martes, 7 de diciembre de 2010

Deliria (aka Stage Fright): Slasher a la italiana.

“Deliria” (1987), es un film de terror del director Michele Soavi, el cual está protagonizado por David Brandon y Barbara Cupisti.

Un grupo de actores que ensayan un musical de terror se quedan encerrados en un teatro. Para su mala fortuna, no están solos. Un psicópata que ha escapado de un hospital psiquiátrico se ha quedado encerrado con ellos. Solo tendrán una última esperanza para escapar: encontrar la llave del teatro que alguien decidió ocultar en un recóndito lugar del oscuro recinto.

Luego de trabajar como actor en algunas producciones de horror italiano y de colaborar con directores como Dario Argento y Joe D´Amato, a Michele Soavi se le presentó la oportunidad de dirigir su primer largometraje. Dicho largometraje que llevaría por título “Deliria”, contaría con un guión del actor y escritor Luigi Montifiore, quien es más conocido como George Eastman, y sería producido por Joe D´Amato. Lamentablemente para Soavi, el proyecto que tenía entre manos no era precisamente algo con lo cual se sentía del todo satisfecho. Y es que el guión escrito por Montifiore buscaba sacar provecho del ya moribundo subgénero del slasher, el cual había gozado de bastante popularidad en Norteamérica a principios de los ochenta. A raíz de esto, el rodaje del film se le presentó como todo un desafío a Soavi, ya que el público en general ya no se mostraba demasiado interesado en los clichés del subgénero, razón por la cual el novato director tuvo que ingeniárselas para revitalizar una fórmula que había sido repetida hasta el cansancio. Para lograr dicha tarea, el director no solo empleó una serie de imágenes inquietantes con una estética propiamente italiana, cuyo objetivo era aumentar los niveles de tensión del film, sino que además le imprimió un tono sardónico a todo el asunto y le otorgó una cariz distintivo a los viejos motivos presentes en el subgénero del slasher.

La historia de “Stage Fright” se centra en un grupo de veinteañeros que conforman una compañía teatral, los cuales se encuentran ensayando un curioso musical sobre un asesino que utiliza una máscara con la forma de la cabeza de un búho. Luego de que una de las actrices llamada Alice (Barbara Cupisti), se lesiona el tobillo durante el transcurso del ensayo, esta es llevada al hospital más cercano, el cual resulta ser una institución psiquiátrica, para que se realice los exámenes pertinentes. Lamentablemente para ella y para sus compañeros, del lugar se escapa un peligroso psicópata, el cual se las ingenia para salir de su celda y subirse al auto de la actriz, acompañándola en silencio hasta el teatro. Una vez que el asesino cobra su primera víctima y llama la atención de la policía y los medios de comunicación, Peter (David Brandon), el petulante director de la obra, decide encerrar a todo el elenco al interior del teatro, a sabiendas de la publicidad que obtendrán gracias al violento acontecimiento. Sin embargo, las cosas estarán lejos de salir como él espera, ya que tan pronto como los actores quedan encerrados junto al asesino en el teatro, este emprende una cruzada homicida que les deja muy pocas opciones de supervivencia a todos los involucrados en el macabro asunto.

Más allá de las similitudes argumentales que pueda presentar “Deliria” en relación a otras cintas pertenecientes al subgénero del slasher, el film se destaca por sobre el resto gracias a su deslumbrante estilo visual y a su dinámico ritmo narrativo. Lo que es aún más importante, es que Soavi demuestra tener una gran habilidad para rodar escenas perturbadoras, sin la necesidad de recurrir a la violencia gráfica. De hecho, pese a que son varios los personajes que se convierten en víctimas del asesino, la cantidad de gore que presenta la producción es bastante moderado. Esto se debe principalmente a que el director prefiere sugerir la presencia de violencia más que retratarla de cuerpo completo, apelando a la idea de que aquello que se desconoce es más aterrador que aquello con lo que ya se está familiarizado. Al mismo tiempo y de manera inteligente, Soavi en determinados momentos del film opta por retratar el punto de vista de la víctima, lo que de manera automática aumenta los niveles de angustia del espectador. Por otro lado, durante el transcurso de la cinta resulta evidente la influencia que directores como el ya mencionado Dario Argento, ejercieron sobre el trabajo de Soavi, en especial a lo que se refiere a la construcción de una atmósfera de tintes oníricos. El novel director juega constantemente con los límites entre lo real y lo imaginario, cosa que queda completamente plasmada en la escena en la que el psicópata asesina a una de las actrices de la compañía frente a sus compañeros, quienes increíblemente creen que todo se trata de una mera actuación.

La influencia de directores como Argento también es apreciable a nivel temático e iconográfico, ya sea a través de la presencia de crímenes elaborados y embellecidos, o la perversa fascinación con el mal que exhibe la protagonista, o la relación existente entre el arte y la violencia, entre otras cosas. Por otro lado, resulta destacable el ritmo narrativo utilizado por Soavi, cuyo dinamismo no permite que el film caiga en innecesarias lagunas argumentales. Luego de una breve introducción donde se presentan sin mucho aspaviento a los personajes y sus motivaciones, el director rápidamente procede a introducir al espectador en una realidad aterradora y pesadillesca. Y es que el director no solo utiliza el hecho de que el asesino de turno goza de una completa omnipresencia, sino que además juega con la claustrofobia de los protagonistas quienes se ven encerrados en un espacio reducido, y con la desesperación en la que estos se ven sumidos a causa de la situación en la que los ha puesto la ambición de Peter, y la amenaza silenciosa de un psicópata sediento de sangre. Cabe mencionar que a diferencia de lo que sucede en gran parte de las producciones pertenecientes al subgénero del slasher, en esta ocasión los protagonistas optan por enfrentar al asesino motivados ya sea por su instinto de supervivencia, o por su cada vez más intenso deseo de venganza.

En el ámbito de las actuaciones, el elenco en general realiza una labor bastante correcta. Barbara Cuspiti interpreta de buena manera a la heroína de turno, la cual dicho sea de paso, es el personaje menos unidimensional de todo el film. En relación a la protagonista, resultan interesantes los numerosos paralelos que presenta con la heroína homónima de “Alicia en el País de las Maravillas”, del escritor Lewis Carrol. Y es que en “Deliria”, tras despertar de una brusca caída, Alice se ve inmersa en un mundo que ha sido devastado por el horror, del cual solo podrá escapar una vez que supere una serie de obstáculos que buscan poner a prueba su coraje. David Brandon por su parte, interpreta de forma correcta a un hombre que solo está motivado por su ambición y sus ansías de fama, el cual pese a que por momentos consigue recobrar la poca cordura que le queda, eventualmente termina exhibiendo su naturaleza egoísta y cobarde. En cuanto al aspecto técnico de la producción, resulta destacable la rockera pero efectiva banda sonora del compositor Simon Boswell, y el estupendo trabajo de fotografía de Renato Tafuri, quien es el gran responsable de la atmósfera claustrofóbica y perturbadora que domina al relato.

“Deliria” fue exhibida por primera vez en el Festival de Cine de Avoriaz, donde no solo obtuvo el galardón a la mejor película de horror, sino que además logró llamar la atención del realizador británico Terry Gilliam, quien debido a que quedó gratamente impresionado con las habilidades como director de Soavi, le ofreció participar como director de la segunda unidad en su próximo film, el cual llevaría por título “The Adventures of Baron Munchausen” (1988). Con el correr de los años, el debut direccional de Michele Soavi terminó siendo reconocido como una de las mejores producciones de terror italiano de la década de los ochenta. Esto se debe principalmente a que el film logra fusionar gran parte de los elementos clásicos del subgénero del slasher, con otros que son propios del horror italiano, creando con esto una suerte de híbrido poseedor de una serie de imágenes absolutamente perturbadoras. Junto con esto, en sus intentos por revitalizar un subgénero claramente sobreexplotado, el director se atreve a parodiar ciertos clichés del slasher, como por ejemplo la supuesta naturaleza sobrehumana de los asesinos de turno, lo que obviamente le otorga un encanto especial a una producción que perfectamente podría haberse decantado por el facilismo de la repetición sin sentido.



por Fantomas.

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