tono de la historia. Por momentos la cinta cae de lleno en el melodrama (en especial en aquellas escenas que transcurren en las oscuras y desoladoras calles de Osaka), dando a entender que la verdadera intención del director es retratar el Japón post-guerra, y al mismo tiempo relatar la historia de un hombre que buscaba transmitir su paz interior a todos quienes lo rodeaban. Sin embargo, las escenas de violencia que se intercalan con las escenas más dramáticas, terminan por convertir el dolor y el sufrimiento en algo trivial, casi carente de real importancia en la trama.

Por otro lado, Norifumi Suzuki opta por utilizar una narración episódica, que la verdad funciona bastante bien al momento de dividir las etapas de la vida de Doshin Soh. Si bien es evidente que el contexto histórico y el relato de la vida de Doshin Soh sirven como excusa para presentar a Sonny Chiba actuando bajo sus propias reglas, la cinta de todos modos resulta ser interesante ya que nos entrega un retrato del Japón post-guerra mirado desde la perspectiva de los mismos japoneses. En la superficie tenemos un entretenido y violento film de artes marciales en el que el personaje de Chiba está en una constante búsqueda de justicia, lo que implica detener a algunos coreanos que agreden a unos ciudadanos japoneses, golpear a unos soldados norteamericanos que atropellan a un pequeño niño, y asesinar a un grupo de criminales que busca tomar ventaja de una sociedad sumida en el caos. En definitiva, “The Killing Machine” es una película que presenta una historia que podía haber sido mejor construida, pero que de todas formas logra llamar la atención del espectador, en gran medida gracias a las abundantes dosis de acción que presenta un film el cual exhibe una serie de características que lo ubican por sobre otras producciones de corte similar.

* Nota: A más de alguno podrá resultarle curioso el símbolo que Doshin Soh utiliza en la cinta para identificar a los estudiantes de su dojo. Hay que recordar que la esvástica es un símbolo utilizado tanto en el budismo como en el hinduismo, el cual posteriormente fue adoptado por los nazis.



por Fantomas.

3 comentarios:

Don fofo dijo...

Sonny Shiba si que tiene estilo, e visto poco de el pero lo que e visto me a dejado mudo.

Como siempre muchas gracias por la avalancha de información interesante.

Saludos!

john mcclane dijo...

- Don fofo: Que bueno verlo por estos lados. Si la verdad es que las películas de Chiba suelen ser entretenidas. Además es una variante interesante a los héroes tan típicos del cine de artes marciales.

Saludos ;)

Anónimo dijo...

me gustaria que esas antiguas peliculas japonesas de sonny chiba hiroyuki sanada etsuko shiomi y yasuaki kurata se publiquen vendan en peru pero no lo encuentro x fa subanlo

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