sábado, 28 de agosto de 2010

The Witches: Pueblo chico, infierno grande.

“The Witches” (1966), es un thriller sobrenatural del director Cyril Frankel, el cual está protagonizado por Joan Fontaine, Alec McCowen y Kay Walsh.

Angustiada por los horrores vividos durante su estadía como misionera en África, la profesora Gwen Mayfield (Joan Fontaine) acepta el cargo de directora en una pequeña escuela ubicada en el pueblo de Haddaby, la cual es propiedad de Alan Bax (Alec McCowen) y su hermana Stephanie (Kay Walsh). Pese a que en un principio Gwen no puede evitar gozar de la tranquilidad de su nueva vida, pronto comienzan a ocurrir una serie de extraños fenómenos que amenazan con destruir por completo su frágil sanidad mental.

A principios de la década del sesenta, la exitosa actriz hollywoodense Joan de Beauvoir de Havilland, más conocida como Joan Fontaine, comenzó a percatarse de que su carrera cinematográfica estaba llegando a su fin. Debido a que no le llegaban nuevos ofrecimientos de trabajo, la actriz optó por desarrollar un proyecto que pudiese protagonizar. Impresionada por la historia de la novela “The Devil´s Own”, que la escritora Norah Lofts escribió bajo el seudónimo de Peter Curtis, Fontaine compró los derechos del libro en septiembre de 1962, y posteriormente acudió al menos a la mitad de las productoras pertenecientes a la industria cinematográfica británica, con la intención de que alguien se interesara en plasmar su adaptación en la pantalla grande, la cual ella veía como una oportunidad de revitalizar su alicaída carrera. En junio de 1964, la productora Hammer Films, la cual en ese entonces mantenía una alianza comercial con la compañía Seven Arts, mostró un marcado interés en la adaptación de la novela de Lofts, por lo que los ejecutivos del estudio rápidamente llamaron al escritor Nigel Kneale para que se hiciera cargo del guión. Según el mismo Kneale: “Leí el libro y pensé que estaba bien hasta cierto punto. Para mí lo interesante era el hecho de que la historia se desarrollara en un escenario rural común y corriente, y que esta estuviese plagada de dobles significados y de elementos siniestros que tendían a surgir de la nada”.

El puesto de director le sería cedido a Cyril Frankel, quien recientemente había participado en la serie de televisión “The Baron” (1966). Si bien Frankel estaba entusiasmado con el hecho de trabajar con Fontaine y con el aspecto misterioso de la historia, se mostró abiertamente insatisfecho con el guión escrito por Kneale, en especial con una escena que involucraba un ritual grupal. Kneale por su parte, consideraba que el director podía haber manejado esa escena de mejor manera, dotándola de un cariz netamente aterrador. Más allá de los dimes y diretes que se produjeron entre el director y el guionista del film, “The Witches” cuenta la historia de una profesora de mediana edad llamada Gwen Mayfield, quien luego de sufrir una crisis nerviosa a manos de un médico brujo en el África salvaje, decide asumir el puesto de Directora en una pequeña escuela ubicada en una villa rural inglesa. Lamentablemente, el mal karma parece seguirla hasta aquel tranquilo rincón de la Tierra, el cual aparentemente está habitado por un grupo de paganos que practican la brujería. Es por este motivo que al mismo tiempo que comienzan a ocurrir extraños acontecimientos en la localidad de Haddaby, la paranoia de Gwen aumenta de tal manera que sufre otra crisis nerviosa. Todo esto lleva al espectador a preguntarse: ¿Son sus sospechas justificadas, o todo es tan solo el producto de su febril y fragmentada imaginación?

En la superficie, la premisa de una mujer que es llevada al borde de la locura por el miedo que le provoca la comunidad en la que está inmersa, la cual aparentemente está complotando en su contra mediante los poderes de la brujería, de inmediato trae a la memoria el film de Roman Polanski, “Rosemary´s Baby” (1968), lo que por supuesto resulta interesante ya que bien se podría argumentar que está producción de la Hammer en algún grado pudo servirle de inspiración al director polaco a la hora de filmar una de las cintas que hoy es considerada como uno de los grandes clásicos del cine de terror. Sin embargo, las similitudes entre ambas producciones no sobrepasan lo meramente superficial, ya que en un nivel más profundo estas se presentan como los dos polos opuestos de un determinado espectro temático. Mientras que “Rosemary´s Baby” es fundamentalmente un film cínico, ya que la protagonista pese a todas sus aprehensiones y a los horrores que le toca soportar, eventualmente se resigna a criar al hijo del Diablo, “The Witches” responde a una lógica mucho más clásica e inocente, la cual dictamina que Dios debe resultar triunfador y que el mal debe ser erradicado por completo de este mundo.

Probablemente uno de los aspectos más interesantes de “The Witches”, es que la cinta explora el aspecto más oscuro y malevolente de la vida rural. Para lograr dicho fin, Frankel convierte a la localidad de Haddaby en un lugar donde prima el secretismo, y donde las creencias paganas han reemplazado por completo a los valores cristianos. Al mismo tiempo, también resulta interesante la forma en como es retratada la protagonista, la antagonista, y la gran víctima de la confabulación de los habitantes de Haddaby, la cual es una adolescente llamada Linda Rigg (Ingrid Boulting). Si bien en teoría se trata de mujeres independientes, decididas y dominantes, el retrato que realiza el director del mal llamado sexo débil no es precisamente proto-feminista, ya que al final del día las mujeres que participan en el film demuestran ser manipuladoras, malvadas, emocionalmente débiles y tendientes a la auto-victimización. Por su parte, los hombres que participan en el relato tampoco salen mucho mejor parados. Si bien Nigel Kneale pretendía que el film proyectara una visión satírica de la vida rural y de las creencias paganas, las múltiples falencias que presenta el guión y el trabajo algo deficiente de Frankel, dieron como resultado que el microcosmos en el cual se centra “The Witches”, esté habitado por un grupo de fragmentadas figuras matriarcales y por decenas de hombres serviles que viven bajo la sombra de quienes ellos consideran como las encargadas de llevar a cabo los ritos de la religión que han decidido seguir.

En el ámbito de las actuaciones, el elenco realiza una labor francamente irregular, en especial Joan Fontaine cuyo desempeño resulta ser bastante discreto. Lamentablemente, en varias escenas la experimentada actriz no es capaz de proyectar las emociones que supuestamente debiese sentir su personaje ante determinados estímulos, lo que obviamente atenta contra el tono del film. Kay Walsh en cambio, no solo realiza una estupenda actuación como la intrigante Stephanie Bax, sino que además su papel sigue siendo recordado como uno de los personajes femeninos más interesantes dentro de la filmografía de la Hammer. Y es que Stephanie Bax no solo es una mujer fuerte, sino que además posee un intelecto tal que le permite fusionar la racionalidad científica con la mera superstición, lo que plantea una interesante discusión acerca de los verdaderos efectos de la brujería y los alcances de la fe. Todo esto provocó que la crítica centrara su atención en Walsh, sumiendo a Fontaine en una profunda amargura, la cual varios años después expresaría en su autobiografía. En cuanto al aspecto técnico de la producción, esta cuenta con el sólido trabajo de fotografía de Arthur Grant, con el correcto diseño de producción de Bernard Robinson, y con la atmosférica banda sonora del compositor Richard Rodney Bennett, la cual resulta ser increíblemente efectiva en las escenas más inclinadas al suspenso y al horror.

Según la opinión de muchos estudiosos, “The Witches” resultó ser una especie de ensayo para lo que posteriormente sería “The Wicker Man” (1973), del director Robin Hardy, la cual sin lugar a dudas es una producción infinitamente superior a la dirigida por Cyril Frankel. Y es que ambas cintas inician con la llegada de un extraño a una comunidad hermética y misteriosa, la cual parece estar liderada por los miembros de la familia más acaudalada del lugar, quienes curiosamente parecen estar involucrados en algún grado en una serie de extraños sucesos que están relacionados con la figura de una adolescente. Como se menciona anteriormente, el gran problema de “The Witches” reside en las múltiples falencias de un guión plagado de incongruencias y momentos carentes de toda lógica, y en la poco inspirada dirección de Frankel, cuya falta de visión se aprecia en toda su majestad durante una de las escenas finales, en las cuales el espectador es testigo de un curioso ritual que adquiere ribetes irrisorios. Pese a todas sus falencias “The Witches” resulta ser un thriller sobrenatural bastante entretenido, que presenta algunos conceptos interesantes y un par de actuaciones realmente memorables, lo que dota de un encanto especial a este producto fallido de la siempre atractiva factoría hammeriana.




por Fantomas.

1 comentario:

Pliskeen (David Ribet) dijo...

No sabía que la propia Fontaine fuera la impulsora del proyecto.

Lo cierto es que ni he visto ésta ni tampoco The Wicker Man. Quizás es que sus argumentos no terminan de seducirme.

Saludos ;)

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