
Los habitantes de la ciudad de Nueva York están siendo aterrorizados por un asesino que muestra una marcada inclinación hacia las mujeres hermosas de conductas cuestionables. A raíz de esto, el Teniente Fred Williams (Jack Hedley) es asignado para descubrir la identidad del psicópata, cuyos niveles de violencia han aumentado drásticamente en el último tiempo.
Como sucede en prácticamente todos los films de Lucio Fulci, los cruentos asesinatos que comete el psicópata de turno se convierten en las grotescas piezas centrales de la cinta. Fiel a su estilo, el director italiano no solo le presenta al espectador una escena en la que una desafortunada mujer es prácticamente violada con una botella de vidrio rota, sino que además tiene tiempo para incluir una escena en la que a una mujer le abren el estómago, y otra en la que a una tercera víctima la torturan lentamente con una navaja de afeitar, la cual dicho sea de paso debido a su crudeza inclusive en la actualidad ha tenido problemas con los organismos de censura británicos. Si bien la inclusión de estas escenas ya era razón suficiente como para que tanto el público como la crítica se mostraran algo incómodos con la cinta de Fulci, la evidente misoginia que exuda el guión no hizo más que complicar las cosas. Y es que no son pocas las escenas en las cuales las mujeres son víctimas de algún tipo de violencia, ya sea verbal o física, lo que obviamente molestó a determinadas agrupaciones conservadoras y feministas de la época. Sin embargo, todo esto no es estricta responsabilidad del director italiano. Mientras que por un lado es innegable que el guionista Dardano Sachetti ya había demostrado ciertas cuotas de misoginia en sus trabajos anteriores, también es necesario recordar que el subgénero del slasher por lo general conllevaba ciertas dosis de violencia hacia la mujer, por lo que el contenido del film de Fulci solo respondía a las expectativas que el público de la época tenía de las producciones derivadas del entonces popular subgénero.

Con la intención de dejar aún más en claro que la historia se centra en un microcosmos que está adherido a una cultura dominada por la suciedad y la depravación, Fulci escoge como escenarios del film diversas calles que se caracterizan por estar repletas de basura, grafitis, locales nocturnos y tiendas de pornografía. Junto con esto, para lograr que estos rincones de la ciudad de Nueva York se vean aún más decadentes de lo que realmente son, Fulci los contrasta con los bellos paisajes aledaños a la Universidad de Columbia, lo que sin duda resulta ser una estrategia bastante efectiva a la hora de establecer el tono del film. Mientras que es evidente que el director realiza un buen trabajo a la hora de construir la atmósfera de “Lo Squartatore di New York”, también es innegable que el guión presenta un buen número de falencias que terminan por afectar la calidad del producto. A la gran cantidad de diálogos absurdos que presenta el film, se le suma el hecho de que la mayoría de las conclusiones obtenidas por la policía y por Fay Majors (Almanta Suska), la única mujer que logra escapar con vida luego del asesino, son algo forzadas y distan de ser realmente concluyentes, lo que de todas formas no impide que los protagonistas eventualmente averigüen la verdadera identidad del psicópata. Lamentablemente, a raíz de este mismo problema, el espectador no puede evitar perder cierto grado de interés en la trama policial, lo que lo lleva a centrar toda su atención en los horrendos crímenes que comete el peculiar asesino con voz de pato.
Para gran parte de los entendidos y de los seguidores de la carrera de Lucio Fulci, “Lo Squartatore di New York” marcaría el inicio de la debacle creativa del director, cuyas producciones posteriores no pudieron igualar lo hecho por Fulci durante gran parte de la década del setenta. A los problemas narrativos, interpretativos y técnicos antes mencionados, se suma lo absurdo de las motivaciones del asesino, las cuales poco tienen que ver con la atmósfera depravada y decadente que domina al relato. A fin de cuentas, “Lo Squartatore di New York” es un ejemplo más de la marcada inclinación por el aspecto visual que siempre mostró Lucio Fulci, lo que en más de una ocasión lo llevó a descuidar por completo el guión de sus trabajos. Curiosamente, con el transcurso de los años este film se ha convertido en una parada obligada para los amantes del género del horror que buscan experimentar lo más extremo y desagradable del espectro temático. Y es que en ese aspecto es indudable que Fulci consigue su cometido, razón por la cual no resulta extraño que “Lo Squartatore di New York” haya sido catalogada como parte de los “video nasties”, término que fue acuñado en Gran Bretaña durante la década de los ochenta, y que hacía referencia a aquellas producciones que fueron distribuidas en video casete, las cuales fueron ampliamente criticadas por sus niveles de violencia tanto por la prensa, como por comentadores sociales y diversas organizaciones religiosas.
por Fantomas.
1 comentario:
Genial, estas ultimas dos entradas son las que hace un tiempo "extrañe" por estos lares.
Saludos!
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