John Howard Carpenter nació en Carthage, Nueva York, el 16 de enero de 1948. Hijo de Milton Jean Carter y Howard Ralph Carpenter, fue criado en Bowling Green, Kentucky, donde su padre trabajaba como profesor de historia y teoría de la música en la Universidad Oeste de Kentucky. En aquel entonces, la familia Carpenter vivía en una pequeña cabaña situada en las cercanías del museo de la Universidad, la cual arrendaban por 50 dólares al mes. El lugar era un verdadero paraíso natural, ocupado por una modesta laguna y un bosque conformado por diversos tipos de árboles. John creció en este ambiente salvaje y hermoso, con tintes casi fantásticos, lo que lo llevaría a sentirse algo solo a ratos, pero al mismo tiempo le ayudaría a desarrollar su imaginación. Al ser su padre un violinista, el pequeño John constantemente escuchaba música clásica, lo que lo llevó a aprender a tocar violín, piano y guitarra. Su madre por otro lado, trabajaba en una librería. Desde temprana edad, sus padres lo incentivaron a desarrollar su creatividad. En su hogar no compraron una televisión hasta que John tuvo doce años, y era común ver una gran cantidad de libros en las repisas de cada una de las habitaciones. No pasó mucho tiempo antes de que John decidiera comenzar a utilizar una vieja máquina de escribir con la cual dio rienda suelta a su creatividad.
En una de sus tantas entrevistas, Carpenter menciona que la primera película que fue a ver junto a su padre fue “The African Queen” (1951), donde la imagen de Humphrey Bogart saliendo del agua cubierto por sanguijuelas dejaría una marcada huella en su memoria. Sin embargo, la cinta que desataría su pasión por el cine sería “It Came from Outer Space” (1953), la cual originalmente fue filmada en 3D. Luego de aquella experiencia, John se convertiría en un adicto al cine, por lo que constantemente estaría creando películas en su mente. La cabaña que era su hogar y las cercanías del museo, se convertirían en los sets de filmación de las pequeñas historias que creaba. Cuando tenía ocho años, su padre le regaló una cámara de video de 8mm, con stop motion. Con ella haría su primer film junto con un grupo de amigos; “Gorgon the Space Monster”, la cual no solo incluía efectos especiales en stop motion, sino que también presentaba una banda sonora compuesta por diferentes piezas de música clásica y algunos ruidos grabados por el mismo Carpenter. Cada vez que el ahora cineasta amateur se reunía con amigos, les hacía ver su “ópera prima”. Fue en aquel entonces cuando comenzó a decirle a sus padres que se convertiría en director de cine y que se mudaría a Hollywood.
En una de sus tantas entrevistas, Carpenter menciona que la primera película que fue a ver junto a su padre fue “The African Queen” (1951), donde la imagen de Humphrey Bogart saliendo del agua cubierto por sanguijuelas dejaría una marcada huella en su memoria. Sin embargo, la cinta que desataría su pasión por el cine sería “It Came from Outer Space” (1953), la cual originalmente fue filmada en 3D. Luego de aquella experiencia, John se convertiría en un adicto al cine, por lo que constantemente estaría creando películas en su mente. La cabaña que era su hogar y las cercanías del museo, se convertirían en los sets de filmación de las pequeñas historias que creaba. Cuando tenía ocho años, su padre le regaló una cámara de video de 8mm, con stop motion. Con ella haría su primer film junto con un grupo de amigos; “Gorgon the Space Monster”, la cual no solo incluía efectos especiales en stop motion, sino que también presentaba una banda sonora compuesta por diferentes piezas de música clásica y algunos ruidos grabados por el mismo Carpenter. Cada vez que el ahora cineasta amateur se reunía con amigos, les hacía ver su “ópera prima”. Fue en aquel entonces cuando comenzó a decirle a sus padres que se convertiría en director de cine y que se mudaría a Hollywood.
Su pasión, algo obsesiva a ratos, lo llevó a convertirse en una persona solitaria, un ser algo extraño que no encajaba en la comunidad en la que estaba inmerso, que se caracterizaba por ser bastante conservadora y poco sofisticada. En 1964, cuando los Beatles se hicieron populares, John se dejó el pelo largo, perpetuando en forma consciente su propia soledad. Recién cuando ingresó a la escuela secundaria, encontró algo que le interesaba aún más que las películas; las chicas. En aquella época logró convertirse en alguien popular, lo que cambió su forma de pensar de manera radical. Ya no le satisfacía aislarse de la sociedad, sino que se percató de lo mucho que le gustaba ser aceptado por los demás, y que para hacerlo, debía encontrar una forma para llegar a ellos. Aún siendo un adolescente, prueba el oficio de escritor, abordando temas de ciencia ficción y terror. Debido a esto, a los 15 años decide fundar una productora llamada Emerald Productions, la cual utiliza para dar un toque de profesionalismo a los diversos cortometrajes y a los fanzines que edita entre 1965 y 1969, como por ejemplo: “Fantastic Films Illustrated”, “King Kong Journal” y “Phantasm: Terror Thrills of the Films”.
Antes de retirarse de la Universidad Oeste de Kentucky, John participó un tiempo como actor. Aunque su interpretación era más bien mecánica y carente de toda emoción, la experiencia le sirvió no solo para volver a interesarse en el cine, sino que también para comprender el proceso al que debían someterse los actores en su trabajo. Fue entonces cuando decide cambiarse a la prestigiosa Universidad del Sur de California de Artes Cinematográficas, con el apoyo irrestricto de su padre. Durante su corta estadía en dicha casa de estudios, Carpenter escribió y dirigió un cortometraje de 8 minutos titulado, “Captain Voyeur” (1968). Dicho corto, presentaría una serie de elementos que el director posteriormente utilizaría en uno de sus largometrajes más celebrados, “Halloween” (1978). Al año siguiente, John colaboraría con el productor y escritor John Longenecker, con quien filmaría el cortometraje, “The Resurrection of Brocho Billy” (1970). Dicha cinta, que era una elegía al western, presentaba a un protagonista no hace más que expresar el deseo del mismo Carpenter de convertirse en un héroe del viejo oeste. El director no solo obtendría un Oscar al mejor cortometraje por su trabajo, sino que además este se convertiría en el primer film realizado por un estudiante en ser estrenado en todos los Estados Unidos.
Su próximo trabajo, una comedia negra de ciencia ficción llamada “Dark Star” (1974), comenzó como un proyecto estudiantil. Sin embargo, Carpenter pronto se dio cuenta de que dentro de los parámetros universitarios era imposible llevar a cabo un proyecto de la magnitud que él quería hacerlo. La historia de dicho film la coescribió junto a Dan O´Bannon, con quién además compartió diversas labores como por ejemplo la composición de la banda sonora, la fabricación de efectos especiales e incluso tuvieron que participar como actores de la cinta. Con solo 60.000 dólares, la dupla logró armar un largometraje que fue distribuido a nivel nacional, lo que impresionó a muchos de los ejecutivos de los grandes estudios debido a la capacidad de ambos de armar un proyecto rentable con poco dinero, y utilizando elementos que podían haber sido sacados de un tacho de basura. Si bien en la actualidad el director no ve con buenos ojos su primer largometraje, si reconoce que la experiencia serviría para ver cómo funcionaba la industria del cine, y el proceso que se debía llevar a cabo para transformar una idea en una película.
Antes de retirarse de la Universidad Oeste de Kentucky, John participó un tiempo como actor. Aunque su interpretación era más bien mecánica y carente de toda emoción, la experiencia le sirvió no solo para volver a interesarse en el cine, sino que también para comprender el proceso al que debían someterse los actores en su trabajo. Fue entonces cuando decide cambiarse a la prestigiosa Universidad del Sur de California de Artes Cinematográficas, con el apoyo irrestricto de su padre. Durante su corta estadía en dicha casa de estudios, Carpenter escribió y dirigió un cortometraje de 8 minutos titulado, “Captain Voyeur” (1968). Dicho corto, presentaría una serie de elementos que el director posteriormente utilizaría en uno de sus largometrajes más celebrados, “Halloween” (1978). Al año siguiente, John colaboraría con el productor y escritor John Longenecker, con quien filmaría el cortometraje, “The Resurrection of Brocho Billy” (1970). Dicha cinta, que era una elegía al western, presentaba a un protagonista no hace más que expresar el deseo del mismo Carpenter de convertirse en un héroe del viejo oeste. El director no solo obtendría un Oscar al mejor cortometraje por su trabajo, sino que además este se convertiría en el primer film realizado por un estudiante en ser estrenado en todos los Estados Unidos.
Su próximo trabajo, una comedia negra de ciencia ficción llamada “Dark Star” (1974), comenzó como un proyecto estudiantil. Sin embargo, Carpenter pronto se dio cuenta de que dentro de los parámetros universitarios era imposible llevar a cabo un proyecto de la magnitud que él quería hacerlo. La historia de dicho film la coescribió junto a Dan O´Bannon, con quién además compartió diversas labores como por ejemplo la composición de la banda sonora, la fabricación de efectos especiales e incluso tuvieron que participar como actores de la cinta. Con solo 60.000 dólares, la dupla logró armar un largometraje que fue distribuido a nivel nacional, lo que impresionó a muchos de los ejecutivos de los grandes estudios debido a la capacidad de ambos de armar un proyecto rentable con poco dinero, y utilizando elementos que podían haber sido sacados de un tacho de basura. Si bien en la actualidad el director no ve con buenos ojos su primer largometraje, si reconoce que la experiencia serviría para ver cómo funcionaba la industria del cine, y el proceso que se debía llevar a cabo para transformar una idea en una película.
El siguiente film de Carpenter sería “Assault on Precint 13” (1976), el cuál sería un thriller de bajo presupuesto influenciado directamente por las obras de Howard Hawks, en particular la cinta “Rio Bravo” (1959). Tal y como había sucedido en su anterior trabajo, John no solo se encargo de la dirección, sino que también escribió el guión, compuso la banda sonora y realizó la edición bajo el seudónimo de John T. Chance, que era el nombre del personaje de John Wayne en “Rio Bravo”. Aunque en Norteamérica el film no tuvo mucho éxito y fue bastante maltratado por la crítica, en Europa, específicamente en el Festival de Cine de Londres, tuvo una muy buena recepción, lo que según el mismo Carpenter, marcaría el comienzo de su carrera como director. La realización de dicha cinta tendría otra consecuencia importante. El director conocería a Debra Hill, productora y guionista con la que además de compartir la admiración por Howard Hawks, terminaría trabajando en gran parte de sus películas más celebradas. Curiosamente, con el transcurso de los años, “Assault on Precint 13” obtendría el reconocimiento que se merecía en los Estados Unidos, siendo considerada como uno de los mejores films de “explotación” de los setenta.
Antes de filmar la que quizás es su mejor película, Carpenter dirigió un film de suspenso hecho para la televisión titulado, “Someone´s Watching Me!” (1978), cuya historia tomaba prestados una gran cantidad de elementos propios del cine de Alfred Hitchcock. Fue aquí donde conoció a la actriz Adrienne Barbeau, con quien contrajo matrimonio al año siguiente, tuvo un hijo llamado John Cody, y se separó en 1984. En una de sus conversaciones con el productor Irwin Yablans, el directo comenzó a discutir el deseo del productor de filmar un largometraje centrado en un asesino con un gusto especial por las niñeras. Carpenter tomó la idea de Yablans y junto a Debra Hill, desarrolló una historia situada en la fiesta de Halloween. Durante la filmación de “Halloween” (1978), nuevamente John se haría cargo de la composición de la banda sonora, la cual en algunas entrevistas ha admitido que fue inspirada por las bandas sonoras de las cintas “Suspiria” (1977) y “The Exorcist” (1973). El director nuevamente trabajaría con un presupuesto relativamente bajo, de tan solo 320.000 dólares.
Para su sorpresa, el film recaudaría alrededor de 65 millones de dólares, convirtiéndose en la cinta independiente más exitosa de la historia. El éxito del largometraje residía básicamente en el hecho de que el director insertó un elemento “extraño” en un ambiente cotidiano, convirtiendo la historia en algo tangible y creíble. Cabe mencionar que dicha película, es considerada por mucho como el iniciador del popular género slasher que reinó durante la década de los ochenta en los Estados Unidos. En 1979, Carpenter colaboraría por primera vez con el actor Kurt Russell, en la cinta hecha para la televisión, “Elvis” (1979). Dicho largometraje, no solo obtuvo el beneplácito de los espectadores y la crítica, logrando que fuera distribuida en algunas salas de cine internacionales, sino que además ayudó a revivir la carrera de Russell, quien había sido lanzado a la fama como “niño actor” en la década de los sesenta. En su próximo trabajo, el director volvería a aliarse con Debra Hill para escribir el guión de “The Fog” (1980), una fantasmal historia de venganza inspirada en cómics tales como “Tales from the Crypt”, y en la cinta “The Crawling Eye” (1958), en la cual aparecían unos monstruos que se escondían en las nubes.
Completar “The Fog” no sería tarea fácil para Carpenter. Después de ver la primera edición del film, el director no se mostró satisfecho con el resultado. Por primera vez en su carrera, tuvo que ingeniárselas para salvaguardar un proyecto que estaba casi terminado y que lamentablemente, no cumplía con sus expectativas. Por este motivo, decidió filmar varias escenas no escritas en el guión original, las cuales finalmente equivaldrían a un tercio de la película terminada. Pese a todos los problemas que debió superar, y a la mala critica que recibió el film, de todas formas logro recaudar cerca de 21 millones de dólares, con un presupuesto inicial de tan solo un millón. En 1981, Carpenter comienza a rodar “Escape From New York”, la cual no hace más que reflejar sus preferencias por el cine de suspenso, la ciencia ficción, la comedia y el western, además de su afición por los cómics. El protagonista, Snake Plissken, interpretado por Kurt Russell, era un personaje sacado directamente del mundo del los cómics, que además presentaba algunas características propias del típico héroe del western. Quizás por este motivo, dicho personaje no tardaría en convertirse en uno de los protagonistas más recordados del mundo cinematográfico de Carpenter, alcanzando incluso una suerte de culto en torno a él.
Durante la filmación de “Escape From New York”, el director le solicitó ayuda a Roger Corman, quien le cedió varios técnicos de su compañía New World Pictures para completar los efectos especiales. Entre dicho grupo de técnicos, se encontraba un joven James Cameron, quien eventualmente se convertiría en uno de los directores más reconocidos de Hollywood. En su próximo film, “The Thing” (1982), película basada en el clásico de la ciencia ficción del director Howard Hawks, “The Thing From Another World” (1951), y en la novela de John W. Campbell Jr., “Who Goes There?”, Carpenter da el salto a las grandes ligas. Con un presupuesto de 15 millones de dólares, el director trabajaría nuevamente junto a Kurt Russell, con el experto en efectos especiales Rob Bottin, y con el afamado compositor Ennio Morricone, en la realización de uno de los grandes clásicos del cine de ciencia ficción. Lamentablemente para Carpenter, la cinta no tuvo un gran éxito comercial, convirtiéndose en el primer fracaso financiero del director. Debido a esto, la Universal, quien le habría ofrecido la adaptación de una de las novelas de Stephen King titulada “Firestarter”, decide removerlo de la dirección para contratar a Mark L. Lester. Irónicamente, el siguiente proyecto de Carpenter estaría basado en una de las novelas del exitoso escritor.
Durante la filmación de “Escape From New York”, el director le solicitó ayuda a Roger Corman, quien le cedió varios técnicos de su compañía New World Pictures para completar los efectos especiales. Entre dicho grupo de técnicos, se encontraba un joven James Cameron, quien eventualmente se convertiría en uno de los directores más reconocidos de Hollywood. En su próximo film, “The Thing” (1982), película basada en el clásico de la ciencia ficción del director Howard Hawks, “The Thing From Another World” (1951), y en la novela de John W. Campbell Jr., “Who Goes There?”, Carpenter da el salto a las grandes ligas. Con un presupuesto de 15 millones de dólares, el director trabajaría nuevamente junto a Kurt Russell, con el experto en efectos especiales Rob Bottin, y con el afamado compositor Ennio Morricone, en la realización de uno de los grandes clásicos del cine de ciencia ficción. Lamentablemente para Carpenter, la cinta no tuvo un gran éxito comercial, convirtiéndose en el primer fracaso financiero del director. Debido a esto, la Universal, quien le habría ofrecido la adaptación de una de las novelas de Stephen King titulada “Firestarter”, decide removerlo de la dirección para contratar a Mark L. Lester. Irónicamente, el siguiente proyecto de Carpenter estaría basado en una de las novelas del exitoso escritor.
El guión de “Christine” (1983), estaba basado en la novela del mismo nombre de King, y se centraba en la historia de un adolescente que compra un viejo automóvil el cual resulta tener poderes sobrenaturales. Pese a que la cinta fue bien recibida por el público y la crítica, Carpenter no estaba satisfecho con su trabajo. Según él, solo realizó esta película porque era lo único que le fue ofrecido en aquel entonces. En su búsqueda por reencantar a la audiencia, el director se topó con un guión escrito por Bruce Evans y Raynold Gideon, el cual utilizaría para rodar la cinta romántica de ciencia ficción, “Starman” (1984). Para Carpenter, esta era su oportunidad de demostrar que podía desenvolverse en otros campos distintos al cine de terror y suspenso. El largometraje, que tuvo un éxito moderado, dio pie para que el productor Ilva Salkind le ofreciera a John la dirección de “Santa Claus: The Movie” (1985). Aunque inicialmente el director se mostró encantado con la idea de diversificar el tipo de cine que estaba rodando, las múltiples exigencias que le presentó al productor, entre las que se encontraba la opción de tener un completo control creativo, terminaron por desencadenar su desvinculación del proyecto. Varios años más tarde, Carpenter declararía en una entrevista que se arrepentía de haber dejado pasar una posibilidad de demostrarle a la crítica que tenía la capacidad de dirigir cualquier tipo de historia.
Lamentablemente para el director, su próximo film, la comedia de acción “Big Trouble in Little China” (1986), resultaría ser un completo fracaso de taquilla, lo que desencadenó que tuviera que lidiar con diversos problemas financieros durante los años siguientes. Carpenter no tuvo más opción que regresar al cine de bajo presupuesto, filmando largometrajes tales como “Prince of Darkness” (1974), film influenciado por la serie de la BBC, “Quatermass” (1953-58), en el cual pudo plasmar su interés por la religión y la miseria humana. Posteriormente rodaría la película de ciencia ficción, “They Live” (1988), la cual expresaba una feroz crítica al capitalismo reinante en Norteamérica. Pese a que tampoco fue bien recibida en su momento, con el transcurso de los años se ha convertido en una obra de culto. Antes de que terminara la década de los ochenta, a Carpenter se le ofreció la dirección de cintas como “The Exorcist III” (1990), “Top Gun” (1986) y “Fatal Attraction” (1987), proyectos de los cuales decidió retirarse por diversos motivos. Desde aquí en adelante, la carrera del director mostraría un marcado declive. Cintas fallidas como “Memoirs of an Invisible Man” (1992), “Body Bags” (1993), “Village of the Damned” (1995), “Escape From L.A.” (1996) y “Vampires” (1998), marcarían una etapa donde Carpenter se alejaba cada vez más de la brillantez que lo caracterizó en una época.
Probablemente el film, “In the Mouth of Madness” (1994), inspirado en la obra de Lovecraft, es el mejor trabajo del director durante la década de los noventa, aunque de todas formas este no fue recibido bien por el público y la crítica. Lamentablemente para sus seguidores, la década del 2000 solo fue una prolongación de la mediocridad que venía presentando el director. A la horrible “Ghost of Mars” (2005), le siguió la irregular “The Ward” (2010). Entre la realización de ambos films, Carpenter participó en dos episodios de la serie de televisión, “Masters of Horror”, los cuales pueden ser considerados como lo mejor que ha hecho el realizador en mucho tiempo. En el Fright Night Film Festival realizado el 2011, el director reveló que se encuentra trabajando en un western gótico, el cual espera estrenar en un futuro no muy lejano. Pese a todos sus altos y bajos, John Carpenter cuenta con una filmografía que lo ubica fácilmente entre los mejores directores fantásticos de la historia del cine, razón por la cual ya se han realizado remakes de a lo menos tres de sus films. La raíz de su éxito básicamente se basa en el hecho de que Carpenter es un hombre multifacético, que supo explotar de la mejor forma posible cada una de las habilidades que desarrolló durante su infancia y que luego perfeccionó en su adultez. Ahora solo nos queda esperar que el director vuelva a sorprendernos con algo de la magia con la que alguna vez plasmó en la pantalla grande.
Lamentablemente para el director, su próximo film, la comedia de acción “Big Trouble in Little China” (1986), resultaría ser un completo fracaso de taquilla, lo que desencadenó que tuviera que lidiar con diversos problemas financieros durante los años siguientes. Carpenter no tuvo más opción que regresar al cine de bajo presupuesto, filmando largometrajes tales como “Prince of Darkness” (1974), film influenciado por la serie de la BBC, “Quatermass” (1953-58), en el cual pudo plasmar su interés por la religión y la miseria humana. Posteriormente rodaría la película de ciencia ficción, “They Live” (1988), la cual expresaba una feroz crítica al capitalismo reinante en Norteamérica. Pese a que tampoco fue bien recibida en su momento, con el transcurso de los años se ha convertido en una obra de culto. Antes de que terminara la década de los ochenta, a Carpenter se le ofreció la dirección de cintas como “The Exorcist III” (1990), “Top Gun” (1986) y “Fatal Attraction” (1987), proyectos de los cuales decidió retirarse por diversos motivos. Desde aquí en adelante, la carrera del director mostraría un marcado declive. Cintas fallidas como “Memoirs of an Invisible Man” (1992), “Body Bags” (1993), “Village of the Damned” (1995), “Escape From L.A.” (1996) y “Vampires” (1998), marcarían una etapa donde Carpenter se alejaba cada vez más de la brillantez que lo caracterizó en una época.
Probablemente el film, “In the Mouth of Madness” (1994), inspirado en la obra de Lovecraft, es el mejor trabajo del director durante la década de los noventa, aunque de todas formas este no fue recibido bien por el público y la crítica. Lamentablemente para sus seguidores, la década del 2000 solo fue una prolongación de la mediocridad que venía presentando el director. A la horrible “Ghost of Mars” (2005), le siguió la irregular “The Ward” (2010). Entre la realización de ambos films, Carpenter participó en dos episodios de la serie de televisión, “Masters of Horror”, los cuales pueden ser considerados como lo mejor que ha hecho el realizador en mucho tiempo. En el Fright Night Film Festival realizado el 2011, el director reveló que se encuentra trabajando en un western gótico, el cual espera estrenar en un futuro no muy lejano. Pese a todos sus altos y bajos, John Carpenter cuenta con una filmografía que lo ubica fácilmente entre los mejores directores fantásticos de la historia del cine, razón por la cual ya se han realizado remakes de a lo menos tres de sus films. La raíz de su éxito básicamente se basa en el hecho de que Carpenter es un hombre multifacético, que supo explotar de la mejor forma posible cada una de las habilidades que desarrolló durante su infancia y que luego perfeccionó en su adultez. Ahora solo nos queda esperar que el director vuelva a sorprendernos con algo de la magia con la que alguna vez plasmó en la pantalla grande.
por Fantomas.
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