
En los tiempos prehistóricos, los hombres se guían por sus instintos de supervivencia, compitiendo contra los grandes depredadores y las tribus rivales. En una de ellas, Tumak (John Richardson) es expulsado de su clan por haberse peleado con su padre. Tras vagar durante días, es salvado por el pacífico Pueblo de las Conchas, donde Tumak se enamora de Loana (Raquel Welch), una de sus miembros.

Una vez conformado el elenco y el equipo técnico, Chaffey y compañía viajaron a las Islas Canarias donde se rodaron gran parte de las escenas del film. En medio de la tierra volcánica de las islas, los actores tuvieron que luchar contra dinosaurios invisibles, los cuales posteriormente serían insertados por el maestro Harryhausen. De hecho, el mismo Harryhausen trabajaría mano a mano con los actores ayudándolos a ejecutar sus coreografías. Todo el proceso de creación de los dinosaurios y sus respectivas animaciones le tomaron alrededor de nueve meses, tiempo que la compañía Bowie Films aprovechó para crear una secuencia especial en la cual se intentaba recrear la creación de la Tierra, la que finalmente sería insertada en el prólogo del film. Dicha secuencia no dejaría satisfechos a los ejecutivos de la Hammer, por lo que eventualmente sería reemplazada por algunas imágenes de archivo de erupciones volcánicas para lograr el efecto deseado. Aunque la secuencia de créditos inicial va acompañada de una narración en off que intenta darle un toque documental a la cinta, esta difícilmente podría ser vista como un estudio serio acerca de la evolución humana o la edad de piedra.

Durante el transcurso de su travesía, Tumak deberá enfrentarse a un sinnúmero de criaturas prehistóricas que van desde Tiranosaurios hasta Pterodáctilos. Son precisamente las escenas que presentan los efectos especiales creados por Harryhausen las que podrían ser identificadas como las más entretenidas de la cinta. Pese a que a Harryhausen no le gustaba utilizar animales agigantados mediante trucos ópticos en los films que participaba, en esta ocasión si recurrió a dicho efecto con el objetivo de añadirle un mayor realismo a la producción. Eventualmente, los dinosaurios de Harryhausen llegan a convertirse en los verdaderos protagonistas de un film que sacrificó toda coherencia científica en función del espectáculo. En ese sentido, el maestro señaló en una ocasión: “Creo que hice un buen trabajo en esta película procurando que la anatomía de los dinosaurios fuera básicamente correcta, según las teorías de los principales paleontólogos”. Probablemente las escenas de dinosaurios más memorables sean la de la batalla de Tumak contra un Tiranosaurio Rex, aquella en la que dos imponentes dinosaurios luchan a muerte, y aquella en la que tras secuestrar a Loana, un Pterodáctilo lucha a muerte con un Ramphorynco mientras el primero intenta utilizar a la hermosa mujer como alimento para sus crías.

Por otro lado, el trabajo de fotografía de Wilkie Cooper resulta ser correcto, mientras que la banda sonora escrita por Mario Nascimbene, la cual está compuesta por una gran cantidad de efectos de sonido, resultar ser efectiva pero rápidamente olvidable. El hecho de la que la cinta carezca de diálogos y que no presente una trama bien definida, por momentos dificulta el seguimiento de una historia que parece estar guiada únicamente por el instinto de sus protagonistas. Pese a esto, “One Million Years B. C.” presenta una serie de elementos que la salvan de ser una película mediocre, partiendo por los estupendos efectos especiales creados por Ray Harryhausen, a lo que se le suma el hecho de presentar a los protagonistas como seres “elementales” cuyo vocabulario es más que limitado (curiosamente este recurso fue ampliamente reprochado por la crítica de la época), y la belleza incomparable de Raquel Welch. Obviamente “One Million Years B. C.” no pretende ser una película realista, sino sólo ser una fantasía ambientada en un mundo muy antiguo, donde personas, animales y el propio ambiente reaccionaban a principios elementales, siempre velando por su subsistencia, aunque sin dejar de lado el aspecto estético de sus ropas. En definitiva, nos encontramos con una producción interesante que se acerca más al onirismo que al cine (pre)histórico.
por Fantomas.
3 comentarios:
Raquel Welch incono de un mundo imposible de hombres y bestias prehistóricas. Si las mumeres trogloditas tenían ese aspecto, no me extraña que nos costara tanto alcanzar conocimientos técnicos.
Raquel Welch es la cumbre de la civilización. ¡Pequeño gran clásico!
Aquí otro que no pudo resistirse a los encantos de esta mujer.
La película es casposilla, pero tiene su irresistible encanto.
Saludos ;)
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